Saga Hermanas de La Luna 10 - Courting Darkness - trxGLO
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Sinopsis
Somos las hermanas de D'Artigo: sexys, inteligentes, ex-trabajadoras para la
Agencia de Inteligencia de Otro Mundo. Pero ser mitad-humanas, mitad-Faes
implica que nuestros poderes se descontrolan en todos los momentos
inoportunos. Mi hermana Delilah es una Doncella de la Muerte y una were-gato
que pertenece al Señor del Otoño. Mi hermana Menolly es una vampira que está
saliendo con una were-puma preciosa y con el padrino de los no-muertos. ¿Y yo?
Soy Camille, Sacerdotisa de la Madre Lunar, casada con un dragón, un youkai y
un Svartan. Pero mi suegro dragón ha decidido que no le gusta tenerme como
miembro de la familia...
Es el Solsticio de Invierno, y Aeval me da la bienvenida en su Corte Oscura.
Con Morio todavía peligrosamente débil gracias a sus heridas y Vanzir sólo vivo
gracias a mi silencio, la idea de entrenar con Morgaine no parece tan desalentador
como lo hacía antes. Pero entonces, Hyto vuelve para destrozarme la vida.
Capturada y arrastrada hasta los confines del Dragón, ¿podré arreglármelas para
mantenerme viva el tiempo suficiente como para escaparme, aún cuando el padre
de Ahumado tiene la intención de romper mi espíritu y mi cuerpo? 2
La venganza no permanece mucho tiempo sin venganza.
—GERMAN PROVERB
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Índice
Dedicatoria
Personajes Principales
Glosario
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11 4
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Sobre la Autora
Próximo Libro
¡Visítanos!
Dedicado a todos los músicos que me inspiran…
La música alimenta mi alma.
5
PERSONAJES PRINCIPALES
La familia D'Artigo
Sephreh ob Tanu: Padre de las Hermanas D'Artigo. Fae puro.
Maria D'Artigo: Madre de las Hermanas D'Artigo. Humana.
Camille Sepharial te Maria, también conocida como Camille D'Artigo: La
hermana mayor; una Bruja de la Luna. Mitad-Fae, mitad humana.
Delilah Maria te Maria, también conocida como Delilah D'Artigo: La
hermana del medio; una cambiaforma-gato.
Arial Lianan te Maria: gemela de Delilah, que murió al nacer. Mitad-Fae, mitad
humana.
Menolly Rosabelle te Maria, también conocida como Menolly D'Artigo: La
hermana más joven; un vampiro y jian-tu: extraordinaria acróbata. Mitad-Fae,
mitad humana. 6
Shamas ob Olanda: primo de las chicas D'Artigo. Fae puro.
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GLOSARIO
Unicornio Negro/Bestia Negra: Padre de los unicornios Dahns, un unicornio
mágico que renace como el ave fénix y vive en lo profundo de Darkynwyrd y
Thistlewyd. La Madre Cuervo es su consorte, y él es más una fuerza de la
naturaleza que un unicornio.
Calouk: El dialecto común y burdo utilizado por un número de habitantes de
Otro Mundo.
La Corte y la Corona: "La Corona" se refiere a la reina de Y'Elestrial. "La
Corte" se refiere a la nobleza y al personal militar que rodean a la Reina. "La
Corte y La Corona" juntos se refieren a todo el gobierno de Y'Elestrial.
Tribunal de las Tres Reinas: La Corte recién aparecida de las tres Reinas Faes
de Earthside: Titania, la Reina Fae de la Luz y la Mañana; Morgana, la Reina
mitad-Fae de la Oscuridad y el Crepúsculo; y Aeval, la Reina Fae de las Sombras
y la Noche.
Crypto: Una de las razas Cryptozoides. Los Cryptos incluye criaturas de leyenda
que no son técnicamente de las razas Fae: gárgolas, unicornios, grifos, quimeras, 9
y así sucesivamente. La mayoría habitan principalmente en Otro Mundo, pero
algunos tienen primos en Earthside.
Puerta Demoníaca: Una puerta por la que los demonios pueden ser
convocados por un poderoso hechicero o nigromante.
Dreyerie: La guarida de un dragón.
Earthside: Todo lo que existe del lado de la Tierra de los portales.
Elqaneve: La tierra de los Elfin o Elfos en Otro Mundo.
Señores Elementales: Los seres elementales; tanto hombres como mujeres; que,
junto con las Brujas del Destino y el Segador, son los únicos verdaderos
Inmortales. Son los avatares de diversos elementos y energías, y habitan en todos
los reinos. Ellos hacen su voluntad y no se ocupan de la humanidad o de los Faes
a menos que sean convocados. Si se les pide ayuda, a menudo solicitan precios
altos como recompensa. Los Señores Elementales no tienen que ver con el
equilibrio como las Brujas del Destino.
FBH: Humanos de Pura Sangre (por lo general se refiere a los seres humanos de
Earthside).
FH-CSI: El equipo Faerie-Humano de Investigación de Escenas del Crimen. La
idea original del Detective Chase Johnson, se formó por primera vez como una
colaboración entre la Oficina de Auditoría Interna y el Departamento de Policía
de Seattle. Otras unidades FH-CSI se han creado en todo el país, basado en el
prototipo de Seattle. El FH-CSI se encarga tanto de emergencias médicas y
penales relativas a visitantes de Otro Mundo.
Gran División: Un tiempo de gran agitación cuando los Señores Elementales y
algunos pertenecientes a la Alta Corte de los Faes decidieron escindir o desgarrar
los mundos. Hasta entonces, los Faes existían principalmente en la Tierra, sus
vidas y sus mundos se mezclaban con los de los seres humanos. La Gran
División rompió todo en dos, ramificando otra dimensión, que se convirtió en
Otro Mundo. En aquel momento, las Cortes Gemelas de los Faes fueron
disueltas y sus Reinas despojadas del poder. Esa fue una época durante la cual se
formó el Sello Espíritu y se rompió con el fin de sellar los reinos entre sí.
Algunos Faes eligieron quedarse en Earthside, otros se trasladaron al reino de
Otro Mundo, y los demonios fueron; en su mayor parte, sellados en los Reinos
Subterráneos.
Guardia Des'Estar: Los militares de Y'Elestrial.
Brujas del Destino: Las mujeres del destino que mantienen el balance
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equilibrado. Ni buenas ni malas, observan el flujo del destino. Cuando los
eventos se alejan demasiado del equilibrio, intervienen y toman medidas, por lo
general usando humanos, Faes, Supes y otras criaturas como peones para
encaminar el destino de nuevo en la línea.
Segadores: Los Señores de la muerte; algunos cambiaron de lado y también son
Señores Elementales. Los Segadores, junto con sus seguidores (las Valquirias y
las Doncellas de la Muerte, por ejemplo) cosechan las almas de los muertos.
Haseofon: La morada de las Doncellas de la Muerte, donde se quedan y
entrenan.
Tierras Ionyc: Los reinos astrales, etéricos y espirituales, junto con varias otras
dimensiones incorpóreas menos conocidas, forman las Tierras Ionyc. Estos
reinos están separados por los Mares de Ionyc, una corriente de energía que evita
que las Tierras Ionyc choquen, provocando con ello una explosión de
proporciones universales.
Mares Ionyc: La corriente de energía que separa las Tierras de Ionyc. Ciertas
criaturas, especialmente las relacionadas con las energías elementales del hielo, la
nieve y el viento, pueden viajar a través de los Mares Ionyc sin protección.
Koyanni: Los cambia-formas coyotes que eligieron el mal camino, alejándose del
Gran Coyote; seguidores de Nukpana.
Melosealfôr: Un raro dialecto Crypto aprendido por Cryptos poderosos y todas
las Brujas de la Luna.
El Néctar de la Vida: Un elixir que puede extender la vida de los seres humanos
casi hasta la duración de la vida de un Fae. Muy apreciada y utilizada con cautela.
Puede conducir a alguien a la locura si él o ella no tienen la capacidad emocional
para manejar los cambios efectuados.
AIO: La Agencia de Inteligencia de Otro Mundo; el "cerebro" detrás de la
Guardia Des'Estar.
Otro Mundo/OM: El término humano de "Naciones Unidas" de la Tierra
Faerie. Una dimensión aparte de la nuestra, que contiene criaturas de leyenda y
sabiduría tradicional, las vías a los dioses y varios otros lugares, como el
Olympus. El nombre real de Otro Mundo varía entre los diferentes dialectos de
las muchas razas de Cryptos y Faes.
Portal, Portales: Las puertas interdimensionales que conectan los diferentes
reinos. Algunos fueron creados durante la Gran División; otros se abren al azar. 11
Corte de los Seelie: La Corte Fae de Earthside de la Luz y el Verano, disuelta
durante la Gran División. Titania fue la Reina Seelie.
Estatuas del Alma: En Otro Mundo, pequeñas estatuillas creadas para los Faes
de ciertas razas y mágicamente vinculadas con el bebé. Estas figuras residen en
capillas de la familia y cuando uno de los Fae muere, su estatua del alma se
destroza. En el caso de Menolly, cuando ella volvió a nacer como un vampiro, su
estatua del alma se volvió a formar, aunque retorcida. Si un miembro de la familia
desaparece, su familia siempre puede saber si su ser querido está vivo o muerto si
tienen acceso a la estatua del alma.
Sellos Espíritu: Un artefacto de cristal mágico, el Sello Espíritu fue creado
durante la Gran División. Cuando se sellaron los portales, el Sello Espíritu se
dividió en nueve gemas y cada pieza se le dio a un Señor o Señora Elemental.
Cada una de estas gemas tiene diferentes poderes. Incluso poseer uno de los
sellos espíritu puede permitir que el portador debilite los portales que dividen a
Otro Mundo, Earthside y los Reinos Subterráneos. Si todos los sellos vuelven a
juntarse de nuevo, entonces todos los portales se abrirán.
Stradolan: Un ser que puede caminar entre los mundos, que puede caminar a
través de las sombras, usándolas como método de transporte.
Supe/Supes: Abreviatura de Sobrenaturales. Se refiere a los seres sobrenaturales
de Earthside que no son de naturaleza Fae. Se refiere a los hombres lobo,
especialmente.
Talamh Lonrach Oll: El nombre para la Nación Fae Soberana de Earthside.
Triple Amenaza: El apodo de Camille para las recién ascendidas tres Reinas
Faes de Earthside.
Corte Unseelie: La Corte Fae de Earthside de las Sombras y el Invierno, se
disolvió durante la Gran División. Aeval era la Reina Oscura.
VA/Vampiros Anónimos: El grupo de Earthside iniciado por Wade Stevens,
un vampiro que era un psiquiatra cuando vivía. El grupo se centra en ayudar a los
vampiros recién nacidos a adaptarse a su nuevo estado de existencia, y para
alentar a los vampiros a que eviten lastimar a los inocentes tanto como sea
posible. El VA está compitiendo por el control. Su objetivo es gobernar a los
vampiros de los Estados Unidos y crear una agencia de vigilancia interna.
Espejo Susurrante: Un dispositivo mágico de comunicación que une Otro
Mundo y la Tierra. Piensen en un videoteléfono mágico.
Y'Eírialiastar: El nombre Sidhe/Fae de Otro Mundo.
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Y'Elestrial: La ciudad-estado en Otro Mundo donde nacieron y se criaron las
chicas D'Artigo. Una ciudad Fae, recientemente envuelta en una guerra civil entre
la tiránica y enloquecida Reina drogadicta llamada Lethesanar y su hermana más
sensata Tanaquar, que logró reclamar el trono para sí misma. La guerra civil ha
terminado y Tanaquar está restaurando el orden en su tierra.
Youkai: Libremente (muy libremente) traducido como espíritu demoníaco/ o de
naturaleza demoníaca japonés. A los efectos de estas series, los youkai tienen tres
formas: la de los animales, la forma humana y la forma verdadera del demonio. A
diferencia de los demonios de los Reinos Subterráneos, los youkai no son
necesariamente malvados por naturaleza.
Capítulo 1
Hogar.
Allí estaba…esperándonos. Hogar, con el humo de la chimenea a la deriva y
una serie de luces multicolores brillantes rodeando el porche. Desde el camino de
entrada, la casa victoriana de tres pisos brillaba como un faro, tanto en el plano
físico como en el astral. Las llamaradas de energía se disparaban como manchas
solares. Me recosté en el auto, sonriendo. Hogar. Nuestro refugio contra los
demonios.
Un dragón construido de nieve resguardaba el césped y el camino de
entrada, elevándose inhóspito y blanco de entre los bancos apilados en el patio.
Mi jardín de hierbas se escondía debajo de la criatura, escondido bajo el mantillo
hasta la primavera. El invierno había reclamado la tierra, con toda su fuerza, y
estábamos siendo golpeados intensamente. La Niña1 tenía sus influencias, y todos
éramos sus juguetes. Por lo menos esta vez no era Loki. Hace un año, el gigante
nórdico había traído cantidades antinaturales de hielo y nieve consigo, hasta que
despachamos a su siervo, un vampiro llamado Dredge. 13
Pero a pesar de estar tan frío, eso no era nada en comparación con las
Tierras del Norte, de donde acababa de regresar. Allí, en el nivel más alto cerca
de la cumbre del mundo, los vientos habían desatado su rabia crudamente a
través del bosque de invierno, sacudiendo los troncos y lanzando avalanchas
cuesta abajo por las laderas de la montaña.
Arriba, en las Tierras del Norte, la vida era dura y con frecuencia corta, y el
fuego se convertía en un salvavidas. Los hombres del norte eran tan estoicos
como sonaban, y festejaban en abundancia…podría no haber otro día para vivir,
frente a los peligros que enfrentaban.
Mientras Ahumado, Iris, Rozurial, y yo habíamos estado luchado por
atravesar el bosque, ascendiendo más y más hacia la guarida de Howl, el Señor
Lobo Elemental de la nieve, más de una vez pensé que seguro acabaríamos como
paletas congeladas en las rocas.
1La Niña es un fenómeno climático que forma parte de un ciclo natural global del clima
conocido como Oscilación del Sur (ENSO). La fase fría, precisamente conocida como La
Niña, se da cuando existe un régimen de vientos alisios fuertes desde el Este; las temperaturas
ecuatoriales se enfrían y comienza la fase fría o La Niña.
Pero el viaje había valido la pena. Iris había hecho las paces con su pasado y
forjado un futuro para ella. Estaba libre, en condiciones de casarse con el hombre
que amaba. Pero ella había estado en el infierno, y ahora, como yo, se enfrentaba
a un camino que prometía tragársela y forzarla a una posición que no estaba
segura de que ella estaba dispuesta a asumir. Y para remarcar los cambios, ahora
lucía unos elegante —bueno, unos hermosos— tatuajes color índigo en forma de
espiral a través de la frente, las mejillas y en la espalda. Su diosa la había marcado,
y lo había hechos en la forma más adornada. A los dioses parecía gustarles
marcarnos con tinta divina.
El auto bajo la velocidad hasta detenerse y Delilah apagó el motor. El
cansancio de los últimos meses, brotó en mi garganta cuando abrí la puerta.
Habían pasado tantas cosas, y sin embargo todavía se extendía tanto ante
nosotros. Estábamos apenas a una semana del pleno invierno, y me enfrentaba a
la iniciación en la Corte de Aeval, donde me entregaría a la Reina de la Oscuridad
para aprender su magia y las costumbres de una sacerdotisa.
Mientras dejaba escapar un largo suspiro y me bajé del jeep, un viento
fresco se extendió por la noche y tiré de mi túnica élfica apretándola contra mi
cuerpo. Llevaba el manto de la Bestia Negra por debajo, pero incluso con los
dos, no podía ahuyentar el frío que se había instalado en mis huesos y me 14
preguntaba si alguna vez lograría quitármelo de encima y sentir de nuevo el calor.
—¿Estás bien? —Delilah envolvió su brazo alrededor de mis hombros. Ella
nos había recogido en el portal de la Abuela Coyote y ahora lo único que quería
era un baño caliente, una cama suave, y un montón de sueño. Mientras Ahumado
saltaba de su Jeep y ayudaba a Iris, Roz bajaba lentamente por sí mismo del otro
lado.
—Eres una buena hermana —le dije, apoyándome contra su brazo—. Sólo
estoy cansada. El viaje fue más difícil de lo que pensé que sería. Hacía frío, tanto
frío. Y había arañas de hielo…
—¡Qué asco! —Ella arrugó la nariz—. ¿Cómo les fue? ¿Iris hizo...?
Sacudí la cabeza.
—Le toca a ella contarte al respecto, pero sí. Ella todavía está con nosotros,
y Vikkommin está muerto para siempre. Ella sobrevivió y rompió la maldición.
Pero las Tierras del Norte son aterradoras. No me gustaría estar atrapada allí. No
es una casa de vacaciones en el trópico, eso es seguro. No sé si tendría la fuerza
para hacer frente a los elementos básicos y sin mucha ayuda. Todo lo que sé es
que no quiero volver otra vez por un largo, largo tiempo.
Nos dirigimos hacia la casa justo mientras Menolly salía corriendo, las perlas
en sus trenzas hacían clic en el frío de la noche. Llevaba mi bolso.
—¡Por fin! Estaba esperándote en la puerta. Recibí una llamada de Derrick.
Tenemos problemas. Date media vuelta y dirígete a los autos. Siento hacerte esto,
Camille, pero necesitas estar allí. —Hizo un gesto hacia mi Lexus—. Date prisa.
—No quiero darme prisa a ninguna parte. ¿Qué diablos está pasando? —Mi
corazón se hundió. Estaba cansada. No quería pelear con duendes o fantasmas.
—Un demonio en el bar que está exigiendo hablar contigo. Él ya ha
derribado a un elfo y Derrick lo mantiene a distancia. Iris, tú, Roz y Vanzir
quédense con Morio y Maggie. Shade y Trillian están en camino… ¡ahí están!
Shade, el nuevo amor de Delilah, y Trillian —mi marido alfa— salieron
rápidamente de la casa y bajaron los escalones a toda prisa. Shade era en parte
dragón y en parte Stradolan, un caminante de la sombra. Trillian era un Svartan:
uno de los Faes oscuros y Encantados. Ambos llevaban pantalones vaqueros y
chaquetas pesadas, Trillian portaba un arma de filo dentado con la que
recientemente se había entrenado.
—¿Demonio? ¿Preguntando por mí? ¡Qué delicia! No. —No me molesté en 15
preguntarles si sabían por qué me quería a mí. Lo iba a averiguar muy pronto, y
probablemente (conociendo mi suerte) lo averiguaría de la manera difícil.
Menolly se dio media vuelta, ladrando órdenes.
—Delilah, tú y Shade tomen tu Jeep. —Ella me lanzó mi bolso y las
llaves—. Camille, aquí tienes. Conduce con Ahumado y Trillian. Yo iré sola.
Y una vez más, nos trasladamos a nuestros respectivos autos, a la carrera.
Ya no había más tiempo para la inactividad, todo había adquirido una inmediatez.
Con ese pensamiento, puse el Lexus en la marcha y cuando Ahumado y Trillian
saltaron al interior, apreté el acelerador y me alejé del camino de entrada.
El viaje de salida del parque nos llevó media hora en la tormenta de nieve, y
respiré agradecida porque Morio hubiera insistido en que consiguiera neumáticos
para la nieve para el Lexus. El pensar que él estaba en casa, todavía lastimado, me
irritaba. Pero se estaba curando y estaría bien en un par de meses. El ataque de
los fantasmas hambrientos lo habían dejado debilitado y recuperar su fuerza vital
era mucho más duro que solamente recuperar la salud física. Los fantasmas
hambrientos succionaban la energía vital y no había una forma rápida de
recuperarse de eso.
Mantenerlos a él y a Menolly separados había sido una tarea en sí misma.
Ellos se habían vinculado cuando Sharah usó algo de la sangre de Menolly para
evitar que Morio muriera, y gustara o no, ahora los dos tenían una cosa mutua.
Ambos habían sido muy meticulosos sobre no quedarse en la misma habitación a
solas, pero temía que eso sólo empeorara una vez que Morio se fortaleciera. La
tensión cuando estaban juntos me enloquecía. No era que estuviera terriblemente
celosa… si terminaban durmiendo juntos, bien. Podía manejar eso, incluso
aunque hubiera preferido que no lo hicieran. Pero tenía que admitirme a mí
misma, que no quería que se enamorara de ella. Y ahora mismo, no estaba segura
de lo que él sentía más allá de la lujuria.
Y yo… tenía mis propios secretos. Secretos que podían conducir a
Ahumado al asesinato. No había tenido ninguna elección en ese momento —o
más bien, la única otra opción que había tenido era peor que el destino que había
elegido. Lo vieras por dónde lo vieras, este Solsticio prometía ser menos que
alegre en nuestra casa.
Mientras yo navegaba por el hielo y la nieve, Delilah miraba por la
ventanilla.
—Háblame sobre eso. ¿Qué ocurrió? Y no me digas ninguna tontería. Por
supuesto que ella necesita decírmelo por sí misma, pero tú estabas allí. ¿Qué
pasó?
Me mordí el labio. Habíamos estado fuera solamente unos pocos días, pero
parecían una vida entera.
—Ella encontró a Vikommin. O más bien, lo que quedaba de él.
Aparentemente... es una larga historia, Delilah, y no me siento como para hablar
de ello. Pero ella demostró... se volvió a ganar su derecho a tener hijos. Ella fue 42
responsable, pero había circunstancias atenuantes.
Delilah soltó un largo suspiro.
—Es poderosa, nuestra Iris.
—Más poderosa de lo que sabes, y los poderes que removieron de ella están
volviendo. Todos creen que los elfos domésticos son bonitos, pequeñas criaturas
encantadoras que existen para ser máquinas limpiadoras, pero están muy
equivocados. Iris probablemente podría estar al nivel de las tres si se volviera
bastante loca. Ni siquiera quiero verla tener que usar sus poderes de la manera
que lo hizo contra Vikommin. Eso casi la destruyó la primera vez.
—¿Pero ahora es libre? ¿Para casarse con Bruce?
— Sí, y tener hijos. Aunque no estoy segura de que eso sea suficiente para
ella.
Me detuve en el semáforo en rojo, luego giré hacia la entrada de la autopista,
ganando velocidad mientras ponía el auto en una marcha más alta. El tránsito era
ligero a esta hora de la noche y hacía tanto frío que la nieve estaba cuajando en la
carretera. Por la mañana, sería otra sólida sábana de hielo negro.
—Este clima es una locura. ¿Han dicho cuando va a dejar de nevar y
volverá a llover?
—Estamos en una ola de frío del Ártico, se supone que durará otra semana
o dos y luego, gradualmente volverá el calor. ¿Y qué quieres decir, con que no
estás bastante segura? —La Gatita no se estaba quieta y estiraba el cinturón de
seguridad.
—Algo ocurrió ahí fuera en los campos helados, y antes de que preguntes,
no... no sé qué fue. Pero Iris regresó, feliz y pensativa. Algo está trabajando en
ella. Pero ya sabes lo boca cerrada que es. Hasta que esté lista, no va a chismear.
Aceleré, igualando la velocidad de los autos que se acercaban y me atreví a
colocarme en el siguiente carril, luego cambié otra vez a la izquierda para
alejarnos de la inminente salida de un carril. Mientras bajaba la velocidad —no
íbamos tan rápido, considerando el clima— exhalé mi aliento y me relajé.
—Entonces, ¿qué pasa contigo? ¿Sharah te sacó para el combate?
Delilah sonrió.
—Sí, y chica, estoy lista para ello. Odio estar en una cama de enfermo. Pero
necesito trabajar. Ocho semanas sentada alrededor de la casa han convertido mi
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cuerpo en gelatina y ella me advirtió que la primera semana me dolería cuando
comenzara a usar mis músculos otra vez. Me ha hecho algo de terapia física, pero
los músculos están tensos y van a tirar. —Se puso seria—. ¿Qué crees que le pasó
a Chase?
Me encogí de hombros.
—No tengo ni idea, Gatita, pero lo que sentí al otro lado de ese portal no
era completamente amistoso. Tú... no estás teniendo otros pensamientos
¿verdad?
Ella pareció sorprendida.
—¿Te refieres a Shade y Chase? No... no después de todo lo que pasó. Pero
aún amo a Chase, muchísimo. Él fue mi primer amor, y no te libras de eso, no a
menos que la persona te lastime. Adoro a Shade; él es bueno para mí. Pero
Chase... es nuestro detective, ¿sabes?
Sonreí suavemente.
—Sí, lo sé. Es nuestro detective. Es de la familia.
Cuando aceleramos a lo largo de la carretera, un silencio cómodo cayó entre
nosotras, uno nacido por ser quienes éramos. Ninguna de las tres necesitábamos
la constante charla, aunque a Delilah le gustaba mantener la TV para tener ruido
de fondo. Tanto Menolly como yo estábamos contentas con el silencio o la
música de fondo.
—¿Crees siquiera en el futuro? —preguntó ella después de un rato.
—¿Qué quieres decir? ¿Estás hablando sobre Shadow Wing?
— Sí... No. ¿Quizás? Quiero decir, si nos las arreglamos para detenerlo,
¿entonces, qué? ¿Volvemos a casa al Otro Mundo? Estás casada con Ahumado,
Morio y Trillian. Yo estoy con Shade y vinculada al Señor del Otoño. Menolly
está enamorada de Nerissa, que es una were de la Tierra. Nuestras vidas están
unidas a ambos lados. Y tú... —Ella paró de repente—. No importa.
—No —susurré—. Continúa y dilo. No puedo ir a Y’Elestrial porque Padre
me repudió.
—¿Si la Reina Tanaquar levanta la prohibición, lo harías?
—¿Volver? Quizás. Pero ahora no lo sé... incluso si Padre viene, siempre
recordaré que él me apartó. No creo que sea capaz de perdonarle por eso. Y
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Y’Elestrial está vinculado por completo a recuerdos de nuestra infancia. No sé si
podría volver a casa otra vez. Al menos no allí. Quizás a Dahnsburg, Feddrah
Dahns y su padre me gustan.
Cuando pensé en el unicornio, sonreí. Recientemente había recibido una
carta del Rey Uppala-Dahns exonerándome por matar al Unicornio Negro. De
hecho, de alguna manera me había convertido en una heroína popular allí, por
liberar a la Bestia Negra para reencarnarse conforme la leyenda. Pero no les había
hablado a mis hermanas de ello. Por un lado, sonaba como alardear. Por otro
lado, no había tenido tiempo para procesar completamente toda la situación.
—Esta sí que es una buena idea —dijo Delilah, riendo—. La ciudad
unicornio. Aún no la he visto, y me gustaría hacerlo.
—Quizás tengamos una oportunidad de ir allí. La próxima vez que
necesitemos un descanso, tomemos unas vacaciones, podemos saltarnos
Y’Elestrial e ir a los Túmulos de Elqaneve. De todas formas, deberíamos
reportarnos con la Reina Asteria. —Desde que mi padre me había repudiado, mis
hermanas y yo habíamos dejado la Agencia de Inteligencia del Otro Mundo y
fuimos a trabajar para la Reina de los Elfos
—Ahí... ahí está nuestra desviación —dije, virando de vuelta al carril de la
derecha mientras comprobaba por sobre mi hombro para asegurarme de que
estaba despejado. El cielo de la noche era plateado mientras la nieve continuaba
cayendo, y la rampa de salida estaba resbaladiza, patinamos ligeramente cuando
bajé la velocidad, pero logré evitar derrapar y entonces giramos al este y nos
dirigimos hacia el complejo.
La Triple Amenaza —como yo había apodado a la Corte de las Tres
Reinas— era propietaria de un complejo de mil acres en el noroeste de Seattle,
recostado contra el faldeo de la Cadena Montañosa de las Cascades
A principios de año, el gobierno había establecido un límite a las Reinas Fae
de la Tierra —podían comprar y tomar cinco mil acres de tierra por ahora, con la
posibilidad de expandirse en el futuro. Esa tierra sería considerada una nación
soberana, y un tratado había limado asperezas en la comprensión de que se
mantendría si ninguna amenaza era realizada contra el gobierno o la gente de los
Estados Unidos, por parte de los Faes de la Tierra que habían firmado los
pergaminos.
