Motivando Al Niño A Través Del Reforzamiento Positivo
Motivando Al Niño A Través Del Reforzamiento Positivo
Motivando Al Niño A Través Del Reforzamiento Positivo
¿Premios o castigos?
En distintas entradas vamos a abordar los procedimientos para modificar
conductas. Estas técnicas tienen su base en los estudios sobre condicionamiento
operante o instrumental desarrollados por Skinner que, de forma resumida,
entienden que la principal fuente de control de la conducta son las
consecuencias que la siguen.
Así, en vez de preguntarnos, cómo es habitual ¿por qué hace el niño esto? Una
pregunta más acertada sería plantearnos ¿para qué le sirve al niño hacer esto? Las
consecuencias que siguen a la conducta son las responsables de que dicha
conducta se mantenga.
La Ley Empírica del Efecto, aplicable a cualquier ser vivo, expresa este efecto
de las consecuencias sobre nuestra conducta: la conducta aumentará su
probabilidad de ocurrencia si va seguida de estímulos positivos (refuerzos) y
reducirá su probabilidad de ocurrencia si va seguida de elementos negativos
para la persona (castigos).
Por otra parte, cuando un niño se porta bien agradece la alabanza, el afecto y
reconocimiento de sus padres o profesores. Pensemos, por ejemplo, en nuestro
trabajo como adultos. También sería nuestra obligación hacer el trabajo lo mejor
posible, pero si funcionamos así y nunca tenemos un reconocimiento por ello,
resulta frustrante y desmotivante.
Las opiniones de las personas que están alrededor del niño son muy importantes
para éstos, los niños se identifican con la imagen que reciben de sí mismos por
parte de los demás. Mucho de su personalidad y autoestima se va a formar a
través de esas opiniones externas que le ayudan a definir quién es.
Así, una educación basada en dar reforzamiento más que castigo, no sólo
resultará más eficaz para ir construyendo las conductas que deseamos fomentar,
sino que ayudará al niño a desarrollarse de forma más positiva, con confianza en
sus posibilidades, y, en definitiva, a ser más feliz.
¿Cómo cambio una conducta?
Si deseamos modificar un comportamiento de nuestro hijo primero tenemos que
tener clara la respuesta a esta pregunta: ¿la conducta ya existe en el repertorio
conductual del niño (es decir, ya sabe hacerlo)? Si la respuesta es no, el primer
paso es tomarse un tiempo en enseñárselo.
Por ejemplo, cada tarde es una batalla para que se siente a hacer los deberes. Tal
vez asumamos que sabe hacerlo sólo, pero merecería la pena que nos tomáramos
la molestia de averiguarlo. Probemos a empezar estudiando con él y enseñarle
cómo organizarse, cómo subrayar, cómo memorizar, etc. De lo contrario, cada vez
que se enfrenta a la tarea se siente perdido, le parece un mundo, se desmotiva…y
por mucho que quisiéramos administrar premios por la conducta de estudiar no
funcionaría, porque el primer paso sería garantizar que sabe cómo hacerlo.
Asegurarnos que el niño está privado del premio y no puede conseguirlo por otros
medios. Si esta saciado (tiene de todo cuando quiere) o al margen de lo que
hagamos nosotros, cuando por ejemplo lleguen los abuelos, lo van a llevar a ver
esa peli de todas formas, el valor reforzante del premio como medio para controlar
la conducta no es suficiente.
Tenemos que disponer de una serie variada de premios para evitar que nosotros
mismos acabemos produciendo saciación. Si siempre que recoge y ordena su
cuarto le doy un chupa Chus de fresa, después de un cierto número de veces puede
cansarse. Tengo que variar el premio antes de que eso suceda.
Podemos empezar con premios materiales al principio, pero gradualmente hay que
ir logrando que la conducta sea controlada por reforzadores sociales como la
alabanza. Por ejemplo, tras verlo estudiando un examen muy concentrado le regalo
un sobre de sus cromos favoritos y al mismo tiempo le digo con efusividad “que bien
estudias Luís, que contento estoy contigo”. En un tiempo la asociación del
reforzador material con la expresión verbal de afecto hace que esta última acabe
sirviendo sola como fuente de control de la conducta. El afecto genuino de sus
padres es siempre el mejor premio.