Saga Hermanas de La Luna 10 - Courting Darkness - trxGLO

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 303

1

Sinopsis
Somos las hermanas de D'Artigo: sexys, inteligentes, ex-trabajadoras para la
Agencia de Inteligencia de Otro Mundo. Pero ser mitad-humanas, mitad-Faes
implica que nuestros poderes se descontrolan en todos los momentos
inoportunos. Mi hermana Delilah es una Doncella de la Muerte y una were-gato
que pertenece al Señor del Otoño. Mi hermana Menolly es una vampira que está
saliendo con una were-puma preciosa y con el padrino de los no-muertos. ¿Y yo?
Soy Camille, Sacerdotisa de la Madre Lunar, casada con un dragón, un youkai y
un Svartan. Pero mi suegro dragón ha decidido que no le gusta tenerme como
miembro de la familia...
Es el Solsticio de Invierno, y Aeval me da la bienvenida en su Corte Oscura.
Con Morio todavía peligrosamente débil gracias a sus heridas y Vanzir sólo vivo
gracias a mi silencio, la idea de entrenar con Morgaine no parece tan desalentador
como lo hacía antes. Pero entonces, Hyto vuelve para destrozarme la vida.
Capturada y arrastrada hasta los confines del Dragón, ¿podré arreglármelas para
mantenerme viva el tiempo suficiente como para escaparme, aún cuando el padre
de Ahumado tiene la intención de romper mi espíritu y mi cuerpo? 2
La venganza no permanece mucho tiempo sin venganza.
—GERMAN PROVERB

La creación más peligrosa de toda sociedad es el hombre que no tiene


nada que perder.
—JAMES A. BALDWIN

3
Índice
Dedicatoria
Personajes Principales
Glosario
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11 4
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Sobre la Autora
Próximo Libro
¡Visítanos!
Dedicado a todos los músicos que me inspiran…
La música alimenta mi alma.

5
PERSONAJES PRINCIPALES

La familia D'Artigo
Sephreh ob Tanu: Padre de las Hermanas D'Artigo. Fae puro.
Maria D'Artigo: Madre de las Hermanas D'Artigo. Humana.
Camille Sepharial te Maria, también conocida como Camille D'Artigo: La
hermana mayor; una Bruja de la Luna. Mitad-Fae, mitad humana.
Delilah Maria te Maria, también conocida como Delilah D'Artigo: La
hermana del medio; una cambiaforma-gato.
Arial Lianan te Maria: gemela de Delilah, que murió al nacer. Mitad-Fae, mitad
humana.
Menolly Rosabelle te Maria, también conocida como Menolly D'Artigo: La
hermana más joven; un vampiro y jian-tu: extraordinaria acróbata. Mitad-Fae,
mitad humana. 6
Shamas ob Olanda: primo de las chicas D'Artigo. Fae puro.

Amantes y Amigos Cercanos de las


Hermanas D'Artigo

Bruce O'Shea: prometido de Iris. Leprechaun.


Carter: Líder de la Sociedad Demonica Vacana, un grupo que observa y registra
las interacciones de los Demonkin y los humanos a través de las épocas. Carter es
mitad demonio y mitad Titán; su padre era Hyperion, uno de los Titanes Griegos.
Chase Garden Johnson: Detective, director del equipo Faerie-Humano de
Investigación de Escenas del Crimen (FH-CSI). Humano que ha tomado el
Néctar de la Vida, que extiende su vida útil más allá que cualquier mortal común
y ha abierto sus habilidades psíquicas.
Chrysandra: Camarera del Bar & Grill “Caminante”. Humana.
Derrick Means: Camarero del Bar & Grill “Caminante”. Cambiaforma-tejón.
Erin Mathews: Ex presidente del Club de Observadores de Faes y dueña de la
Boutique Scarlet Harlot. Convertida en un vampiro por Menolly, su creadora,
momentos antes de su muerte. Humana.
Greta: Líder de las Doncellas de la Muerte; tutora de Delilah.
Hanna: una del pueblo de Los Hombres del Norte. Ella estuvo cautiva por Hyto
durante cinco años y ayudó a Camille a escapar, volviendo a Earthside con ella.
Iris Kuusi: Amiga y compañera de las chicas. Sacerdotisa de Undutar. Talon-
haltija (Elfa domestica finlandesa).
Lindsey Katharine Cartridge: Directora del Refugio de las Mujeres de la Diosa
Verde. Pagana y bruja. Humana.
Marion: cambia-forma coyote; propietaria del Café Supe-Urbano.
Morio Kuroyama: Uno de los amantes y maridos de Camille. En esencia, el
nieto de la Abuela Coyote. Youkai-kitsune (traducido rudamente: zorro demonio
japonés).
7
Nerissa Esquisto: amante de Menolly. Trabajó para DSHS. Ahora trabaja para
Chase Johnson como consejera de los derechos de las víctimas para el FH-CSI.
Cambiaforma-puma y miembro del Orgullo Puma Rainier.
Roman: vampiro antiguo; hijo de Blood Wyne, Reina del Velo Carmesí.
Rozurial, también conocido como Roz: Mercenario. Amante secundario de
Menolly. Incubus, que solía ser Fae antes de que Zeus y Hera destruyeran su
matrimonio.
Shade: Nuevo aliado. Amante de Delilah. Parte Stradolan, parte dragón negro
(sombra).
Sharah: Médica elfa; la nueva novia de Chase.
Siobhan Morgan: Una de los amigas de las chicas. Selkie (cambiaforma-foca);
miembro de la Manada de Focas de la Bahía Puget Sound.
Ahumado: Uno de los amantes y maridos de Camille. Dragón mitad-blanco,
mitad-plateado.
Tavah: Guardián del portal en el Bar & Grill Caminante. Vampiro (Fae Puro).
Tim Winthrop, también conocido como Cleo Blanco: estudiante de
computación/genio, travesti. Humano.
Trillian: Mercenario. Amante alfa de Camille. Svartan (uno de los Fae
Cautivadores).
Vanzir: esclavo de las hermanas por contrato, por su propia elección. Demonio
perseguidor de sueños.
Venus, el Niño de la Luna: Shaman del Orgullo Puma Rainier. Cambiaforma-
puma. Uno de los caballeros Keraastar.
Wade Stevens: Presidente de Vampiros Anónimos. Vampiro (humano).
Zachary Lyonnesse: miembro junior del Consejo de Ancianos del Orgullo
Puma de Rainier. Cambiaforma-puma.

8
GLOSARIO
Unicornio Negro/Bestia Negra: Padre de los unicornios Dahns, un unicornio
mágico que renace como el ave fénix y vive en lo profundo de Darkynwyrd y
Thistlewyd. La Madre Cuervo es su consorte, y él es más una fuerza de la
naturaleza que un unicornio.
Calouk: El dialecto común y burdo utilizado por un número de habitantes de
Otro Mundo.
La Corte y la Corona: "La Corona" se refiere a la reina de Y'Elestrial. "La
Corte" se refiere a la nobleza y al personal militar que rodean a la Reina. "La
Corte y La Corona" juntos se refieren a todo el gobierno de Y'Elestrial.
Tribunal de las Tres Reinas: La Corte recién aparecida de las tres Reinas Faes
de Earthside: Titania, la Reina Fae de la Luz y la Mañana; Morgana, la Reina
mitad-Fae de la Oscuridad y el Crepúsculo; y Aeval, la Reina Fae de las Sombras
y la Noche.
Crypto: Una de las razas Cryptozoides. Los Cryptos incluye criaturas de leyenda
que no son técnicamente de las razas Fae: gárgolas, unicornios, grifos, quimeras, 9
y así sucesivamente. La mayoría habitan principalmente en Otro Mundo, pero
algunos tienen primos en Earthside.
Puerta Demoníaca: Una puerta por la que los demonios pueden ser
convocados por un poderoso hechicero o nigromante.
Dreyerie: La guarida de un dragón.
Earthside: Todo lo que existe del lado de la Tierra de los portales.
Elqaneve: La tierra de los Elfin o Elfos en Otro Mundo.
Señores Elementales: Los seres elementales; tanto hombres como mujeres; que,
junto con las Brujas del Destino y el Segador, son los únicos verdaderos
Inmortales. Son los avatares de diversos elementos y energías, y habitan en todos
los reinos. Ellos hacen su voluntad y no se ocupan de la humanidad o de los Faes
a menos que sean convocados. Si se les pide ayuda, a menudo solicitan precios
altos como recompensa. Los Señores Elementales no tienen que ver con el
equilibrio como las Brujas del Destino.
FBH: Humanos de Pura Sangre (por lo general se refiere a los seres humanos de
Earthside).
FH-CSI: El equipo Faerie-Humano de Investigación de Escenas del Crimen. La
idea original del Detective Chase Johnson, se formó por primera vez como una
colaboración entre la Oficina de Auditoría Interna y el Departamento de Policía
de Seattle. Otras unidades FH-CSI se han creado en todo el país, basado en el
prototipo de Seattle. El FH-CSI se encarga tanto de emergencias médicas y
penales relativas a visitantes de Otro Mundo.
Gran División: Un tiempo de gran agitación cuando los Señores Elementales y
algunos pertenecientes a la Alta Corte de los Faes decidieron escindir o desgarrar
los mundos. Hasta entonces, los Faes existían principalmente en la Tierra, sus
vidas y sus mundos se mezclaban con los de los seres humanos. La Gran
División rompió todo en dos, ramificando otra dimensión, que se convirtió en
Otro Mundo. En aquel momento, las Cortes Gemelas de los Faes fueron
disueltas y sus Reinas despojadas del poder. Esa fue una época durante la cual se
formó el Sello Espíritu y se rompió con el fin de sellar los reinos entre sí.
Algunos Faes eligieron quedarse en Earthside, otros se trasladaron al reino de
Otro Mundo, y los demonios fueron; en su mayor parte, sellados en los Reinos
Subterráneos.
Guardia Des'Estar: Los militares de Y'Elestrial.
Brujas del Destino: Las mujeres del destino que mantienen el balance
10
equilibrado. Ni buenas ni malas, observan el flujo del destino. Cuando los
eventos se alejan demasiado del equilibrio, intervienen y toman medidas, por lo
general usando humanos, Faes, Supes y otras criaturas como peones para
encaminar el destino de nuevo en la línea.
Segadores: Los Señores de la muerte; algunos cambiaron de lado y también son
Señores Elementales. Los Segadores, junto con sus seguidores (las Valquirias y
las Doncellas de la Muerte, por ejemplo) cosechan las almas de los muertos.
Haseofon: La morada de las Doncellas de la Muerte, donde se quedan y
entrenan.
Tierras Ionyc: Los reinos astrales, etéricos y espirituales, junto con varias otras
dimensiones incorpóreas menos conocidas, forman las Tierras Ionyc. Estos
reinos están separados por los Mares de Ionyc, una corriente de energía que evita
que las Tierras Ionyc choquen, provocando con ello una explosión de
proporciones universales.
Mares Ionyc: La corriente de energía que separa las Tierras de Ionyc. Ciertas
criaturas, especialmente las relacionadas con las energías elementales del hielo, la
nieve y el viento, pueden viajar a través de los Mares Ionyc sin protección.
Koyanni: Los cambia-formas coyotes que eligieron el mal camino, alejándose del
Gran Coyote; seguidores de Nukpana.
Melosealfôr: Un raro dialecto Crypto aprendido por Cryptos poderosos y todas
las Brujas de la Luna.
El Néctar de la Vida: Un elixir que puede extender la vida de los seres humanos
casi hasta la duración de la vida de un Fae. Muy apreciada y utilizada con cautela.
Puede conducir a alguien a la locura si él o ella no tienen la capacidad emocional
para manejar los cambios efectuados.
AIO: La Agencia de Inteligencia de Otro Mundo; el "cerebro" detrás de la
Guardia Des'Estar.
Otro Mundo/OM: El término humano de "Naciones Unidas" de la Tierra
Faerie. Una dimensión aparte de la nuestra, que contiene criaturas de leyenda y
sabiduría tradicional, las vías a los dioses y varios otros lugares, como el
Olympus. El nombre real de Otro Mundo varía entre los diferentes dialectos de
las muchas razas de Cryptos y Faes.
Portal, Portales: Las puertas interdimensionales que conectan los diferentes
reinos. Algunos fueron creados durante la Gran División; otros se abren al azar. 11
Corte de los Seelie: La Corte Fae de Earthside de la Luz y el Verano, disuelta
durante la Gran División. Titania fue la Reina Seelie.
Estatuas del Alma: En Otro Mundo, pequeñas estatuillas creadas para los Faes
de ciertas razas y mágicamente vinculadas con el bebé. Estas figuras residen en
capillas de la familia y cuando uno de los Fae muere, su estatua del alma se
destroza. En el caso de Menolly, cuando ella volvió a nacer como un vampiro, su
estatua del alma se volvió a formar, aunque retorcida. Si un miembro de la familia
desaparece, su familia siempre puede saber si su ser querido está vivo o muerto si
tienen acceso a la estatua del alma.
Sellos Espíritu: Un artefacto de cristal mágico, el Sello Espíritu fue creado
durante la Gran División. Cuando se sellaron los portales, el Sello Espíritu se
dividió en nueve gemas y cada pieza se le dio a un Señor o Señora Elemental.
Cada una de estas gemas tiene diferentes poderes. Incluso poseer uno de los
sellos espíritu puede permitir que el portador debilite los portales que dividen a
Otro Mundo, Earthside y los Reinos Subterráneos. Si todos los sellos vuelven a
juntarse de nuevo, entonces todos los portales se abrirán.
Stradolan: Un ser que puede caminar entre los mundos, que puede caminar a
través de las sombras, usándolas como método de transporte.
Supe/Supes: Abreviatura de Sobrenaturales. Se refiere a los seres sobrenaturales
de Earthside que no son de naturaleza Fae. Se refiere a los hombres lobo,
especialmente.
Talamh Lonrach Oll: El nombre para la Nación Fae Soberana de Earthside.
Triple Amenaza: El apodo de Camille para las recién ascendidas tres Reinas
Faes de Earthside.
Corte Unseelie: La Corte Fae de Earthside de las Sombras y el Invierno, se
disolvió durante la Gran División. Aeval era la Reina Oscura.
VA/Vampiros Anónimos: El grupo de Earthside iniciado por Wade Stevens,
un vampiro que era un psiquiatra cuando vivía. El grupo se centra en ayudar a los
vampiros recién nacidos a adaptarse a su nuevo estado de existencia, y para
alentar a los vampiros a que eviten lastimar a los inocentes tanto como sea
posible. El VA está compitiendo por el control. Su objetivo es gobernar a los
vampiros de los Estados Unidos y crear una agencia de vigilancia interna.
Espejo Susurrante: Un dispositivo mágico de comunicación que une Otro
Mundo y la Tierra. Piensen en un videoteléfono mágico.
Y'Eírialiastar: El nombre Sidhe/Fae de Otro Mundo.
12
Y'Elestrial: La ciudad-estado en Otro Mundo donde nacieron y se criaron las
chicas D'Artigo. Una ciudad Fae, recientemente envuelta en una guerra civil entre
la tiránica y enloquecida Reina drogadicta llamada Lethesanar y su hermana más
sensata Tanaquar, que logró reclamar el trono para sí misma. La guerra civil ha
terminado y Tanaquar está restaurando el orden en su tierra.
Youkai: Libremente (muy libremente) traducido como espíritu demoníaco/ o de
naturaleza demoníaca japonés. A los efectos de estas series, los youkai tienen tres
formas: la de los animales, la forma humana y la forma verdadera del demonio. A
diferencia de los demonios de los Reinos Subterráneos, los youkai no son
necesariamente malvados por naturaleza.
Capítulo 1
Hogar.
Allí estaba…esperándonos. Hogar, con el humo de la chimenea a la deriva y
una serie de luces multicolores brillantes rodeando el porche. Desde el camino de
entrada, la casa victoriana de tres pisos brillaba como un faro, tanto en el plano
físico como en el astral. Las llamaradas de energía se disparaban como manchas
solares. Me recosté en el auto, sonriendo. Hogar. Nuestro refugio contra los
demonios.
Un dragón construido de nieve resguardaba el césped y el camino de
entrada, elevándose inhóspito y blanco de entre los bancos apilados en el patio.
Mi jardín de hierbas se escondía debajo de la criatura, escondido bajo el mantillo
hasta la primavera. El invierno había reclamado la tierra, con toda su fuerza, y
estábamos siendo golpeados intensamente. La Niña1 tenía sus influencias, y todos
éramos sus juguetes. Por lo menos esta vez no era Loki. Hace un año, el gigante
nórdico había traído cantidades antinaturales de hielo y nieve consigo, hasta que
despachamos a su siervo, un vampiro llamado Dredge. 13
Pero a pesar de estar tan frío, eso no era nada en comparación con las
Tierras del Norte, de donde acababa de regresar. Allí, en el nivel más alto cerca
de la cumbre del mundo, los vientos habían desatado su rabia crudamente a
través del bosque de invierno, sacudiendo los troncos y lanzando avalanchas
cuesta abajo por las laderas de la montaña.
Arriba, en las Tierras del Norte, la vida era dura y con frecuencia corta, y el
fuego se convertía en un salvavidas. Los hombres del norte eran tan estoicos
como sonaban, y festejaban en abundancia…podría no haber otro día para vivir,
frente a los peligros que enfrentaban.
Mientras Ahumado, Iris, Rozurial, y yo habíamos estado luchado por
atravesar el bosque, ascendiendo más y más hacia la guarida de Howl, el Señor
Lobo Elemental de la nieve, más de una vez pensé que seguro acabaríamos como
paletas congeladas en las rocas.

1La Niña es un fenómeno climático que forma parte de un ciclo natural global del clima
conocido como Oscilación del Sur (ENSO). La fase fría, precisamente conocida como La
Niña, se da cuando existe un régimen de vientos alisios fuertes desde el Este; las temperaturas
ecuatoriales se enfrían y comienza la fase fría o La Niña.
Pero el viaje había valido la pena. Iris había hecho las paces con su pasado y
forjado un futuro para ella. Estaba libre, en condiciones de casarse con el hombre
que amaba. Pero ella había estado en el infierno, y ahora, como yo, se enfrentaba
a un camino que prometía tragársela y forzarla a una posición que no estaba
segura de que ella estaba dispuesta a asumir. Y para remarcar los cambios, ahora
lucía unos elegante —bueno, unos hermosos— tatuajes color índigo en forma de
espiral a través de la frente, las mejillas y en la espalda. Su diosa la había marcado,
y lo había hechos en la forma más adornada. A los dioses parecía gustarles
marcarnos con tinta divina.
El auto bajo la velocidad hasta detenerse y Delilah apagó el motor. El
cansancio de los últimos meses, brotó en mi garganta cuando abrí la puerta.
Habían pasado tantas cosas, y sin embargo todavía se extendía tanto ante
nosotros. Estábamos apenas a una semana del pleno invierno, y me enfrentaba a
la iniciación en la Corte de Aeval, donde me entregaría a la Reina de la Oscuridad
para aprender su magia y las costumbres de una sacerdotisa.
Mientras dejaba escapar un largo suspiro y me bajé del jeep, un viento
fresco se extendió por la noche y tiré de mi túnica élfica apretándola contra mi
cuerpo. Llevaba el manto de la Bestia Negra por debajo, pero incluso con los
dos, no podía ahuyentar el frío que se había instalado en mis huesos y me 14
preguntaba si alguna vez lograría quitármelo de encima y sentir de nuevo el calor.
—¿Estás bien? —Delilah envolvió su brazo alrededor de mis hombros. Ella
nos había recogido en el portal de la Abuela Coyote y ahora lo único que quería
era un baño caliente, una cama suave, y un montón de sueño. Mientras Ahumado
saltaba de su Jeep y ayudaba a Iris, Roz bajaba lentamente por sí mismo del otro
lado.
—Eres una buena hermana —le dije, apoyándome contra su brazo—. Sólo
estoy cansada. El viaje fue más difícil de lo que pensé que sería. Hacía frío, tanto
frío. Y había arañas de hielo…
—¡Qué asco! —Ella arrugó la nariz—. ¿Cómo les fue? ¿Iris hizo...?
Sacudí la cabeza.
—Le toca a ella contarte al respecto, pero sí. Ella todavía está con nosotros,
y Vikkommin está muerto para siempre. Ella sobrevivió y rompió la maldición.
Pero las Tierras del Norte son aterradoras. No me gustaría estar atrapada allí. No
es una casa de vacaciones en el trópico, eso es seguro. No sé si tendría la fuerza
para hacer frente a los elementos básicos y sin mucha ayuda. Todo lo que sé es
que no quiero volver otra vez por un largo, largo tiempo.
Nos dirigimos hacia la casa justo mientras Menolly salía corriendo, las perlas
en sus trenzas hacían clic en el frío de la noche. Llevaba mi bolso.
—¡Por fin! Estaba esperándote en la puerta. Recibí una llamada de Derrick.
Tenemos problemas. Date media vuelta y dirígete a los autos. Siento hacerte esto,
Camille, pero necesitas estar allí. —Hizo un gesto hacia mi Lexus—. Date prisa.
—No quiero darme prisa a ninguna parte. ¿Qué diablos está pasando? —Mi
corazón se hundió. Estaba cansada. No quería pelear con duendes o fantasmas.
—Un demonio en el bar que está exigiendo hablar contigo. Él ya ha
derribado a un elfo y Derrick lo mantiene a distancia. Iris, tú, Roz y Vanzir
quédense con Morio y Maggie. Shade y Trillian están en camino… ¡ahí están!
Shade, el nuevo amor de Delilah, y Trillian —mi marido alfa— salieron
rápidamente de la casa y bajaron los escalones a toda prisa. Shade era en parte
dragón y en parte Stradolan, un caminante de la sombra. Trillian era un Svartan:
uno de los Faes oscuros y Encantados. Ambos llevaban pantalones vaqueros y
chaquetas pesadas, Trillian portaba un arma de filo dentado con la que
recientemente se había entrenado.
—¿Demonio? ¿Preguntando por mí? ¡Qué delicia! No. —No me molesté en 15
preguntarles si sabían por qué me quería a mí. Lo iba a averiguar muy pronto, y
probablemente (conociendo mi suerte) lo averiguaría de la manera difícil.
Menolly se dio media vuelta, ladrando órdenes.
—Delilah, tú y Shade tomen tu Jeep. —Ella me lanzó mi bolso y las
llaves—. Camille, aquí tienes. Conduce con Ahumado y Trillian. Yo iré sola.
Y una vez más, nos trasladamos a nuestros respectivos autos, a la carrera.
Ya no había más tiempo para la inactividad, todo había adquirido una inmediatez.
Con ese pensamiento, puse el Lexus en la marcha y cuando Ahumado y Trillian
saltaron al interior, apreté el acelerador y me alejé del camino de entrada.

Abundaban los compradores de los días festivos y gemí, buscando un lugar


para estacionar mientras la gente corría por ahí con bolsas y cajas, papel brillante
y lazos que brillaban bajo las farolas. El Bar & Grill “El Caminante”, no estaba
ubicado exactamente en una zona que prometía el paraíso de las compras, pero
había un montón de pequeñas boutiques listas para ofrecer al cliente cosas
extrañas e inusuales. Como el “Hot 'n Bothered”, el sex-shop que estaba al lado.
Por un lado, había demostrado ser una próspera fuente de nuevos clientes para
Menolly. Por otro, un montón de tipos sospechosos entraban a la pesca de
"citas".
Nos detuvimos en un lugar que milagrosamente se desocupó delante del
“Caminante”. Con un rápido asentimiento a la diosa del estacionamiento, me obligué
a salir del asiento del conductor. ¿Temporada de vacaciones? ¿Estacionamientos
abiertos en una de las calles de la ciudad de Seattle? Como mucho, algo
increíblemente difícil de encontrar. Pero parecía tener un don para localizarlos y
me abrazaba a mi suerte. Maldición, teniendo en cuenta el resto de mi trayectoria
cuando se trataba de las casualidades, consideré la pequeña buena fortuna una
causa para celebrar.
Cuando Trillian abrió la puerta para mí, hice una pausa para darle un largo
beso.
—Te extrañé —le susurré, consiguiendo un poco de acción de lenguas
mientras podía. Él se sentía cálido en mis brazos, y olía a manzanas y canela—.
Te extrañé mucho.
—Esta noche, ya nos encargaremos de deshacernos de esos deseos. —
Apartó los cabellos de mi rostro—. Nunca paso una hora sin pensar en ti. 16
Ahumado gruñó.
—Ya habrá tiempo para eso más tarde. Vamos. Tenemos una situación de
la que encargarnos. Y Trillian, te lo aseguro, me tomé la molestia de asegurarme
de que nuestra esposa no te extrañara terriblemente a ti o al zorro. —Él arqueó
las cejas de manera cómplice, y dos mechones de su cabello se elevaron
envolviéndose alrededor de mis hombros, haciéndome cosquillas mientras
Trillian echaba chispas por los ojos.
Me tragué una réplica. Mis tres maridos estaban constantemente
aguijonéandose entre sí, cada uno luchando por el primer lugar en mi corazón,
pero yo sabía que debajo de todos esos rugidos e insultos, habían desarrollado un
saludable respeto por los demás. Ninguno de ellos jamás lo admitiría, pero
sospechaba que incluso se gustaban, al menos un poco. En más de una ocasión
había atrapado a Ahumado y a Trillian jugando ajedrez, o a Morio ayudando a
Ahumado a cargar leña sin que se lo pidiera.
Desde el exterior, el aspecto del bar parecía normal, pero podía oír la
conmoción en el interior. Fuimos a la zaga de Menolly mientras ella traspasaba
las puertas. Era la dueña del Bar & Grill “El Caminante”, y era un lugar
frecuentado por Supes de todos los orígenes, así como la primera parada del viaje
de una cantidad de visitantes del Otro Mundo. Y ahora, El Caminante también
tenía siete habitaciones, una cama temporaria y desayuno.
Había resultado extremadamente popular y estaba lleno casi todas las
noches. Menolly había contratado una mucama para ocuparse de la limpieza y un
segundo cocinero para la parrilla.
Mientras pasábamos por los pisos de madera pulida, me detuve en seco,
capturando el aliento. Los clientes del bar estaban aglomerados contra la pared
del fondo, acurrucados todos juntos, luciendo aterrorizados. Algunos trataban de
de deslizarse por los bordes hacia una salida lateral, pero en su mayor parte, se
abrazaban en un pequeño grupo, con miedo de moverse. Me volví para ver lo
que los tenía de rehenes.
En la parte delantera de la barra, un demonio los observaba, con la cabeza
balanceándose hacia adelante y atrás como una cobra frente a un encantador de
serpientes. No había de manera de que ningún Supe común pudiera con esta
criatura. Se veía como el demonio de las pesadillas, con la piel humeante y los
cuernos elevados en espiral sobre su cabeza. Su piel, curtida y tensa, brillaba a
través de los músculos lo suficientemente fuertes como para batirse contra un
mazo. Él se erguía a más de dos metros de altura sobre las pezuñas hendidas y
sus manos tenían unas largas uñas afiladas.
17
Y él estaba de pie sobre un cuerpo muy muerto.
—Efectivamente, eso es un demonio, bueno… eso creo. —Por alguna
razón, él no parecía tener completamente la misma energía que la mayoría de los
demonios que había conocido, pero no todos eran iguales, me recordé a mí
misma. Y además, si se ve como un demonio y lucha como un demonio…
entonces lo más probable es que no sea un pato.
Derrick, el barman were-tejón, se había interpuesto entre los clientes y el
demonio, con una escopeta de cañón recortado dirigida a la criatura. Me mordí la
lengua. Esa arma tenía una mejor oportunidad de hacerle cosquillas al engendro
del infierno que de hacerle daño.
Menolly contempló el cuerpo en el suelo y dejó escapar un silbido.
—Sí, bueno, ese es un elfo muerto.
Asentí.
—Y un extraño y jodido demonio.
Llegamos demasiado tarde para ayudar al elfo, pero con un poco de suerte,
podríamos lograr evitar la carnicería masiva. Nos separamos, haciéndole señas a
Derrick para que se hiciera a un lado. Esperó a que Menolly le dijera que estaba
bien, luego asintió y salió del camino. Cuando me volví hacia la criatura, me
pregunté de qué tipo era. Al parecer, había tantas clases de demonios como
arañas. Por desgracia, nos estábamos lo suficientemente familiarizados con
algunos para nombrarlos a simple vista, pero éste… estaba desorientada en
cuanto a con quién estábamos tratando.
Vanzir podría habernos dicho a qué estábamos enfrentándonos, pero por el
momento, realmente no me sentía cómoda con él y Ahumado en la misma
habitación. Ahumado aún no sabía lo que había pasado entre nosotros, y tenía la
intención de que se mantuviera así, por lo menos hasta que pudiera garantizar
que no se lanzaría mortalmente sobre Vanzir.
Menolly gruñó.
—¿Qué mierda estás haciendo en mi bar? Lleva tu culo de vuelta a los Sub-
Reinos, y dile a Shadow Wing que le mandamos saludos.
Ella se adelantó, pero el demonio levantó la cabeza y su mirada la atrapó de
lleno. Ella soltó un chillido y cayó al suelo. Corrí para ayudarla, pero antes de que 18
pudiera llegar allí, se apresuró a levantarse y sacudió la cabeza, luciendo aturdida.
—¡Qué diablos…!
Maldita sea, este no era el momento para que Morio estuviera postrado en la
cama. Nuestra magia de muerte era mucho más poderosa que mi magia de la
Luna, y podríamos ser capaces de acorralar al demonio con un hechizo. Pero él
aún tenía un largo camino por recorrer antes de recuperarse y estará fuera de
servicio durante al menos tres o cuatro semanas más. Los hambrientos fantasmas
de nuestra última escaramuza habían drenado una peligrosa cantidad de su fuerza
vital, dejándolo postrado en cama por el momento.
—Quédate allí —dijo la criatura—. Te traigo un mensaje de Trytian.
¿Trytian? Mierda, esto no era un simple demonio… ¡era un daemon! No me
extrañaba por qué no habíamos podido identificarlo. Los daemons y demonios
solían ser enemigos, y los daemons no estaban encantados con que Shadow Wing
se moviera en su territorio. Habían formado un movimiento clandestino de
resistencia, junto con algunos de los demonios más infelices, y estaban trabajando
contra Shadow Wing al igual que nosotros, tanto en los Reinos Subterráneos
como aquí en Earthside.
Bueno, no estaban exactamente siguiendo nuestro ejemplo. No tanto.
Nosotros tratamos de evitar los daños colaterales. A ellos les importa una mierda.
—¿Qué es lo que quiere?
No confiaba en Trytian. No solamente era un daemon, sino que había
tratado de hacernos volar cuando estábamos luchando con Stacia Bonecrusher,
una lamia/general demonio/nigromante que Shadow Wing había enviado para
destruirnos. Ella se había vuelto una rebelde solitaria, pero eso no había querido
decir que no hubiera querido jodernos.
Trytian había unido fuerzas con ella hasta que destrozamos su casa. Ahora
él y sus fuerzas no estaban exactamente en el mejor de los términos para hablar
con nosotros, pero habíamos llegado a una tregua rudimentaria.
—¿Tú eres la que llaman Camille? —Asentí—. Yo hablo contigo. A solas.
¿Sola? De ninguna manera en el maldito infierno me iba a sentir cómoda
con esta criatura a solas.
—Um. ¿Puedo solamente decir no? Y, ¿estás rematadamente loco? Trytian debió
haberlo supuesto. Lo que tengas que decir, puedes decirlo delante de los demás.
19
Retrocedí, indicándole a Delilah que saliera del camino. Si eso podía
derribar a un vampiro con sólo una mirada, no quería ver qué podía hacer contra
alguien que todavía estuviera vivo.
—¿Quieres que hable libremente en frente de todos estos clientes? ¿De
verdad quieres que sepan de Shadow…?
—¡Alto! —Miré hacia atrás a Menolly y leyó mi expresión.
No podíamos dejarlo hablar sobre Shadow Wing. Nadie del público en
general sabía que la Tierra se encontraba al borde de una guerra demoníaca.
Todavía. Y nos inclinábamos por mantenerlo de esa manera con el fin de evitar el
pánico. Estábamos reuniendo poco a poco a nuestros aliados, pero en ese punto,
de ninguna forma estábamos preparados para luchar contra cualquier tipo de
ejército de demonios.
—¿No puedes estar pensando seriamente en hablar con él en privado? Él ya
ha matado a una persona. —Menolly señaló hacia el elfo muerto—. ¿Qué vamos
a decirle a la reina Asteria? Oh, nos creerá, pero ¿crees que ella va a estar
emocionada?
—Tienes un punto. —La Reina de los Elfos amaba a su pueblo. De hecho,
siempre había sido imparcial y justa, y también totalmente honesta con
nosotros—. Pero Menolly, tengo que hacer lo que él quiere. —Bajé la voz para
que nadie más que los Supes más cercanos pudieran oírme—. ¿Te imaginas el
caos si cualquiera de esas Doncellas Fae allí acurrucadas contra la pared se entera
de que hay un daemon en la casa? Demonio, daemon, diablo, a ellas no les va a
importar. Sólo va a significar pánico. En este momento, todavía piensan que esto
es una especie de Supe con un mal caso de gruñidos. Necesitamos que siga
siendo así.
Ahumado puso mala cara.
—Mi esposa no va a acurrucarse en una habitación a solas contigo, bestia.
Insisto en que alguien más esté presente, y yo reclamo el derecho.
El demonio lo miró, olfateando.
—Dragón. Dragón plateado, y blanco. Una mezcla. El mundo está lleno de
mestizos esta noche, parece. —Miró a Shade—. Mitad dragón, mitad sombra. —
Luego, a mis hermanas y a mí—…y tres niñas humano-fae. El mestizaje debilita
los linajes, ya sabes.
20
—Irrelevante. —Ahumado soltó un alto hrmph.
El demonio ladeó la cabeza.
—Ahora tú, dragón, tu eres un señor entre los de tu clase, mestizo o no. Y
yo no juego al sapo para la realeza. Hay razones por las que no estarás presente,
mi propia piel es una de ellas. —Su voz era áspera, como si las cuerdas vocales
hubieran sido quemadas hace mucho tiempo, y no dejaba de mover la cabeza en
una danza sinuosa, como si no pudiera mantenerla quieta.
—Entonces mi esposa no te atenderá.
—En realidad, tu esposa lo atenderá. —Eché un vistazo hacia Ahumado—.
Tengo que…no podemos discutir estos asuntos en público. —Volviéndome hacia
el demonio, añadí—: Vamos a tener nuestra charla a solas, pero en un lugar de
mi elección.
Se me ocurrió que si íbamos al cuarto de seguridad en el sótano del
Caminante, el demonio no sería capaz de (a) teletransportarse conmigo, (b)
disparar magia hacia mí, o (c) bañarme en fuego. Todavía podía romperme por la
mitad, pero si hubiera querido hacerlo, ya lo habría hecho.
Señalé hacia el piso.
—Menolly, tenemos que utilizar la sala de la planta baja.
Ella frunció el ceño y sus ojos se iluminaron.
—Oh, esa habitación. Está bien. Ven, sígueme. No le hagas daño a nadie y
no destruyas nada, ninguno de los dos. Daemon, no lastimarás a mi hermana
porque sufrirás el dolor de la muerte.
—Como diría Trytian, gran cosa jodida —gruñó el demonio. Luego, con una
mirada sospechosa, siguió a Menolly, sacudiendo el suelo con cada paso enérgico.
Yo caminé tras ellos. Ahumado, Trillian, y Shade me siguieron, dejando a Delilah
y al personal para ocuparse del elfo muerto y los clientes asustados.
Realmente no estaba segura de lo que ellos les iban a decir, pero no podía
quedarme a escuchar la historia que inventaran. Tal como estábamos, ya
estábamos en medio de una gran cantidad de control de daños solamente por la
aparición del daemon en el bar. La noticia se filtraría, no importa lo que
hiciéramos, y no teníamos las geniales cosas azules centellantes como los Hombres
de Negro. Nos faltaba un poco en el departamento de control mental, y nuestro
glamour no funcionaba en un daemon.
En la planta baja, llegamos a la habitación de seguridad. Ninguna magia 21
podía entrar aquí, ni ninguna criatura podía teletransportarse dentro o fuera.
Todas las habilidades naturales fueron silenciadas dentro de la habitación. Si una
explosión nuclear golpeaba este bar, la habitación de seguridad quedaría en pie.
Miré la puerta, tragándome mi miedo. La idea de estar encerrada a solas con
el daemon era desalentadora. No tan divertido. Ni tan seguro. Pero debido a que
a alternativa era peor, junté coraje y le indiqué que entrara en la habitación y, con
el ceño fruncido, él agachó la cabeza para que sus cuernos pasaran por debajo del
marco. Cuando lo seguí, Menolly me tocó en el brazo.
—Un pío y entraremos. No te acerques a él. Él no puede hacer funcionar su
magia, pero podría destrozarte.
—Lo sé. Créeme, lo sé. —Y, de mala gana, cerré la puerta y me volví hacia
el daemon, cruzándome los brazos. La mejor defensa era no mostrar ningún
miedo—. ¿Trytian tiene un mensaje para mí? Entrégalo y luego lárgate, engendro
del infierno. —No me molesté en preguntarle su nombre, lo más probable era
que no fuera a dármelo.
El demonio miró a su alrededor.
—¿Una zona de no-magia? Nada estúpido... no tan estúpido como algunos.
—Una mueca oscura cruzó su rostro—. Me gustaría saborear una pelea contigo,
niña. Y con tus amigos. Pero ésta no es mi batalla para librarla.
Decidí dejar pasar esa. No era necesario presionar mi suerte. Dejando
escapar un largo suspiro, le pregunté:
—¿Qué quieres? ¿Por qué mataste al elfo allá arriba?
—Él se puso en el camino. Tuvo que ser eliminado —dijo con indiferencia.
¿Te atreves a interferir con el daemon? Poof…mueres.
—Una vez más, pregunto: ¿qué quieres?
—Traigo una advertencia de parte de Trytian.
Rodé los ojos.
—¿Por qué nos advertiría de algo? Trató de matarnos, ¡por el bien de los
dioses! —No sólo eso, sino que Trytian fue grosero. Muy grosero.
—Sólo traigo la advertencia. No tengo otras respuestas para ti.
22
Hmm… interpreté el razonamiento en mi mente. La única razón por la que
Trytian nos ofrecería una advertencia era si él anticipaba que necesitarían de
nuestra ayuda en el futuro, lo que significaba que tendríamos una moneda de
cambio. A menos que le hubieran brotado alas de repente y se convirtiera en un
pequeño querubín lindo. Dudaba sinceramente de esto último.
—Está bien, te escucho. ¿Qué es tan importante que Trytian te envió aquí
para revolver la olla? ¿Y por qué tú… por qué no alguien que pueda pasear por
las calles?
Me apoyé en la pequeña mesa de bar que estaba apoyada contra una pared.
La habitación mostraba signos de ocupación —Erin, la hija que Menolly había
engendrado a la vida vampírica, se alojaba aquí durante el día, dormía en la
habitación de seguridad hasta que su habitación en el nuevo Refugio de
Vampiros Anónimos estuviera lista. La cama tenía una pila de mantas
confortables; había tarjetas y libros sobre la mesa, y una botella vacía que había
contenido sangre.
—Yo era el único disponible para enviar en el momento. Confía en mí, no
me gusta jugar al mensajero. Pero Trytian es mi jefe y yo obedezco. Aquí. —Me
entregó una carta—. Entenderás por qué yo no quería estar en la misma
habitación con tu marido cuando lo leas.
Oh, maldición. Algo que ver con Ahumado. No podía imaginarme al daemon
teniendo miedo de Trillian y Morio estaba en casa.
Tomé el papel cautelosamente y lo abrí. La escritura era firme, limpia, e
impresa precisamente en tinta roja… al menos esperaba que fuera tinta, teniendo
en cuenta el color. Cuando comencé a leer, empecé a hundirme hacia el suelo,
pero un gruñido del daemon y me enderecé otra vez. No dejando caer la guardia,
no cuando estábamos los dos solos. No había razón para buscarse problemas.
Miré hacia la criatura.
—Espera aquí, por favor. —Antes de que pudiera decir una palabra, me
deslicé fuera de la habitación y cerré la puerta, cerrando tras de mí. Él podía
arremeter todo lo que quisiera contra ella, quedaría encerrado allí hasta fin del
mundo, si lo queríamos.
—¿Qué está pasando? ¿Estás bien? —Ahumado se inclinó sobre mí,
buscando señales de que el daemon me hubiera puesto las manos encima.
—Estoy bien… al menos físicamente. Él me dio una carta de Trytian. Si es
cierto, entonces tú y yo estamos jodidos. Simple y llanamente.
—Léelo. —Shade me estaba mirando con preocupación creciente en su
23
rostro.
Me aclaré la garganta y levanté el papel.
Los rumores abundan por estos lares, pero te aseguro, esto no es un cuento de viejas. Un
dragón blanco fue visto recientemente en los salones del Submundo Demonio, paseándose con un
mono de nieve. Él no es bienvenido aquí, pero nadie se atreve a decirle a un dragón que se vaya.
Camille: los rumores son que él pronto estará marchando en tu dirección. Él ha hecho
saber que tú y tu esposo están encabezando su lista. Y, francamente, aunque tú y yo no estamos
de acuerdo en el método, todos los aliados contra Shadow Wing son valiosos en este punto, y yo
puedo recurrir a tu ayuda en algún momento. Así que ten cuidado y no dejes que te maten.
Trytian
Me estremecí, dejando escapar un largo suspiro mientras el mundo se
apiñaba muy cerca de mí. Hyto estaba en la zona.
Hyto había lanzado un ataque cuando se enteró de que Ahumado se había
casado conmigo. Lo que había llevado al ya de por sí peligroso dragón al borde, y
ahora tenía una vendetta contra nosotros.
Y ahora, él estaba en una furia desenfrenada. Un dragón tan lascivo y mortal
como cualquier demonio jamás podría ser, había tratado de matar a la madre de
Ahumado por renegar de él. Había decidido que yo era la culpable de que fuera
expulsado de los Confines del Dragón y se volviera un paria. Y ahora, Hyto nos
quería tanto a Ahumado como a mí muertos… peor que muertos. Hyto quería
venganza.
El semblante agradable de Ahumado desapareció y sus ojos comenzaron a
girar. Habló muy suavemente, muy lentamente.
—Mi padre acaba de firmar su sentencia de muerte.
—Mierda. —Menolly se apoyó contra la pared—. ¿Él está aquí, en Seattle?
No es la noticia que necesitábamos en este momento.
Señalé el papel.
—¿Qué es un mono de nieve? ¿Por qué tendría a un simio consigo?
—Trytian no está hablando de un animal —dijo Shade—. Un mono de
nieve es el argot para un monje de uno de los monasterios superiores en las
Tierras del Norte. Por lo general, los monos de nieve son rebeldes… debe haber
sido expulsado de su orden o se fue por su propia voluntad. Con mayor
24
frecuencia son coléricos como un avispón, y no les importa nadie más que ellos
mismos. No es difícil comprar a uno de ellos. Y si uno fue abordado por el padre
de Ahumado, entonces muy probablemente le haya ofrecido un montón de
dinero. Son peligrosos. —Él sonrió triste—. Yo empezaría a vigilar mi espalda si
fuera tú.
—Como si ya no estuviéramos haciéndolo. —Suspirando, me apoyé en la
pared, dejando que ellos hablaran a mi alrededor.
Monjes locos, era bastante malo, pero la idea de Hyto estando tan cerca —la
idea de él estando realmente en la ciudad— me dio ganas de salir corriendo a casa
en Otro Mundo. Pero tampoco podía hacer eso. Mi padre me había exiliado de
Y'Elestrial. Oh, podría volver a OM, pero no podía ir a casa de nuevo.
El padre de Ahumado, Hyto, me odiaba. Odiaba mi respiración, mi vida, mi
propia existencia. No tenía nada que perder. Lo habían echado de los Confines
del Dragón, renegado por su esposa, repudiado por sus hijos. Y me echaba la
culpa de todo a mí. El recuerdo de sus manos sobre mí la única vez que habíamos
tenido la desgracia de encontrarnos aún me daba escalofríos.
Mi celular sonó, y lo abrí. El identificador de llamadas me dijo que era
Chase Johnson. Presioné la tecla para hablar y respondí.
—Camille… tenía la esperanza de que estuvieras de vuelta. Te necesito aquí
abajo. Tenemos un problema en el Parque Tangleroot, y estoy bastante seguro de
que es de naturaleza mágica. De hecho, casi me hago pis en mis pantalones
cuando lo vi. Hay alguna energía muy apestosa corriendo por aquí últimamente.
Tengo a mis chicos bloqueándolo por ahora, pero tengo miedo de intentar algo
antes de que vengas a echarle un vistazo.
—¿Lo viste? ¿De qué estás hablando? ¿Un monstruo o algo así?
—No lo creo. ¿La verdad? Te apuesto mi sueldo a que es un portal de algún
tipo. Y puedo escuchar cantos a través suyo. Las voces me llaman, Camille. Odio
decirlo, pero me aterra. Me acerco y lo único que quiero hacer es correr y
atravesarlo.
Se me heló la sangre. Hyto era mi gran preocupación en este momento,
pero él no estaba aquí, delante de mí. En primer lugar, si Chase estaba en lo
cierto y había un portal abierto en el Parque Tangleroot, podríamos estar en un
gran problema de una especie diferente. Debido a que los portales al azar que se
habían comenzado a mostrar por sí mismos por la ciudad eran traviesos, podían 25
llevar a ninguna parte…y podrían no tener a cualquiera del otro lado, esperando
para traspasarlo. En segundo lugar, si estaba llamando en voz lo suficientemente
alta como para que Chase pudiera escucharlo, ¿quién más podría sentir su
presencia?
—Llevaremos nuestros culos allá ahora mismo. Mientras tanto, no dejes
que alguien lo toque ni se acerque a él. —Cuando cerré mi teléfono, se me
ocurrió que mi vida estaba llegando rápidamente a parecerse a una montaña rusa,
y en este momento tenía con la sensación de estar en la cima, a punto de tomar
un paseo largo y oscuro por las vías.
Capítulo 2
Ahumado estaba a favor de matar al daemon, pero yo negué con la cabeza.
—Es mejor mantener a Trytian de nuestro lado. Después de todo, él nos
advirtió acerca de tu padre. Y si matamos a esa cosa, Trytian estará tras nuestros
traseros. En este momento, no necesitamos eso.
—No podemos dejar que ande por las calles suelto. ¿Qué dirá la gente? —
Shade me miró por un momento y luego estalló en una carcajada—. No puedo
creer que haya dicho eso, teniendo en cuenta algunas de las cosas que me han
contado acerca de sus hazañas, pero aún así... ¿un daemon?
Menolly levantó la mano.
—Déjame encargarme. —Ella desapareció en el interior de la habitación y,
un momento más tarde, salió con el daemon en su mano. Él le dirigió una mirada
culpable, luego se aclaró la garganta.
—No voy a causar más problemas. ¿Tienes algún mensaje para Trytian? 26
Parpadeé. ¿Qué diablos le había dicho ella? Bueno, fuera lo que fuese,
parecía haber funcionado.
—Dile que vamos a estar a la expectativa y que haremos lo posible para
detener al dragón. Dile… dale las gracias por la información. No tenía que
decírnosla.
El daemon asintió y comenzó a dirigirse hacia las escaleras.
—¡Espera! —grité. Se dio la vuelta—. Déjame poner un hechizo de
invisibilidad sobre ti. No puedes ir simplemente paseando por las calles viéndote
de ese modo.
Una sonrisa maliciosa apareció en su rostro.
—¿Quieres probar, chica?
Asentí, a pesar de que Trillian y Menolly estaban sacudiendo frenéticamente
sus cabezas. Le hice un gesto para que se colocaran a un costado, me puse a
trabajar en la magia que conocía sobre hechizos de encubrimiento… si tan sólo
pudiera conseguir hacerlo pasar por humano, eso resolvería el problema de la
gente en las calles. Entonces sólo tendríamos que explicarle a la gente en el bar
que habían visto a un lunático llevando un traje, que tenía algo en contra de los
elfos.
—Cariño, no creo que esto sea sabio… —empezó a decir Trillian, y
Ahumado, por una vez, intervino a su favor, pero también deseché sus miedos.
—Mi magia se ha fortalecido desde que he estado trabajando con Morio. Y
no hay otra manera de evitar las preguntas que no queremos.
Los hechizos de disfraz o los conjuros de camuflaje no eran tan difíciles…
al menos no para las Brujas de la Luna promedio. Dada mi experiencia, siempre
existía la posibilidad de que no funcionara, pero yo era optimista y además, era la
única aquí que podía tratar de lanzar un hechizo.
Sin más preámbulos, me concentré en el daemon y convoqué el poder de la
Madre Luna en mis manos, deseando que fluyera hacia el aura de la criatura.
Con un cosquilleo que corrió a través de mis dedos como alfileres y agujas
punzantes en mis nervios, empecé a reorganizar la forma de su campo de energía,
centrándome en suavizar los baches y modificar el color.
Incluso si podíamos conseguir que pasara por un Supe de variedad
desconocida, el Seattle Tattler no recibiría llamadas sobre una criatura infernal
27
andando en tropel por las calles. Tal vez sí de un were-perro o algo así…
Con un último empujón para ajustar la energía, parpadeé y me retrocedí un
paso. El daemon comenzó a cambiar de forma. Todos esperamos con la
respiración contenida y cuando el hechizo se instaló en su aura, dejé escapar un
gorgoteo y palmeé mi frente. No era exactamente lo que había estado buscando.
El daemon se quedó allí, sobre sus cuatro patas, moviendo la cola,
mirándome.
—¿Qué me hiciste, mujer? No creí que realmente fueras capaz de hacer
algo. ¡Oí que eras una idiota incompetente! ¿Cuánto tiempo voy a tener este
aspecto? ¿Un caniche? ¿Hablas en serio?
Dio un paso amenazador hacia mí y mordisqueó mis tobillos, pero
Ahumado se inclinó y levantó al daemon.
—Nadie amenaza a mi mujer, ni aunque tengan rabia.
—¡Yo no tengo rabia, idiota! ¡No soy realmente un perro!
—Um, odio tener que discrepar contigo —dijo Menolly—, pero por ahora
lo eres. Y podría durar diez minutos o diez días, conociendo a mi hermana. Te
aconsejo que vuelvas al Inframundo Demonio antes de que la perrera te vea.
La cadena de obscenidades que lanzó sucesivamente lastimó mis oídos. Al
parecer, mi mente no había estado tan enfocada como había pensado, porque él
no era para nada el humano que estaba buscando. De hecho, era un caniche
blanco muy recargado, recortado con el típico estereotipo de borla. Con dos
excepciones evidentes: ambos ojos y sus uñas de los pies eran de color rojo
brillante.
—Te ves como una especie de perro del infierno —dijo Trillian—. Lo
siento, amigo. Mi esposa tiende a estropearla mucho con su magia, pero
funciona, al contrario de lo que parece que te dijo Trytian.
—¡Déjame en el suelo, lunático, y déjame salir de aquí ahora mismo! —El
perro daemon gritó otra vez y Ahumado juntó rápidamente su dedo pulgar e
índice y le dio un golpe seco en el hocico. No lo suficiente para herirlo, pero sí lo
suficiente para humillarlo.
—Cuida tus modales. —Rodó los ojos y se dirigió hacia la puerta—. Voy a
ir a liberar a éste afuera para que pueda irse a casa. Camille, mi amor, piénsalo dos 28
veces la próxima vez. Podríamos haberle dado simplemente un manto para
taparse.
Solté un bufido.
—Lo que sea. No va a hacerle daño. Pero date prisa porque Chase nos
necesita en el Parque Tangleroot.
Mientras Ahumado llevada al chucho peleador por las escaleras, me volví
hacia Menolly.
—¿Qué vas a decirle a tus clientes ahí arriba? Tienen que recibir una
explicación.
Ella frunció el ceño.
—¿Troll de fuego?
—No hay tal cosa.
—La mayoría de ellos no sabe eso. Esta noche, allá arriba hay sobre todo un
montón de Supes de la Tierra y Doncellas Fae. Podría decirles que los dragones
se convierten en duendes y lo creerían.
Me mordí el interior de mi labio.
—Probablemente tienes razón. Diles que lo atrapamos. Pero vamos a tener
que decirle a la reina Asteria la verdad. Ese pobre elfo tiene una familia en alguna
parte y puedes apostar diez a uno a que están en el Otro Mundo. No creo que él
nos vaya a obligar voluntariamente por no tener hogar, ni familiares cercanos.
Menolly se mordió el labio.
—Sí, lo sé. Vamos. Haré que Derrick traiga el cuerpo aquí abajo hasta que
lo podamos identificar. Ustedes váyanse. Llámenme si me necesitan.
Mientras salíamos del bar, se me ocurrió que, con suerte, Santa vendría a
caballo a la ciudad con una escopeta de cañones recortados.
Teniendo en cuenta que había conocido al Rey del Acebo cuando era una
niña, no me sorprendería ni un poco. Él era una figura terrorífica y nunca dejaba
de asombrarme el que solamente los humanos lo invitarían a bajar por sus
chimeneas sin pedir referencias.
Dejando a Menolly para lidiar con el control de daños en el bar, nos
dirigimos al Parque Tangleroot. La nieve caía suavemente, y el silbido de mi
limpiaparabrisas mantuvo un ritmo vivo. Trillian estaba sentado en el asiento del
29
acompañante, Ahumado estaba tendido en el trasero.
Eché un vistazo a Ahumado través del espejo retrovisor, preguntándome si
era un buen momento para hablar de lo que el daemon nos había dicho, pero
decidí esperar. Ya sabíamos que Hyto la tenía tomada con nosotros. Mencionarlo
sólo sacaría a Ahumado de sus casillas, y realmente no quería un dragón cabreado
en el asiento trasero. Incluso uno que yo amaba.
A medida que aceleraba por el asfalto, pensé en el último año. Habían
pasado tantas cosas. Cuando mis hermanas y yo fuimos enviadas a tomar el
primer relevo en el Otro Mundo, no teníamos la menor idea de lo que nos
esperaba. Lo aprendimos de la manera difícil, todo demasiado rápido.

Soy Camille D'Artigo… es, De-Ar-ti-go. En casa soy conocida como


Camille Sepharial te Maria, porque en Otro Mundo, los Fae toman primero el
apellido de madre como apellido. Cuando llegamos a Earthside, comencé a usar
el apellido de nuestra madre.
De cualquier forma que se mire, soy mitad humana, mitad Fae, y todo un
problema, por lo menos, según mis esposos y mis hermanas. Estoy casada con
un dragón, un youkai-kitsune y un Fae Encantado oscuro. Simultáneamente. Eso
no va bien con algunos de la comunidad en Earthside que me llaman perra y
puta, pero me importa una mierda lo que piensen. Mis costumbres son mías y si
amar a tres hombres es un crimen, con mucho gusto seré una criminal.
De corazón, alma y comercio, soy una bruja, recientemente ascendida a
sacerdotisa. La Madre Luna me montó una prueba infernal, pero caminé a través
de las sombras y —como Ishtar— salí triunfante del Inframundo. En la estela de
destrucción, hay un nuevo camino abierto, sobre el cual me estoy preparando
para embarcarme.
Mi hermana Delilah —una were de dos facetas por naturaleza y una
Doncella de la Muerte por llamado— es la nacida en segundo lugar. Hasta hace
poco tiempo, me preocupaba que su ingenuidad llegara a ser su perdición, pero
ella se ha endurecido y se ha aceptado a sí misma por lo que es. Parece mucho
más feliz ahora, menos angustiada. Delilah tenía una hermana gemela que murió
al nacer. Arial, que vela por ella en forma de leopardo, y las dos se han reunido
en el reino astral.
Y luego está Menolly, que era una jian-tu espía/acróbata hasta que fue
30
torturada y convertida en un vampiro en Otro Mundo. El invierno pasado,
logramos convertir en polvo a su creador, una de las porquerías sucias más
viciosas que jamás haya caminado sobre la Tierra. Menolly corre a través de una
línea muy fina, controlando su naturaleza depredadora y aceptando lo que
es. Pero incluso en la muerte, ella es mi hermana pequeña.
Junto con nuestros amantes y amigos, estamos peleando solas una guerra
demoníaca, a excepción de la ayuda esporádica de los elfos y algunos otros Supes
en los que podemos confiar. Estamos tras la pista de los sellos de
espíritu…nueve artefactos separados de un único tesoro formado por los
Señores Elementales y los antiguos Señores Fae cuando el Otro Mundo se separó
de la Tierra durante la Gran División. Logramos encontrar varios de ellos, pero
Shadow Wing nos robó uno, lo que hace que el peligro sea más precario. El resto
está en juego y estamos tratando de evitar que él se apodere de más. Cada sello de
espíritu que el señor demonio posea lo llevará un paso más cerca del día en que
se las arreglará para atravesar los portales y arrasar con la Tierra y el Otro Mundo.
Y nosotros somos los únicos de pie en su camino.
El Parque estatal Tangleroot estaba ostensiblemente cerrado por la noche,
pero Chase nos esperaba cerca de la puerta principal. Era un parque de día, su
extensión de 400 hectáreas era un laberinto de mesas de picnic y gimnasios,
enormes árboles de arce y coníferas. Los arces eran un entramado de ramas
desnudas que se extendían hacia al cielo, pero los abetos y los cedros se alzaban
oscuros y melancólicos sobre el área. La nieve se aferraba a los miembros
desnudos y las ramas de agujas, creando una sensación surrealista que envolvía el
parque.
Cuando atravesamos las puertas en auto y estacionamos, me bajé del auto
en silencio y me quedé quieta, mirando los centinelas gigantes que custodiaban
los terrenos.
Algo sobre los bosques y los claros, los parques y las arboledas durante el
invierno amortiguaba mis pensamientos, me enviaba a una quietud que rara vez
he encontrado excepto dentro de mi magia y en la meditación. Me recordaba a
mis días pasados cuando pasaba mi tiempo estudiando allá en casa, cuando me
convertí en una bruja bajo la atenta mirada de la Madre Luna.
Chase sonrió con fuerza, levantando la mano. Sus ojos brillaban con la
magia. El Néctar de la Vida se estaba apoderando plenamente de él. Dónde
acabaría esto era un misterio que ninguno de nosotros podría imaginar, pero ver
31
su viaje era fascinante y esperaba desesperadamente que terminara bien para
él. Nos había ayudado tanto y, a pesar de que había empezado a querer golpearlo
cada vez que miraba mis tetas, durante los últimos meses había llegado a
respetarlo y hasta me gustaba el buen detective.
Cuando Delilah y Shade aparecieron, un atisbo de arrepentimiento se
deslizó por su rostro, pero desapareció tan rápido que pensé que pude haberlo
imaginado. Chase estaba saliendo ahora con Sharah, la médica elfa de la FH-CSI
—Investigación de Escenas del Crimen Fae Humanas. Lucían cómodamente
felices juntos.
—Gracias por venir —dijo—. Sé que deben estar cansados por su viaje. —
Buscó mi rostro—. ¿Cómo está Iris?
Me encogí de hombros.
—Está mejor que cuando nos fuimos. Pero fue difícil y muy duro para
ella. Fue difícil para todos nosotros. Las Tierras del Norte son aterradoras y un
lugar duro. Y continuaba preocupándome que estuviéramos corriendo directo
hacia Hyto. Hablando de eso… —Chase tenía que saberlo. Hyto podría causar
estragos en la ciudad—. Chase, Hyto está rondando por aquí.
Chase me lanzó una mirada penetrante.
—¿El padre de Ahumado? ¿Aquí? ¿En Seattle? —Una ligera mirada de
desconcierto se deslizó por su rostro. O tal vez era negación—. Tienes que estar
bromeando.
—Me gustaría estarlo. Al parecer, está causando problemas. Y sabemos que
va tras Ahumado y tras de mí. Acabamos de recibir la noticia esta noche. No me
importa decírtelo, Chase, estoy cagada de miedo. Los dragones son peligrosos,
todos ellos. Incluso Ahumado. Y Shade, que es sólo mitad dragón. Pero un
dragón rencoroso, Hyto, me amenazó cuando nos conocimos. Sé que es más que
capaz de llevar a cabo esas amenazas.
Temblando, me dejé caer. No había nada más que decir. Chase no podía
hacer otra cosa que permanecer observando. Si trataba de ir en contra de Hyto,
sería carbón. O peor. El recuerdo de las manos de Hyto sobre mí, de sus
amenazas susurradas, corrió a través de mí como agua helada y traté de
quitármelo de encima.
—¿Qué tienes para nosotros? —pregunté, antes de que Chase pudiera decir
algo más.
32
Hizo una pausa por un momento, nuestros ojos se encontraron. Una
llamarada de magia se movió en esos orbes oscuros, y por un momento, me sentí
arrastrada hacia él, como si hubiera una conexión que resonaba a través de los
dos. No era sexual, sino un vínculo más profundo, que nacía de la magia, de la
oscuridad de la noche.
—Camille —susurró—. ¿Qué…? —Y luego, tan pronto como ese toque de
mentes se encendió, se desvaneció y estábamos de pie entre los demás como si
no hubiera pasado nada.
Negué con la cabeza y le murmuré, más tarde.
—¿Ibas a mostrarnos lo que crees que es un portal? —No quería que nadie
más se diera cuenta de lo que había sucedido. Chase estaba pasando por tantas
transformaciones que un montón de preguntas indiscretas no iban a
ayudarlo. Pero decidí tener una larga conversación privada con el
detective. Teníamos que ponerlo a prueba, averiguar lo que estaba surgiendo
como una especie de talentos mágicos.
Se quedó allí por un momento, pensativo, y luego asintió e hizo un gesto
para que lo sigamos.
—Sí, por aquí. —Mientras íbamos detrás de él, nos explicó cómo lo había
encontrado—. Recibí una llamada en la línea de denuncias, que decía que había
algo en el parque que no estaba bien.
—¿Hombre o mujer?
—Honestamente, no lo sé. Pero envié a Shamas y Yugi aquí y encontré
esta… cosa. Me recuerda al portal de la Abuela Coyote. Pero es… diferente. No
tiene la misma sensación, si eso tiene sentido. —Él frunció el ceño—. Como
cuando ves a un imitador. Tal vez se parezca a la cosa real, pero hay algo que no
es…
Apreté los labios. Había tantas cosas en nuestro mundo que estaban "un
poco raras" que la normalidad de la vida había pasado a sentarse en el asiento
trasero.
—Sí, lo sé. Muéstranos, por favor.
Atravesamos la nieve, a lo largo de las aceras cubiertas de hielo en dirección
al corazón del parque. Tangleroot me daba miedo, para ser
honesta. Normalmente me encantaba el aire libre, pero algunos bosques son
demasiado oscuros, algunos lugares son demasiado salvajes para resultar 33
confortables. Especialmente aquí, en Earthside.
Hogar de una enorme cantidad de cedros y abetos, el Parque Tangleroot
también albergaba un par de antiguos árboles de tejo. El árbol de la muerte, el
árbol del renacimiento. Un alma oscura en una noche brillante, el tejo era uno de
los árboles más sagrados, y sin embargo, se diseminaba en un centenar de
troncos, un centenar de raíces, todo girando en el corazón del tronco. El espíritu
del tejo pertenecía al invierno, la temporada árida y el barbecho, a los infiernos.
Y en el momento en que comenzamos a caminar hacia el centro del parque,
pude sentir a los tejos mirándonos. Mirándome. Tenían curiosidad, y su curiosidad
llegaba en antenas que tanteaban mi energía.
Sacerdotisa de la muerte… sacerdotisa de la luna oscura… te sentimos pasar.
Sobresaltada, sacudí mi cabeza, pero a pesar de que miré a mi alrededor,
sabía que nadie que caminaba en dos pies había dicho eso. Era el bosque. Los
tejos.
Traté de retener mis pensamientos, traté de controlar mi aura. Últimamente
se había convertido en un reto el no arruinarlo todo. Cuanto más trabajábamos
juntos con Morio en nuestra magia de la muerte, más fuerte me volvía.
Y cuando algo me salía por la culata, las reacciones adversas eran más
intensas y más peligrosas. Mientras me encubría, resguardándome de miradas
indiscretas, nos desviamos por un camino lateral en una hilera silenciosa a través
de los árboles cargados de nieve. Una niebla tenue corría por el parque,
crepitante y eléctrica. La niebla no solía crepitar; algo se había fusionado con ella
para que lo hiciera.
Miré a Ahumado.
—Algo está alimentando la niebla.
Él me hizo un gesto débil.
—Yo también lo siento. Esto no es natural.
Delilah se deslizó a nuestro lado.
—Shade me acaba de decir que siente energía del Inframundo aquí, pero
hay algo más. Algo sacado de la región de los espíritus.
Mierda. ¿Con qué estábamos tratando? Mientras íbamos más lejos en el
aluvión de vapor blanco que rodaba por el suelo, mis tobillos comenzaron a
sentir un hormigueo y luego el hormigueo corrió por mis piernas y antes de 34
darme cuenta, estaba temblando como una hoja.
—¿Qué pasa? —Ahumado se agachó y me agarró por el codo—. Estás
temblando. ¿Estás pensando en mi padre?
—Sí, pero eso no es lo que me hace temblar. —Me detuve el tiempo
suficiente para decirle a todos lo que estaba sucediendo—. ¿Alguien más lo
siente?
Shade asintió.
—Yo lo hago, pero no me está afectando tanto como parece estar
haciéndolo contigo.
Chase dejó escapar un corto suspiro.
—Siento algo, una molestia, como un cosquilleo, pero pensé que podría ser
el frío.
—Espera un momento y déjame empujarlo hacia fuera.
Habíamos parado cerca de un banco. Trillian quitó la nieve y agradecida, me
deslicé en el asiento. Apreté mi capa a mi alrededor y luego descendí en un
trance.
—¿Qué hay aquí fuera? ¿Qué se arrastra alrededor en la niebla?
Las hebras plagadas de energía nublaron mi concentración y las sacudí.
Pela capa tras capa de niebla brillante encubriendo la realidad detrás de la
magia. ¡Adéntrate en su núcleo, busca el hilo central! Y ahí está… un hilo frío, un hilo oscuro,
lleno de la energía de las turberas y los bosques viejos y las hogueras en la profundidad del
bosque a medianoche.
Al tocar el hilo, respiré profundamente, ya que eso me cantaba,
reverberando a través de mí como un violín eléctrico, arrancando un antiguo
lamento. Al igual que un cable de alta tensión abrasando el interior de mis
párpados. Alcancé a ver unos abetos chorreando musgo y algunos
inconvenientemente derribados con hongos creciendo en ellos. Siluetas
revoloteando aquí y allá, brillando con energía y, sin embargo, envueltas en
oscuridad. ¿Maligno? En realidad no… y, sin embargo, tampoco es bueno.
Unos ojos rojos brillaban hacia mí desde el bosque. Una entidad antigua, 35
masculina, vieja más allá de lo posible, esperaba envuelta en la noche.
Ven, únete a mi baile. Sabes que deberás hacerlo, tarde o temprano. La Cazadora debe
bailar con El Cazador como la luna besa el sol. Ven, únete a mí en un círculo frenético. Tú,
guardiana de la Luna Oscura.
Sacudí la telaraña que se estaba tejiendo a mi alrededor y me di cuenta de
que mientras había estado en trance, había sido calentada… calentada como en
una noche de verano bajo las estrellas. Todavía podía oler las rosas y el vino de
miel, y el aroma fragante de la tierra. La nieve del invierno a mi alrededor se veía
cruda e implacable y yo deseaba ceder a la convocatoria.
Carraspeando, reprimí el impulso de correr hacia la energía. Como un
presagio fatal, todavía anhelaba alcanzarla, tocarla, abrazar a la entidad que
esperaba en la oscuridad.
—¿Qué es? —preguntó Delilah.
Negué con la cabeza.
—No lo sé, pero es de origen Fae. Hay varios seres esperando por este
camino. Algo oscuro y hambriento, completamente escurridizo y astuto. Y el
cazador, creo. Es viejo y astuto, está esperando en la oscuridad de la
noche. Quiero arrojar mi capa y salir corriendo hacia él. —Me volví hacia
Chase—. Muéstranos el portal, por favor.
Otros cinco minutos de energía cada vez mayor y estábamos de pie frente a
un campo azul brillante entre dos árboles, a un costado del camino, a nuestra
izquierda. Chase había estado en lo cierto: se veía como un portal, sólo que tenía
una sensación muy diferente a los que estábamos acostumbrados. Lo que
significaba que era de una clase diferente, o una imitación.
Le hice señas a Shade para que se uniera a mí. Era el más versado en magia
ahora que Morio estaba fuera, y tendría una mejor oportunidad de ayudarme si
algunos Grandes Malos llegaban a través del portal. Se inclinó y me susurró:
—Este portal deriva de los bosques antiguos. Ten cuidado, Camille. Seres
poderosos habitan los bosques de la Tierra.
Ahumado se aclaró la garganta observando a Shade mientras sus labios se
acercaban a mi oído. Rodé los ojos. Los dragones no compartían el territorio
muy bien; incluso un medio dragón como Shade tenía problemas territoriales,
pero mézclalo con Ahumado —cuya testosterona de dragón pura sangre ponía a
la mayoría de los machos alfa en vergüenza— y tendríamos pulverización de
cráneos por varias semanas. Tan cortés como Shade podía ser, él seguía siendo, 36
por debajo de todo, en parte dragón, y ese lado se había levantado ante el desafío
que Ahumado había puesto sobre la mesa.
Me alejé un paso de él lentamente, para calmar a Ahumado. Shade esbozó
una sonrisa ligera y me di cuenta de que había agitado el caldero a propósito.
—Un verdadero bromista, ¿no? —murmuré, y luego me volví hacia los
demás—. No podemos caminar por aquí, no tenemos idea de a dónde podría
conducirnos. Esto tiene energía de las Reinas Fae escrita por todas partes, pero
sinceramente dudo que ellas lo hayan conjurado. Lo habrían convocado en sus
dominios si es que lo convocaron.
—Eso tiene sentido. —Trillian se acarició la barbilla. Con su piel de
obsidiana brillante, estaba casi perdido en la penumbra—. Pero ellas tienen que
saber de qué se trata. ¿Qué piensas acerca de preguntárselos?
Delilah y yo nos miramos la una a la otra. La idea de pedirle a la Triple
Amenaza que vinieran aquí a ayudarnos no era una decisión fácil. Por mucho que
respetaba a Aeval y Titania, desconfiaba igualmente de Morgana. Ella podía ser
nuestra prima lejana, pero estaba en busca del poder puro —el suyo propio— y
yo no dudaba que traspasaría los límites en sus intentos de reclamar lo que
pudiera.
Sacudí lentamente la cabeza.
—No lo sé, pero…
—¿Han oído eso? —me interrumpió Chase, escaldado y volviéndose hacia
el portal.
—¿Oír qué? —Yo escuchaba, pero no podía captar nada diferente en la
energía de lo que ya había estado sintiendo. Pero Chase lucía como si hubiera
visto un fantasma. Él vaciló, sus ojos tomaron un aspecto vidrioso y luego
comenzó a marchar hacia el portal.
—Ella está llamándome por mi nombre…
Salté para agarrar su brazo, pero él me sacudió de encima suyo como si yo
fuera una hoja. Sabía condenadamente bien que Chase no tenía la fuerza para
hacerlo.
Me volví hacia Ahumado.
—¡Agárralo! ¡No lo dejes traspasar ese portal!
Tanto Ahumado como Shade corrieron por delante de mí, pero Ahumado 37
se detuvo de repente, retrocediendo de un salto como si hubiera golpeado contra
una barrera invisible. Shade estaba luchando, sus pasos eran lentos y forzados.
—No puedo moverme. —El cabello de Ahumado arremetió contra
cualquiera campo de fuerza que estaba allí, las chispas volaban cada vez que
golpeaban como un látigo la barrera invisible.
—Apenas puedo traspasarlo —dijo Shade, con la voz tensa.
—¡Joder! ¡Vamos! —le hice señas a Delilah. Empezamos a correr. Se sentía
como si estuviera corriendo a través del barro, pero al menos podía
moverme. Así que iba a hacerlo.
Trillian estaba sobre nuestros pasos y se nos adelantaba, más rápido que
nosotras.
—¡Energía Fae Antigua; pura y cristalina energía Fae Antigua! —gritó por
encima del hombro.
Y entonces, el canto de sirena me envolvió, una danza atrayente que
prometía durar para siempre si abrazaba la energía. Lancé un grito ahogado,
aturdida por el deseo de desprenderme de la precaución. La ola de pasión que
rodó sobre mí era como el aroma de los melocotones maduros en la vid. A mi
lado, Delilah dejó escapar un sonido ahogado y cayó en seco, aferrándose a su
garganta.
Chase casi estaba en el portal. Hice una pausa, debatiéndome entre ir tras el
detective y ayudar a mi hermana. Pero Trillian ya estaba tirando del brazo de
Chase, y Delilah estaba luchando por respirar.
Tomé mi decisión, la agarré por las muñecas y comencé a arrastrarla fuera
de la niebla que ahora nos envolvía brillantemente. El canto de sirena todavía se
alojaba en mi cabeza, e hice todo lo posible por bloquearlo mientras la arrastraba
hacia la seguridad. Shade dio unas zancadas en nuestra dirección, mientras
Ahumado todavía estaba tratando de romper la barrera.
Delilah se sentó, resollando.
—No podía respirar, me sentía como si estuviera inhalando agua. Chase,
¿qué está sucediéndole a Chase?
Giré y vi que Trillian luchaba por dominar al detective, pero Chase se
separó, empujándolo hacia atrás. Con una mirada salvaje de pánico, el detective
se sumergió en el portal, gritando. El portal estalló en una luz brillante y luego, en
la noche repleta de nieve, se desvaneció, llevándoselo consigo. 38
Capítulo 3
—¡Chase! ¡Chase! —Delilah gateó para ponerse de pie, respirando todavía
pesadamente.
La solté, viendo que estaba completamente bien, y corrí junto a Trillian. Él
estaba mirando las últimas chispas del portal mientras caían lentamente. La magia
aún reverberaba a través del aire, pero el empuje, los cantos de sirena, se habían
ido.
Y también Chase.
—¡Chase! ¡Chase! ¿Dónde demonios estás? —lo llamé, sin esperar
realmente una respuesta. Finalmente, volví a darme vuelta para mirar sin
esperanzas donde había estado el portal—. ¿Qué ha ocurrido?
—Tenía que sujetarlo, pero algo desde el otro lado era más fuerte, aunque
no veíamos ninguna mano te garantizo que había algo sujetándolo. Jugamos a
tirar de la cuerda, pero entonces él se zafó de mi agarre. No atravesó ese portal
por sí mismo, fue jalado hacia eso. Puede que haya sido arrastrado hacia eso, 39
pero él no fue voluntariamente.
El grito de Chase resonaba en mis oídos.
—Gran Madre, ¿qué se lo llevó?
Trillian sacudió su cabeza.
—No lo sé. Pero fuera lo que fuera, era grande y maligno y se sentía viejo
como el mismo mundo. —Él me miró largamente—. Intenté sujetarlo, Camille.
Lo intenté. —Un semblante apesadumbrado cruzó su rostro. Trillian no sentía
verdaderamente amor por Chase, pero nunca lo habría dejado ir voluntariamente.
—Lo sé. —Le acaricié la mejilla y lo besé suavemente—. Tenemos que
averiguar qué es esa cosa... era. Y por qué se abrió aquí.
Delilah miró las chispas mientras se dispersaban, desapareciendo. Las
lágrimas caían por su rostro.
—Oh, Chase... ¿está... crees que está muerto?
Tragué el creciente amargor que revolvía mi estómago.
—No lo sé. Sólo podemos rezar para que esté bien.
Ahumado y Shade miraban sombríos al punto.
Ahumado soltó un gruñido suave.
—¿Qué pasará ahora? ¿Cómo podemos incluso aspirar a encontrarlo?
Me mordí el labio.
—Delilah tiene razón. Traeremos a Aeval. La pediremos que investigue la
energía. Ella es nuestra única esperanza. Tengo que iniciarme en su Corte en
menos de una semana. Y recuerda: ella me debe un favor por liberarla del cristal
en la cueva. Igualaré los favores en mi marcador, le pediré que nos ayude con
esto.
—Es un gran marcador para que lo resignes. —Ahumado deslizó su brazo
alrededor de mis hombros—. ¿Estás segura de que quieres hacer eso?
—No podemos dejar que Chase sea tragado por… lo que sea que es. Era.
Sí, creo que tenemos que involucrar a la Triple Amenaza.
Delilah asintió. 40
—¿Cuándo iremos hablar con ellas?
La urgencia en su voz me hizo preguntarme… ¿podía ella tener aún
sentimientos por el detective? Pero conocía la respuesta. Por supuesto que los
tenía, y siempre lo haría. Pero su amor por él era diferente ahora… de ese tipo de
amigo sinceramente amado, un hermano. Él ya no era su amor. Y me sentí de la
misma manera. Chase era parte de nuestra familia extendida. Y la familia no era
desechable, al contrario de lo que mi padre pensara.
—Esta noche. Estoy cansada, pero esto no puede esperar. No me esperen.
Me iré sola. La Triple Amenaza no tiene amor por Ahumado y no creo que
quieran a un extraño en sus tierras, Shade.
—Iré contigo. —Delilah me miró, sus ojos lanzabas chispas—. Ni siquiera
digas no.
—Está bien. Trillian, ¿puedes conducir y llevar a Ahumado y a Shade en el
Jeep? Nosotras tomaremos el Lexus.
—Como desees, mi amor. —Trillian fue hacia los dos dragones, y ellos se
dieron vuelta para irse. Delilah le lanzó las llaves, y entonces los observamos
desaparecer en una noche bloqueada por la nieve. Me sorprendí cuando averigüé
que él había ido silenciosamente y conseguido su licencia sin problemas. Trillian
era un excelente conductor, pero tenía sed por la velocidad.
Me giré de vuelta hacia el área dónde el portal había estado.
—¿Estás bien, Gatita? —Una mirada en su dirección me mostró que aún
estaba llorando.
—Sí, estoy bien, pero Chase… ¿eso lo matará? —Ella cerró sus ojos y me di
cuenta de que estaba buscando, esperando encontrar alguna sensación de que él
aún estaba por los alrededores. La toqué ligeramente en el brazo.
—Vamos. No podemos ayudarlo quedándonos aquí. —A regañadientes,
giré y ella me siguió con su cabeza agachada. Cuando corrimos de vuelta al auto,
seguí pensando que si Chase no hubiera bebido el Néctar de la Vida, podría no
haber estado en este apuro.
Sí, pero estaría muerto, susurró una voz dentro de mí. ¿Y sería eso mejor?
—Quizás —susurré entre dientes. Porque lo que había sentido al otro lado
del portal era antiguo más allá de los cálculos y las fuerzas más antiguas de la
Tierra podían ser terriblemente feroces—. Sólo quizás.
41