Titania, la Reina de la Luz y la Mañana, y Aeval, la Reina de la Sombra y la
Noche, habían estado de acuerdo. Y habían forzado a Morgana, la Reina medio-
fae del Crepúsculo y el Anochecer, en minoría, a que estuvieron de acuerdo en
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los términos. Aunque tenía la sensación de que a Morgana no le habían
preguntado su opinión, las tres Reinas habían estado de acuerdo en nombrar a su
nación Talamh Lonrach Oll… traducido libremente como la Tierra de las
Manzanas Brillantes.
Mientras serpenteábamos a través de las laderas de las colinas hacia la
Nación Fae, comencé a sentir la energía a unos buenos ocho kilómetros antes de
que estuviéramos allí. En la oscuridad, los árboles brillaban y las chispas se
escabullían a través de la carretera, haciéndome sonreír. Adoraba la magia aquí
fuera —especialmente por la noche, ya que Aeval y Morgana estaban conectadas
con la Madre Luna, al igual que yo.
Terminamos en la carretera que se dirigía hacia las elevadas puertas
plateadas que habían sido erigidas atravesando la carretera que conducía al
interior.
No necesitaba presentarme hasta el Solsticio. Los guardias parecían
sorprendidos de vernos, pero nos saludaron una vez que se dieron cuenta que
éramos nosotras. Cuando entramos, la carretera viró a la izquierda, hacia un gran
estacionamiento. Los autos no estaban permitidos más allá de ese punto. O
caminabas o tomabas un caballo que tiraba de un carruaje o una bicicleta.
Moviéndome en el espacio del estacionamiento, apagué el motor y abrí mi
ventanilla. El sonido de la magia llenaba el aire. Nadie podía oírlo, ni siquiera
todos los Fae, aunque las personas corrientes podrían captar un zumbido que les
irritaba o un dolor de cabeza por el zumbido en sus oídos, pero yo podía hacerlo.
Era suave y sonaba en el viento como miles de campanas.
Delilah se rascó su cuello.
—Siento como si las hormigas estuvieran trepando sobre mí.
—Es la magia —le dije suavemente—. Vamos, te acostumbrarás después de
un rato y no lo notarás tanto.
Salimos del auto y lo cerramos. No tenía sentido arriesgarme, la gente de
nuestro padre generalmente no era de confianza a menos que hubieran dado su
palabra de honor, y aún así, yo era cautelosa.
—Por allí. —Señalé los puestos dónde podíamos tomar prestado un caballo
o un carruaje. No tenía ninguna intención de caminar todo el camino hacia el
palacio. Estaba cansada del viaje con Iris y me sentía como si nunca me fuera a
calentarme, aunque comparado con las Tierras del Norte esta tormenta era una
brisa de primavera. 46
La mujer que se encargaba de los establos nos dio un vistazo, luego
prorrumpió en una sonrisa.
—Bienvenidas, Hermanas del Otro Mundo. ¿Necesitan un carruaje? —Su
voz sonaba entrecortada, y me di cuenta de que no estaba acostumbrada a hablar
en inglés. Debió de haber salido recientemente de los bosques.
Aún había suficientes lugares salvajes en los que los Faes permanecían
relativamente intocados por la sociedad. Pero eso estaba disminuyendo y me
temía que bastante pronto habría una lucha entre las humanos y los faes de la
Tierra por el territorio.
Andy Gambit, el periodista sensacionalista del Seattle Tattler que hizo su
mejor esfuerzo para hacer de nuestras vidas un espectáculo, era temido por
nosotros los de Otro Mundo, pero el hecho era, que primero él debería haber
vigilando su propio patio trasero. Nosotros éramos una amenaza mucho menor
que los Faes de la Tierra que habían asimilado tranquilamente la conmoción por
la deforestación y el desarrollo durante los pasados ciento cincuenta años.
—Gracias. —Acepté las riendas del carruaje cubierto. Era uno de dos
asientos tirado por un caballo. Cuando Delilah y yo nos ubicamos en el interior,
me di cuenta que aunque la calesa nos protegería de la mayoría de la nieve, no
haría mucho contra el frío. Encantador.
—¿Recuerdas cómo conducir una de estas cosas? —Delilah me miró, luego
al caballo—. Ha pasado mucho tiempo.
—No tanto. —Me tomé un momento y comprobé las riendas.
Afortunadamente, habían pasado dos buenos años o algo así desde que me había
sentado detrás de las riendas de una calesa, pero había pasado muchísimo más
tiempo desde que había conducido una cuando vivía en Otro Mundo. Y, después
de un solo error al querer buscar el acelerador, la sensación del cuero en mis
manos regresó y chasqueé la lengua al caballo, manteniendo firmemente agarradas
las riendas.
Mil acres es un área sorprendentemente grande cuando tienes frío, y la nieve
está golpeando tu cara. Parpadeé contra los copos mientras aterrizaban sobre mis
pestañas, agradecida por la máscara impermeable, y guié al caballo a través del
medio de la calle adoquinada. Las piedras estaban cubiertas de hielo y nieve
acumulada, y de hecho, más de una vez me sentí aliviada de estar en la calesa y no
en el auto. La Triple Amenaza parecía reacia a palear la nieve y el caballo
avanzaba trabajosamente a través de unos buenos veinticinco centímetros de
cosa blanca. Aquí arriba en las faldas de las Cascades, nevaba más a menudo y
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con más profundidad que en las tierras bajas o en las ciudades a nivel del mar.
Por ahora, la única visibilidad provenía del cielo plateado-oscuro y las luces
que brillaban a los costado, provenientes de las casas-túmulo donde los Faes de la
Tierra —esos a quienes habían aceptado en Talamh Lonrach Oll como
residentes— vivían.
Los miembros itinerantes eran más que los residentes. Muchos más. Lo que el
gobierno pensaría cuando vieran cuántos Faes había realmente allí, aún estaba
por verse. Aunque los humanos habían aceptado —algunos más a regañadientes
que otros— que no eran los únicos seres en el planeta, tenía la sensación de que
no estarían cómodos cuando supieran el completo alcance de cuántos Faes había
realmente en el mundo. O vampiros. O Weres. O Criptos, de hecho. Las
historias de los cuentos de hadas se habían abierto y vuelto a la vida. Los
monstruos habían salido de debajo de la cama y estábamos entre ellos.
—¿Querrías vivir aquí? —preguntó Delilah, mirando las luces que brillaban
a los costados de la carretera.
La sonreí débilmente.
—No lo creo. Dudo que ellos acepten a Ahumado en sus corazones… o
incluso a Morio. Trillian, quizás, incluso aunque es un Svartan y de hecho son
parte del linaje de los altos elfos. Y los Svartans y los altos elfos no se mezclan
bien.
—Los Svartans y los Faes no se mezclan bien. —Ella se sonrojó—.
Lamento que Menolly y yo te la hiciéramos pasar tan difícil a causa de él todos
esos años. Ahora que hemos logrado conocerlo realmente…
—¿Quieres decir, ahora que has sido forzada a vivir con él?
—Eso, también. —Ella agachó su cabeza y sonrió—. Realmente es un tipo
bastante bueno. Aún creo que es arrogante como el infierno, pero sólo es su
naturaleza. Te ama y te consiente, ayuda con la casa y adora a Maggie.
—Bueno, gracias por notarlo finalmente. —Levanté la mano y toqué su
nariz.
—De todas formas, ¿qué estabas diciendo?
—¿Qué? Oh, ¿si querría vivir aquí? —Solté un largo suspiro—. No me
malinterpretes, creo que lo que Titania y Aeval están haciendo es algo bueno. Y
es maravilloso. La magia me canta. Pero está fría Gatita. La magia me deja fría y
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con la sensación de estar sola. Al igual que la luz de las estrellas, es brillante, pero
está demasiado lejos de cualquier cosa que puedas tocar o sentir, es casi... vacía.
El tranquilo golpeteo de los cascos del caballo en los adoquines cubiertos de
nieve calmó mis nervios mientras serpenteamos nuestro camino a través de un
laberinto de caminos y senderos. Un montón de construcciones continuaban
apareciendo, parecían casas y montículos de túmulos que brotaban por todo el
lugar.
Ninguna de esas casas era de un solo piso, aunque todas eran como casitas
de campo por la estructura. No había líneas de electricidad cruzadas a través de la
tierra, ni las habría. Sabía que Titania y Aeval habían insistido en eso…el poder
que venía de la magia alimentaba esas casas y la energía solar y geotérmica.
Proveniente del viento, del sol y del vapor.
Ojos receptores de luz brillaban a lo largo de los caminos, marcando una
nueva calle. Parecía extraño ver las brillantes luces aquí, en la Tierra, pero tenía la
sensación de que más de un intercambio estaba ocurriendo. El Otro Mundo
estaba tomando prestado algo de la tecnología de la Tierra, y los Fae de la Tierra
estaban captando algunas de las maravillas de Otro Mundo. Sonaba raro, como si
los dos mundos se estuvieran reuniendo, en su propia manera... como largas
raíces divididas serpenteando para volver a unirse otra vez.
Con tantos portales que conectaban a los reinos volviéndose inestables y el
velo que separaba el Otro Mundo de la Tierra desgarrándose en algunos lugares,
me preguntaba cuánto tiempo pasaría antes de que todo implosionara y los dos
mundos giraran uno sobre el otro nuevamente.
Cuando el Otro Mundo se había separado durante la Gran División, el
abismo en el plano astral eventualmente había creado una tensión no natural que
seguía estirándose, tirando de los bordes del velo. Pero los sellos de espíritu
habían mantenido todo bien organizado y dividido. Hasta ahora.
—¿Qué crees que ocurrirá si los mundos vuelven a juntarse otra vez? Por
lo que Aeval me ha dicho, cuando se separaron fue un cataclismo, terremotos,
volcanes en erupción, climas antinaturales en las zonas menos golpeadas al
romperse la tela del espacio y el tiempo. —Miré a Delilah—. Creo que tengo
miedo de que ya esté ocurriendo, y que sea inevitable, si los sellos de espíritu
fallan, entonces ¿qué les deparará el futuro a los dos mundos? Hay mucha más
gente ahora. Miles podrían morir.
Ella apretó sus labios y miró por la ventana. 49
—No lo sé —dijo ella después de un momento—. Podemos especular todo
lo que queramos y no sabremos si llegaremos a la respuesta verdadera. Creo...
que no lo sabremos hasta que ocurra. Si ocurre, la Tierra ya está abarrotada,
¿puedes imaginar el caos si toda la gente allá en nuestro hogar es lanzada a este
espacio? ¿Y qué les ocurrirá a los paisajes? No puedo ni imaginarlo.
Chisté y tiré ligeramente de las riendas para refrenar al caballo. Casi
habíamos llegado.
—Tienes razón, por supuesto. ¿Cómo podríamos visualizar cómo sería?
Podemos adivinar, pero pensar demasiado en esto va a conducirme a la locura.
De todas formas, aquí estamos… los Túmulos de las Cortes.
El palacio era maravilloso, pero menos ostentoso que cualquier cosa en el
Otro Mundo. Acurrucado debajo de un gigante montículo de túmulo, el palacio
contenía tres cortes… una para Aeval, una para Titania, y una para Morgana. El
césped sobre los montículos era rico y verde bajo la nieve, y los abetos
sobresalían alrededor del palacio como centinelas, observando la tierra.
Durante la primavera, el montículo del túmulo estaría pletórico de flores de
jardín de todo tipo, y enormes, extensos helechos, y en el centro de cada
montículo —encima del punto central— había un roble. Estaban creciendo más
rápido que un roble normal, alimentados por la magia y la fuerza de Faerie.
Cuando nos acercamos a los guardias apostados delante de la Corte de la
Oscuridad, respiré profundamente. En una semana, prestaría mi juramento a la
Tierra, a Aeval. Y mi padre me repudiaría para siempre.
—No tengo elección —susurré a los copos perdidos que besaban
ligeramente mi cuello cuando salí de la calesa—. Es la voluntad de la Madre
Luna… y yo soy su hija.
—¿Qué? —Delilah me miró—. ¿Camille, estás bien?
Temblando, tiré de mi capa acercándola a mi cuerpo.
—No lo sé. Las cosas están cambiando para mí, Gatita. Me preocupa que
no esté lista para el reto.
—Bueno, preocúpate por eso cuando llegue. Porque si yo puedo enfrentar
mi entrenamiento como Doncella de la Muerte, tú puedes enfrentarlo como
sacerdotisa. Incluso si eso significa que tendrás que adular a nuestra prima
Morgana.
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Y sonriéndome, ella me disparó una bola de nieve.
La nieve me golpeó justo en la cara y me sacó de mi reflexión. Bufé, luego la
aparté y me dirigí hacia la entrada. Ella tenía razón. Teníamos trabajo que hacer.
Ahora. Chase dependía de nosotras. Y eso era lo más cerca de regodearme en
una depresión que me iba a dejar estar.
—Vamos, Gatita. Tomemos un té con la Reina Fae. —Me moví hacia ella y
vino a mi lado cuando entramos en la Corte de las Tres Reinas.
Capítulo 4
Los salones interiores del palacio eran terrosos, me hacían recordar el
palacio de la reina Asteria, con las raíces de los árboles serpenteando a través de
las paredes y los cristales brillantes que sobresalían a través del suelo. La tierra
estaba tan compacta y suavizada que parecía yeso veneciano y las cámaras
estaban iluminadas por una luminiscencia que brillaba tenuemente, una luz pálida
que podría haber sido verde o podría haber sido blanca, llena de chispas que
danzaban como sinapsis eléctricas.
Los miembros de la corte, probablemente criados, pasaban en silencio,
algunos llevaban cuencos con frutas o bandejas de pan, otros llevando cuadernos
y portapapeles. Uno, en una extraña yuxtaposición, corría con una espada corta
en una mano y una netbook en la otra. Me pregunté con qué energía la
alimentaban y si tenían Wi-Fi. Pero de alguna manera todo esto encajaba en la
nueva aparición de los Fae de Earthside en la sociedad humana.
Hice un gesto a uno de los guardias.
—Tenemos que hablar con la reina Aeval.
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Él arqueó las cejas, pero movió un dedo y nos hizo señas para que lo
siguiéramos.
—Supongo que no tienen una cita.
—No, pero ella va a querer escuchar lo que tenemos que decir. Soy Camille
D'Artigo y esta es mi hermana Delilah. Si pudiera anunciarnos…
Lo seguimos por el pasillo, giró a la izquierda y entramos en una pequeña
habitación, donde el olor a tierra se mezclaba con el aroma de las rosas blancas, el
arrayán y la gaulteria. Un pequeño árbol en una maceta asentado en un rincón
estaba cubierto con ojos receptores de luz en miniatura que brillaban en color
rosa, azul, verde y amarillo.
Un verdadero árbol de Navidad, pensé, tan mágico como el origen de la
tradición. Nos sentamos en un banco tapizado cubierto con un remolino de
cachemira. Una copia de un Monet colgaba de la pared por encima de nuestras
cabezas, y en la pared opuesta, una máscara tribal que parecía de origen driadico.
—Esperen aquí —dijo el guardia y desapareció por la puerta de la izquierda.
Me levanté y eché un vistazo más de cerca a la mascarilla mientras esperaba. La
base era de madera, estaba adornada con cristales y flores secas. Hermosa, casi
efímera por naturaleza, pero sin embargo, la energía estaba tan conectada a la
tierra que podía imaginar que la máscara duraría mil años. Mis dedos me picaban
y me di cuenta que habían pasando unos buenos dos o tres años sin que pensara
en las aficiones que había dejado en nuestro hogar. Menolly era la cantante de la
familia; Delilah tenía su establo de animales en casa. Yo me pasaba horas en los
jardines, primero por necesidad, y luego por amor, dando vueltas entre las plantas
en comunión con su espíritu y la energía de la tierra misma.
Para ser una Bruja de la Luna tienes que tener una conexión con la Gran
Madre… porque la Tierra y la Luna eran hermanas y estaban conectadas.
—Envidio a Iris —le dije, volviendo junto a Delilah—. Extraño tener
tiempo para pasar en los jardines, caminar por el bosque y escuchar a los árboles.
Extraño Otro Mundo, donde la energía prácticamente salta de las ramas. Aquí,
los bosques son o impredecible y oscuros, o están ligeramente dormidos,
esperando a despertar de nuevo.
Delilah me sonrió a medias.
—Tenemos que buscarnos más tiempo para salir por los bosques de los
alrededores de nuestra casa. Voy mucho a correr… ya sé que tú no lo haces, pero 52
podríamos dar un paseo todos los días, juntas. Tal vez por las tardes, después de
que Menolly se despierte, las tres podríamos simplemente hacer un hábito de ir a
dar un paseo.
La idea de un paseo tranquilo hasta el Estanque Birchwater sonaba a gloria.
—Siempre y cuando no nos lleven a la rastra para luchar contra los
demonios. Estoy tan cansada, creo que me voy a caer dormida aquí si no vienen a
buscarnos.
—Son las ocho y media ahora —dijo Delilah, mirando su reloj—. Todavía
estoy bien, puedo conducir a casa.
Me apoyé en su hombro, dejando que mis ojos se cerraran.
—Estoy muy cansada —le susurré—. Las Tierras del Norte eran tan frías…
y luego tener que lidiar inmediatamente a continuación con el daemon y después
la desaparición de Chase… Apenas puedo mantener los ojos abiertos. —Inhalé
lentamente, pude sentir que el sueño se colaba dentro de mí, pero me detuve
cuando el sonido del movimiento del picaporte me despertó.
El guardia asintió.
—Pueden entrar ahora. Aeval las verá.
Atravesamos la puerta, sin saber qué esperar. El ritual del Solsticio de
Verano cuando la tierra fue dedicada oficialmente había tenido lugar en un sitio al
aire libre y ninguna de nosotras tres había estado jamás en el interior de alguno
de los palacios terminados. Mientras yo guiaba a Delilah a la sala del trono, me
quedé sin aliento.
Considerando que la estructura principal era más utilitaria, la sala del trono
de Aeval era brillante y hermosa. El techo en forma de cúpula brillaba con
filigranas de plata grabadas en una superficie de piedra enjoyada. Al igual que
adoquines, excepto que el techo arqueado brillaba con gemas dispersas de
obsidiana pulida, ónix, piedra de luna y una piedra azul cobalto con la que no
estaba familiarizada. Insertos en la piedra trabajada había representaciones en
mosaicos de la luna y las estrellas, y de la misma Aeval, elevándose contra el cielo
nocturno, de pie delante de un océano de plata, con las olas rompientes
estrellándose contra la orilla oscura.
El salón del trono estaba envuelto en un paisaje de plata, añil y azul. Los
colores de Aeval, los colores de la noche. La niebla flotaba por el suelo y una luz
pálida azul hielo emanaba de debajo de los jirones de niebla que flotaban hasta
enroscarse suavemente alrededor de mis muñecas. Unas banquetas dispersas se
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apoyaban contra las paredes, todas en tonos de gris y azul marino con ondas de
plata bordadas en los asientos.
La belleza de la sala austera quedó atrapada en mi garganta y llevé mis dedos
hasta mi boca, asombrada por la labor que se había realizado y los hilos mágicos
que corrían a través de ese trabajo. A mi lado, Delilah lanzó un breve suspiro.
Y en el centro, había un trono revestido de plata. El asiento y el respaldo
estaban tallados en las ramas de un tejo antiguo; unos adornos de plata se abrían
paso a través de los brazos y el respaldo. El trono era más salvaje que real,
primitivo como la noche, extendiéndose a través de la parte trasera del túmulo.
Y en el trono estaba sentada Aeval, alta y congelada como una estatua
tallada en hielo. Su cabello era oscuro como la noche y su piel, de alabastro y
porcelana.
Llevaba un vestido de gasa tejida con hilos de plata y cuando ella se puso de
pie, hizo un sonido como el de una cadena de metal ligero tintineando
suavemente contra sí misma.
Me arrodillé en la base de su trono y Delilah hizo una reverencia.
—Camille, no estás convocada para informarme hasta el solsticio. ¿Qué te
trae a mis pies esta noche? —Su voz resonó en la cámara, mientras bajaba por las
escaleras del trono—. ¿Ha sucedido algo malo?
—En realidad, sí —le dije, encontrando mi lengua. Titania me ponía tan
nerviosa que tenía problemas para hablar con ella… había pasado de la ebriedad
y de ser una Reina Fae caída, a recuperar sus poderes y brillar como el sol.
Morgana era mi prima, pero ya no confiaba en ella y cada palabra de su boca era
un enigma, lleno de segundas intenciones. Pero Aeval… con Aeval podía hablar,
una vez que superaba la impresión inmediata de una chica fan. Yo no se lo había
mencionado a nadie, pero si tenía que comprometerme con cualquiera de las
cortes de la Triple Amenaza… estaba aliviada de que fuera ella.
—Entonces, cuéntamelo. —Aeval hizo un gesto hacia un par de banquetas
que estaban cerca del trono—. Por favor, tomen un descanso y coman conmigo.
—Dio una palmada y una sirvienta apareció de entre la niebla con una bandeja
con frutas y queso, rodajas de carne de venado y galletas con azúcar
espolvoreada.
Acepté con entusiasmo un plato… el frío de las Tierras del Norte había
aumentado mi apetito, al igual que el agotamiento. Delilah también aceptó un
plato, pero yo sabía que su mente sólo estaba en las galletas. Mi hermana era una
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adicta a la comida chatarra original y me preocupaba por lo que toda esa basura le
haría a su sistema después de un tiempo. Y si volvíamos a nuestro hogar en Otro
Mundo, no había ningunos Cheetos por allí, ni tampoco había una gran cantidad
de puestos de dulces. Galletas, sí, ¿pero barras de Snickers? No tanto.
El protocolo dictaba que comiéramos unos bocados antes de sumergirnos
en nuestro asunto. Aún con la vida de Chase en peligro, la Triple Amenaza se
tomaba en serio el protocolo y los modales, y si quebrantábamos la tradición, no
tendríamos ninguna ayuda en lo absoluto.
Después de unos momentos, puse mi plato en el asiento junto a mí y me
volví hacia Aeval.
—He venido en busca de ayuda. Y he venido a cobrar el favor que me
prometiste. —Las palabras se atascaban en mi garganta, pero me las arreglé para
sacarlas. Tener una deuda como esa a mi favor era un gran asunto y tener que
gastarla significaba que estaría de vuelta en desventaja. Pero Chase valía la pena.
Aeval inclinó la cabeza.
—El asunto debe ser grave en verdad, para que hayas venido. ¿Qué es
aquello con lo cual solo la Reina de la Noche puede ayudarte?
Le conté rápidamente el incidente en el Parque Tangleroot.
—Y sea lo que fuera succionó a Chase al interior. Necesitamos tu ayuda.
Esa cosa se sentía fuertemente fae para mí. No sé cómo o incluso si podemos
volver a abrir el portal. Dudo que Chase pueda salir por su cuenta. Necesitamos
ayuda para rescatarlo.
Aeval apoyó las manos en las rodillas. Mirándome fijamente a los ojos.
—¿Tú utilizarías tu deuda a tu favor para salvar a tu amigo?
—Sí, pero hay más que eso. Este portal… tenemos que saber adónde
conduce, porque tengo la sensación de que no es lo último que hemos visto de
eso. Hasta el momento, no sabemos si algo llegó a través de eso, pero tengo el
presentimiento desagradable de que la próxima vez que se abra, algo podría
entrar en este mundo. Y sea lo que sea, tengo la sensación de que estamos
tratando con un Gran Malo aquí.
—¿En serio? Algo como… ¿demoníaco?
Pensé en ello por un momento. Mi sensación no era que estábamos
tratando con demonios en este portal, sino con otra cosa.
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—No, no creo que sea un demonio. Pero los cantos de sirena… la
sensación de energía pesada fae… me puso nerviosa.
—¿De verdad crees que hay algo tan grande allí detrás? —Aeval nunca se
inquietaba, pero me di cuenta de que había despertado su interés—. ¿Un Fae
Antiguo?
—Quizás. Yo no me sorprendería. Aeval, Chase es uno de nuestros amigos
más cercanos. Y es uno de los mejores aliados que los Fae de Otro Mundo
pudieran pedir. Tenemos que salvarlo. —Dejé escapar un suspiro lento—. ¿Estás
dispuesta a ayudarnos?
Esperé. Aeval ayudaría o no, según lo quisiera. Le hice una última súplica y
extendí mis manos.
—Por alguna razón, creo que eres la única que puede ayudarnos con esto.
Pasó otro momento, y entonces la Reina de la Noche me dio una leve
inclinación de cabeza.
—Voy a ir con ustedes y examinaré la firma de la energía. Pero vamos a ir
allí a mi manera. No nos llevará mucho tiempo. Tengo la sensación de que estás
cansada, Camille. Hueles a las Tierras del Norte y tu aura se ve disminuida esta
noche.
Ella se levantó y llamó a la guardia. Escoltadas por cinco fae
incondicionales, todos oscuros y pálidos como su reina, salimos del palacio y
cruzamos la plaza cubierta de nieve hasta un par de robles gemelos. Un portal…
similar al que habíamos visto en el parque brillaba entre ellos y el crepitar de la
energía me despertó.
En silencio, entramos en el portal uno por uno, siguiendo a la Reina, y el
mundo se desgarró en un millón de piezas, mientras íbamos cantando a través
del espacio y el tiempo.
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Capítulo 5
Trillian se colocó detrás de mí, envolviendo un brazo alrededor de mi
cintura, y con el otro pasó su mano por mi piel, sus dedos largos y delgados me
hicieron temblar. Dejé escapar un largo suspiro y apoyé mi cabeza en su pecho,
dejándome a la deriva en la sensación de su toque.
Yo podía sentirlo… podía sentir a todos mis hombres, gracias al ritual del
Alma Simbionte. Nosotros mismos nos habíamos enlazado en un cuarteto, por
siempre y para siempre, más allá del tiempo, más allá de la muerte. Pero Trillian
era mi alfa; él había sido el primer hombre al que había amado de verdad.... no
fue el primero con el que yo había tenido sexo, pero era el primero que había
amado.
Desde el principio, fuimos como imanes y habíamos desafiado a la familia y
las costumbres para estar juntos.
Él sopló en mi oído una corriente de aliento suave, haciéndome cosquillas
hasta que me reí y extendí la mano para agitarla y alejarlo. 64
—Detente. —Lo dijo como en un susurro, pero la fuerza detrás de su voz
me atravesó y bajé la mano—. Quiero poseerte esta noche. Quiero ser tu amo.
—Tú eres mi alfa. —Yo asentí que mi propia voz sonó grave y seductora,
atrapada en la pasión creciente que se filtraba a través de mi sistema como si
hubiera bebido vino dulce o un brandy ardiente. Mi cansancio cedía mientras el
deseo comenzaba a crecer y la combinación causaba una deliciosa sensación
mientras me entregaba a Trillian.
—Baila para mí, mi amada. —Me soltó lentamente y se acercó a la cama, se
sentó en ella, cruzándose de piernas mientras se recostaba sobre sus palmas,
mirándome.
Encendí la música, mi corazón se elevó al coincidir con el ritmo fuerte.
Poco a poco, empecé a sacudir las caderas con la batería, deslizando mis manos
por mi cuerpo hasta tomar mis pechos. Y entonces la música se hizo cargo y me
sumergí en la canción, mi falda se arremolinaba cuando daba vueltas, arrastrando
mis dedos por mis costados y sobre mis pechos, para saludar a las estrellas.
Me tambaleé ligeramente y di vuelta suavemente mi cabeza para dejar que
mi cabello cayera por mi espalda. Mientras caía en la música, el ritmo se convirtió
en un reflejo en mi cuerpo, me llevó lejos por un camino oscuro, lleno de rosas
de color rojo sangre y de jazmines que florecen de noche. Y luego, sin más, yo
tenía el torso desnudo y mis pechos rebotaron suavemente cuando los liberé.