El viaje de salida del parque nos llevó media hora en la tormenta de nieve, y
respiré agradecida porque Morio hubiera insistido en que consiguiera neumáticos
para la nieve para el Lexus. El pensar que él estaba en casa, todavía lastimado, me
irritaba. Pero se estaba curando y estaría bien en un par de meses. El ataque de
los fantasmas hambrientos lo habían dejado debilitado y recuperar su fuerza vital
era mucho más duro que solamente recuperar la salud física. Los fantasmas
hambrientos succionaban la energía vital y no había una forma rápida de
recuperarse de eso.
Mantenerlos a él y a Menolly separados había sido una tarea en sí misma.
Ellos se habían vinculado cuando Sharah usó algo de la sangre de Menolly para
evitar que Morio muriera, y gustara o no, ahora los dos tenían una cosa mutua.
Ambos habían sido muy meticulosos sobre no quedarse en la misma habitación a
solas, pero temía que eso sólo empeorara una vez que Morio se fortaleciera. La
tensión cuando estaban juntos me enloquecía. No era que estuviera terriblemente
celosa… si terminaban durmiendo juntos, bien. Podía manejar eso, incluso
aunque hubiera preferido que no lo hicieran. Pero tenía que admitirme a mí
misma, que no quería que se enamorara de ella. Y ahora mismo, no estaba segura
de lo que él sentía más allá de la lujuria.
Y yo… tenía mis propios secretos. Secretos que podían conducir a
Ahumado al asesinato. No había tenido ninguna elección en ese momento —o
más bien, la única otra opción que había tenido era peor que el destino que había
elegido. Lo vieras por dónde lo vieras, este Solsticio prometía ser menos que
alegre en nuestra casa.
Mientras yo navegaba por el hielo y la nieve, Delilah miraba por la
ventanilla.
—Háblame sobre eso. ¿Qué ocurrió? Y no me digas ninguna tontería. Por
supuesto que ella necesita decírmelo por sí misma, pero tú estabas allí. ¿Qué
pasó?
Me mordí el labio. Habíamos estado fuera solamente unos pocos días, pero
parecían una vida entera.
—Ella encontró a Vikommin. O más bien, lo que quedaba de él.
Aparentemente... es una larga historia, Delilah, y no me siento como para hablar
de ello. Pero ella demostró... se volvió a ganar su derecho a tener hijos. Ella fue 42
responsable, pero había circunstancias atenuantes.
Delilah soltó un largo suspiro.
—Es poderosa, nuestra Iris.
—Más poderosa de lo que sabes, y los poderes que removieron de ella están
volviendo. Todos creen que los elfos domésticos son bonitos, pequeñas criaturas
encantadoras que existen para ser máquinas limpiadoras, pero están muy
equivocados. Iris probablemente podría estar al nivel de las tres si se volviera
bastante loca. Ni siquiera quiero verla tener que usar sus poderes de la manera
que lo hizo contra Vikommin. Eso casi la destruyó la primera vez.
—¿Pero ahora es libre? ¿Para casarse con Bruce?
— Sí, y tener hijos. Aunque no estoy segura de que eso sea suficiente para
ella.
Me detuve en el semáforo en rojo, luego giré hacia la entrada de la autopista,
ganando velocidad mientras ponía el auto en una marcha más alta. El tránsito era
ligero a esta hora de la noche y hacía tanto frío que la nieve estaba cuajando en la
carretera. Por la mañana, sería otra sólida sábana de hielo negro.
—Este clima es una locura. ¿Han dicho cuando va a dejar de nevar y
volverá a llover?
—Estamos en una ola de frío del Ártico, se supone que durará otra semana
o dos y luego, gradualmente volverá el calor. ¿Y qué quieres decir, con que no
estás bastante segura? —La Gatita no se estaba quieta y estiraba el cinturón de
seguridad.
—Algo ocurrió ahí fuera en los campos helados, y antes de que preguntes,
no... no sé qué fue. Pero Iris regresó, feliz y pensativa. Algo está trabajando en
ella. Pero ya sabes lo boca cerrada que es. Hasta que esté lista, no va a chismear.
Aceleré, igualando la velocidad de los autos que se acercaban y me atreví a
colocarme en el siguiente carril, luego cambié otra vez a la izquierda para
alejarnos de la inminente salida de un carril. Mientras bajaba la velocidad —no
íbamos tan rápido, considerando el clima— exhalé mi aliento y me relajé.
—Entonces, ¿qué pasa contigo? ¿Sharah te sacó para el combate?
Delilah sonrió.
—Sí, y chica, estoy lista para ello. Odio estar en una cama de enfermo. Pero
necesito trabajar. Ocho semanas sentada alrededor de la casa han convertido mi
43
cuerpo en gelatina y ella me advirtió que la primera semana me dolería cuando
comenzara a usar mis músculos otra vez. Me ha hecho algo de terapia física, pero
los músculos están tensos y van a tirar. —Se puso seria—. ¿Qué crees que le pasó
a Chase?
Me encogí de hombros.
—No tengo ni idea, Gatita, pero lo que sentí al otro lado de ese portal no
era completamente amistoso. Tú... no estás teniendo otros pensamientos
¿verdad?
Ella pareció sorprendida.
—¿Te refieres a Shade y Chase? No... no después de todo lo que pasó. Pero
aún amo a Chase, muchísimo. Él fue mi primer amor, y no te libras de eso, no a
menos que la persona te lastime. Adoro a Shade; él es bueno para mí. Pero
Chase... es nuestro detective, ¿sabes?
Sonreí suavemente.
—Sí, lo sé. Es nuestro detective. Es de la familia.
Cuando aceleramos a lo largo de la carretera, un silencio cómodo cayó entre
nosotras, uno nacido por ser quienes éramos. Ninguna de las tres necesitábamos
la constante charla, aunque a Delilah le gustaba mantener la TV para tener ruido
de fondo. Tanto Menolly como yo estábamos contentas con el silencio o la
música de fondo.
—¿Crees siquiera en el futuro? —preguntó ella después de un rato.
—¿Qué quieres decir? ¿Estás hablando sobre Shadow Wing?
— Sí... No. ¿Quizás? Quiero decir, si nos las arreglamos para detenerlo,
¿entonces, qué? ¿Volvemos a casa al Otro Mundo? Estás casada con Ahumado,
Morio y Trillian. Yo estoy con Shade y vinculada al Señor del Otoño. Menolly
está enamorada de Nerissa, que es una were de la Tierra. Nuestras vidas están
unidas a ambos lados. Y tú... —Ella paró de repente—. No importa.
—No —susurré—. Continúa y dilo. No puedo ir a Y’Elestrial porque Padre
me repudió.
—¿Si la Reina Tanaquar levanta la prohibición, lo harías?
—¿Volver? Quizás. Pero ahora no lo sé... incluso si Padre viene, siempre
recordaré que él me apartó. No creo que sea capaz de perdonarle por eso. Y
44
Y’Elestrial está vinculado por completo a recuerdos de nuestra infancia. No sé si
podría volver a casa otra vez. Al menos no allí. Quizás a Dahnsburg, Feddrah
Dahns y su padre me gustan.
Cuando pensé en el unicornio, sonreí. Recientemente había recibido una
carta del Rey Uppala-Dahns exonerándome por matar al Unicornio Negro. De
hecho, de alguna manera me había convertido en una heroína popular allí, por
liberar a la Bestia Negra para reencarnarse conforme la leyenda. Pero no les había
hablado a mis hermanas de ello. Por un lado, sonaba como alardear. Por otro
lado, no había tenido tiempo para procesar completamente toda la situación.
—Esta sí que es una buena idea —dijo Delilah, riendo—. La ciudad
unicornio. Aún no la he visto, y me gustaría hacerlo.
—Quizás tengamos una oportunidad de ir allí. La próxima vez que
necesitemos un descanso, tomemos unas vacaciones, podemos saltarnos
Y’Elestrial e ir a los Túmulos de Elqaneve. De todas formas, deberíamos
reportarnos con la Reina Asteria. —Desde que mi padre me había repudiado, mis
hermanas y yo habíamos dejado la Agencia de Inteligencia del Otro Mundo y
fuimos a trabajar para la Reina de los Elfos
—Ahí... ahí está nuestra desviación —dije, virando de vuelta al carril de la
derecha mientras comprobaba por sobre mi hombro para asegurarme de que
estaba despejado. El cielo de la noche era plateado mientras la nieve continuaba
cayendo, y la rampa de salida estaba resbaladiza, patinamos ligeramente cuando
bajé la velocidad, pero logré evitar derrapar y entonces giramos al este y nos
dirigimos hacia el complejo.
La Triple Amenaza —como yo había apodado a la Corte de las Tres
Reinas— era propietaria de un complejo de mil acres en el noroeste de Seattle,
recostado contra el faldeo de la Cadena Montañosa de las Cascades
A principios de año, el gobierno había establecido un límite a las Reinas Fae
de la Tierra —podían comprar y tomar cinco mil acres de tierra por ahora, con la
posibilidad de expandirse en el futuro. Esa tierra sería considerada una nación
soberana, y un tratado había limado asperezas en la comprensión de que se
mantendría si ninguna amenaza era realizada contra el gobierno o la gente de los
Estados Unidos, por parte de los Faes de la Tierra que habían firmado los
pergaminos.
Titania, la Reina de la Luz y la Mañana, y Aeval, la Reina de la Sombra y la
Noche, habían estado de acuerdo. Y habían forzado a Morgana, la Reina medio-
fae del Crepúsculo y el Anochecer, en minoría, a que estuvieron de acuerdo en
45
los términos. Aunque tenía la sensación de que a Morgana no le habían
preguntado su opinión, las tres Reinas habían estado de acuerdo en nombrar a su
nación Talamh Lonrach Oll… traducido libremente como la Tierra de las
Manzanas Brillantes.
Mientras serpenteábamos a través de las laderas de las colinas hacia la
Nación Fae, comencé a sentir la energía a unos buenos ocho kilómetros antes de
que estuviéramos allí. En la oscuridad, los árboles brillaban y las chispas se
escabullían a través de la carretera, haciéndome sonreír. Adoraba la magia aquí
fuera —especialmente por la noche, ya que Aeval y Morgana estaban conectadas
con la Madre Luna, al igual que yo.
Terminamos en la carretera que se dirigía hacia las elevadas puertas
plateadas que habían sido erigidas atravesando la carretera que conducía al
interior.
No necesitaba presentarme hasta el Solsticio. Los guardias parecían
sorprendidos de vernos, pero nos saludaron una vez que se dieron cuenta que
éramos nosotras. Cuando entramos, la carretera viró a la izquierda, hacia un gran
estacionamiento. Los autos no estaban permitidos más allá de ese punto. O
caminabas o tomabas un caballo que tiraba de un carruaje o una bicicleta.
Moviéndome en el espacio del estacionamiento, apagué el motor y abrí mi
ventanilla. El sonido de la magia llenaba el aire. Nadie podía oírlo, ni siquiera
todos los Fae, aunque las personas corrientes podrían captar un zumbido que les
irritaba o un dolor de cabeza por el zumbido en sus oídos, pero yo podía hacerlo.
Era suave y sonaba en el viento como miles de campanas.
Delilah se rascó su cuello.
—Siento como si las hormigas estuvieran trepando sobre mí.
—Es la magia —le dije suavemente—. Vamos, te acostumbrarás después de
un rato y no lo notarás tanto.
Salimos del auto y lo cerramos. No tenía sentido arriesgarme, la gente de
nuestro padre generalmente no era de confianza a menos que hubieran dado su
palabra de honor, y aún así, yo era cautelosa.
—Por allí. —Señalé los puestos dónde podíamos tomar prestado un caballo
o un carruaje. No tenía ninguna intención de caminar todo el camino hacia el
palacio. Estaba cansada del viaje con Iris y me sentía como si nunca me fuera a
calentarme, aunque comparado con las Tierras del Norte esta tormenta era una
brisa de primavera. 46
La mujer que se encargaba de los establos nos dio un vistazo, luego
prorrumpió en una sonrisa.
—Bienvenidas, Hermanas del Otro Mundo. ¿Necesitan un carruaje? —Su
voz sonaba entrecortada, y me di cuenta de que no estaba acostumbrada a hablar
en inglés. Debió de haber salido recientemente de los bosques.
Aún había suficientes lugares salvajes en los que los Faes permanecían
relativamente intocados por la sociedad. Pero eso estaba disminuyendo y me
temía que bastante pronto habría una lucha entre las humanos y los faes de la
Tierra por el territorio.
Andy Gambit, el periodista sensacionalista del Seattle Tattler que hizo su
mejor esfuerzo para hacer de nuestras vidas un espectáculo, era temido por
nosotros los de Otro Mundo, pero el hecho era, que primero él debería haber
vigilando su propio patio trasero. Nosotros éramos una amenaza mucho menor
que los Faes de la Tierra que habían asimilado tranquilamente la conmoción por
la deforestación y el desarrollo durante los pasados ciento cincuenta años.
—Gracias. —Acepté las riendas del carruaje cubierto. Era uno de dos
asientos tirado por un caballo. Cuando Delilah y yo nos ubicamos en el interior,
me di cuenta que aunque la calesa nos protegería de la mayoría de la nieve, no
haría mucho contra el frío. Encantador.
—¿Recuerdas cómo conducir una de estas cosas? —Delilah me miró, luego
al caballo—. Ha pasado mucho tiempo.
—No tanto. —Me tomé un momento y comprobé las riendas.
Afortunadamente, habían pasado dos buenos años o algo así desde que me había
sentado detrás de las riendas de una calesa, pero había pasado muchísimo más
tiempo desde que había conducido una cuando vivía en Otro Mundo. Y, después
de un solo error al querer buscar el acelerador, la sensación del cuero en mis
manos regresó y chasqueé la lengua al caballo, manteniendo firmemente agarradas
las riendas.
Mil acres es un área sorprendentemente grande cuando tienes frío, y la nieve
está golpeando tu cara. Parpadeé contra los copos mientras aterrizaban sobre mis
pestañas, agradecida por la máscara impermeable, y guié al caballo a través del
medio de la calle adoquinada. Las piedras estaban cubiertas de hielo y nieve
acumulada, y de hecho, más de una vez me sentí aliviada de estar en la calesa y no
en el auto. La Triple Amenaza parecía reacia a palear la nieve y el caballo
avanzaba trabajosamente a través de unos buenos veinticinco centímetros de
cosa blanca. Aquí arriba en las faldas de las Cascades, nevaba más a menudo y
47
con más profundidad que en las tierras bajas o en las ciudades a nivel del mar.
Por ahora, la única visibilidad provenía del cielo plateado-oscuro y las luces
que brillaban a los costado, provenientes de las casas-túmulo donde los Faes de la
Tierra —esos a quienes habían aceptado en Talamh Lonrach Oll como
residentes— vivían.
Los miembros itinerantes eran más que los residentes. Muchos más. Lo que el
gobierno pensaría cuando vieran cuántos Faes había realmente allí, aún estaba
por verse. Aunque los humanos habían aceptado —algunos más a regañadientes
que otros— que no eran los únicos seres en el planeta, tenía la sensación de que
no estarían cómodos cuando supieran el completo alcance de cuántos Faes había
realmente en el mundo. O vampiros. O Weres. O Criptos, de hecho. Las
historias de los cuentos de hadas se habían abierto y vuelto a la vida. Los
monstruos habían salido de debajo de la cama y estábamos entre ellos.
—¿Querrías vivir aquí? —preguntó Delilah, mirando las luces que brillaban
a los costados de la carretera.
La sonreí débilmente.
—No lo creo. Dudo que ellos acepten a Ahumado en sus corazones… o
incluso a Morio. Trillian, quizás, incluso aunque es un Svartan y de hecho son
parte del linaje de los altos elfos. Y los Svartans y los altos elfos no se mezclan
bien.
—Los Svartans y los Faes no se mezclan bien. —Ella se sonrojó—.
Lamento que Menolly y yo te la hiciéramos pasar tan difícil a causa de él todos
esos años. Ahora que hemos logrado conocerlo realmente…
—¿Quieres decir, ahora que has sido forzada a vivir con él?
—Eso, también. —Ella agachó su cabeza y sonrió—. Realmente es un tipo
bastante bueno. Aún creo que es arrogante como el infierno, pero sólo es su
naturaleza. Te ama y te consiente, ayuda con la casa y adora a Maggie.
—Bueno, gracias por notarlo finalmente. —Levanté la mano y toqué su
nariz.
—De todas formas, ¿qué estabas diciendo?
—¿Qué? Oh, ¿si querría vivir aquí? —Solté un largo suspiro—. No me
malinterpretes, creo que lo que Titania y Aeval están haciendo es algo bueno. Y
es maravilloso. La magia me canta. Pero está fría Gatita. La magia me deja fría y
48
con la sensación de estar sola. Al igual que la luz de las estrellas, es brillante, pero
está demasiado lejos de cualquier cosa que puedas tocar o sentir, es casi... vacía.
El tranquilo golpeteo de los cascos del caballo en los adoquines cubiertos de
nieve calmó mis nervios mientras serpenteamos nuestro camino a través de un
laberinto de caminos y senderos. Un montón de construcciones continuaban
apareciendo, parecían casas y montículos de túmulos que brotaban por todo el
lugar.
Ninguna de esas casas era de un solo piso, aunque todas eran como casitas
de campo por la estructura. No había líneas de electricidad cruzadas a través de la
tierra, ni las habría. Sabía que Titania y Aeval habían insistido en eso…el poder
que venía de la magia alimentaba esas casas y la energía solar y geotérmica.
Proveniente del viento, del sol y del vapor.
Ojos receptores de luz brillaban a lo largo de los caminos, marcando una
nueva calle. Parecía extraño ver las brillantes luces aquí, en la Tierra, pero tenía la
sensación de que más de un intercambio estaba ocurriendo. El Otro Mundo
estaba tomando prestado algo de la tecnología de la Tierra, y los Fae de la Tierra
estaban captando algunas de las maravillas de Otro Mundo. Sonaba raro, como si
los dos mundos se estuvieran reuniendo, en su propia manera... como largas
raíces divididas serpenteando para volver a unirse otra vez.
Con tantos portales que conectaban a los reinos volviéndose inestables y el
velo que separaba el Otro Mundo de la Tierra desgarrándose en algunos lugares,
me preguntaba cuánto tiempo pasaría antes de que todo implosionara y los dos
mundos giraran uno sobre el otro nuevamente.
Cuando el Otro Mundo se había separado durante la Gran División, el
abismo en el plano astral eventualmente había creado una tensión no natural que
seguía estirándose, tirando de los bordes del velo. Pero los sellos de espíritu
habían mantenido todo bien organizado y dividido. Hasta ahora.
—¿Qué crees que ocurrirá si los mundos vuelven a juntarse otra vez? Por
lo que Aeval me ha dicho, cuando se separaron fue un cataclismo, terremotos,
volcanes en erupción, climas antinaturales en las zonas menos golpeadas al
romperse la tela del espacio y el tiempo. —Miré a Delilah—. Creo que tengo
miedo de que ya esté ocurriendo, y que sea inevitable, si los sellos de espíritu
fallan, entonces ¿qué les deparará el futuro a los dos mundos? Hay mucha más
gente ahora. Miles podrían morir.
Ella apretó sus labios y miró por la ventana. 49
—No lo sé —dijo ella después de un momento—. Podemos especular todo
lo que queramos y no sabremos si llegaremos a la respuesta verdadera. Creo...
que no lo sabremos hasta que ocurra. Si ocurre, la Tierra ya está abarrotada,
¿puedes imaginar el caos si toda la gente allá en nuestro hogar es lanzada a este
espacio? ¿Y qué les ocurrirá a los paisajes? No puedo ni imaginarlo.
Chisté y tiré ligeramente de las riendas para refrenar al caballo. Casi
habíamos llegado.
—Tienes razón, por supuesto. ¿Cómo podríamos visualizar cómo sería?
Podemos adivinar, pero pensar demasiado en esto va a conducirme a la locura.
De todas formas, aquí estamos… los Túmulos de las Cortes.
El palacio era maravilloso, pero menos ostentoso que cualquier cosa en el
Otro Mundo. Acurrucado debajo de un gigante montículo de túmulo, el palacio
contenía tres cortes… una para Aeval, una para Titania, y una para Morgana. El
césped sobre los montículos era rico y verde bajo la nieve, y los abetos
sobresalían alrededor del palacio como centinelas, observando la tierra.
Durante la primavera, el montículo del túmulo estaría pletórico de flores de
jardín de todo tipo, y enormes, extensos helechos, y en el centro de cada
montículo —encima del punto central— había un roble. Estaban creciendo más
rápido que un roble normal, alimentados por la magia y la fuerza de Faerie.
Cuando nos acercamos a los guardias apostados delante de la Corte de la
Oscuridad, respiré profundamente. En una semana, prestaría mi juramento a la
Tierra, a Aeval. Y mi padre me repudiaría para siempre.
—No tengo elección —susurré a los copos perdidos que besaban
ligeramente mi cuello cuando salí de la calesa—. Es la voluntad de la Madre
Luna… y yo soy su hija.
—¿Qué? —Delilah me miró—. ¿Camille, estás bien?
Temblando, tiré de mi capa acercándola a mi cuerpo.
—No lo sé. Las cosas están cambiando para mí, Gatita. Me preocupa que
no esté lista para el reto.
—Bueno, preocúpate por eso cuando llegue. Porque si yo puedo enfrentar
mi entrenamiento como Doncella de la Muerte, tú puedes enfrentarlo como
sacerdotisa. Incluso si eso significa que tendrás que adular a nuestra prima
Morgana.
50
Y sonriéndome, ella me disparó una bola de nieve.
La nieve me golpeó justo en la cara y me sacó de mi reflexión. Bufé, luego la
aparté y me dirigí hacia la entrada. Ella tenía razón. Teníamos trabajo que hacer.
Ahora. Chase dependía de nosotras. Y eso era lo más cerca de regodearme en
una depresión que me iba a dejar estar.
—Vamos, Gatita. Tomemos un té con la Reina Fae. —Me moví hacia ella y
vino a mi lado cuando entramos en la Corte de las Tres Reinas.
Capítulo 4
Los salones interiores del palacio eran terrosos, me hacían recordar el
palacio de la reina Asteria, con las raíces de los árboles serpenteando a través de
las paredes y los cristales brillantes que sobresalían a través del suelo. La tierra
estaba tan compacta y suavizada que parecía yeso veneciano y las cámaras
estaban iluminadas por una luminiscencia que brillaba tenuemente, una luz pálida
que podría haber sido verde o podría haber sido blanca, llena de chispas que
danzaban como sinapsis eléctricas.
Los miembros de la corte, probablemente criados, pasaban en silencio,
algunos llevaban cuencos con frutas o bandejas de pan, otros llevando cuadernos
y portapapeles. Uno, en una extraña yuxtaposición, corría con una espada corta
en una mano y una netbook en la otra. Me pregunté con qué energía la
alimentaban y si tenían Wi-Fi. Pero de alguna manera todo esto encajaba en la
nueva aparición de los Fae de Earthside en la sociedad humana.
Hice un gesto a uno de los guardias.
—Tenemos que hablar con la reina Aeval.
51
Él arqueó las cejas, pero movió un dedo y nos hizo señas para que lo
siguiéramos.
—Supongo que no tienen una cita.
—No, pero ella va a querer escuchar lo que tenemos que decir. Soy Camille
D'Artigo y esta es mi hermana Delilah. Si pudiera anunciarnos…
Lo seguimos por el pasillo, giró a la izquierda y entramos en una pequeña
habitación, donde el olor a tierra se mezclaba con el aroma de las rosas blancas, el
arrayán y la gaulteria. Un pequeño árbol en una maceta asentado en un rincón
estaba cubierto con ojos receptores de luz en miniatura que brillaban en color
rosa, azul, verde y amarillo.
Un verdadero árbol de Navidad, pensé, tan mágico como el origen de la
tradición. Nos sentamos en un banco tapizado cubierto con un remolino de
cachemira. Una copia de un Monet colgaba de la pared por encima de nuestras
cabezas, y en la pared opuesta, una máscara tribal que parecía de origen driadico.
—Esperen aquí —dijo el guardia y desapareció por la puerta de la izquierda.
Me levanté y eché un vistazo más de cerca a la mascarilla mientras esperaba. La
base era de madera, estaba adornada con cristales y flores secas. Hermosa, casi
efímera por naturaleza, pero sin embargo, la energía estaba tan conectada a la
tierra que podía imaginar que la máscara duraría mil años. Mis dedos me picaban
y me di cuenta que habían pasando unos buenos dos o tres años sin que pensara
en las aficiones que había dejado en nuestro hogar. Menolly era la cantante de la
familia; Delilah tenía su establo de animales en casa. Yo me pasaba horas en los
jardines, primero por necesidad, y luego por amor, dando vueltas entre las plantas
en comunión con su espíritu y la energía de la tierra misma.
Para ser una Bruja de la Luna tienes que tener una conexión con la Gran
Madre… porque la Tierra y la Luna eran hermanas y estaban conectadas.
—Envidio a Iris —le dije, volviendo junto a Delilah—. Extraño tener
tiempo para pasar en los jardines, caminar por el bosque y escuchar a los árboles.
Extraño Otro Mundo, donde la energía prácticamente salta de las ramas. Aquí,
los bosques son o impredecible y oscuros, o están ligeramente dormidos,
esperando a despertar de nuevo.
Delilah me sonrió a medias.
—Tenemos que buscarnos más tiempo para salir por los bosques de los
alrededores de nuestra casa. Voy mucho a correr… ya sé que tú no lo haces, pero 52
podríamos dar un paseo todos los días, juntas. Tal vez por las tardes, después de
que Menolly se despierte, las tres podríamos simplemente hacer un hábito de ir a
dar un paseo.
La idea de un paseo tranquilo hasta el Estanque Birchwater sonaba a gloria.
—Siempre y cuando no nos lleven a la rastra para luchar contra los
demonios. Estoy tan cansada, creo que me voy a caer dormida aquí si no vienen a
buscarnos.
—Son las ocho y media ahora —dijo Delilah, mirando su reloj—. Todavía
estoy bien, puedo conducir a casa.
Me apoyé en su hombro, dejando que mis ojos se cerraran.
—Estoy muy cansada —le susurré—. Las Tierras del Norte eran tan frías…
y luego tener que lidiar inmediatamente a continuación con el daemon y después
la desaparición de Chase… Apenas puedo mantener los ojos abiertos. —Inhalé
lentamente, pude sentir que el sueño se colaba dentro de mí, pero me detuve
cuando el sonido del movimiento del picaporte me despertó.
El guardia asintió.
—Pueden entrar ahora. Aeval las verá.
Atravesamos la puerta, sin saber qué esperar. El ritual del Solsticio de
Verano cuando la tierra fue dedicada oficialmente había tenido lugar en un sitio al
aire libre y ninguna de nosotras tres había estado jamás en el interior de alguno
de los palacios terminados. Mientras yo guiaba a Delilah a la sala del trono, me
quedé sin aliento.
Considerando que la estructura principal era más utilitaria, la sala del trono
de Aeval era brillante y hermosa. El techo en forma de cúpula brillaba con
filigranas de plata grabadas en una superficie de piedra enjoyada. Al igual que
adoquines, excepto que el techo arqueado brillaba con gemas dispersas de
obsidiana pulida, ónix, piedra de luna y una piedra azul cobalto con la que no
estaba familiarizada. Insertos en la piedra trabajada había representaciones en
mosaicos de la luna y las estrellas, y de la misma Aeval, elevándose contra el cielo
nocturno, de pie delante de un océano de plata, con las olas rompientes
estrellándose contra la orilla oscura.
El salón del trono estaba envuelto en un paisaje de plata, añil y azul. Los
colores de Aeval, los colores de la noche. La niebla flotaba por el suelo y una luz
pálida azul hielo emanaba de debajo de los jirones de niebla que flotaban hasta
enroscarse suavemente alrededor de mis muñecas. Unas banquetas dispersas se
53
apoyaban contra las paredes, todas en tonos de gris y azul marino con ondas de
plata bordadas en los asientos.
La belleza de la sala austera quedó atrapada en mi garganta y llevé mis dedos
hasta mi boca, asombrada por la labor que se había realizado y los hilos mágicos
que corrían a través de ese trabajo. A mi lado, Delilah lanzó un breve suspiro.
Y en el centro, había un trono revestido de plata. El asiento y el respaldo
estaban tallados en las ramas de un tejo antiguo; unos adornos de plata se abrían
paso a través de los brazos y el respaldo. El trono era más salvaje que real,
primitivo como la noche, extendiéndose a través de la parte trasera del túmulo.
Y en el trono estaba sentada Aeval, alta y congelada como una estatua
tallada en hielo. Su cabello era oscuro como la noche y su piel, de alabastro y
porcelana.
Llevaba un vestido de gasa tejida con hilos de plata y cuando ella se puso de
pie, hizo un sonido como el de una cadena de metal ligero tintineando
suavemente contra sí misma.
Me arrodillé en la base de su trono y Delilah hizo una reverencia.
—Camille, no estás convocada para informarme hasta el solsticio. ¿Qué te
trae a mis pies esta noche? —Su voz resonó en la cámara, mientras bajaba por las
escaleras del trono—. ¿Ha sucedido algo malo?
—En realidad, sí —le dije, encontrando mi lengua. Titania me ponía tan
nerviosa que tenía problemas para hablar con ella… había pasado de la ebriedad
y de ser una Reina Fae caída, a recuperar sus poderes y brillar como el sol.
Morgana era mi prima, pero ya no confiaba en ella y cada palabra de su boca era
un enigma, lleno de segundas intenciones. Pero Aeval… con Aeval podía hablar,
una vez que superaba la impresión inmediata de una chica fan. Yo no se lo había
mencionado a nadie, pero si tenía que comprometerme con cualquiera de las
cortes de la Triple Amenaza… estaba aliviada de que fuera ella.
—Entonces, cuéntamelo. —Aeval hizo un gesto hacia un par de banquetas
que estaban cerca del trono—. Por favor, tomen un descanso y coman conmigo.
—Dio una palmada y una sirvienta apareció de entre la niebla con una bandeja
con frutas y queso, rodajas de carne de venado y galletas con azúcar
espolvoreada.
Acepté con entusiasmo un plato… el frío de las Tierras del Norte había
aumentado mi apetito, al igual que el agotamiento. Delilah también aceptó un
plato, pero yo sabía que su mente sólo estaba en las galletas. Mi hermana era una
54
adicta a la comida chatarra original y me preocupaba por lo que toda esa basura le
haría a su sistema después de un tiempo. Y si volvíamos a nuestro hogar en Otro
Mundo, no había ningunos Cheetos por allí, ni tampoco había una gran cantidad
de puestos de dulces. Galletas, sí, ¿pero barras de Snickers? No tanto.
El protocolo dictaba que comiéramos unos bocados antes de sumergirnos
en nuestro asunto. Aún con la vida de Chase en peligro, la Triple Amenaza se
tomaba en serio el protocolo y los modales, y si quebrantábamos la tradición, no
tendríamos ninguna ayuda en lo absoluto.
Después de unos momentos, puse mi plato en el asiento junto a mí y me
volví hacia Aeval.
—He venido en busca de ayuda. Y he venido a cobrar el favor que me
prometiste. —Las palabras se atascaban en mi garganta, pero me las arreglé para
sacarlas. Tener una deuda como esa a mi favor era un gran asunto y tener que
gastarla significaba que estaría de vuelta en desventaja. Pero Chase valía la pena.
Aeval inclinó la cabeza.
—El asunto debe ser grave en verdad, para que hayas venido. ¿Qué es
aquello con lo cual solo la Reina de la Noche puede ayudarte?
Le conté rápidamente el incidente en el Parque Tangleroot.
—Y sea lo que fuera succionó a Chase al interior. Necesitamos tu ayuda.
Esa cosa se sentía fuertemente fae para mí. No sé cómo o incluso si podemos
volver a abrir el portal. Dudo que Chase pueda salir por su cuenta. Necesitamos
ayuda para rescatarlo.
Aeval apoyó las manos en las rodillas. Mirándome fijamente a los ojos.
—¿Tú utilizarías tu deuda a tu favor para salvar a tu amigo?
—Sí, pero hay más que eso. Este portal… tenemos que saber adónde
conduce, porque tengo la sensación de que no es lo último que hemos visto de
eso. Hasta el momento, no sabemos si algo llegó a través de eso, pero tengo el
presentimiento desagradable de que la próxima vez que se abra, algo podría
entrar en este mundo. Y sea lo que sea, tengo la sensación de que estamos
tratando con un Gran Malo aquí.
—¿En serio? Algo como… ¿demoníaco?
Pensé en ello por un momento. Mi sensación no era que estábamos
tratando con demonios en este portal, sino con otra cosa.
55
—No, no creo que sea un demonio. Pero los cantos de sirena… la
sensación de energía pesada fae… me puso nerviosa.
—¿De verdad crees que hay algo tan grande allí detrás? —Aeval nunca se
inquietaba, pero me di cuenta de que había despertado su interés—. ¿Un Fae
Antiguo?
—Quizás. Yo no me sorprendería. Aeval, Chase es uno de nuestros amigos
más cercanos. Y es uno de los mejores aliados que los Fae de Otro Mundo
pudieran pedir. Tenemos que salvarlo. —Dejé escapar un suspiro lento—. ¿Estás
dispuesta a ayudarnos?
Esperé. Aeval ayudaría o no, según lo quisiera. Le hice una última súplica y
extendí mis manos.
—Por alguna razón, creo que eres la única que puede ayudarnos con esto.
Pasó otro momento, y entonces la Reina de la Noche me dio una leve
inclinación de cabeza.
—Voy a ir con ustedes y examinaré la firma de la energía. Pero vamos a ir
allí a mi manera. No nos llevará mucho tiempo. Tengo la sensación de que estás
cansada, Camille. Hueles a las Tierras del Norte y tu aura se ve disminuida esta
noche.
Ella se levantó y llamó a la guardia. Escoltadas por cinco fae
incondicionales, todos oscuros y pálidos como su reina, salimos del palacio y
cruzamos la plaza cubierta de nieve hasta un par de robles gemelos. Un portal…
similar al que habíamos visto en el parque brillaba entre ellos y el crepitar de la
energía me despertó.
En silencio, entramos en el portal uno por uno, siguiendo a la Reina, y el
mundo se desgarró en un millón de piezas, mientras íbamos cantando a través
del espacio y el tiempo.

No terminamos en el Parque Tangleroot sino en un portal a dos calles más


allá, en el patio trasero de lo que parecía una casa abandonada. Pero una
inspección más de cerca, evidenció que la casa estaba habitada.
—¿Quién vive aquí? —Señalé hacia la débil luz que emanaba de las
ventanas. 56
Aeval sonrió ligeramente.
—Tenemos nuestros espías y guardias. Se trata de una casa segura, por si se
necesita alguna vez.
No insistí. Su tono de voz me dijo que eso no era una opción. Pero me
aprendí de memoria la dirección —Westerwood Lane 24132— por si alguna vez
la necesitábamos.
Miré a Delilah, que estaba examinando el patio. Había helechos enormes y
abetos imponentes por todos lados y el lote debía tener un buen medio acre, un
tamaño inusual en la ciudad. Pero seguimos a Aeval y sus guardias y nos
dirigimos a pie hacia el parque. Las aceras estaban heladas, pero uno de los
guardias me ofreció el brazo y acepté agradecida, estaba demasiado cansada para
ver bien.
Llegamos al parque en pocos minutos y guiamos a Aeval hasta el lugar
donde había estado el portal. A medida que nos acercábamos al lugar, Delilah y
yo buscamos en vano alguna señal de Chase, pero él no estaba a la vista. La
energía todavía flotaba espesa en el aire, y pude vislumbrarla aquí y allá…
brillando como una sombra que un instante estaba allí, y luego, al siguiente,
desaparecía.
Aeval se acercó silenciosamente al lugar donde el portal había estado.
Extendió sus manos y cerró los ojos, sus dedos buscaban la energía. Pude ver su
aura —cuanto más cansada estaba, mejor era mi Visión para esas cosas— y ella
lucía iluminada como un árbol de Navidad con esteroides.
Cansada, vi un banco a unos metros de distancia y me senté penosamente
encima, sin importarme si la nieve congelaba mi culo. Delilah se unió a mí,
aunque antes quitó la nieve de su lado del banco.
No dijimos nada, ya no quedaba nada que decir hasta que Aeval terminara y
hubiera averiguado lo que podía. Pero Delilah tomó mi mano y enrosqué mis
dedos alrededor de los suyos. Sabía que ella estaba sufriendo. Aunque ella y
Chase ahora solo eran amigos, siempre cuidaban el uno del otro.
Y a mí también me importaba.
—Nunca pensé sentir esto de nuevo, no aquí, no en los tiempos que corren.
—De repente, Aeval estaba delante nuestro, mirándonos con un semblante
horrorizado en su rostro. ¡Santo infierno! No es bueno. No es bueno que una 57
Reina Fae tenga miedo… eso solo podía significar problemas en el horizonte.
—¿Qué es? —le pregunté, mi voz apenas era audible en la oscuridad de la
noche.
—Varias cosas, todas de Fae Antiguos. En primer lugar, una energía
oscura… una que no reconozco, excepto que es femenina y tiene hambre. En
segundo lugar, Stollen Kom Light. —dijo el nombre de manera tan abrupta que al
principio no le entendí. Pero entonces lo registré, y poco a poco levanté la mirada
hacia la de ella.
—El Devorador del Pantano.
Ella asintió con la cabeza.
El Devorador del Pantano… cerré los ojos.
—No… él no puede todavía estar vivo después de todos estos años. Pensé
que había sido asesinado por uno de los dioses.
—Eso es lo que se rumoreaba, pero al parecer la fábrica de chismes se
equivocó en este caso. Vamos, tenemos que hablar de esto antes de tomar
cualquier acción. Hay mucho que perder si no tenemos cuidado, incluyendo la
vida de tu detective.
—Aeval nos hizo señas para que nos pusiéramos de pie y empezamos a
caminar de regreso hacia la casa segura, en el portal que conduce al túmulo.
—Se pensaba que “Stollen Kom Light” estaba perdido hace mucho tiempo en
las guaridas del tiempo. La leyenda dice que fue asesinado por “Lugh Manos
Largas”, pero al parecer eso solo era un rumor, probablemente iniciado por los
seguidores de Lugh.
Empecé a desconectarme un poco. Sabía adónde iba ella con esto y
realmente no quería seguirla a través de la conclusión lógica. Deseando que
Ahumado estuviera aquí, o Trillian, me acerqué más a Delilah y ella envolvió su
brazo alrededor de mi cintura.
—¿Quién es el Devorador del Pantano? —preguntó Delilah—. No
reconozco el nombre.
Aeval miró al cielo.
—Hace frío esta noche y mañana estará aún más frío. Un mal momento
para cuentos lúgubres, pero tal vez no haya un momento adecuado. —Después
58
de otra pausa, dijo—: Había una vez un duende que era tan terriblemente cruel
que fue observado por “Jac-O Cola de Caballo”. Jac-O era conocido como el azote
de las Tierras Baldías Occidentales antes de la Gran División. —La Reina Fae
inhaló profundamente, dejando escapar poco a poco el aliento en un riacho
blanco—. Jac-O Cola de Caballo era el hijo de una de las Hermanas Grises
Cortadoras… las tejedoras de redes que hilan la confusión y el odio en el mundo.
Las tres brujas no son miembros de las Brujas del Destino, pero ellas pertenecen
al mundo Elemental y se cree que tienen alguna relación con los Fae.
Hizo una pausa mientras cruzábamos la calle, bordeando un auto y
caminando lentamente a lo largo del camino helado. El conductor frenó de
golpe y salió del auto para mirarnos boquiabierto, pero Aeval agitó la mano y le
susurró:
—No nos hagas caso. —Y con la misma rapidez él se deslizó de nuevo en
su auto y continuó avanzando.
Cuando estábamos de pie por el portal que conduce de nuevo a Talamh
Lonrach Oll, la detuve.
—¿Cómo es custodiado este portal? ¿Qué pasa si algún niño se acerca y
decide explorar los destellos bonitos?
Ella se echó a reír.
—Ustedes ven esto por su herencia –la magia fae. Pero los mortales no ven
el portal, ni van a sentirlo a menos que estén dotados con Visión al igual que tu
detective. E incluso si ellos lo sienten, no pueden pasar sin las palabras de
activación. Sí… —añadió con una sonrisa traviesa que de repente la hacía parecer
demasiado joven y juguetona—… nosotros protegemos nuestros portales con
una contraseña.
Aeval susurró la palabra clave (teniendo cuidado de mantenerla fuera del
alcance de los oídos), el portal se abrió y nos deslizamos de nuevo hasta el palacio
en el túmulo. Ella nos llevó de vuelta a la sala del trono y pidió que nos
sentáramos, solicitando al mismo tiempo unas tazas de sidra caliente.
—Como estaba diciéndoles, Jac-O Cola de Caballo era el hijo de una de las
Hermanas Grises Cortadoras, y él era un solitario. Incluso en los lugares más
oscuros de los reinos de los Oscuros, hay parias e inadaptados. Era una criatura
feroz y maligna, pero se sentía solo. El duende se hizo amigo de él… tal vez
anticipaba una recompensa o tal vez realmente encontró una amistad con la 59
criatura. De cualquier manera, la madre de Jac-O estaba tan agradecida que ella
hizo lo que muchas madres hacen. Ella le dio un regalo al duende. Ella lo cambió,
lo hizo mucho más poderoso de lo que él podía esperar llegar a ser siendo un
duende común. Y así nació Stollen Kom Light, el Devorador del Pantano.
—Se lo considera uno de los Fae Antiguos, ¿no es cierto? —Estaba
recorriendo a través de mi memoria, tratando de sacar a la luz lo que me habían
enseñado sobre él.
—Sí. Y lo primero que hizo fue matar y comerse a Jac-O Cola de Caballo.
Eso, por supuesto, no le cayó bien a la madre de Jac-O o a sus hermanas, así que
pusieron una maldición sobre él para que deambule por las turberas y los
pantanos, siempre hambriento, sin jamás poder llenar suficientemente su vientre.
Ellas no podían matarlo… la madre de Jac-O lo había hecho casi invencible, pero
podían maldecirlo con una existencia miserable.
Delilah se aclaró la garganta.
—Recuerdo vagamente la mención de esa historia en mi infancia, pero no
recuerdo los nombres.
—El Devorador del Pantano estará por siempre hambriento, no importa lo
mucho que coma. Él siempre tiene hambre y odia a todos los que son felices y
están llenos de vida. Se pensaba que Lugh Manos Largas lo mató en la batalla antes
de la Gran División, pero al parecer nos equivocamos. La energía que sentí a
través de ese portal era oscura y pantanosa y el olor de la turba era espeso. Sé que
el Devorador del Pantano está allí, en alguna parte. Pero detrás de él se encuentra
una sombra…la energía femenina aún más fuerte que sentí. Y esa sombra… es
adonde tu detective se ha ido. No creo que la sombra sea para bien, pero no
puedo decirlo con seguridad. —Ella se quedó en silencio.
Yo no quería hacer la pregunta, pero tenía que hacerlo. En especial no
quería preguntárselo con Delilah alrededor.
—¿Crees que Chase todavía está vivo, teniendo en cuenta que el Devorador
del Pantano se esconde allí?
Delilah se encogió, pero Aeval no le prestó ninguna atención.
—Tu detective ha entrado en la sombra detrás del Devorador del Pantano.
Si está vivo o no, no lo sé. Pero el Devorador del Pantano no lo ha engullido…
que yo sepa. La firma de Chase todavía está por debajo, así que mi mejor
conjetura es que sí, él está vivo. 60
Delilah suspiró aliviada al mismo tiempo que yo, aunque no quería pensar
en lo que podría estar sucediéndole. Eso sería lidiar con algo demasiado fuerte,
por lo que me concentré en el siguiente orden del día.
—¿Cómo podemos entrar allí para salvarlo? —La idea de pasar más allá del
Devorador del Pantano, un Fae Antiguo, era aterradora, pero si Menolly pudo
enfrentar a la Doncella de Karask, nosotras podríamos enfrentar al Devorador
del Pantano.
Aeval ladeó la cabeza hacia un costado con una sonrisa ligera en su rostro.
—Puedo rasgar y abrir su portal, pero no voy a ir con ustedes. Tengo cosas
mejores que hacer con mi tiempo. Pero hay que ir pronto, mañana a más tardar.
Me eché hacia atrás y cerré los ojos. Todo esto era demasiado. Volver a casa
con las noticias sobre Hyto y ahora... ¿esto? Quería gritar.
—¿Mañana, entonces?¿De día o de noche?
—Día. No soy un vampiro; puedo caminar en el exterior durante las horas
de luz. Ustedes dos, nadie más, deben estar aquí para el mediodía y traigan sus
armas. Las necesitarán. Recuerden: Los Fae de sangre pura aman la plata. Una
hoja de plata será de utilidad, pero no tanto como el acero frío. —Ella me
miró—. O el hierro. Sabes de lo que hablo. —Y con eso, nos despidió.
Nos dirigimos hacia el carruaje y Delilah tomó las riendas, guiando al
caballo de regreso a al estacionamiento. Ella me metió en el asiento del pasajero
del Lexus y yo dormité todo el camino a casa, incapaz de verbalizar incluso mis
pensamientos.
Para el momento en que llegamos a casa, me había recuperado un poco,
pero eso no duraría mucho. La casa victoriana de tres pisos nunca me había
parecido tan acogedora, y en forma cansina, me obligué a subir los escalones del
porche. Una vez adentro, nos encontramos con que todo el mundo todavía
estaba allí, a la espera de escuchar lo que había sucedido.
Les contamos lo esencial de lo que había sucedido en Talamh Lonrach Oll,
y luego, antes de que nadie pudiera decir una palabra, levanté la mano para pedir
silencio.
—Que alguien llame a Menolly al bar y le cuente todo. Tengo que ir a la
cama. —Me puse de pie, demasiado consciente del dolor en mi cuerpo que pedía
a gritos paz y descanso del frío.
61
Ahumado se levantó.
—Ella tiene razón. Pasamos por mucho en las Tierras del Norte. Iris
también necesita descansar. Podemos hablar de esto durante el desayuno. —Él
me tomó en sus brazos, y seguidos de Trillian, me cargó por las escaleras.
Me apoyé contra él; el olor de la brisa fresca y la nieve se aferraban a su
camisa, y su cabello plateado largo hasta los tobillos se estiró a mi alrededor para
acariciar mi brazo. Nos detuvimos primero en la habitación de Morio… estaba
en una cama de hospital que se había ubicado en mi estudio. Aunque se le
permitía sentarse e incluso caminar un poco, mi youkai kitsune necesitaba cada
onza de energía que pudiera conservar para poder sanar.
Sus ojos topacio brillaron con una sonrisa mientras los tres entrábamos en
la habitación. Trillian comprobó todo para asegurarse de que Morio tenía mucha
agua y aperitivos, y Ahumado me depositó en la silla junto a la cama de hospital.
Me apoyé en el colchón y extendí la mano para tomar la mano de Morio.
Su cabello oscuro estaba lo suficientemente largo como para caer por su
espalda, él era descendiente de japoneses, delgado y nervudo, fuerte como un
demonio… lo que, en esencia, era. En su forma de zorro, podía lanzarse en
círculos alrededor de Delilah, y en su forma demoníaca, era mucho más alto que
todos, una máquina de combate de dos metros con cincuenta.
Ahora sólo se veía un poco cansado, pero el color volvía a sus mejillas y
parecía estar de buen humor.
—¿Te sientes mejor, mi amor? —Me incliné y besé sus labios.
—Sólo unas pocas semanas hasta que se me permita ponerme de pie.
Todavía estoy cansado, pero puedo decirte que mi salud está regresando. —Él
me echó hacia atrás el cabello y arrastró su mano por mi mejilla—. Estoy tan
contento de que estés en casa a salvo. Me dijeron que habían regresado pero que
fueron llamados de inmediato. ¿Cómo está Iris? ¿Ella cumplió su misión?
—Lo hizo. Dejaré que Ahumado te cuente acerca de nuestro viaje. Mientras
tanto, yo sólo quiero descansar y dormir.
Trillian tomó mi mano y me hizo levantar. Se volvió hacia Ahumado.
—Camille está cansada. Podemos quitarle su fatiga. —Las comisuras de sus
labios se convirtieron en una sonrisa leve.
Ahumado frunció el ceño. Era posesivo… todos los dragones lo eran, pero 62
había aprendido a compartir. Yo rara vez me iba a la cama sin por lo menos dos
de mis maridos conmigo.
—Voy a ir después de contarle a Morio lo que pasó. No empiecen sin mí.
—Él me besó profundamente, su lengua entró y salió de mi boca en forma
intermitente mientras los zarcillos de su cabello acariciaban lentamente mis
hombros, excitándome incluso a través de mi agotamiento. Me incliné y le di a
Morio un beso de buenas noches, y él me lo devolvió.
—Te juro que… —susurró—… Menolli y yo estuvimos apartados durante
tu ausencia.
—No estoy preocupada —le susurré.
Dejé que Trillian me llevara de regreso a la habitación. A pesar de estar tan
cansada, sabía que el sexo me rejuvenecería y me ayudaría a dormir. Disfrutaba
de la emoción de las manos de mis maridos arrastrándose por mis costados, de
sus cuerpos llenándome completamente en todos los sentidos. Me di cuenta que
Trillian tenía razón. Necesitaba sexo, necesitaba liberar toda la tensión que se
había acumulado, pero mi energía estaba tan baja que podía hacer poco para
iniciar algo.
Trillian cerró la puerta detrás de nosotros y se volvió hacia mí.
—Mi Camille —susurró, y comenzó a desvestirme de una prenda de ropa a
la vez. Extendí mis brazos y cerré los ojos, casi tímida.
—Hazme olvidar —le dije en voz baja—. Hazme olvidar todo menos tu
tacto, tu aroma y tu sabor.
Con una risa astuta, Trillian se acercó a mí.

63
Capítulo 5
Trillian se colocó detrás de mí, envolviendo un brazo alrededor de mi
cintura, y con el otro pasó su mano por mi piel, sus dedos largos y delgados me
hicieron temblar. Dejé escapar un largo suspiro y apoyé mi cabeza en su pecho,
dejándome a la deriva en la sensación de su toque.
Yo podía sentirlo… podía sentir a todos mis hombres, gracias al ritual del
Alma Simbionte. Nosotros mismos nos habíamos enlazado en un cuarteto, por
siempre y para siempre, más allá del tiempo, más allá de la muerte. Pero Trillian
era mi alfa; él había sido el primer hombre al que había amado de verdad.... no
fue el primero con el que yo había tenido sexo, pero era el primero que había
amado.
Desde el principio, fuimos como imanes y habíamos desafiado a la familia y
las costumbres para estar juntos.
Él sopló en mi oído una corriente de aliento suave, haciéndome cosquillas
hasta que me reí y extendí la mano para agitarla y alejarlo. 64
—Detente. —Lo dijo como en un susurro, pero la fuerza detrás de su voz
me atravesó y bajé la mano—. Quiero poseerte esta noche. Quiero ser tu amo.
—Tú eres mi alfa. —Yo asentí que mi propia voz sonó grave y seductora,
atrapada en la pasión creciente que se filtraba a través de mi sistema como si
hubiera bebido vino dulce o un brandy ardiente. Mi cansancio cedía mientras el
deseo comenzaba a crecer y la combinación causaba una deliciosa sensación
mientras me entregaba a Trillian.
—Baila para mí, mi amada. —Me soltó lentamente y se acercó a la cama, se
sentó en ella, cruzándose de piernas mientras se recostaba sobre sus palmas,
mirándome.
Encendí la música, mi corazón se elevó al coincidir con el ritmo fuerte.
Poco a poco, empecé a sacudir las caderas con la batería, deslizando mis manos
por mi cuerpo hasta tomar mis pechos. Y entonces la música se hizo cargo y me
sumergí en la canción, mi falda se arremolinaba cuando daba vueltas, arrastrando
mis dedos por mis costados y sobre mis pechos, para saludar a las estrellas.
Me tambaleé ligeramente y di vuelta suavemente mi cabeza para dejar que
mi cabello cayera por mi espalda. Mientras caía en la música, el ritmo se convirtió
en un reflejo en mi cuerpo, me llevó lejos por un camino oscuro, lleno de rosas
de color rojo sangre y de jazmines que florecen de noche. Y luego, sin más, yo
tenía el torso desnudo y mis pechos rebotaron suavemente cuando los liberé.
Trillian dejó escapar un breve suspiro y yo atrapé su mirada, y fui atraída
por él como una polilla a la llama.
—Quiero joderte duro y rápido —susurró—. Quiero sentir mi pene en tu
boca. Quiero devorarte, oír tus gritos, frotar mi cara contra sus pechos. —Sus
palabras crudas pero no burdas, enviaron un escalofrío que me recorrió la
espalda. Me encantaba escuchar a mis hombres diciéndome lo que querían
hacerme.
Justo en ese momento, la puerta se abrió y Ahumado entró al cuarto. Me
volví, tan lista para jugar, como un arpa, como los tambores, como un
instrumento de alegría.
Él miró a Trillian y luego a mí, mientras su cabello se levantaba para agarrar
mis muñecas, las hebras de seda se enrollaron alrededor de mi piel, su apretón era
tan fuerte que no podía romperlo, incluso si quería hacerlo. Una sonrisa ligera
asomó a través de sus labios, elevando lo suficiente las comisuras como para
recordarme que él podía lucir como un hombre, pero era todo un dragón, 65
hambriento y posesivo.
Su cabello se extendía por mis brazos mientras tiraba de mis manos para
deslizarlas por detrás de mi cabeza y la retuvo allí firmemente. Mis caderas se
movían en sincronización con el ritmo lento que resonaba en la habitación.
La música se retrajo, las canciones cambiaron y yo estaba en un claro del
bosque mientras las hebras del cabello de Ahumado me hacían girar y se
enroscaban en los dedos de mis pies. Y entonces, estuve libre de nuevo, la música
dejaba un rastro de migas de pan para que la siguiera. El cuarto se oscureció
mientras Ahumado encendía las velas y apagaba las luces.
En algún momento, me desabroché mi falda, dejándola caer al suelo. Con
los ojos cerrados bailaba desnuda, dejando atrás las prevenciones, dejando atrás la
preocupación, dejando que la música me limpiara y me purificara mientras ardía a
través de mi cuerpo.
Y luego un brazo estaba serpenteando alrededor de mí y mis ojos se
abrieron para encontrar los de Trillian; él me sujetaba por la cintura mientras
giraba conmigo, ambos atrapados en la red de la música. Giramos por la
habitación, la música era cada vez más oscura y él dejó escapar un gruñido y
rasgó su camisa.
Su chorro negro de piel brillaba bajo la luz. Lancé un grito ahogado, una vez
más estaba fascinada por su hermoso cuerpo. Esbelto, pero bien formado,
formaba una V perfecta con la cintura.
Una fina capa de sudor brillaba sobre sus músculos y yo me deslicé hacia él,
presionando mi lengua en su cuello, y lentamente…. muy lentamente… me
deslicé por su cuerpo, absorbiendo el sabor salado de su piel, las gotas de agua se
fusionaban en mi boca mientras me acercaba a su cinturón.
Me arrodillé frente a él y tomé la hebilla, y con movimientos precisos la abrí
y saqué lentamente el cinturón de las presillas y lo arrojé a un costado. Me agaché
y bajé la cremallera de sus pantalones y los deslicé por sus piernas, mirando su
erección, gruesa y palpitante.
Detrás de mí, sentí que Ahumado avanzaba para presionarse contra mi
espalda y me volví hacia él. Se había desnudado, y ahora, su cabello largo hasta
los tobillos ondeaba a su alrededor como si un viento lo hubiera atrapado y
estuviera jugando con él. Las hebras de plata se batían y bailaban al son de la
música. Atrapada entre el fuego y el hielo, extendí la mano y tomé la verga de
Ahumado entre mis manos, me incliné y arrastré una línea de besos a lo largo de
su longitud. 66
Él gimió, su cabeza cayó hacia atrás mientras su cabello lanzaba latigazos en
el aire. Sosteniéndolo firmemente en mi mano, fui hacia Trillian y deslicé mis
labios sobre la cabeza de su pene, el sabor salado de su líquido pre-seminal me
hizo cosquillas en la lengua. Los conocía íntimamente… a mis hombres…por
dentro y por fuera. Me deleité con el sabor de sus cuerpos, la sensación de sus
pieles contra la mía, sus contornos dentro de mí, llenándome por completo,
expandiéndose en mí ampliamente, sacándome de mi cabeza cuando los
demonios jugaban demasiado fuerte en mis pensamientos.
A medida que mis labios se deslizaban succionando alrededor de la punta de
su pene, Trillian se estremeció. Empecé a bajar lentamente y frente a él, me apoyé
sobre mis manos y rodillas, deslizando mi lengua por su extensión, abriendo
ligeramente la boca para poder tomar más de él en mi interior. Y lo tragué
centímetro a centímetro.
Respiré por la nariz, haciendo coincidir mi respiración con el ritmo de la
música, lenta y palpitante, mientras Trillian comenzó a bombear muy suavemente
en mi boca, entrando y saliendo entre mis labios.
Y luego Ahumado estaba arrodillado detrás de mí, sus dedos se posaron
alrededor de mi cintura, y descendieron hasta mi clítoris, pellizcándolo,
acariciándolo, elevándome cada vez más mientras mi deseo aumentaba en las alas
del dragón. Dejé escapar un gemido sordo cuando mi caballero pálido se empujó
dentro de mí, deslizándose a través de los pliegues de mi coño, latiendo con
hambre y energía.
Cuando Ahumado comenzó a penetrarme más profundamente, la música
cambió y estábamos montando un acorde ligero, una flauta que nos guiaba como
el flautista proverbial, y cerré mis ojos, mi lengua bailoteó a lo largo de la
extensión del pene de Trillian, la oscuridad brillante de su piel contrastaba
agudamente con mi propia palidez.
Un destello de luz se encendió en uno de los muslos de Trillian y por un
breve segundo, vi uno de los tatuajes en espiral que se hundió en su interior… y
dentro de mí… durante nuestra unión inicial. El espiral de plata brillaba a través
de las profundidades de su piel y luego se había ido, pero yo sabía que solo había
desaparecido de la vista. El vínculo que habíamos forjado esa noche en el templo
nunca se rompería… no sólo estábamos obligados por el ritual del Alma
Simbionte, sino por el Ritual de Eleshinar.
Las manos de Ahumado encontraron mi cintura y la agarraron con fuerza
mientras su cabello tomó el relevo. Las hebras sedosas encontraron su camino y
se enroscaron alrededor de mis pezones, y uno de los mechones comenzó
67
hacerme cosquillas en mi clítoris, acariciándolo suavemente, vibrando con la
música, llevándome más lejos en la bruma de mi sexo.
Todo el cansancio fue olvidado mientras los tres nos movíamos, como una
bestia, juntos como una criatura, girando rítmicamente y retorciéndonos por la
música, un aura brillante se formó a nuestro alrededor mientras nuestra pasión se
magnificaba.
Trillian se retiró suavemente de mi boca y se tumbó en el suelo y empecé a
frotarme contra él, e incluso más cuando el cabello de Ahumado se extendió y
mantuvo mis pechos apretados formando un pasaje firme para el pene de
Trillian. Mis pezones se deslizaron sobre su piel cuando me arrastré hacia arriba y
abajo contra él, con Ahumado todavía empujándome hacia adelante, el olor a
almizcle de nuestra pasión se filtró a través de la sala.
Gotas de sudor comenzaron a brillar sobre mi piel, cayendo en una línea
hasta salpicar contra el estómago de Trillian. La música intensifica, al igual que el
estado de ánimo de nuestra unión. Cerré los ojos, mi respiración se profundizó
en jadeos irregulares mientras la sensación de Ahumado dentro de mí y el
cosquilleo de su cabello se intensificó. La fricción del pene de Trillian
deslizándose entre mis pechos se convirtió en un tamborileo sudoroso mientras
me refregaba contra él. Una niebla baja comenzó a levantarse del suelo, el frío
helado de Ahumado mezclado con mis rayos de luna y el fuego oscuro de
Trillian.
Y luego, extrañando a Morio, me acerqué a él con mi mente… con el
vínculo que nos unía a todos… y lo sentí allí, en el borde de nuestra unión. Me
escuchó y respondió, su remolino de energía jugueteó con la mía. Yo giré en
espiral en torno a él, tocando su esencia, acariciando su aura. Estábamos girando
juntos, y luego Ahumado y Trillian estaban allí, apoyándonos, ayudando a
mantener Morio en la pista.
Aquí pudimos ver lo cansado que estaba y cuanta energía le había sido
drenada. Y el cambio que la sangre de vampiro de Menolly le había provocado
también era evidente. Su lado youkai… su demonio interior estaba en llamas, más
fuerte en espíritu.
Juntos, Ahumado, Trillian y yo nos enfocamos en traer a Morio en medio
de nosotros, entrelazándolo en nuestra red de pasión. Pude sentir que su
respiración se entrecortó, pude sentirlo jadear mientras yo giraba a su alrededor,
fusionándome con su ser, y entonces, cuando me empecé a venir, elevándome
cada vez más alto, me agarré a todos mis hombres y echamos a correr, al igual
que un grupo de sementales con su reina.
68
El sudor brillaba en mi cuerpo. Con las estocadas de Ahumado y el almizcle
de Trillian deslizándose entre mis pechos, me aferré a los espíritus de mis tres
maridos y me zambullí sobre el borde, lanzándome en espiral en ese vacío negro
que es la petite mort, la pequeña muerte del orgasmo.

Dormí como una muerta esa noche —al menos como los muertos que
Morio y yo no espantábamos de sus tumbas. Cuando me desperté, Ahumado y
Trillian ya se habían despertado y mi camisón y mi bata de baño habían sido
dejados en la parte inferior de mi cama, tres rosas rojas estaban posadas
gentilmente encima de la seda. Sonreí; a menudo hacían esas cosas para mí,
compraban flores o perfumes, y me sentí verdaderamente amada.
Deslizándome de la cama, tomé una ducha larga y pausada, todavía no
podía entrar en calor, luego me vestí con una falda cálida de rayón, un bustier de
jacquard verde, y una camisa de seda ligera transparente sobre la parte superior,
como un guiño a la intemperie. Me deslicé en unos tacones de aguja y sacudí mi
cabello. Acomodé las rosas en un florero al lado de la cama y les agregué agua, e
inhalé profundamente de nuevo oliendo su aroma cálido, antes de mirar a
escondidas a Morio.
Estaba dormido, así que salí de puntillas de la habitación y bajé las escaleras.
Delilah e Iris estaban en la mesa. Miré a mi alrededor.
—¿Dónde están los demás? —Menolly, por supuesto, estaría durmiendo,
pero la casa parecía inusualmente tranquila.
—Ahumado y Trillian están reparando un agujero en el techo. Morio está
durmiendo… parece estar descansando profundamente hoy. Es bueno para su
curación. —Iris me entregó un plato con waffles, tocino y huevos revueltos.
—Él todavía está dormido. Lo comprobé antes de venir. —Tomé asiento y
vertí el jarabe en los waffles, limpié el goteo con el dedo y luego lamí el dulce de
arce—. ¿Qué pasa con Shade? ¿Roz? —Después de una pausa, añadí—: ¿Vanzir?
Delilah se aclaró la garganta.
—Shade se fue… no sé dónde está, para ser honesta. Se fue a la madrugada.
—Rozurial está jugando afuera con Maggie en la nieve. —Iris se mordió el
labio—. Al parecer, Vanzir ha decidido pasar algún tiempo dando vueltas en el 69
Inframundo Demonio, en busca de noticias de los restantes sellos espíritu. —Ella
me miró largamente—. Vas a tener que lidiar con las consecuencias
eventualmente. ¿Cuándo vas a hablar con tus hombres sobre lo que pasó?
—¿Qué tal nunca? —murmuré. Esa era la última conversación que quería
tener. Trillian y Morio lo entenderían, pero Ahumado… no había ni una maldita
manera de que yo pudiera impedirle que fuera tras Vanzir.
Vanzir era un demonio cazador de sueños… y durante la última crisis, había
terminado alimentándose de mi fuerza vital. No tuvo ninguna elección; estaba
atrapado en su naturaleza, y aunque trató de detener el ataque, no pudo.
La única opción que tuve para detenerlo fue tener sexo… para que dejara de
alimentarse de mí. A pesar de que era la última cosa que yo había planeado… eso
era mejor a que él drenara mi energía, lo que era terriblemente doloroso y mucho
más invasivo que una violación.
Pero traten de decírselo a Ahumado y hacer que lo comprenda. Yo sabía
que no cargaría su enojo contra mí, pero no estaba tan segura de que dejaría con
vida a Vanzir .
La Madre Luna ya había castigado al demonio… lo había despojado de sus
poderes. Ella también lo había despojado del vínculo de alma que lo mantenía
esclavizado a nosotras. Así que él ahora era un agente libre, pero sin ningún tipo
de protección, lo cual era un castigo mayor que si yo hubiera acabado con él.
Finalmente aparté mi plato.
—Voy a hablar con ellos en un día o dos. Pero primero, tenemos que
cumplir con Aeval y echar un vistazo a lo que está pasando con ese portal. —Me
quedé mirando mi waffle comido a medias y luego lo ensarté con mi tenedor—.
Tengo mucha hambre esta mañana. ¿Puedo tener otro waffle, por favor?
Iris se echó a reír, pero deslizó uno en mi plato, junto con otro huevo.
Mientras yo estaba ocupada con mi apetito, sonó el teléfono. Delilah
respondió y cuando colgó, me hizo un gesto.
—Ese fue uno de los ayudantes de Aeval. Date prisa y termina con eso. Se
puso impaciente y ya nos está esperando en el parque. Vamos a encontrarnos
con ella allí, en vez de ir a Talamh Lonrach Oll. ¿Qué debemos llevar? ¿Traerás
el báculo que ella te dio?
Negué con la cabeza.
70
—Es más para rituales, o viajes. Todavía no sé cómo usarlo, así que mejor
lo dejaré aquí. No, ella me lo dejó en claro anoche. Llevemos hierro en lugar de
plata. Tengo algo de mi vieja parafernalia por aquí.
Cuando yo era más joven, un miembro nuevo de la Oficina de Auditoría
Interna, aunque en ese momento estaba en la YIA —Agencia de Inteligencia de
Y'Elestrial— a menudo utilizaba el hierro. Su uso se consideraba ilegal para los
funcionarios del gobierno. O más bien inmoral. Pero no me importaba, cumplía
con su cometido.
Había llevado guantes gruesos de cuero para proteger mis manos y había
hecho lo que era necesario para detener a los sospechosos. Ninguna persona,
excepto un supervisor lo objetó, y él, Lathe, estaba determinado a joderme hasta
sacarme los sesos. Continué rechazándolo, así que hizo de mi vida un infierno
durante su tiempo allí.
Delilah parpadeó.
—¿Hierro? ¿Todavía tienes esas esposas?
—Sí, pero incluso si no las tuviera, sería mucho más fácil conseguirlas aquí
que allá en casa. —Me encogí de hombros mientras ella me miraba—. Nunca
pude seguir las reglas, y bueno… eso me salvó de Roche.
Roche había sido un salvaje asesino serial que yo había atrapado allá en
Otro Mundo. En realidad, la verdad es que Trillian había desempeñado un papel
importante en su captura. Yo le debía la vida y él se había ganado mi corazón. La
química había sido instantánea; nos encendimos como la gasolina y una cerilla.
Pero nadie más conocía toda la historia.
Y nunca lo harían. La verdad se quedaba entre mi amor alfa y yo. Quería
darle el crédito, pero al final, él me convenció de que era mejor mantener ocultos
los detalles de la captura de Roche.
—Sí, eso es cierto —dijo Delilah, que todavía tendía a plegarse ante la
autoridad, a pesar de que había perdido un montón de su ingenuidad en el último
año y se estaba convirtiendo en una mujer fuerte y vibrante por derecho propio.
Yo estaba orgullosa de lo lejos que ella había llegado—. Será mejor que nos
pongamos en marcha, así que si quieres agarrar tus instrumentos de tortura,
vamos a ponernos en movimiento. —Ella frunció la nariz pero me sonrió.
Me encogí de hombros. 71
—No tenemos otra opción. Tenemos que pelear sucio. Hacer lo que
tengamos que hacer para ganar. Porque ganar es la única opción aceptable.
—Parece que nuestra vida se ha convertido en eso. Necesitas cambiarte y
ponerte las botas antes de ir. Será mejor que te quites esos tacones de aguja, si
vamos a atravesar ese portal. Me dijiste que olía a turba y eso significa un
pantano.
La miré. Estaba vestida con pantalones vaqueros pesados y una sudadera
con un gato atigrado gris en el frente, pero ella llevaba unos zapatos de lona Mary
Janes. Tenía el pelo corto y en picos, un corte vanguardista que se ajustaba a su
nueva confianza.
Delilah era alta, de un metro con ochenta y cinco de estatura y delgada.
Menolly también era delgada, pero era baja, de un metro con cincuenta y cinco de
estatura y menuda. Yo estaba en un punto intermedio, un metro con setenta.
Superaba a Marilyn Monroe en el departamento de caderas y pechos por un largo
tiro, con una figura de reloj de arena salida de la fantasía de un rey del porno. Mis
pechos y caderas podían hacer llorar a los hombres.
Lo que significaba vestir un montón de sujetadores y ropa que me ajustaran
bien. Pero eso estaba bien conmigo. Mi armario podría haber provisto a un bar
de fetiches, teniendo en cuenta mi amor por el cuero, el encaje, los bustiers y las
faldas de gasa.
Nos dirigimos al estudio teniendo cuidado de no despertar a Morio. Mi baúl
familiar estaba asentado en la esquina y en silencio agarré una manija, mientras
que Delilah se apoderó de la otra. Lo llevamos juntas a mi dormitorio. Nuestra
madre había encargado baúles de ropa para cada una de nosotras cuando éramos
niñas y el mío estaba hecho con la madera del árbol Starblazer, de madera negra
similar al ébano, que resonaba con una fuerte magia y que sólo se encuentra allá
en Otro Mundo.
Abrí la tapa por primera vez desde que llegamos aquí. Un montón de
tesoros dispersos, sobre todo sentimentales, llenaban el baúl. Tomé una
fotografía antigua de nuestra madre. Ella se la había tomado cuando todavía era
una estudiante en España y la sostuve en alto, mirando en silencio a la hermosa
mujer rubia que me devolvió la mirada. Delilah pasó su brazo alrededor de mi
cuello y la contempló junto conmigo.
—Ella era hermosa —le susurré—. Te pareces tanto a ella. Sólo que mucho
más alta.
72
—La extraño. Aunque me cuesta recordarla. Yo era aún muy joven cuando
murió y tú te hiciste cargo. Pero siempre me acuerdo de que ella olía a algo… no
sé por qué, pero era bueno.
Entonces sonreí.
—Yo sé lo que es. — Cuando saqué una botella del baúl y la abrí, la
fragancia llenó la habitación—. Chanel Nº 5. Deberías comprarte un poco.
Todavía lo hacen.
Con una mirada nostálgica, Delilah negó con la cabeza.
—Eso huele tanto a madre. Recuerdo ese olor. Pero no creo que pueda
llevarlo de la manera en que ella lo hacía. Aunque podría conseguir un poco, sólo
para tenerlo en mi tocador, para cuando la extraño.
Tapé de nuevo lentamente la botella y la besé suavemente, embargada por
una ola de nostalgia. Desaparecida nuestra Madre, me aferré a Padre, y ahora
también lo había perdido. Al menos Menolly y Delilah todavía tenían su amor.
Sacudiendo la sensación de pérdida, puse la botella de nuevo en el baúl junto a su
imagen, y luego saqué una bolsa y la abrí con cuidado.
Una araña se arrastró hacia fuera y automáticamente la aplasté. Desde
nuestro encuentro con los cambiaformas araña de Kyoka, no habíamos dejado ni
una en pie en el interior de la casa, todavía está preocupada de que los restos de
su culto pudieran tener espías por los alrededores.
Sacudí el contenido sobre el suelo y miré el botín. Dos pares de esposas de
hierro. Una daga con la hoja de hierro con una empuñadura de asta que me las
arreglé para conseguir. Y el regalo de Trillian para mí, un mayal de plata con
nueve cadenas finas de hierro. Eran lo suficientemente largas como para darme
un latigazo al manipularlas, así que tenía que apuntar con cuidado, pero ellas
causarían un mundo de dolor a cualquier Fae que se atreviera a enfrentarse a mí.
—A veces extraño los días en que estábamos buscando delincuentes
comunes, ¿no crees? —Miré a Delilah, sintiéndome desolada. La vida era mucho
más difícil ahora y es mucho lo que está en juego.
—Sí, ya sé lo que quieres decir. —Ella suspiró y se arrodilló a mi lado—.
¿De verdad quieres llevar estas cosas con nosotras?
Asentí.
—Teniendo en cuenta que el Devorador del Pantano anda por allí, así como 73
quién sabe qué otra cosa, ¿quieres arriesgarte a no poder rescatarlo? Algo como
este mayal podría cambiar el rumbo. Tu daga es de plata, y a pesar de que su hoja
es tan consciente, Lysanthra no puede enfrentar a uno de los Fae Antiguos.
—Entiendo tu punto. Está bien, entonces las llevamos. Es sólo que…
pelear sucio nunca me ha sentado bien. —Ella rebuscó entre las cosas en procura
de unos guantes para las dos—. Estos, son delgados, pero nos darán la
protección suficiente para manejar el hierro.
El hierro nos quema… no tanto como a los Faes de sangre pura, pero lo
suficiente como para dejarnos marcas. Si no conseguimos quitar el metal de
nuestra piel, podría llegar a matarnos y carcomernos nuestra carne como si fuera
ácido.
—Sucio o no, cuando se trata de locos, asesinos y monstruos, estoy de
acuerdo con utilizar todo lo que me da una ventaja. —Deslicé mis manos en los
guantes y recogí cuidadosamente un par de esposas—. No puedo decidir si llevar
el cuerno del Unicornio Negro o no. Vamos tras un Fae y tengo mis reparos de si
eso va a ayudar a nuestros enemigos o a dañarlos.
—Tráelo. Por favor. Podríamos necesitarlo y no puedes saber el modo en
que va a afectarle a un Fae Antiguo hasta que lo intentes.
—Es cierto. —Guardé las esposas y el mayal mientras Delilha agarraba otro
juego de esposas junto con la daga de hierro—. Déjame agarrarlo y luego nos
vamos. —Mientras ella bajaba para buscar su abrigo, me fui a mi habitación y me
cambié los zapatos, luego saqué el cuerno del escondite acomodado en un
pequeño espacio debajo de una trampilla y tiré de la manta.
Levanté el cuerno brillante. De cristal y atravesado con hilos de oro y plata,
el cuerno del Unicornio Negro era sólo uno de los nueve que se sabe que existen.
Cada uno de ellos había sido desechado cuando él se reencarnaba.
Y con este cuerno había matado a la Bestia Negra y la envíe a su próxima
encarnación. Ahora corría libre como un semental joven, puesto para otros mil
años. Y yo, ensangrentada y maltratada, me había ganado mi lugar como
sacerdotisa de la Madre Luna al ser el conducto para su sacrificio.
Yo todavía estaba recelosa de usarlo —cada vez que lo hacía sentía como si
el cuerno compitiera por algún poder sobre mí, aunque no se lo había
mencionado a nadie. En el núcleo del cuerno vivía Eriskel, el jindasel a través de
quien los Elementales del cuerno canalizaban su energía. Y a través de Eriskel, la
magia de aquéllos se canalizaba en mí. Coloqué el cuerno en el bolsillo profundo
de mi falda y cerré el cierre oculto de velcro. Iris había readaptado la mayoría de
mis faldas para que llevara el cuerno en forma segura, de modo que incluso si no
74
llevaba la capa de la Bestia Negra, confeccionada con su piel, podía llevarlo
conmigo.
Mientras me ponía una chaqueta negra caliente de microfibra y me
aseguraba de que mis botas estuvieran atadas en forma segura, me preguntaba en
qué nos estábamos metiendo. Ajusté mi chaqueta con un cinturón de cadena
plateada, luego tomé el bolso con las esposas y el mayal de hierro. Delilah estaba
esperándome afuera en mi auto. Íbamos juntas, mi Lexus tenía neumáticos de
nieve y se desplazaba en la nieve mejor que su Jeep.
Mientras nos colocábamos los cinturones en silencio y arrancaba el auto,
susurré una corta pero dulce oración pidiendo protección. Yo sólo esperaba que
la Madre Luna estuviera escuchando.
Capítulo 6
Aeval estaba de pie en la nieve, esperándonos. No parecía divertida. Le hice
una profunda reverencia, después de darle un codazo a Delilah en el costado. Ella
se apresuró a realizar una notable reverencia.
—Suficiente. Llegan tarde. No volverá a suceder, Camille, sobre todo
cuando te unas a mi Corte. Y ahora, ¿estás segura de que deseas sacar provecho
de tu marcador? ¿En un simple mortal? —Su mirada sostuvo la mía. Ella era
pura gasa y seda, era el oscuro fuego chispeante y la niebla brumosa de la noche
de invierno.
— Mi Señora, no la defraudaré. Y sí, estoy segura. —Apreté los dedos
contra mi frente, en un antiguo saludo—. ¿Qué tenemos que hacer?
Aeval, rodeada por un grupo de cinco guardias, se acercó a donde había
estado el portal.
—Es aquí; puedo ver la firma. Camille, ven. —Obediente, me acerqué a ella.
Puso sus manos sobre mis hombros y se ubicó detrás de mí, entonces, con un 75
grito ahogado, se inclinó más de cerca—. Siento hierro en tu presencia. Eres
hábil. Vas a ser una acólita formidable. Pero por ahora, mira con tu alma, mira
con tu magia. Mira a través de los ojos de la Madre Luna.
Desenfoqué mi visión y dejé que mi mente fuera a la deriva, contemplando
el lugar a través de un borrón confuso. Y entonces, lo capté; allí estaba, una firma
chispeante. El portal que habíamos visto el día anterior no había desaparecido en
absoluto. Estaba allí, invisible a los ojos mortales, invisible a los Faes que no lo
buscaban. El vórtice azul crujía y chasqueaba, y detrás de nosotros, oí a Delilah
jadear.
—Puedo verlo —dijo ella.
—Tu hermana y yo lo trajimos a la vanguardia. —Aeval me dio una
palmadita en la espalda—. Buen trabajo. Tienes mucho poder; aunque puedo
sentir el lugar algunas de las sinapsis están asimétricas. Nunca podrás arreglarlas,
naciste de esa manera, pero hay formas de trabajar en torno a las fallas.
Conforme pase el tiempo, tú aprenderás, hija mía. Tú aprenderás.
Su voz todavía era fría y distante, pero bajo el exterior helado oí la apertura
suave de una puerta. Me volví hacia ella, sonriendo, y por primera vez ella
realmente me devolvió la sonrisa. Sus ojos eran oscuros, unos orbes con
remolinos de poder y glamour, y en su reflejo, me vi a mí misma. Mitad humana,
pero también mitad-Fae. A pesar de que mi padre me había repudiado, yo era su
hija, y no se podía negar su herencia.
—¿Y ahora qué?
Aeval hizo señas para que me uniera a Delilah.
—Voy a abrir el portal para que puedan aventurarse adentro. Daré a Camille
el encantamiento para volver a abrirlo cuando sea necesario, cuando estén listas
para regresar. Con un poco de esperanza, podrán encontrar a su amigo. Y con
esperanza, sobrevivirán a lo que reside en el interior. Los poderes son profundos
y oscuros; ellos son musgo antiguo en árboles aún más antiguos. Son poderes que
pueden igualar a los de la Bestia Negra. Tengan cuidado, niñas, porque ustedes
no saben ni la mitad de lo que creen que saben, y hay trampas y engaños
sembrados profundamente dentro del corazón de los Fae Ancianos.
Mientras nos hacíamos a un lado, ella tendió las manos hacia el portal. El
vórtice brilló y, como una puerta iris de algún espectáculo de ciencia ficción,
poco a poco fue arremolinándose hasta abrirse. Podía sentir el cálido olor del
verano y de la turba y una vez más, la sensación de unos ojos rojos
observándome me aferró y no pude quitármela de encima. 76
Eché un vistazo a Delilah.
—¿Deberíamos hacer esto solas? —Pero Aeval había insistido en que
fuéramos solas, y ahora teníamos una oportunidad—. Supongo que es una
pregunta debatible.
—Chase está allí. Vamos. Siempre podemos volver por refuerzos si no
podemos controlar lo que hay allí. —Ella tomó una respiración profunda—. Le
debemos mucho a Chase.
—Sí, así es. —Me volví hacia Aeval—. ¿Dijiste que me enseñarías el
encantamiento?
Ella asintió y por primera vez pareció vaciló.
—No quiero perderte, Camille. Sean precavidas. Tengan cuidado. No
confíen en los de nuestra especie; tú creciste entre los Fae de pura sangre. Tú
misma eres medio-Fae. Sabes lo que somos capaces de hacer si nos permitimos
hacerlo. —Acercándose, me susurró al oído—. El encantamiento para volver es
V'la'the Akan. Funcionará en cualquiera de los lados. Cuando cantes el hechizo
debes estar a la vista del portal, y deberás usar su energía para hacer girar el
encantamiento, ya sabes cómo hacer eso.
Lo sabía. Había una cierta fuerza interior que las brujas aplicaban a los
encantamientos. Alguien que no fuera bruja, que no había sido entrenado, podía
cantar todos los encantamientos y hechizos que quisiera y nada sucedería. Pero
con el entrenamiento, las palabras se convertían en armas, se convertían en llaves,
se convertían en poder tangible para ser manipulado.
—V'la'the Akan. —Susurré en voz baja, mi lengua probó la pronunciación.
Un escalofrío me recorrió el cuerpo, y me di cuenta que había encontrado la
firma mágica del encantamiento. Aspiré profundamente y dejé escapar mi aliento
en una corriente lenta—. Estoy lista.
—Entonces vayan y que los dioses estén con ustedes. —Aeval asintió hacia
nosotras.
Me volví a Delilah.
—Permíteme tomar la delantera. Puedo canalizar la salida de energía mejor
que tú. —Y sin pensarlo dos veces, atravesamos el portal, adentrándonos en las
profundidades. En la oscuridad. En lo salvaje. 77
La abertura se cerró detrás nuestro y nos quedamos solas en medio de una
jungla de follaje. La temperatura aquí era fría, pero no helada, era húmeda, fresca
y llena de niebla. El olor de la tierra resonaba fuerte y picante, junto con la turba
ácida y madera vieja podrida.
Hicimos una pausa para hacer un balance de lo que nos rodeaba. Cuando
me volví, noté que el portal parecía haber desaparecido, pero cuando cerré los
ojos y busqué su firma, ahí estaba; justo donde debía estar.
—Puedo encontrar el portal ahora, no importa si es visible o no. —No
quería que Delilah entrara en pánico—. Y puedo abrirlo, ya sea en Earthside o
aquí. Donde quiera que sea aquí.
Ella asintió.
—Bien. Hablando de eso… ¿qué es este lugar? ¿Aeval te lo dijo?
Sacudiendo mi cabeza lentamente, miré los helechos espesos que crecían
casi hasta el nivel de los ojos. Unos robles viejos se erguían sobre nosotros, sus
miembros estaban desnudos y mojados. El suelo estaba frío y me di cuenta de
que, aunque aquí no había nieve, sin duda estábamos en medio del invierno. Los
helechos eran grises, sus hojas estaban caídas y latentes. Las zarzas
entremezcladas con la maleza estaban sin hojas, sus espinas sobresalían gruesas y
en gran abundancia.
—Creo… estamos en un sub-espacio; en una de las dimensiones de los
Feries. Y por lo que dice Aeval, los Faes Antiguos vagan por aquí. Este no es
Otro Mundo, pero tampoco es totalmente Earthside. Nunca he oído hablar de
este lugar antes. Tal vez fue creado por los Faes Antiguos, o los Señores Elfos…
o tal vez por los Señores Elementales. Lo que sea, dudo que muchos seres
humanos hayan venido aquí alguna vez.
—O si lo han hecho, nunca escaparon.
—Sí.
Delilah murmuró algo en voz baja.
—¿Qué has dicho? No lo escuché.
Ella se volvió hacia mí.
—No me gusta la energía aquí. Se siente… hambrienta. Como si estuviera
esperando que algo entre en una trampa. No como la mayoría de los
depredadores, aunque hay una astucia en ello que me inquieta. 78
Dejé escapar un suspiro tembloroso. Había estado sintiendo lo mismo.
—Sigo pensando en la historia de Aeval sobre el Devorador del Pantano.
Aquí tenemos turba y un hambre oscura… y puedo oler ratas. —Señalé un árbol
cercano. En las ramas se posaban unos buitres—. Los carroñeros de los muertos.
Nos callamos y recé para que no hubieran estado alimentándose con los
restos de Chase. Teníamos que encontrarlo, y cuanto más rápido mejor. No había
ningún sendero definido, pero la hierba parecía pisoteada en una dirección.
Señalé.
—Ahí, sigamos ese camino.
Delilah se volvió hacia mí.
—Si cambio a pantera, podría ser capaz de atrapar su aroma y guiarnos.
—Por favor, si es que eso ayuda. —Yo no había pensado en eso, pero tenía
sentido. Y ella conocía el olor de Chase.
Mientras la observaba, mi hermana comenzó a brillar y cambiar. Parecía
terriblemente doloroso, pero siempre había insistido en que no lo era, siempre y
cuando ella no se apresurara a atravesar del cambio. Y entonces, mientras las
manos, los pies, los brazos y las piernas se alargaban en patas y piernas peludas,
mientras su cuerpo se estiraba y transformaba, y su bello rostro se tornaban en
un denso pelaje oscuro, sólo pude admirar de nuevo cuán diferentes éramos
nosotras tres. Bueno, cuatro; si cuentan a Arial, la gemela de Delilah que había
muerto al nacer.
En un par de minutos, una gran pantera negra estaba allí, con un collar
enjoyado alrededor de su cuello. Esas eran sus ropas, lo sabía, además de ser el
distintivo que la reclamaba como perteneciente al Señor del Otoño.
—¿Puedes distinguir su olor? —le pregunté, acariciando su cabeza. Me
encantaban los gatos, y ya sea que fuera atigrada o pantera, siempre me abrazaba
a mi hermana cuando se encontraba en forma de gato.
Ella dejó escapar un ronroneo bajo que retumbó mientras le rascaba detrás
de las orejas, e, impulsivamente, me incliné y la besé en la cabeza. Ella levantó la
vista, sus brillantes ojos de color esmeralda miraron mi rostro y con un ruidoso
lametón ella lamió mi mejilla y emitió un gruñido feliz. Me eché a reír, y luego
dejé escapar un largo suspiro.
—Encuentra a Chase, Delilah. —No siempre era fácil mantenerla 79
rastreando cuando estaba en forma de gato, pero de todos modos, yo la amaba.
Delilah miró de lado a lado, luego levantó la cabeza en el aire e inhaló
profundamente. Ella olfateó, su nariz se crispó y luego, con un resoplido bajo,
giró la cabeza hacia mí y salió despedida en una carrera ligera. Corrí por detrás, y
nos dirigimos hacia las brumas que se arremolinaban a través de la cañada. Más
adelante, pude distinguir dos grandes paredes de roca, una a cada lado, que se
abrían en un estrecho canal. Un barranco entre dos acantilados.
Anduvimos a grandes zancadas a lo largo del barranco, ella controlaba su
velocidad así yo podría mantener el ritmo y yo iba a paso firme. Tenía mucha
más resistencia que cualquier humano, pero no podía igualar su velocidad cuando
ella se encontraba en forma de pantera, eso era seguro.
Cuando entramos en el barranco, miré a mi alrededor con nerviosismo. Los
árboles se alineaban a cada lado en la parte superior y no pude penetrar el velo de
la vegetación.
Y con la niebla rodando por el suelo, arremolinándose hacia arriba en
columnas, ni siquiera podía ver el suelo. Por suerte el barranco era corto,
abriéndose enseguida más delante. Parecía conducir a lo profundo de los
bosques, yo bajé la velocidad y llamé a Delilah para que regresara junto a mí.
Hice una pausa, examinando la energía.
Santo infierno.
Estábamos entrando en el reino de un dios oscuro. No malvado, sino
salvaje; alguna antigua entidad del bosque. La energía masculina era abrumadora,
y me montaba como un caballo, me montaba como un atractivo compañero.
Herne. . . el salvaje. Herne, el señor del bosque. Herne, con su cornamenta
elevada hacia el cielo. Entrábamos en su reino y aquí tendríamos que ser
cautelosas. Los dioses no siempre eran agradables, y había dos mujeres en
territorio masculino.
—¿Chase está ahí? ¿Vino en esta dirección?
Delilah resopló de nuevo y asintió. Ella olfateó el aire y luego hizo un gesto
hacia un camino lateral. La seguí por el sendero hacia el interior del bosque,
preguntándome en que nos estábamos metiendo.
El bosque aquí era oscuro y antiguo. Más viejo que Darkynwyrd, allá en
Otro Mundo. Más viejo que Thistlewy Deep. Este era el antiguo bosque que
había surgido de las entrañas de los dioses. Este era el bosque primario, la energía 80
primordial.
El silencio era ensordecedor, con el único sonido constante del agua que
goteaba de las ramas hacia el suelo para marcar nuestro paso. El cielo se
desvaneció; los árboles sobresalían, espesos con acículas y conos, ramas que se
entrelazaban a través del camino para hacer desaparecer el cielo. Hacia donde
giraba, olía musgo y setas, resina de los árboles y el dulce sabor de la tierra recién
removida.
Y turba. Una vez más, olí el pantano.
El Devorador del Pantano. Tenía que ser él; tenía que estar cerca.
Delilah hizo una pausa y luego se alejó de mi lado. Un resplandor la rodeó
cuando empezó a cambiar y me di cuenta que se estaba convirtiendo de nuevo en
su forma con dos pies. Algo debía de haber llamado su atención para que
necesitara hablarme. O tal vez sólo se sentía más segura.
Mientras cambiaba, le di un momento para recuperar el aliento y luego
pregunté:
—¿Qué pasa? ¿Sentiste algo?
Ella asintió, y en voz baja susurró:
—Nos están siguiendo. Hay algo detrás de nosotras.
Me di vuelta lentamente, y por precaución, extendí mi mano en busca del
cuerno de unicornio. Detrás de nosotras, sólo pude ver la maleza a través de la
cual habíamos venido, densa e inmóvil. Pero cuando dejé escapar una lenta
corriente de aire y me deslicé en trance, pude sentir a alguien allí. Alguien viejo.
Alguien poderoso. Alguien que no era un dios, pero más poderoso que nosotras.
Eché un vistazo a Delilah, tratando de averiguar qué hacer. ¿Confrontarlos?
Si no tenían intención de hacernos daño, ¿por qué no salían al descubierto? A
menos que estuvieran nerviosos acerca de lo que nosotras queríamos. Si iban a
atacarnos, ¿seríamos capaces de arruinar su vigilancia llamándolos a que se
muestren?
Delilah esperó, dispuesta a seguir mi iniciativa. Preparé un hechizo,
llamando la energía de la Madre Luna para canalizarla a través de mi cuerpo. Su
presencia también era densa aquí y me di cuenta de que en cualquier lugar donde
lo salvaje reinara, yo la encontraría.
Después de que el rayo se filtró en mi cuerpo, inhalé profundamente y di un 81
paso hacia adelante.
—Muéstrense. Sabemos que están ahí.
Delilah preparó su cuchillo de hierro, arrugando la nariz.
Un momento después, los arbustos se abrieron y salió un muchacho
delgado. Era un Fae puro, eso era evidente, y era glorioso en su belleza, pero era
como ningún Fae que hubiera visto antes. Él podía pararse en dos pies, tener dos
brazos y una cabeza, pero estaba lejos de lucir humano. Una cornamenta se
elevaba desde su frente; una pequeña asta con tres puntas en cada lado. Tenía los
ojos rasgados, con el más ligero de los párpados y unas facciones anchas hasta el
punto de hacer que su rostro se viera demasiado pesado en la parte superior. Su
cabello fluía hasta su trasero, de un intenso color marrón y llevaba lo que
parecían pantalones vaqueros rasgados, cortados a la altura de las rodillas, y no
llevaba camisa. Sus abdominales eran definidos y era musculoso, pero no
demasiado.
—¿Quién eres? —Miré su cara y me di cuenta que él era mucho, mucho
más antiguo que nosotras, pero todavía lucía como un niño.
Dejó escapar un grito ininteligible, luego saltó hacia nosotras, aterrizando en
cuclillas a mis pies. Extendió la mano para tocar mis pies y se lo permití con
cautela, tratando de evitar pincharme con la punta de sus cuernos. Delilah se
preparó para acabar con él si atacaba.
—Aeval… Aeval… —Su voz era gutural y yo apenas podía entender lo que
estaba diciendo, pero sabía que me había llamado por el nombre de la Reina
Oscura.
—No. No soy Aeval —empecé a decir, pero me detuve cuando Delilah
negó enérgicamente con la cabeza. Hice una pausa, dándome cuenta de que él no
me había entendido. O si lo había hecho, no presentaba ningún signo de ello.
—Aeval… Q 'n da dir. —Y entonces, él resopló como un animal y se paró
para mirarme a los ojos, sus ojos eran luminosos, relucientes y astutos. Él
extendió la mano y la puso en mi muñeca, y poco a poco comenzó a deslizar sus
dedos por mi brazo.
Ahora estaba nerviosa, insegura de adónde él pretendía llegar y eché un
vistazo a Delilah. Él podía parecer joven, pero eso era una ilusión. Y parecía
mucho más fuerte que yo. Mientras esperaba, a punto de ponerme a la defensiva,
él se acercó y olfateó larga e intensamente mi cuello. Mientras se acercaba a mi 82
piel, yo retrocedí; podía sentir el crujir de dientes justo detrás de esos labios
carnosos cerrados.
Sus ojos se volvieron de color rojo sangre y dejó escapar un grito fuerte y
comenzó a bailar alrededor de mí. Salté al lado de Delilah.
—¿Qué diablos? —Ella levantó su cuchillo y él se detuvo, olfateando en
dirección a la hoja. Con un gruñido, se movió de un pie al otro.
—No lo sé. Te lo dije, las cosas aquí no son humanas. Los Faes Antiguos
están tan lejos de nuestra gente como nosotros lo estamos de… bueno… el
pueblo de Aladril. ¿Quién sabe lo que miles de años les ha causado?
El chico cornamenta ahora estaba rechinando los dientes, bailando de un
pie a otro, mirando el cuchillo. Él sabía lo que era el hierro, eso era evidente. Y
no le hacía feliz.
—No tengo ni idea de lo que quiere —dije, tratando de mantener mi voz
firme.
Delilah se lanzó hacia delante, moviendo la hoja en dirección a él y éste la
esquivó haciéndose a un lado con la rapidez de un gato. Ella respondió
avanzando y él retrocedió otro par de pasos.
—Tengo la sensación de que Chase está en este área en general, pero no sé
muy bien dónde. No podemos simplemente irnos.
—Éste nos seguiría de todos modos. Es obvio que está pegado a nosotras
por alguna razón. Y no confío en él. Puede tener la cornamenta de un ciervo o
un alce, pero tiene algo detrás de esa boca; sigo sintiendo unos dientes
desagradables aguardando a rasgarme en pedazos.
Lo miré a los ojos y una vez más caí en su belleza. ¿Belleza? No, seguía
siendo parte de un glamour.
—Él está tratando de cautivarme. —Giré por mi cuenta, bajando mis
máscaras así mi herencia Fae brillaría.
Él parpadeó, retrocediendo.
—¿Aeval? He… —Y entonces los movimientos cambiantes empezaron de
nuevo, como si estuviera bailando a un ritmo oculto, o como si fuera un tiburón
y no pudiera permanecer quieto.
83
—Parece que está obsesionado contigo, como si fueras Aeval —dijo
Delilah, inclinando la cabeza hacia costado—. ¿Como si él pensara que sólo
Aeval podría tener glamour?
—¿Tal vez Aeval es la única mujer que ha visto? —Hice un gesto hacia
ella—. Deja caer tu glamour. Veamos lo que hace.
Y así, también Delilah se desenmascaró. Y el chico cornamenta miró de su
rostro al mío y de nuevo al de ella, luciendo desconcertado. Retrocedió un paso,
con una expresión insegura.
Cansándome de esto, decidí que deberíamos darle una lección. No tenía
ninguna razón para matarlo, pero tal vez una paliza ligera se haría cargo de la
situación.
Agité un poco de la energía de la Madre Luna, movilizando lo que quedaba
en una bola pálida entre mis dedos. El chico cornamenta observó, suspicaz,
mientras lo miraba a los ojos, le sonreí lentamente y luego le lancé el hechizo
girando hacia él.
Yo no apunté a matar, sino que lo dirigí para que fuera hacia un hombro.
Él lo observó aproximarse sin tratar de evadirlo. Cuando se estrelló en su
brazo, golpeándolo con una fuerza lo suficientemente fuerte como para
derribarlo, pero —esperaba— sin causarle un daño duradero, él dejó escapar un
grito y se puso de pie.
Hice un gesto hacia la distancia, como si estuviera espantando un gato.
—Vete; vete de aquí. ¡Déjanos en paz!
Pero en ese momento, un fuerte estruendo resonó en el bosque. Retrocedí
de un salto, ignorando el extraño Fae.
A través del bosque, de las profundidades de la selva oscura, el sonido de un
trueno resonaba con cada pisada. Algo enorme se nos venía encima.
Algo antiguo, más viejo que el tiempo, estaba caminando por el bosque
como nosotras podríamos caminar a través de un jardín. El aroma del almizcle
inundó el aire; energía masculina primitiva, fuerte, erecta y oscura.
Empezamos a retroceder, pero no había ningún lugar hacia donde correr.
Eché un vistazo al chico cornamenta. Una mirada de satisfacción cruzó su
cara y me sacó la lengua. No le devolví la burla, sino que me concentré en 84
mantener mi sensatez. Lo que se nos venía encima no era algo con lo que
meterse.
Y entonces, en un choque de rayo y el denso aroma de la selva tropical, salió
un ser que se alzaba sobre los árboles. Era alto, con la piel del color del musgo.
Sus cuernos en espiral se elevaban hacia el cielo, negros como la noche. Y su
pecho estaba enmarañado con vello espeso. Sus piernas eran peludas y parecidas
a la de las cabras. Un sátiro, con pezuñas que desataban fuego a cada paso que
daban. Tenía los brazos musculosos y rostro arrugado, y su pene y testículos
colgaban tan pesadamente que podían ser rocas.
—Herne —susurré su nombre mientras caía de rodillas, incapaz de alejar mi
mirada.
Herne… Señor del Bosque. Herne. Señor del Celo. Señor de la Vid. Rey Ciervo del
Mundo. Señor de lo Salvaje.
Sus ojos ardían rojos, perforando mi alma. Aquí estaba el consorte de la
Cazadora; de la Madre Luna. Aquí estaba el dios que vagaba de noche,
recordando a la gente por qué nunca podrían conquistar la naturaleza.
Conteniendo mi aliento, apreté mis manos contra mis ojos.
—Señor de la Noche… —dije en voz baja, inclinándome para tocar el suelo
con mi frente.
Delilah dejó escapar un grito ahogado y se unió a mí.
—Él es… él es…
—Yo soy Herne, Señor de esta tierra. Y este es uno de mis hijos, Tra. ¿Qué
le has estado haciendo, Aeval? Pensé que te dije que nunca atormentaras a mis
hijos de nuevo, eres un diablo.
Poco a poco levanté la vista hacia el dios, con un terror tan profundo en mi
corazón que apenas podía formar las palabras.
—Su Eminencia… no soy… si le complace… yo no soy…
Pero él me detuvo, con una carcajada repentina.
—¡Tú no eres Aeval! ¿Quién eres? ¿Y por qué me resultas tan familiar? —Y
entonces, otra pausa y se inclinó hacia abajo, mirándome como yo podría
agacharme para mirar a un insecto—. Cargas la marca y el cuerno de la Bestia
Negra. ¿Quién eres? ¿Y qué estás haciendo en mi reino? ¿Y por qué debería
dejarte vivir? 85
Y me di cuenta recién en ese momento en la cantidad de problemas en los
que estábamos.
Capítulo 7
Mierda. Y yo no suelo usar ese término.
—Estamos en problemas —le susurré a Delilah—. Estamos en un gran
problema…
—Una vez más, te pregunto, muchacha: ¿por qué debería dejarte vivir?
Me obligué a ponerme de pie, a pesar de que yo sólo quería encogerme a los
suyos.
—Soy Camille, de Otro Mundo. Soy una sacerdotisa de la Madre Luna. Soy
la Elegida de la Bestia Negra. Soy una asesina de demonios. —Los dioses tendían
a respetar a las personas que no eran tímidas sobre sus hazañas, así que decidí
continuar en esa premisa, y esperé a no estar ladrándolo al árbol equivocado.
—Elegida de la… —Herne hizo una pausa, y lo sentí rebuscar en mi mente.
Los dioses eran buenos en eso; meterse dentro de tu cerebro y recorrerlo hasta
que encontraban lo que querían encontrar. 86
Odiaba la sensación; me recordó a cuando Vanzir había estado absorbiendo
mi energía, deslizándose en mis pensamientos al mismo tiempo que se deslizaba
en mi cuerpo. Mi mente, mi magia y mis pensamientos eran míos. Mi cuerpo
podía ser el templo, pero mi yo interior, mi núcleo, era la llama sagrada.
Pero, sorprendentemente, no permaneció mucho tiempo, ni tampoco
rebuscó en cosas que no fueran de su asunto. Después de un momento, Herne se
retiró de mis pensamientos y me miró con una mirada perpleja.
—Puedes pasear en mi reino, pero no voy a protegerte. Llevas magia
demasiado poderosa para tu propio bien, y debido a eso, estás en peligro. De
hecho, el peligro te cabalga como un corcel, se aferra a tu espalda. Apestas a la
energía de Aeval y, sin embargo… hay algo debajo del hedor de los Oscuros. Y
allí donde vas, joven Fae, la Reina de la Oscuridad no será capaz de protegerte.
—Después de un momento, soltó un ladrido desdeñoso—. Los mestizos son
molestos. No me gustan los rompecabezas. —Hizo una seña a Tra—. Corre por
delante. Ésta no es Aeval. Deja a estas dos en paz y no las ayudes ni les estorbes.
—Espera…
—Bueno, ¿qué pasa? Date prisa. —Bufando, con las manos en sus caderas,
él me miró con ojos brillantes. Delilah me miró como si estuviera loca.
Al principio pensé en preguntarle acerca de Chase, pero luego me detuve.
No tenía caso poner al detective en peligro, en caso de que el mal humor de
Herne también se extendiera a él. Rápidamente reestructuré mi pregunta.
—¿Has oído hablar del Devorador del Pantano? ¿Sabes si él está cerca? —
Bien podría preguntar algo que nos fuera de ayuda.
Herne se atragantó.
—Ahora entiendo por qué no me fío de ti. Sí, ese pedazo de basura está
cerca. Cualquier persona que se entienda con aquellos como Stollen Kom Lightly
se merece lo que recibe.
—Yo no… —empecé a decir, pero me detuvo cuando Herne y Tra
desaparecieron en un remolino de hojas cubiertas de escarcha. Tanto confundida
como aliviada —ya que habíamos salido fácil de esa— me volví hacia Delilah.
Ella esbozó una sonrisa nerviosa.
—Ya conoces el viejo refrán: tontos son los que convocan a los dioses, porque los 87
dioses podrían responder.
—Yo no lo convoqué. Y Tra me pone los pelos de punta. Espero que se
comporte y nos deje en paz. —Todavía temblando, me obligué a calmarme—. Al
menos sabemos que el Devorador del Pantano está cerca.
—Eso no me hace sentir mejor. —Delilah dejó escapar un largo suspiro y
sacudió la cabeza—. Huelo a Chase. —Ella señaló a través de un parche de
helechos que me llegaban a la altura de la cintura—. Creo que está en esa
dirección.
Nos sumergimos a través de las hojas de helechos, debilitadas debido al frío
del invierno y el ruido de las hojas secas resonó a nuestro paso. El crecimiento
excesivo estaba seco por el invierno y las hojas se rompían al tocarlas,
quebrándose en pedazos a medida que nos abríamos paso a través de la maraña.
—¿Por qué habría venido Chase en esta dirección? ¿Tal vez salió corriendo
del sendero? —preguntó Delilah, pero estaba segura que ella ya sabía la
respuesta.
—Esa es fácil. O estaba siendo cargado, o estaba huyendo de algo y
buscando un lugar donde esconderse. —Negué con la cabeza, mirando a nuestro
alrededor en el interminable mar de follaje—. ¿Cómo vamos a encontrarlo?
Estoy empezando a pensar que estamos locas por venir aquí por nuestra cuenta.
Por lo menos deberíamos haber traído a Ahumado junto con nosotras.
Delilah hizo una pausa y luego apuntó hacia adelante.
—¡Mira!
Seguí su mirada y allí, en la maraña de zarzas que bordeaba una cañada, vi
una chaqueta. Tenía que ser de Chase.
Nos abrimos paso a través del último de los arbustos en dirección a las
zarzas y retiré con cuidado la chaqueta de la rama. Estaba atascada entre las
espinas y tiré de ella, luego tiré con más fuerza y salió despedida hacia mis manos.
La sostuve contra la nariz de Delilah, pero incluso desde aquí podía oler a Chase
en la prenda. Había venido en esta dirección.
—Debe haber estado en un gran apuro si tuvo que dejar esto. —Busqué en
los bolsillos y saqué su billetera, tarjeta de identificación, chequera y todo lo que
parecía que podría ser importante. Mientras lo hacía, una tarjeta se cayó. Era la
tarjeta de presentación de un psíquico local; uno que sabía que era de fiar y
bastante preciso. No dije nada y la puse de nuevo en la billetera. 88
Delilah se inclinó, y cuando se puso de pie nuevamente, ella sostenía una
pistola en sus dedos enguantados.
—El arma de Chase. Y ha sido disparada. Esta no es una buena señal. —
Miró a su alrededor con los ojos llenos de lágrimas, pero no lloró. Se limitó a
deslizar el seguro del arma y la colocó en la bolsa que contenía las esposas de
hierro que llevábamos.
—¿Deberíamos continuar? —Eché un vistazo alrededor de la cañada.
Rodeada por robles y cedros altos, la cañada era sombreada y el suelo estaba
espolvoreado con una gruesa capa de blanco. Algo me llamó la atención. Le di un
segundo vistazo y pude ver donde algo, o alguien, había sido arrastrado a través
de la escarcha—. Mira, allí.
Delilah se arrodilló junto a las huellas. Ella olfateó, aguantando la
respiración profundamente en su interior por un momento antes de exhalar
lentamente.
—Chase. Chase estuvo aquí. Algo lo atrapó y él le disparó, dejando caer su
arma. Fuera lo que fuese, creo que eso lo venció.
Seguí las pistas con mis ojos.
—Eso se parece a alguien arrastrando un peso muerto; no veo huellas que
indiquen que estaba sobre sus pies. —Si él hubiera estado corriendo detrás de
ellos, o resistiéndose, habría lucido más como una pelea.
—Vamos. —Delilah se dirigió al otro lado de la cañada y yo la seguí, sin
querer ir más lejos sin ayuda adicional. Pero Chase había sido capturado, y ¿quién
sabía qué lo había apresado?
Fui a su lado y seguimos la pista de hierba pisoteada. Cuando llegamos al
otro lado de la cañada, había un camino corto a través de un anillo de madera de
cedro y roble. Lo atravesamos cautelosamente, con la nariz de Delilah
comprobando el aire mientras yo seguía mirando por encima de mi hombro para
vigilar nuestras espaldas.
Y entonces, mientras avanzábamos a través de los árboles, nos encontramos
en el borde de un pantano; largo y ancho, que se extendía hasta casi más allá de la
vista. Capté la silueta de tierra en el otro lado, pero el pantano estaba cubierto
con jirones de niebla que flotaban por encima del suelo y era difícil ver
demasiado a través del vapor. El olor de la turba era fuerte, y el olor acre de la
vegetación en descomposición era amargo a través del aire.
Miré la amplia extensión de los humedales. Los pantanos eran traicioneros. 89
Si tratamos de atravesarlos sin el equipo adecuado, lo más probable era que
podríamos empantanarnos, sin intención de hacer juego de palabras. No había
ninguna manera fácil de dilucidad por dónde iba el camino; la escarcha lo cubría
todo como lo había hecho allá en el valle, pero con el follaje enmarañado, era
imposible seguir cualquier camino que Chase podría haber hecho.
En lo alto, una llamada triste resonó cuando un grupo de patos pasó
volando.
Delilah se volvió hacia mí, con el rostro pálido.
—¿Quieres apostar a que el Devorador del Pantano está ahí fuera,
esperando?
—¿Crees que él tiene a Chase?
—Si lo tiene, entonces Chase bien podría estar muerto. —Las palabras
salieron de mi boca antes de que pudiera detenerlas. Ante su mirada de dolor, me
mordí el labio y luego puse suavemente mi mano sobre su brazo—. Espero que
no. Aeval no lo creía. ¿Crees que fue arrastrado a esta franja de bosque en lugar
de al pantano? ¿Quieres echar un vistazo?
Ella se encogió de hombros, desesperanzada.
—¿Crees que encontraremos algo? O ¿de verdad crees que está ahí fuera…
muerto?
Por primera vez, incluso a través de toda la mierda que habíamos
atravesado, vi la derrota en su rostro mientras contenía el aliento, esperando mi
respuesta. Y eso me rompió el corazón. De las tres, ella era la eterna optimista. Y
aunque me alegraba de que hubiera madurado, había necesitado
desesperadamente una dosis de realismo a fin de poder hacer frente a lo que nos
estábamos enfrentando, la comprensión de que mi hermana menor ya no era la
gatita feliz y despreocupada me dolió.
Me armé de valor e hice algo que rara vez hacía. Mentí.
—No creo que esté muerto. No. Si el Devorador del Pantano lo hubiera
atrapado, lo habría comido allí mismo y habríamos encontrado restos de sangre.
Creo que otra cosa lo agarró. Ahora, si él está en el pantano o no, no estoy
segura. No podemos comprobar eso sin más ayuda. Pero caminemos a lo largo
del borde de los pantanos por aquí, hay espacio suficiente, sólo ten cuidado de las
arenas movedizas y veamos si podemos encontrar alguna señal de que lo que sea
que lo arrastró lejos y se lo llevó al bosque. 90
Delilah comenzó a respirar de nuevo. Ella me dirigió una mirada de
agradecimiento y se inclinó para besar mi mejilla.
—Dios te bendiga. Siempre has sabido decir lo adecuado. Sé que ha sido
duro durante estos años; tú has mantenido a la familia avanzando y ahora, con lo
que Padre ha hecho recaer sobre ti, pero… Menolly y yo te debemos mucho.
Apartando mis ojos para que no pudiera leer la verdad de mis
pensamientos, le sonreí suavemente.
—Para eso son las hermanas mayores, ¿cierto? Ahora continuemos,
vayamos a echar un vistazo. Ten; agarra un palo de madera para que podamos
probar el terreno a medida que avanzamos. —Las arenas movedizas podían
ocultarse fácilmente a la vista, especialmente tan cerca de un pantano. Un buen
bastón podría salvarte la vida.
Avanzamos lentamente, probando el suelo cada pocos metros. El sendero
entre el bosque y el pantano era estrecho, un par de metros a lo sumo, y tratamos
de mantenernos en dirección a los árboles. A pesar de que realmente no creía que
Chase hubiera sido arrastrado hacia el bosque, mantuve mis ojos alertas. Tal vez
yo tenía razón; tal vez tendríamos suerte y encontraríamos un rastro suyo a lo
largo del camino.
Delilah y yo caímos en un ritmo fácil. El frío del aire nos mantenía alertas, al
igual que el zumbido de los insectos que eran capaces de desafiar el frío. No
estaba segura de lo que eran, pero no era el zumbido perezoso de las abejas o el
canto de los grillos al atardecer. No, esto era más un zumbido, luego un pop, pop,
pop. Miré hacia los árboles en busca de aves, y vi varias; había un halcón en una
rama, sin moverse, pero muy consciente.
En otro árbol, varios estorninos vigilaban el bosque, junto con los
inevitables cuervos. Diferentes especies de cuervos, los símbolos de Morgana.
¿Podría ella estar cerca? Pero en mi interior una pequeña voz susurró: Hay más
entidades que tienen tratos con los pájaros negros que únicamente Morgana. Ten cuidado.
Mantente alerta.
Elegimos nuestro camino con cuidado mientras avanzábamos, golpeteando
el suelo, buscando señales de Chase. Después de quince minutos, estaba a punto
de darme por vencida y regresar cuando algo brillante en el suelo me llamó la
atención. Estaba en una maraña de arándanos más adelante, yacía parcialmente
debajo de un helecho agonizante. 91
—¿Qué es eso? —señalé el objeto.
Delilah, utilizó su palo para ayudarse a abrirse camino por entre los
arbustos, se arrodilló junto a la zarza y extendió la mano cautelosamente, para
recogerlo. Desde donde yo estaba, lucía como una pulsera. Ella la volteó para
mirar la parte interna, luego levantó la mirada hacia mí.
—El reloj de Chase. Lo compré para él por su cumpleaños este verano.
Ella le había hecho hacer una inscripción. Yo había estado allí cuando ella
les pidió que la grabaran en el reloj: De parte de tu patea traseros favorita. Con amor,
Delilah. Tragué un nudo en mi garganta. A pesar de que ella era feliz con Shade,
Chase le había dado algo que jamás ningún otro le daría: su primera oportunidad
en el amor.
Me dirigí hacia ella y hurgamos a través del arbusto, finalmente descubrimos
un pequeño sendero que conducía hacia el bosque. Estaba cubierto por residuos;
hojas en descomposición, acículas caídas de las coníferas, y otros vestigios del
invierno, pero estaba allí. Y cuando miramos más de cerca, pudimos ver las
muescas en el mantillo de restos. Una vez más, parecía como si alguien hubiera
sido arrastrado por allí.
—Vamos —le dije, sintiendo el primer rayo de esperanza que había
experimentado desde que desapareció Chase.
Irrumpimos a través del arbusto, avanzando a trompicones, siguiendo el
rastro hasta que llegamos a un anillo de setas.
Un anillo de hadas. La magia emanaba de ellas, magia antigua, magia
tramposa, y yo tomé una bocanada de aire. Tan cierto como que conocía mi
propio nombre, sabía que Chase había entrado en este anillo, pero no había
salido. Alguien se lo había llevado lejos.
—¿El Devorador del Pantano? —La voz de Delilah fue un hilo delgado.
Negué con la cabeza.
—No lo creo. No, esto es energía Fae; de Faes Antiguos, lo más probable,
pero no del Devorador del Pantano. Y lo siento, pero no podemos atravesar ese
anillo. No tenemos idea de adónde conduce. Es aún más peligroso que el
pantano.
Ella cayó al suelo, mirando fijamente a los hongos.
—No puedo creer esto. ¿Qué diablos está sucediendo? Deberíamos estar 92
persiguiendo demonios; junto con Chase. No tratando de averiguar qué miembro
de nuestra gran familia lo secuestró.
Vacilante, metí la mano en el anillo, aferrándome a una rama del arbusto
que estaba junto a mí. A instante, mis dedos comenzaron a sentir un cosquilleo y
el hormigueo ascendió por mi brazo. Lo saqué nuevamente de un tirón, porque
no quería tentar a la suerte.
—Necesitamos más ayuda. Déjame ver si puedo averiguar algo más. —Este
no era un buen espacio en el que adivinar, pero saqué el cuerno de unicornio.
Eriskel probablemente me rompería el culo si supiera dónde me encontraba
con esto, pero se me ocurrió que podría ser capaz de utilizar a los Elementales
encerrados dentro del cuerno para obtener más información sobre Chase.
Eché un vistazo rápido a nuestro alrededor y luego me apoyé contra el
tronco de un árbol.
—Mantén tus ojos abiertos. Cuando estoy en comunión con el cuerno,
cualquier cosa podría sorprenderme y no lo sabría. No confío en este lugar.
Sostuve el cuerno en mis manos, el cristal frío resonó a través de mi cuerpo
con un cosquilleo de satisfación. Ésta era magia que comprendía, magia que
conocía.
Por supuesto que al principio no había sido de esa manera; me había
asustado muchísimo cuando me di cuenta de que me estaban entregando la
posesión del artefacto. Pero ahora… supongo que aprendemos y crecemos y nos
adaptamos.
Cerré los ojos e inhalé una larga y lenta bocanada de aire, y sentí que me
adentraba en círculos en el cuerno, en la energía, en el núcleo. Un oscuro abismo
se abrió y caí, profunda y largamente, sumergiéndome en el interior. Caí de
cabeza, girando en un vórtice de espirales plateados y dorados. Los vientos
rugían a mi alrededor mientras apuntaba hacia la estrella central; un único punto
brillante en el horizonte. Mientras me aproximaba, contuve la respiración,
esperando aterrizar suavemente.
Thunk. Aterricé con un temblor que corrió a través de mí como un trueno.
Y luego, me puse de pie, miré a mi alrededor y me encontré en la pequeña
habitación donde había descubierto por primera vez el secreto del cuerno. Una
mesa y dos sillas estaban ubicadas en el centro, muy similar a un juego de patio, y
en cada pared había un gran espejo, como una ventana de imágenes.
93
En la pared sur había un espejo que reflejaba un desierto de bronce, y allí,
en un vestido holgado adornado de lava fundida, con el cabello expandiéndose
alrededor de ella como lava negra endurecida, estaba de pie una mujer hermosa
cuya piel brillaba con el color de la puesta del sol. Ella me hizo una reverencia.
Le hice una reverencia en respuesta.
—Señora de las Llamas.
Contra la pared oeste, el espejo mostraba un océano que se movía en ondas
con olas encrespadas, y su rugido resonó saliendo de la imagen cuando un tritón
subió de las profundidades, saltando como un destello plateado intermitente a
través del aire y luego se zambulló de nuevo en el agua. Él se elevó de nuevo,
sacudiendo su larga melena de cabellos del color de las algas; y luego volvió sus
ojos color negro azabache hacia mí y asintió.
Asentí en respuesta.
—Señor de las Profundidades.
En la pared norte, dentro del cristal pude ver una selva enmarañada con una
montañas que se elevaban en la distancia. La Elemental que dio un paso adelante
llevaba una capa helada sobre un manto verde por debajo, y el ligero aroma de la
primavera se aferraba a ella, que tenía un aspecto similar al de una dríada.
—Señora de la Tierra. —La saludé con la cabeza.
Por último, me volví hacia el este y un rayo de luz del sol temprano de la
mañana salió brillante a través del cristal cuando un hombre robusto voló dentro
de la imagen, a horcajadas sobre la espalda de un águila. Aterrizaron en la cima de
la montaña escarpada y él desmontó, y cayó sobre una rodilla, su armadura de
cuero marrón destacaba sobre los hilos de lino de su cabello.
—Señor de los Vientos, me alegro de verte de nuevo. —Yo nunca estaba
segura de qué decir, pero el ritual no parecía inamovible. Y realmente me estaba
encariñando con ellos. A pesar de que los había visto brevemente sólo un par de
veces, podía sentirlos conmigo cada vez que cargaba el cuerno.
Me volví hacia el centro de la habitación y esperé, y, efectivamente, a los
pocos segundos apareció un hombre. Alto; de casi dos metros, su piel era tan
marrón como un roble, y su cabello era largo y oscuro. Sin embargo, él podía
jugar con su figura y forma, y yo nunca había averiguado cuál era su verdadero 94
aspecto.
Sonreí cuando recordé los pendientes que él había estado usando de los que
me enamoré. Él me había dado un par igual a ellos.
—Eriskel. —Hice una pausa, preguntándome cómo formular mi petición.
—¿Tienes necesidad de nuestra ayuda? Supongo que no estamos en el
medio de la batalla o estarías llamando los poderes del cuerno desde allí afuera.
—Hizo un gesto hacia la mesa y se sentó en una de las sillas.
Aún no había descubierto si yo le gustaba al jindasel o si simplemente
toleraba mi presencia, pero en cualquier caso, estaba obligado a ayudarme por su
naturaleza.
Formaba parte del cuerno; no existiría sin él. Cuando el Unicornio Negro
moría aproximadamente cada mil años, su cuerno y piel se desprendían y se
convertían en artefactos rituales, y un pequeño fragmento del espíritu del
Unicornio Negro quedaba atrapado en el cuerpo del cuerno, actuando como un
mentor para quien terminara empuñando el arma.
Los Jindasels estaban formados por una serie de criaturas, como vástagos
girando fuera del espíritu principal, como un avatar. Adquirían una esencia
propia; pero los jindasels del cuerno eran únicos en su capacidad de funcionar de
manera autónoma, sin que la criatura original que les había dado lugar estuviera
cerca.
Me incliné hacia delante, con los codos sobre la mesa, con la barbilla
apoyada en las manos.
—¿Pueden tú o los Elementales del cuerno sondear otros reinos a través de
portales? —Expliqué lo que había sucedido y dónde estábamos.
Eriskel parpadeó, sus ojos estaban tan abiertos que eran surrealistas. Cruzó
los brazos sobre el pecho y sacudió la cabeza.
—Tienes que salir de aquí. Ahora. Este lugar no es seguro. Ni para ti. Ni
para el cuerno. ¿Sabes lo que pasaría si uno de los Faes Antiguos se apoderara de
este artefacto?
—Ese pensamiento ha cruzado por mi mente. Nada bueno, estoy segura.
—Entonces vete. Saca tu bonito culo de aquí y protege el cuerno. Si uno de
los Faes Antiguos se apodera de él, todo el infierno se desatará. ¿Crees que el
95
Devorador del Pantano es malo? No tienes idea de lo despiadados y poderosos
que son algunos de esos seres. Puede que sean tus parientes de nombre, pero tú
eres como una mota de polvo comparada con ellos. Probablemente podrías
derribar a uno en una pelea si extraes todos los poderes del cuerno, pero sería
arriesgado, y tú, mi señora, no saldrías con vida.
Y tras eso, Eriskel me expulsó del cuerno. Parpadeé, la sensación de su
preocupación pesaba densa sobre mis hombros. Saltando sobre mis pies, me
volví hacia Delilah.
—Tenemos que salir de aquí. Ahora.
—¿Pero por qué? —Ella frunció el ceño, pero una sacudida de mi cabeza la
impulsó a moverse. A medida que salíamos del camino de las setas, miraba a su
alrededor con nerviosismo—. ¿Qué está pasando?
—Eriskel me convenció de que es una muy mala idea tener el cuerno aquí
conmigo —le susurré—. Me gustaría que pudiéramos avanzar más rápido, bueno,
yo. Tú puedes. Me gustaría poder correr más rápido. Ahora voy a estar
preocupada hasta que estemos de vuelta fuera del portal.
—Voy a cuidar tu espalda, no te preocupes por eso. —Delilah no la
cuestionó, sólo sostuvo con más fuerza la hoja de hierro. Hizo una mueca—.
Puedo sentir el hierro a través del guante, pero no es demasiado malo.
Hormiguea de una manera muy desagradable.
—Sí, lo sé. —Avanzamos con torpeza durante nuestro camino de regreso a
través del bosque hacia la franja de tierra entre el pantano y el bosque. A medida
que entrábamos en la zona de tierra despejada, me detuve y miré a nuestro
alrededor—. ¿Notas algo raro?
Ella hizo una pausa, escuchando.
—No hay pájaros.
—Sí.
No sólo los pájaros habían dejado de piar y cacarear, sino que todo lo
demás se había quedado en silencio y pude sentir una corriente subterránea; algo
resonando tan bajo que apenas podía distinguirlo. Venía del otro lado del
pantano en nuestra dirección.
Me volví hacia los pantanos. El pantano estaba temblando; o por lo menos
una línea de cañas se movían a través de lo que fuera. Con mi corazón en la
96
garganta, me aseguré de que mis guantes estuvieran bien colocados y saqué el
látigo de hierro de la bolsa que llevaba.
Y entonces, el retumbar se hizo más fuerte cuando una criatura oh-tan-alta
surgió del agua, salpicando turba, residuos y apestosa agua pantanosa en todas
direcciones. El hombre —¿era un hombre?— se alzaba hasta una buena altura,
aproximadamente unos dos metros y medio, o un poco más, y sus ojos giraban
con el brillo de la luz solar que rebota en los espejos. Lanzó una prologada
carcajada, se volvió hacia mí y saltó desde el pantano.
Capítulo 8
—¿El Devorador del Pantano? —Delilah saltó en mi dirección, tratando de
interceptarlo.
—No, ¡no creo que éste sea él! —Me moví rápidamente hacia un costado,
logrando eludir los largos brazos del Fae Antiguo, pero en el apuro, tropecé con
una raíz que estaba oculta bajo el manto de hojas y caí despatarrada.
Levantándome, giré con rapidez extendiendo el látigo de hierro.
—¿Qué mierda eres?
No dijo nada, pero se lanzó de nuevo por mí, y esta vez, atrapó mi tobillo
mientras se arrastraba sobre la tierra. Mis pies se deslizaron debajo de mí
mientras volaba de vuelta a la tierra. Cuando aterricé, vi que sus piernas estaban
unidas con una cola con aletas. ¡Tritón! ¡Un Meré de los Finfolk!
¡Oh, mierda!; aunque resultara no ser uno de los Faes Antiguos, era
demasiado peligroso. Pues su energía hablaba de tiempos y hechos antiguos.
97
Aterrorizada, ya que su agarre era implacable, salté hasta quedarme en una
posición sentada y sacudí el látigo de hierro a través de su brazo.
Con un grito que perforó mis oídos, me soltó y apartó bruscamente su
brazo. Fae; definitivamente era Fae. Antes de que pudiera alcanzarme otra vez,
me alejé con rapidez y, en ese momento, sentí que Delilah agarraba una de mis
muñecas. Me arrastró fuera de su alcance y me puso de pie.
Jadeando, me volví a evaluar lo que estaba haciendo.
—Tenemos que salir de aquí. Él siente el cuerno.
La luz en los ojos de la criatura era demasiado hambrienta y se dejó caer
hacia adelante un poco más, usando esos grandes, largos y musculosos brazos
para acercarse a nosotras. Delilah me agarró de la mano y corrimos,
apresurándonos por la estrecha franja de tierra de regreso al sendero a través del
cual habíamos desembocado la primera vez en los pantanos. Eché un vistazo por
encima del hombro.
—¡Oh mierda! Se está transformando; su cola se acaba de convertir en
piernas. ¡Corre! —Me liberé de ella y me sumergí entre la frondosidad.
El tritón/Fae/lo que sea que fuera, se había transformado en un ser con dos
piernas y nos perseguía. Y sabía cómo correr.
Delilah dejó escapar un grito confuso y una vez más me pasó, agarrándome
de la mano al pasar y arrastrándome con ella. Irrumpimos a través del corto
sendero en la cañada. Jadeé, por el esfuerzo excesivo de mis pulmones.
—Vamos a tener que luchar. Él es fuerte y no podemos seguir corriendo
todo el camino de regreso al portal. —Me di vuelta desesperada, para vigilar la
entrada a la cañada—. Él estará aquí en cualquier momento. El hierro le afecta.
—Entonces hierro será. ¿Qué pasa con el cuerno?
—Yo... yo... —La verdad era que tenía miedo de usarlo, pero luego lo saqué
de un tirón de mi bolsillo. Era un espíritu del agua; por lo tanto, el fuego debería
funcionar sobre él. Respiré profundo, poniendo más distancia entre la entrada al
claro y yo. Enviando mis pensamientos de nuevo dentro del cuerno, susurré—:
Señora de las Llamas. Asísteme.
Cuando la energía del cuerno comenzó a brotar, la criatura apareció a través
del follaje y se dirigió directamente hacia mí. Levanté el cuerno y apunté
directamente hacia él, al mismo tiempo que Delilah lo apuñalaba en la cara 98
cuando corrió hacia él dando grandes zancadas. Él gritó, la hoja de hierro de la
daga de ella humeó al encontrarse con su carne, pero él simplemente extendió la
mano para noquearla y siguió avanzando.
—Detente; ¡detente o me veré obligada a matarte! —Dudé, detestando ir
contra una criatura tan antigua. Lo más probable es que él hubiera estado
presente antes de la Gran División. Pero su hambre, su sed por el poder del
cuerno brillaba de forma trémula en sus ojos y dejó escapar una risa gutural.
—Señora de las Llamas… ¡atácalo! —Una ráfaga de fuego puro brotó del
cuerno y lo bañó por completo. Él se quedó mirándome fijamente por un
instante y luego inclinó la cabeza hacia atrás, y yo pensé que iba a lanzar un largo
grito, pero él sólo se rió.
¡Santo infierno! Las llamas no lo habían afectado. Él comenzó a moverse de
nuevo hacia mí, esta vez cada paso era deliberado. Metí el cuerno en el bolsillo y
levanté el látigo de hierro. Esta vez, él sí se encogió. Me di cuenta de que su
costado estaba supurando en el lugar donde Delilah lo había apuñalado.
Delilah se puso de pie de nuevo, luciendo temblorosa. Corrió hacia
adelante, con la daga en mano, zigzagueando cuando él extendió la mano para
quitársela de encima. Su mirada nunca se apartó de mi rostro.
Busqué la emoción detrás de sus ojos. Codicia. Deseo. Avaricia. Él quería lo
que yo tenía. Quería el cuerno. Y haría todo lo que pudiera para poseerlo. Eriskel
había tenido razón.
Me mordí el labio. Las llamas no habían funcionado. Quizá… ¿la tierra? Y
entonces saqué el cuerno de nuevo, y susurré:
—Señora de la Tierra, por favor, por favor ayúdame.
La energía comenzó a elevarse dentro del cuerno, corriendo a través de mi
mano para arremolinarse por mi cuerpo. Cogí una bocanada de hierbas
aromáticas y lavanda, musgo de roble y suelos enriquecidos. . . y entonces;
mientras Delilah esquivaba su puño y se balanceaba en una posición baja con la
daga en la mano y cortó nuevamente su costado con una cuchillada siseante,
susurré:
—Deja que las manos de la tierra se levanten.
En ese momento, la tierra bajo nuestros pies comenzó a temblar. Vibraba,
sacudiéndose salvajemente mientras Delilah y yo caíamos al suelo. A través del
suelo, elevándose por las grietas que se formaban en el suelo endurecido y la
escarcha, aparecieron unas manos oscuras formadas por las raíces de los árboles y 99
huesos viejos. Sus largos dedos temblorosos se retorcían, extendiéndose y
estirándose para sujetar las piernas de la criatura.
Él dejó escapar un aullido, tratando de quitárselas de encima, pero ellas lo
mantuvieron aferrado y empezaron a jalar de él hacia abajo lentamente,
atrayéndolo al interior de la tierra, centímetro a centímetro. Delilah se puso de
pie y corrió a mi lado, ayudándome a levantarme.
No estaba segura de si las raíces podrían sujetarlo mucho tiempo; él era un
Fae Anciano y ellos tenían algún dominio sobre el mundo, así que lo miré por
última vez mientras más manos se extendían para arrastrarlo hacia el abismo.
—Vamos —le dije con voz ronca—. Vamos a largarnos de aquí. Tenemos
que irnos. —Nos dimos vuelta y corrimos, pero los aullidos de la criatura
permanecieron durante mucho tiempo, hasta que nos acercamos al portal.
Susurré rápidamente la contraseña, torciéndola en el punto exacto, y la abertura
se abrió. Saltamos fuera, nuevamente en la nieve y el hielo de Seattle.
Para mi sorpresa, Aeval estaba allí. Mientras yacíamos despatarradas en el
suelo, respirando con dificultad, se arrodilló a mi lado.
—Es mejor que guardes tu arma —susurró—. Yo no la tocaría por nada del
mundo, pero hay muchos que cortarían tu garganta por poseer el Cuerno de la
Bestia Negra.
Desvié mi mirada rápidamente hasta la de ella. Ella sabía, por supuesto, que
yo lo tenía, pero había tenido la precaución de mantenerlo fuera de la presencia
de la Triple Amenaza. Fuera de la vista, fuera de la mente, fuera del camino
potencial del desastre. Metiéndolo con rapidez en el bolsillo, acepté la mano de
su guardia mientras me ayudaba a levantarme. Otro le dio una mano a Delilah.
Nos sacudimos la nieve, pero ésta se aferró al barro y las espinas que habíamos
recogido en nuestro viaje.
Aeval me dio una suave sonrisa, tan magnética como peligrosa.
—Yo no soy de quien tienes que temer por tus tesoros, mi niña. Ahora,
¿encontraste a tu amigo?
Me mordí el labio. La comprensión de que en realidad podríamos haber
perdido a Chase para siempre estaba comenzando a arraigarse. Negué con la 100
cabeza.
—No. Bueno, sí, encontramos su rastro. Pero no pudimos seguirlo. Algo se
lo llevó a través de un anillo de hadas de setas, y no podíamos arriesgarnos. No
creo que haya sido el Devorador del Pantano. Pero había otras criaturas… lo que
sea que nos persiguió allí al final…
Delilah y yo le describimos la criatura a Aeval, y sus ojos se iluminaron,
aunque no con pensamientos buenos, eso era evidente.
—Lograron cruzarse con Yannie Fin Diver. A partir de ahora es mejor que
sean cautelosas cuando estén alrededor de todos los cuerpos de agua, niñas. —
Ella tragó saliva y negó con la cabeza—. Es un mal enemigo para tener, y otro
aún peor de evitar.
—¿Es un Fae Antiguo? ¿Permanece dentro de ese reino? —Esperaba
sinceramente obtener un sí a la segunda pregunta, pero parecía que el universo
estaba confabulado para jugar al “Jódete”.
—Sí y no. Puede cruzar a través del elemento Agua. Es un Fae Anciano, sí,
pero bien podría ser un dios para los tritones. Y ya sabes cómo son los Finfolks.
—Aeval se estremeció. Al parecer, ella pensaba lo mismo que nosotras sobre los
Meré.
Asentí.
—Los Finfolks son terriblemente crueles, allá en nuestro hogar en Otro
Mundo, al igual que aquí. Tienen largas y buenas memorias y harán todo lo
posible para vengarse.
—Matar a Yannie Fin Diver no va a ser fácil, si es que incluso es posible.
Los Faes Ancianos no son verdaderos Inmortales como los Señores Elementales,
pero… están más cerca de la vida eterna que incluso los Dioses. —Aeval se veía
preocupada, y cuando una de las Reinas Fae se preocupaba, era mejor que nos lo
tomáramos en serio.
—Entonces, ¿no crees que la Señora de la Tierra fue capaz de matarlo? Él
estaba siendo arrastrado bajo tierra. Lo mismo mató algunos ladrones allá en
Otro Mundo cuando usé el cuerno…
—¿Ladrones? ¿Qué son los ladrones en comparación con un Fae Antiguo?
Motas de polvo. No, niña. Esas raíces y huesos estaban simplemente
refrenándolo el tiempo suficiente para que ustedes pudieran escapar. Confía en 101
mí, Yannie Fin Diver vive… y se acordará de ti.
—¿Qué hacemos con respecto a Chase? ¿Hacia dónde conduce el anillo de
setas de los fae?
Aeval frunció el ceño, su vestido de gasa flotaba en la brisa. Pero el frío ni
siquiera parecía inmutarla. Ella negó con la cabeza.
—Por lo general conducen a un callejón, y cruzan hacia el reino Fae. Pero
tú ya estabas allí… así que esto es una rareza. Encontrarás anillos de setas de los
fae aquí, y de hecho, con bastante frecuencia, pero no son comunes una vez que
los cruzas. Voy a investigar un poco. Mientras tanto, creo que tienes razón. No
creo que el Devorador del Pantano haya apresado a tu amigo. Sinceramente creo
que aún vive. En cuanto a la forma en que lo vas a recuperar… lo siento. No
puedo ayudarte con eso. —Se dio la vuelta—. Voy a volver a Talamh Lonrach
Oll ahora. Te veré en una semana. —Y tras decir eso, la Reina de la Oscuridad
desapareció en remolinos de nieve.
—¿Y ahora qué? —preguntó Delilah, mirando con tristeza el reloj de Chase.
Estábamos sentadas en mi Lexus.
—Ojalá lo supiera. Me gustaría conocer a alguien que pudiera ayudarnos.
Tendrían que estar asociados con los Fae. Déjame pensar.
Maldita sea. Ahora, no sólo no habíamos encontrado a Chase, sino que
habíamos hecho otro enemigo. Fruncí el ceño, jugueteando con el receptor hasta
que le dejé en El Final, una estación de radio que reproducía música alternativa
de vanguardia y grunge2. Mientras la música sonaba a través del coche, repasé cada
idea que se me ocurrió.
Finalmente, se me ocurrió algo que podría funcionar, pero significaría más
peligro y más tratos con los Faes Antiguos.
—Tal vez Menolly pueda recurrir de nuevo a Ivana Krask. Ella es una Fae
Anciana y podría ser capaz de ayudarnos.
—Rayos; las dos palabras que no quería escuchar. Faes Ancianos. ¿Qué te
hace pensar que Ivana Krask no está involucrada con Yannie Fin Diver?
Delilah me lanzó una mirada como si estuviera a mitad de camino hacia la
locura.
—Probablemente tienes razón, pero por ahora eso es lo mejor que se me
ocurre. Vamos, pasemos por la Media Luna Índigo y veamos cómo van las cosas,
102
luego regresemos a casa. Puedes ver tus nuevas oficinas en el piso superior.
Mi tienda de libros; que había comenzado perteneciendo a la Agencia de
Inteligencia del Otro Mundo, había sido parcialmente destruida en una explosión
que mató a uno de mis mejores clientes y un querido amigo humano: Henry
Jeffries.
Le había dedicado una placa en el salón de lectura, pero no se sentía como
si eso fuera suficiente. Él me había dejado una sorprendente suma de dinero en
su testamento, y con ella, me expandí y puse una cafetería al lado, contratando a
otros para que la mantuvieran funcionando. Los Supes ahora tenían el Rincón del
Café “Media Luna Índigo” para pasar el rato. Estaba donando el treinta por
ciento de mis beneficios por encima y más allá de los costos al Consejo
Comunitario de los Supe para ayudar a los diversos Supes necesitados.
Estacionamos en el lugar que había reservado para mi auto. El Rincón del
Café tenía su propio pequeño estacionamiento en la parte trasera, lo que hacía

2
Grunge: es un subgénero del rock derivado del hard rock y el rock alternativo influido por el
noise rock, tomando sonidos cercanos al hard rock, el heavy metal, el punk y el hardcore punk
y con estructuras cercanas al rock clásico.
facilitaba mucho las cosas para los clientes que visitaran tanto mi tienda como el
restaurante.
Habíamos tenido un repunte en los negocios últimamente, y la librería
estaba vendiendo vigorosamente en comparación con la mayoría de las librerías
de la zona. La publicidad había recibido algunos golpes duros, pero habíamos
invertido en la creación de rincones de audiolibros y Roz había pensado en una
promoción grandiosa que parecía estar funcionando. Ofrecíamos un club de
descuentos. Cuando los clientes venían con la constancia de que habían
comprado el libro en formato electrónico, le vendíamos una copia impresa con
un descuento. De hecho, si compraban diez libros a través del club, conseguían la
undécima copia impresa de forma gratuita.
Delilah y yo nos dirigimos al interior y ella subió de a saltos las escaleras
hacia sus nuevas oficinas que habían sido renovadas y limpiadas después de la
explosión, y yo hacia la mía. Había pasado bastante tiempo desde que pasé más
de unos pocos minutos aquí, y aún hoy en día, mis ojos seguían llenándose de
lágrimas. Cada vez que venía a mi tienda, no podía dejar de recordar que Henry
había muerto porque había estado trabajando para mí. Daños colaterales.
Demasiados, demasiados…
Cuando pasé la mano por encima de mi escritorio nuevo, todavía
103
desacostumbrada a la sensación del arce; mi viejo escritorio había sido de roble,
me di cuenta de que la vida nunca sería la misma.
Demasiadas cosas había salido mal, demasiada agua había pasado bajo el
puente, demasiada muerte y carnicería y demasiada incertidumbre. Pero había
factores de compensación y la vida nunca se detenía. No podía hacerlo o el
estancamiento nos destruiría, lentamente pero con certeza.
—¡Hola jefa! —Giselle se asomó por la puerta con voz vacilante—. No
quiero molestarte, pero…
Giselle había sido un regalo de Vanzir. Ella era demonio, pero podía pasar
por una joven bastante sorprendente con su cabello largo de color trigo y unos
músculos que rivalizarían incluso con la mujer más fuerte que conocía. Era
atlética, fornida y bronceada. Sus ojos eran de un azul brillante, gracias a los
lentes de contacto que cubrían sus iris rojos. Los humano estaban acostumbrados
a los ojos de mi color actual y los ojos de color topacio, pero la cosa roja
demoníaca todavía no era aceptada y podrían pensar que ella era un vampiro y
comenzarían a preguntar demasiado.
—Entra. —Le hice señas para que tomara asiento—. ¿Cómo van las cosas?
Se mordió el labio.
—Bien, en lo que respecta a la tienda. Deidre dice que el restaurante
también está yendo muy bien.
Deidre era una cambiaformas coyote que había contratado para vigilar la
tienda de café. Era prima de Marion Vespa; la cambiaformas que dirigía el Café
Supe Urbano, y Marion no tenían trabajo para ella, así que yo la había contratado.
Deidre y Giselle se habían vuelto en algo más que amigas, y conformaban una
pareja volátil pero interesante.
La expresión del rostro de Giselle me dijo que estaba sucediendo algo.
—Conozco esa mirada. Las cosas pueden andar bien aquí, pero hay algo
que te molesta. ¿Qué es?
Giselle respiró profundamente.
—Sí… hay algo. Alguien ha venido, hasta ahora dos veces, preguntando
por ti, acerca de cuándo vas a estar aquí. El tipo dice que es Fae y de Otro
Mundo, pero jefa, sé que no lo es. Sé que es algo más, pero no puedo descifrarlo.
Una corriente me atravesó y de repente me sentía fría. 104
—¿Quién era? ¿Qué aspecto tenía?
—No sé quién era. La primera vez trató de seducirme, eso puedo
asegurarlo. Creo que pensó que yo era un ser humano y fácilmente influenciable.
Cuando eso no funcionó, se fue. Hoy entró, tratando de sobornarme
ofreciéndome un brillante de corte diamante. Era precioso, pero yo no necesito
diamantes. Pareció perplejo cuando yo no lo tomé.
Me lamí los labios.
—¿Me lo describes?
—Medía alrededor de metro setenta y cinco, enjuto pero musculoso. Calvo
con una cola de caballo que sobresalía desde el centro de su cabeza. Lucía…
diferente, pero no sé cómo describirlo. Vestía cuero y pieles. Pero sé esto: él sabe
cómo trabajar la magia. Y tenía la intención de averiguar cuándo ibas a estar aquí,
y por eso me alegro de que hoy hayas venido por la parte trasera.
—Sí… —Dudé. Venir por la parte de atrás no era garantía de permanecer
en el anonimato—. Creo que será mejor que vuelva a casa. Delilah y yo tenemos
un problema en ciernes y no necesito otro el tope de la lista.
Llamé a Delilah y ella vino corriendo por las escaleras, llevando un fajo de
papeles.
—Tenemos que irnos. Yo no debería estar aquí en este momento.
Me dio una mirada inquisitiva, luego se encogió de hombros.
—Te veré en el auto. Quiero agarrar un par de galletas de la tienda de café.
Asentí con una sonrisa; Doncella de la Muerte o no, Delilah siempre sería
mi hermana más joven.
—Sólo no te demores demasiado.
Recogí los libros; ya era hora de revisarlos antes de enviarlos al contador y
luego me dirigí hacia la puerta, después de agradecerle a Giselle por mantener una
buena vigilancia sobre la tienda. Me subí en el coche y esperé, mirando la nieve
caer perezosamente en el suelo. Demasiado, me susurré a mí misma. Demasiada
preocupación, demasiado que enfrentar, demasiado que perder.
Y entonces Delilah saltó al interior con galletas calientes en sus manos, y
nos marchamos a casa, rodeadas del frescor de la nieve recién caída.
105
—¿Quién crees que era? —me preguntó en el camino, entregándome una
galleta.
Le hiede un gesto con la mano rechazándola. Por una vez, no tenía mucho
apetito.
—Creo… creo que era alguien relacionado con Hyto. Recuerda, Trytian
dijo que estaba viajando con un mono de la nieve.
—Joder. —Delilah se reclinó en su asiento, mordisqueando la galleta con
chispas de chocolate—. Entonces ellos saben dónde está la tienda.
—¿Puedes imaginar lo que un dragón podría hacerle a mi tienda? ¿Al
restaurante? ¿A toda la gente de allí? —Imágenes de los clientes gritando,
atrapados en las llamas del aliento de dragón se agolparon en mi cabeza. Hyto no
era sólo el padre de Ahumado. Él era un terrible dragón que podría destruir
fácilmente todo lo que había construido con mi trabajo, junto con una cantidad
de inocentes. Y a él no le importaría; los humanos eran motas de polvo para él. Y
yo era la espina en su costado.
—¿Qué vas a hacer? —La voz de Delilah disminuyó y me di cuenta que de
repente había comprendido la gravedad de lo que podría suceder.
—No lo sé. ¿Debería cerrar la tienda por el momento? Stacia mató a Henry
por mi culpa. Y ella estaba liderando una campaña con un objetivo preciso. Lo
que podría hacer un dragón enloquecido… ni siquiera puedo pensar en eso.
Conduje cuidadosamente alrededor de un coche atascado en la carretera.
Las calles estaban empezando a helarse con una gruesa capa de nieve compactada
debajo del hielo que se estaba formando ahora que la temperatura estaba bajando
de nuevo. A pesar de que el tráfico había derretido una capa de nieve durante el
día, ahora ya era de tarde y lo derretido comenzaría a congelarse en hielo negro.
Los conductores de Seattle no tenían ni idea de cómo conducir en el invierno; y
yo estaba justo allí con ellos. Salvo que mis reflejos eran mejores que los de los
humanos promedio.
En el momento en que nos acercamos a la casa, disminuí la velocidad a
treinta y dos kilómetros por hora para evitar caer en una zanja. Finalmente doblé
en nuestro camino de entrada con un suspiro de alivio. La casa brillaba como una
escena de bienvenida salida de una pintura de Thomas Kinkade.
A medida que nos apresurábamos a ir hacia la casa, caminando
penosamente a través de la nieve hacia el porche que alguien había limpiado con
una pala, a pesar de que estaba empezando a acumularse de nuevo, el frío del aire
me atrapó. La temperatura estaba bajando con rapidez y probablemente llegaría a
106
los veinte bajo cero esta noche. Eso haría que el viaje al trabajo de la mañana
siguiente fuera hermoso.
—Si ahora está así de frío, no quiero ni ver cómo va a estar esta noche.
Delilah asintió.
—Desearía que Menolly dejara de conducir su Jaguar y simplemente
disfrutara de un largo paseo rumbo al Caminante; el frío no le molesta.
—Eso podría ser una buena idea. Ella realmente no se lastimaría demasiado
en un accidente de coche, al menos no en la mayoría de los accidentes, pero
podría herir a alguien sin querer. —Cuando abrí la puerta, el ajetreo del día nos
golpeó con toda su fuerza.
Trillian estaba poniendo la mesa para un almuerzo tardío. Iris y Rozurial
estaban cocinando una gran olla de espaguetis y albóndigas. Ahumado estaba
entrando a grandes zancadas por el porche de atrás y vi la pala de nieve cuando la
colgó nuevamente en su clavo.
Shade se encontraba en la sala de estar, intentando crear un fuego en la
nueva estufa de leña que habíamos comprado para ayudar a mantener los costos
de calefacción más bajos. Sopló suavemente el papel de periódico arrugado
debajo de la yesca y el fuego se encendió con las chispas que exhalaba con su
respiración.
—¿Shamas está en el trabajo? —le pregunté.
Él asintió con la cabeza.
—Sí, él tiene el turno diurno esta semana, pero puede ser que se quede a
dormir allí si las carreteras están tan malas. —Mientras se ponía de pie, Delilah
fue en dirección y él la rodeó con sus brazos y la besó profundamente,
acariciándole con una mano la espalda. Se pertenecían el uno al otro, como si se
conocieran de toda la vida. Incluso desde afuera, podía sentir el lazo que se había
tejido entre los dos.
El timbre sonó y fui a abrir. Era Bruce, el novio de Iris. Él hizo un gesto
para que saliera al porche. Temblando, lo seguí.
—¿Qué pasa?¿Por qué no entras?
Él sonrió, luego sacó algo de su bolsillo. Tenía el aspecto de un joven de
apenas unos treinta años; la misma edad relativa que Iris. No estaba segura de
cómo era el proceso de envejecimiento entre los elfos domésticos y los duendes,
107
pero sabía que ambos eran mucho, mucho mayores que yo en años cronológicos,
cientos de años más antiguos. Su cabello castaño alborotado era rizado y largo
hasta sus hombros, y sus ojos brillaban con el azul más puro; a juego con los de
Iris. En realidad, él se parecía mucho a Roz, sólo que sin el aire peligroso. Bruce e
Iris formaban una pareja llamativa.
—Yo quería preguntarte tu opinión acerca de algo —dijo, tendiéndome una
caja—. ¿Crees que a ella le gustará esto?
La abrí. Allí, en el cojín de terciopelo, descansaba una alianza de platino con
un brillante zafiro azul de corte que tenía que ser por lo menos de un quilate
entero. Rodeado a ambos lados por unas bandas de diamantes de medio quilate.
Jadeando, sacudí la cabeza.
—Oh, Bruce. A ella le va a encantar. Esto es… esto es hermoso. —Eché un
vistazo hacia él—. ¿Así que oficialmente vas a pedírselo hoy?
Se sonrojó.
—Así es, mi dulce. Es hora de que haga lo correcto. Y ahora ella es libre
para aceptar. Me llamó anoche y hablamos largo y tendido. Me contó lo que
sucedió. Conozco sus secretos oscuros. Me dijo que si quería alejarme, que no me
culparía. Después de todo, ella mató a su prometido. Pero los dioses trabajan a su
voluntad y yo esperaría que mi muchacha siguiera la voluntad de su Señora y
librara al mundo del mal. Ella hizo lo correcto.
Me mordí el labio.
—Iris querrá quedarse aquí. ¿Estás dispuesto a mudarte a nuestra tierra?
Podemos ayudarte a construir una casa propia para los tuyos; tenemos mucho
espacio aquí. Casi siete acres.
—Me mudaría a la luna, si ese fuera el lugar donde mi Iris quisiera vivir. —
Y cuando él me sonrió, sentí como si el sol hubiera salido. No me extrañaba que
Iris estuviera con él. Bruce O'Shea era como un rayo de sol acogedor y yo
prácticamente podía sentirlo tirando de un arco iris a lo largo del camino por
donde pasaba.
—Entonces entra. Y Bruce, de antemano, sin querer echar mala suerte,
bienvenido a la familia. —Me incliné y le di un fuerte abrazo. Y por un
momento, fui capaz de bloquear el miedo que se había apoderado de mí ese día.
108
Capítulo 9
El almuerzo comenzó con una explosión. Nos reunimos alrededor de la
mesa cuando Bruce se puso de pie y se aclaró la garganta. Iris lo miró fijamente,
con la boca llena de espaguetis. Agarré la mano de Ahumado por debajo de la
mesa. Él me dio una mirada inescrutable, pero me sonrió.
—Iris y yo hemos sido novios desde hace un tiempo, y aunque a veces he
sido un tonto, ella me hace un mejor hombre. —Bruce pasó su peso de un pie al
otro—. Conozco sus secretos, ella sabe los míos. Y ahora, es hora de dar un paso
adelante y ser el hombre que ella me ayudó a ser. Sé que todos ustedes
consideran a Iris parte de su familia. Por lo tanto, es simplemente apropiado que
yo les pida permiso para solicitar su mano en matrimonio. Ella es, y siempre será,
la chica de mis sueños.
Él estaba sonriendo como un idiota, pero pude ver el miedo enmascarado
detrás de sus ojos… el miedo a ser rechazado.
Iris se quedó sin aliento, pero él me miró y luego a Delilah. 109
—Ustedes dos también podrían ser sus hermanas… y también la señorita
Menolly. ¿Tendrían objeción a tenerme por cuñado, si Iris acepta mi propuesta?
Rompí en una sonrisa de una milla de ancho, con ganas de llorar. Muy a
menudo nuestras comidas eran moderadas con las malas noticias, pero ésta…
—No tengo nada que objetar, pero ya sabes, Maestro Leprechaun: si
lastimas a nuestra Iris, tendrás que tratar con todas nosotras.
Delilah se rió y aplaudió.
—Estoy de acuerdo. Muy de acuerdo. Oh, me gustaría que Menolly
estuviera despierta, pero Iris, puedes contárselo a primera hora.
Los hombres murmuraron, pero los callé con una mirada. Me volví hacia
Bruce.
—Entonces vayan. Si quieres algo de privacidad, la sala está libre.
—No —dijo Iris, lentamente—. Ustedes son la familia. Han sido testigos de
todas las cosas por las que he pasado. Es lógico que deban compartir esto. —Se
puso de pie y Bruce se arrodilló a sus pies, tomando su mano entre las suyas.
—Yo no soy de tu raza, no soy de tu entorno. Pero vengo a ti, hija de la
Diosa del Arco Iris. Un hijo sometido por los rizos de oro, tanto de la diosa Iris,
como de mi amor, Iris. —Él estrechó su mano a los labios y la besó—. Te
prometo: honrarte, darte cobijo, darte hijos, si es la voluntad de los dioses, y te
amaré tanto como el amor debe durar. ¿Quieres, Iris Kuusi, aceptar mi oferta de
matrimonio y te unirás a mí como mi esposa?
Iris lo miró fijamente con los ojos vidriosos como las nubes en un cielo
azul. Ella respiró hondo y soltó el aire lentamente.
—Bruce O'Shea, yo no soy de tu raza. No soy de tu entorno. Soy la hija de
la diosa Undutar, sacerdotisa de la nieve y la niebla. Soy la hija de los témpanos
de hielo. Acepto tu oferta para casarme. Te honraré, haré un hogar para ti y para
nuestros hijos, si los dioses nos bendicen. Voy a proteger el hogar y te amaré
tanto como el amor debe durar.
Y entonces ella se echó a llorar y sonreír y cayó entre sus brazos, besando su
rostro, sus ojos, incluso mientras buscaba sus labios.
Después del almuerzo, Ahumado, Trillian y yo vagamos por la sala de estar.
Delilah y Shade se habían ofrecido como voluntarios para limpiar de manera que
Bruce e Iris pudieran tener la tarde para ellos y también se ocuparon de cuidar a 110
Maggie.
Roz deambulaba con aire aburrido.
—Vanzir llamó. Estará en casa en pocos minutos. —Él me lanzó una
mirada breve pero significativa y le asentí rápidamente con la cabeza. Mierda.
Tendríamos que estar en guardia. Una vez más. Todo el mundo, excepto mis
maridos, sabían lo que había pasado.
Me decidí contarles a los chicos lo que habíamos encontrado Delilah y yo.
Durante el almuerzo, la propuesta de Bruce había tenido prioridad y no quise
estropearlo por Iris. Hablar de lo próximo que había que hacer en ese momento
o en la cena no importaría.
—Vamos arriba… tú también, Roz. Quiero algo decirles a todos ustedes y
debo contárselo a Morio al mismo tiempo. Delilah le contará a Shade el asunto.
—Corrí por el pasillo y asomé la cabeza en la cocina—. Envié a los chicos arriba.
Voy a contarles acerca de Chase. Tú pon al tanto de la situación a Shade y suban
después de que hayan terminado con los platos.
—No hay problema. —Delilah me despidió con la mano. Había comenzado
a subir las escaleras para encontrarme con los chicos cuando oí abrirse la puerta
principal. Debía ser Vanzir. Y una vez más, estaríamos caminando sobre cáscaras
de huevo.
Ahumado y Trillian estaban tumbados en el sofá en la habitación de Morio,
mientras que Roz se sentó en una otomana cercana. Morio estaba apoyado en
una pared de almohadas. Parecía un poco más fuerte hoy. Corrí a su lado y le
besé largamente en los labios.
—¿Cómo estuvo tu día? —Me acarició la mejilla con sus uñas negras y
afiladas. Él no había cambiado ni a su zorro o a su forma demoníaca desde que
había sido herido, no tendría la energía para cambiar de vuelta.
Apreté su mano contra mis labios y le besé cada dedo, lamiendo las puntas
suavemente. Se estremeció y cerró los ojos. Morio rara vez había hablado de su
herencia —él era japonés y se había acercado por requerimiento de la Abuela
Coyote, una de las Brujas del Destino, pero de repente me pregunté: ¿qué
pensaría su familia de mí? Ahora estaba casado ahora. ¿Les había dicho? Yo ni
siquiera había pensado en preguntárselo.
—Amor, ¿sabe tu familia que te casaste conmigo? —Incliné mi cabeza,
esperando.
111
Él me tomó la barbilla, levantándola ligeramente.
—Sí, ellos saben de ti y de tus hermanas. Saben de nosotros. Algún día, los
conocerás. Estaban… no del todo contentos, pero tampoco en contra de ello. Se
reservan el juicio. Y confían en mis instintos.
Eso era más de lo que me esperaba. Asentí y no me molesté en insistir con
el tema. En lo que se refiere a Trillian, yo sabía que hacía tiempo que había
dejado su casa y abandonó a su familia, o más bien, que ellos lo habían
abandonado. Ni siquiera era un problema para él.
En ese momento, Vanzir llegó arrastrándose a la habitación. Estaba pálido,
lo que era normal —él se parecía mucho a David Bowie como el Rey Duende en
Laberinto— pero esta noche parecía aún más retraído. Sus ojos estaban
luminosos, un caleidoscopio de un color al que ni siquiera podía ponerse un
nombre.
Se deslizó en una silla lejana y me miró fijamente, su mirada se centró en mí.
¿Qué demonios podía haber sucedido?
—Hey, ¿dónde has estado? —le preguntó Trillian, mirándolo por mucho
tiempo para una mayor comodidad. Y luego, sin perder el ritmo, volvió la mirada
hacia mí, luego de vuelta a Vanzir y vi la comprensión relumbrando a través de
sus ojos.
Oh, maldito infierno. Él lo sabía. De alguna manera, él lo había captado. Pero,
¿cuándo? ¿Ahora mismo? O ¿lo había sabido por un tiempo? Mi estómago
empezó a agitarse mientras Vanzir se encogió de hombros.
—Estuve pasando el rato en el Inframundo Demonio por un tiempo. Hey,
amigo, Ahumado, ¿has oído los rumores acerca de tu padre? —Vanzir estaba
luchando por mantener su voz neutral, pero yo podía sentir el miedo debajo de
ella.
Ahumado le dio una breve inclinación de cabeza.
—Sí. Por desgracia.
Interrumpí, tratando de controlar mis nervios.
—Tenemos más problemas. —Les conté lo que nos había sucedido a
Delilah y a mí, primero en el portal, y luego lo que había escuchado en la
librería—. Así que tenemos que averiguar qué hacer con Chase, y… creo que la
persona que me estaba buscando en la tienda era el mono de la nieve que Trytian
mencionó. —Mis palabras murieron en mis labios mientras miraba al suelo. La
112
sala se quedó en silencio por un momento, y luego antes de que la testosterona
pudiera volar, añadí—: Estoy pensando en vender la librería. Tengo miedo por
las personas que van allí. Temo que más personas inocentes mueran a causa de
los demonios, o un dragón furioso, o simplemente porque soy un blanco útil para
los que odian a los Fae.
Morio sacudió su cabeza.
—No puedes dejar que el miedo gobierne tu vida. Si lo haces, vas a perder
más de lo que sabes. Todo el mundo en este planeta corre el riesgo desde el
momento en que se despiertan por la mañana y se levantan de la cama. Tú has
visto la historia de la Tierra, las guerras en el Oriente Medio, las guerras
mundiales, los desastres naturales, las personas tratan con ellos. Ahora, la mayor
guerra se dirige hacia nosotros y tú estás haciendo todo lo posible para detenerla.
Cerrando la Media Luna Índigo no vas a impedir que la gente se lastime.
—Tiene razón —dijo Trillian, con una voz sorprendentemente suave—.
Nunca has sido una persona que corre ante el miedo. Esa es una cosa que
siempre me ha gustado de ti. Dices al diablo con ello y enfrentas los tiempos de
peligro y lo vuelves a hacer. Y ahora, mi encantadora esposa, tienes que ponerte
de pie y enfrentar los hechos de lo que está pasando. Todos los hechos.
Era a la vez una pregunta y una demanda. Y supe justo en ese momento que
Trillian lo sacaría si yo no lo hacía. Y Trillian no se andaba con rodeos. Él no
jugaba limpio y no eludía las cuestiones delicadas.
Respiré profundamente.
—Sí. Será mejor. Vanzir… por favor ¿sales de la habitación? De hecho, es
posible que desees ir a dar una larga caminata. Roz, tu, también. Tengo algo que
hablar con mis maridos.
Vanzir se volvió bruscamente. Me miró fijamente, luego se mordió el labio y
asintió, y se fue sin una palabra, Roz lo siguió por detrás.
Ahumado parecía desconcertado, Morio perplejo. Caminé y cerré la puerta.
Como si eso pudiera detener a Ahumado de atravesar la pared si él quería, pero
bueno, era algo. Y podría darle a Vanzir un momento extra para tener un respiro
de eso.
Me volví, casi sin poder respirar. Mis amores me devolvieron la mirada.
Trillian asintió y me di cuenta de que estaba de mi lado. Cómo se enteró y cuánto
sabía, no tenía ni idea. Pero él no iba a ponerse como una fiera. Morio todavía
estaba demasiado herido para estrangular al demonio. Eso dejaba… 113
—Tengo algo que decirles. Tienen que prometer que se mantendrán en
calma. Necesito que estén tranquilos para mí. Antes de que nos fuéramos a las
Tierras del Norte, algo sucedió. —Yo apenas podía susurrar—. No hubo forma
de evitarlo. Ustedes tienen que entender eso… tienen que entender… Morio…
¿recuerdas lo malo que fue? Ahumado, tú estabas ayudando a tu madre. Y
Trillian no estaba allí. No teníamos suficientes personas en los túneles cuando los
fantasmas atacaron. Fue malo… muy malo…
—Camille… ¿qué pasó? —Ahumado se removió, su cabello se enrollaba
arrastrándose por mi hombro, pero me alejé, sacudiendo la cabeza.
—Cuando Morio fue herido, Menolly y Chase estaban sobre la alcantarilla
en la nieve, tratando de mantenerlo con vida hasta que Sharah pudiera llegar allí.
—Yo ni siquiera recuerdo eso —dijo Morio—. Sólo el dolor y la sensación
de que mi fuerza vital estaba escapándose.
Apoyé la mano en mi estómago.
—Sí… lo sé. Yo sé lo que se siente. En los túneles… Vanzir y yo nos
quedamos allí solos. Estábamos luchando por nuestras vidas. Yo estaba lanzando
hechizos a diestra y siniestra. Vanzir se estaba alimentando tan profundamente de
los fantasmas que se perdió en la energía y no podía liberarse. —Los recuerdos
pasaron por mi mente, vividos, como un sueño despierto. Había sido tan
surrealista, y sin embargo, demasiado real—. Cuando tratamos de llegar a la
escalera, no pude encontrar mis guantes y los peldaños eran de hierro.
Trillian asintió y pude ver que él ya me había perdonado. Él, de los tres, lo
entendería más. Él era mi alfa, pero no tenía la misma naturaleza Fae que yo.
¿Posesivo? Sí. ¿Pero hasta el punto de la estupidez? No.
Dándome la vuelta, me acerqué a la puerta y me incliné contra ella, con la
cabeza apoyada en la fría madera. Entonces me di la vuelta y presioné mi espalda
contra ella… mirando a los tres hombres de quien sabía que nunca podría tener
secretos. Ellos eran mi todo. Mi mundo. Mis amores.
Yo solo esperaba que sintieran lo mismo de mí después de esta noche.
Ahumado comenzó a levantarse, pero le hice un gesto para que se sentara.
—Como decía, tiré algunos fuertes rayos de energía esa noche… el aire
estaba cargado, empapado de energía. Vanzir estaba tratando de alimentarse de
los fantasmas, para mantenerlos alejados de nosotros. Era como estar atrapado
en una película de terror con nadie de la caballería que viniera a salvarnos. Me 114
acerqué demasiado a Vanzir… me advirtió que no lo hiciera, pero yo estaba
tratando de llamar su atención, para ver si sabía dónde estaban mis guantes.
Hice una pausa, esperando, buscando en el rostro de Ahumado. Pero
Morio, no podía mirar a Morio. ¿Cómo podría, cuando él había estado sangrando
a muerte, mientras yo había estado abajo, teniendo sexo con un demonio?
—¿Qué hizo? —preguntó Trillian, su voz uniforme.
—Sus tentáculos estaban extendidos, en busca de energía, y en ese mismo
momento fuimos atacados de nuevo. Lancé otro hechizo… un enorme de rayo
de energía. Vanzir se pegó a mí y comenzó a alimentarse. —Ahumado se puso de
pie, sus ojos drenándose hasta el frío, grises y planos—. ¡Alto! Por favor, detente.
Espera. Déjame terminar —le supliqué, aún sin poder dejar la puerta. Después de
un momento, volvió a sentarse, pero su espalda estaba rígida, con una expresión
indescifrable—. Vanzir no quería alimentarse de mí. Él trató de detenerse, pero su
naturaleza lo superó. Él me estaba drenando. Fue horrible, pero incluso a través
del dolor y la impasividad, yo podía sentir su angustia. Sólo había una manera que
conocía para detenerlo. Una manera de hacerlo desprenderse de mi mente. —
Ahora yo estaba llorando, tanto por el miedo como por la tristeza. Tantas cosas
habían salido mal. Extendí mis manos—. Me entregué a él. Eso lo detuvo de
alimentarse de mí.
Ahumado se puso de pie lentamente de nuevo, luego dio un paso hacia
delante, mirándome con una mirada tan dura que me encogí. Trillian se dio
cuenta y trató de intervenir, pero el cabello de Ahumado lo golpeó, quitándolo
del camino de un latigazo. Morio dejó escapar un grito.
—¿Él te tocó? —Cada palabra era puntualizada con un paso más, Ahumado
llegó hasta mi lado. Me agarró de la muñeca y la apretó con fuerza, me sacudí
mientras me arrastraba hacia adelante. Su cabello se envolvió en torno a mi
cintura, levantándome para encararlo al nivel de sus ojos—. ¡Te pregunté si te ha
tocado! ¡Respóndeme!
—Sí, lo hizo. Pero él no tenía ninguna opción. —Mis dientes ahora
castañeteaban. Ahumado atrapó mi mirada y luego, después de un horrible
momento en el que yo estaba realmente asustada de que pudiera perder el
control, él me bajó muy lentamente y me apartó gentilmente de la puerta—. No,
¡no vayas tras él! ¡Él ya no tiene sus poderes! No puede defenderse. —Trillian y
Ahumado se volvieron hacia mí. Morio estaba sentado hacia adelante lo más que
podía. Me tragué mi miedo—. La Madre Luna vino a través de mí, mientras él
estaba… mientras estábamos… ella lo despojó de sus poderes y del vínculo de
alma. Bien podría ser mortal, a excepción de su fuerza innata. Ella le quitó la
capacidad de alimentarse. 115
Ahumado se echó a reír entonces, pero fue una risa horrible, una llena de
venganza y de alegría.
—Y así la Madre Luna infligiría su justicia antes de que yo tuviera mi
oportunidad. Pero te diré esto. Vanzir sabrá por qué incluso los dioses temen a
un dragón. —Se dio la vuelta y abrió la puerta con tanta rapidez que la arrancó de
sus goznes. Echándola a un costado, se fue por las escaleras conmigo corriendo
tras él.
—¡Alto! ¡Ahumado! No. —Puse toda la fuerza que pude reunir en mi voz.
Se dio la vuelta en el rellano.
—¿Por qué? ¿Lo disfrutaste tanto? ¿Estás tan hambrienta de él que tomarías
a un cuarto?
Dejé escapar un pequeño grito.
—¿Cómo te atreves? ¿Cómo te atreves a quitarle importancia a lo que fue
una de las peores noches de mi vida? Se alimentó en mi mente, él no quería, pero
su naturaleza lo empujó sobre el borde. Y ¿dónde puto infierno estaban tus oídos
cuando te conté sobre el ataque? Estábamos en guerra con una manada de
fantasmas hambrientos. Casi matan a Morio ¡nos habrían matado a los dos!
Ahumado dejó escapar un grito áspero.
—¡No puedo soportar que te haya tocado! ¡Que él violó no sólo tu cuerpo
sino tu mente!
—¡No me violó! Me ofrecí a él.
—Para sacarlo de tu mente. Ambos ataques fueron violaciones… y de
ninguna manera puedo creer que no pudo detenerse. Probablemente ha estado
husmeando tras tus faldas desde el principio. —Ahumado me rodeó, dándome
una mirada penetrante—. Tú eres mi esposa… la esposa de Trillian. La esposa de
Morio. Te comparto con ellos, ya que es lo que es. Pero me niego a compartirte
con nadie más. No voy a compartirte con algún sucio demonio apestoso que se
abrió camino como los gusanos en tu magia y tu mente. ¡Tú eres una sacerdotisa!
Tendría que haber tenido respeto por ti. ¿Cómo puedes defenderlo?
Antes de pensar en lo que estaba haciendo, me acerqué a darle una
bofetada. Una hebra de su cabello atrapó mi muñeca y la mantuvo tensa.
Ahumado me atrajo hacia él. 116
—Tú eres mi esposa. Nadie sale impune por perjudicarte. Nadie.
¿Entiendes? —Su voz era gruesa y él olía a almizcle e ira—. Tú me perteneces.
Estamos emparejados. Acoplados. Debería arrastrarte a una dreyerie. Debería
mantenerte allí como una reina.
Podía sentir la energía de su propio dragón surgiendo a su alrededor. La idea
de que en realidad pudiera llegar hasta el final de eso esta vez —de que podría
llevarme junto con Trillian y Morio— me aterrorizaba. Razonar con los hombres
era bastante malo, con toda la testosterona, pero Ahumado era, bajo el
espléndido exterior, todo dragón. Y mil veces más difícil.
—Ahumado. Te amo. Por favor, créeme, te amo. Pero Vanzir… él
consiguió el extremo corto del palillo. Estoy bien. Él no. Él ya ha sido castigado
por mi diosa. Ella le hizo algo mucho peor que matarlo. Lo despojó de su propia
naturaleza.
Ahumado tembló, acariciándome mi cuello. Presionó sus labios contra los
míos, besándome ferozmente. Y luego, lentamente, me bajó. Cuando volvió a
hablar, su voz apenas sonaba contenida.
—Ve. Dame tiempo. No puedo pensar con claridad. Si te quedas aquí, voy a
buscarlo y a matarlo. Una vez que estés fuera del camino, iré a mi túmulo por
esta noche. En este momento no puedo mirarte o lo único que querré hacer es
cazar al perro demonio y destruirlo.
Tropecé alejándome de él, todavía tenía miedo, pero aferrándome a la luz de
esperanza que ofrecía. Trillian no me tocó mientras caminaba, pero susurró:
—Trataré de hablar con él. Mejor vete por una hora o algo así.
—¿Morio…?
—Él estará bien. Sólo ve, mi dulce. —Y mientras me apresuraba a bajar por
las escaleras, enojada, asustada y llorando, Trillian se volvió hacia Ahumado.
En cuanto llegué abajo, me apresuré a entrar en la cocina.
—¿Vanzir logró salir de aquí?
Delilah asintió, con los ojos muy abiertos. Shade parecía que estaba listo
para abordar algo. Eché un vistazo a mi hermana, luego a su amante, sacudiendo
la cabeza.
117
—Yo les dije… sobre Vanzir…
—Eso pensé —dijo Shade—. Pude sentir a su dragón elevándose desde
aquí abajo. De hecho, estoy a punto de irme por un rato. Todo lo que haría falta
es una palabra equivocada de mi parte para sacarlo de sus casillas.
Asentí.
—Esa es una buena idea. Voy a dar un paseo. Tengo que salir de aquí, pero
no quiero conducir a ninguna parte. —Busqué en la lavandería y me puse mi
falda para caminar, la que Iris había lavado, y un polera de cuello alto de Delilah.
Era demasiado ajustada, especialmente alrededor del busto y yo se la estiraría
completamente, pero le compraría una nueva. Lanzando mi capa por sobre mis
hombros, dejé que Shade me acompañara hacia la puerta.
Delilah me besó en la cabeza.
—Todo va a estar bien. Vanzir se fue. Tomó el Chevy. —Nos habíamos
comprado un par de autos de repuesto para que los usaran los chicos, no eran tan
bonitos como los nuestros, pero eran útiles.
—Bueno. Pero Ahumado podía rastrearlo en un santiamén. Está bien,
estaré de vuelta en una hora más o menos. Si me da demasiado frío, pasaré el rato
en el estudio. —Habíamos convertido un gran cobertizo de la propiedad en un
estudio para que Shamas, Roz y Vanzir durmieran allí de vez en cuando, yo
enviaba a mis maridos allí abajo para sacarlos de mi cabello cuando quería una
noche para mí.
Mientras Shade me sacaba a la tarde nevosa, la luz comenzaba a
desvanecerse. La Las última horas de las tarde bien podían ser también el
anochecer, el día más corto del año estaba apenas a una semana de distancia.
Mientras vagábamos en el crepúsculo, le pedí a la Madre Luna que las cosas se
calmaran. Yo nunca había confiado plenamente en Vanzir, pero sabía que no me
había hecho daño a propósito, y yo no era de guardar rencor cuando sabía que
había sido verdaderamente por las circunstancias y no por premeditación.
Shade ladeó la cabeza hacia un costado.
—Dale tiempo. Su ego está herido.
—Ego… —empecé a protestar, pero él levantó una mano.
—Tienes que entender la naturaleza de los dragones. Él no estaba allí para
protegerte. Fuiste herida. No se lo dijiste inmediatamente. Esas tres cosas
llegaron a un punto concluyente. Todavía podría haber querido matar Vanzir, 118
pero él no habría estado tan enojado contigo. Él se siente humillado porque no
pudo mantener a su familia segura. Diablos, me siento responsable de ti también,
y tú no eres ni mi compañera. Tú eres mi hermana querida. Y si me siento así de
mal, ¿puedes imaginarte cuán peor se siente tu marido? —Shade y yo llegamos a
la entrada—. Ahumado adora absolutamente el suelo que pisas. La idea de que
alguien te lastimó lo lleva a un frenesí. Él es dragón… esa es su forma.
Asentí.
—Sí, creo que estoy empezando a entenderlo. Es fácil olvidar que no estoy
tratando sólo con un hombre… un magnífico hombre, fuerte, obstinado. Pero él
es un dragón. Él no es un humano con un traje de dragón. Ni siquiera es un Fae
con un traje de dragón.
—Exactamente. Ahora, ¿te gustaría que camine contigo? Lo haría si quieres,
pero podría no ser conveniente en caso de que él saliera a buscarte y te
descubriera con otro dragón a tu lado… aunque yo sólo soy mitad dragón.
Diablos, ni siquiera voy a abrazarte, aunque creo que necesitas un abrazo. ¿Mi
olor en ti? Sería un suicidio. —Shade se echó a reír y por primera vez sonreí en lo
que pareció una eternidad.
—No, voy a estar bien. Tenemos las salvaguardas levantadas. Delilah
vendrá a buscarme si pasa algo. Me vendría bien un poco de tiempo para mí
misma… para pensar.
—Entonces voy a desaparecer e iré a buscar a Vanzir. Trataré de ayudarlo a
resolver qué hacer ahora. Tal vez podamos sacar a todos de esto sin ningún
problema.
—Delilah seguro encontró a un guardián, eso es seguro. —Me despedí con
la mano mientras él entraba en las sombras y desaparecía de la vista. Gracias a los
dioses por los hombres sensatos. O por lo menos, tan sensatos como podían
lograrlo. Y en esa nota, también envié un beso mental hacia Trillian. Quizás
Ahumado lo escucharía. Quizás Trillian podría calmarlo.
Después de que Shade se fuera, me volví hacia el sendero que conduce al
Estanque Birchwater. Delilah había tenido razón. Un paseo me haría bien. Decidí
que, llueva o haga sol, me las arreglaré para salir todos los días por un tranquilo
paseo. La nieve había dejado de caer y ahora un trozo de cielo estaba brillando
por entre las nubes. Una hora más y las estrellas vendrían arrastrándose hacia
fuera.
El sendero familiar era muy acogedor y mis botas dejaron impresiones 119
suaves en la nieve. Tomé una respiración profunda, dejando que el frío llenara
mis pulmones mientras paseaba hacia el estanque. Había pasado mucho tiempo
desde que había tomado un paseo por mi cuenta. Incluso durante la luna llena,
estaba en el cielo, corriendo con la Madre Luna en la caza, junto con una
muchedumbre de guerreros y otras brujas que seguían a la Señora de la Caza.
No, necesitaba más tiempo sola.
Había una curva por delante en el camino, un desvío que se internaba más
profundamente en el bosque, el otro conducía hacia el Estanque Birchwater,
donde a menudo celebrábamos rituales para los días festivos. Dónde me había
casado con Ahumado y con Morio.
Al acercarme, vi una figura alta en los árboles, vestido con un manto blanco.
Su larga cabellera flotaba en la brisa.
¡Ahumado! ¡Ahumado había venido a buscarme! Corrí a su encuentro.
Trillian debía haberlo hecho comprender. Gracias a los dioses. Ahora podríamos
seguir adelante teniendo cuidado de esto y averiguando algún modo de mantener
vivo a Vanzir y a mi marido feliz. Mi corazón dio un vuelco, y la preocupación y
el dolor comenzaron a ceder.
Al doblar el abeto situado entre nosotros, extendí mis brazos, deseando
solamente sentir su abrazo, su beso. Pedirle perdón por no confiar en él lo
suficiente como para decirle antes todo lo que había ocurrido.
—Ahumado, por favor, por favor, no te enfades conmigo…
Pero mis palabras cayeron mientras miraba al hombre que se alzaba sobre
mí. Él me dio una lenta sonrisa lasciva.
Más alto que Ahumado, el cabello, casi tan largo como el de Ahumado, era
de un blanco puro en vez de plata —ahora que estaba tan cerca, pude ver la
diferencia. Se veía un poco mayor, aunque sería difícil establecer su edad, pero yo
sabía que era antiguo, peligroso y despiadado.
Mi corazón empezó a palpitar cuando me di vuelta para correr, pero su
cabello se estiró agarrándome y me arrastró hasta él.
—¡No! ¡No! Déjame, déjame ir… por favor, por favor, déjame ir.
Quería despertar. Despertar gritando para encontrar que todo había sido un
sueño. Pero yo estaba aquí, frente a mi peor pesadilla.
Apretando su brazo alrededor de mi cintura, me alzó para mirarme a los 120
ojos, apoyando su cabeza contra la mía mientras yo luchaba por liberarme. Él
presionó su boca contra la mía, abriéndose paso entre mis labios. Me ahogué
cuando profundizó en mi garganta. Traté de morderle la lengua, pero un mechón
de su cabello me agarró por el cuello y me apretó hasta que me detuve.
—¿Qué te pasa, Camille? No estás siendo muy amable. Esa no es forma de
saludar a un familiar, ¿no? Después de todo, ¿no te alegras de ver a tu suegro?
Y entonces, mientras Hyto se reía, empecé a gritar.
Capítulo 10
Hyto me sostuvo con fuerza, el mechón de cabello todavía estaba alrededor
de mi garganta.
—En cualquier momento, podría romperte el cuello. Asfixiarte. Arrancarte
la cabeza de los hombros. Así que sugiero que dejes de gritar.
Cerré mi boca y esperé por la muerte, sabía que esa era la razón por la que
él estaba allí. Pero en vez de eso, estiró otro mechón de cabello y acarició mi
mejilla.
Mi estómago dio un vuelco.
—Las salvaguardas dieron alerta. Ahumado estará aquí afuera, buscándome.
—Luché para hablar contra la restricción en mi garganta que me dolía.
—No creo que mi hijo vaya a hacer tal cosa. —Hizo un gesto, y de atrás de
un imponente árbol de hojas perennes salió el hombre que Giselle había descrito.
Se inclinó brevemente hacia Hyto—. Conoce a Asheré, mi mono de la nieve. Él 121
invalidó tus salvaguardas en un abrir y cerrar de ojos. Así que nadie va a saber
nada.
El pánico se apoderó de mí.
Oh, Gran Madre, va a matarme aquí y nunca tendré la oportunidad de decirle adiós a
mis seres queridos.
Estaba a punto de rogarle —sólo deja que me vaya y no voy a decir ni una
palabra— cuando las palabras murieron en mis labios. Hyto estaba más allá de la
razón. Él no me escucharía. Él me odiaba. Y yo no iba a rogarle. ¿Por mis
hermanas en peligro?, ¿por las vidas de mis amigos en riesgo?, yo estaría
arrastrándome por el suelo. Pero nunca me arrastraría por mi propia vida.
—¿No tienes nada que decir? ¿Ninguna protesta? ¿Ni un ruego por tu vida?
—Él me miró con curiosidad y luego dejó escapar un resoplido—. Bueno, no
importa. Pero no puedo irme sin dejar una tarjeta de visita. Asheré, prepara a la
chica. —Me tiró al suelo y me tropecé.
Asheré me agarró por los brazos y abrí la boca para gritar de nuevo, pero
con una sola palabra del monje, mi voz quedó en silencio y ya no podía hablar.
Luché, pero otra palabra de él y no podía moverme, me quedé parada ahí, quieta
como la noche.
Nos quedamos allí, mirando a Hyto mientras se movía hacia un costado.
Sentí como si estuviera en un sueño —tan congelado como uno de los
carámbanos de casa. Imágenes de mis hermanas pasaron por mi mente, ellas
continuarían adelante, pero yo las echaría mucho de menos.
Y Ahumado, Trillian… Morio… ¿quién iba a encontrar mis restos? Oré
para que no fuera uno de ellos… o mis hermanas. Permite que sea una persona a
quien no le causaría demasiado daño. Mi primo… Chase… cualquiera excepto mi
familia.
¿Se lamentarían por mí? Pensé en Maggie y las lágrimas comenzaron a rodar
por mis mejillas. E Iris…por lo menos yo sabía que ahora ella iba a ser feliz.
Incluso en medio de esta guerra, ella tendría un rayo de esperanza.
Mis pensamientos saltaron a mi padre. ¿Se arrepentiría por apartarme?
¿Vería mi estatua del alma hacerse añicos? ¿Sostendría los restos en sus manos,
preguntándose qué le había pasado a su hija? ¿O las barrería a la basura con su
corazón tan tranquilo y endurecido como se había vuelto?
122
Madre Luna, Pensé, por favor, que mi fin sea simple. Déjame ir rápidamente.
Permíteme deambular en la noche con tu Caza, déjame encontrar mi camino a la Tierra de las
Cascadas de Plata y reunirme con mi madre.
Y luego Hyto captó mi atención. Se concentró en un árbol cerca del
comienzo del sendero y, con un fuerte rugido que resonó desde lo profundo de
su garganta, dejó emerger un torrente de llamas de su boca, dejando un lado del
abeto en llamas. Cuando se iluminó la noche, me arrancó mi capa de mis
hombros y la tiró en el suelo cerca del árbol.
¿Qué demonios? Él podía simplemente dejar mi cuerpo carbonizado aquí
como un mensaje para Ahumado. Eso haría algo más que la capa.
Hyto captó la pregunta en mis ojos. Un profundo estruendo resonó desde
sus entrañas. Su risa fue como un mazazo.
—Una tarjeta de visita, mi querida. Basta con una tarjeta de visita. Porque tú
eres sólo la mitad de la ecuación. Quiero que mi hijo sepa que te poseo. Quiero
aplastarlo con el conocimiento de que ahora tú me perteneces.
No… no… mientras me daba cuenta de lo que Hyto estaba diciendo intenté
moverme frenéticamente, traté de romper el hechizo, pero no podía moverme.
Se inclinó hacia mí mirándome directo a los ojos.
—¿Te acuerdas? Te lo prometí cuando nos conocimos, cualquier cosa que mi
hijo posee es mío, para usar o abusar como yo lo considere conveniente. Cuando Iampaatar
venga a mi dreyerie3 para rescatarte, te habré destrozado tanto y más allá de toda
razón, que solamente habrá pequeños fragmentos de tu vida dejados para que él
los recoja. Y entonces, y solo entonces, acabaré con él.
Empecé a bloquear mi mente a medida que me daba cuenta de que Hyto
realmente no se refería a matarme. Todavía no. No, él se refería a llevarme,
quebrarme y hacerme trizas. A medida que el pánico comenzó a formarse, él me
tomó en sus brazos y comenzó a girar, lentamente al principio, luego más y más
rápido hasta que el mundo se convirtió en un borrón y perdí la conciencia.