Trillian dejó escapar un breve suspiro y yo atrapé su mirada, y fui atraída
por él como una polilla a la llama.
—Quiero joderte duro y rápido —susurró—. Quiero sentir mi pene en tu
boca. Quiero devorarte, oír tus gritos, frotar mi cara contra sus pechos. —Sus
palabras crudas pero no burdas, enviaron un escalofrío que me recorrió la
espalda. Me encantaba escuchar a mis hombres diciéndome lo que querían
hacerme.
Justo en ese momento, la puerta se abrió y Ahumado entró al cuarto. Me
volví, tan lista para jugar, como un arpa, como los tambores, como un
instrumento de alegría.
Él miró a Trillian y luego a mí, mientras su cabello se levantaba para agarrar
mis muñecas, las hebras de seda se enrollaron alrededor de mi piel, su apretón era
tan fuerte que no podía romperlo, incluso si quería hacerlo. Una sonrisa ligera
asomó a través de sus labios, elevando lo suficiente las comisuras como para
recordarme que él podía lucir como un hombre, pero era todo un dragón, 65
hambriento y posesivo.
Su cabello se extendía por mis brazos mientras tiraba de mis manos para
deslizarlas por detrás de mi cabeza y la retuvo allí firmemente. Mis caderas se
movían en sincronización con el ritmo lento que resonaba en la habitación.
La música se retrajo, las canciones cambiaron y yo estaba en un claro del
bosque mientras las hebras del cabello de Ahumado me hacían girar y se
enroscaban en los dedos de mis pies. Y entonces, estuve libre de nuevo, la música
dejaba un rastro de migas de pan para que la siguiera. El cuarto se oscureció
mientras Ahumado encendía las velas y apagaba las luces.
En algún momento, me desabroché mi falda, dejándola caer al suelo. Con
los ojos cerrados bailaba desnuda, dejando atrás las prevenciones, dejando atrás la
preocupación, dejando que la música me limpiara y me purificara mientras ardía a
través de mi cuerpo.
Y luego un brazo estaba serpenteando alrededor de mí y mis ojos se
abrieron para encontrar los de Trillian; él me sujetaba por la cintura mientras
giraba conmigo, ambos atrapados en la red de la música. Giramos por la
habitación, la música era cada vez más oscura y él dejó escapar un gruñido y
rasgó su camisa.
Su chorro negro de piel brillaba bajo la luz. Lancé un grito ahogado, una vez
más estaba fascinada por su hermoso cuerpo. Esbelto, pero bien formado,
formaba una V perfecta con la cintura.
Una fina capa de sudor brillaba sobre sus músculos y yo me deslicé hacia él,
presionando mi lengua en su cuello, y lentamente…. muy lentamente… me
deslicé por su cuerpo, absorbiendo el sabor salado de su piel, las gotas de agua se
fusionaban en mi boca mientras me acercaba a su cinturón.
Me arrodillé frente a él y tomé la hebilla, y con movimientos precisos la abrí
y saqué lentamente el cinturón de las presillas y lo arrojé a un costado. Me agaché
y bajé la cremallera de sus pantalones y los deslicé por sus piernas, mirando su
erección, gruesa y palpitante.
Detrás de mí, sentí que Ahumado avanzaba para presionarse contra mi
espalda y me volví hacia él. Se había desnudado, y ahora, su cabello largo hasta
los tobillos ondeaba a su alrededor como si un viento lo hubiera atrapado y
estuviera jugando con él. Las hebras de plata se batían y bailaban al son de la
música. Atrapada entre el fuego y el hielo, extendí la mano y tomé la verga de
Ahumado entre mis manos, me incliné y arrastré una línea de besos a lo largo de
su longitud. 66
Él gimió, su cabeza cayó hacia atrás mientras su cabello lanzaba latigazos en
el aire. Sosteniéndolo firmemente en mi mano, fui hacia Trillian y deslicé mis
labios sobre la cabeza de su pene, el sabor salado de su líquido pre-seminal me
hizo cosquillas en la lengua. Los conocía íntimamente… a mis hombres…por
dentro y por fuera. Me deleité con el sabor de sus cuerpos, la sensación de sus
pieles contra la mía, sus contornos dentro de mí, llenándome por completo,
expandiéndose en mí ampliamente, sacándome de mi cabeza cuando los
demonios jugaban demasiado fuerte en mis pensamientos.
A medida que mis labios se deslizaban succionando alrededor de la punta de
su pene, Trillian se estremeció. Empecé a bajar lentamente y frente a él, me apoyé
sobre mis manos y rodillas, deslizando mi lengua por su extensión, abriendo
ligeramente la boca para poder tomar más de él en mi interior. Y lo tragué
centímetro a centímetro.
Respiré por la nariz, haciendo coincidir mi respiración con el ritmo de la
música, lenta y palpitante, mientras Trillian comenzó a bombear muy suavemente
en mi boca, entrando y saliendo entre mis labios.
Y luego Ahumado estaba arrodillado detrás de mí, sus dedos se posaron
alrededor de mi cintura, y descendieron hasta mi clítoris, pellizcándolo,
acariciándolo, elevándome cada vez más mientras mi deseo aumentaba en las alas
del dragón. Dejé escapar un gemido sordo cuando mi caballero pálido se empujó
dentro de mí, deslizándose a través de los pliegues de mi coño, latiendo con
hambre y energía.
Cuando Ahumado comenzó a penetrarme más profundamente, la música
cambió y estábamos montando un acorde ligero, una flauta que nos guiaba como
el flautista proverbial, y cerré mis ojos, mi lengua bailoteó a lo largo de la
extensión del pene de Trillian, la oscuridad brillante de su piel contrastaba
agudamente con mi propia palidez.
Un destello de luz se encendió en uno de los muslos de Trillian y por un
breve segundo, vi uno de los tatuajes en espiral que se hundió en su interior… y
dentro de mí… durante nuestra unión inicial. El espiral de plata brillaba a través
de las profundidades de su piel y luego se había ido, pero yo sabía que solo había
desaparecido de la vista. El vínculo que habíamos forjado esa noche en el templo
nunca se rompería… no sólo estábamos obligados por el ritual del Alma
Simbionte, sino por el Ritual de Eleshinar.
Las manos de Ahumado encontraron mi cintura y la agarraron con fuerza
mientras su cabello tomó el relevo. Las hebras sedosas encontraron su camino y
se enroscaron alrededor de mis pezones, y uno de los mechones comenzó
67
hacerme cosquillas en mi clítoris, acariciándolo suavemente, vibrando con la
música, llevándome más lejos en la bruma de mi sexo.
Todo el cansancio fue olvidado mientras los tres nos movíamos, como una
bestia, juntos como una criatura, girando rítmicamente y retorciéndonos por la
música, un aura brillante se formó a nuestro alrededor mientras nuestra pasión se
magnificaba.
Trillian se retiró suavemente de mi boca y se tumbó en el suelo y empecé a
frotarme contra él, e incluso más cuando el cabello de Ahumado se extendió y
mantuvo mis pechos apretados formando un pasaje firme para el pene de
Trillian. Mis pezones se deslizaron sobre su piel cuando me arrastré hacia arriba y
abajo contra él, con Ahumado todavía empujándome hacia adelante, el olor a
almizcle de nuestra pasión se filtró a través de la sala.
Gotas de sudor comenzaron a brillar sobre mi piel, cayendo en una línea
hasta salpicar contra el estómago de Trillian. La música intensifica, al igual que el
estado de ánimo de nuestra unión. Cerré los ojos, mi respiración se profundizó
en jadeos irregulares mientras la sensación de Ahumado dentro de mí y el
cosquilleo de su cabello se intensificó. La fricción del pene de Trillian
deslizándose entre mis pechos se convirtió en un tamborileo sudoroso mientras
me refregaba contra él. Una niebla baja comenzó a levantarse del suelo, el frío
helado de Ahumado mezclado con mis rayos de luna y el fuego oscuro de
Trillian.
Y luego, extrañando a Morio, me acerqué a él con mi mente… con el
vínculo que nos unía a todos… y lo sentí allí, en el borde de nuestra unión. Me
escuchó y respondió, su remolino de energía jugueteó con la mía. Yo giré en
espiral en torno a él, tocando su esencia, acariciando su aura. Estábamos girando
juntos, y luego Ahumado y Trillian estaban allí, apoyándonos, ayudando a
mantener Morio en la pista.
Aquí pudimos ver lo cansado que estaba y cuanta energía le había sido
drenada. Y el cambio que la sangre de vampiro de Menolly le había provocado
también era evidente. Su lado youkai… su demonio interior estaba en llamas, más
fuerte en espíritu.
Juntos, Ahumado, Trillian y yo nos enfocamos en traer a Morio en medio
de nosotros, entrelazándolo en nuestra red de pasión. Pude sentir que su
respiración se entrecortó, pude sentirlo jadear mientras yo giraba a su alrededor,
fusionándome con su ser, y entonces, cuando me empecé a venir, elevándome
cada vez más alto, me agarré a todos mis hombres y echamos a correr, al igual
que un grupo de sementales con su reina.
68
El sudor brillaba en mi cuerpo. Con las estocadas de Ahumado y el almizcle
de Trillian deslizándose entre mis pechos, me aferré a los espíritus de mis tres
maridos y me zambullí sobre el borde, lanzándome en espiral en ese vacío negro
que es la petite mort, la pequeña muerte del orgasmo.
Dormí como una muerta esa noche —al menos como los muertos que
Morio y yo no espantábamos de sus tumbas. Cuando me desperté, Ahumado y
Trillian ya se habían despertado y mi camisón y mi bata de baño habían sido
dejados en la parte inferior de mi cama, tres rosas rojas estaban posadas
gentilmente encima de la seda. Sonreí; a menudo hacían esas cosas para mí,
compraban flores o perfumes, y me sentí verdaderamente amada.
Deslizándome de la cama, tomé una ducha larga y pausada, todavía no
podía entrar en calor, luego me vestí con una falda cálida de rayón, un bustier de
jacquard verde, y una camisa de seda ligera transparente sobre la parte superior,
como un guiño a la intemperie. Me deslicé en unos tacones de aguja y sacudí mi
cabello. Acomodé las rosas en un florero al lado de la cama y les agregué agua, e
inhalé profundamente de nuevo oliendo su aroma cálido, antes de mirar a
escondidas a Morio.
Estaba dormido, así que salí de puntillas de la habitación y bajé las escaleras.
Delilah e Iris estaban en la mesa. Miré a mi alrededor.
—¿Dónde están los demás? —Menolly, por supuesto, estaría durmiendo,
pero la casa parecía inusualmente tranquila.
—Ahumado y Trillian están reparando un agujero en el techo. Morio está
durmiendo… parece estar descansando profundamente hoy. Es bueno para su
curación. —Iris me entregó un plato con waffles, tocino y huevos revueltos.
—Él todavía está dormido. Lo comprobé antes de venir. —Tomé asiento y
vertí el jarabe en los waffles, limpié el goteo con el dedo y luego lamí el dulce de
arce—. ¿Qué pasa con Shade? ¿Roz? —Después de una pausa, añadí—: ¿Vanzir?
Delilah se aclaró la garganta.
—Shade se fue… no sé dónde está, para ser honesta. Se fue a la madrugada.
—Rozurial está jugando afuera con Maggie en la nieve. —Iris se mordió el
labio—. Al parecer, Vanzir ha decidido pasar algún tiempo dando vueltas en el 69
Inframundo Demonio, en busca de noticias de los restantes sellos espíritu. —Ella
me miró largamente—. Vas a tener que lidiar con las consecuencias
eventualmente. ¿Cuándo vas a hablar con tus hombres sobre lo que pasó?
—¿Qué tal nunca? —murmuré. Esa era la última conversación que quería
tener. Trillian y Morio lo entenderían, pero Ahumado… no había ni una maldita
manera de que yo pudiera impedirle que fuera tras Vanzir.
Vanzir era un demonio cazador de sueños… y durante la última crisis, había
terminado alimentándose de mi fuerza vital. No tuvo ninguna elección; estaba
atrapado en su naturaleza, y aunque trató de detener el ataque, no pudo.
La única opción que tuve para detenerlo fue tener sexo… para que dejara de
alimentarse de mí. A pesar de que era la última cosa que yo había planeado… eso
era mejor a que él drenara mi energía, lo que era terriblemente doloroso y mucho
más invasivo que una violación.
Pero traten de decírselo a Ahumado y hacer que lo comprenda. Yo sabía
que no cargaría su enojo contra mí, pero no estaba tan segura de que dejaría con
vida a Vanzir .
La Madre Luna ya había castigado al demonio… lo había despojado de sus
poderes. Ella también lo había despojado del vínculo de alma que lo mantenía
esclavizado a nosotras. Así que él ahora era un agente libre, pero sin ningún tipo
de protección, lo cual era un castigo mayor que si yo hubiera acabado con él.
Finalmente aparté mi plato.
—Voy a hablar con ellos en un día o dos. Pero primero, tenemos que
cumplir con Aeval y echar un vistazo a lo que está pasando con ese portal. —Me
quedé mirando mi waffle comido a medias y luego lo ensarté con mi tenedor—.
Tengo mucha hambre esta mañana. ¿Puedo tener otro waffle, por favor?
Iris se echó a reír, pero deslizó uno en mi plato, junto con otro huevo.
Mientras yo estaba ocupada con mi apetito, sonó el teléfono. Delilah
respondió y cuando colgó, me hizo un gesto.
—Ese fue uno de los ayudantes de Aeval. Date prisa y termina con eso. Se
puso impaciente y ya nos está esperando en el parque. Vamos a encontrarnos
con ella allí, en vez de ir a Talamh Lonrach Oll. ¿Qué debemos llevar? ¿Traerás
el báculo que ella te dio?
Negué con la cabeza.
70
—Es más para rituales, o viajes. Todavía no sé cómo usarlo, así que mejor
lo dejaré aquí. No, ella me lo dejó en claro anoche. Llevemos hierro en lugar de
plata. Tengo algo de mi vieja parafernalia por aquí.
Cuando yo era más joven, un miembro nuevo de la Oficina de Auditoría
Interna, aunque en ese momento estaba en la YIA —Agencia de Inteligencia de
Y'Elestrial— a menudo utilizaba el hierro. Su uso se consideraba ilegal para los
funcionarios del gobierno. O más bien inmoral. Pero no me importaba, cumplía
con su cometido.
Había llevado guantes gruesos de cuero para proteger mis manos y había
hecho lo que era necesario para detener a los sospechosos. Ninguna persona,
excepto un supervisor lo objetó, y él, Lathe, estaba determinado a joderme hasta
sacarme los sesos. Continué rechazándolo, así que hizo de mi vida un infierno
durante su tiempo allí.
Delilah parpadeó.
—¿Hierro? ¿Todavía tienes esas esposas?
—Sí, pero incluso si no las tuviera, sería mucho más fácil conseguirlas aquí
que allá en casa. —Me encogí de hombros mientras ella me miraba—. Nunca
pude seguir las reglas, y bueno… eso me salvó de Roche.
Roche había sido un salvaje asesino serial que yo había atrapado allá en
Otro Mundo. En realidad, la verdad es que Trillian había desempeñado un papel
importante en su captura. Yo le debía la vida y él se había ganado mi corazón. La
química había sido instantánea; nos encendimos como la gasolina y una cerilla.
Pero nadie más conocía toda la historia.
Y nunca lo harían. La verdad se quedaba entre mi amor alfa y yo. Quería
darle el crédito, pero al final, él me convenció de que era mejor mantener ocultos
los detalles de la captura de Roche.
—Sí, eso es cierto —dijo Delilah, que todavía tendía a plegarse ante la
autoridad, a pesar de que había perdido un montón de su ingenuidad en el último
año y se estaba convirtiendo en una mujer fuerte y vibrante por derecho propio.
Yo estaba orgullosa de lo lejos que ella había llegado—. Será mejor que nos
pongamos en marcha, así que si quieres agarrar tus instrumentos de tortura,
vamos a ponernos en movimiento. —Ella frunció la nariz pero me sonrió.
Me encogí de hombros. 71
—No tenemos otra opción. Tenemos que pelear sucio. Hacer lo que
tengamos que hacer para ganar. Porque ganar es la única opción aceptable.
—Parece que nuestra vida se ha convertido en eso. Necesitas cambiarte y
ponerte las botas antes de ir. Será mejor que te quites esos tacones de aguja, si
vamos a atravesar ese portal. Me dijiste que olía a turba y eso significa un
pantano.
La miré. Estaba vestida con pantalones vaqueros pesados y una sudadera
con un gato atigrado gris en el frente, pero ella llevaba unos zapatos de lona Mary
Janes. Tenía el pelo corto y en picos, un corte vanguardista que se ajustaba a su
nueva confianza.
Delilah era alta, de un metro con ochenta y cinco de estatura y delgada.
Menolly también era delgada, pero era baja, de un metro con cincuenta y cinco de
estatura y menuda. Yo estaba en un punto intermedio, un metro con setenta.
Superaba a Marilyn Monroe en el departamento de caderas y pechos por un largo
tiro, con una figura de reloj de arena salida de la fantasía de un rey del porno. Mis
pechos y caderas podían hacer llorar a los hombres.
Lo que significaba vestir un montón de sujetadores y ropa que me ajustaran
bien. Pero eso estaba bien conmigo. Mi armario podría haber provisto a un bar
de fetiches, teniendo en cuenta mi amor por el cuero, el encaje, los bustiers y las
faldas de gasa.
Nos dirigimos al estudio teniendo cuidado de no despertar a Morio. Mi baúl
familiar estaba asentado en la esquina y en silencio agarré una manija, mientras
que Delilah se apoderó de la otra. Lo llevamos juntas a mi dormitorio. Nuestra
madre había encargado baúles de ropa para cada una de nosotras cuando éramos
niñas y el mío estaba hecho con la madera del árbol Starblazer, de madera negra
similar al ébano, que resonaba con una fuerte magia y que sólo se encuentra allá
en Otro Mundo.
Abrí la tapa por primera vez desde que llegamos aquí. Un montón de
tesoros dispersos, sobre todo sentimentales, llenaban el baúl. Tomé una
fotografía antigua de nuestra madre. Ella se la había tomado cuando todavía era
una estudiante en España y la sostuve en alto, mirando en silencio a la hermosa
mujer rubia que me devolvió la mirada. Delilah pasó su brazo alrededor de mi
cuello y la contempló junto conmigo.
—Ella era hermosa —le susurré—. Te pareces tanto a ella. Sólo que mucho
más alta.
72
—La extraño. Aunque me cuesta recordarla. Yo era aún muy joven cuando
murió y tú te hiciste cargo. Pero siempre me acuerdo de que ella olía a algo… no
sé por qué, pero era bueno.
Entonces sonreí.
—Yo sé lo que es. — Cuando saqué una botella del baúl y la abrí, la
fragancia llenó la habitación—. Chanel Nº 5. Deberías comprarte un poco.
Todavía lo hacen.
Con una mirada nostálgica, Delilah negó con la cabeza.
—Eso huele tanto a madre. Recuerdo ese olor. Pero no creo que pueda
llevarlo de la manera en que ella lo hacía. Aunque podría conseguir un poco, sólo
para tenerlo en mi tocador, para cuando la extraño.
Tapé de nuevo lentamente la botella y la besé suavemente, embargada por
una ola de nostalgia. Desaparecida nuestra Madre, me aferré a Padre, y ahora
también lo había perdido. Al menos Menolly y Delilah todavía tenían su amor.
Sacudiendo la sensación de pérdida, puse la botella de nuevo en el baúl junto a su
imagen, y luego saqué una bolsa y la abrí con cuidado.
Una araña se arrastró hacia fuera y automáticamente la aplasté. Desde
nuestro encuentro con los cambiaformas araña de Kyoka, no habíamos dejado ni
una en pie en el interior de la casa, todavía está preocupada de que los restos de
su culto pudieran tener espías por los alrededores.
Sacudí el contenido sobre el suelo y miré el botín. Dos pares de esposas de
hierro. Una daga con la hoja de hierro con una empuñadura de asta que me las
arreglé para conseguir. Y el regalo de Trillian para mí, un mayal de plata con
nueve cadenas finas de hierro. Eran lo suficientemente largas como para darme
un latigazo al manipularlas, así que tenía que apuntar con cuidado, pero ellas
causarían un mundo de dolor a cualquier Fae que se atreviera a enfrentarse a mí.
—A veces extraño los días en que estábamos buscando delincuentes
comunes, ¿no crees? —Miré a Delilah, sintiéndome desolada. La vida era mucho
más difícil ahora y es mucho lo que está en juego.
—Sí, ya sé lo que quieres decir. —Ella suspiró y se arrodilló a mi lado—.
¿De verdad quieres llevar estas cosas con nosotras?
Asentí.
—Teniendo en cuenta que el Devorador del Pantano anda por allí, así como 73
quién sabe qué otra cosa, ¿quieres arriesgarte a no poder rescatarlo? Algo como
este mayal podría cambiar el rumbo. Tu daga es de plata, y a pesar de que su hoja
es tan consciente, Lysanthra no puede enfrentar a uno de los Fae Antiguos.
—Entiendo tu punto. Está bien, entonces las llevamos. Es sólo que…
pelear sucio nunca me ha sentado bien. —Ella rebuscó entre las cosas en procura
de unos guantes para las dos—. Estos, son delgados, pero nos darán la
protección suficiente para manejar el hierro.
El hierro nos quema… no tanto como a los Faes de sangre pura, pero lo
suficiente como para dejarnos marcas. Si no conseguimos quitar el metal de
nuestra piel, podría llegar a matarnos y carcomernos nuestra carne como si fuera
ácido.
—Sucio o no, cuando se trata de locos, asesinos y monstruos, estoy de
acuerdo con utilizar todo lo que me da una ventaja. —Deslicé mis manos en los
guantes y recogí cuidadosamente un par de esposas—. No puedo decidir si llevar
el cuerno del Unicornio Negro o no. Vamos tras un Fae y tengo mis reparos de si
eso va a ayudar a nuestros enemigos o a dañarlos.
—Tráelo. Por favor. Podríamos necesitarlo y no puedes saber el modo en
que va a afectarle a un Fae Antiguo hasta que lo intentes.
—Es cierto. —Guardé las esposas y el mayal mientras Delilha agarraba otro
juego de esposas junto con la daga de hierro—. Déjame agarrarlo y luego nos
vamos. —Mientras ella bajaba para buscar su abrigo, me fui a mi habitación y me
cambié los zapatos, luego saqué el cuerno del escondite acomodado en un
pequeño espacio debajo de una trampilla y tiré de la manta.
Levanté el cuerno brillante. De cristal y atravesado con hilos de oro y plata,
el cuerno del Unicornio Negro era sólo uno de los nueve que se sabe que existen.
Cada uno de ellos había sido desechado cuando él se reencarnaba.
Y con este cuerno había matado a la Bestia Negra y la envíe a su próxima
encarnación. Ahora corría libre como un semental joven, puesto para otros mil
años. Y yo, ensangrentada y maltratada, me había ganado mi lugar como
sacerdotisa de la Madre Luna al ser el conducto para su sacrificio.
Yo todavía estaba recelosa de usarlo —cada vez que lo hacía sentía como si
el cuerno compitiera por algún poder sobre mí, aunque no se lo había
mencionado a nadie. En el núcleo del cuerno vivía Eriskel, el jindasel a través de
quien los Elementales del cuerno canalizaban su energía. Y a través de Eriskel, la
magia de aquéllos se canalizaba en mí. Coloqué el cuerno en el bolsillo profundo
de mi falda y cerré el cierre oculto de velcro. Iris había readaptado la mayoría de
mis faldas para que llevara el cuerno en forma segura, de modo que incluso si no
74
llevaba la capa de la Bestia Negra, confeccionada con su piel, podía llevarlo
conmigo.
Mientras me ponía una chaqueta negra caliente de microfibra y me
aseguraba de que mis botas estuvieran atadas en forma segura, me preguntaba en
qué nos estábamos metiendo. Ajusté mi chaqueta con un cinturón de cadena
plateada, luego tomé el bolso con las esposas y el mayal de hierro. Delilah estaba
esperándome afuera en mi auto. Íbamos juntas, mi Lexus tenía neumáticos de
nieve y se desplazaba en la nieve mejor que su Jeep.
Mientras nos colocábamos los cinturones en silencio y arrancaba el auto,
susurré una corta pero dulce oración pidiendo protección. Yo sólo esperaba que
la Madre Luna estuviera escuchando.
Capítulo 6
Aeval estaba de pie en la nieve, esperándonos. No parecía divertida. Le hice
una profunda reverencia, después de darle un codazo a Delilah en el costado. Ella
se apresuró a realizar una notable reverencia.
—Suficiente. Llegan tarde. No volverá a suceder, Camille, sobre todo
cuando te unas a mi Corte. Y ahora, ¿estás segura de que deseas sacar provecho
de tu marcador? ¿En un simple mortal? —Su mirada sostuvo la mía. Ella era
pura gasa y seda, era el oscuro fuego chispeante y la niebla brumosa de la noche
de invierno.
— Mi Señora, no la defraudaré. Y sí, estoy segura. —Apreté los dedos
contra mi frente, en un antiguo saludo—. ¿Qué tenemos que hacer?
Aeval, rodeada por un grupo de cinco guardias, se acercó a donde había
estado el portal.
—Es aquí; puedo ver la firma. Camille, ven. —Obediente, me acerqué a ella.
Puso sus manos sobre mis hombros y se ubicó detrás de mí, entonces, con un 75
grito ahogado, se inclinó más de cerca—. Siento hierro en tu presencia. Eres
hábil. Vas a ser una acólita formidable. Pero por ahora, mira con tu alma, mira
con tu magia. Mira a través de los ojos de la Madre Luna.
Desenfoqué mi visión y dejé que mi mente fuera a la deriva, contemplando
el lugar a través de un borrón confuso. Y entonces, lo capté; allí estaba, una firma
chispeante. El portal que habíamos visto el día anterior no había desaparecido en
absoluto. Estaba allí, invisible a los ojos mortales, invisible a los Faes que no lo
buscaban. El vórtice azul crujía y chasqueaba, y detrás de nosotros, oí a Delilah
jadear.
—Puedo verlo —dijo ella.
—Tu hermana y yo lo trajimos a la vanguardia. —Aeval me dio una
palmadita en la espalda—. Buen trabajo. Tienes mucho poder; aunque puedo
sentir el lugar algunas de las sinapsis están asimétricas. Nunca podrás arreglarlas,
naciste de esa manera, pero hay formas de trabajar en torno a las fallas.
Conforme pase el tiempo, tú aprenderás, hija mía. Tú aprenderás.
Su voz todavía era fría y distante, pero bajo el exterior helado oí la apertura
suave de una puerta. Me volví hacia ella, sonriendo, y por primera vez ella
realmente me devolvió la sonrisa. Sus ojos eran oscuros, unos orbes con
remolinos de poder y glamour, y en su reflejo, me vi a mí misma. Mitad humana,
pero también mitad-Fae. A pesar de que mi padre me había repudiado, yo era su
hija, y no se podía negar su herencia.
—¿Y ahora qué?
Aeval hizo señas para que me uniera a Delilah.
—Voy a abrir el portal para que puedan aventurarse adentro. Daré a Camille
el encantamiento para volver a abrirlo cuando sea necesario, cuando estén listas
para regresar. Con un poco de esperanza, podrán encontrar a su amigo. Y con
esperanza, sobrevivirán a lo que reside en el interior. Los poderes son profundos
y oscuros; ellos son musgo antiguo en árboles aún más antiguos. Son poderes que
pueden igualar a los de la Bestia Negra. Tengan cuidado, niñas, porque ustedes
no saben ni la mitad de lo que creen que saben, y hay trampas y engaños
sembrados profundamente dentro del corazón de los Fae Ancianos.
Mientras nos hacíamos a un lado, ella tendió las manos hacia el portal. El
vórtice brilló y, como una puerta iris de algún espectáculo de ciencia ficción,
poco a poco fue arremolinándose hasta abrirse. Podía sentir el cálido olor del
verano y de la turba y una vez más, la sensación de unos ojos rojos
observándome me aferró y no pude quitármela de encima. 76
Eché un vistazo a Delilah.
—¿Deberíamos hacer esto solas? —Pero Aeval había insistido en que
fuéramos solas, y ahora teníamos una oportunidad—. Supongo que es una
pregunta debatible.
—Chase está allí. Vamos. Siempre podemos volver por refuerzos si no
podemos controlar lo que hay allí. —Ella tomó una respiración profunda—. Le
debemos mucho a Chase.
—Sí, así es. —Me volví hacia Aeval—. ¿Dijiste que me enseñarías el
encantamiento?
Ella asintió y por primera vez pareció vaciló.
—No quiero perderte, Camille. Sean precavidas. Tengan cuidado. No
confíen en los de nuestra especie; tú creciste entre los Fae de pura sangre. Tú
misma eres medio-Fae. Sabes lo que somos capaces de hacer si nos permitimos
hacerlo. —Acercándose, me susurró al oído—. El encantamiento para volver es
V'la'the Akan. Funcionará en cualquiera de los lados. Cuando cantes el hechizo
debes estar a la vista del portal, y deberás usar su energía para hacer girar el
encantamiento, ya sabes cómo hacer eso.
Lo sabía. Había una cierta fuerza interior que las brujas aplicaban a los
encantamientos. Alguien que no fuera bruja, que no había sido entrenado, podía
cantar todos los encantamientos y hechizos que quisiera y nada sucedería. Pero
con el entrenamiento, las palabras se convertían en armas, se convertían en llaves,
se convertían en poder tangible para ser manipulado.
—V'la'the Akan. —Susurré en voz baja, mi lengua probó la pronunciación.
Un escalofrío me recorrió el cuerpo, y me di cuenta que había encontrado la
firma mágica del encantamiento. Aspiré profundamente y dejé escapar mi aliento
en una corriente lenta—. Estoy lista.
—Entonces vayan y que los dioses estén con ustedes. —Aeval asintió hacia
nosotras.
Me volví a Delilah.
—Permíteme tomar la delantera. Puedo canalizar la salida de energía mejor
que tú. —Y sin pensarlo dos veces, atravesamos el portal, adentrándonos en las
profundidades. En la oscuridad. En lo salvaje. 77
La abertura se cerró detrás nuestro y nos quedamos solas en medio de una
jungla de follaje. La temperatura aquí era fría, pero no helada, era húmeda, fresca
y llena de niebla. El olor de la tierra resonaba fuerte y picante, junto con la turba
ácida y madera vieja podrida.
Hicimos una pausa para hacer un balance de lo que nos rodeaba. Cuando
me volví, noté que el portal parecía haber desaparecido, pero cuando cerré los
ojos y busqué su firma, ahí estaba; justo donde debía estar.
—Puedo encontrar el portal ahora, no importa si es visible o no. —No
quería que Delilah entrara en pánico—. Y puedo abrirlo, ya sea en Earthside o
aquí. Donde quiera que sea aquí.
Ella asintió.
—Bien. Hablando de eso… ¿qué es este lugar? ¿Aeval te lo dijo?
Sacudiendo mi cabeza lentamente, miré los helechos espesos que crecían
casi hasta el nivel de los ojos. Unos robles viejos se erguían sobre nosotros, sus
miembros estaban desnudos y mojados. El suelo estaba frío y me di cuenta de
que, aunque aquí no había nieve, sin duda estábamos en medio del invierno. Los
helechos eran grises, sus hojas estaban caídas y latentes. Las zarzas
entremezcladas con la maleza estaban sin hojas, sus espinas sobresalían gruesas y
en gran abundancia.
—Creo… estamos en un sub-espacio; en una de las dimensiones de los
Feries. Y por lo que dice Aeval, los Faes Antiguos vagan por aquí. Este no es
Otro Mundo, pero tampoco es totalmente Earthside. Nunca he oído hablar de
este lugar antes. Tal vez fue creado por los Faes Antiguos, o los Señores Elfos…
o tal vez por los Señores Elementales. Lo que sea, dudo que muchos seres
humanos hayan venido aquí alguna vez.
—O si lo han hecho, nunca escaparon.
—Sí.
Delilah murmuró algo en voz baja.
—¿Qué has dicho? No lo escuché.
Ella se volvió hacia mí.
—No me gusta la energía aquí. Se siente… hambrienta. Como si estuviera
esperando que algo entre en una trampa. No como la mayoría de los
depredadores, aunque hay una astucia en ello que me inquieta. 78
Dejé escapar un suspiro tembloroso. Había estado sintiendo lo mismo.
—Sigo pensando en la historia de Aeval sobre el Devorador del Pantano.
Aquí tenemos turba y un hambre oscura… y puedo oler ratas. —Señalé un árbol
cercano. En las ramas se posaban unos buitres—. Los carroñeros de los muertos.
Nos callamos y recé para que no hubieran estado alimentándose con los
restos de Chase. Teníamos que encontrarlo, y cuanto más rápido mejor. No había
ningún sendero definido, pero la hierba parecía pisoteada en una dirección.
Señalé.
—Ahí, sigamos ese camino.
Delilah se volvió hacia mí.
—Si cambio a pantera, podría ser capaz de atrapar su aroma y guiarnos.
—Por favor, si es que eso ayuda. —Yo no había pensado en eso, pero tenía
sentido. Y ella conocía el olor de Chase.
Mientras la observaba, mi hermana comenzó a brillar y cambiar. Parecía
terriblemente doloroso, pero siempre había insistido en que no lo era, siempre y
cuando ella no se apresurara a atravesar del cambio. Y entonces, mientras las
manos, los pies, los brazos y las piernas se alargaban en patas y piernas peludas,
mientras su cuerpo se estiraba y transformaba, y su bello rostro se tornaban en
un denso pelaje oscuro, sólo pude admirar de nuevo cuán diferentes éramos
nosotras tres. Bueno, cuatro; si cuentan a Arial, la gemela de Delilah que había
muerto al nacer.
En un par de minutos, una gran pantera negra estaba allí, con un collar
enjoyado alrededor de su cuello. Esas eran sus ropas, lo sabía, además de ser el
distintivo que la reclamaba como perteneciente al Señor del Otoño.
—¿Puedes distinguir su olor? —le pregunté, acariciando su cabeza. Me
encantaban los gatos, y ya sea que fuera atigrada o pantera, siempre me abrazaba
a mi hermana cuando se encontraba en forma de gato.
Ella dejó escapar un ronroneo bajo que retumbó mientras le rascaba detrás
de las orejas, e, impulsivamente, me incliné y la besé en la cabeza. Ella levantó la
vista, sus brillantes ojos de color esmeralda miraron mi rostro y con un ruidoso
lametón ella lamió mi mejilla y emitió un gruñido feliz. Me eché a reír, y luego
dejé escapar un largo suspiro.
—Encuentra a Chase, Delilah. —No siempre era fácil mantenerla 79
rastreando cuando estaba en forma de gato, pero de todos modos, yo la amaba.
Delilah miró de lado a lado, luego levantó la cabeza en el aire e inhaló
profundamente. Ella olfateó, su nariz se crispó y luego, con un resoplido bajo,
giró la cabeza hacia mí y salió despedida en una carrera ligera. Corrí por detrás, y
nos dirigimos hacia las brumas que se arremolinaban a través de la cañada. Más
adelante, pude distinguir dos grandes paredes de roca, una a cada lado, que se
abrían en un estrecho canal. Un barranco entre dos acantilados.
Anduvimos a grandes zancadas a lo largo del barranco, ella controlaba su
velocidad así yo podría mantener el ritmo y yo iba a paso firme. Tenía mucha
más resistencia que cualquier humano, pero no podía igualar su velocidad cuando
ella se encontraba en forma de pantera, eso era seguro.
Cuando entramos en el barranco, miré a mi alrededor con nerviosismo. Los
árboles se alineaban a cada lado en la parte superior y no pude penetrar el velo de
la vegetación.
Y con la niebla rodando por el suelo, arremolinándose hacia arriba en
columnas, ni siquiera podía ver el suelo. Por suerte el barranco era corto,
abriéndose enseguida más delante. Parecía conducir a lo profundo de los
bosques, yo bajé la velocidad y llamé a Delilah para que regresara junto a mí.
Hice una pausa, examinando la energía.
Santo infierno.
Estábamos entrando en el reino de un dios oscuro. No malvado, sino
salvaje; alguna antigua entidad del bosque. La energía masculina era abrumadora,
y me montaba como un caballo, me montaba como un atractivo compañero.
Herne. . . el salvaje. Herne, el señor del bosque. Herne, con su cornamenta
elevada hacia el cielo. Entrábamos en su reino y aquí tendríamos que ser
cautelosas. Los dioses no siempre eran agradables, y había dos mujeres en
territorio masculino.
—¿Chase está ahí? ¿Vino en esta dirección?
Delilah resopló de nuevo y asintió. Ella olfateó el aire y luego hizo un gesto
hacia un camino lateral. La seguí por el sendero hacia el interior del bosque,
preguntándome en que nos estábamos metiendo.
El bosque aquí era oscuro y antiguo. Más viejo que Darkynwyrd, allá en
Otro Mundo. Más viejo que Thistlewy Deep. Este era el antiguo bosque que
había surgido de las entrañas de los dioses. Este era el bosque primario, la energía 80
primordial.
El silencio era ensordecedor, con el único sonido constante del agua que
goteaba de las ramas hacia el suelo para marcar nuestro paso. El cielo se
desvaneció; los árboles sobresalían, espesos con acículas y conos, ramas que se
entrelazaban a través del camino para hacer desaparecer el cielo. Hacia donde
giraba, olía musgo y setas, resina de los árboles y el dulce sabor de la tierra recién
removida.
Y turba. Una vez más, olí el pantano.
El Devorador del Pantano. Tenía que ser él; tenía que estar cerca.
Delilah hizo una pausa y luego se alejó de mi lado. Un resplandor la rodeó
cuando empezó a cambiar y me di cuenta que se estaba convirtiendo de nuevo en
su forma con dos pies. Algo debía de haber llamado su atención para que
necesitara hablarme. O tal vez sólo se sentía más segura.
Mientras cambiaba, le di un momento para recuperar el aliento y luego
pregunté:
—¿Qué pasa? ¿Sentiste algo?
Ella asintió, y en voz baja susurró:
—Nos están siguiendo. Hay algo detrás de nosotras.
Me di vuelta lentamente, y por precaución, extendí mi mano en busca del
cuerno de unicornio. Detrás de nosotras, sólo pude ver la maleza a través de la
cual habíamos venido, densa e inmóvil. Pero cuando dejé escapar una lenta
corriente de aire y me deslicé en trance, pude sentir a alguien allí. Alguien viejo.
Alguien poderoso. Alguien que no era un dios, pero más poderoso que nosotras.
Eché un vistazo a Delilah, tratando de averiguar qué hacer. ¿Confrontarlos?
Si no tenían intención de hacernos daño, ¿por qué no salían al descubierto? A
menos que estuvieran nerviosos acerca de lo que nosotras queríamos. Si iban a
atacarnos, ¿seríamos capaces de arruinar su vigilancia llamándolos a que se
muestren?
Delilah esperó, dispuesta a seguir mi iniciativa. Preparé un hechizo,
llamando la energía de la Madre Luna para canalizarla a través de mi cuerpo. Su
presencia también era densa aquí y me di cuenta de que en cualquier lugar donde
lo salvaje reinara, yo la encontraría.
Después de que el rayo se filtró en mi cuerpo, inhalé profundamente y di un 81
paso hacia adelante.
—Muéstrense. Sabemos que están ahí.
Delilah preparó su cuchillo de hierro, arrugando la nariz.
Un momento después, los arbustos se abrieron y salió un muchacho
delgado. Era un Fae puro, eso era evidente, y era glorioso en su belleza, pero era
como ningún Fae que hubiera visto antes. Él podía pararse en dos pies, tener dos
brazos y una cabeza, pero estaba lejos de lucir humano. Una cornamenta se
elevaba desde su frente; una pequeña asta con tres puntas en cada lado. Tenía los
ojos rasgados, con el más ligero de los párpados y unas facciones anchas hasta el
punto de hacer que su rostro se viera demasiado pesado en la parte superior. Su
cabello fluía hasta su trasero, de un intenso color marrón y llevaba lo que
parecían pantalones vaqueros rasgados, cortados a la altura de las rodillas, y no
llevaba camisa. Sus abdominales eran definidos y era musculoso, pero no
demasiado.
—¿Quién eres? —Miré su cara y me di cuenta que él era mucho, mucho
más antiguo que nosotras, pero todavía lucía como un niño.
Dejó escapar un grito ininteligible, luego saltó hacia nosotras, aterrizando en
cuclillas a mis pies. Extendió la mano para tocar mis pies y se lo permití con
cautela, tratando de evitar pincharme con la punta de sus cuernos. Delilah se
preparó para acabar con él si atacaba.
—Aeval… Aeval… —Su voz era gutural y yo apenas podía entender lo que
estaba diciendo, pero sabía que me había llamado por el nombre de la Reina
Oscura.
—No. No soy Aeval —empecé a decir, pero me detuve cuando Delilah
negó enérgicamente con la cabeza. Hice una pausa, dándome cuenta de que él no
me había entendido. O si lo había hecho, no presentaba ningún signo de ello.
—Aeval… Q 'n da dir. —Y entonces, él resopló como un animal y se paró
para mirarme a los ojos, sus ojos eran luminosos, relucientes y astutos. Él
extendió la mano y la puso en mi muñeca, y poco a poco comenzó a deslizar sus
dedos por mi brazo.
Ahora estaba nerviosa, insegura de adónde él pretendía llegar y eché un
vistazo a Delilah. Él podía parecer joven, pero eso era una ilusión. Y parecía
mucho más fuerte que yo. Mientras esperaba, a punto de ponerme a la defensiva,
él se acercó y olfateó larga e intensamente mi cuello. Mientras se acercaba a mi 82
piel, yo retrocedí; podía sentir el crujir de dientes justo detrás de esos labios
carnosos cerrados.
Sus ojos se volvieron de color rojo sangre y dejó escapar un grito fuerte y
comenzó a bailar alrededor de mí. Salté al lado de Delilah.
—¿Qué diablos? —Ella levantó su cuchillo y él se detuvo, olfateando en
dirección a la hoja. Con un gruñido, se movió de un pie al otro.
—No lo sé. Te lo dije, las cosas aquí no son humanas. Los Faes Antiguos
están tan lejos de nuestra gente como nosotros lo estamos de… bueno… el
pueblo de Aladril. ¿Quién sabe lo que miles de años les ha causado?
El chico cornamenta ahora estaba rechinando los dientes, bailando de un
pie a otro, mirando el cuchillo. Él sabía lo que era el hierro, eso era evidente. Y
no le hacía feliz.
—No tengo ni idea de lo que quiere —dije, tratando de mantener mi voz
firme.
Delilah se lanzó hacia delante, moviendo la hoja en dirección a él y éste la
esquivó haciéndose a un lado con la rapidez de un gato. Ella respondió
avanzando y él retrocedió otro par de pasos.
—Tengo la sensación de que Chase está en este área en general, pero no sé
muy bien dónde. No podemos simplemente irnos.
—Éste nos seguiría de todos modos. Es obvio que está pegado a nosotras
por alguna razón. Y no confío en él. Puede tener la cornamenta de un ciervo o
un alce, pero tiene algo detrás de esa boca; sigo sintiendo unos dientes
desagradables aguardando a rasgarme en pedazos.
Lo miré a los ojos y una vez más caí en su belleza. ¿Belleza? No, seguía
siendo parte de un glamour.
—Él está tratando de cautivarme. —Giré por mi cuenta, bajando mis
máscaras así mi herencia Fae brillaría.
Él parpadeó, retrocediendo.
—¿Aeval? He… —Y entonces los movimientos cambiantes empezaron de
nuevo, como si estuviera bailando a un ritmo oculto, o como si fuera un tiburón
y no pudiera permanecer quieto.
83
—Parece que está obsesionado contigo, como si fueras Aeval —dijo
Delilah, inclinando la cabeza hacia costado—. ¿Como si él pensara que sólo
Aeval podría tener glamour?
—¿Tal vez Aeval es la única mujer que ha visto? —Hice un gesto hacia
ella—. Deja caer tu glamour. Veamos lo que hace.
Y así, también Delilah se desenmascaró. Y el chico cornamenta miró de su
rostro al mío y de nuevo al de ella, luciendo desconcertado. Retrocedió un paso,
con una expresión insegura.
Cansándome de esto, decidí que deberíamos darle una lección. No tenía
ninguna razón para matarlo, pero tal vez una paliza ligera se haría cargo de la
situación.
Agité un poco de la energía de la Madre Luna, movilizando lo que quedaba
en una bola pálida entre mis dedos. El chico cornamenta observó, suspicaz,
mientras lo miraba a los ojos, le sonreí lentamente y luego le lancé el hechizo
girando hacia él.
Yo no apunté a matar, sino que lo dirigí para que fuera hacia un hombro.
Él lo observó aproximarse sin tratar de evadirlo. Cuando se estrelló en su
brazo, golpeándolo con una fuerza lo suficientemente fuerte como para
derribarlo, pero —esperaba— sin causarle un daño duradero, él dejó escapar un
grito y se puso de pie.
Hice un gesto hacia la distancia, como si estuviera espantando un gato.
—Vete; vete de aquí. ¡Déjanos en paz!
Pero en ese momento, un fuerte estruendo resonó en el bosque. Retrocedí
de un salto, ignorando el extraño Fae.
A través del bosque, de las profundidades de la selva oscura, el sonido de un
trueno resonaba con cada pisada. Algo enorme se nos venía encima.
Algo antiguo, más viejo que el tiempo, estaba caminando por el bosque
como nosotras podríamos caminar a través de un jardín. El aroma del almizcle
inundó el aire; energía masculina primitiva, fuerte, erecta y oscura.
Empezamos a retroceder, pero no había ningún lugar hacia donde correr.
Eché un vistazo al chico cornamenta. Una mirada de satisfacción cruzó su
cara y me sacó la lengua. No le devolví la burla, sino que me concentré en 84
mantener mi sensatez. Lo que se nos venía encima no era algo con lo que
meterse.
Y entonces, en un choque de rayo y el denso aroma de la selva tropical, salió
un ser que se alzaba sobre los árboles. Era alto, con la piel del color del musgo.
Sus cuernos en espiral se elevaban hacia el cielo, negros como la noche. Y su
pecho estaba enmarañado con vello espeso. Sus piernas eran peludas y parecidas
a la de las cabras. Un sátiro, con pezuñas que desataban fuego a cada paso que
daban. Tenía los brazos musculosos y rostro arrugado, y su pene y testículos
colgaban tan pesadamente que podían ser rocas.
—Herne —susurré su nombre mientras caía de rodillas, incapaz de alejar mi
mirada.
Herne… Señor del Bosque. Herne. Señor del Celo. Señor de la Vid. Rey Ciervo del
Mundo. Señor de lo Salvaje.
Sus ojos ardían rojos, perforando mi alma. Aquí estaba el consorte de la
Cazadora; de la Madre Luna. Aquí estaba el dios que vagaba de noche,
recordando a la gente por qué nunca podrían conquistar la naturaleza.
Conteniendo mi aliento, apreté mis manos contra mis ojos.
—Señor de la Noche… —dije en voz baja, inclinándome para tocar el suelo
con mi frente.
Delilah dejó escapar un grito ahogado y se unió a mí.
—Él es… él es…
—Yo soy Herne, Señor de esta tierra. Y este es uno de mis hijos, Tra. ¿Qué
le has estado haciendo, Aeval? Pensé que te dije que nunca atormentaras a mis
hijos de nuevo, eres un diablo.
Poco a poco levanté la vista hacia el dios, con un terror tan profundo en mi
corazón que apenas podía formar las palabras.
—Su Eminencia… no soy… si le complace… yo no soy…
Pero él me detuvo, con una carcajada repentina.
—¡Tú no eres Aeval! ¿Quién eres? ¿Y por qué me resultas tan familiar? —Y
entonces, otra pausa y se inclinó hacia abajo, mirándome como yo podría
agacharme para mirar a un insecto—. Cargas la marca y el cuerno de la Bestia
Negra. ¿Quién eres? ¿Y qué estás haciendo en mi reino? ¿Y por qué debería
dejarte vivir? 85
Y me di cuenta recién en ese momento en la cantidad de problemas en los
que estábamos.
Capítulo 7
Mierda. Y yo no suelo usar ese término.
—Estamos en problemas —le susurré a Delilah—. Estamos en un gran
problema…
—Una vez más, te pregunto, muchacha: ¿por qué debería dejarte vivir?
Me obligué a ponerme de pie, a pesar de que yo sólo quería encogerme a los
suyos.
—Soy Camille, de Otro Mundo. Soy una sacerdotisa de la Madre Luna. Soy
la Elegida de la Bestia Negra. Soy una asesina de demonios. —Los dioses tendían
a respetar a las personas que no eran tímidas sobre sus hazañas, así que decidí
continuar en esa premisa, y esperé a no estar ladrándolo al árbol equivocado.
—Elegida de la… —Herne hizo una pausa, y lo sentí rebuscar en mi mente.
Los dioses eran buenos en eso; meterse dentro de tu cerebro y recorrerlo hasta
que encontraban lo que querían encontrar. 86
Odiaba la sensación; me recordó a cuando Vanzir había estado absorbiendo
mi energía, deslizándose en mis pensamientos al mismo tiempo que se deslizaba
en mi cuerpo. Mi mente, mi magia y mis pensamientos eran míos. Mi cuerpo
podía ser el templo, pero mi yo interior, mi núcleo, era la llama sagrada.
Pero, sorprendentemente, no permaneció mucho tiempo, ni tampoco
rebuscó en cosas que no fueran de su asunto. Después de un momento, Herne se
retiró de mis pensamientos y me miró con una mirada perpleja.
—Puedes pasear en mi reino, pero no voy a protegerte. Llevas magia
demasiado poderosa para tu propio bien, y debido a eso, estás en peligro. De
hecho, el peligro te cabalga como un corcel, se aferra a tu espalda. Apestas a la
energía de Aeval y, sin embargo… hay algo debajo del hedor de los Oscuros. Y
allí donde vas, joven Fae, la Reina de la Oscuridad no será capaz de protegerte.
—Después de un momento, soltó un ladrido desdeñoso—. Los mestizos son
molestos. No me gustan los rompecabezas. —Hizo una seña a Tra—. Corre por
delante. Ésta no es Aeval. Deja a estas dos en paz y no las ayudes ni les estorbes.
—Espera…
—Bueno, ¿qué pasa? Date prisa. —Bufando, con las manos en sus caderas,
él me miró con ojos brillantes. Delilah me miró como si estuviera loca.
Al principio pensé en preguntarle acerca de Chase, pero luego me detuve.
No tenía caso poner al detective en peligro, en caso de que el mal humor de
Herne también se extendiera a él. Rápidamente reestructuré mi pregunta.
—¿Has oído hablar del Devorador del Pantano? ¿Sabes si él está cerca? —
Bien podría preguntar algo que nos fuera de ayuda.
Herne se atragantó.
—Ahora entiendo por qué no me fío de ti. Sí, ese pedazo de basura está
cerca. Cualquier persona que se entienda con aquellos como Stollen Kom Lightly
se merece lo que recibe.
—Yo no… —empecé a decir, pero me detuvo cuando Herne y Tra
desaparecieron en un remolino de hojas cubiertas de escarcha. Tanto confundida
como aliviada —ya que habíamos salido fácil de esa— me volví hacia Delilah.
Ella esbozó una sonrisa nerviosa.
—Ya conoces el viejo refrán: tontos son los que convocan a los dioses, porque los 87
dioses podrían responder.
—Yo no lo convoqué. Y Tra me pone los pelos de punta. Espero que se
comporte y nos deje en paz. —Todavía temblando, me obligué a calmarme—. Al
menos sabemos que el Devorador del Pantano está cerca.
—Eso no me hace sentir mejor. —Delilah dejó escapar un largo suspiro y
sacudió la cabeza—. Huelo a Chase. —Ella señaló a través de un parche de
helechos que me llegaban a la altura de la cintura—. Creo que está en esa
dirección.
Nos sumergimos a través de las hojas de helechos, debilitadas debido al frío
del invierno y el ruido de las hojas secas resonó a nuestro paso. El crecimiento
excesivo estaba seco por el invierno y las hojas se rompían al tocarlas,
quebrándose en pedazos a medida que nos abríamos paso a través de la maraña.
—¿Por qué habría venido Chase en esta dirección? ¿Tal vez salió corriendo
del sendero? —preguntó Delilah, pero estaba segura que ella ya sabía la
respuesta.
—Esa es fácil. O estaba siendo cargado, o estaba huyendo de algo y
buscando un lugar donde esconderse. —Negué con la cabeza, mirando a nuestro
alrededor en el interminable mar de follaje—. ¿Cómo vamos a encontrarlo?
Estoy empezando a pensar que estamos locas por venir aquí por nuestra cuenta.
Por lo menos deberíamos haber traído a Ahumado junto con nosotras.
Delilah hizo una pausa y luego apuntó hacia adelante.
—¡Mira!
Seguí su mirada y allí, en la maraña de zarzas que bordeaba una cañada, vi
una chaqueta. Tenía que ser de Chase.
Nos abrimos paso a través del último de los arbustos en dirección a las
zarzas y retiré con cuidado la chaqueta de la rama. Estaba atascada entre las
espinas y tiré de ella, luego tiré con más fuerza y salió despedida hacia mis manos.
La sostuve contra la nariz de Delilah, pero incluso desde aquí podía oler a Chase
en la prenda. Había venido en esta dirección.
—Debe haber estado en un gran apuro si tuvo que dejar esto. —Busqué en
los bolsillos y saqué su billetera, tarjeta de identificación, chequera y todo lo que
parecía que podría ser importante. Mientras lo hacía, una tarjeta se cayó. Era la
tarjeta de presentación de un psíquico local; uno que sabía que era de fiar y
bastante preciso. No dije nada y la puse de nuevo en la billetera. 88
Delilah se inclinó, y cuando se puso de pie nuevamente, ella sostenía una
pistola en sus dedos enguantados.
—El arma de Chase. Y ha sido disparada. Esta no es una buena señal. —
Miró a su alrededor con los ojos llenos de lágrimas, pero no lloró. Se limitó a
deslizar el seguro del arma y la colocó en la bolsa que contenía las esposas de
hierro que llevábamos.
—¿Deberíamos continuar? —Eché un vistazo alrededor de la cañada.
Rodeada por robles y cedros altos, la cañada era sombreada y el suelo estaba
espolvoreado con una gruesa capa de blanco. Algo me llamó la atención. Le di un
segundo vistazo y pude ver donde algo, o alguien, había sido arrastrado a través
de la escarcha—. Mira, allí.
Delilah se arrodilló junto a las huellas. Ella olfateó, aguantando la
respiración profundamente en su interior por un momento antes de exhalar
lentamente.
—Chase. Chase estuvo aquí. Algo lo atrapó y él le disparó, dejando caer su
arma. Fuera lo que fuese, creo que eso lo venció.
Seguí las pistas con mis ojos.
—Eso se parece a alguien arrastrando un peso muerto; no veo huellas que
indiquen que estaba sobre sus pies. —Si él hubiera estado corriendo detrás de
ellos, o resistiéndose, habría lucido más como una pelea.
—Vamos. —Delilah se dirigió al otro lado de la cañada y yo la seguí, sin
querer ir más lejos sin ayuda adicional. Pero Chase había sido capturado, y ¿quién
sabía qué lo había apresado?