Me desperté en un camastro. Lo primero que sentí fue el heno afilado


pinchando mi costado. Lo siguiente, una manta áspera cubriéndome. Todavía
tenía mis ropas puestas… una buena señal. Ya no estaba paralizada, pero me
forcé a permanecer quieta. En el pasado, aprendí que era mejor hacerme la tonta
hasta que supiera lo que estaba pasando. Manteniendo los ojos cerrados, me 123
esforcé por escuchar cada sonido que podía.
El viento. Podía oír el aullido del viento. Resonaba como si estuviera
soplando afuera, más allá de una entrada. ¿Una construcción en lo alto de una
montaña? ¿Una cueva? El aire también se sentía ligero… y eso corroboraría mi
suposición de que estábamos a una mayor altura.
Temblando, me di cuenta de que estaba fría, incluso por debajo de la manta.
El frío era glacial, mucho más frío de lo que había estado en mi patio trasero. De
hecho, el olor del aire…
Oh, no.
Sabía dónde estaba —al menos la región en general. Estaba en algún lugar
de las Tierras del Norte. No había equivocación alguna en esa bruma helada que
flotaba en el aire, llena de la magia y la energía del hielo y niebla. Infierno. Hyto
había querido decirlo cuando dijo que iba a llevarme.
Escuché en busca de cualquier movimiento, pero no pude sentir a nadie
cerca de mí, así que poco a poco abrí los ojos y miré a mi alrededor. Una caverna.
3
Dreyerie: significa, nido, guarida, madriguera.
Estaba en una cueva, cerca de un fuego que ardía alegremente. Me deslicé hacia
eso y froté mis manos en el fuego, luego calenté mi rostro acercándome a las
llamas, tratando de evitar las chispas perdidas.
Después de un momento, noté una taza con líquido colgando sobre el fuego
y me encontré muy sedienta, pero sabía que no debía probarlo sin saber lo que
era. Por todo lo que sabía, podría ser una poción mortal. Me paré
cautelosamente, tirando de la manta áspera alrededor de mis hombros para
mantener el calor. Mi cuerpo me dolía y mi cabeza estaba nublada. Me di cuenta
de que habíamos llegado a través de los mares de Ionyc. Hyto sería capaz de
viajar a través de ellos, porque era un dragón blanco.
Un anillo de piedras había estado resguardándome de una parte más grande
de la caverna y di un paso vacilante más allá las piedras, entrando en la sombra
cerca de las paredes de la caverna. Tal vez podría escapar. Tal vez tendría suerte y
afuera encontraría una posada cercana. Pero no podía quedarme si había una.
Hyto podría imaginárselo y quemar el lugar hasta los cimientos. No, tenía que
arreglármelas para tomar algunos suministros y correr. Correr… ¿a dónde…?
Has estado en las Tierras del Norte una vez, con Iris. Y eso fue la semana pasada. No
tienes ni idea de dónde te encuentras… al menos no todavía. 124
Irritada con mi propia lógica, y por las ansias de correr de cualquier manera
y salir de la cueva, para poner distancia entre mi persona y el loco pervertido que
me esperaba en algún lugar de por aquí para limpiarse los dientes con los huesos
de mis costillas como palillos, me deslicé a través de las sombras hasta la boca de
la cueva y me asomé.
Mierda. A la maldita mierda.
Fuera de la entrada había una estrecha saliente cubierta de hielo y nieve que
bajaba de la montaña. Era estrecha, tan delgada que tendría suerte de no caerme
del borde al minuto en que tratara de correr por ahí. Y estábamos en las alturas.
Podía ver los picos de otras montañas.
Miré el panorama que se extendía por delante de mí. Si no estuviera cautiva,
sería hermoso… una franja de color blanco que iba de glaciar a glaciar a…
glaciar… esperen un minuto. ¿Podría ser? Entrecerré los ojos. A lo lejos, vi algo a un
costado de la montaña que me resultaba vagamente familiar.
¿Podrían ser las Faldas de Hel? Habíamos estado allí con Iris. Por supuesto,
si lo eran, seguían estando al menos a un día de viaje descendiendo por la
montaña, y luego, un buen tramo de ardua caminata desde allí. Y sin duda, el
camino estaría plagado de grietas y peligro de aludes. Pero si ese era el campo de
hielo de los glaciares, ese era el rayo de esperanza del que podía aferrarme.
Debido a que cerca de las Faldas de Hel, Howl, el Gran Espíritu Lobo de
Invierno, tenía su hogar. Y él era un Señor Elemental. Él podría enfrentarse a un
dragón, siendo uno de los verdaderos inmortales.
Un ruido me hizo saltar. Alguien se acercaba. Me apresuré a ir hacia el
fuego, logrando acostarme nuevamente antes de que entrara en la habitación. Me
había ubicado para poder ver quién era con los ojos entrecerrados.
Hyto. Infierno y doble infierno. Por lo que había dicho, tuve la sensación de
que él estaba pensando en dejarme con vida hasta que Ahumado llegara hasta
aquí, pero, en qué forma estaría yo, estaba en debate. Me pregunté si no sería
mejor seguir jugando a la dormida o prepararme por adelantado en caso de que él
decidiera darme una patada o algo así. No me extrañaría viniendo de él. Al final,
opté por rodar poniéndome en una posición en cuclillas desde la cual podría
correr o alejarme de un salto.
Se dio la vuelta, mirándome con una expresión impasible. Hubiera sido
difícil precisar su edad, aunque si fuera humano lo ubicaría casi en sus cincuenta
años. Pero él era delgado y altísimo, como Ahumado, y por mucho que yo no
quisiera, podía ver una semejanza en la estructura facial. Allí terminaban las
similitudes.
125
Sin que su mirada se apartara jamás de mi rostro, se acercó lentamente hacia
mí. La arrogante sonrisa en sus labios hubiera sido suficientemente aterradora,
pero la mirada en sus ojos era tan gélida como el hielo. Sin piedad. Ni
compasión.
Poco a poco me puse de pie, retrocediendo cuando él entró en el círculo de
piedras y siguió caminando hacia mí. Quise decir algo, pero, ¿qué había que
decir?
¿Por favor reconsidera esto? ¿Tú vas a morir? Oh, sí, eso funcionaría en un
dragón.
Se detuvo a cerca de medio metro de distancia de mí, y su mirada viajó
desde mis pies subiendo por mi cuerpo, deteniéndose en mis caderas y mis
pechos. El hielo se derritió un poco en sus ojos, reemplazado por un deseo
ardiente.
Peor, mucho peor que la mirada fría y distante.
—¿Aún no vas a rogar por tu vida? ¿Todavía no vas a mendigar por mi
indulgencia? Eres demasiado insolente para ser una mortal… seas medio-Fae o
no. —Y él extendió un mechón de cabello. Pensé que iba a usarlo para
acariciarme de nuevo, pero en lugar de eso lo enrolló en espiral hacia atrás como
una serpiente y luego me golpeó, cortándome mi mejilla.
El aguijón del golpe me tomó por sorpresa y jadeé, llevando mi mano a mi
cara. Un hilillo de sangre caliente humedeció mis dedos y empecé a temblar. Di
un paso hacia atrás, pero él agarró mi muñeca con el mismo mechón.
—Dilo. Ruégame por tu vida. No voy a pedírtelo de nuevo. —Sus ojos
ahora giraban en un remolino de niebla y bruma, y pude ver al dragón
levantándose detrás suyo en su aura, tan enorme, tan antiguo que él
probablemente había visto nacer y morir a las montañas. Él quiso decir cada
palabra que decía y yo no quería enterarme tan pronto hasta qué punto podía ser
empujado su temperamento.
Mis rodillas empezaron a ceder y tartamudeé:
—Por favor… por favor, perdóname. —Avergonzada y enojada por haber
cedido tan rápido, bajé la cabeza mientras mis palabras salían en un susurro. Pero
la sangre en mi mejilla corría libremente y el hombre que se erguía sobre mí podía
romperme como un hacha a la leña.
126
—Ahí lo tienes, ¿era tan difícil? —Él estiró una mano y me levantó la
barbilla—. Aprenderás modales, señora Camille. Aprenderás tu lugar en mi
sociedad. Aprenderás lo que significa servir verdaderamente a un dragón.
Y entonces él me empujó y caí de bruces al suelo. No me moví, no quería
hacerlo enojar de nuevo.
—Enviaré a una mujer para prepararte. No estás vestida adecuadamente
para sentarte en mi presencia. Harás lo que ella diga. —Se volvió y comenzó a
alejarse. Por encima de su hombro, él agregó—: Ah, ¿Camille? Si estás pensando
en tratar de escapar, te doy esta advertencia: Si tienes éxito, voy a regresar a tu
casa y destruiré cada centímetro de tu propiedad. Voy a arrasarla hasta los
cimientos. Voy a violar a tus hermanas y a esa duendecilla molesta que mantienes
alrededor. Y luego, me las comeré.
Y tras decir eso, desapareció de regreso a las profundidades de la caverna.
Esperé a que se fuera y entonces me puse de pie. ¿Qué demonios iba a
hacer? No podía escapar, no sin ayuda o suministros. Y si lo hiciera…
¿verdaderamente llevaría a cabo sus amenazas?
Esa no es la cuestión, me respondió mi instinto. Sabes que lo haría. La pregunta es,
¿serán capaces de detenerlo antes de que logre destruir todo lo que está a la vista?
Me acurruqué junto al fuego, esperando, hasta que otro par de pasos me
advirtió de que alguien venía. Era una mujer, como Hyto había dicho, y de
inmediato me di cuenta que no era dragón. Por su aspecto, ella era una del
pueblo de los Hombres del Norte. De constitución robusta, con cabellos rubios
largos y fibrosos, y unos músculos que me decían que no toleraría ninguna
mierda de nadie. Lo que significaba que, a menos que pudiera derribarla con un
hechizo, tendría que luchar para abrirme paso por delante de ella.
Ella hizo un gesto para que la siguiera, y, en silencio, lo hice. Nos
adentramos más en la caverna y el aullido persistente del viento clamaba a
nuestro alrededor. La cueva era tan grande y espaciosa que podía ver fácilmente a
Hyto cambiando de forma aquí. Las paredes estaban desnudas y muy
deterioradas, y las estalagmitas y estalactitas habían crecido largas y gruesas
durante siglos. Esta cueva había resistido el tiempo, se sentía vieja, hueca y
profunda.
127
Me aclaré la garganta y miré a la mujer.
—¿Puedo hablar? —Yo tampoco quería estar en el extremo receptor de sus
puños. Pero ella se limitó a asentir, pareciendo entenderme. Había hablado en
una variante de las lenguas del Norte, más o menos, yo no era tan hábil, pero
sabía lo suficiente para sobrevivir. Sería inútil preguntar dónde estábamos, así que
respiré hondo y le pregunté—: ¿Qué vas a hacer conmigo?
—Prepararte para el Maestro. No estás vestida apropiadamente. Voy a
bañarte, vestirte y darte de comer. —Mientras hablaba, su rostro permaneció
inmutable, pero atrapé un atisbo de compasión en sus ojos.
Agachando mi cabeza, aumenté mi glamour a toda potencia y asentí
lentamente.
—Yo no elegí venir aquí. Me secuestró.
—Nadie elige asistirlo. Al menos ninguna de las mujeres. —Sus palabras
fueron abruptas pero claras.
—¿Por qué estás aquí, entonces? ¿Por qué lo ayudas?—
Ella se detuvo, volviéndose hacia mí.
—Te diré esto una vez. Recuérdalo. Él tiene cautivo a mi hijo. Mi ayuda
mantiene con vida a mi hijo. Lo que significa que haré todo lo que pide. Nunca lo
olvides. No voy a salirme de mi camino por ayudar al Maestro, pero tampoco voy
a hacer nada para poner en peligro a mi hijo. ¿Entiendes?
—Sí… entiendo. —Y lo hacía. Ella estaba protegiendo a su hijo; ella haría
lo que tuviera que hacer. De acuerdo, Hyto sabía manejar a la gente. Sabía
exactamente qué botones apretar.
— Bien. Sígueme y guarda silencio.
Pasamos por varias cámaras largas, cada una tan vacía como la última. O
Hyto no compartía el amor de Ahumado por la buena vida o la totalidad de sus
cosas estaban en sus aposentos privados. De cualquier manera, la caverna era fría,
árida y áspera, y en este momento lo único que deseaba era mi cama en casa, una
colcha suave y a mis amores a mi lado. Extrañaba a mis maridos y a hermanas
tanto que sentí náuseas. Pero mantuve la tranquilidad y traté de empujar el miedo
hacia atrás. Necesitaba recordar la disposición de la caverna. Si tuviera que
ocultarme, necesitaba saber por dónde podría desaparecer.
128
Entramos en una cámara más pequeña ubicada a la izquierda. Finalmente,
aquí estaba la zona de los aposentos —por lo menos para los mortales. Varias
camas estaban esparcidas alrededor de la cámara —conté doce— y un estanque
de agua humeante se situaba en medio de la habitación. ¿Una fuente termal
natural? No era probable. Lo más probable era que fuera nieve derretida
calentada por el gran fuego que ardía en la hoguera. La habitación todavía estaba
fría, pero sin el intenso frío de las cámaras exteriores, sobre todo cuando la mujer
corrió una cortina en la entrada.
—Siéntate y déjame limpiar la herida en tu rostro. —Ella me empujó hacia
un banco de piedra estrecho. Me senté, tocándome la herida que el cabello de
Hyto me había infligido. Se sentía caliente y me pregunté si el cabello de dragón
podría causar una infección. Respiré profundamente y escuché un golpeteo
proveniente del fondo de la cámara.
—¿Qué es eso? —salté, mirando alrededor.
—Mi hijo. Siéntate. —Ella me empujó y lentamente me senté de nuevo en
el banco. Miré a través de la luz tenue de los faroles repartidos por la habitación.
A medida que mis ojos se adaptaron, por fin la vi: una jaula de hierro y cuero.
Estaba situada a casi dos metros del suelo colgando de una correa del techo de la
cueva y era casi del tamaño de un armario para sábanas retorcido en los
extremos.
En el interior se agachaba un hombre joven, de unos quince años, con los
ojos desorbitados. Tenía largos cabellos dorados pero estaban enmarañados en
rastas y tan sucios que parecía negros.
Estaba sin camisa y llevaba un par de toscos pantalones sostenidos por una
cuerda atada alrededor de su cintura. Parecía que llevaba un top de malla de red,
pero cuando esforcé la vista un poco más, me di cuenta que las líneas que pensé
eran una malla eran en realidad un patrón en rejilla de ronchas. Había sido
golpeado, en patrones, lo suficiente como para dejarle cicatrices permanentes.
Visiones de la tortura de Menolly se deslizaron en mi mente mientras
miraba al chico.
Hyto. Tenía que ser Hyto. Él no tendría ningún reparo en hacerle daño a un
mortal. Hombre del Norte o no. Niño o no.
Miré a la mujer, que me observaba.
—¿Cómo te llamas? ¿Cómo se llama él? Hyto hizo…—
129
—Mi nombre es Hanna. El nombre de mi hijo es Kjell. Y sí, el Maestro
castiga a mi hijo por mis errores. —Su labio tembló y ella parpadeó rápidamente,
pero aún así la vi empujar las lágrimas.
—Él amenazó con matar al resto de tu familia, ¿no? —Yo no tenía que
preguntarle. Sabía qué clase de criatura era Hyto. Él usaría toda forma de tortura
mental y física del manual, y la amenaza de destrucción de la familia es una buena
manera de hacer que alguien obedezca.
Hanna lavó gentilmente la herida en mi mejilla, luego vertió una línea
delgada de un ungüento a lo largo de ella.
—Él mató a mi marido. Tuve la oportunidad de pasar de contrabando a mis
hijas antes de que él se apoderara de ellas. Pero nos atrapó a Kjell y a mí cuando
estábamos tratando de huir. —Otra línea de pomada y ella retrocedió un paso—.
Ya está. Ahora quítate la ropa. Ni siquiera pienses en protestar. Debes tomar un
baño. Al Maestro le gusta que sus… juguetes… estén limpios.
Juguetes… y allí estaba. Tragué saliva.
— ¿Qué pasa con tu hijo? Él me verá.
—Está encerrado en una jaula. Él es… ver a una mujer desnuda es la menor
de sus preocupaciones. Obedece.
Comencé a quitarme mi falda y el pulóver de cuello alto, alejándome de la
jaula. El extraño muchacho sacudió la puerta, dando gritos guturales, pero Hanna
no le hizo caso y yo hice lo mismo. No había otra cosa más que pudiera hacer
que obedecer. Si lastimaba a Hanna —y mi capacidad para hacerlo era un gran
si— no tenía ninguna esperanza de escapar. Yo la necesitaba. Necesitaba ganar su
ayuda, y para hacer eso, también tenía que salvar a su hijo.
Cuando entré en la piscina humeante, ella echó un perfume en el agua. El
olor era pesado, especias, ámbar y miel —al igual que los perfumes que he
usado— y el calor acogedor del agua comenzó a relajar los músculos. Me eché
hacia atrás, por más que no quería disfrutar de la sensación del agua. Estaba
cansada. Tan cansada. Y el miedo y el frío habían roído su camino a través de mí.
Luché conmigo misma por un momento y luego decidí que si me relajaba,
me daría un poco de descanso. Aspiré el vapor, dando la bienvenida al calor en
mi cuerpo.
Hanna me entregó un paño y la barra de jabón hecho a mano, y empecé a
lavarme. Al mirar en el vapor, empecé a caer en un trance leve. 130
Y entonces eso me golpeó como una tonelada de ladrillos. Yo podía utilizar
el ritual del Alma Simbionte para contactarme con Ahumado, Morio y Trillian.
Por lo menos para hacerles saber que todavía estaba viva.
Cerré los ojos y respiré lentamente, luego dejé escapar el aliento en una
corriente larga, constante, llevándome a mí misma más profundamente en el
trance.
Abajo, abajo, en el fondo del abismo. Me dejé resbalar. ¿Dónde estoy? En un lugar
turbulento de niebla y bruma. En un lugar de nieves eternas. Y ahí, ahí… hay destellos.
Rastreadores. Sigue la magia, sigue las luces, ve corriendo a través de las brumas. Un torbellino
de susurros, un aleteo de chispas, y… abajo más lejos, más profundo en el interior, sigue el
camino a la chispa que hace que tu núcleo interno surja, a ese lugar más sagrado a salvo de todo
y de todos. Y ahí… un puntito de luz, el núcleo de la magia…
Otro suspiro, otro giro en la noche… ve hacia la luz, sigue el rastro… sigue el camino…
y luego, un paso más y…
Yo estaba de pie en el astral con la niebla hasta las rodillas. El aire brillaba
con energía, revoloteando como un millar de impulsos eléctricos. O, lo que se
consideraba aire, en el astral realmente no necesitaba respirar, sobre todo porque
yo no estaba allí completamente en cuerpo, sino sólo en espíritu. Rosa, verde,
amarillo, azul… la fluorescencia me recordó a la bahía por la noche cuando las
algas fluían en la marea.
No estaba segura de dónde estaba, me volví, esparciendo una corriente de
destellos. ¿Dónde estaban? ¿Dónde estaban sus firmas? Busqué, centrándome en
sus rostros, manteniéndolos firmemente en la mente y comencé a enviar una
llamada mientras me movía hacia delante.
Bien podría explorar mientras intentaba conseguir llegar a ellos. La niebla
giraba en torno a mis piernas como una presencia acogedora. El astral me hacía
sentir más segura —por lo menos mi espíritu podía escapar, aunque mi cuerpo
estaba atrapado con un dragón enloquecido. Y esa promesa parecía no tener
precio en estos momentos.
Ahumado, Morio, Trillian… ¡estoy aquí! ¿Pueden oírme? ¿Pueden encontrar el camino
hacia mí? ¡Ayúdenme! ¡Estoy aquí! ¡Estoy viva! ¡Ahumado!
Y entonces escuché una voz que nunca había esperado oír. Se acercó por
detrás de mí, bienvenida y a la vez tan repentina que casi me caí al girar para ver
si era realmente quien yo pensé que podría ser.
131
—¿Camille?¿Qué estás haciendo aquí?
Allí, justo en frente de mí, estaba Chase.
Capítulo 11
—¡Chase! ¡Oh, Chase! —Contenta, corrí hacia adelante y lo abracé. A pesar
de que solamente estaba en el astral aún así se sentía real y ahora necesitaba una
cara amable más que nunca. Me eché a llorar, apoyando mi cabeza en su hombro.
—Vamos ya está… no pasa nada. Estoy vivo. Sólo estoy sorprendido de
que lograste encontrarme. He estado aquí dando vueltas por un tiempo. —Él se
soltó lentamente y me sonrió—. ¿Cuánto tiempo has estado buscándome?
¿Cuánto tiempo ha pasado? Espero no haber estado desaparecido por años.
Me estremecí, dándome cuenta lentamente de que él no tenía ni idea de lo
que estaba pasando. Por supuesto que no la tenía… estaba desconectado en su
propio infierno privado.
—Chase… lo siento… no he venido aquí a buscarte, aunque estoy muy
contenta de haberte encontrado. Estoy tratando de ponerme en contacto con
Ahumado o Morio o Trillian. Escucha… por favor, puedo no tener mucho
tiempo antes de que me obliguen a salir del trance. Hyto me atrapó. Él me
mantiene cautiva en las Tierras del Norte, para tenderle una trampa a Ahumado.
132
Si de alguna forma encuentras el modo de salir del astral antes de que sepan
dónde estoy… por favor, cuéntales. Y diles… que los amo a todos.
Una vez más, los lagrimones saltaron y rompí a llorar de nuevo. Chase se
quedó mirándome por un momento y luego me tomó entre sus brazos y apoyó
mi cabeza en su hombro, acariciando mi espalda.
—Ssh… todo va a estar bien. Encontraré la forma de salir y vamos a ir a
rescatarte. ¿Te ha lastimado? ¿Estás…? —Se detuvo, luego sacudió la cabeza—.
No tienes que responder a eso.
Dejé caer mi cabeza.
—Tiene algo horrible reservado para mí. Eso lo sé. Él me ha maltratado un
poco hasta el momento. Pero Chase… —Mi voz salió baja y ronca—. No creo
que vaya a salir de esta. No sin grandes daños. Si acaso. Prométeme, si… si me
mata antes de que pueda escapar, ¿mantendrás un ojo sobre mi familia?— Chase
asintió; pude sentir su sacudida de cabeza. Sintiéndome un poco mejor, me aclaré
la garganta y me sequé los ojos. Yo no era la única vagando perdida en estos
momentos—. ¿Qué hay de ti? ¿Dónde estás? Te seguimos hasta un anillo de
setas, pero no podíamos pasar sin saber lo que estaba en el otro lado. ¿Te tiene
atrapado el Devorador del Pantano?
Inclinó la cabeza, luciendo confundido.
—¿El Devorador del Pantano? No me gusta el sonido de eso… sea lo que
él sea. No estoy seguro de dónde estoy, para ser honesto. Una vieja arpía con más
manos de las que puedo pensar, me dio un tirón a través del portal y salió
corriendo conmigo. Me recuerda a una araña. Me las arreglé para escapar; logré
sacar mi pistola y disparé, pero para entonces estaba perdido y no tenía ni idea de
lo que estaba pasando. Ella me atrapó de nuevo, enrollándome en un hilo de seda
y me llevó a través del anillo de setas. Estaba oculto en un montón de tierra,
atado. Me alimentaba con miel y pan, y me pinchaba tanteándome con una de sus
manos.
—Encontramos tu arma y tu reloj. Delilah los tiene. —Hice una mueca. Su
aventura sonaba casi tan agradable como la que yo estaba pasando—. ¿Cuántas
manos tiene?
Él se encogió de hombros.
—No lo sé, pero por lo menos cinco o seis. Yo estaba seriamente aterrado 133
de que me fuera a comer y no me refiero a una mamada. Finalmente me decidí a
tratar de usar los poderes que estoy desarrollando y… bueno… terminé aquí. No
estoy seguro de cómo, ni siquiera sé si mi cuerpo está aquí.
Me centré en él, extendiendo la mano para trazar el contorno de su aura.
Era firme y sólida… ¿qué carajo? Chase se las había arreglado para impulsarse al
astral, ¿en cuerpo? .¿Cómo lo había hecho?
—Amigo, no sé cómo decirte esto, pero estás aquí. Totalmente. En cuerpo.
Escucha… ten cuidado. Hay un montón de criaturas repugnantes aquí en el
astral, pero si eres prudente podrías ser capaz de encontrar a alguien para
ayudarte a llegar a casa…
Todo comenzó a desdibujarse y me di cuenta de que estaba desapareciendo
gradualmente. Hanna debía de estar sacudiéndome.
—Me tengo que ir. Por favor… ten cuidado. Mantente a salvo. Encuentra
tu camino a casa. —Y luego, sin ni siquiera un parpadeo, estaba de vuelta en la
bañera, y Hanna estaba quitándome el paño y me hundió en el agua.
Farfullé, forcejeando con sus manos, tratando de salir. Después de un
momento, ella aflojó y emergí del agua, jadeando.
—¿Qué demonios estás haciendo? ¿Tratando de ahogarme? —Escupí agua
con sabor a almizcle y busqué algo para limpiarme mis ojos que me ardían.
Ella me dio una toalla de un tejido sorprendentemente suave y me hizo un
gesto para que me limpiara mis ojos.
—Te pedí que te lavaras tu cabello y no escuchaste. —Después de tomar la
toalla, ella me dio el jabón—. Ahora enjabona tus rizos y luego enjuágate
nuevamente. Y hazlo rápido o lo haré yo por ti.
La miré fijamente, pero dándome cuenta que sería un error señalarle que
había estado en trance y no prestando atención, me froté la cabeza con el jabón
y luego enjuagué la espuma de mi cabello. Hanna gruñó y luego hizo un gesto
para que me levantara. De mala gana, salí del agua caliente y el frío de la caverna
me golpeó antes de que ella me pudiera envolverme en una toalla fresca. Me
acurruqué debajo de la tela, tratando de mantener el calor, mientras ella me
llevaba hasta el borde de un pozo de fuego y me pidió que me sentara en un
banco.
Cuando me senté, agarró la toalla y la reemplazó con una manta, y luego
tomó un peine rudimentario y comenzó lentamente a peinar mi cabello enredado.
134
Después de un momento, escuché lo que sonó como un sonido ahogado y
cuando me volví, vi lágrimas en sus ojos. Estaba frunciendo el ceño.
—¿Hanna?¿Qué pasa?
Ella negó con la cabeza, pero después de un momento dijo:
—Yo solía cepillarles el cabello a mis niñas. Las cepillaba una y otra vez, y
luego trenzaba sus bucles. A ellas les encantaba. Era nuestra hora especial de cada
día, después de realizar todas las tareas. Me recuerdas a una de ellas. Se parecía a
su padre, con el cabello oscuro y la piel pálida.
Eso podría ser útil, pensé, luego suspiré ante mi propia crueldad. Pero estaba
luchando por mi vida. Tenía que usar todo lo que podía.
—¿Cuál era su nombre? ¿Qué edad tenía?
—Ella era una doncella, con la edad suficiente para casarse, pero aún era
joven. Su nombre era Sifonar. Era… ella era hermosa, y muchos jóvenes quería
casarse con ella. Pero ella no quería casarse, no todavía. Quería una vida de
aventuras. Ahora… ahora no tengo ni idea de si vive o no. Probablemente nunca
la vea de nuevo, o a sus hermanas —dijo en voz baja, sus pasadas eran cada vez
un poco más suaves.
Me mordí el labio, y luego inspiré lentamente y dejé escapar el aliento.
—Eso se siente bien. Gracias.
—Grmph. —Hanna frunció el ceño cuando miré sobre mi hombro, pero
ella continuó el cepillado y a los diez minutos, mi cabello se estaba secando y
empezando a enroscarse con sus ondas naturales. No dije nada más, sólo me
agaché hacia las llamas, tratando de mantenerme caliente.
—¿Tienes frío, muchacha?
—Mi nombre es Camille —dije lentamente—. Y sí, tengo frío.
—Las tierras del norte son el corazón del invierno. Nunca se calienta aquí.
Oh, la nieve se esfuma un poco y una vegetación pobre crece y florece, pero aquí
verdaderamente jamás hay ninguna calidez.
—Lo sé. Yo acababa de regresar a mi casa después de un viaje hasta aquí
cuando Hyto me capturó. Mientras estuve aquí, me quedé con la gente de Howl,
abajo, cerca de las Faldas de Hel. —Fue un riesgo calculado el mencionar al Gran
Espíritu Lobo de Invierno, pero estaba dispuesta a arriesgarme.
Hanna dejó caer el peine. 135
—¿Howl? ¿Tú conoces al Señor Elemental?
—Sí. —Me levanté y me volví hacia ella—. Él fue cortés en su hospitalidad.
Es un amigo poderoso. Un poderoso aliado. Creo que está cerca, ¿verdad?
Su mirada aterrada lanzaba vistazos hacia la jaula con su hijo en el interior,
se detuvo un momento, y luego recuperó el peine.
—Tu cabello casi está seco. Ahora debes vestirte y luego asistirás al Maestro
en su cámara.
Mierda. No fue lo suficiente para empujarla a prestarme ayuda. Extendí la
mano y toqué ligeramente su brazo.
—Por favor, por favor, ayúdame. No puedo soportar la idea de ir con él. Él va…
estoy segura que has visto lo que ha hecho con otros… juguetes… ¿no es
verdad? ¿Cuántas sobreviven? ¿Cuántas gritan por ayuda, mientras él las
desgarra? ¿Cuántos huesos ha arrojado a un costado?
Las lágrimas comenzaron a formarse en sus ojos.
—Te pareces tanto a mi Sifonar. Mucho… pero ella ya no está aquí para
que la proteja. Sin embargo, mi hijo sí. —Luego, con una última sacudida de
cabeza, añadió—: No puedo ayudarte. No puedo correr el riesgo de lastimar a mi
propia carne y sangre para ayudar a una extraña.
Dejé caer mi mano. Por supuesto, ella no podía, y yo lo sabía, lo sabía en mi
corazón, en mis entrañas. No esperaba que sacrificara a su hijo por mí.
—Sí. Y eso es exactamente lo que te estoy pidiendo, ¿no es así? Lo siento.
Por supuesto que no puedes ayudarme. Yo no comprometería a mis hermanas
por un extraño. —Resignada, sintiéndome entumecida, me encogí de hombros
saliendo de la manta—. ¿Dónde está mi ropa?
—Él quiere que uses la ropa de su elección. —Hanna extendió la mano,
sosteniéndome de mi muñeca—. Por favor, no me odies —dijo ella, con una
mirada suplicante en su rostro.
—No lo hago. —Sacudí la cabeza y quise decir cada palabra—. Yo no te
odio, pero tienes que entender, probablemente estoy caminando a mi muerte. Y
él está montándole una trampa a mi marido, a su propio hijo, para matarlo. ¿No
lo entiendes? Hyto es mi suegro.
136
Una mirada invadió su rostro, una mezcla de repugnancia y horror.
—No. ¿Tú eres de su familia?
—Al parecer, para Hyto, los miembros de la familia no reciben pases
gratuitos. —Fortaleciéndome a mí misma, extendí mis brazos. Tendría que ser
fuerte, enfrentar todo lo que venía en mi dirección, porque ahora mismo no veía
ninguna forma de salir de esto—. Vísteme.
Hanna se movió silenciosamente, evitando mi mirada. Ella sacó una tanga
plateada. Cuando entré en ella, la seda de la tela se deslizó lujuriosamente contra
mi piel y mi trasero nunca se sintió tan expuesto, incluso cuando estaba desnuda.
Me sentí como una vaca ganadora de premio, preparándose para desfilar
por la habitación antes de ser masacrada. Luego Hanna cubrió con una bata
drapeada mis hombros. La fijó en la parte delantera con un broche enjoyado, de
modo que mis pechos pesadamente redondeados quedaron sobre la parte
superior, al descubierto y plenos. Me estremecí cuando ella espolvoreó mis
pezones con un polvo brillante del color del hielo.
Tan cómoda como yo estaba en mi cuerpo, la sola idea de Hyto viéndome
desnuda me revolvió el estómago. Quería correr y esconderme. O tal vez, sólo
debería saltar desde el borde del mundo en la cornisa y salir volando hacia mi
muerte. La idea me dio un poco de consuelo, si su tortura era demasiado
dolorosa, yo podría arrojarme al abismo.
—Tienes que comer antes de ir. —Ella me llevó hasta una mesa, donde me
senté y me trajo un trozo de pan tostado con un grueso trozo queso blando
esparcido en la parte superior. Tenía una ligera fragancia a miel, y aunque mi
estómago protestaba, me obligué a comer. Iba a necesitar toda la fuerza que
pudiera conseguir. Hanna me ofreció una pinta de cerveza y también me bebí
eso, haciendo una mueca ante el sabor fuerte de la levadura.
—No puedo creer que estoy aquí. —Me quedé mirando el interior de mi
jarra. Tal vez podría hacer como Chase y proyectarme al astral —en cuerpo.
Podría encontrar mi camino a casa desde allí de esa forma. Pero nunca lo había
hecho antes sin la ayuda de la Madre Luna, o sin la magia de alguien más. No era
uno de mis talentos y no estaba segura de cómo hacerlo. Pero si Chase lo había
logrado… ¿tal vez yo también podía hacerlo?
Tres campanas sonaron, repiqueteando a través de la caverna. Hanna retiró
frenéticamente la jarra y señaló hacia un agujero en la esquina. Había jirones de
papel rugoso a un costado. 137
—Ve al baño, ahora. Mientras tengas la oportunidad. El Amo… se regocija
en la humillación. —Sus palabras sonaron bajas, pero el significado era claro—.
De prisa. Esa es la señal para llevarte con él.
Rápidamente usé la letrina rústica y, temblando, me lavé las manos en la
palangana de agua fría ubicada a un costado.
Anhelando contra toda esperanza que un milagro pudiera irrumpir y
salvarme, fui trastabillando detrás de Hanna mientras me llevaba a través de un
laberinto de túneles. Deben haber transcurrido sólo unos minutos, pero
parecieron horas. Entonces, sin previo aviso, estábamos en la entrada de una
cámara gigantesca. Una enorme plataforma se situaba en la parte trasera de la
habitación, y un trono más pequeño, esculpido en la roca misma, estaba frente a
la tarima. Supe instintivamente que la plataforma era para Hyto cuando estaba en
forma de dragón.
Mientras estábamos paradas en la entrada, un ruido ligero salió desde detrás
de la plataforma. Allí, a la luz de un fuego que ardía a un costado, estaba Hyto en
sus túnicas fluidas. Su mirada atrapó la mía desde el otro lado de la habitación y,
sin apartar ni una vez la mirada, él cruzó la habitación y se sentó en el trono.
Con un solo movimiento, hizo un gesto para que me adelantara.
Hanna se quedó sin aliento y la escuché tragar cuando me acarició el cabello
y susurró:
—Lo siento, Camille. Lo siento. Espero… estaré aquí cuando… si tú…
—Si sobrevivo —dije lentamente. Y luego, porque no había nada que
quedara por hacer, avancé, entrando en la guarida del dragón.

Un toque bajo de tambor parecía seguir mis pasos, tal vez era el latido de mi
corazón, mientras me acercaba lentamente a Hyto. Yo estaba temblando tan
fuerte que mis dientes castañeteaban. Quería cubrir mis pechos, cubrir mi cuerpo,
escabullirme, pero sabía que él quería que yo me sintiera así. Él quería
humillarme, quebrantarme, por lo que enderecé mis hombros y no aparté la
mirada.
Mientras me acercaba a él, su mirada estaba fija en mi cuerpo y su cabello
serpenteaba a su alrededor, agitándose como los brazos de una criatura salvaje,
sinuoso y aterrador, totalmente diferente a la forma en que el cabello de
Ahumado se movía por su cuenta. 138
—Ah, aquí viene ella, con las mejillas sonrosadas y los pechos tan
desnudos… —La voz de Hyto estaba cargada de sarcasmo mientras se inclinaba
hacia adelante—. Si fueras un dragón, serías un patito feo. Tal como es, para ser
una mortal, eres lo suficientemente atractiva. —Hizo una pausa, y luego de
repente un bucle de cabello salió disparado hacia adelante y me dio un puñetazo
en el estómago con la fuerza suficiente para dejarme noqueada.
Con un grito de sorpresa, caí tropezando contra las rocas, sintiendo que la
parte trasera de mis muslos se raspaban en un saliente afilado. Hyto se rió.
—Ponte de pie, chica. Ahora.
Me puse de pie, tratando de ignorar el aguijón de su látigo.
—Regla número uno: Cuando me dirija a ti, tú responderás: "Sí, Amo".
¿Entiendes? —No había espacio para la negociación en la orden y yo sabía que
no debía molestarlo. Era mejor escoger mis batallas y ésta era una que no valía la
pena luchar.
—Sí, Amo. —Forcé a mi voz temblorosa para que formara las palabras.
—Aprendes rápidamente. Segunda regla: cuando entres en mi presencia, te
arrodillas hasta que yo te ordene que te pares.
—Sí, Amo.
El mismo mechón de cabello que me había derribado se posó en mi
hombro. No esperé por su indicación. Me puse de rodillas y esta vez evité ser
golpeada.
Hyto se puso de pie y avanzó. Podía sentir el cambio en su estado de ánimo.
Entrenada para mantener mis ojos en mis oponentes, me tomó todo lo que
tenía en mí para forzar mi mirada a permanecer en el suelo. Había conocido a
hombres como Hyto antes —hombres que prosperaban en el poder total, la
propiedad total. Era como mirar fijamente a un perro rabioso a la cara, ellos
mataban por tales afrentas. Seguirle la corriente, me compraba algo de tiempo.
A pesar de tener tan pocas esperanzas de salir de esto en una sola pieza,
cuanto más alguien trataba de humillarme, más quería la venganza. Y si Hyto me
eliminaba, yo planeaba causarle tanto daño como pudiera antes del final. Pero
tendría que morderme la lengua, esperar el momento adecuado.
A medida que sus botas —de piel blanca que asomaban por debajo de la
139
túnica que llevaba— aparecían en mi línea de visión, me esforcé por mantenerme
calmada. O por lo menos lo más tranquila que pudiera.
Los mechones de cabello se extendieron por debajo de mis brazos y me
levantaron y así me sostuvieron frente a él.
—Mírame, chica. Apropiadamente. —La orden fue lenta, sinuosa.
—Sí, Amo. —Me obligué a mirarlo a los ojos sin desafiarlo. Yo no quería
ver lo que sabía que estaba allí.
Deseo. Lujuria. El deseo de lastimar, castigar. El apetito por mi dolor. Oh sí, él era un
sádico, sólo a la espera de darse rienda suelta a sí mismo en mí.
—En primer lugar, el collar.
Y mientras su cabello me sostenía, él extendió la mano y abrochó un collar
blanco como la nieve alrededor de mi cuello, con un lazo de plata en la parte
delantera. Cuando él chasqueó la hebilla del cierre, me estremecí y me di cuenta
de que el collar tenía magia —de qué tipo, no podría decirlo, pero la energía fluyó
alrededor de mi cuerpo y me hizo sentir como si tuviera una picazón que no
podía rascarme.
—¿Quién soy yo, chica?
—Tú eres mi Señor. —Las palabras se revolvieron en mi estómago, pero no
había nada que pudiera hacer sino obedecer.
—Así es, y puedo hacer lo que quiera contigo. Podría romperte el cuello, o
freírte y comerte en el desayuno. Podría colgarte sobre el acantilado y verte
colgando allí, congelándote hasta morir, y dejarte para que los buitres de las
montañas limpien tus huesos.
—Sí, Amo.
Él se rió entre dientes, luciendo todo encantado.
—O…podría…
Al momento siguiente, sentí otro mechón curvándose sobre mi cuerpo
hasta que encontró mis pechos. Se enroscó como una serpiente, girando en torno
a mí como una cuerda salida de una escena de bondage japonés. La presión
sobre mis pechos era tan fuerte que comencé a sudar, pero luego se moderó
mientras las hebras empezaron a masajear mis pezones. Me relajé, agradecida de
que el dolor se hubiera detenido, cuando otra hebra —más gruesa esta vez— se
estiró entre mis piernas, acariciando mis muslos, acariciándome en medio… oh,
140
mierda. No, por favor no. Cerré los ojos, pero las hebras separaron mis muslos y
comenzó a explorar cada hendidura que tenía.
Hyto gruñó.
—Mírame, te dije. Quiero ver tu cara. Quiero ver tus ojos.
—Sí, Amo —susurré y abrí los ojos de nuevo. Estaba sonriendo, salvaje y
loco, peligroso como sólo un dragón desquiciado podría estarlo.
—Oh, mi tesoro. Esposa de mi hijo. ¡Qué fiasco! Tú no estás en condiciones
de ser un plato principal… eres el postre, ¿Lo sabías? Simplemente postre. Crema
batida. Excepto que, como tienes el corazón de mi hijo, eres un joya de la corona
para mí en este momento. Mi as en la manga, por así decirlo. Y eso me excita.
Y con otra risa horrible, empujó rápidamente un grueso mechón de cabello
en mi interior, apartando la tela endeble a un costado. Luché, pero él me abrazó
fuertemente con esa melena horrible de serpiente suya.
Dejé escapar sólo un grito, luego me mordí la lengua cuando de repente me
atrajo hacia él, más de su cabello sostenía mi cara contra él mientras su boca
buscaba la mía.
Su lengua se internó entre mis labios, me besó, pero no me tocó con sus
manos.
Y entonces la violación comenzó en serio; esos ojos enloquecidos
traspasaron mi corazón mientras jugaba conmigo, nunca me tocó con sus manos,
sólo con su cabello. Cuánto tiempo pasó, no podría decirlo, pero estaba en carne
viva y sangrando.
Cuando él terminó, las hebras se retiraron abruptamente, dejándome caer en
el suelo. Me quedé allí, gimiendo.
—Suficiente por ahora. No puedo tenerte agonizando antes de que
Ahumado encuentre su camino hasta aquí. Tenemos tiempo de sobra para más
diversión más adelante. Tengo asuntos que tratar. La mujer te atenderá. Ve a
bañarte, comer y dormir. No voy a tener un juguete sucio en mi presencia. Ya es
bastante malo que seas mortal.
Cuando él hizo una pausa, me di cuenta de que estaba esperando mi
respuesta. La furia y el dolor atormentaban mi cuerpo, me obligué a ponerme de
rodillas. Estaba inestable pero logré mantenerme en posición vertical, tiré la
precaución por la ventana y lo miré, negándome a mirar hacia otro lado. Quería
memorizar su rostro, memorizar cada valle y arruga, cada cicatriz. Porque de 141
alguna manera, algún día me gustaría verlo morir, con dolor, con rabia, en
absoluta agonía.
Pero por ahora, sabía que necesitaba sobrevivir. Y así, mientras él
aguardaba, dispuesto a golpearme de nuevo por mi imprudencia, me limité a
decir:
—Sí, Amo.
Y luego se fue, como un ladrón en la noche, y yo estaba sola.

Hanna se apresuró en llegar hasta mi, incluso mientras me hacía un ovillo en


el suelo. Una mirada a su rostro y supe que había presenciado todo.
Silenciosamente me ofreció su brazo y me apoyé en ella, mientras me llevaba de
vuelta a la cámara. Apenas podía caminar, y la sangre corría por mis muslos
internos, a causa del frotamiento brusco y áspero de su cabello.
—Quítame el collar, por favor. —Tiré de eso, pero ella negó con la cabeza.
—El Amo lo arregló con magia. No se sale. Lo siento, Camille, lo siento
mucho. —Ella tenía preparado otro baño caliente.
—¿Cuánto tiempo… cuánto tiempo estuve con él? Se sintió como una
eternidad.
—La mitad de la noche, querida. Aquí… te arderá con fiereza, pero el agua
y las hierbas te ayudarán a sanar. Entra en la bañera. —Me quitó mis prendas y
las arrojó en un rincón.
Ni siquiera pude dar un paso sobre el borde de la bañera, me dolía tanto.
Hanna se mordió el labio y me ayudó a entrar en el agua. Dejé escapar pequeños
gemidos de dolor, pero luego un lento adormecimiento comenzó a filtrarse a
través de las piernas y el estómago, y le di la bienvenida. Hanna debió haber
puesto algún tipo de anestésico en el agua.
Me quedé en silencio en el agua, todos los golpes y arañazos que cubrían mi
cuerpo y toda mi voluntad se disolvieron en un torbellino de lágrimas. Mi
estómago se retorció y rápidamente me volví para ponerme de rodillas mientras
me inclinaba contra un costado de la bañera. Hanna se dio cuenta de mi
dificultad y me trajo una palangana. Vomité todo lo que había comido antes. Ella
sostuvo mi cabeza, acariciando mi cabello, secándome la frente y la parte 142
posterior de mi cuello con un paño húmedo.
Cuando terminé, me dio un vaso de agua y me enjuagué la boca, y luego me
recostó en la bañera y me entregó una taza de té caliente. El fragante aroma de
las bayas de rosa me calmaba.
—Gracias.
Se mordió el labio.
—Quiero hacer algo más. Quiero hacer más…
—Tu hijo. Lo sé.
—No es justo. Nací como una mujer guerrera. Ahora sirvo a un dragón
malvado que me chantajea con mis familiares. Yo soy una cobarde. —Sus ojos se
llenaron de vergüenza cuando se fue a buscar una toalla y un jabón suave. Me
indicó que me inclinara hacia adelante—. Creo que tengo algunas decisiones que
tomar —dijo con voz queda, mientras me lavaba mi espalda con el jabón y el
paño, teniendo cuidado de pasar suavemente sobre las contusiones y los cortes.
—No voy a pedirte nada. Pero si decides ayudarme, nena, seguro que puedo
usarlo. —Desolada, me bebí el té. Calmó mi estómago y comenzó a desanudar
un poco el dolor que Hyto había arrojado sobre mí.
Ahumado nunca me había tratado de esta manera. Jugábamos nuestros
juegos de bondage, pero eran juegos de amor… consensuados, alegres, con
placer y no con dolor.
Hyto me había invadido, me violó en una manera que nunca antes había
experimentado. En Otro Mundo, hace mucho tiempo, mi jefe —Lathe— había
intentado chantajearme para que me diera un revolcón con él, pero me las había
arreglado para aplastar ese pequeño juego con la ayuda de Trillian. Pero esto…
este completo asalto… pensé en Menolly y en lo que ella había soportado a
manos de Dredge y el pensamiento me hizo más fuerte. Hyto me había hecho
daño, sí, y probablemente me mataría, pero él no iba a convertirme en un
vampiro. Y hasta el momento, yo había sido capaz de soportar la humillación que
él anhelaba. Había aprendido a ser fuerte en los últimos años.
Buscando consuelo, pensé en mi hogar, en mis seres queridos, en todo lo
que habíamos pasado, y fortalecí mi resolución. Hyto podría matarme, pero él no
iba a ganar. No importaba lo que fuera a suceder, él no me vencería. Y pasara lo
que pasara, al menos haría sufrir infernalmente al chupapollas ese antes de que
143
me matara.
Capítulo 12
Después de mi baño, fui capaz de salir de la bañera por mí misma aunque
tenía los huesos cansados y estaba lista para dormir. Hanna no podía quitarme el
collar, así que tuve que llevarlo. Apestaba a Hyto, su olor almizclado llenaba mis
fosas nasales.
—Por favor, ¿tienes algo para quitarle el olor? —Hice un gesto al cuero—.
Huele a él.
Ella rápidamente fue a buscar una botella y me froté un poco del ungüento
bajo mi nariz. Era casi como el Vicks, y lo suficientemente fuerte como para
bloquear el olor del dragón sin causar su enojo. Aliviada y envuelta en una manta
gruesa, la dejé llevarme a la mesa, donde vi que había preparado una comida
ligera con huevos, puré de manzana, pan y miel.
—Esto debería asentarse en tu estómago sin demasiado problema —dijo,
entregándome una copa de vino para acompañarlo—. Tienes que comer para
mantener tu fuerza. Pero… antes de hacerlo, odio avergonzarte. 144
—¿Qué? —pregunté, pensando que no había mucho que pudiera hacer para
humillarme aún más de lo que Hyto ya había hecho.
—Tengo que ponerte ungüento en tus muslos y… tus partes privadas. El
Maestro te maltrató bastante, querida. Y no queremos que la piel se infecte. —
Ella levantó un frasco.
Sonrojándome, asentí y me recosté, extendiendo mis piernas. Ella fue
rápida, con un ligero toque extendió el ungüento en las partes lastimadas de mi
cuerpo. También extendió un poco en los verdugones extendidos por mi espalda
y mi estómago.
—También funcionará para los moretones. Ahora, come y luego debes
dormir. No tenemos idea de cuándo llamará por ti la próxima vez. —Me colocó
la manta, acomodándola a mi alrededor como lo haría con un niño
—¿Cuánto tiempo… con qué frecuencia… ha llamado a sus otros juguetes?
—Eché un vistazo hacia ella, no queriendo saber cuántas mujeres había sufrido
durante la vida de Hyto.
Tragó con fuerza.
—Tú eres la primera que ha regresado de su recámara.
La miré fijamente.

—Las otras…
—Una noche. En los últimos años, he quitado los huesos de por lo menos
dos docenas de mujeres jóvenes… el Maestro creó este refugio hace algún
tiempo, antes… —Hanna miró a su alrededor, luego bajó la voz hasta un
susurro—. Antes de que su esposa lo obligara a salir de los Confines. He estado
cautiva aquí por cinco años. En ese tiempo, todas las mujeres traídas aquí han
muerto.
Mi estómago de nuevo dio un vuelco. Así que él había tenido esta cámara
mientras seguía casado con la madre de Ahumado. Me pregunté si ella lo sabía. Y
de ser así, ¿qué pensaba? No podía imaginarla estando complacida. Por lo que
Iris me había dicho, los dragones plateados, como la madre de Ahumado, estaban
en la cima de la cadena alimenticia de los dragones, y sería una vergüenza tener
un marido dragón blanco propenso a un comportamiento como éste.
Y entonces comprendí lo que Hanna había dicho.
145
—¿Has estado aquí cinco años? ¿Y tu hijo? —Eché un vistazo a la jaula
donde el niño yacía en silencio durmiendo.
—Kjell ha estado en esa jaula durante cinco largos años. Él… ha pasado un
tiempo desde que me dijo algo. Ya no puede hablar. Ni siquiera sé si me
entiende, a pesar de que le gusta cuando le canto. —Su voz descendió, ladeó la
cabeza hacia un costado y las lágrimas silenciosas surcaron sus mejillas.
Tenía ganas de llorar con ella. Por Hanna. Por Kjell. Por las decenas de
mujeres que Hyto había asesinado. Por mí misma. Por mis amores, tan lejos. Por
todos los males del mundo. Pero la enormidad de lo que yo había pasado me
cayó como un saco de boxeo, y me desplomé en la mesa.

—Lo siento. No puedo soportar más esta noche. Necesito dormir.


Hanna me llevó a un catre mucho más suave que aquél en el que me había
despertado.
—Duerme. Toma, bebe esto. Cinco gotas de esto profundizarán tu
descanso, pero no te dejarán mareada cuando te levantes. —Ella me dio una
pequeña botella—. El Maestro me golpearía si supiera que tengo esto, pero… lo
uso cuando no puedo soportar estar aquí, cuando no puedo enfrentarme a mí
misma o lo que hago por él.
Tomé la botella y ni siquiera dudé. Necesitaba el descanso. Me tragué cinco
gotas del líquido amargo.

—¿Alguna vez… te ha violado?


Ella negó con la cabeza.
—Él me necesita demasiado como para someterme a eso. Las mujeres que
él ha capturado… Camille, él no sólo abusa de ellas, se las come después, en
forma de dragón. A la primera, trató de abusar de ella en su forma natural y eso la
partió en pedazos. No intentó eso otra vez… le gusta jugar con su comida antes
de comerla. Y no es divertido si su presa muere tan rápidamente. No estoy
diciendo esto para asustarte, sino para advertirte.
—Sé todo sobre él —le dije—. ¿Recuerdas? Es el padre de mi marido. Y sé
que si no me escapo, en el momento en que mi marido venga aquí para salvarme,
Hyto me matará delante suyo. Cualquier cosa que pueda hacer para intensificar el
dolor, él lo hará. Lo entiendo.
146
Y dicho eso, me deslicé bajo el edredón grueso con el que Hanna me
envolvió y cerré los ojos. Un momento más tarde, sentí sus labios en mi frente, y
fue como si mi madre hubiera vuelto de repente para darme su bendición. No
dije una palabra, pero me acurruqué debajo de la cubierta e inmediatamente caí
en un sueño profundo y oscuro.

Estaba caminando en un túnel largo y estrecho que serpenteaba a través de


un laberinto durante lo que parecía una eternidad. En algún lugar, en el fondo de
mi mente, sabía que en mi sueño estaba vagando en el astral, y ese conocimiento
me consoló. Empecé a buscar cualquier signo de vida… cualquiera que pudiera
ser capaz de ayudarme.
Y entonces estaba corriendo. Una sombra se alzaba detrás de mí y,
aterrorizada de que pudiera ser Hyto, corrí precipitadamente de un lado a otro,
en busca de alguna cobertura, algún lugar para esconderme. Pero la sombra se
mantuvo conmigo a buen ritmo y después de un tiempo, me di vuelta para
encontrar que simplemente era un reflejo de mí misma.
—¿Qué quieres? ¿Quién eres? ¿Por qué te pareces a mí?
Y entonces, brillé… y estaba en el otro cuerpo, mirándome a mí misma,
magullada y dolorida.
—Sabes lo que quiero. —Me encontré diciendo—. Sabes por qué estás
huyendo de mí. Sólo admítelo, porque de otra manera vas a estar parada en tu
propio camino.
Un destello, y de nuevo estaba en mí misma. Un dolor agitó en mi corazón.

—No, yo no quiero pensar en ello. Sólo quiero salir de este sueño.


Mi alter ego se encogió de hombros.

—No puedes, no hasta que reclames la parte de ti misma que estás


rechazando. No hasta que me reclames. Piensa en ello, Camille… piensa qué
demonios estás haciendo.
Bajé la cabeza. En el fondo, yo sabía lo que estaba pasando. No quería
enfrentarlo… no quería admitirlo.

—Yo… ¿qué quieres que diga?


—La verdad. De una puta vez sé honesta conmigo… contigo misma. 147
Dejé escapar un suspiro tembloroso.

—Bien. ¿Quieres honestidad? Todo esto es mi culpa.


—¿Cómo? ¿Cómo diablos causaste esto?
—Si yo no hubiera permitido que Vanzir tuviera sexo conmigo, entonces no
hubiera tenido la discusión con Ahumado y Hyto no me habría agarrado. —Un
sabor amargo se levantó en mi boca y mi ira me sorprendió—. Si no hubiera
disfrutado lo de Vanzir, esto no habría sucedido. De alguna manera… si hubiera
sido así lo odiaría por lo que pasó… si no hubiera sido agradable…
—¿Quieres decir que si Vanzir te hubiera violado… o si lo hubieras matado,
entonces Hyto no habría venido a buscarte?¿O tal vez, si hubieras dejado a
Vanzir alimentarse de tu mente, nada de esto habría pasado?
Aparentemente, yo era realmente buena en pincharme a mí misma.
—¡Sí… no! ¡No lo sé! —Frustrada, enojada conmigo misma, con ambos
lados de mí, me apoyé en una pared—. La discusión sobre Vanzir causó que
fuera atrapada. Todo esto es mi culpa.
—Sabes malditamente que eso no es verdad… sácalo de tu cabeza. ¿Le
dirías eso a Delilah? ¿Merecía Menolly lo que le pasó porque no pudo sostener su
posición y cayó justo en medio de la guarida de Dredge? ¿Lo merecería?
Ahora estaba enojada, furiosa porque esas palabras incluso pudieran
encontrar su camino en mi voz —ya sea yo, o un sustituto de mí diciéndolo— y
arremetí.
—¡No! Ella no se lo merecía. Nadie merece eso. Y esas mujeres que Hyto
mató tampoco lo merecían. ¡Y yo tampoco!
—¿Entonces por qué estás albergando el temor secreto de que tú lo
mereces? —Mi alter ego ahora se había suavizado, casi estaba llorosa.
Cerré los ojos, bajé la cabeza.

—No lo sé. Quizá… tal vez es porque necesito estar enojada con alguien
que no salga a matarme. No puedo luchar de nuevo contra Hyto. Si no puedo
gritarle a él… ¿a quién diablos puedo gritarle? A Hanna no… ella es mi única
esperanza de ayuda. Y tampoco es culpa de ella. ¿Cómo puedo lidiar con toda
esta rabia y miedo y dolor si no puedo conseguir sacarlo de mí misma?
—¿Qué pasa con tu magia? No olvides nunca que eres una bruja. Eres una
148
sacerdotisa de la Madre Luna. ¿Eso no cuenta para algo?
Un viento frío se precipitó sobre mí y abrí los ojos para encontrarme de pie
en un campo amplio y estéril. Yo estaba en el astral… en espíritu, pero por
encima de mí estaba la Luna y ella se asomaba en dirección a mí, extendiéndose
con su toque brillante para envolverme con los rayos de luna de la franja débil
que brillaba en el cielo. Promesas de esperanza, de amor, de encontrar mi camino
en la oscuridad, me envolvieron, y me aferré al sueño, aferrándome a los hilos de
posibilidad.
Me aferré a su promesa por todo lo que valía la pena. Mi magia… ¿qué
hechizos podía lanzar que pudieran ayudarme? La magia de muerte no me iba a
servir de nada, especialmente no sin Morio, pero tal vez…
Corriendo a través de mi repertorio de hechizos, recordé el hechizo de
Invocación. No tenía ninguno de los componentes físicos, pero tal vez no los
necesitaba. Ahora era una sacerdotisa —sí, sin entrenamiento, pero había sido
elegida por la Madre Luna.
Cerré los ojos y reuní toda la energía que pude de esa franja tenue de luz en
el cielo, tejiéndola entre mis dedos. Por favor, por favor no te vuelvas contra mí ahora.
Por favor, ayúdame. Por favor convoca a alguien que pueda encontrarme.
Pensé en mis esposos, en Morio, en Ahumado y Trillian. Anhelándolos,
buscando su energía, y sentí los bordes de la misma, pero no podía extenderme lo
suficiente. Busqué a Chase, pero él se había ido y en silencio le deseé suerte en su
salida del astral, en su regreso a casa. Y entonces… a la distancia, sentí a alguien
familiar.
Siguiendo el camino de la energía, comencé a caminar, luego a corrí a un
ritmo que sólo los elegidos de la Madre Luna pueden manejar. La Luna vigilaba
mi espalda y ella me estaba dando fuerza. Me empapé en ella, dirigiéndola hacia
mis heridas, invitándola a estar conmigo, en espíritu así como en cuerpo.
Madre Luna, mi gran Señora, sabes que voy a soportar todo lo que deba soportar con
honor, pero te ruego, ayúdame. Ayúdame a escapar, ayúdame a destruir a mis enemigos,
ayúdame a salvar a mi familia. Ayúdame a derrocar al malvado que trata de rasgarme
miembro a miembro. Guíame, Madre de la noche, Señora de la Caza. Escucha mi corazón,
escucha mi alma, déjame descansar mi cabeza en tu pecho.
Una gran energía surgió a través de mi espíritu y aumentó mi velocidad. 149
Corrí como el viento, como si la jauría de Hel estuviera siguiéndome. Mi cabello
se derramaba hacia atrás, y con cada paso, cada caída de mis pies en la bruma, mi
determinación se incrementaba. No dejaría que Hyto ganara. No me culparía a mí
misma por esto. Vanzir y yo habíamos hecho lo que necesitábamos hacer, y había
sólo algunas cosas que nunca podría deshacer, nunca podría cambiar, así que
aprendería a vivir con ellas.
La energía que estaba más adelante ahora venía hacia mí a toda velocidad, y,
llena de alegría, volé hacia ella, y me detuve tropezando delante de la figura que
ahora reconocí.
Vanzir.
—¡Vanzir! ¿Qué estás haciendo aquí?
Parecía tan sorprendido como yo.

—No lo sé, yo estaba afuera de guardia y de repente me encontré aquí,


corriendo hacia… supongo que hacia ti. —Sus ojos giraron y él dejó caer su
cabeza—. Estoy tan jodidamente triste, Camille. Desearía poder alejar todo
esto… volver todo atrás. ¿Cómo escapaste? ¿Estás bien?
Me quedé mirándolo.

—No estoy aquí en cuerpo. Vanzir, estoy atrapada en las Tierras del Norte.
Hyto me tiene cautiva.
Él asintió con gravedad.
—Sé que él te tiene. Encontramos la capa y la marca en el árbol. Ahumado
ya se ha ido para Otro Mundo, para buscarte. Shade y Rozurial están
preparándose para partir hacia las Tierras del Norte, así que aguanta. Ellos van a
tratar de encontrarte. Delilah y Menolly fueron a lo de la abuela Coyote… no
estoy seguro de lo que pasó porque ellas acababan de salir hacia allá antes de que
yo saliera a dar un paseo. Trillian y Shamas se quedaron en casa para proteger la
casa, a Morio, a Iris y a Maggie.
—Mierda. ¿Ahumado está en Otro Mundo? ¿Él sabe que estoy en las
Tierras del Norte?
Vanzir palideció.
—Se dirige hacia los Confines del Dragón en busca de ayuda, aunque él no
sabe exactamente dónde te encuentras. Ahumado… oh, Camille, es aterrador. 150
—¿Pero estás vivo?
Con una risa triste, él inclinó la cabeza.

—Cuando Ahumado se dio cuenta de que te habían capturado, me mandó a


llamar. Sugirió una tregua. Él se culpa a sí mismo, Camille. Está en un estado
terrible, y eso significa que es altamente peligroso. Cuando encontró el árbol y tu
capa… arrancó varios de los árboles de la tierra y los quemó hasta las cenizas.
Cambió a su forma natural y hubiera pisoteado el bosque entero si Trillian e Iris
no lo hubieran detenido.
Me dejé caer al suelo.

—Quiero volver a casa. Tengo que volver a casa. Vanzir, Hyto es… —
Mirando hacia arriba en silencio, levanté mis faldas para mostrarle los moretones
en los muslos. Entonces señalé el collar alrededor de mi cuello—. No sé cuánto
tiempo va a dejarme vivir. Él está tendiéndole una trampa a Ahumado conmigo.
Tienes que avisarle a Ahumado que es una trampa para atraparlo. Estoy cerca de
las Faldas de Hel, hacia el norte. En una cueva en lo alto de la montaña.
—¿Crees que el grandote no sabe que Hyto está allí afuera para atraparlo?
Pero eso no lo detendrá de ir por ti. Y que los dioses salven a quien se interponga
en su camino. Él va a matar a cualquiera o cualquier cosa para tenerte de vuelta.
Después de un momento, Vanzir empezó a parpadear.
—Siento como que estoy siendo alejado. Me tengo que ir, Camille. No
puedo mantener mi lugar aquí. No tengo mis poderes, pero algo me pasó esta
noche, algo que ver con la Triple Amenaza. Sucedió en sus tierras, algo… no sé
qué…
Y luego desapareció en la noche, y me sentí a mi misma siendo atraída de
vuelta a mi cuerpo, pero luego antes de reingresar al laberinto, me detuve,
mirando una vez más el trozo de luna.
Una voz antigua, resonó desde el cielo, precipitándose a mí alrededor en
una lluvia de plata de susurros.
—Hija mía, me gustaría salvarte si pudiera, pero existe un destino para todas
las criaturas y esto parece ser parte de tu destino. Tu entrenamiento, sin
embargo… nunca olvides tu entrenamiento. Recuerda que eres mi hija, tú eres mi
niña. Siempre voy a estar contigo a través del horror y la alegría. Yo siempre 151
estaré observando, ayudándote cuando pueda y enviándote mi amor cuando no
pueda.
Comencé a llorar, mi Señora estaba tan triste. Podía oírlo en su voz. Extendí
la mano hacia la luna, queriendo ir hacia ella, queriendo recorrer los cielos con la
Caza y olvidar todo y a todos en la lujuria de la persecución.
Pero la luna desapareció y yo estaba de nuevo caminando de regreso a
través del laberinto. Mi otro yo me esperaba, y caminé hacia ella, la abracé y nos
convertimos en una. Sintiéndonos ambas más fuertes y terriblemente viejas, seguí
caminando hasta que llegué a mi forma dormida.
Sería mucho más fácil cortar el cordón. Pero ahora sabía que ellos estaban
buscándome. Los hombres que me amaban, mi familia… estaban haciendo todo
lo que podían. No podía renunciar a ellos. Y así me deslicé en mi cuerpo y cerré
los ojos, y caí en un profundo sueño oscuro.

Poco antes del amanecer, aunque ya no podía decir qué hora del día era,
Hanna me despertó.
—Camille, despierta, despierta.
Me senté, cansada y adolorida, pero fortalecida por el recuerdo de lo que
había averiguado.
—¿Qué pasa?
—Hyto te quiere. Voy a bañarte, alimentarte y te llevaré a su cámara. —
Tenía el ceño fruncido y se mordió el labio mientras yo gemía. A pesar de la
pomada, me dolía, no había manera de evitarlo.
Pero entonces me acordé de la reunión con Vanzir la noche anterior y me
armé de valor. Estaban buscándome. Yo podía hacer esto. Podía sobrevivir.
Después de otro remojón en la bañera que ayudó a aliviar mis músculos y
de otra aplicación de la pomada para prevenir infecciones, ella me dio una falda
delgada y transparente. Sin ropa interior, ni siquiera una tanga y nada arriba.
La miré en silencio y ella se encogió de hombros.

—Esto es lo que pidió que lleves.


—Es como un maldito tutú. Ésta determinado a humillarme. 152
Y el pensamiento aterrador fue que él aún podía ser capaz de hacerlo. Me
sentía más fuerte ahora, incluso a pesar del infierno que él me había hecho pasar
el día anterior, pero otro estrujón como ese o algo peor… y yo no podía
garantizar que resistiría el dolor.
Mi mente era fuerte, mi voluntad más fuerte. Pero la tortura tenía una
manera de conducir a la mejor persona a la locura. Y lo que estaba haciendo
Hyto era tortura. Me metí en la falda ligera y seguí a Hanna a la mesa,
cubriéndome con una manta por sobre mis hombros para protegerme del frío.
—Preparé comida que podría ser más ligera para tu estómago… pan suave
y sopa, y una manzana horneada.
Comí rápidamente, luego utilicé el baño y mientras estaba allí… me giré
hacia ella.
—Cada vez, mis posibilidades de regresar disminuyen. Por favor, si no
regreso, esconde mis huesos y dáselos a mis seres queridos. Porque vendrán aquí.
Ellos desgarrarán a ese monstruo en pedazos. Y quiero que ellos tengan lo que
quede de mí.
Ella apretó los labios, pero asintió y retrocedió un paso en silencio,
esperando a que yo saliera de la recámara.
—Estoy lista. —Respiré profundamente y nos dirigimos de nuevo a la
cámara de los horrores, donde Hyto me estaba esperando.

Esta vez, Hyto nos recibió en la entrada de la cámara. En el momento en


que Hanna me entregó y se fue, no existió ceremonia. Él me agarró por el cuello,
su cabello se metió a través del lazo en el collar, tiró fuertemente y me caí sobre
mis manos y rodillas.
—Buena perrita. Vamos a dar un paseo. —Y caminó avanzando con pasos
largos, su cabello todavía estaba en el lazo en mi collar. Se movió más rápido de
lo que yo podía moverme así que yo medio gateaba y medio me arrastraba a lo
largo del piso áspero y rocoso. Antes de que hubiéramos hecho unos cinco
metros las heridas en mis manos, mis rodillas y espinillas me ardían. La falda ya
estaba desgarrada. ¿Sería castigada por eso también?
Al llegar al trono, se sentó y me dio un tirón para hacerme arrodillar a sus 153
pies. Giró su bota para que yo quedara frente a la suela.

—Lame.
—Sí, maestro. —Temblando, me incliné hacia delante e hice una mueca
mientras presionaba mi lengua hasta el fondo de sus botas. Hyto me dio un
rápido golpe seco en la frente con el pie y me caí hacia atrás. Se echó a reír,
violentamente.

—Estoy aburrido. Diviérteme.


—¿Qué quiere que haga? —No pude evitarlo, casi gruñí, pero me contuve
antes de que el mal humor aflorara.
Me miró por un momento, y luego, sin apartar jamás su mirada, se agachó y
abrió su túnica. De entre los pliegues de la tela, salto su pálido y grueso pene.

—Mamarme.
Yo apreté los labios, mi estómago se sacudió. Por supuesto que él usaría el
sexo en mi contra, ¿cuándo a lo largo de la historia los hombres no habían
utilizado el sexo como un arma en contra de las mujeres de sus enemigos?
Abusar de la esposa, herir al marido. Yo no le daría esa satisfacción. Busqué
profundamente en mi interior, busqué la fuerza de la Madre Luna.
Él nunca se llevará mi pasión. Voy a darle lo que quiere en la superficie, pero nunca va a
tener mi corazón. Nunca tendrá mi alma. Nunca tendrá mi alegría o mi deseo. Es todo una
farsa. Toda una obra de teatro. Toda una pesadilla y yo despertaré pronto.
Cierra los ojos, mi hija. Yo estoy contigo. La Madre Luna resonó en lo profundo
de mi corazón, y un sentido de resignación y fortaleza se levantó dentro de mi
alma.
—Sí, maestro. —Me arrastré hacia adelante, temiendo el olor de su almizcle,
odiando la visión de su cuerpo, pero en el momento en que me incliné hacia
adelante y puse mis labios sobre la punta de su pene, el mundo comenzó a girar a
mí alrededor.

La luna salvaje, elevándose alto, me arrancó de mi cuerpo. Estaba corriendo


con la Madre Luna, libre en la madrugada y estábamos en la Caza. Éramos sólo
ella y yo, y dejé caer mi cabeza hacia atrás mientras dejaba escapar un grito 154
violento, reverberando a través del aire, rasgando a través de mi dolor y rabia y
furia.
Después corrimos, persiguiendo a los perros.
Quiero rasgar, cazar, hacer pedazos, matar…
Muy pronto, tendrás tu oportunidad. Tú eres una hija de la Caza; eres una de mis
elegidas. No siempre puedo protegerte, pero puedo amortiguar algo del dolor.
Corrimos por montes y valles, por el cielo, mi Señora y yo. Aniquilamos
animales escondidos en el bosque arrancamos árboles de sus raíces y los
arrojamos volando como un tornado. Cruzamos el cielo y dejé escapar mi ira y
agresión en las nubes, enviándolas a girar mientras yo giraba a través del cielo,
sintiéndome como una estrella fugaz. Mareada por el caos y la mutilación, dejé
escapar un grito salvaje y me zambullí a través de un banco de nubes y la
corriente de estrellas.
Y luego, cuando agoté mi ira, mi señora me sostuvo en sus brazos,
balanceándome, dejándome llorar… y después bajé en espiral, bajé como una
hélice, un vórtice, una serpentina de color y reingresé a mi cuerpo.
—No me extrañar que Iampaatar te reclamara. —Hyto estaba mirándome
con sus manos enredadas en mi cabello cuando abrí mis ojos y me aparté de él.
Un sabor pésimo llenaba mi boca y empecé a toser, tragando rápidamente antes
de que escupiera su semen y me metiera en problemas.
Respirando con dificultad, él se inclinó hacia adelante.

—Podría mantenerte con vida por un tiempo, sólo para esto. Sabes lo que
haces.
—Sí, maestro. —Mantuve mi voz plana. La euforia de la caza todavía corría
en mi sangre, la emoción de estar con mi señora afuera en el astral. Me dolía el
hecho de que él lo disfrutara, pero al menos yo no guardaba el recuerdo.
Hyto pareció percibir que había expuesto demasiada emoción, porque se
apartó y la intensa indiferencia regresó.

—Taburete. Ahora.
—Sí, maestro. —Yo miré frenéticamente a mí alrededor buscando uno,
155
pero no había ninguno a la vista.
—No seas idiota. —Él me pateó de nuevo, esta vez en el costado, y caí
hacia atrás, de repente dándome de lo que él había querido decir.
Temblorosa, me coloqué en cuatro patas, delante suyo, y él apoyó sus
pesadas botas sobre mi espalda.
—Ahora, no te muevas. Ni una pulgada. Vamos a ver lo bien que obedeces
a tu suegro, chica.
No podía verlo desde la posición en que estaba, podía ver sólo piedra y por
el rabillo del ojo el fuego ardiendo en la hoguera. ¿Cuánto tiempo me mantendría
en esta posición? Yo sabía que él me estaba castigando por hacerlo disfrutar.
Probablemente habría sido más suave conmigo si hubiera sido mala al darle sexo
oral.
Después de diez minutos, mi espalda comenzó a dolerme. Yo era una mujer
fuerte, pero la combinación de permanecer sobre las manos y rodillas, mientras
sus pies —en las espantosas botas— se clavaban en mi espalda, comenzaba
causarme realmente daño, especialmente sobre las heridas que él me había
causado allí. Hice una mueca pero mantuve la boca cerrada.
Quince minutos y yo quería desesperadamente moverme, pero me obligué a
permanecer en posición. Veinte minutos y él todavía no había hecho ningún
movimiento para dejarme levantar. Para ese momento, tenía un dolor de espalda
infernal y no estaba segura de cuánto tiempo más podría soportar esto. No era
como jugar al caballito con Maggie mientras yo estaba en el suelo, o inclusive
como un juego de sexo con mis amantes. Este era un momento de espasmos
musculares graves.
Después de unos minutos, decidí arriesgarme a mirarlo.
Maldición. Estaba mirando directamente hacia mí con los labios curvados
medio sonriendo y medio gruñendo, como un lobo esperando para atacar. Sus
ojos centelleaban con una alegría perversa y me di cuenta de que había estado
esperándome para quebrarme. Rápidamente desvié la mirada, pero ya era
demasiado tarde.
—Así que, no puedes aceptar una orden. —Sus pies golpearon el suelo.
—Lo siento, amo. Lo siento. —Estallé en un sudor frío. Esto no iba a ser
bueno, yo lo sabía en mis tripas.
—¿Tienes una queja? ¿Tal vez no te gusta estar emparentada conmigo? — 156
Se inclinó hacia delante. A pesar de cuánto quería huir, me obligué a permanecer
en la misma posición. Si corría, él podría matarme.
—No tengo ninguna queja, Maestro.
Su rostro ahora estaba a centímetros del mío y sus ojos adquirieron un
borde duro y frío.
—La expresión de tu cara me dice lo contrario. ¿Así que mi hospitalidad no
es de tu agrado, mi nuera? —De repente él estaba de pie, elevándose por encima
de mí, con todos sus más de dos metros. Instintivamente me alejé espantada,
pero me atrapó con ese maldito cabello, sosteniéndome tan apretadamente que
apenas podía respirar. Después de un momento, él lo utilizó para atarme sobre
una losa de piedra, boca abajo y apartó el cabello de mi espalda. Luego, otra larga
hebra de su cabello se anudó como un látigo trenzado áspero y, con un crujido
de huesos, lo llevó a través de la parte baja mi espalda, justo donde la tensión
había sido peor.
Mi compostura desapareció. Grité cuando los latigazos cayeron, la picadura
del cabello trenzado quemó mi carne. Podía sentir los verdugones que emergían.
—¡Tú no eres mi igual! ¿Me escuchas? ¡Tú no eres mi igual! —Con cada caída del
látigo, Hyto se puso más frenético. Después de seis golpes, él se apartó, jadeando,
su pelo se enroscaba como serpientes alrededor de su cabeza.
Rodé sobre mí costado, mirando en su dirección, muda e incapaz de hacer
algo más que ahogar los sollozos que sacudían mi garganta. Sus ojos lanzaban
destellos y yo sabía que estábamos en un punto crucial. Podría morir tan
fácilmente si hacía un movimiento equivocado.
—Quiero matarte ahora… te mataría… pero eso echaría a perder mis
planes. —Con voz entrecortada, él arremetió contra mí—. ¿Cómo te atreves a
atraer a mi hijo? ¿Cómo te atreves a impulsarlo a que tome mi lugar? ¿Hacerme
caer a los ojos de su madre? ¡Cómo te atreves a venir a mi familia y arruinar mi
vida! Eres un trozo inútil de carne. Eres menos que los gusanos de los campos.
¡Mujerzuela…vaca! ¡Asquerosa mortal!
No dije nada. No hice nada. Mi vida pendía de un hilo.
Hyto me sujetó, su cabello estaba tan apretado alrededor de mi muñeca que
sentí como si mis huesos fueran a romperse. Me acercó a la altura de los ojos y
una sonrisa se dibujó en su rostro enfermizo.
157
—Ahora, creo que aprenderás lo que se siente montar un verdadero dragón
y no a ese débil hijo mío.
Apretando los dientes, me puse a disociar. Oí el sonido de su túnica
mientras la colocaba por detrás, y al momento siguiente estaba dentro de mí,
tieso, duro y feroz. Con cada gruñido, él reverberaba a través de mi cuerpo como
otro puño en mi estómago.
Menolly soportó esto… soportó algo peor… ella era fuerte. Atravesó el infierno de ida y
vuelta. Puedo pasar por esto. Voy a sobrevivir a esto. Nunca voy a dejar que gane, él puede
violar mi cuerpo pero no puede violar mi alma.
—¿Te gusta esto? ¡Respóndeme, esclava! —Él tiró de mi cabello, con tanta
fuerza que grité—. Recuerda quién es tu maestro, Camille. —La advertencia
estaba tan cargada que tenía que responderle.
—Sí… sí, Maestro… —Las palabras resonaron fuera de mi boca, pero eran
cáscaras huecas flotando en el viento sin poder puesto en ellas. No significaban
nada para mí.
—Voy a matarte lentamente, frente a él. Mi hijo va a verte morir en agonía,
y sabrá que él no pudo hacer nada para detenerme.
Después de unos instantes salió de mi interior, agarrándome de la muñeca y
lanzándome por la habitación, como una muñeca de trapo. Aterricé en el suelo
con un golpe seco con los huesos entumecidos. Respirando hondo, lo miré a
través de las lágrimas y los mocos que descendían por mi nariz, ya no me
preocupaba por su ira.
—Ahumado me ama. Él es mi marido. Siempre voy a saber que me ama.
¿Entiendes eso? Me puedes vencer, me puedes matar mil veces y voy a llevarme
ese conocimiento a la tumba.
Se quedó allí jadeando, mirándome, y luego, con un grito terrible estaba
junto a mí, pateándome en la cadera. Grité mientras él gritaba por Hanna. Ella se
apresuró a venir.

—Sácala de mi vista. ¡Ahora! Antes de que la mate.


Hanna me dio un tirón rápido, arrastrándome por la puerta y por el pasillo.
—¡Deprisa, deprisa! Si nos quedamos en su presencia, moriremos. —Ella
me llevó rápidamente de regreso a la seguridad de la cueva con la bañera,
cerrando la cortina. Sólo entonces me dejó descansar, empujándome en el
camastro mientras se acurrucaba conmigo. Después de un rato, soltó el aliento. 158
—Él está en medio una rabia asesina. Si tenemos suerte, va a salir para
soltar fuera su ira. No sé lo que le has hecho, muchacha, pero temo por ti. De
verdad lo hago.
Capté su mirada mientras ella comenzó a moverse alrededor, en busca de las
pomadas y ungüentos para tratar los verdugones y contusiones. Yo sabía lo que le
había hecho. Me deseaba. Y él no quería desearme. Sin darme cuenta lo había
desafiado por no doblegarme ante él. Me negué a rogarle para que se sintiera
superior. Pero más que nada, yo simplemente existía. Ahumado me amaba y me
había preferido a mí antes que a su padre. Y ahí, justo ahí, estaba la respuesta.
—Todo lo que tengo que hacer para hacerlo enojar es existir. Su hijo se ha
vuelto contra él. Hyto me culpa. —Negué con la cabeza—. Es sólo eso.
Hanna asintió.

—Esto haría efecto, de acuerdo. Es una bestia arrogante… los dragones


blancos son los peores cuando eso proviene de su lado avaricioso. Ellos anhelan
el poder y se alimentan del miedo. Cualquier desafío es visto como un insulto. —
Apartó suavemente mi pelo a un costado—. Déjame atender tus heridas,
muchacha. Después, duerme. En este momento, es lo mejor que puedes hacer
por tu cuerpo.
Cuando me incliné hacia delante para que ella examinara mi espalda, me di
cuenta de que yo había golpeado en el núcleo de la ira de Hyto. Mi misma
existencia se había convertido en un insulto para él. Él me culpaba por su
desgracia, por su caída de los Confines del Dragón. Me había convertido en su
chivo expiatorio, y no descansaría hasta que yo —y Ahumado— fuéramos
castigados por su locura. Y de alguna manera, tenía la sensación de que ningún
castigo era suficiente para hacer que Hyto se sintiera fuerte de nuevo. Él nunca
sería capaz de aterrorizarnos lo suficiente para reparar su ego.
Yo estaba en las manos de un psicópata. Un dragón psicótico. De alguna
manera, la lucha contra Shadow Wing no parecía una perspectiva tan aterradora
comparada con esto.

159
Capítulo 13
—¡Camille, Camille, despierta!
Luché por salir del sueño, todavía agotada y gravemente herida. Mi espalda
me ardía y estaba durmiendo sobre mi estómago en el camastro, cubierta por
mantas extras. Estaba afiebrada para el momento en que Hanna me alejó de él.
Había hecho todo lo que podía —utilizando sus medicamentos más fuertes
y ungüentos— pero yo había quedado tan tensa por el abuso de Hyto que apenas
podía moverme sin gritar. Cada lugar de mi cuerpo me dolía. Y la fiebre,
sospeché, provenía de mis heridas.
Cuando ella me trajo de regreso a la cueva, le dije a Hanna que sentía
náuseas y ella me ayudó mientras vomité tanto como pude, luego, puso una taza
de té en mis manos. Unos sorbos ayudaron a calmar los nudos en mi estómago y
la fiebre comenzó a disminuir.
—Eres una mujer experta en hierbas.
160
Ella asintió con aspecto pálido. Algo había sucedido, podía sentirlo, pero no
podía precisar qué.
—Crecí con las hierbas y ayudaba a mi pueblo como partera cuando…
cuando tenía un hogar. —Entonces, ella me llevó a la cama y me acarició el
cabello hasta que caí en un sueño intranquilo.
Ahora, mientras luchaba para salir de la cama, tosí una masa de flemas en
un trapo viejo y ella empujó un odre de agua en mi mano.
—Bébelo hasta el fondo.
Lo hice, hasta que pude hablar.
—¿Qué está pasando? ¿Me quiere de nuevo? —Oh, por favor, que sea otra cosa,
susurré suavemente.
Hanna respiró profundo, estada de rodillas junto a mí.
—Creo que puedo lograr sacarte de aquí. Hyto voló hace menos de una
hora en busca de su cena. Cuando él caza, siempre se va por un buen día, a veces
dos. Yo te ayudaré. Puede que no logres hacerlo, pero es mejor que quedarte y
dejar que te coma. Estaba tan terriblemente enojado. No creo que vayas a
sobrevivir a otro ataque. —Empujó unas prendas de ropa gruesa entre mis
brazos, de lino y piel, y un par de botas de cuero forradas de piel—. No puedo
permitirme participar en sus crímenes nunca más. Nunca veré el Valhalla, pero tal
vez pueda redimirme ante los ojos de los dioses.
—¿Y tu hijo? —le pregunté, pero entonces algo me hizo mirar hacia la jaula.
Su hijo estaba allí, pero desplomado. Yo sabía que él no estaba durmiendo—.
Oh, Hanna…
—Hyto lo torturó para torturarme y mantenerme en línea. Te lo dije, mi
hijo ha estado encerrado durante cinco años, ni una sola vez se le ha permitido
salir de la jaula. Él se convirtió en un niño salvaje, casi indomesticado. Traté de
mantenerlo cuerdo, traté de hablarle, pero él no tenía alivio ni posibilidad de
estirarse, de mover su cuerpo. Él podía estar recostado, pero no ha tenido la
oportunidad de estar libre desde que el Amo nos trajo aquí. —Ella apretó los
nudillos contra sus labios—. He sido egoísta. Cuando te traje de regreso esta
noche, miré a mi hijo y me di cuenta de que él ya no está aquí. Su vida ha sido
horrible. Él… perdió su mente en alguna parte a lo largo del camino. Esa no es
manera de vivir y no había ninguna posibilidad de liberarlo. Me doy cuenta de eso
ahora. Así que finalmente me decidí a hacer la única cosa que podía. La única
cosa que una buena madre podría hacer. —Ella atrapó mi mirada, había 161
demasiado dolor en su rostro para contemplarlo.
—¿No podríamos haber roto la jaula? —El hecho de que ella había matado
a su hijo me sacudió hasta la médula, pero entonces puso su brazo sobre el mío.
—No creas que maté a mi hijo por ti. La jaula… está encantada
mágicamente. Durante años he intentado todo lo que se me podía ocurrir, pero
no se abría, no se rompía. La magia de Dragón es mañosa y peligrosa. Y mi
hijo… estaba perdido para mí desde hace varios años. Me ocupaba de que se
alimentara y le cantaba y hablaba con él… pero sólo escuchaba el sonido de mi
voz, no mis palabras. Se retiró en su mente. No quedaba nada del niño que di a
luz para salvar, sólo una cáscara vacía. Le di un somnífero que lo puso a dormir
para siempre. Y entonces le canté para que se durmiera por última vez. —Las
lágrimas obstruían su garganta y ella dejó escapar un grito ahogado y hundió la
cabeza entre las manos. La envolví entre mis brazos, sosteniéndola hasta que ella
se forzó a sentarse derecha nuevamente.
Dejó escapar un suspiro tembloroso.
—Era demasiado tarde para Kjell, pero no para ti. Lo que sea necesario para
sacarte de aquí, lo haré. No me preocupo por mí. Mi hijo está fuera del alcance
de Hyto, está a salvo con su padre.
No hubo discusión. Puede que Ahumado y los otros estuvieran en camino,
pero sólo era cuestión de tiempo antes de que Hyto perdiera el control y me
matara. Estaba demasiado enojado. Por mucho que él quisiera torturar a
Ahumado desgarrándome frente a mi marido, no tenía tanto control de sí mismo
como le gustaba creer. La mayoría de los sociópatas se perdían en algún
momento, y él era un dragón al borde del abismo.
Mi cuerpo protestó, pero me obligué a levantarme.
—Vámonos. Tienes que venir conmigo. Necesito tu ayuda y no puedo
dejarte aquí.
Ella asintió.
—Mi hijo ya no me necesita para protegerlo. Se ha ido a sus antepasados,
espero. Y tal vez, me redima ante los ojos de Thor y Frejya.
—¿Puedo decir algunas palabras para él?
—Sería un honor si lo hicieras, Sacerdotisa.
Poniendo su brazo alrededor de mi cintura, ella me ayudó a ir hasta la jaula,
y miré fijamente el cuerpo inerte, las lágrimas corrieron por mi rostro. Él nunca 162
había tenido una oportunidad. Ahora estaba en edad de tomar una esposa, pero
nunca se casaría, nunca demostraría su valía en la batalla, nunca crecería hasta
convertirse en todo lo podría haber sido.
Y la culpa yacía directamente a los pies de Hyto.
Metí la mano en la jaula, puse mis manos sobre el cuerpo fresco.
Mordiéndome el labio, respiré larga y lentamente, tratando de ignorar mi propio
dolor. Y luego, descendiendo en un trance, busqué a la Madre Luna, busqué su
presencia. Ella se apoderó de mí, por un momento se llevó mi malestar mientras
yo recitaba en voz baja la oración para los muertos.
—Lo que era vida se ha desmoronado. Lo que era forma, ahora desaparece.
Las cadenas mortales se desatan y el alma se eleva libre. Que encuentres tu
camino hacia los ancestros. Que encuentres tu camino hacia los dioses. Que tu
valentía y coraje sean recordados en la canción y la historia. Que tus padres estén
orgullosos y que tus hijos lleven tu derecho de nacimiento. Duerme y no vagues
más.
Haciendo la señal que significaba el Sendero de los Muertos, dejé escapar
otro largo suspiro y me di la vuelta. Hanna estaba llorando en silencio, pero se las
arregló para esbozar una sonrisa de dolor mientras me llevaba hasta la mesa,
donde ambas nos lavamos las manos.
Empujó una corteza sólida de pan en mis manos, untado con queso. Un
grueso trozo de carne seca estaba situado junto al plato y un tazón de caldo.
Comí rápidamente y sorbí la sopa mientras ella me untaba de nuevo con los
ungüentos.
—Gracias —dije en voz baja, sintiéndome entumecida por dentro.
—Lo necesitarás. El clima afuera es brutal.
—Lo sé. He estado antes allí. También sé que la vida alrededor de Hyto es
mucho peor. Prefiero morir en la nieve. Yo no confío en que me mantendrá con
vida hasta que su hijo llegue. Él se enfureció conmigo, pero podría haber sido
mucho peor. Y la próxima vez…
—Aquí… ponte estos. —Ella sacudió la ropa interior, los pantalones, la
camisa y la túnica que antes había puesto en mis manos. Me deslicé en la ropa,
haciendo una mueca cuando el material rústico rozó todas las contusiones y
abrasiones que cubrían mi cuerpo.
Mientras me vestía, Hanna tomó un par de morrales que había llenado de
163
comida y agua, y otras cosas que no podía ver. Terminé de vestirme y busqué a
mi alrededor cualquier cosa útil que pudiera servir como arma. Tenía mi magia,
pero sería bueno tener algo afilado y puntiagudo en mis manos. Ella notó lo que
estaba haciendo.
—No encontrarás ningún tipo de armas. —Negó con la cabeza—. No aquí,
a excepción de los cuchillos de carne. Tomaremos esos. Supongo que Hyto no
los consideraba una amenaza en mis manos. —Me entrego un cuchillo simple
con la hoja gruesa, filosa y pesada. Lo deslicé a través del cinturón que me
sostenía el chaleco de piel por el frente.
—Tenemos que irnos. ¿Cuánto tiempo suele permanecer afuera para
alimentarse?
—A veces todo el día; otras veces vuelve más rápido. Creo que tenemos
todo lo que podemos agarrar. Aquí, ponte ésta a tu alrededor. —Envolvió una
capa pesada de piel blanca sobre mis hombros, una piel de animal con hendiduras
en las sisas. El calor me ayudaría a mantenerme viva. Hanna estaba vestida de
manera similar.
—¿Y el collar? ¿Me puede rastrear a través de eso?
—Probablemente, pero no puedo quitártelo. Su magia es muy fuerte. —
Agarró un bastón y me lo entregó, luego encontró otra madera resistente y larga
para sí misma—. Creo que estamos listas. Vamos a salir de aquí.
Con una última mirada a la guarida secreta de Hyto, la seguí al laberinto de
túneles. Nunca regresaría con vida, incluso si tuviera que matarme yo misma para
evitarlo.
Serpenteamos a través de los pasajes de piedra hasta que llegamos a una
salida, que me sorprendió ver que no era la entrada principal. La abertura de la
cueva daba a un camino empinado que se dirigía directamente hacia abajo de la
montaña. Miré a mi alrededor y vi la señal de lo que ahora estaba segura eran las
Faldas de Hel, las capas glaciales cerca del escondite de Howl.
—Tenemos que llegar allí. Soy amiga de…
—Sí, me dijiste, del Señor Howl. Si estás diciendo la verdad, entonces
realmente podemos tener una oportunidad, pero tenemos que mantenernos en
las sombras tanto como nos sea posible. El Amo… Hyto… —Su lengua dio
vuelta al nombre como una cavidad poco familiar, recientemente descubierta y
desagradable— …Hyto regresará desde el aire, volando, y si nos viera en la nieve,
nos freirá como patatas fritas. 164
—¿Esa es la razón de las pieles blancas? ¿Un camuflaje?
—Sí, facilitan el ocultarnos en la nieve. Así que mantén la capucha sobre tu
cabello, es oscuro y se ve fácilmente contra el blanco. Los ojos del dragón son
agudos. La vista del dragón es clara. Incluso cuando el dragón está loco. Y hay
otros peligros…
—Trolls, arañas de hielo… lo sé.
—Tantas criaturas suben aquí y hay tan poca comida. —Hanna asintió y
salió a la nieve, hundiéndose hasta los tobillos—. La nieve se ha compactado
durante el invierno, pero sin embargo la nieve nueva que cayó está fresca en la
cima y por lo tanto no va a ser fácil atravesarla.
La seguí, mis músculos protestaban ante cada movimiento que hacía. Pero
cualquier cosa era mejor que esperar en esa caverna maloliente por el regreso de
Hyto. Las botas de piel que ella había confeccionado para mí eran en realidad
bastante calientes, y pensé que si salía de esto y alguna vez tuviera que volver a las
Tierras del Norte —algo que no estaba planeando— usaría mi equipo de nativa.
Luchamos al bajar por el camino lo más rápido que pudimos, resbalándonos
y deslizándonos salimos disparadas por el camino de la cueva, dejando un velo de
polvo fino en nuestra estela. La nieve había caído de nuevo durante la noche y
bajo los pocos centímetros de la capa nueva la corteza estaba endurecida, por lo
que sólo nos hundimos hasta los tobillos.
Manteniéndonos bajo la cobertura de las copas de los árboles —pinos de
gran altura y abetos llevados por el viento que los hacía crecer en forma
inclinada— Hanna y yo disminuimos la velocidad. La pendiente se ponía más
pronunciada mientras nos habríamos paso por la ladera de la montaña y el aire
nos sacudía los huesos. Cada bocanada de aire que tomaba lastimaba mis
pulmones y hacia que mis moretones me dolieran, pero ahora que estábamos
fuera de la cueva, sabía que no podía volver.
Una hora más tarde, le hice una seña a Hanna para que nos detuviéramos. A
medida que avanzábamos, me di cuenta de que los pinos de montaña en las
Tierras del Norte tenían agujas afiladas y eran fuertemente perfumadas, me
recordaban la pícea azul. El olor fuerte era bueno, ayudaría a ocultar nuestro
propio aroma. Siendo un dragón, Hyto tenía una hipersensibilidad hacia las
fragancias y cualquier cosa que pudiéramos hacer para confundirlo era mucho
mejor. Arranqué un puñado de agujas espinosas, las rompí, luego las froté sobre 165
mi cara y mis manos, haciendo una mueca cuando pincharon mi piel. Hanna
asintió, captando la idea, e hizo lo mismo. El follaje se pegó a mis mejillas, pero
no me importaba. Haría cualquier cosa para mantener al Sr. Dragón Grande y
Malo alejado.
Una racha de viento helado llegó en ráfagas por la pendiente, lanzando
nieve por todas partes. Jadeé cuando la ráfaga atrapó mi aliento y lo sacó de mis
pulmones.
Apoyándome contra el tronco del pino, me obligué a respirar profunda y
lentamente, hasta que me sentí capaz de continuar.
Hanna me llevó fuera de la ruta principal, lo cual parecía peligroso, pero no
nos atrevíamos a caminar por allí a plena vista. Incluso camufladas podíamos ser
vistas fácilmente desde el aire. Estaba asombrada por haber logrado llegar hasta
aquí sin ser capturadas o desfallecer por las temperaturas de congelamiento.
Luchamos otra media hora por la nieve y ella hizo un gesto para que me
arrastrara bajo uno de los árboles junto con ella, donde había una cierta
protección contra el viento. Mientras me metía bajo las ramas bajas de la
arboleda, se me ocurrió mirar hacia la montaña. La entrada de la cueva todavía
era visible pero sólo era un pequeño punto contra el vasto mar blanco.
Hanna y yo nos acurrucamos para darnos calor mientras ella buscaba entre
los pliegues de su capa y sacaba un pedazo grueso de pan envolviendo un trozo
de queso. Partió el emparedado por la mitad y me entregó mi parte.
—Gracias —le susurré, mi garganta estaba en carne viva por el aire. El pan
estaba seco y duro, pero de todos modos lo forcé a bajar tomando sorbos de mi
cantimplora. Seguí su ejemplo. Después de beber libremente, metí nieve en el
odre de cuero para que se derritiera y tener agua nueva.
—No te preocupes, Camille. Vamos a necesitar una gran cantidad de
alimentos. Tenemos un largo camino por recorrer para llegar a cualquier tipo de
sitio seguro y yo realmente no sé si lo lograremos, pero puede que logremos
alcanzar las Faldas de Hel por la mañana. Quizás tengamos que refugiarnos
cuando caiga la noche. Me quedaría bajo los árboles, pero hay un peligro en eso.
—Ella me miró largamente como si evaluara divulgar malas noticias.
Pero yo tenía demasiada buena imaginación.
—Déjame adivinar: Hyto llega a casa, descubre que desaparecimos y decide
que estamos escondidas en los árboles, por lo que decide quemar todo lo que
destaque desde la cima de la montaña hasta abajo.
166
Ella parpadeó.
—Sí, ese era mi miedo. Aunque no quiero que te preocupes.
Me mordí el labio, sin querer decir demasiado.
—Allá en Earthside, donde estoy viviendo, enfrentamos un peligro mucho
peor que Hyto. Confía en mí, si es grande, malo y posible, me lo imagino. —Me
quedé mirando la vasta franja del campo de nieve que se extendía en la pendiente
por debajo nuestro—. Si él se decide a quemar el bosque, seguramente sabremos
lo que está pasando antes de que nos golpee. En el peor de los casos, nos
atrapará de nuevo. Y, francamente, teniendo en cuenta lo que podría hacernos
por eso, creo que prefiero morir en un incendio forestal.
Hanna se mordió el labio.
—Sí, tienes razón en eso. Si él nos captura, a mí simplemente me matará,
pero a ti…
—Lo sé —le susurré—. Lo sé. —El dolor que ya me había infligido había
sido malo, pero incluso yo sabía que podría ser mucho peor.
—Vamos, termina tu comida y salgamos de nuevo. Cuanto antes lleguemos
a los campos del glaciar, más pronto podremos atravesar el camino hacia tu
amigo el Señor Lobo. —Ella me tendió la mano y me jaló de un tirón hacia
arriba. Las contusiones en la espalda y los muslos gritaron en señal de protesta,
pero me mordí el labio. Hanna había dado todo para ayudarme a escapar. Yo no
iba a quejarme por mi estado.
Durante el resto del día, nos las arreglamos para eludir cualquier señal de
Hyto, y el clima estuvo de nuestro lado. Para el anochecer, llegamos a la parte
inferior del campo de nieve donde la superficie se nivelaba antes de dirigirse a las
Faldas de Hel, y lo único que quería hacer era seguir avanzando, pero un giro
equivocado en las rocas y tendríamos una pierna rota, o algo peor. Encontramos
un afloramiento de rocas y nos acurrucamos detrás de ellas, tratando de afrontar
los vientos lo mejor que pudimos.
Hanna sugirió construir una pared de nieve a cada lado para bloquear el
viento, así que logramos encontrar dos rocas con suficiente espacio entre ellas en
donde pudiéramos tendernos. Compactamos nieve alrededor de toda la fortaleza,
alisando los costados para que parecieran pendientes. No podíamos hacer mucho
para evitar ser vistas desde el cielo, pero con nuestras capas y la oscuridad, había
una oportunidad de que Hyto no fuera capaz de detectarnos. 167
Tomamos turnos para cuidarnos la una a la otra cuando nos alejábamos del
fuerte de nieve para hacer nuestras necesidades, y luego nos quitamos nuestras
capas y nos acurrucamos debajo de ellas para generar tanto calor como pudimos.
No nos atrevimos a encender un fuego, pero la nieve acumulada alrededor de los
costados nos guarecía de lo peor del viento, y si nos acostábamos frente a frente,
podíamos calentarnos con el aliento de la otra.
Dormir no fue fácil y ninguna de nosotras se sentía con ganas de hablar, así
que dormitamos, escuchando el aullido de los lobos a la distancia. Poco después
de la salida de la luna, me desperté, sintiendo que algo estaba pasando. Me asomé
lentamente por encima de los bordes de la fortaleza y miré hacia la parte superior
de la ladera, hacia la cueva de Hyto.
Fuego. El fuego ardía cerca de la cima de la montaña. Podía distinguir
vagamente de dónde provenía, las chispas iluminaban el cielo cerca de la cueva.
Hyto había regresado y descubrió que habíamos desaparecido.
Desperté rápidamente a Hanna y nos deslizamos bajo la sombra de las rocas
tanto como nos fue posible. Mi estómago dio un vuelco mientras veíamos la
pirotecnia. Traté de mantener mis pensamientos apartados de lo que podría
suceder si nos encontraba. Hubo un ruido sordo y pudimos oír el sonido de una
pequeña avalancha corriendo por la pendiente, pero me extendí hacia fuera, y
pude sentir que no se dirigía hacia nosotras, así que me quedé donde estaba. Hyto
debió de hacerla estallar en su ira.
Otra llamarada y los bosques superiores comenzaron a arder. Un fuerte
rugido llenó el aire, esta vez, en lugar de la nieve, fue el grito de Hyto lo que
cayó. Resonó por todo el camino de la montaña hasta donde estábamos y nos
tomó todo lo que teníamos para no gritar. Me puse a llorar en silencio, las
lágrimas congelaban mi rostro. A medida que mis hombros se estremecían,
Hanna abrazó y escondí mi rostro contra su hombro.
Nos aferramos la una a la otra mientras la noche transcurría, sin que
pudiéramos dormir, y el espectáculo continuaba. Hacia la madrugada, antes de
que irrumpiera el amanecer, ella se inclinó y susurró:
—Tenemos que irnos. Ahora, antes de la primera luz. Es posible que
tengamos oportunidad de cruzar el glaciar en la niebla, si esperamos hasta que
aclare, él nos verá.
Asentí, mirando a través de los anchos campos de hielo. La niebla era
espesa; sería peligroso, pero no teníamos otra opción. Mi estómago dio un vuelco
cuando ella empujó otro pedazo de pan y un poco de carne seca en mis manos, 168
pero yo sabía que íbamos a necesitar el combustible, así que los comí, masticando
sin pensar, obligándome a pasarlos por mi garganta.
—¿Crees que puede encontrarme por este collar? —Tiré de la puta correa
alrededor de mi cuello.
—No lo sé —dijo Hanna—. Sólo sé que no quiero correr el riesgo de
quitártelo y causar que algún hechizo u otra cosa te mate.
Cuando terminamos, empacamos nuestros morrales y nos pusimos en
marcha, arrastrándonos cautelosamente por los costados de nuestra fortaleza,
tratando de mantenernos pegadas a la tierra.
Dimos un rodeo a través de los campos, de piedra a piedra, mientras
pasábamos en cuclillas.
Las rocas de los depósitos aluviales eran filosas y peligrosas, y más de una
vez, mi tobillo comenzó a torcerse antes de que pudiera sostenerme. La niebla se
levantaba en remolinos, como centinelas fantasmales, y de vez en cuando,
escuchaba respiraciones ruidosas y movimientos en la neblina, pero no podía
parar, no podía arriesgarme para averiguar lo que eran. Teníamos que llegar a la
cueva de Howl antes de que Hyto decidiera volar más abajo.
El nivel superior del bosque ardía brillantemente, incluso bajo la nieve que
nuevamente había empezado a caer, y me mordí el labio, sintiendo una tristeza
vacía ante la pérdida de los bosques. Hyto no daba una mierda por la tierra, por
las criaturas que podrían estar haciendo sus hogares en el bosque. Lo único que le
importaba era su rabia.
Una hora más e hicimos una pausa para un breve descanso. La niebla estaba
empezando a levantarse, inclusive mientras la caída de nieve aumentaba
profusamente. Con un pantalón andrajoso para protegerme del frío, traté de
calcular cuánto tiempo nos faltaba hasta que estuviéramos cerca de la cueva de
Howl. No podía estar tan lejos. Y entonces miré hacia arriba y vi la abertura de la
Puerta de Hel. Allí Iris se había enfrentado con Vikkommin y lo había destruido
para siempre. Estábamos cerca.
—Date prisa —le susurré—. Ya casi llegamos. Tenemos que darnos prisa.
Nos deslizamos por la pendiente de hielo, cruzando tan rápido como nos
atrevimos. Y luego un rugido inundó de nuevo el aire y volví la vista hacia la
montaña.
—¡Hyto! Salió y está buscándonos. ¡Rápido!
169
Hanna no dijo nada, sólo continuó avanzando mientras nos apresurábamos,
tratando de mantener el equilibrio en el glaciar resbaladizo. Me caí una vez, pero
ella me levantó de un tirón y el dolor desgarrador en mi muñeca me dijo que me
había roto el dedo meñique, pero lo ignoré, reprimiendo el dolor. Mi frente se
había golpeado contra una piedra afilada, pero sólo me había rasguñado y unas
gotas de sangre fueron surcando mi mejilla.
Luego Hanna tropezó y a pesar del dolor en el dedo, le ayudé a subir
mientras escarbábamos en el hielo buscando un punto de apoyo. Estábamos casi
fuera del campo del glaciar cuando un ruido delante de nosotras nos tomó por
sorpresa.
Saliendo de las brumas, una voz suave dijo:
—Señora Camille. ¿Qué estás haciendo aquí?
Reconocí la voz, y casi llorando, me dejé caer de rodillas.
—Señor Howl, por favor, por favor ayúdanos. Hay un dragón tras nosotras
y no podemos correr más lejos. Por favor, danos refugio.
En cuestión de segundos, sonó un silbido y estuvimos rodeados de lobos.
Howl, el Gran Espíritu Lobo de Invierno, salió de la niebla, delgado y
musculoso, con pieles gruesas de color blanco y un tocado de huesos y plata
adornando su cabeza. Era moreno y su cabello largo caía por su espalda, y un
brillo furioso y salvaje inundó sus ojos.
—Estás herida. —Era una declaración, no una pregunta—. Vamos, te
llevaremos a un lugar seguro. Y entonces podrás explicarme por qué estás aquí,
en los confines del mundo.
Entonces varios de los lobos se transformaron en guerreros oscuros que
nos cargaron a las dos en sus brazos, y rápidos como el viento, corrieron de
regreso a la guarida de Howl, y a la seguridad.

170
Capítulo 14
La guarida de Howl estaba prácticamente como la recordaba de hacía unos
pocos días atrás. Un laberinto acogedor de cavernas cálidas con piscinas de baño
y el olor de la carne asada inundando los pasillos. Mi estómago gruñó, pero por
debajo del hambre me sentía agotada, más allá de cualquier movimiento o
voluntad para continuar. Había usado toda la estamina y resistencia que había
poseído alguna vez.
Presenté a Hanna con Howl, quien se había quitado su capa de pieles. Con
los pantalones de ante y su pecho desnudo, estaba casi igualmente vestido que
cuando le vi por última vez, excepto que el tocado era diferente. Tenía su largo
cabello oscuro recogido en una cola de caballo, sus ojos estaban igual de oscuros.
—Howl, por favor, conoce a Hanna. Ella me salvó la vida. —Incluso
cuando hablé, algo se abrió paso en mi interior y me deslicé hasta el suelo,
incapaz de estar de pie.
Uno de los lobos blancos más grandes se adelantó para presionar su hocico
contra mi costado. Sabía quién era. En el transcurso del parpadeo de un ojo, ella
171
se transformó. Era bajita, de alrededor de un metro con sesenta y cinco, y
robusta, con ojos azul hielo brillantes, Kitää tenía el cabello tan plateado como
Ahumado. Vestida con un par de pantalones de cuero blanco suave y túnica a
juego, se arrodilló a mi lado y apartó mi cabello.
—Estás herida —dijo ella, y exploté en lágrimas cuando Kitää, la esposa de
Howl, la Reina y Madre de la Gente Lobo Kataba, me tomó entre sus brazos y
me acunó gentilmente.
Me incliné contra su cuerpo suave, sin querer hacer otra cosa más que
dormir, pero uno de los guerreros corrió, arrodillándose a los pies de Howl.
Howl le hizo un gesto para que se pusiera de pie.
—¿Qué notificas traes, Taj?
—Señor Howl, el dragón en la cima de la montaña ha salido para arrasar
todo. El fuego está corriendo en lo más alto de los bosques. —Taj, que por el
colorido de su cabello adivinaba que era un lobo gris, estaba de pie y alerta. El
resto de la manada captó el olor de su preocupación y comenzó a deambular a su
alrededor, tanto en forma de lobo como humana.
Solté un pequeño gemido.
—Hyto. Es Hyto. Ha hecho su dreyerie allí arriba. Ha estado allí durante
cinco años, por lo que entendí.
Howl se giró hacia mí, me miró lentamente de arriba abajo.

—Ciertamente, el dragón ha estado viviendo allí desde hace cinco años.


Pero ¿dices que es Hyto? ¿El demonio Blanco? —Y luego él palideció—. Has venido
de allí. ¿Está Iampaatar allí arriba con él?
Negué con mi cabeza.

—Hyto me capturó. —Me detuve cuando un bulto se levantó en mi


garganta, intenté mantener mi pánico a raya y le mostré lentamente mi collar—.
Él me secuestró. Esta es su marca. Estaba intentando atraer a Ahumado aquí,
para destruirlo.
Kitää jadeó.

—¿Él te capturó? —Ella miró en mis ojos y le abrí mi corazón, diciéndole


todo lo que había ocurrido con una simple mirada. Cuando su expresión decayó,
agachó su cabeza, sacudiéndola gentilmente—. Oh, mi niña, estás realmente
herida. 172
Asentí, forzando a las lágrimas a retroceder.

—Sí... pero Hanna me ayudó a escapar, Hyto está furioso. Lo vimos


enfurecido esta mañana, desde el campo de rocas en las Faldas de Hel.
—Tenemos que sacarte de aquí —dijo Howl—. Antes de que el dragón
haga llover fuego sobre mi gente. Ese collar puede guiarlo hasta ti, una vez que
salga de su rabia el tiempo suficiente lo recordará.
—No quiero ponerlos en peligro —susurré—. Pero no sé si puedo
descender hasta los portales por mí misma. Apenas pude hacerlo hasta aquí.
Estoy herida, los moratones me duelen.
—No tenemos tiempo para detenernos en ceremonias. —Howl se movió
para que Kitää me ayudara.
Hanna comenzó a protestar, pero sacudí mi cabeza en dirección a ella.

—Está bien. Howl no me hará daño. —Me quité la ropa, ahora mojada por
el sudor y el olor del miedo. Cuando hice una mueca al quitarme las capas de
ropa más ligeras que se habían pegado a algunas de mis heridas abiertas, Kitää
soltó un gemido agudo y Howl gritó.
—Pobre niña… —Kitää se apuró a examinar mi espalda. Cuando me
rodeó, su mirada cayó sobre el moratón oscuro y la piel en carne viva entre mis
muslos y ella levantó sus ojos para encontrar los míos—. Él te ha herido
gravemente. —Se dio vuelta hacia Howl—. La ha violado, también la ha
mordido.
Howl profirió un gruñido bajo.

—Te ayudaremos a llegar a casa a salvo. No dejaremos que te lleve.


Inspiré profundamente, temblando y mientras nos quedamos allí de pie, un
brillo tenue captó mi atención.

—¡Alguien viene a través del astral… por allí!


Los guerreros de la tribu rápidamente se pusieron en posición con las armas
listas. Mientras esperaban con la respiración contenida, tres figuras parpadearon
saliendo a la vista y grité de júbilo cuando Rozurial, Shade y Vanzir salieron del
astral.

173
Me quedé allí de pie, mirándolos a los tres, desnuda excepto por el collar de
Hyto. No me importó estar desnuda… había estado tan expuesta en los últimos
días que estaba comenzando a sentirse normal.
Y entonces vi la expresión en sus rostros cuando vieron los moratones y los
verdugones en mi cuerpo. Vanzir soltó un chillido agudo mientras Shade
comenzó a moverse. Roz corrió hacia mí y colocó gentilmente su larga gabardina
a mi alrededor, pero los bolsillos interiores estaban llenos de armas y gemí
cuando algo afilado y puntiagudo rozó una zona dolorida. Él lo apartó
rápidamente de mis hombros, pero para ese entonces Kitää había encontrado una
hermosa capa de piel y la deslizó a mi alrededor.
Toda la adrenalina que me había estado sosteniendo desapareció de repente
y una vez más perdí mi equilibrio y tropecé cayendo hacia delante, en los brazos
de Roz. Él me levantó y Kitää lo guió hacia un suave camastro de pieles. Mientras
yo intentaba recupera la respiración, ella le hizo un gesto a una joven sirvienta y
pronto estuve sujetando una taza de caldo caliente, sostenida por Roz, que estaba
sentado detrás de mí, mientras yo estaba apoyada contra su pecho. Vanzir y
Shade se arrodillaron cerca.
—Ahora estás a salvo, Camille. —Shade tomó mi mano, pero la aparté.
Demasiada atención me estaba haciendo sentir débil—. ¿Qué es esto? —Él
toqueteó el collar, luego soltó un siseo agudo—. ¡Es maligno!¿Qué maldad estas
llevando?
—El collar de Hyto. —Le hice un gesto a Hanna para que se sentara a mi
lado—. Esta mujer salvó mi vida. A ella le debo mi escape.
—Te llevaremos a casa tan pronto como estés lista para viajar. Y te
quitaremos ese collar. —Roz apartó el cabello de mi cara. Apreté mis labios.
—¿Dónde está Ahumado? —Lo miré, temiendo pero necesitando saber la
respuesta.
—Buscándote. Está enfurecido. Fue a los Confines del Dragón para poder
averiguar algo sobre Hyto…
Me di vuelta hacia Vanzir.

—La otra noche… no sé cuando, he perdido el sentido del tiempo, viniste a


mí…
—Aún no sé como salí de allí, pero cuando me dijiste que estabas en una 174
caverna cerca de las Faldas de Hel, recordé lo que Iris había contado sobre su
viaje y pensé que quizás, sólo quizás, así que Roz y Shade me trajeron con ellos.
—No estábamos bastante seguros de dónde buscar, así que hemos estado
buscando mientras veníamos hacia la cima de la montaña desde los portales —
dijo Roz—. Le dijiste a Vanzir que estabas cerca de las Faldas de Hel, pero no
estábamos seguros en cuál dirección. Nos llevó algo de tiempo para lograr
orientarnos, pero nos ayudó el hecho de que yo haya estado aquí antes.
—Tenemos que salir de aquí. —Luché para sentarme—. No puedo dejar
que mi presencia ponga a la gente de Howl en peligro. —El Señor Elemental
podría manejar a Hyto, pero su gente no era tan poderosa como él.
—Señora Camille, es cierto que eres una amenaza aquí, pero no te
pediremos que te vayas hasta que estés lista —dijo Kitää. Ella puso una taza de
sopa en la mano de Hanna y nos dio pan tierno y comida. Ambas engullimos la
comida, junto con grandes jarras de cerveza pesada.
Limpié las migas de mi boca.

—Necesito ir a casa. Hanna, será mejor que vengas conmigo. Si Hyto te


encuentra, te matará. No sé si puedas adaptarte a vivir en Earthside, pero hasta
que de alguna manera logremos destruir al padre de Ahumado, necesitas
protección.
—No soy la única a la que persigue —dijo ella, apartando suavemente un
mechón de pelo de mi cara—. Querida, he hecho lo que tenía que hacer, ayudarte
a escapar. Realmente no he pensado más allá de eso. Pensé que podría buscar a
mis hijas… espero que aún vivan.
Agarré su mano.

—No te atrevas a irte ahora. Hyto te estará buscando y te matará por esto.
¿Quieres tener la oportunidad de que tus hijas sobrevivan a él? Al menos ven
conmigo hasta que hayamos encontrado una manera de lidiar con él.
Ella sonrió suavemente, luego se arrodilló a mi lado.
—Eres una mujer cariñosa. Espero que pueda llamarte amiga. —Entonces,
después de una pausa, ella añadió—. Sí, iré contigo. Avísame de las cosas de las
que deba estar atenta. He oído que Earthside tiene maravillas nunca oídas en las
Tierras del Norte y en el Otro Mundo, pero aún así echaré de menos mi hogar.
Presioné su mano contra mis labios y la besé gentilmente. 175
—Las tiene, amiga. Y también problemas terribles. —Forzándome a
ponerme de pie, me giré hacia Shade—. Tenemos que irnos. No pondré a la
gente de Howl y a Kitää en más peligro. ¿Cómo vamos a manejar esto? ¿Puedes
llevarnos a las dos?
Él miró a Rozurial.

—Déjame tomar a Vanzir. Mi viaje está mejor adaptado para los de


existencia no mortal. Tú… ¿crees que puedes llevar a las dos a la misma vez?
Rozurial se mordió el labio.

—No lo sé…
Kitää dio un paso adelante.
—Yo iré contigo y llevaré a una de las mujeres. También puedo viajar a
través de los Mares Ionic. Saltaré con ustedes en el portal hasta Elqaneve, desde
donde todos podrán viajar a través del portal de regreso a la Tierra. Mi marido,
¿te importa? —Ella se giró hacia Howl, que asintió bruscamente.
—Sí, mujer, ve, pero no tardes en volver a casa y sé precavida. Los dragones
son astutos y peligrosos, y demasiado inteligentes para su propio bien. Mientras
tanto, yo enviaré a un mensajero a los Confines del Dragones para buscar a
Iampaatar y decirle que regrese a casa con su mujer.
Ellos encontraron algunas ropas limpias para Hanna y para mí, y con la
ayuda de Kitää y de Hanna, me vestí. Luego, después de que Hanna se hubiera
puesta un traje limpio, nos reunimos en la cámara principal del consejo.
Shade deslizó su brazo alrededor de Vanzir, Rozurial me tomó a mí y Kitää
tomó a Hanna. Sin decir otra palabra, nos deslizamos en los Mares Ionic.
Estaba volviendo a casa.

En el portal a las Tierras del Norte, saltamos rápidamente hacia Dahnsburg,


luego a Elqaneve. Estaba tan mareada por el cambio de altitud que me apoyé
contra Roz la mayoría del camino. En el portal de Elqaneve, giré hacia Kitää.
—Te bendigo a ti y a tu gente, por darnos refugio. Permite que la Madre
Luna brille sobre ti en toda su gloria con sus bendiciones. No olvidaré la deuda
176
que te debo.
Ella sonrió gentilmente.
—No nos debes ningún favor, te salvamos para que hagas lo mejor que
puedas para destruir al monstruo en la montaña. Sabíamos que un dragón
permanecía allí pero no estábamos seguros de quién era. Si es el padre de
Iampaatar es doblemente mortal. Está realmente loco. Y Camille… se precavida.
Si te atrapa otra vez, temo pensar qué te hará.
—Sé de lo que es capaz —susurré—. Al final, creo que conseguí salir
fácilmente… pero no habría pasado mucho antes de que el verdadero dolor
hubiera comenzado. No creo que pudiera aguantarlo.
—Sólo ten cuidado, por favor. Recuerda al pueblo lobo cuando salgas a
cazar la próxima vez con la Madre Luna. —Luego, antes de que pudiéramos decir
otra palabra, ella se zambulló dentro del portal y desapareció.
Le indiqué a Roz.
—A casa. Volvamos a casa. Le llevará a Hyto algo de tiempo seguir la firma
de mi collar, pero necesitamos quitarlo tan pronto como podamos.
Y así entramos en el portal, ignorando las miradas de los elfos que entraban
y salían, y saltamos de regreso a casa, a Earthside.

La Abuela Coyote nos estaba esperando. Era una de las Brujas del Destino
que observaba por sobre los mundos, tan inmortal como los Señores
Elementales y los Segadores. Comencé a arrodillarme ante ella, pero mis
articulaciones doloridas no me lo permitieron, así que opté por inclinarme
lentamente.
—Camille, estás viva. Creí que podrías lograrlo cuando tus hilos
comenzaron a desenredarse de los del dragón blanco. —Ella me miró largo y
tendido desde los pliegues desde su encapuchada capa gris. La cara de la Abuela
Coyote estaba surcada con más ríos y valles que un mapa topográfico, y sus ojos
eran un flujo continuo de nubes arremolinadas y estrellas. Cuando sonrió, sus
dientes brillaron como el acero afilado. Ella realmente era una de los antiguos.
Pensé en pedirle ayuda, siempre había que pagarle un precio elevado, pero
se inclinó hacia delante y tomó mi mano, volteándola en su palma. Ella sacó
lentamente un hueso de dedo de la bolsa con su otra mano, para dejarlo caer en 177
mi palma.
—Consejo gratis, así que escucha bien. —Ella miró el hueso en mi mano—.
No te quedes en tu casa. En vez de eso vete a la morada de tu marido, al túmulo.
Será más seguro. El fuego del dragón te está buscando. No ha terminado contigo
aún, pero puedes sobrevivir a esto si eres inteligente. En tanto lleves su marca, él
te encontrará, y no puedes deshacerlo hasta su muerte.
Ella quitó el hueso de mi mano y lo dejó caer en la bolsa.
—Tenemos que matar al dragón… ¿cómo podemos hacer eso? Sólo
Ahumado tiene una oportunidad. —Sintiéndome desesperada, miré a la vieja
arpía, deseando más nunca que por una vez pudiera intervenir. Pero las Brujas
del Destino raramente escogían lados en el camino del mundo, dejando que los
eventos fluyeran a su alrededor mientras observaban y escuchaban.
—Hay otra… hay ayuda dónde menos lo esperas. —Y entonces giró hacia
Vanzir—. Joven demonio, no te inquietes. No estás en el centro de esto. Y los
dioses pueden volver a obsequiarte lo que han tomado, guarda esperanza en tu
corazón.
Me giré para mirar a Vanzir. Él cambió su mirada, pero no antes de que
captara la angustia en sus ojos, que giraban como un vórtice. De repente
comprendí. Él se culpaba por mi condición. Cualquier enfado persistente que
tuviera hacia él desapareció y di un paso al frente, las lágrimas anegaban mis ojos.
—Esto no fue culpa tuya. No fue culpa de Ahumado. O mía. El único
culpable aquí es Hyto. Él es quien me hizo daño.
—Pero si yo no hubiera… si… Ahumado no te hubiera corrido de la casa,
tú no habrías sido capturada. —Las palabras salieron en riadas de su boca, y por
una vez oí su voz agrietada por la emoción.
—No… no… algunas veces en la vida sólo ocurre. Algunas veces el
universo nos juega bromas horribles. Y algunas veces, el mundo sólo apesta.
Como las glaciaciones…mierda, suceden Vanzir. No te culpo. —E incluso
mientras pronunciaba las palabras, sentí que algo dentro de mí se aligeraba y se
alejaba volando, un resentimiento secreto que había estado cargando desde esa
noche en los túneles.
Vanzir respiró profundamente y encontró mi mirada.
—¿No lo haces? 178
—No, no lo hago.
Rozurial miró alrededor nerviosamente.
—Me alegro que los dos sean amigotes, pero será mejor que salgamos hacia
el túmulo de Ahumado. Te llevaré allí a través de los Mares Ionic, luego volveré
por Hanna.
—No. —La voz de Vanzir fue tan alta que sonó como un trueno—. No
osaremos dejar a Camille sola allí. Yo llevaré a Hanna en el auto. Tú y Shade
diríjanse allí con ella. Yo pararé en la casa y les contaré… Delilah y Menolly
probablemente están en casa.
—Menolly tendría que estarlo, ahora es de mañana. —Me estremecí. La
nieve que cubría el bosque estaba comenzando a molestarme y me estaba
debilitando rápidamente. La siguiente vez que flaqueara, probablemente me
desmayaría.
Roz y Shade estuvieron de acuerdo, y así, protegida una vez más entre los
brazos de Roz, saltamos a los Mares Ionic, y al torbellino del viaje entre los
mundos rabió a mi alrededor cuando me apoyé en su hombro.
Abrí mis ojos para encontrarme en una enorme cámara de roca, Hyto se
acercaba a mí con un látigo de acero en su mano, sujetándome alrededor de la
cintura con ese maldito cabello suyo. Comencé a gritar cuando levantó el látigo
en alto.
—¿Cómo me has encontrado? Sólo mátame ahora… por favor, sólo
mátame. —No podía pasar por nada más. No era una roca, no era tan fuerte
como todos pensaban—. Estoy débil, estoy muy débil. Ya no puedo ser la
antorcha. No puedo soportar las cargas de todos, sólo déjame deslizarme en la
oscuridad. Por favor.
—Oh, la oscuridad te tragará profundamente y nunca te dejará ir, chica.
Cuando haya terminado contigo. Pero acabamos de comenzar, Camille. Tú y yo
tenemos un largo y oscuro camino que caminar juntos.
Él se rió y los golpes comenzaron a caer, uno tras otro, tras otro, dentro de
mi carne, incandescentes y abrasadores. Cuando la piel comenzó a despellejarse
hasta el músculo y el hueso, clamé a gritos por Ahumado, por Trillian, por
Morio, por mis hermanas, no queriendo morir en soledad a manos de un hombre 179
enloquecido.

—¡Camille! ¡Camille, despierta!


La voz irrumpió a través del dolor y desperté gritando, para encontrarme en
la enorme cama de cuatro postes que Ahumado tenía en su dormitorio, vestida
con un camisón vaporoso que flotaba lejos de mis heridas. Lentamente,
sintiéndome grogui y resacosa, empujé mi cuerpo hasta quedar sentada, haciendo
una mueca de dolor mientras lo hacía, intentando averiguar qué demonios había
ocurrido.
Un movimiento borroso me sobresaltó y me arrastré contra las almohadas,
arrastrando las mantas para cubrirme. Mi corazón se aceleró y durante un
momento no pude enfocar mi visión, pero entonces vi que era Vanzir quién me
había despertado. Y Hanna estaba dormida en la mecedora.
Intenté tranquilizar mi respiración y me apoyé en sus brazos mientras él los
cerraba alrededor mío y me sujetó en silencio hasta que las lágrimas dejaron de
salir. Entonces, él me apartó y me ofreció un pañuelo.
—Aún tengo pesadillas de mi tiempo con Karvana —dijo él suavemente—.
Nunca se lo conté a nadie; después de todo, soy un demonio, le he hecho cosas
peores a otros. Pero su tratamiento… él era un sádico de la cabeza a los pies.
—Como Hyto —susurré, mirando las mantas. El patrón de azul pálido
sobre azul era delicado, casi como de encaje. Una extraña elección, pero
Ahumado tenía su lado elegante que sinceramente siempre había adorado.
—Como Hyto. No estoy seguro de todo lo que te hizo, pero Camille… vas
a necesitar algo de ayuda para atravesar esto, creo. —Vanzir miró alrededor,
luego recogió un albornoz y lo puso alrededor de mis hombros—. ¿Puedes
caminar? Deberías comer algo.
Lo detuve.

—Me alegro que Ahumado hiciera una tregua contigo. No quería decírselo,
pero…
—Pero estás casada con él, y con Morio y Trillian, y ellos se merecen
saberlo. Y tú los amas y no les causaría daño dejando que lo averigüen
accidentalmente. Lo sé. Lo comprendo. Créeme. Vamos, te conseguiré comida.
Tiré del collar.
180
—Odio esto. Odio esto con pasión. Y puede rastrearme a través de él.
Quiero quitármelo; se siente como si me estrangulara.
—Así era como se sentía el vínculo del alma, pero lo hice voluntariamente.
Eso… nunca deberías haber tenido que llevar eso. Lo siento mucho. —Y una
vez más, su voz se quebró. Él sacudió su cabeza, su cabello rubio en punta
apenas se movió.
—Vanzir… lo que ocurrió, ocurrió. Te perdono. Y me perdono a mí
misma. Y esto es lo que todos tendrán que saber. No dejaré que Ahumado te
haga daño. —Cuando salí de la cama, Hanna se removió—. ¿Por qué no está en
su propia cama? Ella no puede dormir en la silla.
—Insistió en dormir cerca tuyo, para seguir vigilando. Añadí a su bebida
algo de ayuda para que duerma. La mujer estaba agotada. —Él la miró—. Es
bastante atractiva, pero parece dura…
—Pasó cinco años encerrada con Hyto, cumpliendo sus órdenes,
observando a su hijo descender a la locura por el dragón. Ella tiene derecho a ser
un poco dura. —Le hice un gesto a Vanzir para que la sacara de la mecedora y la
pusiera en la cama. Él así lo hizo, cubriéndola gentilmente con las mantas.
Entonces, mientras me ponía el albornoz alrededor de mi cuerpo dolorido, nos
dirigimos a la cámara del comedor principal.
El olor de mi amor estaba por todas partes —almizcle de dragón, pero este
era un almizcle suave, un olor gentil y adorable. Ahumado podía arrasar una
ciudad si lo quería, pero era mi amor y mi corazón. Hyto era un loco. Mientras
procuraba desenredar a los dos en mi mente —Ahumado se parecía a su padre en
apariencia— miré alrededor del túmulo buscando el reloj de cuerda. Aquí, el
tiempo era más lento y los aparatos electrónicos dejaban de funcionar.
El túmulo de Ahumado estaba situado cerca del Monte Rainier, un
montículo fae, un túmulo que había adoptado Titania como suyo. Hacia la parte
de atrás del área que usaba de comedor, una pendiente guiaba a un enorme túnel
bajo el suelo, a través del cual podía volar en forma de dragón. A la derecha
estaba el dormitorio y el cuarto de baño, y a la izquierda, un área de cocina.
El mobiliario era de madera antigua y pesada, eran antigüedades caras y el
olor del humo de cigarro llenaba el aire —a Ahumado le gustaba el brandy y los
cigarros en su propia casa, aunque se abstenía de fumar a mi alrededor porque el
humo nos molestaba mucho tanto a Delilah como a mí.
El olor de los cigarros fue interrumpido por el olor de la salchicha 181
crepitando y mi estómago se sacudió. Me di cuenta de que estaba famélica. Cómo
podía estar tan hambrienta después de lo que había pasado para escapar, pero el
hecho era, que mi cuerpo ansiaba comida. Cuando caminé dolorida hacia la
puerta de la cocina, ésta se abrió y salieron Delilah y Trillian.
—¡Camille! —Trillian soltó los platos que estaba llevando y se estrellaron en
el suelo cuando corrió para agarrarme y hacerme dar vueltas. Cuando solté un
chillido de dolor, él inmediatamente me bajó—. Oh, mierda, lo siento. Lo siento
mucho. Mi amor, me olvidé. —La mirada en su rostro era una que nunca había
visto antes, una mezcla de terror y alegría.
Sujetando mis costillas doloridas, lo dejé guiarme hacia el sofá y él me
colocó gentilmente sobre su regazo.
—No… es sólo que… me duele por todas partes. —Y entonces, aún
cuando Delilah venía apresuradamente con la comida en la mano, caí en sus
brazos y lo besé intensamente, intentando lavar el recuerdo del toque de Hyto de
mi mente con el abrazo entusiasta y adorable de Trillian.
Cuando finalmente me separé para tomar aire, él me deslizó fuera de su
regazo y puso una almohada detrás de mi espalda.
—Morio estaría aquí si pudiera. Shade ahora está en casa, cuidándolo, junto
con Rozurial.
Asentí, mordiéndome el labio.

—¿Ahumado ya ha regresado?
—No, pero pronto estará aquí, confía en mí, amor. Ahora come.
Delilah volvió a la cocina y trajo platos nuevos, luego me preparó un
desayuno con salchichas, huevos, galletas y un vaso de zumo de naranja, mientras
Vanzir barría la porcelana rota. La boca de ella estaba fruncida y parecía como si
hubiera estado llorando, pero podía ver que estaba intentando mantener su
compostura.
Mientras clavaba la comida en el tenedor y la llevaba a mi boca, no estaba
segura de qué decir. ¿Qué podía decir? Hyto me había violado, mordido, humillado
y aún llevaba su collar, proclamando que era su posesión. Oh, quizás sólo podía
salir y decir: estoy jodida… no puedo conseguir que su imagen salga de mi mente. Porque
era cierto, sin importar cuánto quisiera hacerlo, cuando cerraba mis ojos él estaba
allí, cerniéndose sobre mí, con su rostro furioso y sus ojos brillando con la
oscuridad de la locura. Pero eso no causaría ningún bien, excepto hacerles sentir 182
peor.
—¿Qué… qué necesitas? —Delilah finalmente retuvo su respiración y sus
palabras salieron, sonando débiles y huecas. Ella agachó la cabeza—. Lo siento…
no sé qué decir, qué preguntar. Menolly estuvo aquí toda la noche, pero tuvo que
irse a casa esta mañana.
—¿Cuánto tiempo he estado inconsciente? —Levanté mi cabeza de un
tirón.
—Cerca de veinticuatro horas. —Ella levantó la mirada cuando la puerta
delantera se abrió y Shamas se asomó. Sus ojos se iluminaron cuando me vio y
abrió su boca, luego se detuvo. Después de un momento, soltó un largo suspiro y
sostuvo mi mirada, ofreciéndome fortaleza sin pena y asentí en señal de
agradecimiento.
—Delilah, tu teléfono está sonando. Respondí… es Sharah.
Ella me miró.

—Creo que será mejor…


—Ve a tomar la llamada. Cuando vuelvas, tengo algo que decirte. —En mi
lucha por alejarme, por encontrar un lugar escondido dónde Hyto no pudiera
alcanzarme, me había olvidado de Chase, pero ahora los recuerdos de
encontrarlo en el astral fluyeron de vuelta. Al menos podríamos ser capaces de
rescatarlo, o algo más.
Cuando ella se fue, giré hacia Trillian.

—¿Todos están bien? ¿Qué ocurrió mientras estaba fuera?


—Un absoluto infierno, mi amor. Todos estábamos en un infierno
absoluto. Ahumado… nunca le has visto enfadado. Reza por no hacerlo nunca.
Yo puedo ser tu alfa, pero creo que él es el alfa de todos nosotros. Los dragones no
se molestan ligeramente y cuando amenazas a sus familiares… —Él tomó mis
manos—. En serio, nunca he visto a nadie tan ansioso por matar. Camille, me
alegro de que le ames, porque ahora que regresaste, él nunca jamás te dejará ir.
Agaché mi cabeza.
—Espero que él pueda detener a Hyto… Trillian, está loco. Antes me
odiaba; ahora sólo puedo imaginar la tortura que ha planeado para mí. —Y
entonces me encontré diciendo—: Quiero ser fuerte. ¡No quiero tenerle miedo! 183
Pero estoy… estoy tan terriblemente asustada. Y él puede encontrarme… puede
rastrearme.
Trillian le hizo un gesto a Vanzir.

—Creo que necesita una bebida. Brandy, por favor. Para ambos.
Cuando Delilah volvió a entrar, ella estaba sonriendo, aunque sus labios aún
estaban fruncidos.

—Ahumado está de regreso y en camino. Estará aquí en cualquier minuto.


Camille, termina tu desayuno. Él trae a Sharah para que atienda tus heridas.
Sharah... ¡Chase!
—Mi mente está un poco confusa. Te iba a contar algo hace unos pocos
minutos pero se ha dispersado otra vez. Esa primera noche, vi a Chase. Salí del
cuerpo hacia el astral, después de que Hyto… hubiera terminado conmigo. —Me
mordí el labio y me detuve, luchando por alejarme de los recuerdos—. En fin,
estaba en el astral y vi a Chase allí fuera… ¡en cuerpo! Podríamos lograr
encontrarlo si salimos a buscarlo. Él no puede salir del astral por sí mismo, pero
estaba vivo y bien.
—¿Viste a Chase? —Delilah prorrumpió en una sonrisa—. Esas son buenas
noticias. Y necesitamos cada pizca que podamos conseguir.
Justo entonces, la puerta se abrió de golpe y Ahumado estaba allí de pie, en
toda su gloria, con Sharah parada a unos pocos pasos detrás, luciendo sacudida.
Trillian se apartó gentilmente de mí cuando mi dragón caminó dando grandes
zancadas en dirección a mí, apartando todo lo que le impedía avanzar en su
camino. Y cuando llegó, esperé a que me levantara, poniéndome tensa por el
dolor, pero él cayó sobre sus rodillas delante de mí y llevó mis manos contra su
frente.
Con voz apagada, susurró:

—¿Puedes perdonarme, mi amor? ¿Alguna vez podrás perdonarme?