Fui a su lado y seguimos la pista de hierba pisoteada. Cuando llegamos al
otro lado de la cañada, había un camino corto a través de un anillo de madera de
cedro y roble. Lo atravesamos cautelosamente, con la nariz de Delilah
comprobando el aire mientras yo seguía mirando por encima de mi hombro para
vigilar nuestras espaldas.
Y entonces, mientras avanzábamos a través de los árboles, nos encontramos
en el borde de un pantano; largo y ancho, que se extendía hasta casi más allá de la
vista. Capté la silueta de tierra en el otro lado, pero el pantano estaba cubierto
con jirones de niebla que flotaban por encima del suelo y era difícil ver
demasiado a través del vapor. El olor de la turba era fuerte, y el olor acre de la
vegetación en descomposición era amargo a través del aire.
Miré la amplia extensión de los humedales. Los pantanos eran traicioneros. 89
Si tratamos de atravesarlos sin el equipo adecuado, lo más probable era que
podríamos empantanarnos, sin intención de hacer juego de palabras. No había
ninguna manera fácil de dilucidad por dónde iba el camino; la escarcha lo cubría
todo como lo había hecho allá en el valle, pero con el follaje enmarañado, era
imposible seguir cualquier camino que Chase podría haber hecho.
En lo alto, una llamada triste resonó cuando un grupo de patos pasó
volando.
Delilah se volvió hacia mí, con el rostro pálido.
—¿Quieres apostar a que el Devorador del Pantano está ahí fuera,
esperando?
—¿Crees que él tiene a Chase?
—Si lo tiene, entonces Chase bien podría estar muerto. —Las palabras
salieron de mi boca antes de que pudiera detenerlas. Ante su mirada de dolor, me
mordí el labio y luego puse suavemente mi mano sobre su brazo—. Espero que
no. Aeval no lo creía. ¿Crees que fue arrastrado a esta franja de bosque en lugar
de al pantano? ¿Quieres echar un vistazo?
Ella se encogió de hombros, desesperanzada.
—¿Crees que encontraremos algo? O ¿de verdad crees que está ahí fuera…
muerto?
Por primera vez, incluso a través de toda la mierda que habíamos
atravesado, vi la derrota en su rostro mientras contenía el aliento, esperando mi
respuesta. Y eso me rompió el corazón. De las tres, ella era la eterna optimista. Y
aunque me alegraba de que hubiera madurado, había necesitado
desesperadamente una dosis de realismo a fin de poder hacer frente a lo que nos
estábamos enfrentando, la comprensión de que mi hermana menor ya no era la
gatita feliz y despreocupada me dolió.
Me armé de valor e hice algo que rara vez hacía. Mentí.
—No creo que esté muerto. No. Si el Devorador del Pantano lo hubiera
atrapado, lo habría comido allí mismo y habríamos encontrado restos de sangre.
Creo que otra cosa lo agarró. Ahora, si él está en el pantano o no, no estoy
segura. No podemos comprobar eso sin más ayuda. Pero caminemos a lo largo
del borde de los pantanos por aquí, hay espacio suficiente, sólo ten cuidado de las
arenas movedizas y veamos si podemos encontrar alguna señal de que lo que sea
que lo arrastró lejos y se lo llevó al bosque. 90
Delilah comenzó a respirar de nuevo. Ella me dirigió una mirada de
agradecimiento y se inclinó para besar mi mejilla.
—Dios te bendiga. Siempre has sabido decir lo adecuado. Sé que ha sido
duro durante estos años; tú has mantenido a la familia avanzando y ahora, con lo
que Padre ha hecho recaer sobre ti, pero… Menolly y yo te debemos mucho.
Apartando mis ojos para que no pudiera leer la verdad de mis
pensamientos, le sonreí suavemente.
—Para eso son las hermanas mayores, ¿cierto? Ahora continuemos,
vayamos a echar un vistazo. Ten; agarra un palo de madera para que podamos
probar el terreno a medida que avanzamos. —Las arenas movedizas podían
ocultarse fácilmente a la vista, especialmente tan cerca de un pantano. Un buen
bastón podría salvarte la vida.
Avanzamos lentamente, probando el suelo cada pocos metros. El sendero
entre el bosque y el pantano era estrecho, un par de metros a lo sumo, y tratamos
de mantenernos en dirección a los árboles. A pesar de que realmente no creía que
Chase hubiera sido arrastrado hacia el bosque, mantuve mis ojos alertas. Tal vez
yo tenía razón; tal vez tendríamos suerte y encontraríamos un rastro suyo a lo
largo del camino.
Delilah y yo caímos en un ritmo fácil. El frío del aire nos mantenía alertas, al
igual que el zumbido de los insectos que eran capaces de desafiar el frío. No
estaba segura de lo que eran, pero no era el zumbido perezoso de las abejas o el
canto de los grillos al atardecer. No, esto era más un zumbido, luego un pop, pop,
pop. Miré hacia los árboles en busca de aves, y vi varias; había un halcón en una
rama, sin moverse, pero muy consciente.
En otro árbol, varios estorninos vigilaban el bosque, junto con los
inevitables cuervos. Diferentes especies de cuervos, los símbolos de Morgana.
¿Podría ella estar cerca? Pero en mi interior una pequeña voz susurró: Hay más
entidades que tienen tratos con los pájaros negros que únicamente Morgana. Ten cuidado.
Mantente alerta.
Elegimos nuestro camino con cuidado mientras avanzábamos, golpeteando
el suelo, buscando señales de Chase. Después de quince minutos, estaba a punto
de darme por vencida y regresar cuando algo brillante en el suelo me llamó la
atención. Estaba en una maraña de arándanos más adelante, yacía parcialmente
debajo de un helecho agonizante. 91
—¿Qué es eso? —señalé el objeto.
Delilah, utilizó su palo para ayudarse a abrirse camino por entre los
arbustos, se arrodilló junto a la zarza y extendió la mano cautelosamente, para
recogerlo. Desde donde yo estaba, lucía como una pulsera. Ella la volteó para
mirar la parte interna, luego levantó la mirada hacia mí.
—El reloj de Chase. Lo compré para él por su cumpleaños este verano.
Ella le había hecho hacer una inscripción. Yo había estado allí cuando ella
les pidió que la grabaran en el reloj: De parte de tu patea traseros favorita. Con amor,
Delilah. Tragué un nudo en mi garganta. A pesar de que ella era feliz con Shade,
Chase le había dado algo que jamás ningún otro le daría: su primera oportunidad
en el amor.
Me dirigí hacia ella y hurgamos a través del arbusto, finalmente descubrimos
un pequeño sendero que conducía hacia el bosque. Estaba cubierto por residuos;
hojas en descomposición, acículas caídas de las coníferas, y otros vestigios del
invierno, pero estaba allí. Y cuando miramos más de cerca, pudimos ver las
muescas en el mantillo de restos. Una vez más, parecía como si alguien hubiera
sido arrastrado por allí.
—Vamos —le dije, sintiendo el primer rayo de esperanza que había
experimentado desde que desapareció Chase.
Irrumpimos a través del arbusto, avanzando a trompicones, siguiendo el
rastro hasta que llegamos a un anillo de setas.
Un anillo de hadas. La magia emanaba de ellas, magia antigua, magia
tramposa, y yo tomé una bocanada de aire. Tan cierto como que conocía mi
propio nombre, sabía que Chase había entrado en este anillo, pero no había
salido. Alguien se lo había llevado lejos.
—¿El Devorador del Pantano? —La voz de Delilah fue un hilo delgado.
Negué con la cabeza.
—No lo creo. No, esto es energía Fae; de Faes Antiguos, lo más probable,
pero no del Devorador del Pantano. Y lo siento, pero no podemos atravesar ese
anillo. No tenemos idea de adónde conduce. Es aún más peligroso que el
pantano.
Ella cayó al suelo, mirando fijamente a los hongos.
—No puedo creer esto. ¿Qué diablos está sucediendo? Deberíamos estar 92
persiguiendo demonios; junto con Chase. No tratando de averiguar qué miembro
de nuestra gran familia lo secuestró.
Vacilante, metí la mano en el anillo, aferrándome a una rama del arbusto
que estaba junto a mí. A instante, mis dedos comenzaron a sentir un cosquilleo y
el hormigueo ascendió por mi brazo. Lo saqué nuevamente de un tirón, porque
no quería tentar a la suerte.
—Necesitamos más ayuda. Déjame ver si puedo averiguar algo más. —Este
no era un buen espacio en el que adivinar, pero saqué el cuerno de unicornio.
Eriskel probablemente me rompería el culo si supiera dónde me encontraba
con esto, pero se me ocurrió que podría ser capaz de utilizar a los Elementales
encerrados dentro del cuerno para obtener más información sobre Chase.
Eché un vistazo rápido a nuestro alrededor y luego me apoyé contra el
tronco de un árbol.
—Mantén tus ojos abiertos. Cuando estoy en comunión con el cuerno,
cualquier cosa podría sorprenderme y no lo sabría. No confío en este lugar.
Sostuve el cuerno en mis manos, el cristal frío resonó a través de mi cuerpo
con un cosquilleo de satisfación. Ésta era magia que comprendía, magia que
conocía.
Por supuesto que al principio no había sido de esa manera; me había
asustado muchísimo cuando me di cuenta de que me estaban entregando la
posesión del artefacto. Pero ahora… supongo que aprendemos y crecemos y nos
adaptamos.
Cerré los ojos e inhalé una larga y lenta bocanada de aire, y sentí que me
adentraba en círculos en el cuerno, en la energía, en el núcleo. Un oscuro abismo
se abrió y caí, profunda y largamente, sumergiéndome en el interior. Caí de
cabeza, girando en un vórtice de espirales plateados y dorados. Los vientos
rugían a mi alrededor mientras apuntaba hacia la estrella central; un único punto
brillante en el horizonte. Mientras me aproximaba, contuve la respiración,
esperando aterrizar suavemente.
Thunk. Aterricé con un temblor que corrió a través de mí como un trueno.
Y luego, me puse de pie, miré a mi alrededor y me encontré en la pequeña
habitación donde había descubierto por primera vez el secreto del cuerno. Una
mesa y dos sillas estaban ubicadas en el centro, muy similar a un juego de patio, y
en cada pared había un gran espejo, como una ventana de imágenes.
93
En la pared sur había un espejo que reflejaba un desierto de bronce, y allí,
en un vestido holgado adornado de lava fundida, con el cabello expandiéndose
alrededor de ella como lava negra endurecida, estaba de pie una mujer hermosa
cuya piel brillaba con el color de la puesta del sol. Ella me hizo una reverencia.
Le hice una reverencia en respuesta.
—Señora de las Llamas.
Contra la pared oeste, el espejo mostraba un océano que se movía en ondas
con olas encrespadas, y su rugido resonó saliendo de la imagen cuando un tritón
subió de las profundidades, saltando como un destello plateado intermitente a
través del aire y luego se zambulló de nuevo en el agua. Él se elevó de nuevo,
sacudiendo su larga melena de cabellos del color de las algas; y luego volvió sus
ojos color negro azabache hacia mí y asintió.
Asentí en respuesta.
—Señor de las Profundidades.
En la pared norte, dentro del cristal pude ver una selva enmarañada con una
montañas que se elevaban en la distancia. La Elemental que dio un paso adelante
llevaba una capa helada sobre un manto verde por debajo, y el ligero aroma de la
primavera se aferraba a ella, que tenía un aspecto similar al de una dríada.
—Señora de la Tierra. —La saludé con la cabeza.
Por último, me volví hacia el este y un rayo de luz del sol temprano de la
mañana salió brillante a través del cristal cuando un hombre robusto voló dentro
de la imagen, a horcajadas sobre la espalda de un águila. Aterrizaron en la cima de
la montaña escarpada y él desmontó, y cayó sobre una rodilla, su armadura de
cuero marrón destacaba sobre los hilos de lino de su cabello.
—Señor de los Vientos, me alegro de verte de nuevo. —Yo nunca estaba
segura de qué decir, pero el ritual no parecía inamovible. Y realmente me estaba
encariñando con ellos. A pesar de que los había visto brevemente sólo un par de
veces, podía sentirlos conmigo cada vez que cargaba el cuerno.
Me volví hacia el centro de la habitación y esperé, y, efectivamente, a los
pocos segundos apareció un hombre. Alto; de casi dos metros, su piel era tan
marrón como un roble, y su cabello era largo y oscuro. Sin embargo, él podía
jugar con su figura y forma, y yo nunca había averiguado cuál era su verdadero 94
aspecto.
Sonreí cuando recordé los pendientes que él había estado usando de los que
me enamoré. Él me había dado un par igual a ellos.
—Eriskel. —Hice una pausa, preguntándome cómo formular mi petición.
—¿Tienes necesidad de nuestra ayuda? Supongo que no estamos en el
medio de la batalla o estarías llamando los poderes del cuerno desde allí afuera.
—Hizo un gesto hacia la mesa y se sentó en una de las sillas.
Aún no había descubierto si yo le gustaba al jindasel o si simplemente
toleraba mi presencia, pero en cualquier caso, estaba obligado a ayudarme por su
naturaleza.
Formaba parte del cuerno; no existiría sin él. Cuando el Unicornio Negro
moría aproximadamente cada mil años, su cuerno y piel se desprendían y se
convertían en artefactos rituales, y un pequeño fragmento del espíritu del
Unicornio Negro quedaba atrapado en el cuerpo del cuerno, actuando como un
mentor para quien terminara empuñando el arma.
Los Jindasels estaban formados por una serie de criaturas, como vástagos
girando fuera del espíritu principal, como un avatar. Adquirían una esencia
propia; pero los jindasels del cuerno eran únicos en su capacidad de funcionar de
manera autónoma, sin que la criatura original que les había dado lugar estuviera
cerca.
Me incliné hacia delante, con los codos sobre la mesa, con la barbilla
apoyada en las manos.
—¿Pueden tú o los Elementales del cuerno sondear otros reinos a través de
portales? —Expliqué lo que había sucedido y dónde estábamos.
Eriskel parpadeó, sus ojos estaban tan abiertos que eran surrealistas. Cruzó
los brazos sobre el pecho y sacudió la cabeza.
—Tienes que salir de aquí. Ahora. Este lugar no es seguro. Ni para ti. Ni
para el cuerno. ¿Sabes lo que pasaría si uno de los Faes Antiguos se apoderara de
este artefacto?
—Ese pensamiento ha cruzado por mi mente. Nada bueno, estoy segura.
—Entonces vete. Saca tu bonito culo de aquí y protege el cuerno. Si uno de
los Faes Antiguos se apodera de él, todo el infierno se desatará. ¿Crees que el
95
Devorador del Pantano es malo? No tienes idea de lo despiadados y poderosos
que son algunos de esos seres. Puede que sean tus parientes de nombre, pero tú
eres como una mota de polvo comparada con ellos. Probablemente podrías
derribar a uno en una pelea si extraes todos los poderes del cuerno, pero sería
arriesgado, y tú, mi señora, no saldrías con vida.
Y tras eso, Eriskel me expulsó del cuerno. Parpadeé, la sensación de su
preocupación pesaba densa sobre mis hombros. Saltando sobre mis pies, me
volví hacia Delilah.
—Tenemos que salir de aquí. Ahora.
—¿Pero por qué? —Ella frunció el ceño, pero una sacudida de mi cabeza la
impulsó a moverse. A medida que salíamos del camino de las setas, miraba a su
alrededor con nerviosismo—. ¿Qué está pasando?
—Eriskel me convenció de que es una muy mala idea tener el cuerno aquí
conmigo —le susurré—. Me gustaría que pudiéramos avanzar más rápido, bueno,
yo. Tú puedes. Me gustaría poder correr más rápido. Ahora voy a estar
preocupada hasta que estemos de vuelta fuera del portal.
—Voy a cuidar tu espalda, no te preocupes por eso. —Delilah no la
cuestionó, sólo sostuvo con más fuerza la hoja de hierro. Hizo una mueca—.
Puedo sentir el hierro a través del guante, pero no es demasiado malo.
Hormiguea de una manera muy desagradable.
—Sí, lo sé. —Avanzamos con torpeza durante nuestro camino de regreso a
través del bosque hacia la franja de tierra entre el pantano y el bosque. A medida
que entrábamos en la zona de tierra despejada, me detuve y miré a nuestro
alrededor—. ¿Notas algo raro?
Ella hizo una pausa, escuchando.
—No hay pájaros.
—Sí.
No sólo los pájaros habían dejado de piar y cacarear, sino que todo lo
demás se había quedado en silencio y pude sentir una corriente subterránea; algo
resonando tan bajo que apenas podía distinguirlo. Venía del otro lado del
pantano en nuestra dirección.
Me volví hacia los pantanos. El pantano estaba temblando; o por lo menos
una línea de cañas se movían a través de lo que fuera. Con mi corazón en la
96
garganta, me aseguré de que mis guantes estuvieran bien colocados y saqué el
látigo de hierro de la bolsa que llevaba.
Y entonces, el retumbar se hizo más fuerte cuando una criatura oh-tan-alta
surgió del agua, salpicando turba, residuos y apestosa agua pantanosa en todas
direcciones. El hombre —¿era un hombre?— se alzaba hasta una buena altura,
aproximadamente unos dos metros y medio, o un poco más, y sus ojos giraban
con el brillo de la luz solar que rebota en los espejos. Lanzó una prologada
carcajada, se volvió hacia mí y saltó desde el pantano.
Capítulo 8
—¿El Devorador del Pantano? —Delilah saltó en mi dirección, tratando de
interceptarlo.
—No, ¡no creo que éste sea él! —Me moví rápidamente hacia un costado,
logrando eludir los largos brazos del Fae Antiguo, pero en el apuro, tropecé con
una raíz que estaba oculta bajo el manto de hojas y caí despatarrada.
Levantándome, giré con rapidez extendiendo el látigo de hierro.
—¿Qué mierda eres?
No dijo nada, pero se lanzó de nuevo por mí, y esta vez, atrapó mi tobillo
mientras se arrastraba sobre la tierra. Mis pies se deslizaron debajo de mí
mientras volaba de vuelta a la tierra. Cuando aterricé, vi que sus piernas estaban
unidas con una cola con aletas. ¡Tritón! ¡Un Meré de los Finfolk!
¡Oh, mierda!; aunque resultara no ser uno de los Faes Antiguos, era
demasiado peligroso. Pues su energía hablaba de tiempos y hechos antiguos.
97
Aterrorizada, ya que su agarre era implacable, salté hasta quedarme en una
posición sentada y sacudí el látigo de hierro a través de su brazo.
Con un grito que perforó mis oídos, me soltó y apartó bruscamente su
brazo. Fae; definitivamente era Fae. Antes de que pudiera alcanzarme otra vez,
me alejé con rapidez y, en ese momento, sentí que Delilah agarraba una de mis
muñecas. Me arrastró fuera de su alcance y me puso de pie.
Jadeando, me volví a evaluar lo que estaba haciendo.
—Tenemos que salir de aquí. Él siente el cuerno.
La luz en los ojos de la criatura era demasiado hambrienta y se dejó caer
hacia adelante un poco más, usando esos grandes, largos y musculosos brazos
para acercarse a nosotras. Delilah me agarró de la mano y corrimos,
apresurándonos por la estrecha franja de tierra de regreso al sendero a través del
cual habíamos desembocado la primera vez en los pantanos. Eché un vistazo por
encima del hombro.
—¡Oh mierda! Se está transformando; su cola se acaba de convertir en
piernas. ¡Corre! —Me liberé de ella y me sumergí entre la frondosidad.
El tritón/Fae/lo que sea que fuera, se había transformado en un ser con dos
piernas y nos perseguía. Y sabía cómo correr.
Delilah dejó escapar un grito confuso y una vez más me pasó, agarrándome
de la mano al pasar y arrastrándome con ella. Irrumpimos a través del corto
sendero en la cañada. Jadeé, por el esfuerzo excesivo de mis pulmones.
—Vamos a tener que luchar. Él es fuerte y no podemos seguir corriendo
todo el camino de regreso al portal. —Me di vuelta desesperada, para vigilar la
entrada a la cañada—. Él estará aquí en cualquier momento. El hierro le afecta.
—Entonces hierro será. ¿Qué pasa con el cuerno?
—Yo... yo... —La verdad era que tenía miedo de usarlo, pero luego lo saqué
de un tirón de mi bolsillo. Era un espíritu del agua; por lo tanto, el fuego debería
funcionar sobre él. Respiré profundo, poniendo más distancia entre la entrada al
claro y yo. Enviando mis pensamientos de nuevo dentro del cuerno, susurré—:
Señora de las Llamas. Asísteme.
Cuando la energía del cuerno comenzó a brotar, la criatura apareció a través
del follaje y se dirigió directamente hacia mí. Levanté el cuerno y apunté
directamente hacia él, al mismo tiempo que Delilah lo apuñalaba en la cara 98
cuando corrió hacia él dando grandes zancadas. Él gritó, la hoja de hierro de la
daga de ella humeó al encontrarse con su carne, pero él simplemente extendió la
mano para noquearla y siguió avanzando.
—Detente; ¡detente o me veré obligada a matarte! —Dudé, detestando ir
contra una criatura tan antigua. Lo más probable es que él hubiera estado
presente antes de la Gran División. Pero su hambre, su sed por el poder del
cuerno brillaba de forma trémula en sus ojos y dejó escapar una risa gutural.
—Señora de las Llamas… ¡atácalo! —Una ráfaga de fuego puro brotó del
cuerno y lo bañó por completo. Él se quedó mirándome fijamente por un
instante y luego inclinó la cabeza hacia atrás, y yo pensé que iba a lanzar un largo
grito, pero él sólo se rió.
¡Santo infierno! Las llamas no lo habían afectado. Él comenzó a moverse de
nuevo hacia mí, esta vez cada paso era deliberado. Metí el cuerno en el bolsillo y
levanté el látigo de hierro. Esta vez, él sí se encogió. Me di cuenta de que su
costado estaba supurando en el lugar donde Delilah lo había apuñalado.
Delilah se puso de pie de nuevo, luciendo temblorosa. Corrió hacia
adelante, con la daga en mano, zigzagueando cuando él extendió la mano para
quitársela de encima. Su mirada nunca se apartó de mi rostro.
Busqué la emoción detrás de sus ojos. Codicia. Deseo. Avaricia. Él quería lo
que yo tenía. Quería el cuerno. Y haría todo lo que pudiera para poseerlo. Eriskel
había tenido razón.
Me mordí el labio. Las llamas no habían funcionado. Quizá… ¿la tierra? Y
entonces saqué el cuerno de nuevo, y susurré:
—Señora de la Tierra, por favor, por favor ayúdame.
La energía comenzó a elevarse dentro del cuerno, corriendo a través de mi
mano para arremolinarse por mi cuerpo. Cogí una bocanada de hierbas
aromáticas y lavanda, musgo de roble y suelos enriquecidos. . . y entonces;
mientras Delilah esquivaba su puño y se balanceaba en una posición baja con la
daga en la mano y cortó nuevamente su costado con una cuchillada siseante,
susurré:
—Deja que las manos de la tierra se levanten.
En ese momento, la tierra bajo nuestros pies comenzó a temblar. Vibraba,
sacudiéndose salvajemente mientras Delilah y yo caíamos al suelo. A través del
suelo, elevándose por las grietas que se formaban en el suelo endurecido y la
escarcha, aparecieron unas manos oscuras formadas por las raíces de los árboles y 99
huesos viejos. Sus largos dedos temblorosos se retorcían, extendiéndose y
estirándose para sujetar las piernas de la criatura.
Él dejó escapar un aullido, tratando de quitárselas de encima, pero ellas lo
mantuvieron aferrado y empezaron a jalar de él hacia abajo lentamente,
atrayéndolo al interior de la tierra, centímetro a centímetro. Delilah se puso de
pie y corrió a mi lado, ayudándome a levantarme.
No estaba segura de si las raíces podrían sujetarlo mucho tiempo; él era un
Fae Anciano y ellos tenían algún dominio sobre el mundo, así que lo miré por
última vez mientras más manos se extendían para arrastrarlo hacia el abismo.
—Vamos —le dije con voz ronca—. Vamos a largarnos de aquí. Tenemos
que irnos. —Nos dimos vuelta y corrimos, pero los aullidos de la criatura
permanecieron durante mucho tiempo, hasta que nos acercamos al portal.
Susurré rápidamente la contraseña, torciéndola en el punto exacto, y la abertura
se abrió. Saltamos fuera, nuevamente en la nieve y el hielo de Seattle.
Para mi sorpresa, Aeval estaba allí. Mientras yacíamos despatarradas en el
suelo, respirando con dificultad, se arrodilló a mi lado.
—Es mejor que guardes tu arma —susurró—. Yo no la tocaría por nada del
mundo, pero hay muchos que cortarían tu garganta por poseer el Cuerno de la
Bestia Negra.
Desvié mi mirada rápidamente hasta la de ella. Ella sabía, por supuesto, que
yo lo tenía, pero había tenido la precaución de mantenerlo fuera de la presencia
de la Triple Amenaza. Fuera de la vista, fuera de la mente, fuera del camino
potencial del desastre. Metiéndolo con rapidez en el bolsillo, acepté la mano de
su guardia mientras me ayudaba a levantarme. Otro le dio una mano a Delilah.
Nos sacudimos la nieve, pero ésta se aferró al barro y las espinas que habíamos
recogido en nuestro viaje.
Aeval me dio una suave sonrisa, tan magnética como peligrosa.
—Yo no soy de quien tienes que temer por tus tesoros, mi niña. Ahora,
¿encontraste a tu amigo?
Me mordí el labio. La comprensión de que en realidad podríamos haber
perdido a Chase para siempre estaba comenzando a arraigarse. Negué con la 100
cabeza.
—No. Bueno, sí, encontramos su rastro. Pero no pudimos seguirlo. Algo se
lo llevó a través de un anillo de hadas de setas, y no podíamos arriesgarnos. No
creo que haya sido el Devorador del Pantano. Pero había otras criaturas… lo que
sea que nos persiguió allí al final…
Delilah y yo le describimos la criatura a Aeval, y sus ojos se iluminaron,
aunque no con pensamientos buenos, eso era evidente.
—Lograron cruzarse con Yannie Fin Diver. A partir de ahora es mejor que
sean cautelosas cuando estén alrededor de todos los cuerpos de agua, niñas. —
Ella tragó saliva y negó con la cabeza—. Es un mal enemigo para tener, y otro
aún peor de evitar.
—¿Es un Fae Antiguo? ¿Permanece dentro de ese reino? —Esperaba
sinceramente obtener un sí a la segunda pregunta, pero parecía que el universo
estaba confabulado para jugar al “Jódete”.
—Sí y no. Puede cruzar a través del elemento Agua. Es un Fae Anciano, sí,
pero bien podría ser un dios para los tritones. Y ya sabes cómo son los Finfolks.
—Aeval se estremeció. Al parecer, ella pensaba lo mismo que nosotras sobre los
Meré.
Asentí.
—Los Finfolks son terriblemente crueles, allá en nuestro hogar en Otro
Mundo, al igual que aquí. Tienen largas y buenas memorias y harán todo lo
posible para vengarse.
—Matar a Yannie Fin Diver no va a ser fácil, si es que incluso es posible.
Los Faes Ancianos no son verdaderos Inmortales como los Señores Elementales,
pero… están más cerca de la vida eterna que incluso los Dioses. —Aeval se veía
preocupada, y cuando una de las Reinas Fae se preocupaba, era mejor que nos lo
tomáramos en serio.
—Entonces, ¿no crees que la Señora de la Tierra fue capaz de matarlo? Él
estaba siendo arrastrado bajo tierra. Lo mismo mató algunos ladrones allá en
Otro Mundo cuando usé el cuerno…
—¿Ladrones? ¿Qué son los ladrones en comparación con un Fae Antiguo?
Motas de polvo. No, niña. Esas raíces y huesos estaban simplemente
refrenándolo el tiempo suficiente para que ustedes pudieran escapar. Confía en 101
mí, Yannie Fin Diver vive… y se acordará de ti.
—¿Qué hacemos con respecto a Chase? ¿Hacia dónde conduce el anillo de
setas de los fae?
Aeval frunció el ceño, su vestido de gasa flotaba en la brisa. Pero el frío ni
siquiera parecía inmutarla. Ella negó con la cabeza.
—Por lo general conducen a un callejón, y cruzan hacia el reino Fae. Pero
tú ya estabas allí… así que esto es una rareza. Encontrarás anillos de setas de los
fae aquí, y de hecho, con bastante frecuencia, pero no son comunes una vez que
los cruzas. Voy a investigar un poco. Mientras tanto, creo que tienes razón. No
creo que el Devorador del Pantano haya apresado a tu amigo. Sinceramente creo
que aún vive. En cuanto a la forma en que lo vas a recuperar… lo siento. No
puedo ayudarte con eso. —Se dio la vuelta—. Voy a volver a Talamh Lonrach
Oll ahora. Te veré en una semana. —Y tras decir eso, la Reina de la Oscuridad
desapareció en remolinos de nieve.
—¿Y ahora qué? —preguntó Delilah, mirando con tristeza el reloj de Chase.
Estábamos sentadas en mi Lexus.
—Ojalá lo supiera. Me gustaría conocer a alguien que pudiera ayudarnos.
Tendrían que estar asociados con los Fae. Déjame pensar.
Maldita sea. Ahora, no sólo no habíamos encontrado a Chase, sino que
habíamos hecho otro enemigo. Fruncí el ceño, jugueteando con el receptor hasta
que le dejé en El Final, una estación de radio que reproducía música alternativa
de vanguardia y grunge2. Mientras la música sonaba a través del coche, repasé cada
idea que se me ocurrió.
Finalmente, se me ocurrió algo que podría funcionar, pero significaría más
peligro y más tratos con los Faes Antiguos.
—Tal vez Menolly pueda recurrir de nuevo a Ivana Krask. Ella es una Fae
Anciana y podría ser capaz de ayudarnos.
—Rayos; las dos palabras que no quería escuchar. Faes Ancianos. ¿Qué te
hace pensar que Ivana Krask no está involucrada con Yannie Fin Diver?
Delilah me lanzó una mirada como si estuviera a mitad de camino hacia la
locura.
—Probablemente tienes razón, pero por ahora eso es lo mejor que se me
ocurre. Vamos, pasemos por la Media Luna Índigo y veamos cómo van las cosas,
102
luego regresemos a casa. Puedes ver tus nuevas oficinas en el piso superior.
Mi tienda de libros; que había comenzado perteneciendo a la Agencia de
Inteligencia del Otro Mundo, había sido parcialmente destruida en una explosión
que mató a uno de mis mejores clientes y un querido amigo humano: Henry
Jeffries.
Le había dedicado una placa en el salón de lectura, pero no se sentía como
si eso fuera suficiente. Él me había dejado una sorprendente suma de dinero en
su testamento, y con ella, me expandí y puse una cafetería al lado, contratando a
otros para que la mantuvieran funcionando. Los Supes ahora tenían el Rincón del
Café “Media Luna Índigo” para pasar el rato. Estaba donando el treinta por
ciento de mis beneficios por encima y más allá de los costos al Consejo
Comunitario de los Supe para ayudar a los diversos Supes necesitados.
Estacionamos en el lugar que había reservado para mi auto. El Rincón del
Café tenía su propio pequeño estacionamiento en la parte trasera, lo que hacía
2
Grunge: es un subgénero del rock derivado del hard rock y el rock alternativo influido por el
noise rock, tomando sonidos cercanos al hard rock, el heavy metal, el punk y el hardcore punk
y con estructuras cercanas al rock clásico.
facilitaba mucho las cosas para los clientes que visitaran tanto mi tienda como el
restaurante.
Habíamos tenido un repunte en los negocios últimamente, y la librería
estaba vendiendo vigorosamente en comparación con la mayoría de las librerías
de la zona. La publicidad había recibido algunos golpes duros, pero habíamos
invertido en la creación de rincones de audiolibros y Roz había pensado en una
promoción grandiosa que parecía estar funcionando. Ofrecíamos un club de
descuentos. Cuando los clientes venían con la constancia de que habían
comprado el libro en formato electrónico, le vendíamos una copia impresa con
un descuento. De hecho, si compraban diez libros a través del club, conseguían la
undécima copia impresa de forma gratuita.
Delilah y yo nos dirigimos al interior y ella subió de a saltos las escaleras
hacia sus nuevas oficinas que habían sido renovadas y limpiadas después de la
explosión, y yo hacia la mía. Había pasado bastante tiempo desde que pasé más
de unos pocos minutos aquí, y aún hoy en día, mis ojos seguían llenándose de
lágrimas. Cada vez que venía a mi tienda, no podía dejar de recordar que Henry
había muerto porque había estado trabajando para mí. Daños colaterales.
Demasiados, demasiados…
Cuando pasé la mano por encima de mi escritorio nuevo, todavía
103
desacostumbrada a la sensación del arce; mi viejo escritorio había sido de roble,
me di cuenta de que la vida nunca sería la misma.
Demasiadas cosas había salido mal, demasiada agua había pasado bajo el
puente, demasiada muerte y carnicería y demasiada incertidumbre. Pero había
factores de compensación y la vida nunca se detenía. No podía hacerlo o el
estancamiento nos destruiría, lentamente pero con certeza.
—¡Hola jefa! —Giselle se asomó por la puerta con voz vacilante—. No
quiero molestarte, pero…
Giselle había sido un regalo de Vanzir. Ella era demonio, pero podía pasar
por una joven bastante sorprendente con su cabello largo de color trigo y unos
músculos que rivalizarían incluso con la mujer más fuerte que conocía. Era
atlética, fornida y bronceada. Sus ojos eran de un azul brillante, gracias a los
lentes de contacto que cubrían sus iris rojos. Los humano estaban acostumbrados
a los ojos de mi color actual y los ojos de color topacio, pero la cosa roja
demoníaca todavía no era aceptada y podrían pensar que ella era un vampiro y
comenzarían a preguntar demasiado.
—Entra. —Le hice señas para que tomara asiento—. ¿Cómo van las cosas?
Se mordió el labio.
—Bien, en lo que respecta a la tienda. Deidre dice que el restaurante
también está yendo muy bien.
Deidre era una cambiaformas coyote que había contratado para vigilar la
tienda de café. Era prima de Marion Vespa; la cambiaformas que dirigía el Café
Supe Urbano, y Marion no tenían trabajo para ella, así que yo la había contratado.
Deidre y Giselle se habían vuelto en algo más que amigas, y conformaban una
pareja volátil pero interesante.
La expresión del rostro de Giselle me dijo que estaba sucediendo algo.
—Conozco esa mirada. Las cosas pueden andar bien aquí, pero hay algo
que te molesta. ¿Qué es?
Giselle respiró profundamente.
—Sí… hay algo. Alguien ha venido, hasta ahora dos veces, preguntando
por ti, acerca de cuándo vas a estar aquí. El tipo dice que es Fae y de Otro
Mundo, pero jefa, sé que no lo es. Sé que es algo más, pero no puedo descifrarlo.
Una corriente me atravesó y de repente me sentía fría. 104
—¿Quién era? ¿Qué aspecto tenía?
—No sé quién era. La primera vez trató de seducirme, eso puedo
asegurarlo. Creo que pensó que yo era un ser humano y fácilmente influenciable.
Cuando eso no funcionó, se fue. Hoy entró, tratando de sobornarme
ofreciéndome un brillante de corte diamante. Era precioso, pero yo no necesito
diamantes. Pareció perplejo cuando yo no lo tomé.
Me lamí los labios.
—¿Me lo describes?
—Medía alrededor de metro setenta y cinco, enjuto pero musculoso. Calvo
con una cola de caballo que sobresalía desde el centro de su cabeza. Lucía…
diferente, pero no sé cómo describirlo. Vestía cuero y pieles. Pero sé esto: él sabe
cómo trabajar la magia. Y tenía la intención de averiguar cuándo ibas a estar aquí,
y por eso me alegro de que hoy hayas venido por la parte trasera.
—Sí… —Dudé. Venir por la parte de atrás no era garantía de permanecer
en el anonimato—. Creo que será mejor que vuelva a casa. Delilah y yo tenemos
un problema en ciernes y no necesito otro el tope de la lista.
Llamé a Delilah y ella vino corriendo por las escaleras, llevando un fajo de
papeles.
—Tenemos que irnos. Yo no debería estar aquí en este momento.
Me dio una mirada inquisitiva, luego se encogió de hombros.
—Te veré en el auto. Quiero agarrar un par de galletas de la tienda de café.
Asentí con una sonrisa; Doncella de la Muerte o no, Delilah siempre sería
mi hermana más joven.
—Sólo no te demores demasiado.
Recogí los libros; ya era hora de revisarlos antes de enviarlos al contador y
luego me dirigí hacia la puerta, después de agradecerle a Giselle por mantener una
buena vigilancia sobre la tienda. Me subí en el coche y esperé, mirando la nieve
caer perezosamente en el suelo. Demasiado, me susurré a mí misma. Demasiada
preocupación, demasiado que enfrentar, demasiado que perder.
Y entonces Delilah saltó al interior con galletas calientes en sus manos, y
nos marchamos a casa, rodeadas del frescor de la nieve recién caída.
105
—¿Quién crees que era? —me preguntó en el camino, entregándome una
galleta.
Le hiede un gesto con la mano rechazándola. Por una vez, no tenía mucho
apetito.
—Creo… creo que era alguien relacionado con Hyto. Recuerda, Trytian
dijo que estaba viajando con un mono de la nieve.
—Joder. —Delilah se reclinó en su asiento, mordisqueando la galleta con
chispas de chocolate—. Entonces ellos saben dónde está la tienda.
—¿Puedes imaginar lo que un dragón podría hacerle a mi tienda? ¿Al
restaurante? ¿A toda la gente de allí? —Imágenes de los clientes gritando,
atrapados en las llamas del aliento de dragón se agolparon en mi cabeza. Hyto no
era sólo el padre de Ahumado. Él era un terrible dragón que podría destruir
fácilmente todo lo que había construido con mi trabajo, junto con una cantidad
de inocentes. Y a él no le importaría; los humanos eran motas de polvo para él. Y
yo era la espina en su costado.
—¿Qué vas a hacer? —La voz de Delilah disminuyó y me di cuenta que de
repente había comprendido la gravedad de lo que podría suceder.
—No lo sé. ¿Debería cerrar la tienda por el momento? Stacia mató a Henry
por mi culpa. Y ella estaba liderando una campaña con un objetivo preciso. Lo
que podría hacer un dragón enloquecido… ni siquiera puedo pensar en eso.
Conduje cuidadosamente alrededor de un coche atascado en la carretera.
Las calles estaban empezando a helarse con una gruesa capa de nieve compactada
debajo del hielo que se estaba formando ahora que la temperatura estaba bajando
de nuevo. A pesar de que el tráfico había derretido una capa de nieve durante el
día, ahora ya era de tarde y lo derretido comenzaría a congelarse en hielo negro.
Los conductores de Seattle no tenían ni idea de cómo conducir en el invierno; y
yo estaba justo allí con ellos. Salvo que mis reflejos eran mejores que los de los
humanos promedio.
En el momento en que nos acercamos a la casa, disminuí la velocidad a
treinta y dos kilómetros por hora para evitar caer en una zanja. Finalmente doblé
en nuestro camino de entrada con un suspiro de alivio. La casa brillaba como una
escena de bienvenida salida de una pintura de Thomas Kinkade.
A medida que nos apresurábamos a ir hacia la casa, caminando
penosamente a través de la nieve hacia el porche que alguien había limpiado con
una pala, a pesar de que estaba empezando a acumularse de nuevo, el frío del aire
me atrapó. La temperatura estaba bajando con rapidez y probablemente llegaría a
106
los veinte bajo cero esta noche. Eso haría que el viaje al trabajo de la mañana
siguiente fuera hermoso.
—Si ahora está así de frío, no quiero ni ver cómo va a estar esta noche.
Delilah asintió.
—Desearía que Menolly dejara de conducir su Jaguar y simplemente
disfrutara de un largo paseo rumbo al Caminante; el frío no le molesta.
—Eso podría ser una buena idea. Ella realmente no se lastimaría demasiado
en un accidente de coche, al menos no en la mayoría de los accidentes, pero
podría herir a alguien sin querer. —Cuando abrí la puerta, el ajetreo del día nos
golpeó con toda su fuerza.
Trillian estaba poniendo la mesa para un almuerzo tardío. Iris y Rozurial
estaban cocinando una gran olla de espaguetis y albóndigas. Ahumado estaba
entrando a grandes zancadas por el porche de atrás y vi la pala de nieve cuando la
colgó nuevamente en su clavo.
Shade se encontraba en la sala de estar, intentando crear un fuego en la
nueva estufa de leña que habíamos comprado para ayudar a mantener los costos
de calefacción más bajos. Sopló suavemente el papel de periódico arrugado
debajo de la yesca y el fuego se encendió con las chispas que exhalaba con su
respiración.
—¿Shamas está en el trabajo? —le pregunté.
Él asintió con la cabeza.
—Sí, él tiene el turno diurno esta semana, pero puede ser que se quede a
dormir allí si las carreteras están tan malas. —Mientras se ponía de pie, Delilah
fue en dirección y él la rodeó con sus brazos y la besó profundamente,
acariciándole con una mano la espalda. Se pertenecían el uno al otro, como si se
conocieran de toda la vida. Incluso desde afuera, podía sentir el lazo que se había
tejido entre los dos.
El timbre sonó y fui a abrir. Era Bruce, el novio de Iris. Él hizo un gesto
para que saliera al porche. Temblando, lo seguí.
—¿Qué pasa?¿Por qué no entras?
Él sonrió, luego sacó algo de su bolsillo. Tenía el aspecto de un joven de
apenas unos treinta años; la misma edad relativa que Iris. No estaba segura de
cómo era el proceso de envejecimiento entre los elfos domésticos y los duendes,
107
pero sabía que ambos eran mucho, mucho mayores que yo en años cronológicos,
cientos de años más antiguos. Su cabello castaño alborotado era rizado y largo
hasta sus hombros, y sus ojos brillaban con el azul más puro; a juego con los de
Iris. En realidad, él se parecía mucho a Roz, sólo que sin el aire peligroso. Bruce e
Iris formaban una pareja llamativa.
—Yo quería preguntarte tu opinión acerca de algo —dijo, tendiéndome una
caja—. ¿Crees que a ella le gustará esto?
La abrí. Allí, en el cojín de terciopelo, descansaba una alianza de platino con
un brillante zafiro azul de corte que tenía que ser por lo menos de un quilate
entero. Rodeado a ambos lados por unas bandas de diamantes de medio quilate.
Jadeando, sacudí la cabeza.
—Oh, Bruce. A ella le va a encantar. Esto es… esto es hermoso. —Eché un
vistazo hacia él—. ¿Así que oficialmente vas a pedírselo hoy?
Se sonrojó.
—Así es, mi dulce. Es hora de que haga lo correcto. Y ahora ella es libre
para aceptar. Me llamó anoche y hablamos largo y tendido. Me contó lo que
sucedió. Conozco sus secretos oscuros. Me dijo que si quería alejarme, que no me
culparía. Después de todo, ella mató a su prometido. Pero los dioses trabajan a su
voluntad y yo esperaría que mi muchacha siguiera la voluntad de su Señora y
librara al mundo del mal. Ella hizo lo correcto.
Me mordí el labio.
—Iris querrá quedarse aquí. ¿Estás dispuesto a mudarte a nuestra tierra?
Podemos ayudarte a construir una casa propia para los tuyos; tenemos mucho
espacio aquí. Casi siete acres.
—Me mudaría a la luna, si ese fuera el lugar donde mi Iris quisiera vivir. —
Y cuando él me sonrió, sentí como si el sol hubiera salido. No me extrañaba que
Iris estuviera con él. Bruce O'Shea era como un rayo de sol acogedor y yo
prácticamente podía sentirlo tirando de un arco iris a lo largo del camino por
donde pasaba.
—Entonces entra. Y Bruce, de antemano, sin querer echar mala suerte,
bienvenido a la familia. —Me incliné y le di un fuerte abrazo. Y por un
momento, fui capaz de bloquear el miedo que se había apoderado de mí ese día.
108
Capítulo 9
El almuerzo comenzó con una explosión. Nos reunimos alrededor de la
mesa cuando Bruce se puso de pie y se aclaró la garganta. Iris lo miró fijamente,
con la boca llena de espaguetis. Agarré la mano de Ahumado por debajo de la
mesa. Él me dio una mirada inescrutable, pero me sonrió.
—Iris y yo hemos sido novios desde hace un tiempo, y aunque a veces he
sido un tonto, ella me hace un mejor hombre. —Bruce pasó su peso de un pie al
otro—. Conozco sus secretos, ella sabe los míos. Y ahora, es hora de dar un paso
adelante y ser el hombre que ella me ayudó a ser. Sé que todos ustedes
consideran a Iris parte de su familia. Por lo tanto, es simplemente apropiado que
yo les pida permiso para solicitar su mano en matrimonio. Ella es, y siempre será,
la chica de mis sueños.
Él estaba sonriendo como un idiota, pero pude ver el miedo enmascarado
detrás de sus ojos… el miedo a ser rechazado.
Iris se quedó sin aliento, pero él me miró y luego a Delilah. 109
—Ustedes dos también podrían ser sus hermanas… y también la señorita
Menolly. ¿Tendrían objeción a tenerme por cuñado, si Iris acepta mi propuesta?
Rompí en una sonrisa de una milla de ancho, con ganas de llorar. Muy a
menudo nuestras comidas eran moderadas con las malas noticias, pero ésta…
—No tengo nada que objetar, pero ya sabes, Maestro Leprechaun: si
lastimas a nuestra Iris, tendrás que tratar con todas nosotras.
Delilah se rió y aplaudió.
—Estoy de acuerdo. Muy de acuerdo. Oh, me gustaría que Menolly
estuviera despierta, pero Iris, puedes contárselo a primera hora.
Los hombres murmuraron, pero los callé con una mirada. Me volví hacia
Bruce.
—Entonces vayan. Si quieres algo de privacidad, la sala está libre.
—No —dijo Iris, lentamente—. Ustedes son la familia. Han sido testigos de
todas las cosas por las que he pasado. Es lógico que deban compartir esto. —Se
puso de pie y Bruce se arrodilló a sus pies, tomando su mano entre las suyas.
—Yo no soy de tu raza, no soy de tu entorno. Pero vengo a ti, hija de la
Diosa del Arco Iris. Un hijo sometido por los rizos de oro, tanto de la diosa Iris,
como de mi amor, Iris. —Él estrechó su mano a los labios y la besó—. Te
prometo: honrarte, darte cobijo, darte hijos, si es la voluntad de los dioses, y te
amaré tanto como el amor debe durar. ¿Quieres, Iris Kuusi, aceptar mi oferta de
matrimonio y te unirás a mí como mi esposa?
Iris lo miró fijamente con los ojos vidriosos como las nubes en un cielo
azul. Ella respiró hondo y soltó el aire lentamente.
—Bruce O'Shea, yo no soy de tu raza. No soy de tu entorno. Soy la hija de
la diosa Undutar, sacerdotisa de la nieve y la niebla. Soy la hija de los témpanos
de hielo. Acepto tu oferta para casarme. Te honraré, haré un hogar para ti y para
nuestros hijos, si los dioses nos bendicen. Voy a proteger el hogar y te amaré
tanto como el amor debe durar.
Y entonces ella se echó a llorar y sonreír y cayó entre sus brazos, besando su
rostro, sus ojos, incluso mientras buscaba sus labios.
Después del almuerzo, Ahumado, Trillian y yo vagamos por la sala de estar.
Delilah y Shade se habían ofrecido como voluntarios para limpiar de manera que
Bruce e Iris pudieran tener la tarde para ellos y también se ocuparon de cuidar a 110
Maggie.
Roz deambulaba con aire aburrido.
—Vanzir llamó. Estará en casa en pocos minutos. —Él me lanzó una
mirada breve pero significativa y le asentí rápidamente con la cabeza. Mierda.
Tendríamos que estar en guardia. Una vez más. Todo el mundo, excepto mis
maridos, sabían lo que había pasado.
Me decidí contarles a los chicos lo que habíamos encontrado Delilah y yo.
Durante el almuerzo, la propuesta de Bruce había tenido prioridad y no quise
estropearlo por Iris. Hablar de lo próximo que había que hacer en ese momento
o en la cena no importaría.
—Vamos arriba… tú también, Roz. Quiero algo decirles a todos ustedes y
debo contárselo a Morio al mismo tiempo. Delilah le contará a Shade el asunto.
—Corrí por el pasillo y asomé la cabeza en la cocina—. Envié a los chicos arriba.
Voy a contarles acerca de Chase. Tú pon al tanto de la situación a Shade y suban
después de que hayan terminado con los platos.
—No hay problema. —Delilah me despidió con la mano. Había comenzado
a subir las escaleras para encontrarme con los chicos cuando oí abrirse la puerta
principal. Debía ser Vanzir. Y una vez más, estaríamos caminando sobre cáscaras
de huevo.
Ahumado y Trillian estaban tumbados en el sofá en la habitación de Morio,
mientras que Roz se sentó en una otomana cercana. Morio estaba apoyado en
una pared de almohadas. Parecía un poco más fuerte hoy. Corrí a su lado y le
besé largamente en los labios.
—¿Cómo estuvo tu día? —Me acarició la mejilla con sus uñas negras y
afiladas. Él no había cambiado ni a su zorro o a su forma demoníaca desde que
había sido herido, no tendría la energía para cambiar de vuelta.
Apreté su mano contra mis labios y le besé cada dedo, lamiendo las puntas
suavemente. Se estremeció y cerró los ojos. Morio rara vez había hablado de su
herencia —él era japonés y se había acercado por requerimiento de la Abuela
Coyote, una de las Brujas del Destino, pero de repente me pregunté: ¿qué
pensaría su familia de mí? Ahora estaba casado ahora. ¿Les había dicho? Yo ni
siquiera había pensado en preguntárselo.
—Amor, ¿sabe tu familia que te casaste conmigo? —Incliné mi cabeza,
esperando.
111
Él me tomó la barbilla, levantándola ligeramente.
—Sí, ellos saben de ti y de tus hermanas. Saben de nosotros. Algún día, los
conocerás. Estaban… no del todo contentos, pero tampoco en contra de ello. Se
reservan el juicio. Y confían en mis instintos.
Eso era más de lo que me esperaba. Asentí y no me molesté en insistir con
el tema. En lo que se refiere a Trillian, yo sabía que hacía tiempo que había
dejado su casa y abandonó a su familia, o más bien, que ellos lo habían
abandonado. Ni siquiera era un problema para él.
En ese momento, Vanzir llegó arrastrándose a la habitación. Estaba pálido,
lo que era normal —él se parecía mucho a David Bowie como el Rey Duende en
Laberinto— pero esta noche parecía aún más retraído. Sus ojos estaban
luminosos, un caleidoscopio de un color al que ni siquiera podía ponerse un
nombre.
Se deslizó en una silla lejana y me miró fijamente, su mirada se centró en mí.
¿Qué demonios podía haber sucedido?
—Hey, ¿dónde has estado? —le preguntó Trillian, mirándolo por mucho
tiempo para una mayor comodidad. Y luego, sin perder el ritmo, volvió la mirada
hacia mí, luego de vuelta a Vanzir y vi la comprensión relumbrando a través de
sus ojos.
Oh, maldito infierno. Él lo sabía. De alguna manera, él lo había captado. Pero,
¿cuándo? ¿Ahora mismo? O ¿lo había sabido por un tiempo? Mi estómago
empezó a agitarse mientras Vanzir se encogió de hombros.
—Estuve pasando el rato en el Inframundo Demonio por un tiempo. Hey,
amigo, Ahumado, ¿has oído los rumores acerca de tu padre? —Vanzir estaba
luchando por mantener su voz neutral, pero yo podía sentir el miedo debajo de
ella.
Ahumado le dio una breve inclinación de cabeza.
—Sí. Por desgracia.
Interrumpí, tratando de controlar mis nervios.
—Tenemos más problemas. —Les conté lo que nos había sucedido a
Delilah y a mí, primero en el portal, y luego lo que había escuchado en la
librería—. Así que tenemos que averiguar qué hacer con Chase, y… creo que la
persona que me estaba buscando en la tienda era el mono de la nieve que Trytian
mencionó. —Mis palabras murieron en mis labios mientras miraba al suelo. La
112
sala se quedó en silencio por un momento, y luego antes de que la testosterona
pudiera volar, añadí—: Estoy pensando en vender la librería. Tengo miedo por
las personas que van allí. Temo que más personas inocentes mueran a causa de
los demonios, o un dragón furioso, o simplemente porque soy un blanco útil para
los que odian a los Fae.
Morio sacudió su cabeza.
—No puedes dejar que el miedo gobierne tu vida. Si lo haces, vas a perder
más de lo que sabes. Todo el mundo en este planeta corre el riesgo desde el
momento en que se despiertan por la mañana y se levantan de la cama. Tú has
visto la historia de la Tierra, las guerras en el Oriente Medio, las guerras
mundiales, los desastres naturales, las personas tratan con ellos. Ahora, la mayor
guerra se dirige hacia nosotros y tú estás haciendo todo lo posible para detenerla.
Cerrando la Media Luna Índigo no vas a impedir que la gente se lastime.
—Tiene razón —dijo Trillian, con una voz sorprendentemente suave—.
Nunca has sido una persona que corre ante el miedo. Esa es una cosa que
siempre me ha gustado de ti. Dices al diablo con ello y enfrentas los tiempos de
peligro y lo vuelves a hacer. Y ahora, mi encantadora esposa, tienes que ponerte
de pie y enfrentar los hechos de lo que está pasando. Todos los hechos.
Era a la vez una pregunta y una demanda. Y supe justo en ese momento que
Trillian lo sacaría si yo no lo hacía. Y Trillian no se andaba con rodeos. Él no
jugaba limpio y no eludía las cuestiones delicadas.
Respiré profundamente.
—Sí. Será mejor. Vanzir… por favor ¿sales de la habitación? De hecho, es
posible que desees ir a dar una larga caminata. Roz, tu, también. Tengo algo que
hablar con mis maridos.
Vanzir se volvió bruscamente. Me miró fijamente, luego se mordió el labio y
asintió, y se fue sin una palabra, Roz lo siguió por detrás.
Ahumado parecía desconcertado, Morio perplejo. Caminé y cerré la puerta.
Como si eso pudiera detener a Ahumado de atravesar la pared si él quería, pero
bueno, era algo. Y podría darle a Vanzir un momento extra para tener un respiro
de eso.
Me volví, casi sin poder respirar. Mis amores me devolvieron la mirada.
Trillian asintió y me di cuenta de que estaba de mi lado. Cómo se enteró y cuánto
sabía, no tenía ni idea. Pero él no iba a ponerse como una fiera. Morio todavía
estaba demasiado herido para estrangular al demonio. Eso dejaba… 113
—Tengo algo que decirles. Tienen que prometer que se mantendrán en
calma. Necesito que estén tranquilos para mí. Antes de que nos fuéramos a las
Tierras del Norte, algo sucedió. —Yo apenas podía susurrar—. No hubo forma
de evitarlo. Ustedes tienen que entender eso… tienen que entender… Morio…
¿recuerdas lo malo que fue? Ahumado, tú estabas ayudando a tu madre. Y
Trillian no estaba allí. No teníamos suficientes personas en los túneles cuando los
fantasmas atacaron. Fue malo… muy malo…
—Camille… ¿qué pasó? —Ahumado se removió, su cabello se enrollaba
arrastrándose por mi hombro, pero me alejé, sacudiendo la cabeza.