184
Capítulo 15
—¡Ahumado, oh, mi Ahumado! —Y así, me deslicé hasta el suelo,
apretándome contra él, cubriendo su rostro con besos mientras su pelo se
enrollaba suavemente en torno a mí. Por un momento, me encogí, los recuerdos
de las hebras crueles de Hyto surgieron repentinamente. Pero luego, me obligué a
relajarme cuando Ahumado me abrazó suavemente, atrayéndome contra su
cuerpo. Cubrió mi frente de besos, apretó sus labios contra los verdugones
recorriendo mis mejillas, susurró mi nombre contra mi boca. Las lágrimas corrían
por su rostro desde aquellos ojos glaciales, mientras me sostenía por los hombros
y me apartaba, memorizándome.
—Camille, mi amor, mi único amor. ¿Qué es lo que te hizo mi padre? Yo
no estaba allí para protegerte; ¿cómo podrás perdonarme alguna vez? ¿Cómo
puedo siquiera pedirte que me perdones? —Y entonces se detuvo lentamente,
fijando su mirada en el collar—. No… no… él no… —Saltando, se tambaleó
hacia atrás—. Lo destruiré. Lo voy a cortar en pedazos. Le voy a arrancar las alas
hasta que grite por misericordia, ¡y luego voy a hacerlo sufrir más! Hyto morirá,
dolorosamente, en agonía. —Se quedó allí, jadeando, y un almizclado olor 185
posesivo se elevó desde él como un aura de hielo. Estaba temblando y yo podía
sentir la energía que utilizaba para reprimir su rabia.
El dolor de su retirada fue peor que cualquier cosa que Hyto me hubiera
infligido. Poco a poco me obligué a ponerme sobre mis pies y me paré,
mirándolo fijamente.
—Amor, ¿te apartarás de mí a causa de lo que tu padre me hizo?
Ahumado se detuvo, frunció el ceño, y luego la comprensión cruzó su
rostro.
—Oh, mi dulce. Oh, mi amor. No me estoy alejando de ti; no, nunca
pienses eso. —Y él abrió sus brazos—. Es sólo que estoy tan enojado.
Llena de dolor, fui hacia él, me mordí el labio cuando me rodeó con sus
brazos, presionándose contra mis contusiones. No tenía ni idea de lo que sentía
la sociedad dragón acerca de las mujeres maltratadas, pero estaba a punto de
averiguarlo.
—Tienes que saberlo… tengo que decirte… y a Trillian… lo que me hizo.
Y tengo que lograr quitarme este collar. —Tiré de él—. Lo odio; odio la
sensación de esto. Odio saber que todavía me tiene en su poder.
Ahumado lo examinó.
—Maldito sea. Él usó un hechizo ingenioso. No puedo romper esto, pero…
quizás… conozca a alguien que podría ser capaz de hacerlo. —Y entonces echó
un vistazo hacia abajo cuando mi bata se deslizó por mis hombros—. Camille,
¿qué te hizo?
Di un paso atrás y me subí de nuevo las mangas hasta los hombros.
—Te lo diré, pero necesito que me prometas que vas a mantener la calma.
No puedo soportar más estrés en estos momentos. Realmente no puedo. Así
como estoy, me siento como si estuviera caminando sobre una cuerda floja.
Puedo manejar lo que me sucedió, pero sólo con tu apoyo.
Trillian le hizo un gesto a Ahumado, palmeando el asiento a su lado.
—Amigo, siéntate.
Trillian lo comprendería; durante la guerra civil en mi ciudad natal, él había 186
sido capturado y violado por soldados del otro lado. Había logrado escapar y
destriparlos. Pero sus atacantes habían sido Faes; el mío, un dragón.
Cuando Ahumado se dirigía hacia el sofá, la puerta de la habitación se abrió
y Hanna se asomó. Ella echó un vistazo hacia él y gritó, cayendo al suelo y
cubriéndose su cabeza.
Corrí hacia adelante, maldiciendo cada paso doloroso del camino.
—Está bien, está bien, no es Hyto. —Cayendo de rodillas a su lado, la tomé
entre mis brazos—. Ahumado… es Ahumado; el hijo de Hyto. Mi marido. Él no te
lastimará.
Mientras nos mecíamos juntas en el suelo, Ahumado dejó escapar un
gemido desapasionado, su expresión lucía atormentada por la culpa.
—Mi padre… mi padre ha causado tal terror.
—Hyto capturó a Hanna y a su hijo. Él mató a su marido y encerró a su hijo
en una jaula durante cinco años. —Lo miré—. Durante ese tiempo, Hyto mató a
por lo menos dos docenas de mujeres. Hanna tenía que limpiar después… la
obligó a bañarlas para él y luego llevarlas a la muerte bajo la amenaza de torturar
a su hijo.
Ahumado hizo señas para que me pusiera de pie.
—Cuéntanos ahora. Dime lo que te hizo. Muéstrame lo que mi padre te
hizo. —Su mirada estaba muy seria.
Delilah se movió para ayudar a Hanna a ir hacia una silla mientras yo
lentamente me ponía de pie. Tragándome mi vergüenza, dejé caer la bata en el
centro del piso, luego deslicé el camisón fuera de mis hombros.
Mientras éste caía al suelo, Ahumado y Trillian me miraron fijamente. Yo
sabía que estaban viendo las marcas en mi estómago, entre mis muslos; los
moretones brillantes y negros, profundos, la piel en carne viva y abrasada. Poco a
poco, me di la vuelta, moviendo mi cabello para exponer los largos verdugones
incrustados profundamente a través de mi piel y las huellas de las botas que se
habían estrellado contra mi costado cuando me pateó.
Mientras estaba de espaldas, mientras yo miraba hacia la pared fijamente,
dije:
—Hyto me violó… tan dolorosamente como pudo, donde quiera que
encontró un hueco. Su intención era que doliera. Me golpeó, me usó como mueble,
me obligó a hacerle una mamada… me tuvo en el suelo como un gusano, 187
arrastrándome, llamándolo Amo. Y me puso un collar como a un perro.
Destapé sus pecados como si fuera una lista de compras. Mantenerme al
margen de lo que había pasado me ayudaba a enfrentar los recuerdos que
pasaban por mi mente como una puerta giratoria. Cuando me di la vuelta para
enfrentarme a ellos, agregué:
—Hyto me enseñó lo que significa temer. Lo quiero muerto.
Encontré sus miradas y me obligué a permanecer firme, incluso cuando un
torrente de emociones se precipitaba en mi interior. Delilah me miraba mientras
las lágrimas caían por su cara, pero me di cuenta de que yo ya no podía llorar
más. Ya me había desahogado en llanto. Ahora sentía un nudo de rabia al rojo
vivo que comenzaba a crecer.
—Yo lo quiero muerto. Y quiero que le duela. Lo quiero tan lastimado como
me lastimó a mí. Como lastimó a Hanna. Como hirió a sus otras víctimas.
Trillian se ubicó a mi izquierda, Ahumado a mi derecha. No me tocaron,
pero se arrodillaron a mi lado, cada uno tomó una de mis manos.
—Oh, amor, nos ocuparemos de llevarlo a cabo —susurró Trillian—. Te lo
juro, no voy a descansar hasta que tu atacante esté muerto.
Ahumado simplemente asintió.
—Trillian tiene razón —dijo abruptamente—. Te doy mi palabra, mi amor.
Mi padre va a pagar por sus pecados con su vida, y no va a ser una muerte
tranquila para él.
—Será mejor que nos pongamos a planificar entonces, porque también
tenemos que rescatar a Chase. No voy a permitir que él vague solo en lo astral,
mientras yo pueda ayudarle. Me niego a permitir que Hyto me impida hacer lo
que tengo que hacer. Y si lo que dices es cierto, Hyto estará rastreándome por
este collar. Quiero esto fuera. Si para ello se requiere desgarra su corazón
palpitante con mis manos para conseguir eso, entonces eso es lo que voy a hacer.
Y mis esposos, benditos sean, se inclinaron y besaron las palmas de mis
manos con delicadeza. Y yo sabía que iban a hacer todo lo posible para ver a
nuestro enemigo destruido.
Sharah me llevó al dormitorio, junto con Hanna, para examinarnos y
atender nuestras heridas. Mientras examinaba mi espalda, ella dijo:
—¿Sabes la única cosa interesante acerca de esto?
—No creo que nada de esto sea interesante. —No me sentía particularmente
188
habladora.
—Querrás saber esto. ¿Tus tatuajes? Estaban justo en la línea de varios de
los golpes, pero ningún tatuaje fue tocado. Es obvio que la cadena cayó a lo largo
de ellos, pero donde están tus tatuajes, no hay ninguna marca; ninguna herida.
Levanté la cabeza.
—¿En serio?
—Que Dios me ayude, sí. —Recorrió las líneas que cruzaban mi espalda—.
Éstas se curarán. Tendrás cicatrices, pero creo que puedo minimizar la mayoría
de ellas. Aunque tendrás que descansar…
—Voy a descansar cuando Hyto está muerto y pudriéndose. Tenemos que
matar un dragón y encontrar a Chase. —Luego le dije todo lo que podía recordar
de cuando vi a Chase en el astral. A pesar de que ella trató de seguir siendo
profesional, pude ver el alivio inundando sus ojos.
—Yo lo extraño mucho. Pero Camille; tienes que descansar. Puedo vendar
éstas, pero si te mueves demasiado, pueden abrirse y una cicatriz…
—Entonces colorea mis marcas. Menolly vive con sus cicatrices, así que yo
también puedo hacerlo. Y si tengo cicatrices, que sean un recordatorio de que
ningún hombre me va a tocar de esta manera otra vez. Ya sea dragón, demonio o
diablo. Tengo que salir de nuevo. Yo tengo que ver morir a Hyto. No puedo
ocultarme en casa o nunca lograré salir de nuevo. ¿Entiendes? —Me volví hacia
ella, agarrando su muñeca e inclinándome hacia adelante—. Hyto me enseñó a
temer de una forma en la que yo nunca, jamás experimenté. Si no conquisto esto,
no me quedará nada. Yo no tengo la fuerza de Menolly o la capacidad atlética de
Delilah. Todo lo que tengo es un puñado de hechizos, algunos de los cuales
funcionan cuando se les da el capricho. No puedo dejar que esto me derrote. Si
me quedo en casa, encogiéndome en mi habitación, Hyto habrá ganado. Tengo
que exorcizarlo de mi mente. Tengo que sacarlo de mi cabeza.
Hanna se puso de pie.
—Deja que haga su voluntad. Camille es una joven valiente y creí estar
segura de que Hyto la mataría la primera noche. Pero ella resistió su maltrato e
incluso logró provocarle una rabia como ninguna otra que haya visto. Si ella pudo
bajar de esa montaña con las heridas que tiene, entonces puede soportar otra
batalla. —Ella se volvió hacia mí—. Enorgullecerías a los Hombres del Norte si
fueras uno de nosotros. Eres una mujer guerrera en espíritu, si no en cuerpo. Y el 189
espíritu es a menudo mucho más fuerte que el músculo y el hueso.
Sharah dejó escapar un largo suspiro.
—Vas a hacer lo que desees, por supuesto. Ustedes tres siempre lo hacen.
Muy bien, pero al menos voy a darte un analgésico. He desarrollado uno que tu
sistema pueda soportar.
—¿Va a afectarme? —La miré fijamente a los ojos, desafiándola.
Flanqueada por mi familia, por Trillian y Ahumado, descubrí que mi valor
regresaba, y yo quería hacer que se sintieran orgullosos. Quería sentirme
orgullosa de mí misma. Quería demostrar que ningún pervertido podría
acobardarme. El recuerdo de arrastrarme a los pies de Hyto me aguijoneaba
mucho más que los golpes en la espalda o cualquier otra cosa que me hubiera
hecho—. Tengo que estar alerta.
Sharah asintió, y algo me dijo que sabía lo que estaba pensando y que
comprendía.
—No vas a perder velocidad con esto. Pero te ayudará a moverte sin tanto
dolor y también lo harán los ungüentos que tengo para tus heridas.
—Entonces voy a aceptarlos con gratitud. —Entonces le sonreí y ella se
inclinó y me abrazó como lo haría una hermana—. ¿Crees que Hyto podría
haberme pasado alguna enfermedad cuando… cuando…?
Sharah se mordió el labio.
—Estás bastante magullada allí abajo. Te puedo dar una poción para disipar
cualquier enfermedad que él pudiera tener. Nunca he tenido la oportunidad de
tratar a un dragón herido, y mucho menos por una enfermedad de transmisión
sexual. Así que no lo sé muy bien.
—Detestaría tener que preguntarle a Ahumado al respecto; sólo sería otro
recordatorio de lo que Hyto me hizo. A nosotros. Pero será mejor que tome la
poción, por si acaso. Di una patada contra el suelo, haciendo una mueca cuando
el golpe rebotó a través de los músculos de las piernas. —Maldito ser maligno.
—Todos tenemos nuestros demonios… el tuyo es apenas más grande que
el de la mayoría —susurró mientras yo me bebía la botella de líquido rosado que
me puso en la mano—. Toma, bebe esto para el dolor. Y si necesitas hablar,
estoy aquí. Ya lo sabes, ¿verdad?
—Sí —dije en voz baja—. Si Hyto es mi demonio, entonces él va a 190
encontrarse a sí mismo del lado equivocado de la horca.
Después de que ella me tratara, Sharah volvió su atención a Hanna y yo
regresé con los demás en la sala de estar. Delilah me hizo un gesto para que fuera
hacia la cocina y logrando convencer a Ahumado y Trillian de que estaría bien sin
ellos unidos a mi cadera, la seguí a la habitación cálida y acogedora.
Cuando me deslizaba en una de las viejas sillas de la cocina, haciendo una
mueca, ella colocó un sándwich delante de mí.
—Tienes que recuperar tus fuerzas. Come más.
—Sí, señora. —Acerqué el sándwich… ¿de mantequilla de maní y jalea?
¿Desde cuándo Ahumado come mantequilla de maní?
Mientras ella se sentaba, observándome, sentí que mi reserva se disipaba.
—Camille… ¿qué necesitas? Siempre has estado aquí para nosotras y ahora
es nuestro turno. Lo que necesites, sólo tienes que pedirlo.
Se inclinó hacia delante y recogió una patata frita del plato, levantándola
hasta mis labios. Yo abrí obedientemente mi boca y acepté la patata, masticando
lentamente mientras pensaba sobre su pregunta. ¿Qué necesito? Mis emociones
estaban jugando una carrera entre un corazón destrozado y la furia.
Dejé escapar un suspiro y bajé el sándwich mientras ella se levantaba y me
servía un vaso de leche.
—¿Qué necesito? Lo que necesito es que nada de esto haya sucedido. Pero
sucedió y ahora tengo que encontrar la manera de enfrentarlo. Mis emociones
están descontroladas. No he tenido tiempo para procesar lo que ha sucedido.
Hyto… él me humilló, Delilah. Puedo soportar muchas cosas, pero eso, no. Él
me despojó de mi dignidad y me hizo daño.
—¿Cómo… cómo vas a manejar lo que él… él…?
Me encogí de hombros.
—La violación no se trata de sexo, es sobre esgrimir poder. Lo sé muy bien
y me niego a dejar que él destruya mi pasión. No voy a dejar que me arrebate eso.
Pero el dolor, las palizas… nunca he experimentado un dolor así anteriormente.
Y tú sabes que he sido lastimada muchas veces desde que llegamos a Earthside.
No soy tan rápida o físicamente tan fuerte como tú y Menolly. El dolor me
asustó. 191
Delilah se mordió el labio y se inclinó hacia adelante.
—Vas a salir de esto. Es tu naturaleza, Camille. Pero cada vez que necesites
desahogarte, dímelo a mí o a Menolly; y vamos a estar allí para ti. Si necesitas
gritar en el bosque, o golpear a algunos estúpidos trolls, vamos a encontrar lo que
necesites y te dejaremos volverte una patea-culos.
Inspiré larga y profundamente y exhalé el aire con un estremecimiento.
—Pensé que había conocido el mal antes, pero él es malvado como… como
lo era Karvanak, sólo que menos razonable y mucho más peligroso. Él es un
sádico. Bebe profundamente del dolor de los demás. Y está celoso; está tan
celoso de Ahumado.
—Es triste cuando un padre no puede regocijarse en la alegría de sus hijos.
—Delilah frunció el ceño—. Por lo menos Ahumado no mató a Vanzir.
Pensábamos que iba a hacerlo, pero cuando nos enteramos de que te habían
capturado, se volvió loco. Se culpa por completo por ello; si no te hubiera gritado
y dicho que te fueras de su vista, no habrías ido a caminar por el bosque y sido
capturada.
—Ya tuve una charla con Vanzir sobre eso. Ahumado va a tener que
superarlo. Yo no tengo la energía para calmar sus temores. Y todo lo que pasó,
no hay nada que podamos hacer al respecto ahora. Lo importante es que nos
unamos. Me doy cuenta de que están allí en la misma habitación y que no ha
habido derramamiento de sangre. Por ahora, eso es una cosa buena.
Terminé mi sándwich y flexioné mis manos, a excepción de mi dedo que
estaba rígido, inmovilizado por una férula. Eran casi la única parte de mí que no
me dolía, aparte del hueso fracturado. Pero el ungüento de Sharah había
funcionado de maravilla y el dolor fue silenciado. Al igual que el mareo y mi
fatiga. Lo que sea que hubiera en esa pequeña ampolla era una maravilla de
drogas en lo que a mí respectaba.
— Tenemos que cruzar al astral y encontrar a Chase. Él parece ser capaz de
enfocarse en mi campo de energía; tenemos chispas similares en nuestras auras y
creo que va a terminar manejando algo de magia interesante en el futuro.
—¿Estás segura de que puedes hacerlo? —Delilah ladeó la cabeza y me
miró escéptica.
—Mantenerme ocupada es lo único que va a salvar mi cordura en estos
momentos. No puedo sentarme aquí para siempre, preocupándome de que Hyto 192
vaya a venir lanzado hacia mí. Vamos, veamos si Ahumado puede llevarnos allá
con él. —Me aparté de mi silla, y luego miré hacia abajo, a mi camisón y bata—.
Supongo que será mejor que me vista primero, ¿eh?
Ella se echó a reír y su risa se sintió bien a medida que resonaba a través del
aire.
—Sí, de alguna manera no creo que esa sea ropa de lucha.
—Tú lo has dicho, no yo. —Forcé una sonrisa en mis labios y nos dirigimos
a la otra habitación—. Guardo ropa aquí para cuando venimos a quedarnos.
Espérame que salgo enseguida.
Cuando entré en la habitación, vi que Hanna estaba durmiendo en la cama
de nuevo. Sharah me hizo una seña para que fuera a su lado.
—Ella está desnutrida, agotada y tiene un desagradable caso de asma. La
tengo medicada y por lo menos necesita descansar por un par de semanas.
Asentí, saqueé silenciosamente el armario en busca de una falda, un corpiño
y una chaqueta. Anhelaba mi cuerno de unicornio; hasta que matáramos a Hyto,
esa era la única cosa que podría interponerse entre el dragón y yo.
Al regresar a la sala de estar, los demás estaban reunidos, discutiendo el
mejor lugar para aproximarse a Hyto. Le hice señas a Delilah para que me
ajustara el corsé.
—¿Estás segura de que eso es prudente? Ese corsé es apretado. —Ella tiró
de los cordones y solté un gemido de dolor.
—Va a ayudarme. Lo comprobé con Sharah. El sostén aliviará mis costillas
magulladas a pesar de que hace que las laceraciones en mi espalda me duelan. —
Levanté mi mano—. Aunque no va a ser de mucha ayuda con este pequeño
polluelo, a excepción del tiempo.
Al estar de vuelta en mi propia ropa, entre mi familia, empecé a relajarme un
poco. Haría falta tiempo para sanar, pero al mirar a mi alrededor, de rostro en
rostro, sabía que con su ayuda estaría nuevamente en control más temprano que
tarde.
—Chase estaba más fuerte de lo que jamás lo había visto. No tenía ni idea
de cómo había llegado allá al astral, pero el hecho es que lo logró.
Delilah dejó escapar un largo suspiro.
—Ahumado es el único aquí que puede alcanzar el astral. Él no puede
193
llevarnos a todos. Si Roz estuviera aquí, pero no lo está…
—Puedo llevar a tres —dijo Ahumado—, lo que significa Delilah, Camille y
Trillian. Vanzir… —se detuvo, mirando fríamente al demonio otra vez.
Vanzir lo miró a los ojos, pero no lo desafió.
—¿La tregua se mantiene?
Basta de esta mierda. Me puse de pie.
—Ustedes dos, escúchenme. Yo no quiero tener que decir esto de nuevo.
Ya he tenido suficiente de sentirme responsable por la hostilidad entre los dos.
Así que ahora mismo, eso se termina. Ya no más. No más peleas. Lo qué sucedió
entre Vanzir y yo pasó. No debería haber sucedido, pero lo hizo. Ambos fuimos
heridos por los efectos posteriores. Se ha acabado. Hecho. Él ha sido despojado
de sus poderes, y yo terminé como el juguete de Hyto. Los dos hemos sido
lastimados. Así que, Ahumado, tienes que parar. Tienes que parar esto.
Ahumado farfulló, pero negué con la cabeza.
—No. Simplemente… no. Quiero que ustedes se den la mano y se pidan
disculpas mutuamente.
Vanzir dejó escapar un largo suspiro.
—No doy disculpas fácilmente, pero lamento todo esto. Por quien más lo
lamento es por Camille; fue a ella a quien lastimé. Pero Ahumado, mis disculpas
para ti, también. Lo que sea necesario para estar en el mismo lado de nuevo.
Me giré hacia Ahumado.
—Estoy esperando —le dije, golpeando el suelo con mi bota. Ya había
tenido suficiente de combates insignificantes.
Mi dragón hizo rodar sus ojos.
—Lo que tú quieras, mi amor. Vanzir, me retracto de mis amenazas de
desmembrarte. Pero recuerda esto: una vez fue un accidente. Dos veces…
—Sí, sí, el gran malvado dragón me hará trizas. —Vanzir le restó
importancia con un gesto, pero luego su mirada cayó sobre mí y se puso serio—.
Lo siento. Me acabo de dar cuenta…
Me mordí el labio. Tenía que hacer una elección. O podía dejar que esto me
arrastrara hacia abajo o podía permanecer firme al pie del cañón. Y a pesar de sus
sentimientos hacia mí ahora, había nacido y crecido como la hija de un soldado y 194
todavía tenía ese sentido de honor. No teníamos tiempo para que yo me
autocompadeciera. Tendría que esperar hasta el tiempo de descanso para volver a
visitar el infierno.
—Entonces, vamos a movernos. Hasta que sepamos lo que haremos con
respecto a Hyto, seguimos como siempre, salvo que yo viviré aquí, ya que con
este collar, una vez que el padre de Ahumado se decida a acabar conmigo, voy a
ser un objetivo en movimiento y no pondré en peligro nuestra casa.
—Podemos simplemente transferir todas las operaciones aquí por el
momento. Menolly puede dormir en el túmulo durante el día; no hay ninguna
posibilidad de que la luz del sol alcance algunas de las cavernas de aquí. —Delilah
se reclinó en su silla—. Podemos dejar un grupo mínimo de guardias de Asteria
en la casa. Pero traemos a todos los demás aquí por si acaso Hyto decide destruir
nuestra casa por despecho.
Fruncí el ceño.
—Si piensas eso…
Ahumado asintió.
—Hay laberintos en las cámaras más bajas; Menolly y Maggie se pueden
esconder ahí abajo. De hecho, tengo una sala de estar bien iluminada allá abajo,
donde la luz del día nunca llega. No se puede ver desde aquí.
—Entonces, sal y llama por teléfono a Iris. Haz que empiecen a mudar las
cosas. —Una preocupación menos en mi lista—. Mientras tanto Ahumado, tú,
Trillian, Delilah y yo vamos a cazar a Chase en el astral. Vanzir y Roz, llévense a
Shamas y vuelvan a casa. Hagan lo que puedan para ayudar a Iris a prepararse. —
Cuando me puse de pie, me volví hacia Sharah—. ¿Puedes quedarte con Hanna?
No quiero que se despierte y enloquezca porque nos hemos ido.
—No hay problema —dijo—. Los deberes en la sede están bastante ligeros
en estos momentos. —Ella hizo una pausa, y luego susurró—: Cuando
encuentres a Chase… dile que estoy… esperándolo.
Delilah dejó escapar un suave suspiro.
—Yo se lo diré, Sharah. Yo sé que él estará feliz de escucharlo.
Y eso fue todo. Estábamos de nuevo en movimiento; yo con un dedo roto y
un cuerpo magullado y maltratado. Pero se sentía bien estar de nuevo en acción.
Había tenido mi ración de estar en el otro extremo de la paliza. 195
Capítulo 16
A medida que nos apresuramos a ir hacia el Parque Tangleroot se me
ocurrió que sería mejor decirle a Aeval que estaba de regreso, si es que incluso
ella sabía que había sido capturada. Pero en este momento, yo estaba decidida a
salvar a Chase antes de que él se metiera en problemas. No podía soportar la idea
de él vagando solo por siempre, tratando de encontrar su camino a casa. Yo sabía
lo que se sentía estar completamente solo.
Estacionamos a las afueras del parque y nos dirigimos hacia el lugar por
donde antes habíamos entrado por el portal. Recordé lo que me había enseñado
Aeval y estaba preparada para abrirlo por mí misma. Pero para mi sorpresa,
llegamos para encontrar que el portal había regresado otra vez… y estaba sin
vigilancia. O bien había surgido en este punto por sí solo en las últimas horas, o
nadie había estado por aquí para notarlo por un tiempo. Dada la época del año, la
nieve y la oscuridad del parque, yo apostaba por lo último.
Cuando nos acercábamos al vórtice, me detuve, olfateando el aire.
196
—Mierda.
—¿Qué pasa? —Delilah corrió a mi lado.
—Huelo al Devorador del Pantano… en este lado del portal. Maldita sea…
él lo atravesó. Anda suelto en alguna parte, pero el rastro termina aquí y no
puedo seguirlo.
Una cosa más en nuestra lista de preocupaciones. Otro de los Faes Antiguos
—y uno devorador de hombres—, estaba suelto de nuevo en el mundo. Y él no
estaba terriblemente dispuesto a entrar en razón.
—¿Deberíamos ir tras él ahora? ¿Tratar de averiguar adónde fue?
Pensé en ello, luego negué con la cabeza.
—Nosotros no vamos a encontrarlo hoy. Él ha pasado por este camino,
pero ahora se ha ido. Y quiero encontrar a Chase. Sólo vayamos, pero vamos a
mantener los ojos abiertos. Muy pronto el Devorador del Pantano va a causar
estragos y estaremos aquí para seguirle la pista.
Ahumado me llevó a un costado.
—Tenemos que hablar. Tenemos que discutir lo que pasó. —Puso sus
brazos a mí alrededor, sosteniéndome suavemente contra su pecho—. No puedo
soportar la idea de que podrías culparme por las acciones de mi padre, aunque
entiendo el porqué podrías hacerlo.
No habíamos tenido la oportunidad de hablar en privado. En realidad, eso
no era del todo cierto. El hecho fue, que yo había evitado estar a solas con él y
Trillian. Había visto suficiente dolor y preocupación en mi vida para entender
que tendría problemas para ajustarme, pero también sabía que ninguno de mis
maridos podría haber evitado lo que había pasado, y que ninguno de ellos era
culpable. Cuando llegaba el momento, todos estábamos solos. No había tal cosa
como la seguridad perfecta. No existe tal cosa como la invulnerabilidad. Un
movimiento en falso, un resbalón equivocado y cualquiera de nosotros podría
estar a merced del destino… o de un dragón psicótico.
Pero una vez que estuviéramos a solas, tendría que dejarlo ir. Tendría que
tener mi ataque de nervios y exorcizar el fantasma de Hyto de mi cuerpo y
mente. Cualquiera siendo demasiado amable conmigo ahora amenazaba mi
capacidad para empujar la rabia y el miedo. Y los brazos de Ahumado a mi
alrededor eran demasiado gentiles, demasiado comprensivos, muy amorosos para
hacer acopio de mi valor. 197
Lo empujé hacia atrás con mi mano contra su corazón mientras miraba
fijamente esos preocupados ojos glaciales. Lucía tan similar a su padre… y sin
embargo él no era Hyto, y su naturaleza se llevó lejos la semejanza que podría
haberse interpuesto entre nosotros.
—Te amo. —Las lágrimas brotaron de mis ojos—. Pero no podemos
hablar de esto aquí. Te necesitaré, te necesitaré a ti y a Trillian y a Morio, y a mis
hermanas, para pasar a través de esto. Pero en este momento, quiero salvar a
Chase. Si podemos salvar a Chase, no me sentiré tan indefensa.
—Estoy preocupado por ti… tus lesiones no son leves, mi amor. —Una
mirada de dolor cruzó su rostro—. No puedo soportar pensar que mi propia
carne y sangre te hicieron esto. Que le permití alejarte.
—Tú no se lo permitiste. No es tu culpa y nunca te culparé por lo que pasó.
Hyto es quien me hizo daño. Él es el único responsable de sus acciones y vamos
a hacerle pagar. Pero en este momento, tengo que mantenerme ocupada. Tengo
que dejar de insistir en los últimos días. ¿Entiendes? —Me incliné y lo besé
suavemente en la mejilla—. Lo que está en tu corazón, eso es lo que amo. No
cuan invulnerable puedes hacer mi vida.
Él cubrió mi mano con la suya por un momento, luego asintió.
—Como quieras. Vamos a hablar de ello cuando estés lista. Y yo haré todo
en mi poder para asegurarme de que nunca seas herida de nuevo.
Uh-oh. Eso sonaba un poco demasiado como a una torre-de-marfil4 para
mí, pero yo sabía que él tenía que decir eso, lo necesitaba para sentir que podía
mantener cierto control de la situación. Asintiendo, hice señas a Trillian y a
Delilah, que esperaban más adelante.
—Vamos por Chase. —Respiré hondo, preguntándome cuando la vida
volvería alguna vez a la normalidad. Si eso fuera posible. Nos acercamos al portal
y me volví hacia ellos. —Tengo que ir primero, pero formaremos una cadena.
Una vez que estemos adentro, vamos a dirigimos hacia el anillo de setas. Ahora
que Ahumado está con nosotros, podemos pasar por allí y salir en donde sea que
terminemos. Y una vez que pasemos, creo que a partir de ahí, nos dirigiremos al
astral. Ahí es a dónde Chase logró saltar.
Ellos asintieron. Delilah me lanzó una bolsa y la abrí.
—¡Mi hierro! ¡Me has traído mis esposas y mi mayal5! —Por primera vez
desde que Hyto me había atrapado, sentí una sonrisa verdadera irrumpir en mi 198
cara.
Ella me dio un par de guantes.

—Necesitarás estos, también. Ahora vamos por nuestro detective.


Formamos una fila, conmigo al frente. Ahumado insistió en ser segundo, y
ni Delila ni Trillian lo contradijeron. Delilah fue la tercera, Trillian el último.
Cuando nos dirigimos hacia el portal, respiré profundamente y los conduje
atravesándolo. La energía crepitante era como una ráfaga recargada de aire
oceánico y lo aspiré, manteniéndolo en mi respiración, en mis propias células.
Necesitaba la carga. La oleada de poder se sentía como un gran vaso de agua fría
para mi cuerpo sediento.

4
La torre de marfil: es un término originado en el bíblico Cantar de los Cantares. Desde el
siglo 19 se ha utilizado para designar a un mundo o ambiente en el que los intelectuales se
dedican a actividades que están desconectadas de los intereses prácticos de la vida cotidiana
5
Mayal: arma ofensiva usada en la Edad Media, compuesta de unas cadenillas de hierro
terminadas por un extremo con bolas del mismo metal, y sujetas por el otro a un anillo fijo en
un mango de madera como de medio metro de longitud.
Pasamos a través del portal, y una vez más, estábamos de pie en la selva de
follaje helado. Ahumado y Trillian estaban en alerta, Trillian instantáneamente
desenvainó su espada dentada. Delilah y yo miramos alrededor. Ni Tra ni Herne
estaban en algún lugar a la vista y lentamente dejé escapar el aliento.
Ahora bien, si podíamos mantener a Yannie Fin Diver a raya, podríamos
pasar sin demasiada batalla. Pero yo no tenía mi cuerno de unicornio conmigo,
así que eso debería resolver esto último. Él había estado tras el cuerno, no tanto
tras de mí. Con un poco de suerte, si nos apurábamos a pasar más allá del
pantano, tal vez no notaría que estábamos aquí.
Tiré de mi capa acomodándola en torno a mis hombros y avancé, apartando
a los chicos para pasar. Con Ahumado a mi lado, me dirigí hacia adelante, hacia el
otro lado de la pradera helada, en dirección al frente del barranco que conducía a
la cañada. Trillian se ubicó junto a Delilah.
Nada se movía, salvo por un par de cuervos observándonos desde las ramas
de los robles que sobresalían. En silencio, pasamos a través del reino mágico, y
con cada paso, la sensación de la magia pesada y vieja me rodeaba. Algo había
pasado por aquí hacía poco tiempo.
Cuando entramos en el barranco, pude sentir el llamado de las rocas. Había 199
cuarzo en la cara del acantilado; apostaría mi magia en ello. Los cristales de
cuarzo cantaban para mí, y desde que estaba en Earthside, había empezado a
notarlo más y más. Por alguna razón, mi conexión con el mineral era más
prominente aquí, y lo usé para las protecciones alrededor de la tierra.
A mi lado, Ahumado estaba manteniendo una estrecha vigilancia sobre los
lados del barranco, su mirada saltando de un lado a otro. Pasamos en silencio a
través del pasaje corto y llegamos al espeso follaje que separa el barranco del
pantano.
—Ten cuidado. Yannie Fin Diver está en este pantano. Al menos sabemos
que el Devorador del Pantano no está por ahí. Aunque el hecho de que esté
merodeando el Parque Tangleroot tampoco es ningún consuelo. Pero Yannie es
peligroso y ahora me guarda rencor porque no pudo obtener el cuerno del
unicornio.
Me abrí paso entre la franja de tierra abierta que divide el bosque de la
turbera. El olor amargo llegó a mi nariz y cuando pasamos por allí, mantuve una
estrecha vigilancia en busca de cualquier signo de actividad en la superficie. Yo
no quería tener que entrar en combate contra uno de los Fae Antiguos, pero con
Ahumado, sería muchísimo más fácil que sólo con Delilah y conmigo.
Avanzamos muy lentamente y casi habíamos llegado a la zona donde podíamos
internarnos entre los arbustos cuando una onda en la superficie del pantano
llamó mi atención.
Infiernos. Yannie Fin Diver se levantó del agua. Él nos vio y, con un brillo
salvaje en sus ojos, se levantó con un grito triunfante.
—¡Es él! ¡Cuidado! —Me dirigí en una carrera mortal hacia el bosque,
Delilah iba justo detrás de mí.
Apenas un segundo más tarde, Ahumado se transformó en dragón.
Mientras se transformaba, su largo cuerpo con forma de serpiente brillaba a la
vista y Ahumado se irguió sobre el Fae Antiguo. Se levantó en el aire con sus
garras delanteras largas y peligrosamente afiladas y sus alas azotando una
tormenta. Las ondas en el agua del pantano causadas por la aparición de Yannie
se convirtieron en una ráfaga de ondas, coronando su camino.
—Oh, mierda —dijo Delilah, volviéndose hacia mí. Y entonces ella se
tambaleó y su talón se deslizó hacia atrás. Mientras yo aún trataba de averiguar lo
que estaba pasando, ella se cayó de espaldas en una masa temblorosa de arena y
agua y comenzó a hundirse. Su cabeza desapareció y grité, pero luego su cabeza
reapareció. 200
—No luches, trata de flotar en la superficie lo más que puedas. Luchando
sólo te hundirás más rápido. —Giré para buscar a Trillian que estaba observando
la confrontación entre Ahumado y Yannie, le grité—: Ayúdame.
La mirada de Trillian se enfocó en mí y cuando se dio cuenta de lo que
estaba pasando, él corrió.
Yannie Fin Diver miró al dragón opalescente y comenzó a retroceder.
Interesante; así que incluso los Fae Antiguos podían ser intimidados por los
dragones. Me había estado preguntando si todo se reducía a eso, quién pateaba el
culo de quién. Pero a pesar de que aquél estaba retrocediendo, Ahumado no se
detuvo, sino que se dirigió directamente hacia él.
Aparté mi atención de ellos y miré el suelo, mi bastón estaba frente de mí.
Traté de empujarlo a través del sumidero que estaba tragándose a Delilah, para
que así ella tuviera algo de lo que agarrarse.
Trillian saltó por encima del lodazal movedizo en el que Delilah estaba
atrapada, aterrizando apenas en tierra firme. Vaciló, agitando los brazos por un
segundo, luego recuperó el equilibrio y se agachó inmediatamente al igual que
yo, apoyando el otro extremo de mi bastón. Lo sostuvimos manteniéndolo
estable delante de Delilah, que ya estaba hundida en el cieno hasta el pecho.
Ella agarró el salvavidas, arrastrándose fuera de la arena que la succionaba.
Cuando se aferró al bastón, Trillian y yo lo llevamos lentamente hacia el costado
del borde y ella luchó para salir. Deslicé una mano bajo su brazo izquierdo,
mientras Trillian se estiraba y ponía su mano por debajo de su brazo derecho y la
sacamos mientras ella se revolcaba por el suelo, mojada y cubierta de arena
fangosa. Ella apoyó la cabeza en sus rodillas, su corte de cabello en picos estaba
enmarañado por la mugre.
—Maldita sea, eso es más un pantano que arenas movedizas. Odio esas
cosas. Es aterradoramente difícil salir —jadeó, escupiendo trozos de arena que se
habían metido en su boca.
Un enorme rugido llenó el aire y todos nos volvimos bruscamente para ver
a Ahumado enfrentar a Yannie. El Fae Antiguo había aumentado terriblemente
su tamaño, lo suficientemente grande como para defenderse. Mierda. Tal vez no
era tan vulnerable después de todo. Levantó sus enormes brazos y las boas de
algas que fluían alrededor de sus hombros se elevaron como serpientes punzantes
y se lanzaron hacia Ahumado, atrapándolo por el cuello. 201
Ahumado dejó escapar un fuerte estruendo, lanzando una explosión de
llamas y humo. Jadeé, pero el Fae consiguió saltar a un costado y sólo estaba
chamuscado. Ahumado giró en el aire, ametrallando a Yannie con su fuego de
dragón, mientras el Fae Antiguo continuó creciendo hasta llegar a una altura de
cinco metros.
Él esquivó a Ahumado, golpeando a mi dragón en el trasero y haciéndole
perder el equilibrio. Ahumado recuperó el equilibrio y se lanzó en picada hacia
Yannie, casi rozándole con sus garras la parte superior de su cabeza. Sus alas le
dieron un gran empujón y lograron batir la suficiente turbulencia para que
Yannie saliera despedido dando volteretas hacia el pantano.
Como un halcón buceando tras un pez, con las alas hacia atrás y las garras
listas, Ahumado salió disparado hacia abajo, hacia el Fae Antiguo, quien le dio
una última mirada a su oponente que se acercaba y se zambulló en las aguas,
produciendo una estela por detrás suyo mientras se dirigía hacia los desechos
pantanosos. Ahumado ascendió, rozando la superficie del agua, lo persiguió
durante un rato y luego se dirigió a la orilla.
Se transformó mientras aún se posaba en el suelo, su cabello se agitaba a su
alrededor presa de un frenesí. Me quedé inmóvil, mirándolo, recordando lo que
Hyto me había hecho con sus largos mechones, luego lentamente dejé escapar el
aliento, recordándome a mí misma que —al menos por el momento— yo estaba
a salvo del monstruo.
Ahumado ni siquiera jadeaba. Y, como de costumbre, estaba limpio como
un relámpago. Realmente tenía que averiguar cómo lo hacía, pero hasta ahora, él
no se lo decía a nadie.
—Él desapareció antes de que pudiera matarlo, pero dudo que ahora se
meta con nosotros. —Se volvió hacia Delilah—. ¿Estás bien? —Sonó abrupto,
pero yo sabía que él se preocupaba por mis hermanas, incluso cuando pretendía
no hacerlo.
—Sí —dijo ella, poniéndose de pie y limpiándose lo que podía de la
suciedad que se aferraba a su ropa—. Tengo frío y estoy húmeda, pero voy a
estar bien. —Ella tembló y Trillian le ofreció su gabardina, pero ella negó con la
cabeza—. Me muevo mejor sin un abrigo largo. Voy a estar bien por un rato.
Consideré tratar de secarla con un hechizo, pero mi parte más sabia
prevaleció y me abstuve.
—No puedes viajar mientras estés fría. Quítate la ropa y ponla en el suelo. 202
—Ante su mirada, él negó con la cabeza—. Sólo hazlo.
Delilah obedecido mientras Ahumado se acercó al borde del pantano y, sin
decir nada más, estaba de nuevo en su forma de dragón. Giró su largo cuello
hacia su ropa y dejó escapar un gran eructo. En lugar de fuego, dejó salir humo y
hollín. Incluso desde donde estaba parada pude sentir el calor intenso detrás de la
ráfaga de aire, y después de dos o tres soplidos, se giró hacia ella y sopló una
ráfaga suave sobre ella.
—Gracias, Ahumado. —Ella le sonrió y se dirigió a su ropa, que estaba
seca, pero todavía sucia. Mientras se ponía el material rígido, ella captó mi mirada
y sacudió la cabeza, tratando de no reírse. Reprimí una sonrisa mientras
Ahumado cambió de nuevo y, luciendo satisfecho de sí mismo, hizo un gesto
para que siguiéramos adelante.
A medida que nos dirigíamos hacia el interior, hacia el anillo de setas, lo
único que yo lamentaba era que Ahumado no había conseguido matar a Yannie
Fin Diver. En este momento, no me sentía muy misericordiosa con mis
enemigos.
Llegamos al anillo de setas en poco tiempo, y una vez más una oleada de
energía embaucadora soplaba hacia el exterior. Trillian parpadeó, sacudiendo la
cabeza.
—Maldita sea, cualquier tipo de puerta de acceso que sea, es fuerte. Y
astuta.
—Astucia es correcto. Recuerda que Chase fue capturado por lo que suena
a un Fae relacionado con las arañas. La astucia y los tejedores de redes van de la
mano. Las criaturas araña son inteligentes. —Señalé hacia el borde del anillo—.
Puse mi brazo por allí y se sentía un poco raro. De acuerdo, ¿estamos listos para
esto?
Ahumado gruñó y comenzó a tomar la delantera, pero Trillian le hizo señas
para que retrocediera.
—Este es territorio Fae, amigo. Esto es más mi velocidad que la tuya. Tú
quédate cerca de Camille y Delila. —Dio un paso adelante y, de mala gana,
Ahumado retrocedió de nuevo, tenía una mirada escéptica en su rostro.
Nos atamos, los portales como éste no eran seguros para viajar sin tener
alguna atadura el uno con el otro. De lo contrario, ¿quién sabría si terminaríamos 203
en el mismo lugar? Luego, sin decir una palabra, Trillian entró, yo lo seguí,
después iban Ahumado y Delilah. La mayoría de los portales desorientan; este era
un espectáculo extraño. En el momento en que lo atravesamos un remolino de
colores comenzó a correr a mí alrededor como si la realidad se fundiera en un
remolino de color y sonido. Yo todavía estaba atada a Trillian, pero lo único que
podía ver eran azules y verdes brillantes, girando sobre sí mismos, como el espiral
en el viejo programa Rumbo a lo Desconocido.
Mi cuerpo se sentía como si se estuviera derritiendo, estaba tan caliente. El
sudor corría por mi frente, formando lentamente riachuelos a lo largo de mis
mejillas. Las gotas resbalaban por mi nariz y en mi lengua, cuando la extendí para
atrapar una. Salado. Dulce. Quería arrancarme la ropa, el calor era sofocante.
Cuando consideré desatarme mi capa, algo en mi mente susurró: no, es el portal.
Pasará. No caigas en la trampa.
Mantuve mi abrigo en su sitio y me moví por debajo, el dolor desapareció
de mis muslos, de mi corazón, de mi espalda y huesos. Todo lo que podía sentir
era el calor, mi mente estaba adormecida por el calor, el calor subía en mi cuerpo,
extendiéndose a través de mi estómago, haciéndome anhelar a alguien fuerte que
llegara por ahí, para empujarme contra el suelo y llenarme por completo. Luché
para no desnudarme ante la idea de que Trillian podría estar lo suficientemente
cerca como para tocarlo.
La música se arrastraba, flautas y tambores, una pandereta, un laúd, la danza
me pedía que entrara a bailar, a girar, a dar vueltas bajo las estrellas, para saltar en
el gran orgasmo cósmico del universo y jamás dejar de bailar —la oleada de
deseo se levantó dentro de mi corazón y comencé a deambular lejos de la ruta,
pero la cuerda alrededor de mi cintura me detuvo.
Confundida, me quedé mirando la bobina de nylon envuelta a mí alrededor
preguntándome cómo deshacerme de ella, cuando alguien en el otro extremo tiró
fuerte. No estaba preparada, fui navegando hacia adelante, tropezando a través de
los remolinos de color hasta que el calor disminuyó repentinamente, tropecé y
me encontré tumbada boca abajo en una pradera cubierta de nieve donde Trillian
me esperaba ansiosamente. Curiosamente, la nieve no se sentía tan fría.
Él se arrodilló a mi lado y me tomó por los hombros.

—Camille, ¿estás bien?


Miré a mi alrededor, perpleja. Ahumado y Delilah ya estaban allí, pero yo
había sido la segunda. 204
—¿Cómo… qué pasó?
—Te has perdido ahí adentro. La energía es magnética y te cautivó.
Estábamos haciendo nuestro mejor esfuerzo para sacarte, pero te nos resistías.
¿Qué era eso? —Mi amado buscó mi cara y la piel oscura de sus manos desnudas
relucía contra mi piel. Besé sus dedos, deleitándome con la sensación de ellos
contra mi rostro. La energía seductora todavía me tenía en sus garras.
—Yo… yo quería desnudarme y correr… revolcarme con alguien hasta
volverme loca. —Inhalé profundamente y exhalé lentamente. Después de un
momento, mi cabeza comenzó a aclararse—. Sea quien sea el que abrió ese portal
es poderoso y tiene un gran deseo por la energía mágica. No es exactamente lo
mismo que el portal a través del cual llegamos al principio, pero era el mismo
tirón seductor… el mismo tipo de canto de sirena.
—Hmm… ¿tal vez una criatura que se alimenta de la energía mágica? —
Ahumado extendió su mano y yo coloqué mi izquierda en ella, mi derecha en la
de Trillian, y les permití levantarme.
—No sería la primera que hemos visto algo así. Vamos, vamos a ver dónde
estamos. —Cuando comenzamos a mirar a nuestro alrededor, me di cuenta de
que a pesar de que estábamos en un prado helado, todo tenía un aspecto artificial,
como si se tratara de dos dimensiones. Era casi como si estuviéramos en un
escenario de película.
—Esto se siente… como que alguien creó este sitio. Trató de hacer que
parezca real pero no consiguió totalmente el patrón. La nieve no es muy fría.
Noté eso cuando estaba en el suelo. ¿Alguien más tiene alguna idea?
Delilah se inclinó sobre un arbusto bajo e inhaló profundamente.

—Tienes razón… no hay ningún olor en estos arbustos. ¿Te diste cuenta?
Fruncí el ceño, mirando alrededor. Cerrando los ojos, levanté mi nariz y
respiré lentamente. Ella tenía razón, no había el aroma característico de la tierra,
no había el olor amaderado de los árboles, no había olor a ozono que indicara
que había estado nevando. No es que las corrientes estuvieran libres de fragancia,
pero no podía identificar qué eran.
—Eso es raro. Me estoy poniendo un poco nerviosa ahora. ¿Qué piensas
que es?
—No lo sé. —Ella miró nerviosamente alrededor—. Estoy empezando a
preguntarme si esto es un reino natural o no. No es el astral, ¿verdad?
205
Sacudí lentamente la cabeza.
—Ahumado, Trillian, ¿qué piensan?
Ahumado dio unos pasos hacia adelante, luego se detuvo. Señaló más allá
de un pequeño grupo de pequeños árboles de hojas perennes.

—Hay una casa de campo allí.


—¿Casa de campo? Chase dijo algo acerca de haber sido arrastrado a una
casa de campo. —Di un paso hacia ella, ladeando la cabeza—. Hay algo extraño
en ella. ¿Notas algo raro?
Delilah se hizo sombra en sus ojos con las manos y la escudriñó.

—Parece casi como si las paredes se movieran.


Cuando nos pusimos en marcha en dirección a la casa con Ahumado a la
cabeza, vi que Delilah tenía razón. Las paredes y el techo de la cabaña parecían
estar en movimiento, como si los átomos de la casa estuvieran bailando.
Preguntándome qué demonios podría ser, bajamos en silencio el camino
descendente que llevaba hasta allí.
—No me gusta la sensación de esto. —Trillian sacudió la cabeza mientras
sacaba su daga—. Es peligroso aquí. Por todo nuestro alrededor. Estamos
rodeados de eso, como si nosotros…
Su voz decayó cuando agarré su brazo.

—Espera. Deténganse aquí. Miren más de cerca… veo lo que está causando
el movimiento de la casa. —Derrapé hasta detenerme, mirando más
detenidamente—. Oh, mierda.
—¿Qué? —Delilah miró de nuevo, tratando de ver lo que era—. No lo
distingo.
—Estoy viendo el aura de la casa. El movimiento no es a nivel energético,
es a nivel físico. La casa está cubierta con arañas e insectos, están pululando por
todas partes. Toda la casa es como un hormiguero gigante, sin hormigas.
Y luego, cuando dije eso, todo entró en perspectiva. La masa giratoria se
convirtió en arañas y escarabajos individuales, correteando en enjambres por toda
la casa. En las rendijas estrechas entre la capa de insectos, podía ver lo que
206
parecía ser hebras blancas, ¡un capullo! La casa era un capullo gigante.
—¡Oh, Gran Bast!, ¿crees que Chase está allí? —La voz de Delilah se elevó,
un poco histérica.
Sacudiendo la cabeza, comencé a retroceder, mis dientes castañeteaban. Yo
podría soportar muchas cosas, pero los enjambres… no tanto.
—No… él estaba en cuerpo en el astral. Y si somos inteligentes, vamos a
saltar hacia allí, ¡ahora!
—Pero tenemos que saber si él está ahí. Tenemos que estar seguros. Lo
siento, no puedo confiar sólo en los sueños que tuviste mientras ese dragón
monstruoso te mantuvo cautiva. Pudo haber sido una fiebre.
Quería darle una bofetada, pero yo sabía que ella tenía razón. Había sido
precisa respecto de de Vanzir, pero eso no quería decir que tuviera razón sobre
Chase.
Ahumado miró de Delilah a mí, esperando por alguna clase de dirección.
—Podría simplemente quemar la casa…
—¡No! ¿Qué pasa si Chase está allí? —Delilah dejó escapar un pequeño
maullido, como solía hacer cuando ella se iba a transformar en un gato atigrado,
pero me di cuenta de que la pantera estaba justo debajo de la superficie. Ella
apretó sus uñas en sus puños—. No puedo permitirme transformarme, no
todavía. Pero tenemos que hacer algo.
—Creo que la decisión se ha tomada por nosotros —dijo Trillian, señalando
hacia la casa.
Fuera de la casa apareció una figura que se movía sobre su vientre,
moviéndose de un lado a otro al principio, y luego dirigiéndose hacia nosotros.
Ella parecía una anciana envuelta en un manto rojo y negro, casi como una de las
brujas del Destino, pero tenía seis brazos y de ninguna manera tenía algo humano
en su apariencia. Su cabello estaba anudado en un pequeño moño apretado en la
parte superior de su cabeza, y sus ojillos sostenían una expresión avariciosa.
Capté un destello de hambre dando vueltas en el aire. Ella estaba hambrienta. Ya
sea por sangre o carne, no estaba segura, pero ella lo quería ahora.
—Si ella está tan hambrienta, entonces no se ha alimentado durante un
tiempo. Chase no está en la casa —lo dije en voz baja, pero los otros captaron
mis palabras y asentí. Antes de que pudiera llegar a nosotros, extendí la mano y
convoqué el poder de la Madre Luna. Esta era uno de los Fae Antiguos y
207
nosotros íbamos a necesitar toda la ayuda que pudiéramos conseguir.
—Madre Luna, no me falles ahora —susurré, enviando un rayo de energía
hacia la criatura. El rayo se envolvió alrededor de ella, bifurcándose en una red.
Pero en lugar de detenerla, ella simplemente sonrió con una sonrisa impía y la
energía comenzó a absorberse en su cuerpo.
—Oh, mierda, ella es la criatura que come energía mágica, por eso apresó a
Chase y es por eso que el portal estaba cantando para mí. —Retrocedí un paso
mientras Ahumado, Delilah y Trillian se movían hacia adelante. No podía usar mi
magia; no sólo sería inútil, sino que la alimentaría.
Mientras agarraba torpemente mi látigo de hierro, ella repentinamente
estaba delante de Ahumado y luego desapareció. Miré a mi alrededor, frenética y
lo siguiente que supe era que la criatura estaba de pie a mi lado con sus brazos
extendidos, lista para envolverme en su agarre mortal.
Capítulo 17
—¡Por los dioses! —Salté mientras ella ponía sus manos puntiagudas sobre
mí y con una fuerza mucho mayor que la mía, me jaló hacia su pecho. Mientras
luchaba por liberarme, ella empezó a envolverme en algo, un hilo de seda. Estaba
envolviéndome en un capullo—. ¡Jodido infierno, sáquenme de aquí!
Ahumado la agarró por uno de sus brazos y comenzó a tirar, pero su cabeza
giró, sus mandíbulas se abrieron y un par de colmillos de aspecto desagradable
cayeron sobre su mano. Él gritó sacando su mano y pude ver la sangre en la piel.
Dejó escapar un rugido furioso y su cabello salió disparado dividiéndose en seis
secciones, cada una se envolvió alrededor de uno de sus brazos.
La Fae Antigua lanzó un chillido prolongado y se retorció de nuevo en mi
dirección, decidida en envolverme en su hilado. Yo no podía ver de dónde
provenía el hilo, pero conociendo la forma de las arañas, realmente no estaba
segura de querer hacerlo.
Trillian se lanzó hacia ella e intentó clavarle su cuchillo aserrado por debajo
de uno de sus brazos. La hoja resplandeció y él la miró, confundido.
208
—Exoesqueleto —le grité—. ¡Su apariencia debe ser una ilusión! Ella tiene
un exoesqueleto.
Él asintió, retrocediendo de un salto cuando ella agitó hacia él uno de sus
brazos. A pesar de que el cabello de Ahumado la tenía bien agarrada, ella parecía
ser lo suficientemente fuerte como para resistir su intento de quitármela de
encima.
Delilah corrió por detrás de mí y un pinchazo repentino en mi espalda me
envió a un mundo de dolor —fue sólo por un segundo, pero grité.
—¿Qué demonios estás haciendo?
—Lo siento, estoy tratando de cortar estas telarañas y todo lo que tengo
conmigo es el cuchillo de hierro. Debo haber atravesado tu capa. —Continuó
cortando los hilos y yo tragué saliva, esperando evitar otra confrontación con su
espada.
Las garras de Ahumado salieron, incluso a pesar de que la herida en su
mano parecía estar supurando un poco, pasó sus uñas en torno a ella para rasgar
su costado. Éstas resbalaron una vez más, gracias a la cáscara exterior que tenía.
Sea como fuera que luciera bajo esa chaqueta de piel, ella debía ser lustrosa y
dura.
—Basta ya —dijo él, lanzándose sobre ella mientras su cabello se esforzaba
por apartar sus brazos. Uno finalmente me soltó, y, con el sonido de un
chasquido, él lo jaló de su cuerpo, de la cavidad de su brazo y lo arrojó al otro
lado de la pradera, a unos veinte metros.
La Fae Antigua chilló mientras un feo brebaje de líquidos y sangre salió
disparada de la cavidad. Luché para apartarme de su camino, ella podría tener
sangre venenosa o ácido o un montón de cosas desagradables en el guiso que
componía sus fluidos corporales.
El ataque cambió su atención. Mientras seguía sosteniéndome fuertemente,
también estaba tratando de atender su herida y uno de sus brazos derechos me
soltó, utilizándolo para extenderse hacia el otro costado a fin de revisar su
herida.
Mientras lo hacía, Trillian llevó el cuchillo hacia abajo atravesando la
articulación del codo y lo seccionó rápidamente. El antebrazo cayó, una vez más,
el torrente de lo que yo sólo podía pensar que era jugo de bicho se derramó en el
suelo. 209
Cerré los ojos, cansada de todo el asunto. Centrándome en una luz interior
parpadeante, la alimenté hasta tornarla más brillante y me di cuenta que estaba
tocando el núcleo de la magia de muerte que utilizábamos con Morio. Luchando
para recordar su parte y la mía, formé torpemente un globo púrpura,
acariciándolo con mi mente. La energía se hinchó hasta que el globo se inflamó,
ardiendo con la llama de retribución kármica. Convoqué al poder del Inframundo
para alimentarme, para canalizarlo a través de mi cuerpo. Un hilo sinuoso
comenzó a brillar en forma intermitente, girando a mi alrededor, enredándome
con eso.
Oh, extrañaba practicar esto —y extrañaba mi conexión con Morio. Nos
habíamos alejado de nuestra magia sólo por casi tres semanas, pero era
demasiado tiempo. Él era mi sacerdote, era mi mago, y yo era su bruja.
A medida que trabajaba en el poder, percibí su presencia en el exterior. Él
estaba durmiendo, pero había encontrado su camino hasta mí, de una forma lenta
y envolvente.
—No extiendas tu energía, mi amor.
—Yo puedo ayudarte sin hacerme daño —fue su réplica.
—Todavía estás herido. Los fantasmas drenaron gran parte de tu energía. Debes
reponerte antes de enfrentar batallas, incluso en el estado de sueño.
—Cierra la boca, mi bella moza, y deja que te ayude. Yo estoy sanando más rápido de lo
que piensas.
Y me tranquilicé, incluso a pesar de mi preocupación, y lo dejé trabajar
conmigo para ajustar la llama.
—Ya estás lista. Apunta a su tercer ojo. Apunta a su centro psíquico, sobre todo porque
ella es una de los Faes Antiguos. Ella no va poder alimentarse de este hechizo. —Y luego
Morio se retiró.
Respiré profundamente mientras todavía trataba de evitar los chasquidos de
sus colmillos y luego, empujé la llama fuera de mí, apuntando directamente a su
tercer ojo.
Hubo un enorme destello y ella gritó. Un instante después, aflojó su agarre y
Ahumado me apartó de ella, todos retrocedimos cuando empezó a sacudirse
rodeada de un relámpago violeta, y luego —con un fuerte crujido que partió el
aire— cayó al suelo.
Jadeando, me quedé mirando el cuerpo inmóvil, pero la advertencia de
210
Delilah me sacó de mis pensamientos.
—¡Rápido! La casa… ¡están viniendo tras nosotros!
Un vistazo a la casa mostró que una masa arremolinada de arañas y
escarabajos estaba arrastrándose desde la casa a través del suelo como una
mortaja móvil, dirigiéndose hacia nosotros. Dejé escapar un chillido.
—¡Esa es la señal para que nos movamos! Es hora de que pasemos al astral.
Ahumado abrió su larga gabardina blanca y me acurruqué en uno de sus
costados, Trillian se aferró a mí y Delilah se acurrucó del otro lado. A medida que
él nos envolvía con el abrigo voluminoso, el sacudón familiar se movió bajo
nuestros pies mientras lanzábamos destellos… y luego fuimos hacia el plano
astral.

La niebla rodaba espesa aquí y contuve la respiración antes de recordar que


no tenía que respirar. El reino astral era uno de esos lugares donde no podías
pensar demasiado, porque los enigmas te volverían loco si tratabas de analizarlos.
La niebla rodaba hasta los tobillos por el suelo, cubriendo todo a la vista,
pero podía ver los tocones de los árboles estériles —o lo que aquí parecían ser
árboles— y el aire era de un brillante color plateado, más oscuro hacia el
horizonte y más claro hacia el cenit del cielo. Los cantos rodados cubrían el
camino, aunque en este caso, en el astral, eso podría ser una criatura tanto como
una roca con la misma facilidad.
Esa era una de las cosas a tener en cuenta: Aunque el entorno adquiría un
aspecto similar a lo que veíamos en el físico, nunca se podía contar con que las
cosas fueran lo mismo. En otras palabras: una roca que es una roca, no es
necesariamente una roca.
Mi cuerpo empezó a temblar. Siempre me sentí viva y vibrante en el astral,
desde que aprendí la forma de navegar allá en Otro Mundo. Esa fue una de las
pocas tareas mágicas con las que realmente había impresionado a mis maestros.
Yo había hecho un viaje al astral como un pato en el agua.
Ahora miré a mi alrededor y traté de orientarme. Chase todavía estaba por
aquí, podía sentirlo en mis huesos. Y mis huesos estaban demostrando ser una
buena herramienta premonitoria, si esa era la palabra.
Cerré los ojos y me dejé ir a la deriva. Los otros se quedaron atrás, 211
esperando. Después de un momento, sentí una chispa distante que se sentía
terriblemente familiar y fijé mi vista en ella.
—Lo tengo, creo. Pero es un largo camino. —Miré hacia Ahumado—. Mi
amor, ¿podemos montar en tu espalda los tres mientras yo te guío hacia dónde ir?
—Le di las instrucciones rápidamente.
Yo podía correr más rápido en el astral que casi cualquiera que conocía,
excepto por Rozurial, pero era más sensato conservar nuestra energía en caso de
que tuviéramos que enfrentar una batalla. Y a pesar de que podía correr más
rápido aquí de lo que Ahumado podía volar, él volaba más rápido de lo que
Trillian y Delilah podían correr. De esta manera, no nos arriesgaríamos a
separarnos. Además, un beneficio secundario: en el astral había bestias que eran
malas como el pecado, y en el caso de algunas, el aniquilarlas nos desmandaría
todo nuestro esfuerzo. Si veían a un dragón en movimiento, puede ser que lo
pensaran dos veces antes de atacarnos.
Ahumado asintió e hizo señas para que retrocediéramos. En cuestión de
segundos, brilló en forma de dragón y deslizó su cuello hacia abajo para que nos
subiéramos. Me senté en la parte delantera, en la base de su cuello, donde se unía
con sus hombros. Yo estaba acostumbrada a montar en su espalda cuando
salíamos en un vuelo nocturno hasta su túmulo para que no hubiera posibilidad
de que nos vieran.
Delilah le dio a Trillian un poco de impulso, ella era más alta que él, aunque
él era más fuerte, y luego se subió de un salto por su cuenta. Se aferraron a mi
espalda. Apreté mis rodillas contra los costados de Ahumado y me incliné hacia
adelante, aferrándome al pelaje suelto que rodeaba su cuello. Se enrolló por mi
cintura y alrededor de Trillian y Delilah, mientras él se lanzaba al aire.
Nos elevamos, y una vez más, mi corazón se aligeró. Puede que Hyto
estuviera por allí afuera para matarme, pero su hijo era mi marido y volar sobre el
lomo de Ahumado se había convertido en una de mis mayores alegrías. Mientras
inclinaba un ala hacia la izquierda, girando para dirigimos en la dirección en la
que habían sentido la energía familiar, oí una risa detrás de mí.
—¡No puedo creer que nunca haya hecho esto antes! ¡Esto es divertido!
Aunque me sorprende que no tengas miedo —dijo Delilah—. Sé que tienes
miedo a las alturas.
Sonreí, a pesar de que ella no podía ver mi cara.
—No tengo mucho miedo cuando estoy en la espalda de Ahumado. 212
Trillian soltó un hrmph, pero luego sentí su brazo deslizándose en torno a mi
cintura y me besó en el hombro. Susurrándome al oído, dijo:
—Teníamos tanto miedo que te hubiéramos perdido para siempre, mi
amor. Los tres no podíamos soportar la idea. Sin ti… el chico-zorro, el
compañero-dragón, y yo… somos menos de lo que deberíamos ser. De lo que
tenemos que ser cuando estás cerca. —Las lágrimas brotaron de mis ojos y agaché la
cabeza. Lo que Hyto me había hecho había dejado cicatrices para siempre, y, sin
embargo, yo sabía que el tejido de la cicatriz puede ser más fuerte que la carne
original. Pensé que tenía que aprender a utilizar lo que me había ocurrido para
fortalecerme, en vez de tirarme abajo.
—Te amo… a todos ustedes. Amo que todos estén dispuestos a ser parte
de mi vida. Amo que trabajen juntos para hacer nuestra vida más feliz. Y amo…
que todos quieran estar conmigo. Voy a necesitar la ayuda de todos para superar
esto, pero me niego a dejar que Hyto gane. Me niego a dejar que su abuso
gobierne mi vida. Me niego a permitirle que arruine nuestras vidas.
Trillian apoyó sus labios contra la parte de atrás de mi cuello, gentilmente,
sin insistencia, sólo un dulce recordatorio de que él me protegería la espalda y
comencé a llorar suavemente, agradecida por estar de vuelta entre los que me
amaban. A pesar de que teníamos una pelea por delante, porque Hyto no cejaría
en su objetivo y nosotros tampoco, por ahora estábamos como deberíamos estar.
—Ya no culpamos a Vanzir… después de que desapareciste, él regresó y
nos reprendió. Nos hizo darnos cuenta de que los culpábamos a los dos por lo
que no podía ser remediado. Él se arriesgó a que el lagarto lo matara por
defender tu honor. Él no es parte de nuestra tríada, pero…
Negué con la cabeza.
—Lo que pasó, pasó. No fue nada como lo que Hyto me hizo. Vanzir… no
es uno de mis compañeros del corazón. No tengo ningún deseo de tomarlo por
compañero, aunque ahora lo entiendo mucho mejor de lo que lo hacía, y ya no
desconfío de él. Pero no lo culpo. Todo lo que quiero es dejarlo pasar y saber que
ustedes no van a romperle el cuello.
Trillian dejó escapar un largo suspiro.
—Como desees, mi amor.
Ahumado debió captar nuestra conversación porque hizo una vuelta
repentina en el aire, enrollándose hacia arriba y luego hacia abajo en un giro
juguetón. Me reí, aferrándome a él, mientras Trillian se aferraba a mi cintura y
213
Delilah a Trillian.
Y luego, se lanzó directo hacia la energía que estaba aumentando a medida
que nos acercábamos a eso. La neblina pasaba corriendo en ocasionales jirones
delgados elevándose hasta nuestro nivel, y por debajo, el suelo estaba cubierto
con la niebla rodante hasta donde podíamos ver. La mayor parte del plano astral
estaba cubierto de brumas que bullían, eran simplemente parte de lo conformaba
el reino. Había otros planos de existencia, en su mayoría vinculados por los
Mares Ionic, pero mayormente, he tratado de mantenerme alejada de ellos. El
reino etérico era menos físico que el astral, y otros… incluso lo eran menos.
Volamos recto como las libélulas, como dice el refrán, por lo que pareció
ser una hora, aunque en realidad el tiempo aquí no existía. Pero para los seres
humanos —para cualquier mortal, no importa cuántos años vivan— siempre
habría un sentido interno de traducción a un sistema basado en el tiempo.
Después de un tiempo tiré de los cabellos de Ahumado. Nos dirigimos
hacia el suelo dando vueltas en espiral hasta aterrizar. Mientras él se acomodaba
con cuidado, me deslicé, apoyando el pie en su ala para ayudarme a descender.
Trillian y Delilah me siguieron. Al mirar alrededor para orientarme, sentí un
brinco definido en la fuente de la señal de energía que estábamos siguiendo.
—Por aquí —dije, haciendo un gesto para que me siguieran. Nos
encaminamos hacia lo que sería el este, si estuviéramos en nuestro reino, y
continué mi camino, dejándome guiar por la energía. Mientras nos abríamos paso
a través de un campo grande de lo que parecían helechos y rododendros
extremadamente crecidos, llegamos a un estanque central. El agua no era agua de
verdad, por supuesto, pero brillaba y ondulaba, y cuando me incliné hacia
delante, me di cuenta de que estaba viva. Se levantó y retrocedí de un salto,
sobresaltada.
Mientras permanecía allí, transformándose en una vaga imitación de una
figura bípeda, sentí un destello de magia saliendo de ella y, con mi mano
vacilante, extendí mi dedo índice. Un zarcillo delgado se extendió de la mano en
forma de manopla y tocó suavemente mi dedo.
Un torrente de energía me inundó, como una cascada de gotas brillantes.
Tuve una visión fugaz de arco iris y prismas, de cristales rotos y torres
relucientes, y luego, fue seguida de una suave oleada de paz.
Me desprendí suavemente y vi como la criatura una vez más tomó su forma
original, fusionándose de nuevo en su medio acuoso.
—Qué hermosa —susurré—. Alegría pura, paz trascendente. —Y entonces 214
me di cuenta de que el dolor de mi corazón había disminuido. Cerré los ojos y la
sensación intensa de ser violada se había desvanecido, sólo un poco, pero lo
suficiente para estar más tranquila—. Puede que no sea el pájaro azul de la
felicidad, pero esta criatura… ofrece un raro don.
—¿Qué es? —preguntó Delilah, mirando la piscina reluciente.
—Agua Cantora. He oído cuentos de ellas, pero esta es la primera vez que
he visto una. —Le envíe buenos deseos en silencio, bordeamos el estanque y nos
dirigimos hacia el otro lado del campo.
Apenas habíamos llegado a otra hilera tupida de helechos astrales cuando un
crujido en el otro lado nos detuvo. Chase salió de los arbustos…una mirada de
alivio se extendió por su rostro.
—¡Gracias a Dios que son ustedes chicos! Sentí tu energía, Camille. Te sentí
apuntando directamente hacia mí. —Él lucía un poco enloquecido, pero había
que tomar en cuenta que estar atrapado en soledad en el astral por varios días
sería suficiente para enloquecer a cualquier humano. Especialmente uno en
medio de una transformación importante de su vida.
Delilah avanzó corriendo y lo abrazó largamente. Él cerró los ojos
fuertemente mientras ella lo apretaba, luego dio un paso atrás.
—Camille, ¿estás bien? Pensé… hablamos, estaba seguro de eso, y no
estabas en buen estado…
Asentí, dando un paso adelante.
—Lo hicimos, pero me escapé. Sin embargo, tenemos que llevarte a casa,
sacarte del astral. No es bueno estar aquí en cuerpo cuando todavía estás vivo. Al
menos, no por tanto tiempo como tú has estado aquí. Vamos. —Volviéndome
hacia Ahumado, le dije—: ¿Cómo vamos a hacer esto? Sólo puedes llevar a tres a
la vez. Y primero tenemos que volver al anillo de setas. Si saltamos fuera del
astral desde aquí, hay una buena probabilidad de que terminemos en las Tierras
del Norte, y confía en mí, no estoy lista para volver.
—Entonces volemos de regreso y los devuelvo de dos en dos a… bueno…
donde sea que esté ese reino. Pero vamos a tener que ser cautelosos, la casa era
un hervidero de arañas y escarabajos, y no sabemos lo que están haciendo ahora.
Pueden estar esperándonos. —Él frunció el ceño—. Casi prefiero saltar de
regreso a las Tierras del Norte.
215
Yo sabía que quería cazar a Hyto, pero puse ligeramente una mano sobre su
brazo.
—No podemos encargarnos de él sin que estemos todos nosotros allí.
Ahumado apretó los labios, pero asintió en señal de conformidad.
—Entonces vamos, regresemos y veamos qué desastre han estado haciendo
los otros en mi túmulo.
Cambió a su forma de dragón y, con Chase en medio de nosotros, nos
subimos de nuevo a bordo, cabalgando el gran cuello blanco y pusimos rumbo a
nuestro punto de partida. Una vez allí, Ahumado volvió a su forma humana, así
podría transportarnos fuera del reino astral. En primer lugar, tomó a Chase y a
Delilah, dejando a Trillian para protegerme. Luego se apresuró a regresar por
nosotros.
Una vez que todos estuvimos cerca de la casa de la Fae araña, miré hacia
donde habíamos dejado el cuerpo. Cualquier resto que había quedado había
desaparecido. No había ni rastro de ella. Y el remolino de la casa se había
reanudado.
—No me gusta el aspecto de eso, ¿pudo haber sobrevivido?
Delilah frunció el ceño y sacudió la cabeza lentamente.
—Lidiar con los Faes Antiguos es difícil. Hay mucho que no sabemos
acerca de ellos. Vamos a salir de aquí mientras podamos. No tengo ningún deseo
de hacer una excursión hasta allá abajo para ver si ella todavía está viva. O si algo
más ha establecido allí su residencia.
Nos pusimos en marcha, caminando de regreso a través del anillo de setas.
En la orilla, evitamos el sitio de arenas movedizas. Fuera de las orillas de la
turbera, pude ver la figura distante de Yannie Fin Diver. Él nos miró fijamente
pero no hizo ningún movimiento para acercarse más y tuve un sentimiento
vengativo de placer mientras le mostraba el dedo medio.
Mala suerte si eso lo volvía loco. Yo estaba con mi dragón y había llegado a
mi límite de soportar la basura de los idiotas, los pervertidos y los fenomenoides.
Llegamos por el barranco de nuevo al valle principal. Aún no había señales
de Tra o Herne, pero envié un breve saludo a los dos, deseándoles lo mejor.
Tra no estaba en mi lista de favoritos, pero diablos, él era el hijo de un dios.
Eso por sí sólo era una buena razón para ser un bicho extraño. Y Herne… él era
increíblemente poderoso. Había impedido que su hijo se metiera con nosotras, 216
tanto mejor.
A medida que nos dirigíamos hacia el portal, Chase lucía infinitamente
aliviado, susurré las palabras que Aeval me había enseñado y la entrada se abrió.
Atravesando el vórtice nos fuimos de vuelta a casa. De vuelta a Earthside. De
vuelta para averiguar qué coño hacer con Hyto.

Para cuando atravesamos el portal, Yugi estaba allí, esperándonos.


Parpadeé, sorprendida de verlo, pero él se quitó el sombrero y, tiritando, dijo:
—Sharah llamó. Ella quería que yo viniera aquí y los esperara para darles sus
teléfonos celulares y un mensaje.
—¿Y ahora qué? —Sentí que el color huía de mi rostro. Si ella tenía un
mensaje que no podía esperar, ¿qué demonios había sucedido ahora?
El oficial de policía, el segundo al mando de Chase, estrechó la mano de
éste y lo acercó hacia él dándole una palmadita en la espalda.
—No estaba seguro de que te vería de nuevo. Es bueno tenerte de vuelta.
—Como si se diera cuenta de que acababa de abrazar a su oficial superior, Yugi
levantó los brazos en un gesto de “aquí no ha pasado nada”, ruborizándose, y
farfulló un saludo.
Chase dejó escapar una breve carcajada.
—No te preocupes, Yugi. Me alegro de que mis hombres me extrañen
cuando me voy. Eso es mejor a que ustedes chicos estén hablando de mí a mis
espaldas. —Se pasó la mano por los ojos. Unos destellos de luz llenaban los iris
de color marrón oscuro y él se acercó a mí, levantando la barbilla, con el rostro
solemne—. Camille, Dios te bendiga por venir a rescatarme. Estaba tan
preocupado de que cuando por fin lograra salir, si es que lo hacía, estuvieras…
—Aquí hizo una pausa, como si las palabras se hubieran congelado en su lengua.
—¿Muerta? —susurré—. Yo pensé que lo estaría.
—La vida toma algunos giros interesantes, ¿no? —Se aclaró la garganta y
luego, dándonos cuenta de que todo el mundo nos estaba mirando, retrocedimos.
Me volví hacia Yugi.
—¿Cuál es el mensaje de Sharah?
217
—Todo el mundo se mudó al túmulo a excepción de Menolly. Ella va a ir al
atardecer, por supuesto. Pero hay alguien en la casa esperando para hablar
contigo. Tienes que hacer una parada allí antes de ir de nuevo al montículo de
Ahumado. —Se volvió hacia Chase—. Y Sharah dijo que si te encontraban…
que por favor la llames en cuanto tengas la oportunidad de hacerlo. —Le entregó
al detective un teléfono celular.
Acepté el mío, abriéndolo. Llamé a casa y respondió Iris.
—¿Qué estás haciendo ahí? ¿Hay alguien contigo? Sé que quieres esperar
hasta que Menolly se despierte, pero…
—Sharah salió hacia el túmulo con Morio. Estoy en la guarida de Menolly.
No te preocupes por eso… estoy lo suficientemente segura. Pero por sobre todo,
hay alguien esperando para hablar contigo. Trató de jurar que guardaría el
secreto, pero Camille, ustedes son mi familia. Él… bueno… no sé si él lo es o no.
—¿Quién es? —Estaba empezando a odiar los juegos expectantes y los
secretos, deseando toda la información de una buena vez y directo al grano.
—Tu padre. Sephreh ob Tanu. Está sentado en la sala, esperándote en este
momento, y no tengo ni idea de lo que quiere, antes de que lo preguntes.
Simplemente apareció hoy y exigió verte. Yo le dije que se fuera al túmulo y
esperara allí, pero él se niega. —Iris chasqueó la lengua un par de veces y luego
resopló—. Él es un hombre obstinado. Ustedes dos son tan parecidos.
—Parecidos, mi culo. Él me repudió. No tengo nada que decirle. —Pero
luego me detuve. ¿Qué podría querer? ¿Había visto finalmente su camino más
allá de la necesidad de control de Tanaquar? ¿O era algo más mundano?—. Está
bien, nos detendremos allí de camino a casa. Pero no voy a tener esperanzas. Y
no te atrevas a prepararle ningún té…no hasta que sepa lo que quiere. —
Mientras cerraba de un chasquido mi teléfono, alcé la mirada hacia Delilah—.
Padre está en la casa. Él quiere hablar conmigo. —Ante el aspecto de alegría
repentina en sus ojos, yo levanté la mano—. No confío en este gesto conciliador.
Y tal vez sólo vino a entregar el resto de mis cosas. ¿Quién sabe lo que él quiere?
No voy a guardar esperanzas, porque la última cosa que necesito es a otro
condenado idiota arrastrándome por el barro. Emocional o físicamente.
Ella asintió, mordiéndose la lengua sabiamente y nos apilamos de nuevo en
los autos, dirigiéndonos a nuestra casa. Mientras pasábamos por las calles a toda
velocidad, el collar de Hyto se sentía como una burla contra mi cuello. Tuve la 218
sensación de que podía sentirme donde quiera que él estuviera, y sólo estaba
esperando el momento oportuno hasta que estuviera listo para venir a destruir mi
mundo.
Capítulo 18
La casa quedó a la vista y el corazón me latía como una locomotora a todo
vapor. Mi padre me había repudiado alrededor de la época del equinoccio. Había
cortado los lazos conmigo. Mis hermanas habían dejado la AIO —la Agencia de
Inteligencia de Otro Mundo— en protesta porque yo había sido despedida.
Cuando salí del auto, una mirada hacia el sendero que conduce al Estanque
Birchwater me dijo que, de hecho, Ahumado había estado más que un poco
molesto. Cerca de la desembocadura del camino, los árboles habían sido
arrancados y lanzados como un perro podría arrojar una rama. Las marcas de las
quemaduras ennegrecían el suelo. Tragué con fuerza tratando de no recordar
cuando me di cuenta que eran de Hyto y no de Ahumado esperando por mí.
Ahumado se ubicó junto a mi hombro y puso suavemente su brazo a mi
alrededor, mirando hacia el cielo.
—Ven, vayamos al interior. Y lo que quieras, sólo tienes que decirlo y
nosotros lo haremos realidad, mi amor. 219
Asentí lentamente, siguiéndolos por las escaleras hasta el porche. Cuando
entramos en la casa, Trillian y Delilah inmediatamente se dispersaron en busca de
algún invitado no deseado. Iris se asomó desde la cocina e hizo un gesto hacia la
sala de estar. Le lancé un beso, conmovida por las lágrimas en sus ojos cuando
me vio allí de pie.
Haciendo señas a los demás para que permanecieran atrás, entré
silenciosamente en la sala de estar, temerosa de ver a mi padre. Con miedo de ver
que él pudiera estar aquí solamente por negocios. Me había desgarrado perder su
amor y su apoyo, pero me había forzado a una elección que yo no podía hacerla a
su favor. Él me había dado un ultimátum y respondí de la única manera que
podía, la única forma en que mi conciencia me lo permitió.
Estaba sentado allí, con el pelo trenzado a semejanza del mío, sus ojos del
mismo color lila brumoso que los míos. Levantó la vista. No pude leer su
expresión. Cuando me acerqué al sofá donde estaba sentado, se puso de pie,
sosteniendo mi mirada.
Asentí. Deja que sea el primero en hablar. Déjalo tomar las riendas así sabré
con lo que tenía que lidiar.
—Camille… —Su voz era tensa, insegura.
—Bienvenido a nuestra casa, Embajador. ¿Qué puedo hacer por ti? ¿O
prefieres hablar con Delilah? Sé exactamente lo que piensas de mí. —Mi voz
adquirió un tono descarnado cuando las palabras se derramaron
espontáneamente, sin planificarlo.
Padre me miró fijamente. Primero llegó el desafío… pero él me había
enseñado bien y yo no dije nada más. Sólo esperé, sin ganas de mirar hacia otro
lado o de parpadear. ¿Él extendería la mano? ¿Me abriría sus brazos? O, ¿sería
frío y profesional y diría lo que tenía que decir?
Después de un momento, metió silenciosamente la mano en su bolsillo y
sacó un papel doblado.

—Te traigo una carta de tu tía Rythwar. Ella me pidió que te la entregara, de
hecho, ella insistió. También te hago una última súplica: todavía no te has unido a
la corte de Aeval. Recházala y serás recibida nuevamente en la presencia de
Tanaquar. Y… en la mía.
Así que era lo último. Tomé lentamente tomé la carta y la miré, y luego la
puse de nuevo sobre la mesa. Miré largamente a Padre, me acerqué a la ventana y 220
miré hacia fuera, a la nieve que se acumulaba.
—¿Sabes donde pasé los últimos días? —Cuando él no respondió, me
encogí de hombros—. No, por supuesto que no lo sabrías. Y no te importaría.
—Me di vuelta, toqué el collar cerrado alrededor de mi garganta—. ¿Ves esto?
Un dragón me capturó. Él me violó, me golpeó hasta dejarme inconsciente. Mi
cuerpo está cubierto de magulladuras y de la sensación de sus manos. Su collar
está cerrado hasta que podamos matarlo. Ahora está por ahí afuera, buscándome.
Sephreh dejó escapar un pequeño grito, pero lo ignoré. Continué con mi
voz tan dura y fría como podía hacerlo.
—Pero escapé. Bajé por una montaña cubierta de nieve, aterrorizada y
exhausta. Mi familia estaba buscándome. Mantuve la esperanza… porque, como
ves, ellos me aman. Ellos me respaldan. Mantuve la esperanza, porque sé que hay
una guerra demoníaca desarrollándose y estamos esperando por el siguiente
movimiento de Shadow Wing.
—Por favor, detente…
—¡No! Tendré mi oportunidad y tú escucharas. Esta es mi casa, no la tuya.
Mantuve la esperanza porque mi diosa me ofreció fortaleza cuando la oscuridad
amenazó con engullirme. Cuando yo estaba sangrando por las palizas. Cuando
Hyto sostenía mi cabeza, obligándome a chuparle el pene. Cuando mi suegro me
pateó haciéndome cruzar por el piso de roca como un perro maltratado… escapé
porque sabía lo que tenía que hacer. Porque la gente que me ama me estaba
buscando. Porque me educaron para ser la hija de un soldado, para nunca darme por vencida.
—Camille… —Mi padre dejó escapar un grito ahogado con expresión
herida—. Por favor entiende…
—No, nunca más. No más. Me hice cargo, reemplazando a Madre cuando
ella murió. Mantuve a mis hermanas en pie. Pusiste esa responsabilidad sobre mis
hombros y la acepté de buen grado. Pero ya no soy tu sierva obediente. —Sacudí
la cabeza en dirección a él—. Yo no existo para ti, ¿verdad? Yo ya no soy tu hija.
Estoy muerta para ti. ¿Por qué debería haber esperado que te importara un carajo?
¿Por qué esperé que te importara?
—¡No lo entiendes! Mi deber para la Corte y la Corona…
—Elegiste la Corte y la Corona sobre tu familia. Espero que Tanaquar te
mantenga caliente en el invierno, que ella no te lance afuera si pierdes tu utilidad.
Porque tú lo has dejado claro, ya no nos necesitas.
221
—Camille. —La voz de mi padre se quebró. Se veía tanto enojado como
también con el corazón roto.
Recogiendo la carta de mi tía, me dirigí hacia el recibidor.

—Gracias por esto… pero tengo mucho que hacer antes de mi iniciación en
la corte del Aeval. Tengo un dragón del que estoy sedienta de venganza. Y yo soy
una sacerdotisa de la Madre Luna, y mi Señora está antes que nada y que nadie.
Ella estaba allí para mí. Tú no estabas. Tanaquar no estaba. Vete a casa, Sephreh. A
menos que quieras ser mi padre de nuevo, en mis términos, vete a casa.
Cuando salí de la habitación, le oí susurrar detrás de mí.

—Camille, mi niña… —Pero él no trató de detenerme.


Pasé junto a Delilah en el pasillo.
—Él está ahí. Si tienes algo que decirle, hazlo. Voy a agarrar algo de ropa
antes de que regresemos al túmulo. He terminado con él.
Ella echó un vistazo a mi expresión y su rostro se ensombreció.
—Entiendo. Oh, necesito mi caja de arena allí afuera.
—Oh, encantador. Sólo asegúrate de mantenerla limpia o Ahumado va a
tener un ataque. —Entonces le sonreí, agradecida por la oportunidad de reírme
de algo.
Lo que Delilah le dijo a nuestro padre, no lo supe, en realidad no quería
saberlo. En vez de eso, me senté en mi cama y abrí la carta de la tía Rythwar.
Querida Camille:
Tu padre finalmente me dijo lo que pasó entre ustedes dos, o al menos, su versión. Yo
puedo creer fácilmente que la tuya difiere. Quiero que me escuches, y escucha bien: cuando tu
padre trajo a tu madre desde Earthside, a la mayor parte de la familia le llevó años el aceptar
la relación. Pero yo veía en María una belleza y una bondad que tantos de los nuestros no
tienen. Y sólo por eso, yo la amaba.
Tú y tus hermanas crecieron fuertes. Tenían que hacerlo, a fin de soportar los golpes y los
dardos dirigidos en su camino. Y se han convertido en mujeres admirables, fuertes y haciendo
siempre lo que creen que es correcto. A pesar de la interferencia de tu padre. Amo a tu padre, es
mi hermano, pero a veces quiero sacudirlo. Es un tonto demasiado sometido al deber que siente
que le debe a la Corona. Eso le hace pasar por alto las injusticias cometidas en nombre de la
Corte y de la Corona, y sólo los pecados más fuertes pueden hacer que se mueva fuera de su
rutina. 222
Sé que te ha repudiado. Eso no fue fácil para él, pero él es un tonto por creer que
Tanaquar será mejor de lo que era Lethesanar.
Lo que estoy tratando de decirte es esto: Me tienes a mí. Siempre puedes venir a mí si
necesitas ayuda, o un lugar para quedarte, o una casa. Tú, Delilah, incluso Menoll, no temo
su naturaleza de vampiro. Ustedes son mis sobrinas y las amo a todas. Te extraño y te mando
mi amor. Por favor dale también a Shamas un abrazo de mi parte. Yo soy la única madre que
ahora él tiene.
Tía Rythwar
Doblé la página y la deslicé en mi bolso, luego fui a meter unas cuantas
prendas más de ropa en una bolsa. En el último momento, me detuve y abrí mi
caja de joyas. Allí estaban mis tres anillos de boda. Por lo general no los usaba
por miedo a perderlos, pero en este momento, la única cosa que podía pensar era
en lo mucho que los quería en mis dedos. Deslicé dos en la mano izquierda, el
tercero en la derecha.
—¿Estás lista? —Delilah asomó la cabeza. Asentí, me eché mi mochila al
hombro y la seguí por las escaleras, preguntándome si Padre se había ido, pero
poco dispuesta a preguntarlo.
—Se fue —dijo ella en voz baja, leyendo mis pensamientos. O más
probablemente, es sólo que ella sólo me conocía lo suficientemente bien. Un
vistazo por la ventana mostró que la oscuridad casi había llegado. Aunque
anhelaba la seguridad del túmulo de Ahumado, le indiqué que entráramos a la
cocina y puse mi bolsa sobre la mesa.
—Vamos a comer un bocado antes de que emprendamos el regreso.
Esperaremos a Menolly. Tenerla con nosotros también me hará sentir más
segura.
Iris corrió hacia mí, me echó los brazos alrededor y me abrazó fuerte.

—Estoy muy agradecida de que estés a salvo. Estoy tan contenta de que
hayas regresado a nosotros.
Cuando nos acomodamos en las sillas alrededor de la mesa, ella puso una
bandeja de sándwiches frente a nosotras.
—Coman. También voy a calentar un poco de sopa, eso no me tomará más
que un momento.
Hambrienta y adolorida como el infierno —hoy mis contusiones habían 223
cobrado su cuota— mordí un sándwich de carne asada y mastiqué
pensativamente. El corsé rozaba mi espalda y miré por encima de mi hombro.
—Mientras esperamos, ¿puedes ponerme algo en mi espalda que me ayude
a detener el dolor? Sharah lo hizo antes, pero el efecto ha pasado.
Mientras yo iba abriendo los ganchos en la parte delantera del corsé, Delilah
se colocó detrás de mí para ayudarme a quitármelo. Hice una mueca cuando se
despegó de las heridas que surcaban mi espalda. Eso alivió mis costillas, pero
lidiar con los latigazos era un dolor en el culo. Delilah dejó escapar un sonido
ahogado mientras Iris regresaba con una botella de ungüento y luego me giré
para encontrar que ambas estaban en lágrimas.
Justo entonces, la puerta secreta detrás del estante se abrió…actualmente,
esa era nuestra mayor broma en casa, ya que casi todo el mundo se había dado
cuenta dónde estaba la puerta de la guarida de Menolly… y allí estaba ella. Ella
empezó a decir algo, luego enmudeció. Adelantándose, apartó Delilah fuera de su
camino y me hizo levantar.
—¿Qué te hizo…? —Su voz era suave, pero yo había aprendido hacía mucho
tiempo que una Menolly hablando suave era una Menolly peligrosa. Después de
un momento me senté de nuevo y ella se arrodilló junto a mí, tomando mi
mano—. ¿Él lo hizo… o tengo que preguntar?
—Sí, lo hizo. —La miré—. Fuiste mi fortaleza. Fuiste mi inspiración.
Recordé lo que Dredge te hizo y me sostuve pensando: si ella pudo resistir eso… yo
puedo resistir esto. Si Menolly pudo soportar la tortura a la que fue sometida, yo puedo manejar
una golpiza o unas patadas. O ser violada.
Menolly soltó un gruñido mientras recorría con sus dedos los latigazos en
mi espalda y los moretones en mis costillas.
—Él va a morir. Hyto morirá. Ninguno de nosotros va a descansar hasta
que él sea derribado. Tú me ayudaste con la venganza de Dredge. Yo estaré a tu
lado hasta que Hyto caiga.
Delilah se arrodilló a mi otro lado.
—Eso va por mí. Nada puede resistir nuestro vínculo. Nada es más fuerte
que nuestra conexión.
Iris nos observaba de cerca, luego hizo un gesto para que se movieran.
—Déjenme atender sus heridas. Sharah es buena, pero he tenido mucha 224
más experiencia. —A medida que me untaba lentamente las magulladuras con el
bálsamo, el dolor empezó a calmarse de nuevo—. El collar…
—No se abrirá hasta que él esté muerto —dije rotundamente—. Ahora
entiendo cómo se sintió Vanzir, hasta cierto punto. Su yugo fue voluntario. El
mío no lo fue. Pero el resultado es el mismo. Hyto puede encontrarme, Hyto
puede rastrearme, Hyto tendrá su reclamo sobre mí hasta que quitemos esta
maldita cosa.
Recogimos nuestras cosas y salimos de la casa hacia donde los chicos
estaban esperándonos. Trillian, Ahumado y Chase estaban allí. Miré al detective.
Yo pensaba que se iría de nuevo a la estación, pero él negó con la cabeza.
—Le dije a Yugi que hasta que nosotros nos encarguemos de Hyto, estoy de
baja. Oficialmente, estoy de baja por enfermedad. —A medida que subimos en
los autos para regresar al túmulo me di cuenta de lo agradecida que estaba por mi
familia y amigos. Ellos eran todo para mí.
El viaje de regreso hacia el Monte Rainier y el Valle Puyallup estaba llena de
automóviles girando en el hielo. La autopista 167 era una locura, pero finalmente
logramos alejarnos del revoltijo de la hora pico del tránsito —y las horas pico
duraban cerca de tres horas por aquí— y condujimos a través de las carreteras
secundarias hasta el desvío que conduce a la tierra de Ahumado.
Estábamos casi en el túmulo cuando Ahumado me pidió que girara y
tomara un camino ascendente. En los últimos meses, él había hecho un camino
rudimentario que llevaba más cerca del túmulo, así que no teníamos que
estacionar en la casa.
Pero ahora nos detuvimos frente a la casa donde Tom Lane —Tam Lin—
solía vivir mientras Titania había pasado el tiempo en la región, molestando a
Ahumado, absorta en sus borracheras. Las cosas habían cambiado mucho en
poco más de un año…tanto es así que era difícil recordar cómo había sido la vida
antes de haber eliminado a Bad-Ass Lucas y nos encontramos por primera vez
siendo empujadas en una guerra demoníaca.
Cuando bajamos, Ahumado hizo un gesto sólo a Delilah y a mí para
fuéramos con él. Nos dirigimos por las escaleras hacia las luces brillantes que
emanaban desde el interior de la casa. Ahumado golpeó ligeramente, y en
cuestión de segundos, la puerta se abrió.
225
Estelle Dugan estaba allí de pie, mirándonos con una media sonrisa.
—Él está practicando su habilidad con la espada hoy.
Ahumado asintió.

—¿Alguna mejoría?
Ella negó con la cabeza.

—Te invitaría a entrar, pero estoy tratando de mantenerlo calmado. Él se


pierde en forma intermitente, pero sí, por ahora tiene un cierto indicio de…
saber dónde está. Pero creo que Georgio es cosa del pasado. Simplemente queda
San Jorge. —Ella entonces sonrió plenamente, viéndose como una madre
ufanándose de su hijo.
San Jorge. Georgio el Profeta. Lo conocimos el año pasado, cuando estaba
merodeando alrededor de nuestras ventanas. Don Quijote, en justas con los
molinos de viento. Lancelot, tratando de ganar a la bella Ginebra. Georgio era
cada héroe herido que había encontrado un verdadero dragón vivo para matar.
Con su armadura de plástico y su espada de juguete, él había golpeado a
Ahumado. Y Ahumado, siendo quien es, dejó vivir al pobre hombre. Incluso lo
acogió, lo estableció con una enfermera. Nadie mencionaba mucho eso —
Ahumado no era de recibir alabanzas, pero todos sabíamos que sentía lástima por
el hombre. Que de alguna manera, Georgio había tocado su corazón de dragón.
—Quiero que tengas cuidado. Tengo salvaguardas en los bosques, pero te
digo esto: mi padre anda suelto y él está buscando sangre. Mantén a San Jorge en
el interior. Mi padre no se preocupa por los humanos. —Ahumado miró a Estelle
por un momento—. ¿Estás bien? ¿Necesitas algo?
Ella negó con la cabeza.