—Cuando Morio fue herido, Menolly y Chase estaban sobre la alcantarilla
en la nieve, tratando de mantenerlo con vida hasta que Sharah pudiera llegar allí.
—Yo ni siquiera recuerdo eso —dijo Morio—. Sólo el dolor y la sensación
de que mi fuerza vital estaba escapándose.
Apoyé la mano en mi estómago.
—Sí… lo sé. Yo sé lo que se siente. En los túneles… Vanzir y yo nos
quedamos allí solos. Estábamos luchando por nuestras vidas. Yo estaba lanzando
hechizos a diestra y siniestra. Vanzir se estaba alimentando tan profundamente de
los fantasmas que se perdió en la energía y no podía liberarse. —Los recuerdos
pasaron por mi mente, vividos, como un sueño despierto. Había sido tan
surrealista, y sin embargo, demasiado real—. Cuando tratamos de llegar a la
escalera, no pude encontrar mis guantes y los peldaños eran de hierro.
Trillian asintió y pude ver que él ya me había perdonado. Él, de los tres, lo
entendería más. Él era mi alfa, pero no tenía la misma naturaleza Fae que yo.
¿Posesivo? Sí. ¿Pero hasta el punto de la estupidez? No.
Dándome la vuelta, me acerqué a la puerta y me incliné contra ella, con la
cabeza apoyada en la fría madera. Entonces me di la vuelta y presioné mi espalda
contra ella… mirando a los tres hombres de quien sabía que nunca podría tener
secretos. Ellos eran mi todo. Mi mundo. Mis amores.
Yo solo esperaba que sintieran lo mismo de mí después de esta noche.
Ahumado comenzó a levantarse, pero le hice un gesto para que se sentara.
—Como decía, tiré algunos fuertes rayos de energía esa noche… el aire
estaba cargado, empapado de energía. Vanzir estaba tratando de alimentarse de
los fantasmas, para mantenerlos alejados de nosotros. Era como estar atrapado
en una película de terror con nadie de la caballería que viniera a salvarnos. Me 114
acerqué demasiado a Vanzir… me advirtió que no lo hiciera, pero yo estaba
tratando de llamar su atención, para ver si sabía dónde estaban mis guantes.
Hice una pausa, esperando, buscando en el rostro de Ahumado. Pero
Morio, no podía mirar a Morio. ¿Cómo podría, cuando él había estado sangrando
a muerte, mientras yo había estado abajo, teniendo sexo con un demonio?
—¿Qué hizo? —preguntó Trillian, su voz uniforme.
—Sus tentáculos estaban extendidos, en busca de energía, y en ese mismo
momento fuimos atacados de nuevo. Lancé otro hechizo… un enorme de rayo
de energía. Vanzir se pegó a mí y comenzó a alimentarse. —Ahumado se puso de
pie, sus ojos drenándose hasta el frío, grises y planos—. ¡Alto! Por favor, detente.
Espera. Déjame terminar —le supliqué, aún sin poder dejar la puerta. Después de
un momento, volvió a sentarse, pero su espalda estaba rígida, con una expresión
indescifrable—. Vanzir no quería alimentarse de mí. Él trató de detenerse, pero su
naturaleza lo superó. Él me estaba drenando. Fue horrible, pero incluso a través
del dolor y la impasividad, yo podía sentir su angustia. Sólo había una manera que
conocía para detenerlo. Una manera de hacerlo desprenderse de mi mente. —
Ahora yo estaba llorando, tanto por el miedo como por la tristeza. Tantas cosas
habían salido mal. Extendí mis manos—. Me entregué a él. Eso lo detuvo de
alimentarse de mí.
Ahumado se puso de pie lentamente de nuevo, luego dio un paso hacia
delante, mirándome con una mirada tan dura que me encogí. Trillian se dio
cuenta y trató de intervenir, pero el cabello de Ahumado lo golpeó, quitándolo
del camino de un latigazo. Morio dejó escapar un grito.
—¿Él te tocó? —Cada palabra era puntualizada con un paso más, Ahumado
llegó hasta mi lado. Me agarró de la muñeca y la apretó con fuerza, me sacudí
mientras me arrastraba hacia adelante. Su cabello se envolvió en torno a mi
cintura, levantándome para encararlo al nivel de sus ojos—. ¡Te pregunté si te ha
tocado! ¡Respóndeme!
—Sí, lo hizo. Pero él no tenía ninguna opción. —Mis dientes ahora
castañeteaban. Ahumado atrapó mi mirada y luego, después de un horrible
momento en el que yo estaba realmente asustada de que pudiera perder el
control, él me bajó muy lentamente y me apartó gentilmente de la puerta—. No,
¡no vayas tras él! ¡Él ya no tiene sus poderes! No puede defenderse. —Trillian y
Ahumado se volvieron hacia mí. Morio estaba sentado hacia adelante lo más que
podía. Me tragué mi miedo—. La Madre Luna vino a través de mí, mientras él
estaba… mientras estábamos… ella lo despojó de sus poderes y del vínculo de
alma. Bien podría ser mortal, a excepción de su fuerza innata. Ella le quitó la
capacidad de alimentarse. 115
Ahumado se echó a reír entonces, pero fue una risa horrible, una llena de
venganza y de alegría.
—Y así la Madre Luna infligiría su justicia antes de que yo tuviera mi
oportunidad. Pero te diré esto. Vanzir sabrá por qué incluso los dioses temen a
un dragón. —Se dio la vuelta y abrió la puerta con tanta rapidez que la arrancó de
sus goznes. Echándola a un costado, se fue por las escaleras conmigo corriendo
tras él.
—¡Alto! ¡Ahumado! No. —Puse toda la fuerza que pude reunir en mi voz.
Se dio la vuelta en el rellano.
—¿Por qué? ¿Lo disfrutaste tanto? ¿Estás tan hambrienta de él que tomarías
a un cuarto?
Dejé escapar un pequeño grito.
—¿Cómo te atreves? ¿Cómo te atreves a quitarle importancia a lo que fue
una de las peores noches de mi vida? Se alimentó en mi mente, él no quería, pero
su naturaleza lo empujó sobre el borde. Y ¿dónde puto infierno estaban tus oídos
cuando te conté sobre el ataque? Estábamos en guerra con una manada de
fantasmas hambrientos. Casi matan a Morio ¡nos habrían matado a los dos!
Ahumado dejó escapar un grito áspero.
—¡No puedo soportar que te haya tocado! ¡Que él violó no sólo tu cuerpo
sino tu mente!
—¡No me violó! Me ofrecí a él.
—Para sacarlo de tu mente. Ambos ataques fueron violaciones… y de
ninguna manera puedo creer que no pudo detenerse. Probablemente ha estado
husmeando tras tus faldas desde el principio. —Ahumado me rodeó, dándome
una mirada penetrante—. Tú eres mi esposa… la esposa de Trillian. La esposa de
Morio. Te comparto con ellos, ya que es lo que es. Pero me niego a compartirte
con nadie más. No voy a compartirte con algún sucio demonio apestoso que se
abrió camino como los gusanos en tu magia y tu mente. ¡Tú eres una sacerdotisa!
Tendría que haber tenido respeto por ti. ¿Cómo puedes defenderlo?
Antes de pensar en lo que estaba haciendo, me acerqué a darle una
bofetada. Una hebra de su cabello atrapó mi muñeca y la mantuvo tensa.
Ahumado me atrajo hacia él. 116
—Tú eres mi esposa. Nadie sale impune por perjudicarte. Nadie.
¿Entiendes? —Su voz era gruesa y él olía a almizcle e ira—. Tú me perteneces.
Estamos emparejados. Acoplados. Debería arrastrarte a una dreyerie. Debería
mantenerte allí como una reina.
Podía sentir la energía de su propio dragón surgiendo a su alrededor. La idea
de que en realidad pudiera llegar hasta el final de eso esta vez —de que podría
llevarme junto con Trillian y Morio— me aterrorizaba. Razonar con los hombres
era bastante malo, con toda la testosterona, pero Ahumado era, bajo el
espléndido exterior, todo dragón. Y mil veces más difícil.
—Ahumado. Te amo. Por favor, créeme, te amo. Pero Vanzir… él
consiguió el extremo corto del palillo. Estoy bien. Él no. Él ya ha sido castigado
por mi diosa. Ella le hizo algo mucho peor que matarlo. Lo despojó de su propia
naturaleza.
Ahumado tembló, acariciándome mi cuello. Presionó sus labios contra los
míos, besándome ferozmente. Y luego, lentamente, me bajó. Cuando volvió a
hablar, su voz apenas sonaba contenida.
—Ve. Dame tiempo. No puedo pensar con claridad. Si te quedas aquí, voy a
buscarlo y a matarlo. Una vez que estés fuera del camino, iré a mi túmulo por
esta noche. En este momento no puedo mirarte o lo único que querré hacer es
cazar al perro demonio y destruirlo.
Tropecé alejándome de él, todavía tenía miedo, pero aferrándome a la luz de
esperanza que ofrecía. Trillian no me tocó mientras caminaba, pero susurró:
—Trataré de hablar con él. Mejor vete por una hora o algo así.
—¿Morio…?
—Él estará bien. Sólo ve, mi dulce. —Y mientras me apresuraba a bajar por
las escaleras, enojada, asustada y llorando, Trillian se volvió hacia Ahumado.
En cuanto llegué abajo, me apresuré a entrar en la cocina.
—¿Vanzir logró salir de aquí?
Delilah asintió, con los ojos muy abiertos. Shade parecía que estaba listo
para abordar algo. Eché un vistazo a mi hermana, luego a su amante, sacudiendo
la cabeza.
117
—Yo les dije… sobre Vanzir…
—Eso pensé —dijo Shade—. Pude sentir a su dragón elevándose desde
aquí abajo. De hecho, estoy a punto de irme por un rato. Todo lo que haría falta
es una palabra equivocada de mi parte para sacarlo de sus casillas.
Asentí.
—Esa es una buena idea. Voy a dar un paseo. Tengo que salir de aquí, pero
no quiero conducir a ninguna parte. —Busqué en la lavandería y me puse mi
falda para caminar, la que Iris había lavado, y un polera de cuello alto de Delilah.
Era demasiado ajustada, especialmente alrededor del busto y yo se la estiraría
completamente, pero le compraría una nueva. Lanzando mi capa por sobre mis
hombros, dejé que Shade me acompañara hacia la puerta.
Delilah me besó en la cabeza.
—Todo va a estar bien. Vanzir se fue. Tomó el Chevy. —Nos habíamos
comprado un par de autos de repuesto para que los usaran los chicos, no eran tan
bonitos como los nuestros, pero eran útiles.
—Bueno. Pero Ahumado podía rastrearlo en un santiamén. Está bien,
estaré de vuelta en una hora más o menos. Si me da demasiado frío, pasaré el rato
en el estudio. —Habíamos convertido un gran cobertizo de la propiedad en un
estudio para que Shamas, Roz y Vanzir durmieran allí de vez en cuando, yo
enviaba a mis maridos allí abajo para sacarlos de mi cabello cuando quería una
noche para mí.
Mientras Shade me sacaba a la tarde nevosa, la luz comenzaba a
desvanecerse. La Las última horas de las tarde bien podían ser también el
anochecer, el día más corto del año estaba apenas a una semana de distancia.
Mientras vagábamos en el crepúsculo, le pedí a la Madre Luna que las cosas se
calmaran. Yo nunca había confiado plenamente en Vanzir, pero sabía que no me
había hecho daño a propósito, y yo no era de guardar rencor cuando sabía que
había sido verdaderamente por las circunstancias y no por premeditación.
Shade ladeó la cabeza hacia un costado.
—Dale tiempo. Su ego está herido.
—Ego… —empecé a protestar, pero él levantó una mano.
—Tienes que entender la naturaleza de los dragones. Él no estaba allí para
protegerte. Fuiste herida. No se lo dijiste inmediatamente. Esas tres cosas
llegaron a un punto concluyente. Todavía podría haber querido matar Vanzir, 118
pero él no habría estado tan enojado contigo. Él se siente humillado porque no
pudo mantener a su familia segura. Diablos, me siento responsable de ti también,
y tú no eres ni mi compañera. Tú eres mi hermana querida. Y si me siento así de
mal, ¿puedes imaginarte cuán peor se siente tu marido? —Shade y yo llegamos a
la entrada—. Ahumado adora absolutamente el suelo que pisas. La idea de que
alguien te lastimó lo lleva a un frenesí. Él es dragón… esa es su forma.
Asentí.
—Sí, creo que estoy empezando a entenderlo. Es fácil olvidar que no estoy
tratando sólo con un hombre… un magnífico hombre, fuerte, obstinado. Pero él
es un dragón. Él no es un humano con un traje de dragón. Ni siquiera es un Fae
con un traje de dragón.
—Exactamente. Ahora, ¿te gustaría que camine contigo? Lo haría si quieres,
pero podría no ser conveniente en caso de que él saliera a buscarte y te
descubriera con otro dragón a tu lado… aunque yo sólo soy mitad dragón.
Diablos, ni siquiera voy a abrazarte, aunque creo que necesitas un abrazo. ¿Mi
olor en ti? Sería un suicidio. —Shade se echó a reír y por primera vez sonreí en lo
que pareció una eternidad.
—No, voy a estar bien. Tenemos las salvaguardas levantadas. Delilah
vendrá a buscarme si pasa algo. Me vendría bien un poco de tiempo para mí
misma… para pensar.
—Entonces voy a desaparecer e iré a buscar a Vanzir. Trataré de ayudarlo a
resolver qué hacer ahora. Tal vez podamos sacar a todos de esto sin ningún
problema.
—Delilah seguro encontró a un guardián, eso es seguro. —Me despedí con
la mano mientras él entraba en las sombras y desaparecía de la vista. Gracias a los
dioses por los hombres sensatos. O por lo menos, tan sensatos como podían
lograrlo. Y en esa nota, también envié un beso mental hacia Trillian. Quizás
Ahumado lo escucharía. Quizás Trillian podría calmarlo.
Después de que Shade se fuera, me volví hacia el sendero que conduce al
Estanque Birchwater. Delilah había tenido razón. Un paseo me haría bien. Decidí
que, llueva o haga sol, me las arreglaré para salir todos los días por un tranquilo
paseo. La nieve había dejado de caer y ahora un trozo de cielo estaba brillando
por entre las nubes. Una hora más y las estrellas vendrían arrastrándose hacia
fuera.
El sendero familiar era muy acogedor y mis botas dejaron impresiones 119
suaves en la nieve. Tomé una respiración profunda, dejando que el frío llenara
mis pulmones mientras paseaba hacia el estanque. Había pasado mucho tiempo
desde que había tomado un paseo por mi cuenta. Incluso durante la luna llena,
estaba en el cielo, corriendo con la Madre Luna en la caza, junto con una
muchedumbre de guerreros y otras brujas que seguían a la Señora de la Caza.
No, necesitaba más tiempo sola.
Había una curva por delante en el camino, un desvío que se internaba más
profundamente en el bosque, el otro conducía hacia el Estanque Birchwater,
donde a menudo celebrábamos rituales para los días festivos. Dónde me había
casado con Ahumado y con Morio.
Al acercarme, vi una figura alta en los árboles, vestido con un manto blanco.
Su larga cabellera flotaba en la brisa.
¡Ahumado! ¡Ahumado había venido a buscarme! Corrí a su encuentro.
Trillian debía haberlo hecho comprender. Gracias a los dioses. Ahora podríamos
seguir adelante teniendo cuidado de esto y averiguando algún modo de mantener
vivo a Vanzir y a mi marido feliz. Mi corazón dio un vuelco, y la preocupación y
el dolor comenzaron a ceder.
Al doblar el abeto situado entre nosotros, extendí mis brazos, deseando
solamente sentir su abrazo, su beso. Pedirle perdón por no confiar en él lo
suficiente como para decirle antes todo lo que había ocurrido.
—Ahumado, por favor, por favor, no te enfades conmigo…
Pero mis palabras cayeron mientras miraba al hombre que se alzaba sobre
mí. Él me dio una lenta sonrisa lasciva.
Más alto que Ahumado, el cabello, casi tan largo como el de Ahumado, era
de un blanco puro en vez de plata —ahora que estaba tan cerca, pude ver la
diferencia. Se veía un poco mayor, aunque sería difícil establecer su edad, pero yo
sabía que era antiguo, peligroso y despiadado.
Mi corazón empezó a palpitar cuando me di vuelta para correr, pero su
cabello se estiró agarrándome y me arrastró hasta él.
—¡No! ¡No! Déjame, déjame ir… por favor, por favor, déjame ir.
Quería despertar. Despertar gritando para encontrar que todo había sido un
sueño. Pero yo estaba aquí, frente a mi peor pesadilla.
Apretando su brazo alrededor de mi cintura, me alzó para mirarme a los 120
ojos, apoyando su cabeza contra la mía mientras yo luchaba por liberarme. Él
presionó su boca contra la mía, abriéndose paso entre mis labios. Me ahogué
cuando profundizó en mi garganta. Traté de morderle la lengua, pero un mechón
de su cabello me agarró por el cuello y me apretó hasta que me detuve.
—¿Qué te pasa, Camille? No estás siendo muy amable. Esa no es forma de
saludar a un familiar, ¿no? Después de todo, ¿no te alegras de ver a tu suegro?
Y entonces, mientras Hyto se reía, empecé a gritar.
Capítulo 10
Hyto me sostuvo con fuerza, el mechón de cabello todavía estaba alrededor
de mi garganta.
—En cualquier momento, podría romperte el cuello. Asfixiarte. Arrancarte
la cabeza de los hombros. Así que sugiero que dejes de gritar.
Cerré mi boca y esperé por la muerte, sabía que esa era la razón por la que
él estaba allí. Pero en vez de eso, estiró otro mechón de cabello y acarició mi
mejilla.
Mi estómago dio un vuelco.
—Las salvaguardas dieron alerta. Ahumado estará aquí afuera, buscándome.
—Luché para hablar contra la restricción en mi garganta que me dolía.
—No creo que mi hijo vaya a hacer tal cosa. —Hizo un gesto, y de atrás de
un imponente árbol de hojas perennes salió el hombre que Giselle había descrito.
Se inclinó brevemente hacia Hyto—. Conoce a Asheré, mi mono de la nieve. Él 121
invalidó tus salvaguardas en un abrir y cerrar de ojos. Así que nadie va a saber
nada.
El pánico se apoderó de mí.
Oh, Gran Madre, va a matarme aquí y nunca tendré la oportunidad de decirle adiós a
mis seres queridos.
Estaba a punto de rogarle —sólo deja que me vaya y no voy a decir ni una
palabra— cuando las palabras murieron en mis labios. Hyto estaba más allá de la
razón. Él no me escucharía. Él me odiaba. Y yo no iba a rogarle. ¿Por mis
hermanas en peligro?, ¿por las vidas de mis amigos en riesgo?, yo estaría
arrastrándome por el suelo. Pero nunca me arrastraría por mi propia vida.
—¿No tienes nada que decir? ¿Ninguna protesta? ¿Ni un ruego por tu vida?
—Él me miró con curiosidad y luego dejó escapar un resoplido—. Bueno, no
importa. Pero no puedo irme sin dejar una tarjeta de visita. Asheré, prepara a la
chica. —Me tiró al suelo y me tropecé.
Asheré me agarró por los brazos y abrí la boca para gritar de nuevo, pero
con una sola palabra del monje, mi voz quedó en silencio y ya no podía hablar.
Luché, pero otra palabra de él y no podía moverme, me quedé parada ahí, quieta
como la noche.
Nos quedamos allí, mirando a Hyto mientras se movía hacia un costado.
Sentí como si estuviera en un sueño —tan congelado como uno de los
carámbanos de casa. Imágenes de mis hermanas pasaron por mi mente, ellas
continuarían adelante, pero yo las echaría mucho de menos.
Y Ahumado, Trillian… Morio… ¿quién iba a encontrar mis restos? Oré
para que no fuera uno de ellos… o mis hermanas. Permite que sea una persona a
quien no le causaría demasiado daño. Mi primo… Chase… cualquiera excepto mi
familia.
¿Se lamentarían por mí? Pensé en Maggie y las lágrimas comenzaron a rodar
por mis mejillas. E Iris…por lo menos yo sabía que ahora ella iba a ser feliz.
Incluso en medio de esta guerra, ella tendría un rayo de esperanza.
Mis pensamientos saltaron a mi padre. ¿Se arrepentiría por apartarme?
¿Vería mi estatua del alma hacerse añicos? ¿Sostendría los restos en sus manos,
preguntándose qué le había pasado a su hija? ¿O las barrería a la basura con su
corazón tan tranquilo y endurecido como se había vuelto?
122
Madre Luna, Pensé, por favor, que mi fin sea simple. Déjame ir rápidamente.
Permíteme deambular en la noche con tu Caza, déjame encontrar mi camino a la Tierra de las
Cascadas de Plata y reunirme con mi madre.
Y luego Hyto captó mi atención. Se concentró en un árbol cerca del
comienzo del sendero y, con un fuerte rugido que resonó desde lo profundo de
su garganta, dejó emerger un torrente de llamas de su boca, dejando un lado del
abeto en llamas. Cuando se iluminó la noche, me arrancó mi capa de mis
hombros y la tiró en el suelo cerca del árbol.
¿Qué demonios? Él podía simplemente dejar mi cuerpo carbonizado aquí
como un mensaje para Ahumado. Eso haría algo más que la capa.
Hyto captó la pregunta en mis ojos. Un profundo estruendo resonó desde
sus entrañas. Su risa fue como un mazazo.
—Una tarjeta de visita, mi querida. Basta con una tarjeta de visita. Porque tú
eres sólo la mitad de la ecuación. Quiero que mi hijo sepa que te poseo. Quiero
aplastarlo con el conocimiento de que ahora tú me perteneces.
No… no… mientras me daba cuenta de lo que Hyto estaba diciendo intenté
moverme frenéticamente, traté de romper el hechizo, pero no podía moverme.
Se inclinó hacia mí mirándome directo a los ojos.
—¿Te acuerdas? Te lo prometí cuando nos conocimos, cualquier cosa que mi
hijo posee es mío, para usar o abusar como yo lo considere conveniente. Cuando Iampaatar
venga a mi dreyerie3 para rescatarte, te habré destrozado tanto y más allá de toda
razón, que solamente habrá pequeños fragmentos de tu vida dejados para que él
los recoja. Y entonces, y solo entonces, acabaré con él.
Empecé a bloquear mi mente a medida que me daba cuenta de que Hyto
realmente no se refería a matarme. Todavía no. No, él se refería a llevarme,
quebrarme y hacerme trizas. A medida que el pánico comenzó a formarse, él me
tomó en sus brazos y comenzó a girar, lentamente al principio, luego más y más
rápido hasta que el mundo se convirtió en un borrón y perdí la conciencia.
Un toque bajo de tambor parecía seguir mis pasos, tal vez era el latido de mi
corazón, mientras me acercaba lentamente a Hyto. Yo estaba temblando tan
fuerte que mis dientes castañeteaban. Quería cubrir mis pechos, cubrir mi cuerpo,
escabullirme, pero sabía que él quería que yo me sintiera así. Él quería
humillarme, quebrantarme, por lo que enderecé mis hombros y no aparté la
mirada.
Mientras me acercaba a él, su mirada estaba fija en mi cuerpo y su cabello
serpenteaba a su alrededor, agitándose como los brazos de una criatura salvaje,
sinuoso y aterrador, totalmente diferente a la forma en que el cabello de
Ahumado se movía por su cuenta. 138
—Ah, aquí viene ella, con las mejillas sonrosadas y los pechos tan
desnudos… —La voz de Hyto estaba cargada de sarcasmo mientras se inclinaba
hacia adelante—. Si fueras un dragón, serías un patito feo. Tal como es, para ser
una mortal, eres lo suficientemente atractiva. —Hizo una pausa, y luego de
repente un bucle de cabello salió disparado hacia adelante y me dio un puñetazo
en el estómago con la fuerza suficiente para dejarme noqueada.
Con un grito de sorpresa, caí tropezando contra las rocas, sintiendo que la
parte trasera de mis muslos se raspaban en un saliente afilado. Hyto se rió.
—Ponte de pie, chica. Ahora.
Me puse de pie, tratando de ignorar el aguijón de su látigo.
—Regla número uno: Cuando me dirija a ti, tú responderás: "Sí, Amo".
¿Entiendes? —No había espacio para la negociación en la orden y yo sabía que
no debía molestarlo. Era mejor escoger mis batallas y ésta era una que no valía la
pena luchar.
—Sí, Amo. —Forcé a mi voz temblorosa para que formara las palabras.
—Aprendes rápidamente. Segunda regla: cuando entres en mi presencia, te
arrodillas hasta que yo te ordene que te pares.
—Sí, Amo.
El mismo mechón de cabello que me había derribado se posó en mi
hombro. No esperé por su indicación. Me puse de rodillas y esta vez evité ser
golpeada.
Hyto se puso de pie y avanzó. Podía sentir el cambio en su estado de ánimo.
Entrenada para mantener mis ojos en mis oponentes, me tomó todo lo que
tenía en mí para forzar mi mirada a permanecer en el suelo. Había conocido a
hombres como Hyto antes —hombres que prosperaban en el poder total, la
propiedad total. Era como mirar fijamente a un perro rabioso a la cara, ellos
mataban por tales afrentas. Seguirle la corriente, me compraba algo de tiempo.
A pesar de tener tan pocas esperanzas de salir de esto en una sola pieza,
cuanto más alguien trataba de humillarme, más quería la venganza. Y si Hyto me
eliminaba, yo planeaba causarle tanto daño como pudiera antes del final. Pero
tendría que morderme la lengua, esperar el momento adecuado.
A medida que sus botas —de piel blanca que asomaban por debajo de la
139
túnica que llevaba— aparecían en mi línea de visión, me esforcé por mantenerme
calmada. O por lo menos lo más tranquila que pudiera.
Los mechones de cabello se extendieron por debajo de mis brazos y me
levantaron y así me sostuvieron frente a él.
—Mírame, chica. Apropiadamente. —La orden fue lenta, sinuosa.
—Sí, Amo. —Me obligué a mirarlo a los ojos sin desafiarlo. Yo no quería
ver lo que sabía que estaba allí.
Deseo. Lujuria. El deseo de lastimar, castigar. El apetito por mi dolor. Oh sí, él era un
sádico, sólo a la espera de darse rienda suelta a sí mismo en mí.
—En primer lugar, el collar.
Y mientras su cabello me sostenía, él extendió la mano y abrochó un collar
blanco como la nieve alrededor de mi cuello, con un lazo de plata en la parte
delantera. Cuando él chasqueó la hebilla del cierre, me estremecí y me di cuenta
de que el collar tenía magia —de qué tipo, no podría decirlo, pero la energía fluyó
alrededor de mi cuerpo y me hizo sentir como si tuviera una picazón que no
podía rascarme.
—¿Quién soy yo, chica?
—Tú eres mi Señor. —Las palabras se revolvieron en mi estómago, pero no
había nada que pudiera hacer sino obedecer.
—Así es, y puedo hacer lo que quiera contigo. Podría romperte el cuello, o
freírte y comerte en el desayuno. Podría colgarte sobre el acantilado y verte
colgando allí, congelándote hasta morir, y dejarte para que los buitres de las
montañas limpien tus huesos.
—Sí, Amo.
Él se rió entre dientes, luciendo todo encantado.
—O…podría…
Al momento siguiente, sentí otro mechón curvándose sobre mi cuerpo
hasta que encontró mis pechos. Se enroscó como una serpiente, girando en torno
a mí como una cuerda salida de una escena de bondage japonés. La presión
sobre mis pechos era tan fuerte que comencé a sudar, pero luego se moderó
mientras las hebras empezaron a masajear mis pezones. Me relajé, agradecida de
que el dolor se hubiera detenido, cuando otra hebra —más gruesa esta vez— se
estiró entre mis piernas, acariciando mis muslos, acariciándome en medio… oh,
140
mierda. No, por favor no. Cerré los ojos, pero las hebras separaron mis muslos y
comenzó a explorar cada hendidura que tenía.