—No, Señor Ahumado. Estamos bien atendidos. Cuidaré a Georgio. Él


es… soy todo lo que tiene, ya sabes. En lo que a humanos toca.
Ahumado asintió.

—Lo sé. Es por eso que compruebo cómo están cada pocos días. Si ves a
alguien extraño merodeando, especialmente alguien que se parece a mí, asegúrate
de llamar a los guardias de la forma en que te dije. Diles que vayan a buscarme de
inmediato. Si mando a buscarte, ven inmediatamente al túmulo.
226
Y entonces nos dimos vuelta y, sin decir nada más, bajamos por las
escaleras. Eché un vistazo a la luna, necesitando su fuerza. Necesitando su
consuelo.
—Tengo que estar afuera cuando volvamos al túmulo. Tengo que meditar
bajo la Madre Luna.
Ahumado me tomó entre sus brazos.
—Entonces voy a estar a tu lado y vigilaré. Nunca te dejaré sola otra
vez…no hasta que Hyto esté muerto. No voy a dejar que te toque otra vez, así
tenga que volar contigo a las alturas más lejanas de los Confines del Dragón. No
voy a fallarte otra vez.
Su frente tocó la mía de nuevo, me estiré y besé sus labios. Al principio
suavemente, luego, mientras él me sujetaba, envolví mis brazos alrededor de su
cuello y lo besé profundamente, ansiando su toque. Los necesitaba a todos —a
mis hombres, para borrar el recuerdo de los dedos de Hyto sobre mí, para borrar
el recuerdo de su sabor, de él dentro de mí.
—Te necesito esta noche. A Trillian también… y a Morio. Si es posible
quiero que se una a nosotros. Los necesito a todos. Los necesito para reafirmar
que soy suya. Que ustedes son míos. Que estamos unidos y que nada puede
romper esos lazos.
Ahumado se mordió el labio, luciendo incierto.

—Todavía estas herida, Camille.


—Puede que esté herida, pero estoy más lastimada por dentro. Y tú… los
tres pueden curar lo que está en mi corazón. Los moretones en el cuerpo se
desvanecerán. El recuerdo es lo que me atormenta.
Él negó con la cabeza.

—Todavía no. Confía en mí, aún no estás lista. Lo sé… no me preguntes


cómo, pero lo sé. Pero vamos a estar contigo esta noche, y dormiremos a tu lado,
y te cuidaremos. Vamos a estar ahí cuando te quedes dormida, y estaremos ahí
cuando despiertes. —Y luego él me llevó al auto y me deslizó en el asiento del
conductor.
Cuando lo puse en marcha, le di una última mirada a la casa de Georgio y
pensé que si un hombre tan frágil pudo lograr tener tanto coraje, ¿cómo podría
yo hacer algo diferente? 227

Cuando entré en el túmulo la primera cosa que hice fue salir corriendo para
la habitación donde estaba Morio en una cama que Shade y Roz habían colocado
especialmente para él. Corrí por el costado de la cama y salté sobre el colchón a
su lado.
Morio dio un grito.

—¡Camille! ¡Nena! Ellos me dijeron la verdad. Tú estás… —Se detuvo,


mirándome de arriba abajo—. Tú no estás bien. Puedo verlo en tu aura. Pero lo
estarás. Confía en mí, lo estarás. Nos encargaremos de eso.
Se irguió y cubrí su cara de besos, sin importar que eso pudiera cansarlo.
—Te extrañé mucho. ¿Cómo te sientes? —La última cosa de la que quería
hablar ahora era de Hyto y recé para que alguien ya le hubiera contado lo que
había pasado con él.
Morio me envolvió en sus brazos, rodeando mi cintura suavemente de una
manera que me dijo que sabía el modo en que mi cuerpo había sido lastimado.
Después de un momento, me sostuvo con el brazo extendido.
—A estas alturas, has oído lo enloquecido que se puso Ahumado cuando te
secuestraron —afirmó—. Lo que no puedes saber es que Vanzir fue con la Triple
Amenaza para rogarles por su ayuda.
—¿Vanzir? ¿Fue con Aeval? —Recodaba vagamente que él me había dicho
algo al respecto pero en su mayor parte lo había olvidado. Parpadeé.
—Sí, y ellas son las que le otorgaron poderes para viajar a través del reino
astral. Él no tiene ni idea de si fueron ellas las que lo hicieron, pero puedo
asegurarte que está usando energía Fae en su aura ahora, y no estoy muy seguro
de qué diablos pasó con él. Howl le envió la noticia a Ahumado cuando aún
estaba en los Confines del Dragón.
—Ha ocurrido mucho de lo que yo no era consciente. —Hice una pausa—.
¿Sabes… lo que me sucedió?
Él me miró largamente y luego asintió.
—Lo sé. ¡Camille, te amo hasta los confines de la Tierra! No estoy enojado
228
por Vanzir, ni en lo más mínimo. Comprendo las zonas grises en la vida y sabes
que no soy del tipo posesivo. Estaré resguardándote por siempre, en lo que
necesites. Puedo compartirte y estar contento… pero sólo cuando tú quieras ser
tocada.
Asentí. A veces pensaba que Morio me entendía mejor que casi cualquiera.
Teníamos una conexión que se abrió paso a través del deberías y no deberías… Tal
vez eso fue provocado por unir nuestra magia, tal vez por alguna otra fuerza libre
que llamaba profundamente en nuestro interior.
Inclinando mi cabeza contra su hombro, dejé escapar un largo suspiro.

—Yo quería a Ahumado y a Trillian y a ti… esta noche. Quiero borrar el


recuerdo de Hyto de mi cuerpo, pero Ahumado no lo hará. Creo que tiene miedo
de que sea demasiado pronto, de que me lastimarían. Pero nada puede
lastimarme peor de lo que Hyto lo hizo. Quiero un buen recuerdo para
reemplazar a los viles.
Morio sonrió suavemente. Me recostó en la cama junto a él.
—Todavía estoy débil, pero hay cosas que puedo hacer… ¿para ayudarte?
Temblando, asentí, y me deslicé fuera de mi falda y bragas, y luego
desabroché mi corsé. Hizo una mueca cuando vio los moretones que recorrían
todo mi cuerpo, pero me indicó que regresara a la cama.
—Recuéstate en mis brazos. Si necesitas que me detenga, simplemente dilo.
—Con una mano, él acarició el costado de mi cuerpo hacia abajo, tocando
suavemente mi piel con sus dedos. Sus oscuras uñas, afiladas y negras, se
convirtieron en el arco sobre el violín mientras acariciaba hábilmente mis pechos,
bajando su boca hasta mi pezón, tironeándolo muy suavemente con los dientes
antes de succionarlo ligeramente.
Me quedé sin aliento, una ola de deseo y miedo corrió a través de mí. Lo
ansiaba, pero tenía miedo de caer en la sensación. Todavía me dolía. ¿Esto era
una mala idea? Pero luego sus dedos se deslizaron por mi estómago,
revoloteando sobre la piel magullada tan ligeramente que apenas los sentía
excepto por la oleada repentina de deseo desde el fondo de mi cuerpo. Llegó a
mi clítoris y acarició suavemente las brasas, persuadiéndolas a encenderse,
mientras susurraba en mi oído.
—Camille, colócate tú misma arriba mío. Deja que te guíe, relájate. Así es,
respira profundo y entrégate a la sensación de mis dedos. —Mientras él giraba y
se acomodaba contra mí, sus dedos bailaron suavemente sobre mi cuerpo, mi
229
respiración se detuvo en mi pecho y sentí el peso del collar en el cuello. ¿Tal vez
esto fue un error…tal vez Hyto me sentía? ¿Podía sentir él lo que yo estaba
sintiendo?
—Abre las piernas, mi amor, déjame explorarte a fondo. —La voz de Morio
me trajo de regreso a mí misma mientras un sollozo se atascaba en mi garganta.
Hice lo que me pidió, extendí las piernas y él deslizó dos dedos dentro de mí,
persuadiéndome, acariciándome, haciéndome cosquillas en una deliciosa espuma
de hambre.
Pero ahí estaba él, la cara de Hyto, sonriéndome con suficiencia. El cuerpo
de Hyto, embistiendo en mi interior. Luché para controlarme, luché para
apartarlo de mi mente. Luché para recuperar de manos de mi agresor, el control
de mi cuerpo.
—Camille, respira profundo… una vez, dos veces… dime dónde estás.
Las palabras salieron a borbotones.
—Atrapada entre el cielo y el infierno, mi amor —le susurré, con mi
garganta sofocada por la flema—. Tengo que soltarlo, necesito dejarlo ir, ¿pero y
si él me siente? ¿Y si está viendo a través del puto collar? ¿Y si me utiliza?
—Déjalo ir. No hay nada que puedas hacer sobre el collar en este momento.
¿Y si él está? Entonces vamos a darle un espectáculo para que sepa de lo que se
pierde, para que sepa lo que nunca jamás tendrá. Lo que él tomó de ti no era
sexo, era fuerza y lo que te doy a ti es fuerza.
La voz de Morio era suave como el satén contra la piel y eso me jaló dentro
de una bruma de apetito sexual. Inspiré profundamente a su orden, después
exhalé lentamente mientras él comenzaba a acariciarme más rápido. Me oí llorar
en pequeños jadeos irregulares mientras el miedo luchaba contra el calor
creciente, pero entonces ella estaba allí, conmigo, la Madre Luna.
Esto es quién eres, Camille… eres una sacerdotisa de la caza, una bruja, un ser
sexualmente cargado. Tú no puedes esconderte en el temor de que otros puedan verlo y desearte.
Tienes que ser quien eres. No tengas miedo de tu pasión. Hyto te sentirá a través del collar, o
no lo hará. De cualquier forma, eso no te aleja de lo que Morio y tú están haciendo, y eso no
deja el mal dentro de ti.
Me esforcé, tratando de traspasar el miedo, tratando de ir más allá de la
barricada con el rostro de Hyto en ella. Su mirada lasciva era lo que más me
molestaba, la mirada lasciva y avariciosa. Pero entonces sentí, más que ver, otro
par de manos acariciando mis piernas, y también un tercer par deslizándose por
mis brazos. El círculo estaba completo —todos mis hombres estaban conmigo,
230
rodeándome, ayudándome, protegiéndome. Trillian se inclinó y me besó
intensamente y caí en el remolino del oscuro encanto de su sensualidad que
corrió a través de mi como una cascada. Me estremecí, queriendo más.
El cabello de Ahumado jugueteaba ligeramente en mi cuerpo, pero en esos
remolinos suaves ya no podía ver a Hyto —en vez de eso, allí estaba mi dragón,
mi amor, mirándome. Morio continuó acariciándome suavemente, en forma
insistente, sin pausa, empujándome más y más alto.
Y entonces, de repente, un rayo irrumpió en mi interior, el trueno explotó a
través de mí, reverberando desde mi cabeza a los pies, y con un estremecimiento
enorme grité, un grito largo, y toda la rabia y las lagrimas y las frustración
irrumpieron a través de eso, inundándome con una ola de lágrimas de limpieza
mientras explotaba en un largo, filoso y duro orgasmo.
Jadeando, giré en la bruma de la pasión, abrí los ojos para ver a los tres que
estaban mirándome. Sin dejar de llorar, los reuní, comprendiendo que nunca me
darían la espalda, incluso en los tiempos más oscuros.
Capítulo 19
Dejé escapar un largo suspiro, mi cuerpo aún estaba dolorido, pero ya no
sentía como si estuviera bajo un montón de presión. Cuando me ayudaron a
sentarme, me estremecí y Morio me envolvió en la manta.
—Gracias —le dije en voz baja, sintiéndome de repente tímida—. Yo… yo…
—Necesitas curarte, y estamos aquí para ti, para lo que sea. —Trillian me
tomó de la barbilla—. Pero por ahora, creo que necesitas comer y dormir.
Asentí.
—No puedo dormir sola esta noche. Ahumado, ¿permitirás que Trillian
comparta la cama con nosotros? Sé que éste es tu montículo, pero…
Ahumado dejó escapar un murmullo suave.
—Siempre como tú desees. Pero Morio tiene razón, todos necesitamos
cenar. —Me entregó mi bata y me la coloque, atando el cinturón firmemente
alrededor de mi cintura. La seda se sentía suave contra mi espalda y con el sonido
231
del chasquido del material, me dirigí a la sala de estar. Morio se acomodó por sí
mismo en una silla de ruedas, detrás de mí, cerrando la marcha.
De alguna manera, Iris había logrado convertir por completo la pequeña
cocina en una fábrica de alimentos, y ahora una fuente brillante de estofado
estaba asentada en la mesa, mientras Rozurial y Vanzir colocaban platos de papel
y utensilios de plástico. Trillian se apresuró a tomar el plato de panecillos de las
manos de ella y tan pronto como todo estuvo sobre la mesa, todos nos sentamos.
Trillian trajo un plato para Morio y Delilah trajo otro para mí. Mientras estaba
sentada allí, vi a Menolly en el rincón, con la mirada fija sobre Morio. Él también
la miraba y mi estómago me dio un vuelco.
Una cosa más para enfrentar, la sangre que ella le había dado para sanarlo
había creado un vínculo sexual entre los dos, y ahora tenía a los dos excitados el
uno con el otro. Yo no estaba muy preocupada, aunque realmente prefería que
mi marido no jodiera con mis hermanas, si tenía que hacerlo, al menos Menolly
haría todo lo posible para no lastimarlo. Pero en este momento, no quería
preocuparme por ellos, sumado a todo lo demás.
Me acerqué a Menolly.
—El impulso sigue ahí, ¿eh?
Juro que ella se sonrojó, aunque los vampiros no lo hacen. Ella se encogió
de hombros.
—Sí, pero lo tenemos bajo control. Y con lo que está pasando, no voy a
hacer ninguna cosa para hacer que tu carga sea más pesada.
—Si sucede… —Me volví hacia ella y la miré fijamente a los ojos—. Si
sucede, no voy a culpar a ninguno de los dos. Prefiero que no lo hagan, pero no
voy a lanzar ataques por ello. Hemos visto el resultado de eso…
Todo este lío había demostrado que había algunas cosas por las que no vale
la pena hacer berrinches.
Menolly asintió y bajó la cabeza.
—A pesar de que la conexión es apremiante, a decir verdad, normalmente
no lo encuentro tan atractivo. A Roman… sí. Pero él es un vampiro y cuando se
trata de chicos, quiero alguien con quien pueda sacudirme fuerte. Entiendo
perfectamente que es un vínculo antinatural. Pero tú… ¿cómo estás?
Me deslicé en una silla junto a ella, disfrutando tranquilamente del guiso. 232
—¿La verdad? Enojada. Más que nada enojada. El dolor me hace enojar, los
moretones me hacen enojar… saber que él ha estado dentro de mí sin mi
consentimiento… me hace enojar. Nunca he sentido tanta rabia. No desde que
apareciste en casa y nos dimos cuenta de lo que Dredge había hecho contigo.
Menolly puso su mano sobre la mía.
—Tú me ayudaste a salvarme de lo que él había planeado. Nadie podía
salvarme de él, pero tú detuviste sus planes para mí. Nunca olvidaré eso. Y tengo
la intención de pagarte.
Chase deambulaba por allí con una extraña expresión en el rostro. Había
dejado el plato y ahora se frotaba la sien.
—Me siento un poco extraño —dijo—. ¿Alguien tiene una aspirina?
Negué con la cabeza.
—Lo siento, no podemos tomar aspirina. Quizás Sharah tenga algunas… —
Pero mientras yo hablaba, el comenzó a desplomarse y golpeó el suelo con un
ruido sordo. Me puse de pie de un salto y miré a mi alrededor buscando
desesperadamente a Sharah, que estaba en el rincón con Delilah—. ¡Sharah!
Aquí… ahora. Chase se desmayó.
Ella corrió y se arrodilló a su lado, comprobando su pulso.
—Inestable, rápido… débil. —Le apoyó una mano en la frente y se la limpió
en sus pantalones vaqueros—. Está sudando hasta por los codos. Podría ser por
estar tanto tiempo en el astral y no estar acostumbrado a la magia que demanda el
llegar allí. Tengo que llevarlo de regreso al cuartel de FH-CSI para algunas
pruebas. ¿Cuál es la forma más rápida para ir?
Ahumado dio un paso adelante.
—Puedo llevarlos a los dos a través de los Mares de Ionyc. No estoy seguro
de cómo le afectará, pero si lo quieres allí sin tener que hacer noventa minutos en
auto, especialmente con este clima. Entonces será mejor que me dejes que los
lleve.
Ella asintió.
—Ayúdame a levantarlo.
Ahumado tomó a Chase entre sus brazos. 233
—Trépate por debajo de mi abrigo y pon tus brazos a mi alrededor. Yo lo
llevo. Será más seguro. —A mi me dijo—: Vuelvo enseguida. No dejes que alguien
entre hasta que yo vuelva. —Antes de que pudiera decir una palabra, los tres
desaparecieron como si nunca hubieran estado allí.

—¿Qué crees que está mal? —Delilah se acercó junto a mi codo.


Negué con la cabeza.
—No tengo ni idea. Pero no quiero ni pensar en lo que podría estar mal. Él
estuvo en el astral por un largo tiempo. Deberíamos habernos asegurado de que
Sharah lo examinara bien. Han estado sucediendo demasiadas cosas.
Vanzir se acercó otra vez.
—Tengo noticias —susurró—. Pero tenemos que salir al exterior. Necesito
hacer una llamada telefónica.
Me mordí el labio.
—Shade viene con nosotros.
—Claro.Yo le daría la bienvenida al gran hombre. El hecho es que ya no
puedo contar con protegerte, no sin mis poderes. Lo traeré.
Mientras Vanzir regresaba de nuevo a nuestro hogar en constante
expansión, deslicé mi capa sobre los hombros y luego me acerqué a la puerta, me
apoyé contra ella y observé la noche que oscurecía. La nieve caía a la deriva
besando suavemente el suelo y el frío de la noche me abrazó como un sudario de
seda. Me puse un par de zapatillas y salí al exterior, volviendo el rostro hacia los
copos que susurraban al pasar.

Habían pasado tantas cosas. Y tanto aún estaba sucediendo. Extrañaba la


comodidad de nuestra propia casa. La rutina familiar que habíamos construido
durante los pasados meses. Maggie jugando en su parque infantil cerca de la
estufa mientras Iris buscaba en los catálogos los artículos que deseaba para la
cocina, y Delilah leyendo revistas de informática y mirando los programas basura
de la televisión.
Mientras estaba apoyada contra el marco de la puerta del túmulo, mirando
hacia la oscuridad, traté de enfocar mi mente en lo que estaba a nuestro 234
alrededor. Chase estaba en problemas y tenía la sensación de que eso estaba
ligado al tiempo que había pasado en la guarida de la araña monstruosa. Pero no
había ni una maldita cosa que pudiéramos hacer para ayudarle.
Estábamos esperando a Hyto… y él nos iba a encontrar, no al revés, esa era
mi suposición. Y hasta que lo hiciera, permanecería con este maldito collar.
¿Interferiría eso con mi iniciación? Y hablando de eso, si no me ocupaba de este
asunto, ¿me atrevería a someterme a una iniciación en este momento? ¿Qué pasa
si Hyto llega a la carga arrasando con Talamh Lonrach Oll?
En ese momento, aparecieron Vanzir y Shade y nos alejamos del túmulo
para que Vanzir pudiera realizar su llamado.
—Carter me dejó un mensaje y no tuve la oportunidad de devolverle la
llamada hasta ahora. —Marcó el número de nuestro principal contacto en el
Inframundo Demonio. Me alejé, dándole privacidad y Shade me siguió.
—¿Conoces a tus parientes dragón? —le pregunté a Shade—. ¿Se opondrían
a tu relación con mi hermana? Sería bueno saber de antemano si sólo estamos
tratando con un grupo de locos seguidores de las leyes. —Yo no quería sonar
sarcástica, pero no pude evitarlo. Me estaba cansando terriblemente de la
intolerancia. Mi propio padre se negó a tolerar a Trillian porque era Svartan. El
padre de Ahumado me odiaba hasta el punto de la locura. El Orgullo Puma
Rainier desaprobaba la relación de Nerissa con Menolly. Parecía que no
podíamos agradarle a nadie.
Shade levantó un dedo, luego desapareció de nuevo en el interior. En
cuestión de segundos había regresado trayendo una silla.
—Siéntate. Sé que todavía estás bastante golpeada.
Yo estaba agradecida.
—Gracias. Eres un encanto.
Sonrió.
—Trato de serlo. —Luego, arrodillándose junto a mi silla, el hombre
magnífico con cicatrices escarpadas se apoyó en uno de los brazos —. Mi
familia… mi madre es dragón. Mi padre era Stradolan. No es una mezcla común,
pero es una de las pocas que verás salir del Mundo de los Espíritus. Los dragones
negros viven en las sombras; tienen una energía similar a la Stradolan y a
menudo se emparejan para hacer magia. Mi madre y mi padre eran una de esas
parejas. Se enamoraron durante su trabajo y yo soy el resultado.
235
—Me enteré de que no viviste en los Confines del Dragón.
—No, los dragones sombra no se agrupan en jerarquías como por ejemplo,
los dragones de plata o los blancos. Existen en un plano ligeramente diferente
que el resto de la Dragonkin. Y los Stradolan… cómo explicarte, los Stradolan
son seres solitarios. Conocemos y reconocemos a nuestra familia, pero rara vez
nos encontramos con ella después de que somos adultos y nos alejamos de
nuestros padres. Así que mi madre y mi padre no serían reacios a reunirse con
Delilah o sus hermanas. Serían distantes, pero eso es debido a su naturaleza.
Fruncí el ceño tratando de comprender la idea de un ser de energía
enamorándose de un dragón, pero luego me detuve. No era diferente de
Ahumado al enamorarse de mí, o de Morio y yo.
—¿Qué hay de ti? Tú no pareces tan distante.
Entonces él sonrió y sus dientes blancos brillaron.
—Me llevaron de mi familia muy joven y fui criado en el reino del Señor del
Otoño. Me hizo pasar mucho tiempo alrededor de las Doncellas de la Muerte.
Aprendí muy rápidamente cómo interactuar. Sobre todo cuando solían utilizar
trucos conmigo.
—Así que tú creciste fuera de tu elemento natural.
Shade se encogió de hombros.
—No tanto. Después de todo, Haseofon es el templo de los muertos. El
Señor del Otoño es uno de los Segadores, además de ser un Señor Elemental.
Pero mira, Vanzir parece haber terminado su llamada telefónica. —Le hizo una
seña con la cabeza hacia Vanzir, que se dirigía hacia nosotros.
—Hablé con Carter. Está preocupado. Ha escuchado rumores de un portal
rebelde, apenas abierto pero utilizable, que se estableció para los reinos
subterráneos. Hay que cerrarlo, pero primero tenemos que encontrarlo. Alguien
mencionó que pensaban que estaba en la zona costera pero también hay rumores
de que está por la zona de Lynn-wood. En realidad, nadie lo sabe a ciencia cierta.
Lo miré fijamente a los ojos.
—Mierda. ¿Alguien ha estado utilizándolo, los sabes?
—Sí, Carter dice que alguien en particular se deslizó a través del portal,
alguien del que queremos saber. —Miró a su alrededor para asegurarse de que
estábamos solos, luego se inclinó lo suficiente para susurrar sin ser oídos —.
Telazhar.
236
Mi estómago se retorció. Un nigromante de las Guerras Ardientes caído en
los desiertos de Otro Mundo… hacía tiempo que Telazhar había sido enviado a
los Reinos Subterráneos y allí, había entrenado a los demonios, incluso a Stacia
Quebrantahuesos.
—¿Carter está seguro? Telazhar, liberado entre la población común… —De
repente Hyto no parecía ser nuestro mayor enemigo. Miré los ojos de torbellino
de Vanzir—. Estamos en problemas. Un gran problema.
Él asintió.
—Sí. Ojalá tuviera mis poderes.
—A mí también me gustaría. —Bajé la cabeza. La Madre Luna había hecho
lo que pareció bien, aunque no podía imaginarme cómo el hecho de
quitárselos… unos poderes con los que Vanzir ya estaba en conflicto… nos
ayudaría en algo.
—Yo no te culpo —dijo él—. Confía en mí, Camille… no te culpo por nada.
Daría cualquier cosa por deshacer lo que pasó. Pero no puedo, aunque voy a
hacer lo que pueda para ayudarlos. Todavía estoy trabajando a tu lado, con
poderes o no, con el ritual de vinculación de almas o no. Sólo espero que
Ahumado decida si me deja quedarme por aquí. —Se mordió el labio—. Nunca
voy a tocarte de nuevo. Lo prometo.
Me lamí los labios, sintiéndose incómoda.
—Vanzir… si las circunstancias fueran diferentes… supongo que lo que
estoy diciendo es que aunque me gustaría deshacer lo que pasó, si eso es posible,
no es por ti. Estuviste increíble. Nunca dudes de ti mismo. No te preocupes
más…
Él se rió, un poco demasiado fuerte, pero asintió.
—Lo mismo para ti, mujer. No le digas a tu marido escupe fuego que dije
eso.
Asentí, luego me volví hacia Shade, que se había alejado para darnos algo
de privacidad.
—Será
mejor que regresamos al interior para contarles a los demás la noticia.
—Telazhar era un nigromante tan poderoso que haría que Morio y yo nos
veamos como unos aficionados.
237
Cuando nos dirigimos hacia el interior, llegamos justo a tiempo para ver
aparecer a Ahumado. Él levantó la mano cuando Delilah comenzó con una
ráfaga de preguntas acerca del estado de Chase.
—Me quedé por unos momentos para averiguar lo que podía. Pero Sharah
no tiene ninguna pista. Ella dijo que hasta mañana no podrá concluir con una
serie de exámenes. Mientras tanto, él está estable y no se encuentra en peligro
inmediato. —Se quitó la gabardina y la colgó sobre una perilla en el perchero
junto a la puerta. Giró en mi dirección, me tendió el brazo y yo me deslicé bajo el
cobijo de su abrazo—. Sharah espera tener noticias mañana por la mañana,
Delilah… sugirió que la llames alrededor de las nueve. —Hizo una pausa y miró
la cena—. Todavía tengo hambre; si me disculpan, voy a terminar de comer.
Me di cuenta de que también me había saltado la mayor parte de mi cena y
me uní a él en la mesa, llenando otro plato. Iris se ofreció a calentarlo, pero negué
con la cabeza.
—Estoestá muy bien. Pero tengo una noticia para todo el mundo. —Miré a
mi alrededor—. ¿Dónde está Hanna? No la he visto desde temprano.
Menolly habló.
—Ella se sentía un poco molesta, así que arreglaron una cama para ella en
un pequeño cubículo en el primer nivel inferior. A ella no le importa… dijo que
estaba acostumbrada a estar atrapada en una cueva.
—Sí, bueno, eso tiene que terminar pronto. —Dejé escapar una exhalación
corta—. Ella sufrió a manos de Hyto durante cinco años, aunque no de la misma
manera que yo lo hice. Pero ella perdió más que yo. —Mordí cuidadosamente un
bocado de patata.
—¿Qué era lo que tenías que decirnos? —preguntó Delilah. Parecía agotada.
Todos lucíamos así. Vivir en el túmulo de Ahumado hacía que estuviéramos
apretujados, pero no nos atrevíamos a ir a casa.
—En realidad, Vanzir tiene algo que decirnos. Noticias. No son buenas. De
hecho, son malas. Muy malas. ¡Prepárense! —Decidí que, ¿para qué darles
esperanzas? Ya estábamos enfrentando un mundo de dolor, era mejor poner una
bandita sobre la herida y simplemente tirar de ella rápidamente.
Vanzir carraspeó y les contó lo que Carter le había dicho. Cuando terminó,
todos permanecieron sentados en el lugar, mirándolo fijamente y luego a mí.
Entonces se desató el infierno y el túmulo se inundó de voces.
238
Después de un momento, me trepé lenta y dolorosamente encima de una de
las sillas y dejé escapar un silbido. Delilah hizo una mueca… su audición siempre
le causaba problemas con los ruidos estridentes.
—Cállense. Todo el mundo se calla. No hay mucho que ahora podamos
hacer al respecto. Inclusive no hay mucho que podamos discutir sobre que hacer
al respecto. Mañana nos pondremos a tantear el terreno. Buscaremos en los
alrededores y veremos lo que podemos encontrar. Haremos nuestro mejor
esfuerzo para rastrear el portal rebelde… pero les garantizo que Telazhar no va a
estar dando vueltas por allí esperando por nosotros. Sin embargo no tengo
ninguna duda de que va a darse a conocer.
—¿Crees que él está trabajando para Shadow Wing? —Roz comenzó a
llevarle los platos a Iris hacia la cocina.
—No lo sé. Stacia estaba trabajando por su cuenta paralelamente a Shadow
Wing. Telazhar la entrenó. Lo más probable es que él está en una misión por su
cuenta, pero por otra parte… no podemos estar seguros.
Traté de pensar en todas las posibilidades. Telazhar podría estar trabajando
por su cuenta, o para Shadow Wing. Por lo que sabíamos, Trytian podría haberlo
engatusado para que venga. No importa el camino que tomaras, todo
desembocaba en un hechicero muy peligroso rondando por Seattle, y eso no
acabaría bien.
—Todo lo que sabemos es que él es un problema y no podemos dejar que se
quede en Earthside. Si trata de regresar de nuevo a Otro Mundo, allí pueden
lidiar con él… y lo harán. Será condenado a muerte si intenta volver a entrar en
Otro Mundo.
Un golpe en la puerta me interrumpió. Ahumado respondió, mirando
cautelosamente hacia la noche. Retrocedió casi de inmediato y abrió la puerta, lo
que permitió que Estelle y San Jorge entraran. Georgio miró a Ahumado y
comenzó a echar chispas, su asombro mezclado con el miedo se extendían por su
rostro. Había reconocido a Ahumado como un dragón la primera vez que lo vio.
A veces, los que caminaban con un pie en otro mundo… si era el mundo
atrapado dentro de su propia mente, o en otro ámbito… podían ver más allá de
lo superficial.
—¿Qué los trae a mi túmulo? —preguntó Ahumado.
Estelle negó con la cabeza, las lágrimas corrían por sus mejillas.
—Alguien vino a la casa. Alguien que no reconocí. Era de estatura media, 239
calvo… a excepción de una larga cola de caballo que pendía del centro de la parte
posterior de su cabeza.
—¡Asheré! ¡Es el mono de la nieve de Hyto! —Me volví hacia Estelle con
creciente pánico—. ¿Qué dijo? ¿Qué quería?
—Nos indicó que sería mejor que saliéramos de la casa si no queríamos
ser… ¿cómo lo dijo? Carne de cañón. Él nos dijo que le traigamos un mensaje,
Señor Ahumado.
Ahumado parecía estar a punto de perder la calma. Tomé su mano entre la
mía y la apreté con fuerza. Bajó la mirada hacia mí y me acerqué más a él, el
túmulo de repente se sentía demasiado expuesto.
—Él dijo que le dijera que su padre viene y que si no quiere ver los
alrededores arrasados, que vaya a su encuentro en el claro de allá… con Camille.
Mañana por la mañana al amanecer. Si no se presenta, entonces Hyto comenzará
a destruir sistemáticamente todas las casas y a los seres humanos de toda la zona.
Y luego él se fue.
La respiración se interrumpió en mi pecho y el collar alrededor de mi cuello
empezó a palpitar. Extendí mi mano hacia el collar, tratando de darle un tirón
pero eso sólo hizo que latiera lenta y constantemente, no podía respirar. Caí de
rodillas, jadeando en busca de aire, la sala comenzó dar vueltas.
—Muévanse, muévanse y denle espacio —dijo alguien.
—¡Fuera de mi camino!
—Déjenme pasar.
Las palabras se convirtieron en un torbellino mientras luchaba por el
control, luchaba por no perder la conciencia. Las manos me levantaron y no
estaba segura de adónde me llevaban, pero me encontré en un pasillo oscuro,
mirando un largo corredor. Detrás de mí, Ahumado y Trillian me rogaban que
abriera los ojos, pero algo en la oscuridad me hacia señas y sentí que tenía que
continuar hacia adelante, seguir el rastro de las luces parpadeantes que se extendían
delante de mí.

Me tambaleé al borde de un negro y vasto abismo, y luego caí de cabeza


dando vueltas en espiral, como un cisne al zambullirse en la centelleante
oscuridad de la noche.
240
Las chispas flotaban, bailando en la oscuridad, susurrando mi nombre. Se
lanzaron y giraban, dando vueltas en un torbellino de alegría, estremeciéndose a
mi alrededor y me atravesaban mientras me engullían en medio de ellas.
Vamos, vamos… sigue nuestro rastro… síguenos a la arboleda…
Dudé, y luego… al no sentir la sensación de que Hyto estuviera cerca
decidí hacer lo que me pedían. Había llegado al punto en el que tenía que correr
por instinto, porque ciertamente no tenía el control de mi vida. Todo el mundo
estaba tomando un bocado de mí; tal vez si me rendía y hacía lo que querían,
todo estaría bien. Diablos, el maldito collar alrededor de mi cuello era una prueba
de que ya no podía contar con mi vida por mí misma… no hasta que él fuera
eliminado.
Permití que los destellos me arrastraran y me di cuenta que estaba casi
mareada. Finalmente no estaba luchando, estaba dejando que el universo hiciera
lo que haría. A pesar de que eso me causaba miedo, lo que fuera a pasar,
sucedería, y yo sólo podía reaccionar. No había control aquí para luchar contra
eso.
Los destellos me guiaron a través de la oscuridad hasta que pude ver un
anillo de árboles por delante. ¿Estábamos en el exterior? ¿En el interior? Yo no lo
sabía, pero seguí las luces y de repente me encontré al aire libre bajo el cielo
nocturno.
La luna seguía menguando, era una sombra en la noche. Ella volvió la cara
hacia mí y sonrió hacia abajo sobre la nieve, a través de la brisa helada. El manto
blanco resplandeciente se extendía a través de la silueta de un bosque, reflejando
las estrellas brillantes que brillaban por encima. Podía oír el latido de la tierra, el
pulso de la magia que llenaba la zona y un susurro de elementos girando a mi
alrededor en una cacofonía en el viento, tejiendo una danza mientras me acercaba
al centro de este misterioso claro.
Retuve mi aliento, entrecerrando los ojos, curiosa por ver adónde me habían
llevado. Pero entonces mis preguntas fueron contestadas, de los altos árboles
salió un hombre alto como el cielo, alto como un edificio. Se puso a horcajadas
sobre dos pezuñas, su pene y sus enormes pelotas oscilaban como péndulos entre
sus piernas peludas. Su torso, brillaba bajo la luz existente y conducía hasta un
mentón barbudo, alto y noble, y encima de una cabeza con cabellos enrulados
que caían en cascada, dos cuernos en espiral se elevaban en la noche.
—Herne —dije en voz baja, inclinándome sobre una rodilla. Cuando estás en
241
presencia de un dios… te arrodillas.
Su hijo, Tra, bailaba a su alrededor, canalizando una melodía que rebotaba a
través de mi núcleo, golpeando mi sangre como el vino de plata y yo deseaba
seguirlo al bosque. Me eché a reír, sintiéndome inundada por la vista y el sonido
ante el toque aterciopelado de la magia en mi piel.
—Hija mía. —Saliendo desde atrás de uno de los árboles se acercó mi
Señora, vestida con una túnica blanca que apenas cubría sus muslos. Sus pechos
estaban llenos, maduros y pesados bajo su vestido, sus pezones estaban erizados
con la excitación. Herne le ofreció el brazo y ella se deslizó en su abrazo. Me
quedé sin aliento, el olor de su deseo me hacia anhelar unirme a ellos.
—Mi Señora… —¿Qué podía decirle? ¿Qué se supone que debía decir? Me
empapé con avidez de su energía, disfrutando de su presencia. Podría
convertirme en una estatua viviente, quedarme aquí para siempre, enraizándome
profundamente en el bosque y dejar que la hiedra creciera salvaje sobre mí.
—Necesitas de nuestra fuerza, hija. —La Madre Luna se acercó y bajó su
mirada, sus ojos estabas llenos de tristeza—. Hice lo que pude para ayudarte
mientras estabas en las garras del dragón. Él es astuto, viejo y traicionero.
Asentí, tirando de mi collar.
—¿Puedes liberarme de esto?
Ella apretó los labios y sacudió la cabeza.
—Lo haría, pero no puedo. Liberarte de tu esclavitud está tejido en las
manos de tu destino personal y ni siquiera los dioses pueden desafiar a las Brujas
del Destino. Hay una razón por la que todo esto te ha ocurrido, mi querida,
incluso aunque ahora no lo veas. Camina a través del fuego y serás mucho más
fuerte que aquéllos que han tratado de subyugarte.
Asentí y dejé que sus palabras se diseminarán en mí. Nadie, ni los dioses, ni
los héroes poderosos, y ciertamente tampoco los mortales… podían vencer a las
Brujas del Destino. Y las Brujas del Destino trabajaban en el equilibrio de los reinos,
de los mundos.

Eran la ley del universo, trayendo el caos cuando el orden reinaba


demasiado fuerte, haciendo cumplir la ley, cuando reinaba el caos. Acepté el
equilibrio natural de la vida. Sombra y luz, ambos tenían su lugar. Incluso cuando
eso hace daño.
242
—¿Qué puedes hacer por mí, en todo caso? — Hice mi mejor esfuerzo para
no lucir expectante. A diferencia de muchos, yo no esperaba que los dioses me
ayudaran a salir de las situaciones difíciles. Ese no era su trabajo. Pero aceptaría
toda la ayuda que pudieran darme si eso significaba acabar incluso con los
Grandes Malos. Especialmente Hyto.
La Madre Luna se agachó y acarició mi rostro y los verdugones en mi
mejilla desaparecieron. Ella me indicó que me desvistiera y lo hice. Un golpe de
sus manos y, aunque las heridas permanecieron, casi no eran tan dolorosas. Me
palpó suavemente entre las piernas, sus dedos pasaban ondulantes sobre la piel
en carne viva y las heridas que Hyto me había dejado, y su dolor también se
desvaneció y empecé a respirar con más facilidad. Ella entonces me besó en la
frente y un río de plata comenzó a correr a través de mí, inundándome como la
lluvia de verano. Me deleitaba en las aguas curativas de su magia,
sumergiéndome, bañándome en la niebla resplandeciente que hacía espuma a mi
alrededor.
—Hijamía, escúchame. A veces, cuando cedes el control, realmente lo estás
tomando. A veces dejarse ir significa tomar la iniciativa. Y a veces el miedo es el
único control que alguien tiene sobre nosotros. Pase lo que pase, tú eres mi hija y
yo estoy en lo profundo de tu corazón. Tú eres mi sacerdotisa. Arrodillarte en
cuerpo puede ser un gesto superficial… arrodíllate en tu corazón ante aquéllos
que lo merecen. No es necesario que los Hytos de este mundo conozcan la
diferencia… dejemos que sean condenados. —Cuando ella se dio vuelta hacia el
camino, se inclinó y me susurró—: El sexo es mi pasión. Herne es uno de mis
compañeros. Nunca dejes que nadie te quite esa pasión. Ellos pueden abusar de
tu cuerpo, pero no pueden ser dueños de tu alma. Porque yo tengo el primer
reclamo sobre eso. Y no le cedo mis sacerdotisas a nadie.
Me encontré a mí misma, limpia y recargada, de vuelta en el camino,
siguiendo la estela de chispas por el túnel.
Unos momentos más tarde, empecé a perder el conocimiento y cuando abrí
los ojos, estaba en la cama rodeada de mis seres queridos. El collar todavía me
lastimaba, pero sabía —a pesar de que todavía llevaba la marca de Hyto— que él
nunca me poseería de nuevo.

243
Capítulo 20
—Camille, ¿estás bien?
Estaba un poco cansada de esa pregunta.
—Sí, estoy bien. Acabo de tener un ataque de pánico y luego una
experiencia extracorpórea y con toda franqueza, por favor, sólo denme un
descanso. Necesito más comida. Necesito azúcar. Cafeína.
Mientras reflexionaba sobre lo que había pasado, me di cuenta de que el
pánico había desaparecido. Todavía estaba aterrorizada por Hyto, pero ahora el
temor se basaba en la batalla que estábamos enfrentando, no lo que él me había
hecho.
—No hay nada que hacer… Ahumado, tenemos que enfrentarlo. No
podemos dejar que arrase la zona. —Aparté las manos que querían que
permaneciera en la cama y me levanté, el dolor en mi cuerpo era sustancialmente
menor de lo que había sido hacía unos minutos—. Estoy cansada de esconderme.
Estoy cansada de tener miedo. Estoy cansada de sentir que mi vida está fuera de 244
control. Voy a enfrentarlo y voy llevar el cuerno de la Bestia Negra cuando lo
haga. Tu padre no sabe que yo lo poseo. —La capa hecha de la piel de la Bestia
Negra también me protegería. Enderecé mis hombros—. Es hora de terminar
con esto.
Delilah estaba a mi lado.
—Voy a estar allí.
Ahumado frunció el ceño.
—No quiero que mi esposa esté más en peligro de…
—Eres un idiota. ¿Todavía sigues insistiendo con eso? —Le pegué
cariñosamente en el brazo—. Estoy en peligro mientras Hyto esté vivo. Estoy
mucho más en peligro si te matan y sigo viva. Estamos juntos. Somos marido y
mujer.
—Y marido. —Trillian dio un paso adelante.
Morio intentó decir algo y yo lo miré fijamente.
—Tú no, cállate. Tienes todas la razones para quedarte en la cama y te
quedas allí, lo harás.
—Yo puedo ser de utilidad…
—Sí, y serás de utilidad. Voy a estar tan preocupada por ti que no voy a ser
capaz de concentrarme. Quédate aquí, vigila a Maggie y a Iris.
—Oh no, nena. —Iris se abrió paso entre el grupo—. Voy a estar allí con
ustedes. Mis poderes son mucho más fuertes de lo que eran antes de regresar a
las Tierras del Norte. Me has ayudado y protegido mucho. Te debo una Camille.
Les debo mucho a todos ustedes. Voy a estar allí.
Yo levanté la mano ya que todos comenzaron a hablar.
—Lo tengo, lo tengo. Todos para uno y uno para todos. Pero alguien tiene
que quedarse atrás para proteger a Menolly mientras ella está durmiendo, y a
Maggie, Morio y Hanna. Y a Georgio y Estelle. —Los miré a los dos y ambos
sonrieron tímidamente.
—Doncella justa, ¿qué clase de traición podría preocupar tu hermosa
cabeza? —dijo Georgio, haciendo una profunda reverencia—. Yo estaría
encantado de apartar tus preocupaciones.
245
Me acerqué a él silenciosamente.
—San Jorge, mi fornido héroe. No te preocupes por este asunto. Tú te
quedas aquí y ayuda a proteger a aquéllos que deben permanecer atrás y aplacarás
mis preocupaciones. ¿Harás eso por mí?
Sonrió y entonces su cara se iluminó.
—Voy a hacer eso y más por ti. —Le dio un vistazo a Ahumado y sacudió
su cabeza—. Todavía me parece extraño que te unieras al dragón, tú sabes que
debo matarlo, pero hasta ese día, tendremos una tregua entre nosotros si hay un
enemigo en común que está llegando.
Sintiendo mi corazón calentarse, me incliné y besé a Georgio en la cabeza.
—Caballero valiente. Ponte de pie. —En cuanto a los otros, me encogí de
hombros—. Bueno, entonces, Trillian, Vanzir, Roz… mañana ustedes se quedan
aquí. Shade, Delilah, Iris, Ahumado y yo saldremos a encontrarnos con… —
Hice una pausa, mi mirada vaciló sobre Georgio. Era mejor que no supiera que
había otro dragón en la mezcla. Todavía no había descubierto a Shade, lo que era
algo bueno—… a encontrarnos con Hyto.
Ahumado dejó escapar un largo suspiro.
—Quisiera… tengo que hacer un viaje rápido. Permanezcan adentro, todos
ustedes. Volveré tan pronto como pueda. No dejen que Camille salga de su vista.
Les imploro. —Él se puso su sobretodo largo hasta los tobillos y se fue por la
puerta.
—¿Adónde va? —preguntó Vanzir.
—No tengo idea —le dije—. No tengo ni idea.

Para el momento en que Ahumado regresó a casa, Trillian, Morio y yo


éramos los últimos que estábamos levantados. Lo esperamos en la habitación, yo
estaba sentada en la cama con las piernas cruzadas mientras Morio permanecía
sentado e inquieto en su silla de ruedas y Trillian se paseaba por la habitación.
Cuando Ahumado entró por la puerta, dejé escapar un largo suspiro de alivio.
—Tenía miedo de que hubieras ido por tu cuenta a encontrarte con Hyto…
para cazarlo. —Solté las palabras antes de pensar en ello. 246
Ahumado frunció el ceño.
—No, pero eso no significa que la idea no se me ocurriera. Pero no, tenía
otros asuntos que atender. Ven. Deberíamos dormir un poco antes de mañana.
Vamos a necesitar toda nuestra energía.
Me mordí el labio, mirando al suelo.
—Esta puede ser la última noche que tendremos todos juntos. Hyto es
despiadado. —Levanté mi cabeza, miré a cada uno de ellos, agotada—. Estoy
cansada. —Una parte de mí sentía como que debíamos tener sexo… celebrar la
vida, incluso en medio de lo que enfrentábamos, pero la verdad era que estaba
agotada—. Duerman conmigo. Envuélvanme con su amor.
Y entonces, llevaron la cama de Morio junto a la cama con dosel de
Ahumado, y luego Ahumado, Trillian y yo nos metimos entre los pliegues
ondulantes de la colcha y nos apretamos cálidamente el uno contra el otro.
Arrastré mi mano sobre el costado de Trillian para sostener la mano de Morio
mientras dormíamos.
En algún momento antes del amanecer, nos levantamos y nos vestimos. Me
puse mi falda de seda de araña, una túnica a juego, el manto del Unicornio Negro
y unas botas resistentes.
Mientras deslizaba el cuerno en el bolsillo lateral, aliviada de que todavía
tuviera poder en su interior, me preguntaba qué era lo que iba a funcionar contra
un dragón, cuál elemento. Los dragones blancos utilizan la niebla, la nieve y el
hielo, pero también respiraban fuego, ¿el viento o la tierra funcionarían mejor?
Ambos volaban, así que serían hábiles en el aire. Pero la tierra… la tierra, de
hecho, podría causarle algún daño.
El desayuno transcurrió en silencio, con Delilah sirviendo sándwiches de
huevo frito, y Trillian echando humo en silencio. Él quería venir con nosotros,
pero sabía que lo necesitábamos ahí para proteger a los demás.
Iris también se había cambiado de ropa… ella llevaba su túnica de
sacerdotisa y su cabello estaba recogido en trenzas envueltas alrededor de su
cabeza. Llevaba su varita de cristal Aqualine con ella y mientras yo estaba sentada
jugando con mi comida, ella se deslizó a mi lado.
—No te preocupes. Nosotros nos encargaremos de él. —Ella tocó
ligeramente el collar alrededor de mi cuello—. Algo se siente diferente sobre esto. 247
Asentí.
—No puedo aflojarlo por el momento, pero la Madre Luna vino a mí la
noche anterior y parte de su poder se deslizó. Yo no te puedo decir exactamente
por qué, pero me siento más fuerte. Lista para enfrentarme a él. —En mi interior,
estaba hecha un ovillo temblando de miedo, pero traté de sobreponerme al
miedo y dejarlo ir.
Iris alisó mi cabello hacia atrás y lo trenzó.
—No tiene sentido darle ninguna ventaja —dijo—. Creo que estás
aprendiendo una dura lección, una que nunca has sido capaz de aceptar. Estás
aprendiendo que no siempre puedes ser la roca, no siempre se puede ser la que
hace que las cosas mejoren.
—Yo no controlo la situación. ¿Sólo mi reacción ante eso? —Le sonreí,
bebiendo de su sonrisa ganadora y su mirada azul brillante. Iris tenía mucho más
sentido común que la mayoría de la gente que conocía, pero ella no era suave.
Ella era la personificación del amor duro… y tenía el raro don de hacer que la
amaras por regañarte.
—Ah, sí… entonces estás aprendiendo. —Ella retrocedió un paso mirando
mi cabello—. Hecho, listo por el momento. Termina tu bocadillo y nos vamos.
—Gracias —le dije entre dientes, tomando otro bocado. Metí el último
pedazo de sándwich en mi boca y me bebí un gran vaso de leche.
Delilah se sacudió las manos en sus pantalones vaqueros.
—No puedo creer que vamos a luchar contra un dragón. Ahumado, Shade,
sólo espero que ustedes puedan hacerse cargo de él, porque yo estoy maldita si sé
qué hacer.
Shade le hizo un gesto con la barbilla, sonriendo.
—Tú y tus hermanas necesitan tener opiniones más altas de sí mismas.
Ahora vamos. Vamos a terminar con esto para que podamos atender otros
asuntos.
Su actitud casi liberalista me ayudó a calmarme. Ahumado dijo poco,
simplemente me atrajo a su regazo y envolvió un brazo suavemente alrededor de
mi cintura. Me incliné hacia él, frente contra frente y le di un beso suavemente.
—Podemos hacer esto, esposo mío. 248
—Podemos, esposa mía. —Su voz era tranquila, pero sus ojos brillaban con
un rayo y yo sabía que no descansaría hasta que Hyto yaciera en un millón de
pequeñas piezas ensartadas a lo largo del bosque. A veces él me amaba tanto —
todos lo hacían— que me daba miedo. Nunca quise poner en peligro ese amor,
pero yo estaba tan lejos de la perfección que me pregunté si era digna de su
devoción. Justo en ese momento Trillian se inclinó sobre mi otro hombro y me
besó. Me acerqué a Morio para otro beso. Finalmente estábamos listos, y con una
última mirada al túmulo, nos dirigimos al encuentro Hyto.

El camino que conducía a nuestro lugar de reunión designado era sinuoso y


empinado. Ahumado insistió en levantarme sobre cada árbol y piedra —para
ahorrar mi fuerza, dijo él, y Shade ayudó a Iris. Delilah pudo trepar por los
árboles sin ningún problema; ella era lo suficientemente alta y lo suficientemente
fuerte.
—Hiciste que Trillian y Roz se quedaran en casa porque son más
vulnerables ante Hyto, ¿no es verdad?, ¿también Vanzir? —Delilah se acercó a
mí, soplando sus manos. El aire matutino era húmedo y esponjoso, lleno del
sabor de la nieve.
Asentí.
—Sí, pero esa no es la única razón. Realmente necesitamos a alguien para
que cuide a Maggie y a los demás. ¿Qué pasa si Hyto logra pasar más allá de
nosotros? Ahumado dejó algo preparado por si él cae, una advertencia que
sonará en la caverna. Eso les dará el tiempo suficiente para huir.
—No sabía eso —dijo Delilah, de repente sombría—. Esto es real, ¿no es
así? ¿Estamos luchando contra un dragón?
Ninguno de nosotros había estado en el extremo receptor de la furia de un
dragón, excepto Roz cuando una vez me pellizcó el culo delante de Ahumado y
yo, que estuve a merced de Hyto. Odiaba tener que pensar en lo que nos
aguardaba en la tienda cuando la batalla era a muerte.
—Yo tampoco lo sabía, pero él me lo dijo poco antes de salir de la caverna.
También se lo dijo a Trillian, para que supieran que deben irse. Menolly… ella
está lo suficientemente segura, hasta donde sabemos ella se escondió en los
niveles inferiores. Dudo que Hyto se moleste mucho en tratar de encontrarla. 249
Pero los otros…
Al cruzar un claro, una cierva salió de la maleza y se paró cerca de los
arbustos de arándanos entrelazados con los helechos. Ella nos miró fijamente, sin
moverse pero lista para echarse a correr y la miré a los ojos mientras pasábamos.
Ella no podía controlar lo que estábamos haciendo, pero su reacción fue de
cautela y recelo. Levanté una mano lentamente para saludarla mientras
pasábamos.
La nieve se hizo más densa, pesada y húmeda mientras la pendiente del
camino aumentaba. Traté de sintonizar la tierra de aquí, si yo iba a usar la Tierra
Elemental para contrarrestar a Hyto, sería de utilidad si podía conectarme con la
tierra. Tenía que empezar a prestar más atención a mi entorno ahora que formaba
parte de la corte del Aeval, por lo que bien podía hacerlo en este momento.
De repente, me di cuenta de que estaba pensando en el futuro, como si
realmente tuviera uno. La idea de que en realidad podríamos tener una oportunidad
pasó por mi cabeza, y me pregunté de dónde había venido.
A medida que continuamos, comencé a tener la sensación extraña de que
nos seguían. Miré detrás de nosotros pero no pude ver nada. Cuando se lo
mencioné a Ahumado, éste escuchó y luego sacudió la cabeza. El silencio de la
nieve cayendo sobre la nieve acallaba los sonidos y el mundo tenía el mismo
brillo blanco y surrealista que habían tenido las Tierras del Norte.
—Casi no puedo esperar a la primavera —murmuré en voz baja—. He
tenido suficiente nieve para que me dure toda la vida.
—Tú y yo, ambas —dijo Iris que ahora iba a caballo sobre los hombros de
Ahumado—. Estoy soñando con plantar las flores y verduras. Ayer por la noche,
una mariquita me persiguió por el sendero en mis sueños, amenazándome si no
hacía que dejara de nevar.
La súbita ruptura del estado de ánimo me hizo reír. A pesar de que yo
estaba tratando de guardar silencio, mi voz resonó por la ladera detrás de
nosotros y me doblé para acallarme. Me las arreglé para sofocarla rápidamente,
pero me tomó todo lo que tenía para no reír.
Ahumado y Shade no dijeron nada, pero Delilah me dio una mirada de
reojo que indicaba que o bien estaba muy molesta o muy de acuerdo conmigo.
Llegamos a una zona plana en la pendiente, antes de que la colina se inclinara en
serio. Parecía que faltaba otra caminata de media hora antes de llegar al punto de
encuentro. La hilera de árboles seguía siendo densa. Todavía no estábamos ni
siquiera en las verdaderas faldas de las Cascadas, aunque no era tan difícil lograr 250
un vistazo de cerca del Monte Rainier desde el camino. Pero aquí la vegetación
era espesa, la nieve profunda y las cosas se complicaban.
—Por lo menos él no quiere encontrarse con nosotros en la cima de los
glaciares No me apetece un ascenso hasta el Monte Rainier para luchar contra un
dragón. —Cuando las palabras todavía estaban saliendo de mis labios, se oyó un
ruido a la derecha y un rayo de luz salió disparado hacia nosotros. Falló en
darnos a Delilah y a mí, pero atrapó el brazo de Shade. Él gritó y lo esquivó hacia
la derecha mientras el tenedor refulgente desaparecía.
—¡Mierda! ¿Es Hyto? —Me volví, buscando rápidamente cualquier forma
que pudiera indicarnos que él estaba en la zona. Pero el área de donde había
provenido el ataque estaba llena de helechos y arbustos cubiertos de grandes
montones de nieve. Un agujero se había derretido a través del sitio… el hechizo
tuvo que haber venido de allí, pero era bajo la tierra y de alguna manera no creía
que Hyto podía mantenerse oculto es ese pozo. Era demasiado arrogante; querría
que supiéramos que era él.
Shade hizo señas para que permanezcamos en el camino y corrió hacia la
zona, pateando las plantas torcidas.
—Aquí no hay nadie. Pero había y llevaba… algún tipo de sandalia, esa sería
mi suposición.
—¿Sandalias? Hyto no usa sandalias. —Fruncí el ceño—. Lleva unas que
son condenadamente duras y pesadas. Lo sé, mis costillas muestran el daño. —
Ahumado soltó un ladrido bajo y me volví hacia él—. Contrólate, mi amor. Ni
una sola vez mientras yo estuve allí él uso otra cosa que esas malditas botas.
—¿Deberíamos seguir las huellas? —preguntó Delilah.
Shade miró la dirección en la que se habían ido.
—Yo no sé si eso va a depararnos algo bueno. Esa fue una magia poderosa.
Cualquier persona que pueda mandar un rayo fuerte…
—Mi padre no puede. —Ahumado dejó a Iris en el suelo y ella se sacudió la
nieve—. Él puede controlar la niebla, la bruma y la nieve mejor que yo, pero no
puede controlar el rayo. A menos que él estuviera utilizando un pergamino, no
hay manera de que pudiera haber un hechizo como ese.
—Entonces, ¿quién…? —Hice una pausa— …yo sé quién. —Y lo sabía,
tan cierto como que sabía mi nombre—. Asheré. El mono de la nieve… es un
monje granuja de las Tierras del Norte. Confíen en mí, tiene que ser él.
251
—¿Estás segura?
—Tiene sentido para mí. —Respiré hondo y miré a mi alrededor, esperando
verlo en cualquier momento, pero no había nada allí—. Está jugando al gato y al
ratón con nosotros. Ese tuvo que ser él. Mantengan sus ojos abiertos… él
probablemente tratará de desalentarnos antes de que lleguemos siquiera a estar a
la vista de Hyto. Tengo muchas razones para decirlo. A Hyto le gusta torturar a
sus juguetes. Hará cualquier cosa que pueda desmoralizarnos.
—Sin embargo, su ego no permitirá que el mono de la nieve efectúe la
matanza. —Ahumado dejó escapar un largo suspiro—. Mi padre es el epítome de
la arrogancia.
—Sí, lo sé muy bien. —Me mordí el labio inferior—. Cuando él me
golpeaba, me gritaba que yo no era su igual. Él me echa la culpa de que te pusiste
en su contra, y en consecuencia, de conseguir que lo echaran de los Confines del
Dragón.
—Habría sido expulsado finalmente, a pesar de lo que hice o no hice. Mi
madre estaba llegando al final de su paciencia. Cuando no hace mucho tiempo fui
a ayudarla, ella me dijo que ya había decidido rechazarlo ante el Consejo, y que su
comportamiento hacia mí, y hacia ti, fue sólo el golpe final. —Frunciendo el
ceño, negó con la cabeza—. Hyto nunca fue un buen marido, pero ella se casó
con él por una obligación por ley.
Yo nunca había oído que Ahumado hablara tanto sobre su familia. La
mayor parte de lo que sabía de ellos procedía de los conocimientos que Iris tenía
sobre los dragones.
—¿Quieres decir que era un matrimonio de conveniencia?
Agarró a Iris de nuevo y la colocó sobre su hombro, sosteniéndola con
fuerza con su cabello. Sonreí, viendo con cuanto cuidado se aseguraba de que ella
estuviera cómoda. Marchamos de nuevo por la ladera.
—No exactamente. Mi abuelo… Relae, el padre de mi madre, le había
prometido a su amigo Layr, el padre de Hyto, que le otorgaría un matrimonio
entre una de sus hijas y el hijo de Layr. Hyto fue el noveno hijo de un noveno
hijo, pero no había sido capaz de encontrar una esposa. En ese momento, mi
abuelo no sabía que Hyto estaba desequilibrado.
—¿Quieres decir que, aún en su juventud estaba trastornado?
—Creo que sí, sí. Madre dice que las señales estaban allí, pero… ella aceptó
252
la petición de su padre y se casó con alguien por debajo de su clase. Eso no
afectó su estado, por ser una dragón de plata, y ella amaba mucho a su padre y
quiso honrar su petición. Para cuando descubrió que Hyto estaba perturbado,
Madre ya había tenido varios hijos. Decidió esperar, con la esperanza de que las
cosas mejoraran. Negar a un compañero en los Confines del Dragón tiene
consecuencias de largo alcance, si se puede demostrar que se han comportado
mal. Hyto habría sido rechazado.
Otro pensamiento surgió, uno que había estado pensando por un tiempo.
—Ahumado, cuando por primera vez… cuando llegué la primera vez a tu
túmulo, me dijiste que eras el noveno hijo de un noveno hijo. Pero no hace
mucho tiempo, ¿me dijiste que eras el hijo mayor? —Era mejor sacar las cosas a
la luz. Decidí que de aquí en adelante, si sobrevivíamos, me tocaría aprender lo
más que pudiera sobre las familias y las culturas de mis maridos.
Ahumado se estremeció. Una hebra de su cabello salió disparada y golpeó
un árbol a nuestro paso. Retrocedí, recordando los ataques de Hyto.
—Es complicado. Por un lado, las tasas de mortalidad entre los dragoncillos
son extremadamente altas. No muchos viven hasta la edad adulta, esa es la razón
por la cual los dragones tienen tan grandes archivos de familia, pero las familias
en sí son tan pequeñas. Yo era el noveno hijo a eclosionar…
—¿Eclosionar? Tú saliste… ¿saliste de un huevo? —Ahora me quedé
mirándolo, preguntándome acerca de qué más ignoraba por completo. La vida de
Ahumado estaba convirtiéndose en algo extraño para mí mientras los minutos
pasaban.
Él esbozó una pequeña sonrisa.
—¿Qué? Soy un dragón. Si fuéramos a tener un hijo, y yo creo que eso es
posible, sería un nacimiento vivo, porque no eres de la estirpe dragón, pero…
Shade nació de un huevo. Su madre era dragón.
Shade se aclaró la garganta, pero se limitó a asentir. Delilah lo miró
fijamente y luego a mí. Me encogí de hombros. Así que nuestros amantes se
habían deslizado de huevos. Al igual que nosotras; sólo que los huevos se habían
quedado en el interior de nuestra madre y se convirtieron en nosotras.
—De todos modos, había quince huevos en el primer lote de huevos que
mi madre dio a luz. Todos eclosionaron. Nueve niños, seis niñas. Yo era el
noveno hijo. Todos vivimos más allá del primer año, así que estábamos todos 253
contados como los niños reales que figuran en el Salón de los Registros. Poco
después, los más débiles empezaron a morir. De esa primera nidada
sobrevivieron tres hijos y dos hijas.
—¿Así que tú eras el noveno hijo del registro, a pesar de que en ese
momento sólo había dos hermanos mayores que tú?
Él asintió.
—Y una hermana mayor. Los dragones suelen tener de dos a tres puestas de
huevos. Madre tuvo dos. De su segunda nidada, sólo un hijo y dos hijas
sobrevivieron para inscribirse en los registros. Sólo un total de diez hijos y ocho
hijas llegaron a su primer año. De los diez hijos, sólo tres de nosotros llegamos a
la pubertad. El resto murió. Cuatro de las chicas lo lograron. En el momento en
que salí de casa, Hyto había maquinado la muerte de mis dos hermanos mayores.
Mi hermana mayor había muerto al caer de la dreyerie. Así que ahora soy el
mayor. Tengo una hermana de mi nidada que sigue viva, más joven que yo. Los
niños de la segunda nidada también están vivos, pero si Hyto se hubiera quedado
por mucho más tiempo, te garantizo que lo no estarían. Mi hermana de nidada se
casó y se fue, está fuera de su alcance.
Me quedé mirándolo sin poder pronunciar palabra, una miríada de
preguntas corrían por mi mente, pero no estaba segura de cómo expresar
cualquiera de ellas.
Delilah irrumpió a través del torbellino de mis pensamientos.
—¿Por qué tu padre mató a tus hermanos? Pensé que ser el noveno hijo de
un noveno hijo es importante. Seguramente él no podía estar inseguro sobre su
posición.
Ahumado pisoteó un árbol caído y apenas se dio cuenta de ello. Su voz era
áspera cuando dijo:
—Es importante. Tengo más poderes que mis hermanos. Así como Hyto
tiene más poderes que los que estaban en su nidada.
Eso explicaba las cosas un poco más… así que había derechos de
nacimiento involucrados en los poderes de los dragones. Me pregunté si las
chicas tenían una situación equitativa.
—En cuanto a por qué atacó a sus propios hijos, Hyto los vio como una
amenaza para la atención de Madre y su tesoro. Los dragones blancos son
codiciosos. Son arrogantes. —Se detuvo a ayudarme a pasar por sobre otro árbol
254
caído. Al comenzar a subir de nuevo, Ahumado dejó escapar un largo suspiro—.
Tengo esos rasgos, hasta cierto punto. Pero yo honro a mi madre y elegí cultivar
su legado. No todos los dragones blancos son viciosos y malos, mi abuelo no lo
es. Luchó junto a los hombres del norte en las guerras. Pero Hyto, él es el peor
tipo de dragón blanco. Yo elijo no dejar que su herencia me corrompa, aunque
admito que tengo su rapidez de temperamento y su naturaleza impulsiva.
En ese punto, doblamos en un recodo y Ahumado se detuvo. Puso a Iris en
el suelo, diciéndole que se quedara parada junto a Delilah. Estábamos cerca de un
enorme abeto, uno tan alto que apenas podía verse la parte superior del mismo.
La maleza que lo rodeaba era espesa y estaba cubierta de nieve y yo miré
nerviosamente a su alrededor. Ese sería el lugar perfecto para que apareciera el
mono de la nieve.
—¿Tenemos que detenernos aquí? Hay demasiada cobertura y podríamos
estar en peligro. —Delilah debe haber estado leyendo mi mente. Incluso Shade
parecía nervioso.
—Nosotros hemos estado en peligro desde que salimos esta mañana. —
Ahumado dejó escapar un largo suspiro—. Nos vamos a reunir aquí con ayuda.
Cuando salí la noche anterior, fui a pedirle a alguien que nos acompañe. Ella
accedió a reunirse con nosotros esta mañana.
¿Ella? Me pregunté si él había viajado a Talamh Lonrach Oll a pedirle un
favor a Aeval o Titania —yo sabía que él nunca se lo pediría a Morgana. Miré a
mi alrededor, en busca de cualquier señal de las Reinas Fae.
Pero entonces, de detrás del abeto, avanzó un paso una mujer tan alta como
Hyto, pero mucho más señorial. Era pálida, con los ojos del color del metal de las
armas y su cabello fluía hacia su trasero en un conjunto chispeante de mechones
de plata con destellos pálidos de azul hielo. Los zarcillos se movían y retorcían y
me quedé sin aliento.
Vestida con una túnica vaporosa del color de la madrugada, ella avanzó
deslizándose grácil como una bailarina. Su aura brillaba con la magia y lancé un
pequeño grito de asombro.
Ahumado era poderoso. Hyto era fuerte. Pero aquí… aquí estaba la
verdadera nobleza de los Dragonkin. Eso impregnaba cada uno de sus
movimientos, sus ojos, su postura. Y de pronto comprendí por qué los dragones
de plata eran los emperadores de su especie.
255
La mirada de la mujer se encontró con la mía y ella la sostuvo firme. Al
principio, la energía que emanaba de ella era distante, pero después de unos
momentos, un brillo inundó sus ojos, y por alguna razón, tenía la sensación de
que había pasado una prueba.
—Iampaatar, te enseñé mejores modales que estos. Preséntanos. —Su voz
tenía el sonido de las campanas de viento tintineando en una brisa fina.
Ahumado se inclinó y besó su mano. Luego se enderezó y me hizo señas
para que yo avanzara.
—¿Me das permiso para utilizar tu nombre público, mi señora?
—Por supuesto. ¿De qué otra manera quieres que ella me llame? ¿Hey, tú?
—Las comisuras de sus labios se volvieron muy ligeramente hacia arriba y me
miró a los ojos con una sonrisa ligera. Yo sabía adónde estaba conduciendo esto,
pero no había manera de que tomara la delantera. No me correspondía
interrumpir a un dragón.
—Sí, madre. —Luciendo arrepentido de un modo en que sólo lo había visto
al mirar a Iris, Ahumado se aclaró la garganta—. Honorable Señora Vishana, me
complacería si fueras a saludar a mi esposa, Camille te Maria D'Artigo,
sacerdotisa de la Madre Luna. Camille, esta es mi madre, la Señora Vishana. Tu
suegra.
Esperé, preguntándome qué haría ella. ¿Arremetería contra mí como Hyto
lo había hecho? ¿O me ignoraría? Pero al momento siguiente, ella se acercó y
tomó mis manos entre las suyas. A medida que las sostenía ella bajó su vista con
esos ojos de acero y una sonrisa se dibujó en su rostro. Oh, todavía era distante,
pero la sonrisa era genuina, y mientras hablaba, una nota de sinceridad llenó sus
palabras.
—Camille, he estado esperando para conocerte desde que Iampaatar me
habló por primera vez de su matrimonio. Así que, ¿eres la persona que ha robado
el corazón de mi hijo? Bienvenida a la familia. —Y entonces ella se inclinó y me
besó brevemente en la mejilla.

256
Capítulo 21
Cuando se enderezó sin soltarme las manos, lancé un lento suspiro de alivio.
Luego su mirada se posó en mi cuello y ella extendió sus dedos para tocar mi
collar. Yo tragué saliva. ¿Qué demonios iba a pensar de mí, al llevar el símbolo de
Hyto? ¿Le molestaría? ¿Me despreciaría por ser débil?
Pero mientras ella buscaba mi rostro, sentí que me abría ante ella. Todavía
había algo regio en ella pero sólo en su energía, y me incliné más de cerca,
rogando en silencio para que ella entienda que yo no había elegido que Hyto
entre en mi vida.
—Siento mucho que mi ex marido encontrara el modo de llegar a ti. —Ella
leyó mi expresión a fondo, y cuando terminó, se volvió hacia Ahumado y sus
palabras salieron con una pausa—. Debería haberlo negado antes. Esto no habría
ocurrido si yo hubiera prestado atención cuando empecé a notar su
comportamiento. Poco después de que tú y tus hermanos nacieron, yo debería
haberlo expulsado. Pero no estaba segura… pensé que tal vez todavía era joven y
temerario.
257
Ahumado negó con la cabeza.
—Ha traspasado el borde. Hyto está perdido.
Encontrando mi valor, tomé la palabra.
—Él está furioso con Ahumado y conmigo. Tiene la intención de
destruirnos. Me secuestró y me iba a usar como cebo para atraer a Ahumado,
pero con un poco de ayuda, me escapé.
Vishana escuchó y luego se cruzó de brazos.
—Sobrevivir a las perversiones de Hyto requiere un espíritu fuerte.
Tenemos que ser cautelosos. Él es astuto y no dará cuartel. —Miró más allá de
nosotros y señaló hacia Iris, Shade y Delilah—. Presentaciones, mi Iampaatar. Tú
no has sido criado en una sociedad burda. Tú serás cortés.
Mientras trataba de contener la risa, Vishana me dedicó una sonrisa
socarrona.
—Estoy segura de que has encontrado que tienes la tarea de domesticar a
mi hijo. Tengo entendido que también tienes otros dos maridos.
Asentí, sorprendida de que Ahumado le hubiera dado mucha información.
—Sí… en realidad, espero que no…
Con un gesto apresurado, ella me interrumpió.
—Eso está fuera de discusión. En los Confines del Dragón en ocasiones
permitimos el matrimonio plural y tomar un amante es común. Pero estoy
sorprendida por mi hijo. Él siempre fue el más obstinado. —Entonces, después
de un segundo, añadió—: Para él, el compartirte significa que su amor es más
fuerte que la vida. Recuerda Camille que tú estás bendecida. Pero así es él… pero
el que tú vengas con él en esta expedición de caza me dice que tienes un corazón
valiente y la decisión de permanecer con tu marido es honorable.
Tuve la sensación de que honorable era una palabra importante en la casa de
Vishana. Me di vuelta hacia mi hermana y comencé a presentar al resto de ellos,
pero mi suegra levantó la mano.
—¡Ah, ah, ah! Le pedí a mi hijo que haga los honores. Es su tarea, y no voy
a dejar que se convierta en un patán. Eso sí, mantén el control de tu hogar,
Camille. El hecho de que sea un dragón, no es ninguna razón para que mi hijo
pase por encima de todos. ¿Entiendes? Las reglas de la casa son establecidas por 258
la esposa y deben ser obedecidas.
Ahumado largó humo pero no dijo nada mientras yo soltaba una carcajada.
Su madre me había dado permiso para regañar a mi marido.
—Si tú has terminado de hablar de mí, por favor, permíteme presentarte a
mi cuñada, Delilah Maria te Maria D'Artigo. Y esta es la Señora Iris Kuusi,
sacerdotisa de Undutar Y este es el amante de Delilah, Shade. Él es…
—Medio Dragón Sombra. Puedo sentirlo, hijo mío. Y es… medio
Stradolan. —La madre de Ahumado miró a Shade de arriba a abajo y de un lado
al otro—. Fascinante. Nunca he conocido a un dragón sombra mestizo antes.
Los de tu tipo rara vez se aparean fueran de su clase. —No había nada
inherentemente rudo en el comentario, pero de alguna manera se sentía como
que ella nos había dado un pequeña información valiosa allí.
Shade hizo una reverencia.
—Honorable Señora Vishana, estoy encantado de conocerla. Por favor,
acepte mis servicios.
—Tienes una voz suave y modales educados. Enséñale a mi hijo una lección
o dos, si quieres hacerlo. Me temo que vivir solo durante tantos siglos ha hecho
de él un testarudo. Pero es un buen hombre y estoy orgullosa de él. -Vishana
echó un vistazo a la cima de la pendiente—. Bueno, entonces ¿vamos a buscar a
Hyto y acabar con él? No tengo todo el día para perder el tiempo y no estoy de
humor para prolongar esta batalla.
La miré fijamente.
—¿Entonces vienes con nosotros? —Yo no había estado del todo segura de
la razón por la que ella estaba aquí. Lo había estado deseando, pero la esperanza
no siempre es fructífera.
—Oh, sí, querida. Estoy aquí para una pelea y no voy a dejarla mientras
Hyto siga en pie. Ven entonces, Iampaatar, llévanos a la batalla. Camille,
protégete. No voy a perder a una nuera el mismo día que la conozco.
Y así, con Ahumado al frente cargando a Iris, nos dirigimos por la montaña
hacia la cima de la pendiente mientras la nieve caía en silencio a nuestro
alrededor.

Delilah caminaba a mi lado y Shade en la retaguardia. Ella se acercó más. 259


—Nunca he pensado en el hecho de que mi futura suegra también podría
ser un dragón. —Ella parecía pensativa.
Asentí.
—Sin embargo, por lo que Shade dice, es posible que nunca la conozcas.
—¿Qué debemos tener en cuenta con Hyto? —Delilah tocó a Lysanthra, la
daga de plata. No tenía sentido utilizar un viejo cuchillo de hierro contra Hyto.
Los dragones no eran vulnerables al metal. Yo no quería decirle que no
importaba desde qué lado ella lo atacara, él era peligroso, pero ese era
simplemente el hecho.
—Hagas lo que hagas, permanece lejos de su cabello. Lo que significa que
deberás atacar a distancia, lo que tú no haces. —Me mordí el labio, pensando que
tal vez deberíamos haber traído a Rozurial. Él tenía todo tipo de trucos bajo la
manga.
Pero entonces Delilah me sorprendió. Sacó un puñado de bolitas rojas de su
bolsillo. Las reconocí de inmediato
—¡Las bolas de fuego de Roz! ¿Cuándo te dio eso? —Me encantaban los
artefactos de Roz… de hecho, codiciaba algunos de ellos. Pero él nunca me dio
ninguna de sus chucherías, probablemente a causa de mi predilección por hacer
que las cosas hagan ¡bum!
—Esta mañana, antes de irnos. Nadie quería quedarse atrás. —Se mordió el
labio, la punta de uno de sus colmillos perforó su piel. Una gota de sangre brotó
y ella la lamió.
—Lo sé. Pero no podemos concentrarnos en nuestro trabajo si estamos
tratando de proteger a los demás. —Y así era: si todo el mundo venía… entonces
no sólo estaríamos dejando a dos miembros de nuestra familia desprotegidos en
casa, junto con Hanna, Georgio y Estelle… sino que estaríamos tan ocupados
tratando de asegurarnos de que Hyto no los lastimara que todos acabaríamos
muertos.
Ahumado se detuvo y levantó la mano. Estábamos cerca de la cima de la
colina. Hicimos una pausa y luego empezamos a caminar de nuevo. Los bosques
de aquí estaban en silencio y un manto de sombra descendió sobre mí. La tensión
de la selva emergió; era como si algún intruso silencioso hubiera echado raíces. El
elefante en el cuarto del que nadie quería hablar. 260
Mi respiración se tornó en bocanadas mientras ascendíamos los últimos
cincuenta metros del sendero que llevaba a una meseta. Cuando llegué a la cima,
me detuve en seco. Allí, aproximadamente a unos cincuenta metros de distancia
en el claro, se erguían Hyto y Asheré. No estaban solos. Frente a ellos se alzaba
un troll de montaña y varios lobos que lucían hambrientos.
Cuando nos acercamos, Hyto miró a Vishana y su expresión cambió.
—¿Qué estás haciendo aquí? Esta no es su pelea. ¡Fuera de mi vista, ¡sclah!
Miré a Ahumado. Él fruncía el ceño y apenas se contenía.
—Acaba de llamar mi madre el equivalente de perra. —Sus uñas se
convirtieron en garras y empezó a temblar.
Lo agarré por el brazo y negué con la cabeza.
—Tenemos que deshacernos de la chusma primero. La carne de cañón…
nos debilita.
Hyto avanzó contoneándose.
—Hijo mío, ¿qué se siente al saber lo que le hice a tu esposa? Ella estuvo
encantada con cada minuto de eso. Cuando me la estaba tirando… gritó mi
nombre, no el tuyo. Y entonces me suplicó por más.
Me quedé sin aliento.
—Él miente.
—Lo sé —dijo Ahumado, yo había empezado a sacar el cuerno y me
advirtió—. Déjalo para él, después de que nos ocupemos de los demás.
Dándose vuelta hacia el troll y los lobos, Hyto dijo:
—Dejen a la chica de cabello oscuro y a mi hijo para mí. Pueden destruir a
los otros a voluntad.
Los lobos temblaban y me di cuenta de que no eran lobos normales sino
corceles de duendes entrenados para destruir, con brillante ojos rojos y hocicos
gruñones que mostraban unos dientes afilados como cuchillas largas. Delilah dejó
escapar un grito y sentí el comienzo de su cambio. En cuestión de segundos, una
pantera negra estaba parada junto a mí y junto a ella, vi un leopardo fantasmal.
Nuestra hermana Arial había venido a sumarse a la lucha.
261
Ahumado me empujó detrás suyo mientas Iris se ubicaba a su lado, con su
varita en la mano. Tenía una expresión en su rostro que nunca le había visto
antes, de ira mortal. Y yo había visto a Iris cabreada antes, pero esta mirada…
retrocedí un paso.
Shade se adelantó y levantó las manos —no podía decir lo que estaba
haciendo, pero era algún tipo de magia de la muerte que yo podía sentir en mis
huesos.
Y entonces los lobos saltaron hacia adelante y el troll se movió. Empujé el
cuerno de unicornio en el bolsillo —no servía desperdiciar su energía en criaturas
de las que podíamos ocuparnos de otras maneras. Uno de los lobos saltó hacia
Delilah y ella lo trabó con sus patas delanteras tumbándolo en la nieve. El lobo
gruñó, sus dientes largos destellaron peligrosamente cerca de su garganta.
Iris no se hizo esperar, envió una ola de heladas hacia el frente, hacia el
resto de los lobos. A pesar de que ellos estaban habituados al frío, la temperatura
que nos rodeaba de repente cayó unos diez grados y los lobos se tornaron más
lentos.
Shade susurró un hechizo y un velo de humo comenzó a salir de sus dedos
en dirección al troll. Eso atrapó a varios de los lobos a su paso, que aullaron
dolorosamente y retrocedieron gimiendo.
El troll comenzó a avanzar pesadamente, aullando mientras el humo lo
golpeaba. Unas chispas parpadearon contra su piel y de repente reconocí el
hechizo. Era demasiado avanzado para mi magia de la Luna y Morio no tenía ni
idea de cómo usarlo. Se llamaba Chispas de Humo, la nube llevaba al frente un
grupo de chispas dolorosamente calientes para atrapar al enemigo.
Ahumado avanzó hacia el troll y el troll rugió por su vida, pegándole
fuertemente con el canto de la mano. Ahumado giró, su sobretodo voló detrás
suyo mientras lo atacaba con ambas garras y con su cabello, cortando a través del
cuerpo del troll. El troll gritó de nuevo mientras su sangre caía a borbotones en el
suelo, fusionándose con la nieve.
Me volví hacia Vishana, quien no se había movido. Su mirada estaba fija en
Hyto. Pero nada la estaba atacando en este momento. Delilah dejó escapar un
sonoro rugido mientras mordía el cuello del lobo. Desde mi posición, pude ver la
silueta vaga de Arial del otro lado, desgarrando el vientre del lobo desde el reino
astral. 262
Un gruñido bajo me tomó por sorpresa y me volví para encontrar que uno
de los lobos se las había ingeniado para conseguir estar detrás de mí. Se lanzó
sobre mí mientras yo convocaba a la Madre Luna por fuerza.
La criatura me atrapó entre sus patas y me lanzó de espaldas contra el suelo,
desparramándome en la nieve y haciendo que perdiera mi concentración. Sus
mandíbulas se acercaron a mi cara chasqueando, pero antes de que pudiera
morderme, Hyto gritó y el lobo se detuvo, reteniéndome en el lugar. Un segundo
después, el lobo salió volando hacia un costado con un gemido agudo.
Miré hacia arriba para encontrar la mano estirada de Vishana. La tomé y
dejé que me pusiera de pie. Apenas había balbuceado un agradecimiento cuanto
otro lobo se coló por el costado. Ella tendió la mano y de su palma apareció una
lanza de hielo que voló hacia el centro de la frente del lobo, que cayó sin hacer
ruido.
Ahumado gruñó. Había atrapado completamente al troll, dejando largas
vetas sangrientas a lo largo de su vientre. Un instante después, un mechón de su
cabello se elevó para rodear el cuello de la criatura. El troll se agarró de las
hebras, tirando de ellas, pero no era rival para un dragón enojado, incluso en su
forma humana, y la rabia de Ahumado parecía crecer mientras él lo estrangulaba
a muerte.
—¡Te tengo, bastardo! —el grito de Shade me hizo girarme. Él acababa de
atrapar a otro lobo por el costado, su espada cortó con destreza su garganta.
Delilah y Arial habían acabado con el último lobo y se volvió hacia Hyto y
Asheré.
Hyto asintió a su mono de la nieve y el monje rebelde tendió su bastón. Una
ola de niebla pálida comenzó a manar de la punta y me encontré retrocediendo y
sacando el cuerno.
—¡Veneno! Puedo olerlo desde aquí. ¡Gas venenoso! —Levanté el cuerno y
llamé al maestro de los vientos. Maestro de los vientos, atiende a mi llamada. ¡Trae los
vientos para salvarnos, ahora!
Mientras levantaba el cuerno en el aire, se levantó de golpe un vendaval y
corrió a través de mi cuerpo, haciéndome caer de rodillas. Aún así me mantuve
firme, a pesar de que Delilah e Iris fueron cayéndose al suelo. Ellas rodaron de
costado aunque Shade, Vishana y Ahumado lograron mantenerse de pie.
Los vientos aullaban saliendo del cuerno, corriendo furiosos por la cima de 263
la colina hacia Hyto y el monje, llevándose la nube de veneno a su paso,
dispersándola y empujándola hacia atrás. Hyto sólo se reía, pero Asheré parecía
estar en problemas porque el gas se volvió contra él, engulléndolo. Dejó caer el
báculo y se llevó las manos a su garganta. Hyto lo miraba fijamente sin hacer
ningún movimiento para ayudarlo.
Asheré tendió una mano hacia su maestro, pero Hyto sólo dejó escapar un
bufido.
—Debilucho. Eres un necio, nunca pensaste en esta potencial consecuencia
por lo que pagarás el precio. —Pateó al monje que boqueaba apartándolo de su
camino, dándole una patada rápida en el estómago con un solo pie y se dirigió
hacia nosotros, su túnica ondeaba contra la nieve—. El veneno no funciona en
mí, chica. Te aconsejo que apartes a tu hermana y la diminuta elfa y las envíes
lejos. Ahora.
Mi estómago dio un vuelco. Él tenía razón. Ellas no eran rivales para Hyto.
Incluso con Ahumado, Vishana y Shade, Delilah e Iris no estaban equipadas para
enfrentarlo. Me volví hacia ellas.
—Tiene razón. Salgan del camino. Ahora.
—No vamos a dejarlos. —Iris se mantuvo firme con su varita.
—Esta no es una cuestión de lealtad. Es una cuestión de auto-preservación.
Muévanse, ahora. Y si las cosas van mal, corran tan fuerte como puedan y deseen
como nunca que puedan llegar al túmulo antes que Hyto lo haga. —Pálida como
la noche, me di vuelta.
Delilah tomó la mano de Iris. Podía sentir que me observaba pero no me di
vuelta.
—Vamos, Iris. Vamos a ir un poco hacia atrás. Ella tiene razón.
Hyto se detuvo a unos veinte metros de nosotros y hubo un movimiento
repentino cuando comenzó a transformarse. Saliendo de una nube de niebla y
nieve, un dragón blanco, el doble de grande que Ahumado, se irguió ante
nosotros. Se parecía a Ahumado, sólo que su piel era más blanca que opalescente
y sus cuernos eran mucho más largos; las crines de su grupa giraban hacia atrás y
adelante. Se agachó en cuatro patas mirándonos fijamente y dividió el aire con
una violenta risotada.
El terror se apoderó de mí y quedé clavada en el suelo. Había pensado que
Ahumado era enorme cuando estaba en forma de dragón, pero ahora me daba 264
cuenta de que él todavía era joven… no tenía ni de cerca la estatura de su padre.
Mierda, esto no iba a terminar bien. Podía sentirlo en mis huesos. Vishana se
volvió hacia mí.
—Retrocede. Ahora. Danos espacio.
Me di cuenta de que ella y Ahumado se preparaban para cambiar. Shade me
agarró de la mano y se movió para sacarme del camino, pero antes de que pudiera
hacerlo, hubo un crujido en el bosque detrás de nosotros. Oí que Delilah dejaba
escapar un grito prolongado. Iris, también.
Me di vuelta y vi que alguien avanzaba corriendo. Alguien que reconocí.
Oh, no. Por favor, no. Por favor, no dejen que esto suceda.
Allí, en armadura de combate, con la espada en alto, corría Georgio. San
Jorge venía a luchar contra el dragón. Miró a Hyto con los ojos llenos de
asombro y enojo.
—¡Tú no vas a pasar, serpiente! ¡No pasarás! Deja en paz a la encantadora
señora Camille.
—¡No! Shade, ¡ayúdalo! —Empujé a Shade alejándolo de mí y al mismo
tiempo saqué el cuerno de unicornio de mi bolsillo, dirigiéndolo en dirección a
Hyto. Los vientos no habían funcionado, pero él ahora estaba en el suelo.
Hyto estaba mirando a San Jorge con la mirada de un niño que contempla
una paleta helada. Su largo cuello se enrolló y…
¡Señora de la Tierra, acaba con él!
Hubo un rugido mientras el suelo comenzaba a temblar y la nieve caía de las
ramas de los árboles a la tierra produciendo un ruido sordo contra el suelo. Un
rumor sordo inundó el área como el de un terremoto resonando a través del
valle. El suelo se movió en ondas sinuosas, como las olas del océano azotadas
por un viento fuerte.
Debajo de nosotros, en la ladera, podía oír el rugido de una avalancha, y yo
rezaba que nadie más haya estado subiendo por la montaña. Hyto se movía de un
lado a otro, bailando con esa agilidad con la que un dragón podía bailar para
mantener el equilibrio mientras el suelo se balanceaba hacia atrás y hacia adelante.
Shade corrió hacia adelante, agarrando a Georgio antes de que él pudiera
atacar al dragón de sus sueños, y prácticamente voló con él hasta donde Delilah 265
e Iris estaban esperando. Miré hacia atrás, asegurándome de que Georgio estaba a
salvo. Parecía haberse desmayado, lo que probablemente era lo mejor. La última
cosa que necesitábamos era su interferencia.
Me di la vuelta para encontrar que Ahumado y Vishana estaban tomados de
la mano. Entonces la madre asintió al hijo y empezaron a transformarse. Mientras
me apartaba, sabía que no debía estar en el camino de tres dragones furiosos,
ellos se levantaron.
Vishana era tan grande como Hyto —incluso más grande. Pero su piel
brillaba con la plata y sus ojos eran duros y acerados. Ella aplastó varios árboles y
arbustos mientras retrocedía para orientarse.
Ahumado era más pequeño que los dos, por mucho, pero cuando lo miré
desde esta posición, me pareció increíble que alguna vez estuve sentada a
horcajadas sobre su lomo.
Hyto se agazapó y se enrolló, su cuello se movía serpenteando mientras
rodaba la cabeza hacia atrás y luego una granizada llegó rodando, enfriando el
aire y haciendo caer la temperatura aún más. Las bolitas de hielo se extendieron a
lo largo de la zona, atrapando a Ahumado y a su madre y yendo más allá, en
dirección a mí. Antes de que pudiera cubrirme, las balas de hielo urticantes
comenzaron a golpear mi piel y yo apreté los dientes, dándome vuelta para que
golpearan contra mi espalda. El manto de la Bestia Negra absorbió gran parte del
impacto, pero la reverberación era como ser golpeada una y otra vez por balines
de aire comprimido del tamaño de la uña de un pulgar.
Vishana dejó escapar un rugido bajo cuando saltó hacia el cielo, seguida de
Ahumado. Daban vueltas en lo alto y tuve la clara sensación de que estaban
desafiando a Hyto. Él miró mirada en mi dirección y luego se unió a ellos.
Mientras los observaba se dispararon en un círculo.
Y luego vinieron las llamas, el eructo del estómago de Ahumado, quemando
a lo largo del costado de Hyto. Hyto levantó la cabeza y dejó escapar un grito
terrible mientras la explosión ennegrecía su piel. Podía oír la risa de Ahumado
desde donde yo estaba esperando, encogida.
Hyto se dio vuelta, golpeó con su cola a Ahumado y lanzó a mi amor
tambaleándose hacia atrás con la cabeza sobre sus talones por el aire. Lancé un
grito ahogado al verlo caer a través del cielo en picada hacia el suelo. Sin
embargo, poco antes de llegar a las copas de los abetos más altos, se detuvo en
seco y se lanzó disparado de nuevo hacia el par de dragones que giraban.
Vishana embistió hacia adelante, apuntando directamente para Hyto, su 266
cuello se agitaba de un lado a otro. Cuando Hyto giró para enfrentarla, ella pateó
en el aire, girando a su alrededor, de modo que su cola azotó el rostro de él.
Noqueado y empujado hacia atrás, Hyto se fue dando vueltas. Se contuvo y
volvió a tiempo para detenerla antes de ella pudiera arañar su costado con sus
garras. Ella logró agarrar una de sus alas y vi una mancha de color rojo contra el
blanco, unas gotas cayeron como copos de nieve.
Ahumado se unió a la refriega con otro eructo de fuego abrasador del otro
costado de Hyto. Hyto le devolvió el fuego y Ahumado esquivó la primera bola
explosiva de llamas, pero la segunda lo sorprendió y lo atrapó, arrojándolo lejos
de costado.
Al momento siguiente, Vishana se abalanzó sobre el lomo de Hyto, sus
garras se arrastraron hacia abajo y lo atrapó a lo largo de su espalda. Él gritó, su
clamor lanzó otro alud por la ladera de la montaña.
—¡Mierda!
El grito de Delilah me llamó la atención y me di la vuelta. Estaba luchando
contra Asheré, que al parecer se había recuperado lo suficiente como para agarrar
su báculo e ir hasta ellos. Ellos estaban luchando mano a mano y para ser un
monje herido lo estaba haciendo bastante bien. Shade salió de los arbustos, pero
antes de que pudiera llegar a ellos, Delilah levantó a Lysanthra y la llevó silbando
hacia abajo contra el monje renegado. Le atravesó el hombro y la empujó a través
del hueso —escuché que se astillaba desde donde yo estaba.
Asheré gritó, agarrándose su brazo e Iris aprovechó ese momento para
susurrarle algún hechizo. Mientras mirábamos, el monje comenzó a cambiar y
me di cuenta que él se volteaba de adentro hacia afuera, de acuerdo, Iris tenía sus
poderes de vuelta. A medida que su carne se dividía, sus órganos se derramaron
en el suelo. Ella me miró y me sonrió con una mueca y me hizo una seña con el
pulgar hacia arriba. Un modo horrible de decir "choca esos cinco", antes de
colapsar por el agotamiento evidente. Pero sin embargo fue un "choca esos
cinco" porque ya no teníamos que enfrentar a nuestro monje loco.
Me volví a mirar los fuegos artificiales que tenían lugar en el cielo. Hyto
había recibido un par de golpes directos y se zambulló en un banco de nubes.
¿Dónde estaba? ¿Pudieron Ahumado y Vishana haberse deshecho de él? Pero
entonces oí algo detrás de mí, y una sombra cayó sobre mí desde atrás. Con el
ceño fruncido, me volví.
Allí, rodando fuera de las nubes, con las garras hacia fuera, estaba Hyto,
lanzándose sobre mí como un bombardero en picada. 267
—¡Sucio coño de la puta madre! —Primero llegó la ira. ¿Cuándo iba a
dejarme en paz esta criatura de mierda? Pero entonces el miedo se apoderó de la
furia y comencé a moverme penosamente a través de la nieve. Podía escuchar a
Delilah y a Iris gritando, y de soslayo, vi que Shade venía en dirección a mí.
Vishana y Ahumado se habían ido volando en un círculo amplio,
buscándolo, y ahora estaban regresando peinando el espeso manto de nubes en el
que Hyto había desaparecido. Me di cuenta de eso por la forma en la que estaban
dando vueltas.
—¿Vas a alguna parte? —La voz áspera resonó risueña mientras las garras
de Hyto descendían haciendo un barrido para cerrarse alrededor de mi cintura.
Grité de nuevo estridentemente como para atraer la atención de Ahumado, y
luché, empujando las garras que me sostenían muy apretadamente.
Hyto dejó escapar un grito fuerte.
—Esta vez, no te irás. Y esta vez, mi linda perra, vas a morir. Lentamente,
dolorosamente, de a una extremidad a la vez.
A medida que él nos impulsaba lejos de la tierra, dejé de tratar que me
soltara. Estábamos en el aire volando por encima del suelo. Al mirar hacia abajo,
vi que Shade permanecía allí, mirando con impotencia. Acababa de llegar adonde
yo había estado. Delilah e Iris estaban corriendo y Asheré era una mancha de
sangre en el suelo.
Me aferré para salvar mi vida, agarrándome a la pierna de Hyto,
preguntándome qué diablos iba a pasar ahora. Si Ahumado o Vishana nos
atacaban, Hyto podía partirme fácilmente a la mitad. Pero incluso mientras
trataba de encontrar una manera de salir de este lío, me di cuenta de que Shade
había desaparecido. Yo sabía que no podía cambiar a su forma de dragón durante
el día, pero él había desaparecido en las sombras. Tal vez había algo que podía
hacer desde allí para ayudar.
—¿Estás lista para mí, chica? Ya te he dicho que me perteneces. Ese collar
alrededor de tu cuello lo demuestra. Y ahora eres mi medio para un fin. Conozco
a mi hijo. Y conozco a mi esposa. —La voz de Hyto retumbó en mí y
ascendimos en espiral hacia el cielo, mientras la nieve comenzaba a caer en serio.

268
Capítulo 22
Hyto continuó sujetándome mientras navegábamos por el cielo. Podía oír a
Delilah y a Shade gritando más abajo, desde el suelo, y bajé la mirada para verlos
contemplándonos horrorizados. El suelo se alejaba a una velocidad vertiginosa y
mi miedo a las alturas comenzó a manifestarse. Todo estaba girando y lo único
entre una muerte en caída libre y yo era alguien a quien odiaba con mi alma.
Encantador.
Cuando intenté pensar en lo que podía hacer desde mi posición, oí otro
alarido resonando desde nuestra izquierda. Hice lo que pude para mirar alrededor
y vi que Ahumado nos estaba mirando directamente. Él sabía que Hyto me tenía
sujeta. Vishana llegó haciendo círculos, sus grandes alas guiaban su posición,
incluso cuando su largo cuerpo parecido a una serpiente se enrollaba para darse
un empujón en el aire.
Hyto planeó, sus alas batían suavemente el aire.
—¿Qué vas hacer ahora? ¿Vas a golpearme con tu fuego? ¿A lanzarme 269
girando hacia el suelo? Ella estará muerta antes de que me toques.
—¿Qué quieres? —resonó la voz de Ahumado a través de la expansión.
Hyto rió, luego dijo:
—Tu vida, hijo mío. Tu vida. Si eliges seguirme, reúnete conmigo en la
Cúspide. —Y entonces, el mundo comenzó a girar, y todo desapareció en una
nube de humo y vapor.

Estábamos en un reino diferente, pero no era el astral, por lo que podía


decir. Y no era la guarida privada de Hyto. Él aún estaba en forma de dragón,
pero mientras planeábamos por sobre un bosque alto hacia una saliente neblinosa
en la cara del acantilado, vi la boca de una caverna. Genial, más cuevas. Era
ligeramente claustrofóbica y con todas las cuevas y túmulos de últimamente, todo
lo que quería era pasar una semana bajo el cielo abierto.
Hyto se cernió sobre la saliente y me soltó a casi un metro y medio del
suelo. Caí en el estrecho afloramiento y me contorsioné para recuperar mi
equilibrio. Mientras él se estaba transformando, miré rápidamente alrededor
buscando un lugar para correr, pero no había ninguno. A diferencia de su otra
guarida, este lugar no tenía un camino que llevara hacia abajo. La cara del
acantilado era recta y de granito por debajo de la nieve. Nunca podría bajar por el
frente de roca. Decidí arriesgarme a lo desconocido y corrí al interior de la cueva
antes de que él pudiera poner sus manos sobre mí otra vez.
—¿Camille? ¿Adónde coño te fuiste, chica? ¡Trae de vuelta tu culo aquí o te
garantizo que me suplicarás por misericordia cuando te encuentre! —Su voz
sonaba severa y estaba jadeando. Debió haber sido herido por los ataques
mientras estaba en su forma de dragón.
Miré alrededor, preguntándome dónde demonios podía esconderme. No
podía ver —llegar a la oscuridad después de la luz cegadora de la nieve que cubría
la montaña tenía el mismo efecto que si alguien hubiera disparado el flash de una
cámara en mis ojos. Avancé tropezando, levantando mis manos para sentir las
paredes. Después de un momento, hice contacto y pegué mi cuerpo contra la
roca, rezando para que él no me viera hasta que hubiera encontrado un lugar para
esconderme.
—Te dije que vuelvas aquí, maldición. —Y ahí estaba él, parado a no más
de tres metros de distancia. Podía ver el brillo de su piel. 270
Maldición, ¿qué iba hacer ahora?
Él giró en derredor y luego se detuvo, mirando en mi dirección. Una risa
baja y gutural me dijo que el cuento estaba acabado.
—Bueno, bueno. Ahí estás. —Él comenzó acercarse a mí y retrocedí,
buscando en mi capa el cuerno del unicornio. Aún tenía algo de energía en su
interior, probablemente la suficiente para una gran explosión. Si tenía que
hacerlo, podía desmoronar la cueva sobre ambos, y estaba considerando hacer
justo eso. La idea de quedar enterrada bajo toneladas de escombros no era tan
atrayente, pero el pensar que Hyto pusiera sus manos sobre mí otra vez era
inclusive menos atractivo.
—¡Déjala en paz! —La voz de Ahumado llegó desde el frente de la caverna
y entonces pude verlo, mis ojos se estaban adaptando—. Me quieres a mí. Me
tienes. Déjala ir y yo me quedaré.
—¡No! —le grité, dándome cuenta que él estaba listo para transformarse—.
¡No te atrevas! Me matará después de matarte a ti. O ambos o ninguno.
Hyto soltó un resoplido agudo.
—Ella es inteligente para alguien de su raza. Le concedo eso. También es
dulce. Su carne será tierna y delicada… o quizás la conservaré para que sea mi
juguete durante un tiempo. Es muy divertida cuando está dolorida. —Y entonces
atacó. Una lanza serrada de hielo comenzó a extenderse desde sus palmas,
apuntando directamente a mi marido.
Grité y lancé el cuerno al aire. Quizás ninguno de nosotros saliera de esto
vivo, pero Hyto moriría.
—¡Señora de la Tierra, escúchame!
La caverna se sacudió violentamente y el hechizo que Hyto había lanzado
erró su objetivo por unos dos centímetros, pero fue suficiente para darle a
Ahumado el tiempo de esquivarlo. Hyto soltó una retahíla de maldiciones en lo
que sólo podía imaginar era lengua dragón. Me agarré de la pared cuando la
caverna comenzó a retumbar. Hubo un rugido detrás de mí y grité otra vez
cuando las rocas y los escombros comenzaron a caer.
—¡Camille! —me gritó Ahumado e intenté abrirme paso rodeando a Hyto,
pero él condenado dragón me agarró con su cabello y me arrastró hacia él.
—Si decides jugar en serio, entonces acepta las consecuencias, chica. —Él 271
enroscó su cabello fuertemente a mi alrededor y grité cuando me apretó hasta
que apenas pude respirar.
La sacudida continuó y continuó, y el techo comenzó a desplomarse, las
estalactitas se desmoronaban en el suelo desde donde habían colgado durante
miles de años. Una nube de polvo comenzó a levantarse y empecé a toser. Podía
oír a Ahumado gritando mi nombre y la horrible risa de Hyto cuando el mundo
comenzó a girar.
El rugido se convirtió en un trueno y el trueno en una cascada de sonido y
movimiento. Cerré mis ojos tratando de protegerlos de los escombros, y sujeté
con fuerza el cuerno del unicornio. Sólo quería que todo se detuviera. A pesar de
las consecuencias, quería que todo se terminara. Estaba cansada de luchar contra
Hyto, de tener miedo cada vez que me daba vuelta. Estaba cansada del dolor y las
amenazas, y el saber cuán preparado estaba él para cumplir cada una de sus feas
promesas.
—Suficiente —susurré—. Madre Luna, suficiente. Si quieres que vaya a casa
contigo, tómame ahora. Pero por favor, perdona a Ahumado y a su madre. Y
envía a Hyto a las profundidades del abismo.
Hubo otro rugido agudo y entonces el polvo de repente comenzó a
aclararse y me sentí caer al suelo. Abrí mis ojos y vi que Hyto estaba gritando...no
podía oírlo a través de la cacofonía de las rocas que caían, pero los largos rizos de
su pelo que me habían sujetado estaban en el suelo, cortados cerca de su cabeza.
Cuando miré, unas gotitas de sangre comenzaron a fluir de varias puntas. A su
lado estaba Vishana de pie, de sus uñas largas como garras goteaba sangre.
Susurré al cuerno:
—Tranquilízala, por favor… tranquiliza la tierra. —Y el temblor aminoró
hasta detenerse. Mientras me ponía de pie, amoratada y cubierta de cortes por
los escombros que habían volado, Ahumado apartaba otro montón de
escombros. Corrió hacia mí y me tomó entre sus brazos, pero me aparté de él.
—Aún no hemos terminado —dije, asintiendo hacia Hyto.
Vishana giró hacia el dragón blanco que estaba luchando por ponerse de
pie. Ella levantó un delicado brazo y lo golpeó tan fuerte que le dejó un largo
corte en su cara. Él soltó una maldición pero volvió a caerse contra las rocas.
Una larga estalactita que había estaba apuntando delicadamente contra un
montón de escombros se movió y cayó a través de sus piernas. Él estaba
atrapado por una tonelada de rocas y no había sitio para que se transformara en 272
su dragón.
Ahumado avanzó, pero su madre levantó una mano.
—La vida de tu padre está condenada. Pero ya que estoy aquí, tengo la
última palabra. Eso deberá ser realizado en los Confines del Dragón. Lleva a tu
esposa y yo tomaré a Hyto. Nos encontraremos en la cámara del Consejo.
Camille tiene el primer derecho de castigo.
¿Primer derecho de castigo? ¿Qué significaba eso? Estaba por preguntarlo
cuando Ahumado se limitó a inclinar su cabeza.
—Como desees, mi Señora. —Él me levantó tiernamente en sus brazos
mientras Vishana agarraba el brazo de Hyto y, con el dragón herido en su mano,
desapareció.
Envolví mis brazos en torno a su cuello.
—No lo comprendo… ¿qué está pasando? ¿Adónde vamos?
—Vas a conocer a mi gente, amor mío. Vamos a casa. A los Confines del
Dragón. —Y entonces, antes de que pudiera decir una palabra, el mundo
comenzó a girar, y giramos una y otra vez a través de los mares Ionyc, conmigo
en los brazos de mi amado Ahumado.

El vestíbulo era más largo de lo que podría haber imaginado. Imaginen un


anfiteatro lo bastante largo para alojar hilera tras hilera de dragones en su forma
natural. Añadan a eso un pabellón central desde donde Ahumado me dijo que
presidían el Señor Alado y el Consejo. Las cornisas para los dragones estaban
fabricadas de una piedra que me recordaba al mármol. Una pared entera estaba
abierta al cielo y me di cuenta de que los dragones entraban volando por allí y
aterrizaban en la espaciosa cubierta que se extendía por toda la parte delantera del
pabellón. Los cielos aquí eran azul pálido con unas nubes voluminosas que
ondulaban a través del cielo. La temperatura era fría, pero no tan fría como en las
Tierras del Norte, y me pregunté a qué reino pertenecían los Confines del
Dragón.
Cuando aparecimos en el centro de la sala, hubo un ajetreo y una gran
cantidad de dragones —algunos en sus formas humanas, otros en su forma
natural— se detuvieron para mirarnos.
273
Vishana entró en la sala.
—Tu padre tiene las alas atadas por el momento. Pero he hablado con el
Señor Alado y él ya lo ha decidido: Hyto debe morir. La pregunta es, quién
obtiene el primer derecho de castigo. Nos reuniremos en dos horas. Tienen
tiempo para descansar y relajarse. Camille, me imagino que te gustaría bañarte, el
polvo en las cavernas era espeso y tu gente no tiene nuestras habilidades
naturales.
La miré, dándome cuenta de que ella estaba tan limpia como un silbido. Al
igual que Ahumado.
—¿Qué pasa con los dragones? ¿Cómo hacen eso?
Vishana se rió.
—Iampaatar me dijo que tú y tus hermanas continuamente lo fastidian
acerca de sus secretos. Me temo que esto no lo encontrarás en una botella de
detergente o en polvo para lavar. Ahora, Iampaatar, lleva a tu esposa a mis
cámaras. Le ordené a mis sirvientas que la esperaran por cualquier cosa que
necesite.
—Perdóname, pero el collar… —Dejé la pregunta sin terminar, solamente
acaricié el yugo que aún llevaba alrededor de mi cuello.
—Eso será quitado muy pronto. Después de que hoy todo termine, nunca
tendrás que temer el llevarlo otra vez. —Y entonces, con un gracioso
asentimiento de cabeza, Vishana nos dejó, deslizándose para hablar con un grupo
de otros dragones, que supuse eran plateados. Tenían el mismo color y se sentían
igual que ella.
Ahumado insistió en llevarme y no protesté. Después de los últimos días,
ser mimada era una bendición. Me abracé a su cuello y lo cubrí con besos
mientras salíamos de la cámara del Consejo.
Los Confines del Dragón eran enormes —y muy convenientes para los
habitantes del tamaño de un dragón. Cuando entramos en el complejo principal,
me di cuenta que la mayoría de los dragones estaban caminando en forma
humana por los pasillos, pero las cámaras en sí mismas eran lo bastante grandes
como para cambiar de forma.
Ahumado me llevó por un pasillo de mármol y cuando miré las paredes, me
di cuenta que, a pesar de que la cámara estaba tan decorada, estaba lejos de ser
pretenciosa. Los grabados en las paredes eran tenues, tono sobre tono, pero 274
cuando miré más cerca, demostraron ser meticulosos y comencé a tener la
impresión de que eran historias animadas —una historia ilustrada de la raza
Dragón.
La luz en las cámaras provenía de las ventanas abiertas a lo largo de las
paredes...unas enormes aberturas que daban al cielo. No podía saber a qué altura
estábamos. Sentí un pequeño mareo, pero si era por la altitud o por saber que
Hyto estaba encerrado, no lo sabía.
—Espero que Delilah no esté demasiado preocupada —dije, dándome
cuenta de repente que mi hermana no tenía indicios de lo que me había ocurrido.
Por menos había visto que yo había sido llevada lejos por Hyto, y que Ahumado
y Vishana habían desaparecido junto con nosotros—. Desearía poder hacerles
saber que estoy viva.
—Lo sabrán muy pronto. Sé que es duro mi amor, pero aún no podemos
irnos. Debemos terminar los asuntos con Hyto. —Ahumado enterró su rostro en
mi cabello y besó gentilmente mi mejilla—. Estoy muy orgulloso de ti, Camille.
Has sido valiente y has mantenido la cabeza más tranquila que yo.
Sin decir nada, apreté mi abrazo alrededor de su cuello, disfrutando de la
sensación de sus brazos, de su presencia. Llegamos a una curva hacia a la
izquierda y Ahumado abrió la puerta de tres metros que daba al interior de la
cámara. Cuando me llevó a través del umbral, solté un pequeño jadeo.
Ahumado me dejó en el suelo.
—Bienvenida a la casa familiar en los Confines del Dragón. También es tu
casa… te conté al volver de mi último viaje que el Consejo puso el sello de
aprobación a nuestro matrimonio. Eres bienvenida aquí, tanto como cualquier
dragón.
La sala chisporroteó. Franjas voluminosas de tela azul y plateada caían a
través de las paredes, chisporroteando con hilos metalizados. El mismo blasón
que recordaba haber visto en un escudo en el dormitorio de Ahumado, adornaba
la pared —una enorme escultura en bajorrelieve engarzada en lapislázuli y plata.
Un dragón, mirando por sobre su hombro, estaba grabado en la parte delantera
con nueve estrellas de plata saliendo disparadas de su boca hacia el cielo.
Extendido sobre el dragón, relucían dos floretes plateados con las hojas
cruzadas, montados en plata. Debajo del dragón, nueve copos de nieve plateados
caían del cielo. Los bordes del escudo eran plateados, con dos líneas verticales
anudadas entre sí a la izquierda del dragón.
275
Caminé lentamente hacia el escudo.
—Dime. Éste es como el que está en tu túmulo. Dijiste que pertenecía a tu
padre y a tu abuelo… ¿es éste, entonces, el símbolo de Hyto?
Ahumado asintió.
—Sí, es mi escudo paterno. Pero lo considero como si fuera más el de mi
abuelo que de Hyto. Hyto no se lo merece, llevó el escudo por obligación más
que por honor. Allí, en la otra pared, está el escudo de mi madre.
En la pared opuesta, el escudo estaba montado en plata y ónice. En el
centro, un dragón enrollado, grabado en el ónix. A la izquierda, chisporroteaban
cinco estrellas plateadas. A la derecha, cuatro estrellas parecidas a los diamantes.
Jadeé por el tamaño de los diamantes, eran tan grandes como mi puño. Por
encima, nueve líneas de plata se arqueaban sobre el dragón. Por debajo, algo
había sido escrito en plata, pero no podía leerlo. Instintivamente, deduje que ese
escudo sobrepasaba al otro en importancia —de muchas, muchas maneras.
—¿Qué dice esto? —pregunté, arrodillándome para ver la escritura.
Ahumado se arrodilló a mi lado e hizo una señal de reverencia hacia el
escudo. Su voz era baja.
—Dice: sueños en acción, vida en la muerte, tomar honor de corazón, traer honor al
aliento. Eso significa... que la familia de mi madre es la más antigua en los
Confines del Dragón. Soy realmente un Señor entre mi gente. Somos vistos
como modelos a seguir. Mi madre es grandemente honorable, esa es la razón por
la que se casó con Hyto en primer lugar. Su padre lo había prometido... ella no
pudo romper su promesa.
Asentí.
—Creo que me gusta tu madre.
Él sonrió, entonces.
—Ella es una dragón alucinante, una mujer que valora la verdad sobre el
tesoro. Hace lo que necesita hacerse y no se encoge ante el deber. Vamos, debes
bañarte y prepararte para el Consejo.
Un temblor de miedo me atravesó.
—¿Qué debería esperar? ¿En qué me estoy metiendo?
Ahumado hizo una pausa, luego sacudió su cabeza.
276
—Estarás bien. No puedo prepararte porque se espera que vayas al Consejo
como quien realmente eres. Si te instruyo y actúas de acuerdo a lo que te diga, los
ancianos lo sabrán.
Oh sí, eso me hacía sentir mejor. Le di una palmada.
—Bien, entonces dame jabón y agua y, ¿puedes encontrar algo que me
quede bien, ropas limpias?
Ahumado me llevó hasta una cámara de baño con una enorme bañera de
mármol que estaba llena de agua vaporosa y burbujeante. Me desnudé y él me
devoró con los ojos mientras yo me arrastraba dentro del Jacuzzi dragón,
disfrutando de los remolinos de espuma que inmediatamente comenzaron a
aliviar mis músculos. Me apoyé contra el mármol, casi quedándome dormida,
dejando que la tensión abandonara mi cuerpo. Después de un momento, noté
que Ahumado se había quitado la ropa y que estaba deslizándose dentro de la
bañera conmigo con una mirada lujuriosa en su rostro.
Su cuerpo largo y musculoso era magnífico y no pude evitar recorrer mi
mirada por sobre el metro noventa y cinco de trago de agua helada. Su cabello
enrollado y rizado era una clara señal de que él estaba listo para la hora del recreo
y una mirada a su pene me dijo lo mismo. Estaba de pie y expectante, hinchado y
rígido. Un deseo creciente irrumpió a través de mi cansancio.
—Oh, ¿crees que vas a conseguir algo? —No pude evitar reír. Mis heridas
ya no me dolían mucho, gracias a la Madre Luna y el saber que teníamos a Hyto
cautivo y preparándose para enfrentar el juicio me hacía sentir incluso más
mareada. Me incliné hacia delante, cruzando mis brazos sobre mis pechos—.
¿Qué te hace pensar que puedes arrastrarte a mi baño sin pedirlo, señor?
—Porque, eres mi compañera elegida, y mi esposa, y te conozco demasiado
bien, tienes esa mirada en tu cara que dice que estás hambrienta de sexo.
Lamento que los otros no estén aquí. Bueno, no, para ser honestos, pero sé que
te gustaría jugar con todos. Esta vez, yo tendré que serte suficiente. —Pero sus
ojos estaban lanzando destellos y supe que se estaba burlando.
—¿Eso crees? .¿Y si digo que tengo dolor de cabeza? —Pero ante la visión
de su cara de cachorro y ojos suplicantes, cedí. La verdad era que, todos ellos
eran suficientes para mí, en cualquier momento. Pero para continuar, necesitaba a
mis tres maridos. Los amaba a todos, y mi amor por ellos seguía creciendo
mientras estábamos juntos. No podía imaginar cualquier otra combinación que
me diera esta felicidad. 277
Lo atraje hacia mí y él se arrodilló entre mis piernas en la espaciosa bañera
cuando me eché hacia atrás contra el cálido mármol. Presionó sus labios contra
los míos mientras su lengua entraba en mi boca, jugando contra la mía. Nos
besamos durante un largo rato, él tumbado encima de mí y mis pechos
presionados contra su pecho.
Y entonces lo aparté, sólo un poco, con mis manos en sus hombros.
—Primero necesitamos hablar. Realmente necesitamos hablar.
Él pareció un poco dolido y su expresión me hirió.
—¿Hice algo mal?¿Aún no estás lista? Sé que el ataque de Hyto… —Su voz
se apagó y acarició mi cara—. ¿Quieres esperar hasta que no esté el collar?
—No, no, mi amor. No eres tú y te deseo. Pero necesitamos discutir un par
de cosas primero. Quiero que no haya secretos entre nosotros. —Me deslicé
hasta quedarme sentada y tomé sus manos entre las mías cuando él se sentó con
las piernas cruzadas delante de mí.
—Está bien. ¿Entonces qué es?
Cuando miré sus ojos, no pude evitar sonreír.
—Te amo mucho. Te amo… y a Trillian y a Morio. Son mi compañeros
elegidos, como tú dirías. Soy una mejor mujer por la influencia de ustedes sobre
mí. Por favor, a pesar de eso, quiero que sepas que en lo que ocurrió con
Vanzir… no hubo elección. No fue culpa suya. No fue mía. No lo culpes, él
estaba intentando protegerme y la energía nos estalló en la cara. No quiero que
estés enfadado con él. Nunca le hubiera dejado tocarme así si hubiera habido otra
opción.
Ahumado llevó mi mano hasta sus labios, besando mis dedos.
—Me he dado cuenta de eso, ahora. Al principio quería matarlo… pero
entonces desapareciste y Trillian y Morio me convencieron de que yo fui un
estúpido. Querían que Vanzir nos ayudara a encontrarte. Y lo hizo. No le haré
daño, mi amor. Incluso seré bueno con el demonio. Pero no pienses mal de mí.
—Nunca podría pensar mal de ti. No eres tu padre, Ahumado. Eres un
buen hombre, un gran dragón. —Acaricié su cara, sintiendo la suave piel bajo
mis dedos—. ¿Nunca te has afeitado?
Él sacudió su cabeza.
—Raramente tengo más que una sombra. Los dragones verdes tienden a 278
tener vello facial, pero los plateados y los blancos, raramente. ¿Hay algo más en
tu mente?
Asentí.
—Sí, amor. Tu padre y lo que me hizo. Ahumado, va a llevarme mucho
tiempo arrancar los recuerdos, pero la Madre Luna me ayudará a comprender mis
reacciones en algún punto, y sé que superaré sus ataques, eventualmente. Lo que
más me humilló fue arrastrarme a sus pies, nunca me inclinaré a los pies de
ningún otro hombre de nuevo, a menos que sea un Rey o un Soberano de un
lugar donde las costumbres lo dicten. Y cuando él me golpeó…
Me detuve. Pero él me leyó como si fuera tinta en la página.
—Yo nunca te tocaré de esa forma. Nunca pondré manos en ti, no te
lastimaré Camille. Lo siento… ojala pudiera borrar lo que él te hizo, pero al
menos puedo ayudarte a sanar las cicatrices.
Su voz entrecortada rompió mi corazón. No era la única que estaba herida.
Hyto había hecho todo lo que pudo para destruirme a mí y a su hijo. Había
hecho que Ahumado se sintiera indefenso, que se sintiera como si no pudiera
proteger a su familia. Había desgarrado a Ahumado en todos los sentidos.
Tendríamos que curarnos mutuamente nuestras heridas.
—Mi amor, bésame. —Entonces lo empujé, ansiando su toque. Él dudó,
pero presioné mis labios contra los suyos.
Y entonces su peso estuvo contra el mío y nos reclinamos en la bañera, él
se estiró contra mi cuerpo. El humor cambió... nos necesitábamos el uno al otro,
reconectarnos con hambre y desesperación.
—Camille… —Él cubrió mi cara de besos, su cabello cayó suavemente en
el agua para sostenerme. Envolví mis piernas alrededor de su cintura, sin querer
perder el tiempo, queriendo que me reclamara, que dejara su marca en mí como
si fuera suya, no de Hyto. Mis pezones estaban tensos, rígidos contra su pecho, y
él nos levantó a ambos sacándonos de la bañera.
Mis piernas aún estaban alrededor de su cintura, me llevó a una cámara
fuera del baño, ambos goteando y mojados. Allí, nos esperaba una cama con
mantas azules. Apenas miré la habitación, pero en la mesilla de noche, vi una foto
mía en un marco de plata, y en la otra mesilla capté la imagen de una foto mía
con mis tres amores en el día que nos casamos con Trillian. Nuestra foto de
boda. 279
—Ahumado, no me dejes nunca —susurré en su cuello, cuando llegamos a
la cama.
—Eres mía. Mía para siempre. —Él se tumbó en la cama, extendiéndome
por encima suyo—. Móntame, mi amor. Toma el control, debe ser a tu propio
ritmo. —Y entonces, su cabello gentilmente, siempre muy suave, me levantó por
la cintura y me bajó a horcajadas sobre sus caderas.
—Sujeta mis brazos —susurré, y dos mechones más se levantaron para
sujetar mis muñecas, estirándolos y abriéndolos tanto que mi espalda me dolió.
Me sujetó firmemente, pero por mi propia voluntad, podía sentirlo expectante
debajo de mí, presionando contra mí, haciéndome humedecer tanto que apenas
podía resistirlo.
Me levanté y encontré su pene ansioso y luego, con un grito lascivo, me
deslicé por él, la fricción me enloqueció mientras él me embestía. Estaba
resbaladiza y él era tan deliciosamente grueso y ancho que solté un pequeño
chillido, retorciéndome contra él cuando su calor comenzó a latir a través de mi
cuerpo. Gemí y mi cabeza cayó hacia atrás cuando comenzamos a movernos,
sincronizando los ritmos.
Su cabello acariciaba mi espalda, mis costados, mi cara, mientras estiraba
una mano y acunaba uno de mis pechos, apretando el pezón. Su otra mano,
rodeó mi cuerpo y toqueteó mi culo, abriéndose paso lentamente con su dedo
índice. Una llama de calor blanca se disparó a través de mi cuerpo y solté un
gruñido bajo mientras lo montaba, balanceándome contra sus caderas,
sintiéndolo moverse dentro de mí una y otra vez.
Estábamos volando. Abrí mis ojos para ver las nubes formándose fuera de
la ventana mientras nos balanceábamos. Y todo el dolor, todo el enojo y todo el
miedo se alejaron cuando nos disparamos. Cuando alcanzamos el cenit, comenzó
a nevar.
—Ahumado, ámame. —Y entonces exploté en lágrimas y me vine fuerte y
rápido, con todo mi cuerpo atrapado en un descomunal orgasmo liberador.

280
Capítulo 23
Para el momento en que terminé de bañarme, esta vez sin interrupciones a
excepción de Ahumado que me lavó la espalda, él me había encontrado un
vestido largo plateado para que vistiera. Era de su madre y se arrastraba por el
suelo, pero su doncella intentó arreglarlo lo suficiente como para que luciera
medianamente presentable. Yo también tenía más busto que Vishana, y al
mirarme en el espejo, no pude evitar sentir que me veía como una diosa lujuriosa
del amor con una toga improvisada.
—¡No puedo usar esto! ¿Qué pasa si Labios Calientes está en el Consejo?
—Me volví hacia Ahumado, frunciendo el ceño. Labios Calientes había sido su
prometida de un matrimonio concertado hasta que él se las había arreglado para
sobornarla.
Él sonrió.
—¿Su opinión es realmente de alguna importancia para ti? No lo es para mí.
Pero como tú desees. —Hizo una seña a la doncella; que yo sospechaba, por el
color de sus ojos, que era una dragón verde—. Encuentra algo que verdaderamente
281
sea de su talla, por favor.
—Sí, Señor. —La doncella desapareció de la habitación.
—Ella no habla mucho, ¿verdad? —La mujer apenas había dicho una
palabra desde que había entrado y nos había encontrado en nuestro segundo
baño del día.
Sus ojos habían brillado con una sonrisa, pero no había dicho nada que no
fuera hacer una reverencia y saludarme cuando Ahumado me presentó.
—Ella es una sirviente con contrato a término. Hace mucho tiempo, su
padre acosó a mi madre. El Consejo condenó a su familia a servir a mi madre
hasta el día en que ella muera. Madre eligió entrenar a un grupo de sirvientes, de
entre los hijos e hijas y dejarlo en eso. Ella podría tener a toda la condenada
familia a su entera disposición, pero no abusa de sus privilegios.
—La vida en los Confines del Dragón no es fácil, ¿verdad?
—No. —Ahumado ya estaba vestido de nuevo para el momento en que la
doncella, yo nunca supe su nombre, tal vez ella no tenía uno público, regresó.
Ella llevaba un vestido similar al que me había probado, pero que era más corto y
con un mejor ajuste. Me deslicé en él, maravillada por el tejido de la tela. Era
cálido, al mismo tiempo que casi parecía flotar como la seda alrededor de mi
cuerpo.
—Esto es adorable. Gracias. —Le sonreí cálidamente y ella me lo retribuyó
antes de huir de la habitación, sólo para regresar con un plato grande lleno de
carnes, queso y pan. Comimos en silencio.
Estábamos terminando lo último de la barra de pan cuando un timbre suave
resonó en la recámara. Ahumado se puso de pie, gesticulando para que me uniera
a él.
—Es hora de irnos. Ese es el sonido que significa que el Consejo se reunirá
en breve.
Mientras nos dirigíamos a la puerta, me preguntaba lo que iba a suceder. Y
cómo. Las imágenes se agolpaban en mi mente, fragmentos rotos de la cara
burlona de Hyto, sus avariciosas manos… pero entonces todo fue insignificante
cuando llegamos a la sala del Consejo y entramos.
Allí, en el centro del suelo, yacía Hyto, en forma de dragón. Sus alas estaban
atadas hacia atrás, en un marco rígido que parecía una combinación de acero, 282
madera y cuerda. El marco las sostenía en lo que tenía que ser una posición
dolorosa. Una bola lo amordazaba, atada sobre su boca, y él no podía hacer nada
más que revolcarse en el suelo. A pesar de todos sus pecados, me horroricé al
darme cuenta de cuánta humillación y dolor proporcionaba esa posición. Pero un
destello de un recuerdo de estar arrastrándome a sus pies… y mi horror se
desvaneció y exhalé un largo suspiro.
En lo alto del podio había un grupo de cinco dragones plateados, el del
centro era el dragón más grande de todo el lugar. Tenía que ser el Señor Alado.
Los otros delataban un aire de nobleza y supuse que debían conformar los
miembros que presidían el Consejo. El Emperador no estaba a la vista.
Al mirar alrededor de la arena, las gradas se estaban llenando con dragones,
la mayoría en su forma natural. Vishana estaba de pie a un costado, en su forma
de dragón, y cuando Ahumado la vio, él también retrocedió un paso, y en
cuestión de segundos, mi marido se había transformado en su forma natural.
Estaba empezando a sentirme llamativa.
Después de unos minutos, el Señor Alado dejó escapar un rugido fuerte y
unas campanadas resonaron en el anfiteatro. Todo el mundo se calló. Luego vino
una serie de palabras en un idioma que no entendía. Poco después de eso, un
destello de reflejos y todo el Consejo, Ahumado y su madre, cambiaron a su
forma humana. El Señor Alado volvió a hablar y Hyto cambió, el artilugio que
prensaba sus alas ahora lo inmovilizaba en el suelo con su peso. Lo que parecía
ser un grupo de guardias se adelantó para quitárselo y mantenerlo bajo control.
Hyto me dirigió una larga mirada, pero no dijo nada, no hizo nada. Simplemente
me desafió con la mirada.
El Señor Alado volvió a hablar.
—Vamos a estar en esta forma hoy porque la nuera de la demandante está
involucrada en el proceso y ella no es de sangre Dragonkin. Ella es, sin embargo,
parte de nuestra sociedad por matrimonio, y por lo tanto tiene el derecho de
asistir a este Consejo.
Quería darle las gracias, pero decidí mantener la boca cerrada. Era
demasiado fácil inmiscuirme y hacer subir la temperatura.
A medida que el Señor Alado comenzó a leer algo que había sido impreso
en un rollo, fui retirándome en mi interior. Sonaba como una lista excesivamente
aburrida de normas y reglamentos, y aunque yo quería prestar atención, no me
quedaba energía. Estaba cansada. Todavía estaba dolorida y estaba preocupada 283
por los demás.
¿Pensarían que estaba muerta? ¿Estarían mis hermanas tratando de
localizarme?
Una hora más tarde, el Señor Alado giró en dirección a mí y volví
abruptamente a prestar atención. En comparación con Hyto, lucía evidentemente
anciano. Yo estaba a punto de caerme; me sentía agotada y apenas podía pensar.
Él sonrió, sus labios se retrajeron en una sonrisa salvaje.
—Soportaste nuestro largo discurso con gracia, Camille, esposa de
Iampaatar. Te agradecemos por eso; sé que debes estar exhausta. Pero las
formalidades han terminado y ahora se leerán los cargos contra Hyto. Si tienes
algo que añadir, por favor, no dudes en hacerlo después de que haya terminado.
—Y luego, él se puso de pie y me obligué a retomar fuerzas y poner atención.
El Señor Alado se movió alrededor de la tarima hasta que estuvo de pie
delante de Hyto, que se encontraba inmovilizado en posición vertical por dos
guardias.
—Hyto, fuiste exiliado de Los Confines del Dragón bajo pena de muerte.
Fuiste enviado para enmendar tu comportamiento. Fuiste atrapado recientemente
intentando asesinar a Vishana, quien te rechazó, pero te dimos una última
oportunidad y te permitimos vivir. Por ese único incumplimiento, deberíamos
haberte dado la muerte. Pero tus pecados son largos y numerosos.
Hyto empezó a hablar, pero el Señor Alado levantó la mano y un rayo
crepitante tocó sus labios. Hyto dejó escapar un grito y cerró la boca.
—Secuestraste a la esposa de Lord Iampaatar. Abusaste de ella, la violaste,
golpeaste y la forzaste a llevar tu collar alrededor de su cuello. Las penas por
estos delitos: la muerte. Atacaste a tu hijo y lo habrías matado si hubieras podido.
La pena por ese delito: la muerte. Has perdido cualquier indulgencia que
podríamos haberte otorgado. Has perdido el derecho a hablar en tu propio
nombre. —Se volvió hacia el Consejo—. Lady Vishana ha dado el primer
derecho de castigo a su nuera. ¿Eso cuenta con su aprobación?
Los otros dragones susurraron entre sí. Uno se puso de pie, empujando la
silla hacia atrás.
—Así es, Su Señoría.
El Señor Alado se volvió hacia mí.
—Lady Camille Sepharial te Maria D'Artigo, esposa de lord Iampaatar,
284
tienes el primer derecho de castigo. Designa el método de muerte de Hyto, o si
deseas dar el golpe definitivo por ti misma, estás en tu derecho.
Tragué saliva. ¿Me estaban dando la opción de elegir cómo moriría Hyto?
¿Incluso me ofrecían la oportunidad de matarlo yo misma?
Sintiéndome incómoda y saliendo a la luz, me acerqué a mi enemigo y lo
miré fijamente a la cara. Había matado antes y había estado encantada de ver
morir a algunos de ellos. Pero este era el padre de Ahumado y yo estaría
ordenando su muerte a sangre fría.
Hyto levantó la mirada hacia mí, con la sonrisa burlona todavía en su rostro.
—¿Tienes el coraje de pedir mi muerte? Será mejor que lo hagas, chica,
porque si no lo haces, voy a regresar. Iré detrás de ti hasta el día en que muera.
Voy a matar a todos los que amas. Voy a destruir todo lo que aprecies. Te voy a
rasgar en pedazos, primero a través de tus emociones y luego por tu cuerpo. Tú
eres mi demonio y no voy a descansar hasta que te haya llevado tan dentro del
olvido que nunca puedas alcanzar la luz del día.
Él quería decir lo que dijo. Si lo encerraban, iba a encontrar una manera de
salir. Su odio lo sustentaría. No había otra opción; Hyto tenía que morir. Y mi
responsabilidad incluía ordenar su muerte. Vishana lo haría, si yo no me atrevía, o
Ahumado, pero esta era mi batalla. Hyto me había lastimado a mí y era mi deber
reclamar su castigo.
Me volví a los dragones que aguardaban; que ahora eran mi pueblo tanto
como los Faes o los seres humanos. Me había casado en un poderoso clan, y no
eran aprensivos. No podía permitirme el lujo de ser débil ante sus ojos —ni ante
los míos.
Giré nuevamente hacia Hyto.
—No voy a levantar mi propia mano contra ti, jamás voy a ensuciarme a mí
misma tocándote otra vez. Pero yo reclamo tu muerte; por lady Vishana, por lord
Iampaatar y por mí misma. Yo reclamo tu muerte a través de un rayo limpio y
rápido. —Yo no me rebajaría a su nivel. Por mucho que quisiera torturarlo,
hacerlo gritar de la forma en que me había hecho gritar a mí, yo no me
convertiría en lo que él se había vuelto; un sádico.
El Señor Alado me indicó que lo mirara.
—¿Esta es tu voluntad? ¿Que Hyto muera por un rayo?
—Lo es. —Eché un vistazo hacia Ahumado y Vishana y ambos me dieron
285
grandes sonrisas, asintiendo con su aprobación. Al parecer, había pasado otra
prueba.
—Entonces pronuncio la sentencia. Hyto, morirás por un rayo. Ahora, aquí,
antes de que otro día transcurra. —Al parecer, los dragones no se hacían esperar
una vez que habían tomado decisiones.
Dos varas fueron llevadas al centro del pabellón y se colocaron en agujeros
en el suelo para mantenerlas en posición vertical. Los brazos y las piernas de
Hyto fueron sujetados con grilletes, extendiéndolos ampliamente. Su pelo se
movía violentamente, pero donde Vishana había cortado un largo mechón
grueso, la sangre había formado una costra. De repente lo comprendí; su cabello
era parte de sus cuerpos. Tenían vida propia porque no era solamente queratina
muerta.
Hyto no dijo nada, ni una palabra más. Él simplemente sonrió con su
sonrisa enfermiza, observándome todo el tiempo mientras lo aferraban a las
varas. Los dragones en las gradas estaban murmurando, pero no tuve ninguna
sensación de que estuvieran disfrutando de esto. No era una arena del circo
romano, o un combate a muerte de duendes. Esto era justicia y eran testigos de
que la misma se llevaba a cabo.
Levanté la mirada para encontrar a Ahumado y a su madre de pie junto a
mí. Ahumado tomó mi mano y de repente me sentí horrible. Acababa de
condenar a su padre a morir. Pero el miró en mi dirección y me apretó los dedos.
—Está bien… —Se inclinó para susurrarme— …esto se veía venir desde
hace mucho y no es tu culpa. Tú simplemente quedaste atrapada en el fuego
cruzado.
—Mi hijo tiene razón. —Vishana se inclinó a mi otro lado—. No te culpes,
Camille. Hyto trajo esto sobre sí mismo. Él me enseñó mucho acerca de lo que
no se debe hacer; a cómo no se debe ser. —Ella sonrió suavemente y extendió la
mano para tomar mi barbilla—. Eres preciosa… admito que al principio habría
preferido que Iampaatar se casara con una dragón, pero eso ya no importa. Tú
eres familia. Vas a traer a tus hermanas aquí para que conozcan a mis hijos.
Tragué saliva. Eso iba a ser una cena infernal.
—Sabes que mi hermana Delilah está enamorada de un dragón mitad
sombra. —Espeté antes de que me diera cuenta de lo que estaba diciendo.
Vishana se rió.
—Sí, ¿no recuerdas?, nos conocimos. Y él parece un caballero refinado. Los
286
próximos años deberían ser interesantes.
Y entonces las campanas sonaron. El Señor Alado nos hizo señas para que
permaneciéramos en silencio. Se volvió hacia Hyto y extendió las manos, con las
palmas hacia arriba. Un silencio descendió sobre la sala.
—Caminar libremente por los salones de los Confines del Dragón significa
acatar sus reglas. Tú has roto tus juramentos. Has deshonrado los salones. Has
deshonrado a tu raza. Has deshonrado tu nombre. Has sido desterrado por tus
acciones. Eres maldecido a vagar por el abismo, a ser excluido de las Estrellas
Brillantes por siempre. Caminarás en el limbo, tu espíritu estará forzado a vagar
eternamente entre los mundos. Tu nombre será borrado de los Salones de
Registros y serás eliminado de la Historia y colocado entre los exiliados. Hyto, tú
ya no eres el hijo de tu padre. Ya no eres el padre de tus hijos e hijas. Eres
negado por todos los lados. Ya no eres de la colmena. Estás solo. Se te
considerará un paria. Ahora eres condenado al olvido.
Y entonces, con un solo gesto, un rayo salió de su palma, bifurcándose
sobre Hyto como una red, chispeando y brillando mientras ardía sobre su cuerpo.
Hyto comenzó a gritar mientras el humo se elevaba desde su túnica y su cabello
se incendiaba. Aún así, el rayo perduró sobre él, hasta que su piel pálida estuvo
negra y con una corteza. Y entonces, el viento sopló, mientras el rayo se detenía,
y él se desplomó en cenizas, y la brisa salvaje lo alcanzó y lo arrastró fuera de los
Confines del Dragón, hacia la nieve que caía suavemente.
En ese momento, mi collar se aflojó y cayó al suelo. Era libre.
Después de eso, fue una confusión de voces y reuniones, el Señor Alado
declaró que todo los bienes del abuelo de Ahumado pasarían a él. Y luego
Ahumado habló, convenciéndolos de que necesitábamos ir a casa y Vishana me
entregó un regalo envuelto, susurrando que era un regalo de bodas temporario y
que uno mejor le seguiría.
—Una cosa más —dijo el Señor Alado, levantando la mano—. Lady
Camille, tienes el derecho de reclamar daños y perjuicios por lo que te sucedió.
No debimos dejarlo en libertad cuando trató de matar a Vishana y somos
indirectamente responsables de que te atacara. Te debemos una compensación.
¿Qué pedirás? ¿Joyas? ¿Oro? ¿Una casa propia aquí en los Confines del Dragón?
Me quedé mirando al hombre fijamente, a su postura, a los emblemas que
usaba que denotaban su rango. Él acababa de ofrecerme la llave del reino. Luego
miré a mi suegra. Ella creía en el honor. Ella había sido imparcial y justa
conmigo. 287
—Señor, Señora… el oro y las joyas son preciosos, pero no traen alegría
duradera. Tengo una casa allá en Earthside. Y una aquí; la casa de mi marido es
suficiente para mí. Pero, qué pediría… ¿saben de nuestra guerra contra los
demonios? Ahum… lord Iampaatar me dijo eso.
—Lo sabemos.
—Entonces pido un favor. Pido que cuando necesitemos su ayuda para
luchar contra los demonios, si es que la necesitamos, los dragones vengan en nuestra
ayuda. Que estarán de nuestro lado en la guerra demoníaca que estamos
luchando.
El Señor Alado respiró hondo, pero luego sonrió, con sus labios gruesos y
sensuales.
—Lady Camille, una solicitud de ese tipo sobrepasa y es más grande que
nuestras joyas más brillantes. Pero también es una que no podemos rechazar, ni
lo haremos. Considéranos tus aliados.
Y luego fuimos rodeados por dragones de nuevo, por todos los lados, en su
forma humana, deseando conocerme, anhelando felicitarnos por sobrevivir a los
ataques de Hyto.
Después de otra media hora, pudimos de escaparnos.
—Tengo que llegar a casa. Deben estar frenéticos por la preocupación.
—Paciencia, amor. Ahora podemos irnos. Pero en algún momento, vamos a
volver y a explorar, y podrás realmente tener una idea de cuán grande es este
lugar.
Yo ya tenía una idea de ello, pero decidí seguirle la corriente. Ahumado
estaba orgulloso de su hogar, y así debería ser. Envolví mis brazos alrededor de
su cuello, sosteniendo el regalo de bodas entre nosotros, al mismo tiempo que él
me cargaba en sus brazos y nos encaminamos hacia los Mares de Ionyc y de
regreso al túmulo.
Tan pronto como salimos de allí, yo sólo quería dormir. Los Mares de Ionyc
siempre me cansaban, pero no podía permitir que me detuvieran; tenía que entrar
y…
—¡Camille! ¡Son Camille y Ahumado! ¡Están vivos! —Iris estaba de pie
288
fuera de la puerta y ella gritó a los demás en el interior cuando nos vio. Un poco
tambaleante, me dirigí hacia ella y la agarré en mis brazos y ella me envolvió con
los suyos, abrazándonos con fuerza. Un instante después una llorosa Delilah
llegó corriendo, seguida por todos los demás. Nos quedamos parados en la nieve
helada, abrazándonos, hablando todos a la vez.
—Pensamos que estabas muerta. Me estaba preparando para ir a Y'Elestrial
para ver si la estatua de tu alma aún estaba intacta. Nosotros pensábamos…
pensamos… —Delilah estalló en sollozos desgarradores y Shade la estrechó
entre sus brazos.
—¡Suficiente! —La voz de Ahumado tronó sobre el caos—. Todo el
mundo adentro, así podremos contarles lo que pasó.
Cuando entramos en el túmulo, vi que Hanna estaba levantada, con una
mirada encantada en su rostro. Y estaban Georgio y Estelle. Gracias a los dioses
por Shade.
Había salvado a nuestro pobre amigo y yo siempre lo amaría por eso.
Estaba cansada de los daños colaterales. ¿Qué me lastimen a mí? Bien. ¿Qué
lastimen a mis amigos? No tanto.
Todo el mundo se sentó, y me di cuenta de que estábamos cerca de la
puesta del sol.
—Esperen diez minutos hasta que Menolly esté despierta, no quiero tener
que repetir esto.
—Bonito vestido —dijo Trillian mirándome con sus ojos brillantes—. Eres
tan hermosa. Estaba tan preocupado, mi amor.
—Ambos lo estábamos —dijo Morio, obligándose a salir de la silla de
ruedas—. No sé lo que haría sin ti.
Le di un beso, luego lo empujé nuevamente en la silla.
—Sharah dice que necesitas dos semanas más en eso, amigo. Así que
siéntate. Y este vestido… —me volví hacia Trillian— …fue un regalo de mi
suegra. —Entonces, después de besarlo, me di la vuelta para ver a Menolly
parada al borde del abismo detrás de la sala de estar, con una Maggie muy
juguetona.
—¿Qué pasó mientras yo dormía? Algo, obviamente.
Solté una carcajada, y luego, con la ayuda de Ahumado, les conté todo lo 289
que había pasado. Bueno, casi todo. Dejamos fuera nuestra vida sexual. Trillian y
Morio podían saberlo, pero no todo el mundo quería o necesitaba escuchar
tantos detalles. A veces DI —demasiada información— era demasiada información.
—Por lo tanto, está muerta. —Delilah me miró—. ¿Vas a estar bien?
—Sí, lo estaré. Lo estaré. Puede llevarme algún tiempo, pero Hyto ya no
nos podrá hacer daño de nuevo.
—A menos que su fantasma nos haga una visita —murmuró Morio—. Ha
sido maldecido a estar en el limbo. Será mejor que pongamos protecciones. No
quiero ningún otro fantasma enojado más o fantasmas hambrientos que
aparezcan para saludar. Especialmente el espíritu de un dragón.
Eligiendo apartar ese pensamiento de mi mente, respiré profundamente.
—Mañana por la noche es el solsticio. Ingreso en la Corte de Aeval.
Después de lo que pasé con Hyto, creo que estoy preparada. Y estoy lista para
comenzar a cazar a Telazhar. Prefiero tener cualquier día demonios y sellos
espíritu antes que un dragón enojado.
Ahumado me atrajo a su regazo mientras estábamos sentados en la mesa.
—Hablando de dragones, a mi madre le gustas. Abre tu regalo de bodas.
Ella nos enviará algo más, más tarde; esto es sólo para ayudarte a pasar el mal
momento.
Me quedé mirando la caja que sostenía, preguntándome qué era. Cuando
desaté la cinta y desplegué la seda envuelta alrededor de la caja, pensé en lo que
significaba la familia. Los dragones eran ahora nuestros aliados. Y ellos eran parte
de mi familia. Ahumado quería tener un hijo, para consolidar nuestros lazos.
Aunque yo no era del tipo maternal, estaba empezando a ver la sabiduría de eso,
la política de ello, y… eso le haría feliz.
Tal vez cuando la guerra hubiera terminado —cuando las cosas fueran más
seguras—, pero entonces, tendría que tener primero un hijo de Trillian si iba a
tener uno de Ahumado, y luego el de Morio. Esto significaría un montón de
problemas y niñeras, ya que, a pesar de que sabía que emocionalmente sería una
buena madre, yo no era el tipo de madre que se queda en casa. Furgonetas,
prácticas de fútbol y cercas de madera no eran mi rutina diaria.
Pero por el momento la cuestión era discutible. Estábamos muy lejos de
ganar la guerra. Y estábamos muy lejos de saber si incluso podríamos sobrevivir a
la siguiente batalla. 290
Sacudí la cabeza alejando los pensamientos sobre el futuro y abrí la caja.
En el interior, encontré una placa con marco de plata. Era el escudo familiar
de Vishana, e impreso debajo del escudo, escrito en plata, estaba mi nombre. Ella
realmente me había aceptado. Yo era parte de su clan.
Capítulo 24
La noche siguiente, me dirigí hacia Talamh Lonrach Oll y me detuve en el
estacionamiento. Un carruaje tirado por caballos me esperaba y subí al interior,
vestida con la túnica de la Bestia Negra, debajo de la cual llevaba nada más que
los perfumes y lociones con los cuales había aceitado mi piel. El desgastado
cuerno descansaba en el bolsillo de la bata y llevaba el bastón con la empuñadura
de plata que Aeval me había dado.
El carruaje serpenteaba abriéndose paso, no hacia el palacio, sino hacia
fuera, a la misma tierra, atravesando la nieve hacia un arco enrejado que llevaba
a una casa modesta. Di las gracias al conductor y salí, un escalofrío de
anticipación me recorrió el cuerpo.
La luna estaba en un brillante cuarto creciente, mientras sonreía hacia abajo,
sobre la nieve. El manto blanco resplandeciente se extendía a través del bosque,
reflejando las estrellas que brillaban en la noche ennegrecida. En mi corazón, yo
podía oír el latido de la tierra, el pulso de la magia que llenaba la Corte de las
Reinas. El susurro de los elementos giraban en el viento, a mi alrededor, en una 291
cacofonía, tejiendo una danza mientras yo bordeaba la casa y continuaba mi
camino hacia la charca vaporosa en el centro de Faerie.
Todo brillaba aquí, desde el bosque hasta el suelo, hasta el mismo aire. Y mi
magia zumbaba, vital y vibrante. La Madre Luna rodeaba mi corazón y mi alma.
Esta noche, en el Solsticio de Invierno, tomaría mi lugar como su sacerdotisa.
Las lágrimas corrieron por mis mejillas cuando me acordé de mi primera
iniciación, cuando entré en la arboleda de la Madre Luna en Otro Mundo, atada
con cadenas de plata, sin saber si mi Señora me aceptaría en su servicio como una
Bruja de la Luna.
Ahora, yo estaba creciendo, cambiando. Me convertiría en la primera Suma
Sacerdotisa de la Madre Luna en Earthside en miles de años. Entrenaría bajo las
Reinas Faes de Earthside —en la Corte Oscura de Aeval, bajo la atenta mirada de
Morgana.
Las lágrimas salpicaban mis ojos. Yo estaba a punto de asumir un manto tan
pesado como brillante, uno del cual esperaba que fuera digna. Gracias a los
Dioses y a la tecnología de Earthside por la máscara resistente al agua y la laca
para labios. Aparte rápidamente las lágrimas y di un paso adelante, haciendo
crujir la nieve helada, sentía alfileres y agujas pinchándome mis pies descalzos.
Vendría a mi Señora con el cuerpo y los pies descalzos como el día en que nací.
¿Cuántos años habían pasado desde que había caminado este sendero —allá
en casa, en Otro Mundo— hacia mi iniciación como una bruja para la Madre
Luna? Demasiados para contar, pero ahora yo estaba lista para dar el siguiente
paso en mi viaje, a mil kilómetros de donde había empezado, a un mundo de
distancia de donde vengo.
El silencio del bosque reposaba en torno a mí, la nieve amortiguaba todo el
sonido cuando llegué a la orilla de las aguas termales, dejé caer mi capa, y di un
paso al estanque humeante. Aquí, el agua era brillante, de un verde mar
resplandeciente. Cómo se las arreglaron para calentarla, no lo sabía, pero la magia
impregnaba el claro.
A medida que el calor comenzó a filtrarse en mis miembros congelados, un
sentido de purificación y limpieza me recorrió, y cuando el agua golpeó mis
rodillas, arrasó con el dolor persistente de mis moretones por el ataque de Hyto,
del miedo que me había mantenido agarrada a eso. Su abuso se alejó en la magia
de la noche.
Un paso más, y otro. 292
El agua golpeó mi cintura y mi corazón dio un vuelco. Después de esta
noche, siempre sería una paria en mi ciudad-estado natal, pero algunas cosas eran
más importantes que la sangre, algunos juramentos eran más vinculantes que la
familia. Le envié mentalmente un beso a mi padre, deseándole lo mejor, las
lágrimas manaban de mis ojos mientras renunciaba a su derecho de nacimiento,
a su legado y a su amor por una pasión mayor y por la lealtad.
Otro paso, dos más… y extendí mis brazos para mantener el equilibrio, mis
hombros brillaban bajo la superficie reluciente.
El agua salpicó contra mis pechos y las imágenes de Ahumado, Morio y
Trillian llenaron mis pensamientos. Inclinando la cabeza con gratitud por los
amores de mi vida, me estiré hacia ellos, pero incluso un vínculo tan fuerte como
el nuestro no podía penetrar en la magia de las Reinas Faes. Pensé en Delilah y
Menolly, en Iris, y comencé a llorar en serio. No podían estar aquí esta noche —
este era un viaje que tenía que hacer por mi cuenta— pero yo sabía que estaban
conmigo en espíritu.
Un paso más y estaba en el centro del estanque. El agua lamía mi barbilla,
respiré profundamente y me zambullí, dejándola fluir a través de mi cabello.
Cuando surgí sin aliento, las vi de pie en el otro lado del charco, esperándome.
Aeval, mi nueva Señora. Yo pertenecería a la Corte de la Oscuridad y de la
Sombra de aquí en adelante. Estaría bajo su voluntad y caminaría con ella bajo la
Luna Oscura. Y junto a ella, su antítesis. Titania, Reina de la Luz. A su izquierda,
Morgana, mi prima milenaria, medio-Fae, medio-humana, Reina de la Oscuridad
y el Crepúsculo, que ahora era mi maestra.
Y, un poco más alejada del camino, en traje de montar completo y fusta,
estaba parada Derisa, la Suma Sacerdotisa de la Madre Luna de Otro Mundo. Ella
había tomado mi juramento hace muchos años. Y tomaría mi nuevo juramento,
el que me unía como miembro a la Hermandad de las Sacerdotisas.
Las cuatro estaban esperando y mientras me dirigía hacia ellas, el destello de
un rayo de nieve cayó detrás de ellas y allí, en medio de ellas, estaban el
Unicornio Negro y la Madre Cuervo, sólo por un segundo, antes de desaparecer
de la vista.
Las Reinas Faes se echaron a reír, salvajes y libres, y me tragué mi miedo. Ya
no había vuelta atrás. No habría ninguna posibilidad de regresar desde aquí.
Y entonces lo vi a él… oculto en las sombras. Mi corazón dio un vuelco
cuando levantó una mano en señal de saludo, con su cabello platinado en punta
brillando bajo la luna pálida. 293
¿Qué estaba haciendo él aquí? Pero no había tiempo para preguntas. Tenía que
confiar en el ritual. Tenía que confiar en que Aeval sabía lo que estaba haciendo.
Tenía que confiar en Derisa, y más que nada, tenía que confiar en la Madre Luna.
Lancé otro largo suspiro y comencé mi viaje sin pausa para salir de la
charca, en dirección a un ritual tan secreto que nunca sería capaz de decirle a
nadie lo que pasó. Empecé mi travesía hacia los brazos de la oscuridad —a la
sombra de lo desconocido.

Estábamos reunidos alrededor del árbol de Navidad, la habitación


solamente estaba iluminada por las luces brillantes que titilaban en el árbol y en
las ventanas. Miré a mi alrededor, pensando que nuestra sala de estar, antes
espaciosa, ahora estaba repleta de nuestra familia. Abarrotada con el caos y el
amor. En el rincón, Nerissa y Menolly estaban enroscadas en el gran sillón,
hablando en voz baja.
Los gritos resonaban desde la mesa de café, Delilah, Shade, Rozurial y
Vanzir estaban sentados con las piernas cruzadas, jugando un juego de cartas que
parecía requerir golpear la mesa, aproximadamente a cada minuto. Vanzir levantó
la mirada para encontrarse con la mía y una sonrisa se arrastró por las comisuras
de sus labios antes de regresar su atención al juego.
Iris y Maggie jugaban debajo del árbol, las luces brillaban como un halo a su
alrededor. Maggie estaba disfrutando de su nueva muñeca. G.I. Joe y Yobie
aparentemente estaban dándose besos de primos. Solté un bufido,
preguntándome qué demonios pensaría la brigada de buenos muchachos de ese
revoltijo.
Un ruido en la cocina nos hizo mirar hacia el arco por donde aparecieron
Trillian y Bruce, llevando bandejas llenas de galletas de azúcar, cacao caliente y
dulce de leche. Los ojos de Delilah se iluminaron como si no hubiera visto la
comida durante días.
—Tráeme algo de eso, por favor —dijo Morio. Él se sentía lo
suficientemente fuerte como para sentarse en la mecedora, y aunque vi las
miradas que se disparaban entre él y Menolly, respiré profundamente y lo dejé ir.
La vida pasaba. Mi hermana había salvado a mi esposo y eso había creado un
vínculo que todavía no entendíamos. Pero estaba vivo, gracias a ella.
Mientras Bruce le entregaba a Morio una taza de chocolate caliente, me 294
volví hacia Ahumado. Yo estaba sentada en su regazo en el sofá, su mano estaba
en mi muslo por debajo de la falda. Su cabello jugueteaba ligeramente alrededor
de mis hombros, tocándome como si estuviera tranquilizándose a sí mismo al
cerciorarse de que yo estaba allí.
La nieve caía suavemente en el exterior; podíamos verla derivando
perezosamente hasta el suelo, y yo estaba a punto de sugerir un paseo a la luz de
la luna cuando Delilah saltó.
—Quiero darle a Camille su presente ahora —dijo ella.
Sonreí. —Pero ya intercambiamos regalos… por supuesto, un día después
del Solsticio, pero me diste un cupón de M.A.C.6 de regalo.
Ella sacudió la cabeza, sonriendo.
—Ese no fue tu verdadero regalo. Necesité la ayuda de Shade para
conseguir éste. Y estoy muy contenta de haberlo hecho, teniendo en cuenta lo
que me diste. Gracias, Camille. Yo nunca habría comprado esto para mí. —Miró

6
M·A·C o M·A·C Cosmetics (iniciales de Makeup Art Cosmetics): es una empresa y marca
de productos de maquillaje y cosméticos.
de reojo la botella de Chanel Nº 5, el perfume de nuestra madre, que yo le había
dado y sonrió con timidez.
Ahora estaba curiosa, preguntándome qué era lo que podría requerir la
ayuda de Shade para comprarlo, me deslicé del regazo de Ahumado y me incliné
hacia delante.
—¿Qué es?
Delilah asintió hacia Shade, quien respiró profundamente y extendió las
manos. Una sombra se filtró lentamente de sus dedos para situarse delante de mí,
y de la sombra se acercaba… ¿un gato? Pero lucía diferente, muy ligeramente
fantasmagórico, atrapado entre el reino físico y el astral.
Ante mi mirada de confusión, Shade dijo:
—Hay muchas criaturas vagando por el Reino de los Espíritus que no se
dan cuenta de que están muertas. Ayudamos a algunas de ellas a cruzar, pero
otras, como esta pequeña chica, prefieren simplemente permanecer en el medio.
La gata sombra, una chica de pelo largo y gris, saltó sobre mi regazo. Podía
sentir su energía, casi como si ella realmente tuviera peso, y se apoyó en mí,
ronroneando. Pasé la mano de forma vacilante a lo largo de su costado. Era justo
295
lo suficientemente corpórea para que sintiera una ligera ondulación sedosa bajo
mis manos. Cuando ella frotó su barbilla contra mis senos yo supe que estaba
perdida.
—Es hermosa… y cariñosa.
—Ella no está lista para seguir adelante, pero echa de menos a la gente.
Estaba buscando a una persona, y cuando le conté a Delilah sobre ella, pensó que
podrías ser justo la adecuada. Por un lado, por tu trabajo con la magia de la
muerte, puedes sentir a los espíritus más fácilmente, así que puede manifestarse
para ti. —Shade sonrió cuando yo le respondí con una amplia sonrisa.
—Y por otro lado, ella no activó mis instintos territoriales. Y yo sabía que
tú querías muchísimo un gatito. —Delilah me sonrió y se inclinó hacia adelante.
Tomé sus manos y la besé, con la gata entre nosotras.
—¿Cómo vas a llamarla? Y gracias a los Dioses que no tendré otra caja de
arena de la que ocuparme —dijo Iris.
Todos nos reímos, mientras acariciaba a la gatita sombra, preguntándome
cómo llamarla. Pero por otro lado era obvio.
—Voy a llamarla Neblina. Sólo espero que se quede por ahí… —Ya estaba
enamorada de la pequeña criatura y el hecho de que ella era un espíritu y no
carne, no me incomodaba. El mundo espiritual es tan real como el nuestro.
Todos nos habíamos encontrado con eso en una forma u otra.
Cuando Neblina corrió hacia Morio y saltó sobre su regazo, suspiré. Esto, la
familia y su amor, era la mejor medicina que podía tener para curarme. Recé para
que fuéramos capaces de hacer que durara.

TRES SEMANAS MÁS TARDE…


Estaba empacando una bolsa, preparándome para un breve fin de semana
con mis maridos. Morio estaba de nuevo levantado y estábamos listos para un
tranquilo descanso.
Sólo íbamos a la isla de Bainbridge para alojarnos en un apartamento por el
fin de semana y caminar en la playa, pero eso sonaba como el cielo para mí.
Iris entró y se sentó en la cama junto a mí. Neblina se acurrucó en su
regazo. La pequeña gata se había manifestado lo suficiente para que todos en la 296
casa pudieran verla. Maggie jugaba unos juegos geniales de persecución con ella,
pero nunca pudo poner un dedo sobre ella, así que no había razón por la que
preocuparse allí.
Miré a Iris, sonriendo.
—¿Cómo se está adaptando Hanna?
—Lo está haciendo muy bien. Decidió quedarse por un tiempo y aprender
rápidamente los caminos de este mundo. Creo que ella tiene miedo de ir a casa,
miedo de que nunca vaya a encontrar a sus hijas otra vez. O peor aún, de
descubrir que murieron. Ella sigue diciendo que está acostumbrada a trabajar
mucho más duro que esto, y te digo, estoy agradecida por la ayuda. Con tantas
personas como las que ahora viven aquí, esto ha sido cada vez más difícil de
manejar.
—Lo sé, me alegro de que ella accediera a quedarse. —Hice una pausa,
acariciando el tejido suave de la falda que acababa de empacar—. Estoy muy
entusiasmada con estas vacaciones.
—Lo sé y me alegro de que estés tomándotelas. Los cuatro necesitan algo
de tiempo juntos, sin el resto de nosotros por allí. —Ella hizo una pausa, y luego
añadió—: Tengo algo que decirte. —Iris me dedicó una sonrisa clara. Ella se veía
radiante, y lo atribuí a no tener esa carga de la maldición sobre sus hombros.
—¿Qué pasa? —Recé que no fuera algo que nos impidiera irnos a nuestro
viaje.
—Nada importante… no te preocupes. Tendrás tu diversión en la playa, sin
interferencias, incluso si hace frío. —Ella suspiró—. Tal vez tengamos un
descanso este fin de semana mientras te vas y encontremos una pista de Telazhar.
Hasta ahora, toda nuestra búsqueda de Telazhar y el Devorador del Pantano
había llegado a un grande y gordo cero, aunque Vanzir pensaba que podría estar
tras la pista de uno de los sellos espíritu. Las última semanas habíamos estado
buscando por todo lo alto y lo bajo señales del hechicero, del portal rebelde y del
Devorador del Pantano, pero nos habían ponchado a la cuenta de tres.
Doblé otra falda en la maleta y luego escondí el perfume, el aceite de baño,
el gel de baño y cualquier otra cosa que pudiera caber.
—Tenemos que encontrar algo pronto. No confío en este momento de
calma. Así que, ¿qué es lo que querías decirme? —Subí el cierre de la valija y la
bajé al piso. Mis heridas casi habían desaparecido y aunque mi espalda había 297
cicatrizado, no eran terriblemente notables a menos que estuviera bajo la luz
fuerte.
Ella mostró una pequeña sonrisa.
—Oh, sólo que es una buena cosa que Hanna decidiera quedarse, porque
vamos a necesitarla más que nunca muy pronto. Además, vamos a necesitar
construir la casa para Bruce y para mi antes de lo que pensábamos. Nos vamos a
casar el Día de San Valentín. Quiero que oficies la boda, si lo deseas. ¿Serás
nuestra sacerdotisa?
—¿El día de San Valentín? ¿Tan pronto? ¡Por supuesto que seré tu
sacerdotisa! Pero, ¿por qué la prisa, si me permites la pregunta? Y sé que
necesitas una casa, estamos realmente sobrepasados con todas las adiciones a la
familia... pero hay espacio para Bruce hasta que logremos construir la tuya. —Le
sonreí—. ¿De verdad lo amas, no?
La Talon-haltija estalló en esa sonrisa radiante que iluminó su rostro y
agachó la cabeza, su cabello dorado brillaba en la luz.
—Sí, lo amo. Aunque aquí también pueda haber espacio para Bruce… la
razón por la que nos vamos a casar pronto y a tener nuestra propia casa de
inmediato, es que… bueno… voy a tener un bebé.
Un bebé. Me enderecé, y entonces comprendí por qué se veía tan radiante.
—¿Estás embarazada?
Ella asintió.
—Lo he sabido desde hace una semana. Todo sucedió tan rápido. Pensé
que eso podría tomar bastante tiempo después de que la maldición fue levantada,
pero al parecer, los dioses tenían otros planes. La primera vez después de volver,
supongo… bueno… bingo. Oh, Camille, voy a ser madre y quería que fueras la
primera en saberlo, ¡después de Bruce! Tú estabas allí para mí cuando rompí la
maldición, cuando necesitaba ayuda. Siempre has estado ahí para mí.
Y luego se echó a llorar. Y yo comencé a llorar. La empujé entre mis brazos
y la apreté con fuerza, besando sus mejillas, uniéndome a ella mientras dejaba
escapar una carcajada.
—Tenemos que decirles a los demás. Ven ahora, ven abajo conmigo y
déjame prepararte un poco de té. A partir de ahora, madrecita, consigues un
298
tratamiento especial. Hanna… ¡es por eso que estás tan contenta de que Hanna
se quede aquí!
Iris asintió.
—Sí, ella puede ayudar con Maggie, la cocina y la limpieza. Adoro a nuestra
pequeña gárgola, pero no voy a ser capaz de dejarla cerca del bebé. No hasta que
ambos crezcan un poco.
A medida que nos dirigíamos hacia las escaleras, pensé en lo que esto
significaba. Incluso en medio de la oscuridad y la nieve, en medio de los
demonios y de los hombres que estaban tan llenos de odio que tenían que
torturar a otros para sentirse mejor, la vida podía brotar y llevar un rayo de alegría
al mundo. Siempre y cuando hubiera amor, había esperanza. Y donde había
esperanza… había posibilidad.
Nos reunimos todos alrededor de la mesa. Ahumado sostenía a Maggie,
quien estaba jugando al juego de los hilos —o su particular forma de ello— con
el cabello de él.
Cuando Iris les dijo a los otros la noticia, me quedé atrás, viendo a mi
familia. Mirando a mis amantes, a mis hermanas, a mis hermanos por elección.
Éramos una comunidad.
Estábamos conectados a pesar de que todos teníamos nuestras vidas
separadas.
Delilah y Menolly se deslizaron a mi lado, me tomaron de la mano, e incliné
mi cabeza en el hombro de Delilah. Estábamos realmente desviándonos en
nuestros propios caminos. Delilah tenía a Shade y al Señor del Otoño y su
formación como una Doncella de la Muerte. Menolly estaba dispuesta a
comprometerse a sí misma con Nerissa, y ella y Roman habían ido a un montón
de eventos de vampiros últimamente. Y yo… yo tenía a Ahumado, a Morio y a
Trillian, y a la Corte de las Tres Reinas.
Y encima de todo eso, todos estábamos luchando en una guerra, con todas
las escaramuzas en medio.
Pero pase lo que pase, estábamos por siempre juntas.
Siempre seríamos hermanas.
299
Sobre la Autora

Yasmine Galenorn es una novelista estadounidense. Escribe ficción urbana


de fantasía/paranormal. Anteriormente, ha escrito bajo el seudónimo India Ink
para su serie Bath and Body.
300
Es conocida por su serie Otro Mundo con las Hermanas D'Artigo. También
ha escrito dos series de misterio y ocho libros sobre el paganismo moderno, de
los cuales el más popular es Abraza a la Luna. También ha comenzado una nueva
serie, La Corte Índigo, que fue publicada en 2010 y que no se encuentra en el
mismo universo que Otro Mundo. Ella continuará escribiendo su serie actual,
además de la nueva.
Es una bruja chamánica y ha participado activamente en el Arte desde 1980.
Próximo Libro

301

Es el Día de San Valentín y las mujeres D'Artigo se están preparando para la


boda de su amiga Iris. Pero cuando Delilah y sus hermanas se enteran de que el
Centro Comunitario de Super ha sido bombardeado, las cosas se ponen
realmente feas, los malvados cambiaformas coyote —los Koyami— están de
vuelta, y Newkirk, su nuevo líder, ha unido sus fuerzas con un grupo de
hechiceros renegados. Entonces, justo cuando piensan en las cosas no pueden
empeorar, el demonio superior Shadow Wing envía a un hombre nuevo al frente,
y la vida realmente se va al infierno...
¡Visítanos!

302

http://lasilladellector1.forovenezuela.net

También podría gustarte