Hyto gruñó.
—Mírame, te dije. Quiero ver tu cara. Quiero ver tus ojos.
—Sí, Amo —susurré y abrí los ojos de nuevo. Estaba sonriendo, salvaje y
loco, peligroso como sólo un dragón desquiciado podría estarlo.
—Oh, mi tesoro. Esposa de mi hijo. ¡Qué fiasco! Tú no estás en condiciones
de ser un plato principal… eres el postre, ¿Lo sabías? Simplemente postre. Crema
batida. Excepto que, como tienes el corazón de mi hijo, eres un joya de la corona
para mí en este momento. Mi as en la manga, por así decirlo. Y eso me excita.
Y con otra risa horrible, empujó rápidamente un grueso mechón de cabello
en mi interior, apartando la tela endeble a un costado. Luché, pero él me abrazó
fuertemente con esa melena horrible de serpiente suya.
Dejé escapar sólo un grito, luego me mordí la lengua cuando de repente me
atrajo hacia él, más de su cabello sostenía mi cara contra él mientras su boca
buscaba la mía.
Su lengua se internó entre mis labios, me besó, pero no me tocó con sus
manos.
Y entonces la violación comenzó en serio; esos ojos enloquecidos
traspasaron mi corazón mientras jugaba conmigo, nunca me tocó con sus manos,
sólo con su cabello. Cuánto tiempo pasó, no podría decirlo, pero estaba en carne
viva y sangrando.
Cuando él terminó, las hebras se retiraron abruptamente, dejándome caer en
el suelo. Me quedé allí, gimiendo.
—Suficiente por ahora. No puedo tenerte agonizando antes de que
Ahumado encuentre su camino hasta aquí. Tenemos tiempo de sobra para más
diversión más adelante. Tengo asuntos que tratar. La mujer te atenderá. Ve a
bañarte, comer y dormir. No voy a tener un juguete sucio en mi presencia. Ya es
bastante malo que seas mortal.
Cuando él hizo una pausa, me di cuenta de que estaba esperando mi
respuesta. La furia y el dolor atormentaban mi cuerpo, me obligué a ponerme de
rodillas. Estaba inestable pero logré mantenerme en posición vertical, tiré la
precaución por la ventana y lo miré, negándome a mirar hacia otro lado. Quería
memorizar su rostro, memorizar cada valle y arruga, cada cicatriz. Porque de 141
alguna manera, algún día me gustaría verlo morir, con dolor, con rabia, en
absoluta agonía.
Pero por ahora, sabía que necesitaba sobrevivir. Y así, mientras él
aguardaba, dispuesto a golpearme de nuevo por mi imprudencia, me limité a
decir:
—Sí, Amo.
Y luego se fue, como un ladrón en la noche, y yo estaba sola.
—Las otras…
—Una noche. En los últimos años, he quitado los huesos de por lo menos
dos docenas de mujeres jóvenes… el Maestro creó este refugio hace algún
tiempo, antes… —Hanna miró a su alrededor, luego bajó la voz hasta un
susurro—. Antes de que su esposa lo obligara a salir de los Confines. He estado
cautiva aquí por cinco años. En ese tiempo, todas las mujeres traídas aquí han
muerto.
Mi estómago de nuevo dio un vuelco. Así que él había tenido esta cámara
mientras seguía casado con la madre de Ahumado. Me pregunté si ella lo sabía. Y
de ser así, ¿qué pensaba? No podía imaginarla estando complacida. Por lo que
Iris me había dicho, los dragones plateados, como la madre de Ahumado, estaban
en la cima de la cadena alimenticia de los dragones, y sería una vergüenza tener
un marido dragón blanco propenso a un comportamiento como éste.
Y entonces comprendí lo que Hanna había dicho.
145
—¿Has estado aquí cinco años? ¿Y tu hijo? —Eché un vistazo a la jaula
donde el niño yacía en silencio durmiendo.
—Kjell ha estado en esa jaula durante cinco largos años. Él… ha pasado un
tiempo desde que me dijo algo. Ya no puede hablar. Ni siquiera sé si me
entiende, a pesar de que le gusta cuando le canto. —Su voz descendió, ladeó la
cabeza hacia un costado y las lágrimas silenciosas surcaron sus mejillas.
Tenía ganas de llorar con ella. Por Hanna. Por Kjell. Por las decenas de
mujeres que Hyto había asesinado. Por mí misma. Por mis amores, tan lejos. Por
todos los males del mundo. Pero la enormidad de lo que yo había pasado me
cayó como un saco de boxeo, y me desplomé en la mesa.
—No lo sé. Quizá… tal vez es porque necesito estar enojada con alguien
que no salga a matarme. No puedo luchar de nuevo contra Hyto. Si no puedo
gritarle a él… ¿a quién diablos puedo gritarle? A Hanna no… ella es mi única
esperanza de ayuda. Y tampoco es culpa de ella. ¿Cómo puedo lidiar con toda
esta rabia y miedo y dolor si no puedo conseguir sacarlo de mí misma?
—¿Qué pasa con tu magia? No olvides nunca que eres una bruja. Eres una
148
sacerdotisa de la Madre Luna. ¿Eso no cuenta para algo?
Un viento frío se precipitó sobre mí y abrí los ojos para encontrarme de pie
en un campo amplio y estéril. Yo estaba en el astral… en espíritu, pero por
encima de mí estaba la Luna y ella se asomaba en dirección a mí, extendiéndose
con su toque brillante para envolverme con los rayos de luna de la franja débil
que brillaba en el cielo. Promesas de esperanza, de amor, de encontrar mi camino
en la oscuridad, me envolvieron, y me aferré al sueño, aferrándome a los hilos de
posibilidad.
Me aferré a su promesa por todo lo que valía la pena. Mi magia… ¿qué
hechizos podía lanzar que pudieran ayudarme? La magia de muerte no me iba a
servir de nada, especialmente no sin Morio, pero tal vez…
Corriendo a través de mi repertorio de hechizos, recordé el hechizo de
Invocación. No tenía ninguno de los componentes físicos, pero tal vez no los
necesitaba. Ahora era una sacerdotisa —sí, sin entrenamiento, pero había sido
elegida por la Madre Luna.
Cerré los ojos y reuní toda la energía que pude de esa franja tenue de luz en
el cielo, tejiéndola entre mis dedos. Por favor, por favor no te vuelvas contra mí ahora.
Por favor, ayúdame. Por favor convoca a alguien que pueda encontrarme.
Pensé en mis esposos, en Morio, en Ahumado y Trillian. Anhelándolos,
buscando su energía, y sentí los bordes de la misma, pero no podía extenderme lo
suficiente. Busqué a Chase, pero él se había ido y en silencio le deseé suerte en su
salida del astral, en su regreso a casa. Y entonces… a la distancia, sentí a alguien
familiar.
Siguiendo el camino de la energía, comencé a caminar, luego a corrí a un
ritmo que sólo los elegidos de la Madre Luna pueden manejar. La Luna vigilaba
mi espalda y ella me estaba dando fuerza. Me empapé en ella, dirigiéndola hacia
mis heridas, invitándola a estar conmigo, en espíritu así como en cuerpo.
Madre Luna, mi gran Señora, sabes que voy a soportar todo lo que deba soportar con
honor, pero te ruego, ayúdame. Ayúdame a escapar, ayúdame a destruir a mis enemigos,
ayúdame a salvar a mi familia. Ayúdame a derrocar al malvado que trata de rasgarme
miembro a miembro. Guíame, Madre de la noche, Señora de la Caza. Escucha mi corazón,
escucha mi alma, déjame descansar mi cabeza en tu pecho.
Una gran energía surgió a través de mi espíritu y aumentó mi velocidad. 149
Corrí como el viento, como si la jauría de Hel estuviera siguiéndome. Mi cabello
se derramaba hacia atrás, y con cada paso, cada caída de mis pies en la bruma, mi
determinación se incrementaba. No dejaría que Hyto ganara. No me culparía a mí
misma por esto. Vanzir y yo habíamos hecho lo que necesitábamos hacer, y había
sólo algunas cosas que nunca podría deshacer, nunca podría cambiar, así que
aprendería a vivir con ellas.
La energía que estaba más adelante ahora venía hacia mí a toda velocidad, y,
llena de alegría, volé hacia ella, y me detuve tropezando delante de la figura que
ahora reconocí.
Vanzir.
—¡Vanzir! ¿Qué estás haciendo aquí?
Parecía tan sorprendido como yo.
—No estoy aquí en cuerpo. Vanzir, estoy atrapada en las Tierras del Norte.
Hyto me tiene cautiva.
Él asintió con gravedad.
—Sé que él te tiene. Encontramos la capa y la marca en el árbol. Ahumado
ya se ha ido para Otro Mundo, para buscarte. Shade y Rozurial están
preparándose para partir hacia las Tierras del Norte, así que aguanta. Ellos van a
tratar de encontrarte. Delilah y Menolly fueron a lo de la abuela Coyote… no
estoy seguro de lo que pasó porque ellas acababan de salir hacia allá antes de que
yo saliera a dar un paseo. Trillian y Shamas se quedaron en casa para proteger la
casa, a Morio, a Iris y a Maggie.
—Mierda. ¿Ahumado está en Otro Mundo? ¿Él sabe que estoy en las
Tierras del Norte?
Vanzir palideció.
—Se dirige hacia los Confines del Dragón en busca de ayuda, aunque él no
sabe exactamente dónde te encuentras. Ahumado… oh, Camille, es aterrador. 150
—¿Pero estás vivo?
Con una risa triste, él inclinó la cabeza.
—Quiero volver a casa. Tengo que volver a casa. Vanzir, Hyto es… —
Mirando hacia arriba en silencio, levanté mis faldas para mostrarle los moretones
en los muslos. Entonces señalé el collar alrededor de mi cuello—. No sé cuánto
tiempo va a dejarme vivir. Él está tendiéndole una trampa a Ahumado conmigo.
Tienes que avisarle a Ahumado que es una trampa para atraparlo. Estoy cerca de
las Faldas de Hel, hacia el norte. En una cueva en lo alto de la montaña.
—¿Crees que el grandote no sabe que Hyto está allí afuera para atraparlo?
Pero eso no lo detendrá de ir por ti. Y que los dioses salven a quien se interponga
en su camino. Él va a matar a cualquiera o cualquier cosa para tenerte de vuelta.
Después de un momento, Vanzir empezó a parpadear.
—Siento como que estoy siendo alejado. Me tengo que ir, Camille. No
puedo mantener mi lugar aquí. No tengo mis poderes, pero algo me pasó esta
noche, algo que ver con la Triple Amenaza. Sucedió en sus tierras, algo… no sé
qué…
Y luego desapareció en la noche, y me sentí a mi misma siendo atraída de
vuelta a mi cuerpo, pero luego antes de reingresar al laberinto, me detuve,
mirando una vez más el trozo de luna.
Una voz antigua, resonó desde el cielo, precipitándose a mí alrededor en
una lluvia de plata de susurros.
—Hija mía, me gustaría salvarte si pudiera, pero existe un destino para todas
las criaturas y esto parece ser parte de tu destino. Tu entrenamiento, sin
embargo… nunca olvides tu entrenamiento. Recuerda que eres mi hija, tú eres mi
niña. Siempre voy a estar contigo a través del horror y la alegría. Yo siempre 151
estaré observando, ayudándote cuando pueda y enviándote mi amor cuando no
pueda.
Comencé a llorar, mi Señora estaba tan triste. Podía oírlo en su voz. Extendí
la mano hacia la luna, queriendo ir hacia ella, queriendo recorrer los cielos con la
Caza y olvidar todo y a todos en la lujuria de la persecución.
Pero la luna desapareció y yo estaba de nuevo caminando de regreso a
través del laberinto. Mi otro yo me esperaba, y caminé hacia ella, la abracé y nos
convertimos en una. Sintiéndonos ambas más fuertes y terriblemente viejas, seguí
caminando hasta que llegué a mi forma dormida.
Sería mucho más fácil cortar el cordón. Pero ahora sabía que ellos estaban
buscándome. Los hombres que me amaban, mi familia… estaban haciendo todo
lo que podían. No podía renunciar a ellos. Y así me deslicé en mi cuerpo y cerré
los ojos, y caí en un profundo sueño oscuro.
Poco antes del amanecer, aunque ya no podía decir qué hora del día era,
Hanna me despertó.
—Camille, despierta, despierta.
Me senté, cansada y adolorida, pero fortalecida por el recuerdo de lo que
había averiguado.
—¿Qué pasa?
—Hyto te quiere. Voy a bañarte, alimentarte y te llevaré a su cámara. —
Tenía el ceño fruncido y se mordió el labio mientras yo gemía. A pesar de la
pomada, me dolía, no había manera de evitarlo.
Pero entonces me acordé de la reunión con Vanzir la noche anterior y me
armé de valor. Estaban buscándome. Yo podía hacer esto. Podía sobrevivir.
Después de otro remojón en la bañera que ayudó a aliviar mis músculos y
de otra aplicación de la pomada para prevenir infecciones, ella me dio una falda
delgada y transparente. Sin ropa interior, ni siquiera una tanga y nada arriba.
La miré en silencio y ella se encogió de hombros.
—Lame.
—Sí, maestro. —Temblando, me incliné hacia delante e hice una mueca
mientras presionaba mi lengua hasta el fondo de sus botas. Hyto me dio un
rápido golpe seco en la frente con el pie y me caí hacia atrás. Se echó a reír,
violentamente.
—Mamarme.
Yo apreté los labios, mi estómago se sacudió. Por supuesto que él usaría el
sexo en mi contra, ¿cuándo a lo largo de la historia los hombres no habían
utilizado el sexo como un arma en contra de las mujeres de sus enemigos?
Abusar de la esposa, herir al marido. Yo no le daría esa satisfacción. Busqué
profundamente en mi interior, busqué la fuerza de la Madre Luna.
Él nunca se llevará mi pasión. Voy a darle lo que quiere en la superficie, pero nunca va a
tener mi corazón. Nunca tendrá mi alma. Nunca tendrá mi alegría o mi deseo. Es todo una
farsa. Toda una obra de teatro. Toda una pesadilla y yo despertaré pronto.
Cierra los ojos, mi hija. Yo estoy contigo. La Madre Luna resonó en lo profundo
de mi corazón, y un sentido de resignación y fortaleza se levantó dentro de mi
alma.
—Sí, maestro. —Me arrastré hacia adelante, temiendo el olor de su almizcle,
odiando la visión de su cuerpo, pero en el momento en que me incliné hacia
adelante y puse mis labios sobre la punta de su pene, el mundo comenzó a girar a
mí alrededor.
—Podría mantenerte con vida por un tiempo, sólo para esto. Sabes lo que
haces.
—Sí, maestro. —Mantuve mi voz plana. La euforia de la caza todavía corría
en mi sangre, la emoción de estar con mi señora afuera en el astral. Me dolía el
hecho de que él lo disfrutara, pero al menos yo no guardaba el recuerdo.
Hyto pareció percibir que había expuesto demasiada emoción, porque se
apartó y la intensa indiferencia regresó.
—Taburete. Ahora.
—Sí, maestro. —Yo miré frenéticamente a mí alrededor buscando uno,
155
pero no había ninguno a la vista.
—No seas idiota. —Él me pateó de nuevo, esta vez en el costado, y caí
hacia atrás, de repente dándome de lo que él había querido decir.
Temblorosa, me coloqué en cuatro patas, delante suyo, y él apoyó sus
pesadas botas sobre mi espalda.
—Ahora, no te muevas. Ni una pulgada. Vamos a ver lo bien que obedeces
a tu suegro, chica.
No podía verlo desde la posición en que estaba, podía ver sólo piedra y por
el rabillo del ojo el fuego ardiendo en la hoguera. ¿Cuánto tiempo me mantendría
en esta posición? Yo sabía que él me estaba castigando por hacerlo disfrutar.
Probablemente habría sido más suave conmigo si hubiera sido mala al darle sexo
oral.
Después de diez minutos, mi espalda comenzó a dolerme. Yo era una mujer
fuerte, pero la combinación de permanecer sobre las manos y rodillas, mientras
sus pies —en las espantosas botas— se clavaban en mi espalda, comenzaba
causarme realmente daño, especialmente sobre las heridas que él me había
causado allí. Hice una mueca pero mantuve la boca cerrada.
Quince minutos y yo quería desesperadamente moverme, pero me obligué a
permanecer en posición. Veinte minutos y él todavía no había hecho ningún
movimiento para dejarme levantar. Para ese momento, tenía un dolor de espalda
infernal y no estaba segura de cuánto tiempo más podría soportar esto. No era
como jugar al caballito con Maggie mientras yo estaba en el suelo, o inclusive
como un juego de sexo con mis amantes. Este era un momento de espasmos
musculares graves.
Después de unos minutos, decidí arriesgarme a mirarlo.
Maldición. Estaba mirando directamente hacia mí con los labios curvados
medio sonriendo y medio gruñendo, como un lobo esperando para atacar. Sus
ojos centelleaban con una alegría perversa y me di cuenta de que había estado
esperándome para quebrarme. Rápidamente desvié la mirada, pero ya era
demasiado tarde.
—Así que, no puedes aceptar una orden. —Sus pies golpearon el suelo.
—Lo siento, amo. Lo siento. —Estallé en un sudor frío. Esto no iba a ser
bueno, yo lo sabía en mis tripas.
—¿Tienes una queja? ¿Tal vez no te gusta estar emparentada conmigo? — 156
Se inclinó hacia delante. A pesar de cuánto quería huir, me obligué a permanecer
en la misma posición. Si corría, él podría matarme.
—No tengo ninguna queja, Maestro.
Su rostro ahora estaba a centímetros del mío y sus ojos adquirieron un
borde duro y frío.
—La expresión de tu cara me dice lo contrario. ¿Así que mi hospitalidad no
es de tu agrado, mi nuera? —De repente él estaba de pie, elevándose por encima
de mí, con todos sus más de dos metros. Instintivamente me alejé espantada,
pero me atrapó con ese maldito cabello, sosteniéndome tan apretadamente que
apenas podía respirar. Después de un momento, él lo utilizó para atarme sobre
una losa de piedra, boca abajo y apartó el cabello de mi espalda. Luego, otra larga
hebra de su cabello se anudó como un látigo trenzado áspero y, con un crujido
de huesos, lo llevó a través de la parte baja mi espalda, justo donde la tensión
había sido peor.
Mi compostura desapareció. Grité cuando los latigazos cayeron, la picadura
del cabello trenzado quemó mi carne. Podía sentir los verdugones que emergían.
—¡Tú no eres mi igual! ¿Me escuchas? ¡Tú no eres mi igual! —Con cada caída del
látigo, Hyto se puso más frenético. Después de seis golpes, él se apartó, jadeando,
su pelo se enroscaba como serpientes alrededor de su cabeza.
Rodé sobre mí costado, mirando en su dirección, muda e incapaz de hacer
algo más que ahogar los sollozos que sacudían mi garganta. Sus ojos lanzaban
destellos y yo sabía que estábamos en un punto crucial. Podría morir tan
fácilmente si hacía un movimiento equivocado.
—Quiero matarte ahora… te mataría… pero eso echaría a perder mis
planes. —Con voz entrecortada, él arremetió contra mí—. ¿Cómo te atreves a
atraer a mi hijo? ¿Cómo te atreves a impulsarlo a que tome mi lugar? ¿Hacerme
caer a los ojos de su madre? ¡Cómo te atreves a venir a mi familia y arruinar mi
vida! Eres un trozo inútil de carne. Eres menos que los gusanos de los campos.
¡Mujerzuela…vaca! ¡Asquerosa mortal!
No dije nada. No hice nada. Mi vida pendía de un hilo.
Hyto me sujetó, su cabello estaba tan apretado alrededor de mi muñeca que
sentí como si mis huesos fueran a romperse. Me acercó a la altura de los ojos y
una sonrisa se dibujó en su rostro enfermizo.
157
—Ahora, creo que aprenderás lo que se siente montar un verdadero dragón
y no a ese débil hijo mío.
Apretando los dientes, me puse a disociar. Oí el sonido de su túnica
mientras la colocaba por detrás, y al momento siguiente estaba dentro de mí,
tieso, duro y feroz. Con cada gruñido, él reverberaba a través de mi cuerpo como
otro puño en mi estómago.
Menolly soportó esto… soportó algo peor… ella era fuerte. Atravesó el infierno de ida y
vuelta. Puedo pasar por esto. Voy a sobrevivir a esto. Nunca voy a dejar que gane, él puede
violar mi cuerpo pero no puede violar mi alma.
—¿Te gusta esto? ¡Respóndeme, esclava! —Él tiró de mi cabello, con tanta
fuerza que grité—. Recuerda quién es tu maestro, Camille. —La advertencia
estaba tan cargada que tenía que responderle.
—Sí… sí, Maestro… —Las palabras resonaron fuera de mi boca, pero eran
cáscaras huecas flotando en el viento sin poder puesto en ellas. No significaban
nada para mí.
—Voy a matarte lentamente, frente a él. Mi hijo va a verte morir en agonía,
y sabrá que él no pudo hacer nada para detenerme.
Después de unos instantes salió de mi interior, agarrándome de la muñeca y
lanzándome por la habitación, como una muñeca de trapo. Aterricé en el suelo
con un golpe seco con los huesos entumecidos. Respirando hondo, lo miré a
través de las lágrimas y los mocos que descendían por mi nariz, ya no me
preocupaba por su ira.
—Ahumado me ama. Él es mi marido. Siempre voy a saber que me ama.
¿Entiendes eso? Me puedes vencer, me puedes matar mil veces y voy a llevarme
ese conocimiento a la tumba.
Se quedó allí jadeando, mirándome, y luego, con un grito terrible estaba
junto a mí, pateándome en la cadera. Grité mientras él gritaba por Hanna. Ella se
apresuró a venir.
159
Capítulo 13
—¡Camille, Camille, despierta!
Luché por salir del sueño, todavía agotada y gravemente herida. Mi espalda
me ardía y estaba durmiendo sobre mi estómago en el camastro, cubierta por
mantas extras. Estaba afiebrada para el momento en que Hanna me alejó de él.
Había hecho todo lo que podía —utilizando sus medicamentos más fuertes
y ungüentos— pero yo había quedado tan tensa por el abuso de Hyto que apenas
podía moverme sin gritar. Cada lugar de mi cuerpo me dolía. Y la fiebre,
sospeché, provenía de mis heridas.
Cuando ella me trajo de regreso a la cueva, le dije a Hanna que sentía
náuseas y ella me ayudó mientras vomité tanto como pude, luego, puso una taza
de té en mis manos. Unos sorbos ayudaron a calmar los nudos en mi estómago y
la fiebre comenzó a disminuir.
—Eres una mujer experta en hierbas.
160
Ella asintió con aspecto pálido. Algo había sucedido, podía sentirlo, pero no
podía precisar qué.
—Crecí con las hierbas y ayudaba a mi pueblo como partera cuando…
cuando tenía un hogar. —Entonces, ella me llevó a la cama y me acarició el
cabello hasta que caí en un sueño intranquilo.
Ahora, mientras luchaba para salir de la cama, tosí una masa de flemas en
un trapo viejo y ella empujó un odre de agua en mi mano.
—Bébelo hasta el fondo.
Lo hice, hasta que pude hablar.
—¿Qué está pasando? ¿Me quiere de nuevo? —Oh, por favor, que sea otra cosa,
susurré suavemente.
Hanna respiró profundo, estada de rodillas junto a mí.
—Creo que puedo lograr sacarte de aquí. Hyto voló hace menos de una
hora en busca de su cena. Cuando él caza, siempre se va por un buen día, a veces
dos. Yo te ayudaré. Puede que no logres hacerlo, pero es mejor que quedarte y
dejar que te coma. Estaba tan terriblemente enojado. No creo que vayas a
sobrevivir a otro ataque. —Empujó unas prendas de ropa gruesa entre mis
brazos, de lino y piel, y un par de botas de cuero forradas de piel—. No puedo
permitirme participar en sus crímenes nunca más. Nunca veré el Valhalla, pero tal
vez pueda redimirme ante los ojos de los dioses.
—¿Y tu hijo? —le pregunté, pero entonces algo me hizo mirar hacia la jaula.
Su hijo estaba allí, pero desplomado. Yo sabía que él no estaba durmiendo—.
Oh, Hanna…
—Hyto lo torturó para torturarme y mantenerme en línea. Te lo dije, mi
hijo ha estado encerrado durante cinco años, ni una sola vez se le ha permitido
salir de la jaula. Él se convirtió en un niño salvaje, casi indomesticado. Traté de
mantenerlo cuerdo, traté de hablarle, pero él no tenía alivio ni posibilidad de
estirarse, de mover su cuerpo. Él podía estar recostado, pero no ha tenido la
oportunidad de estar libre desde que el Amo nos trajo aquí. —Ella apretó los
nudillos contra sus labios—. He sido egoísta. Cuando te traje de regreso esta
noche, miré a mi hijo y me di cuenta de que él ya no está aquí. Su vida ha sido
horrible. Él… perdió su mente en alguna parte a lo largo del camino. Esa no es
manera de vivir y no había ninguna posibilidad de liberarlo. Me doy cuenta de eso
ahora. Así que finalmente me decidí a hacer la única cosa que podía. La única
cosa que una buena madre podría hacer. —Ella atrapó mi mirada, había 161
demasiado dolor en su rostro para contemplarlo.
—¿No podríamos haber roto la jaula? —El hecho de que ella había matado
a su hijo me sacudió hasta la médula, pero entonces puso su brazo sobre el mío.
—No creas que maté a mi hijo por ti. La jaula… está encantada
mágicamente. Durante años he intentado todo lo que se me podía ocurrir, pero
no se abría, no se rompía. La magia de Dragón es mañosa y peligrosa. Y mi
hijo… estaba perdido para mí desde hace varios años. Me ocupaba de que se
alimentara y le cantaba y hablaba con él… pero sólo escuchaba el sonido de mi
voz, no mis palabras. Se retiró en su mente. No quedaba nada del niño que di a
luz para salvar, sólo una cáscara vacía. Le di un somnífero que lo puso a dormir
para siempre. Y entonces le canté para que se durmiera por última vez. —Las
lágrimas obstruían su garganta y ella dejó escapar un grito ahogado y hundió la
cabeza entre las manos. La envolví entre mis brazos, sosteniéndola hasta que ella
se forzó a sentarse derecha nuevamente.
Dejó escapar un suspiro tembloroso.
—Era demasiado tarde para Kjell, pero no para ti. Lo que sea necesario para
sacarte de aquí, lo haré. No me preocupo por mí. Mi hijo está fuera del alcance
de Hyto, está a salvo con su padre.
No hubo discusión. Puede que Ahumado y los otros estuvieran en camino,
pero sólo era cuestión de tiempo antes de que Hyto perdiera el control y me
matara. Estaba demasiado enojado. Por mucho que él quisiera torturar a
Ahumado desgarrándome frente a mi marido, no tenía tanto control de sí mismo
como le gustaba creer. La mayoría de los sociópatas se perdían en algún
momento, y él era un dragón al borde del abismo.
Mi cuerpo protestó, pero me obligué a levantarme.
—Vámonos. Tienes que venir conmigo. Necesito tu ayuda y no puedo
dejarte aquí.
Ella asintió.
—Mi hijo ya no me necesita para protegerlo. Se ha ido a sus antepasados,
espero. Y tal vez, me redima ante los ojos de Thor y Frejya.
—¿Puedo decir algunas palabras para él?
—Sería un honor si lo hicieras, Sacerdotisa.
Poniendo su brazo alrededor de mi cintura, ella me ayudó a ir hasta la jaula,
y miré fijamente el cuerpo inerte, las lágrimas corrieron por mi rostro. Él nunca 162
había tenido una oportunidad. Ahora estaba en edad de tomar una esposa, pero
nunca se casaría, nunca demostraría su valía en la batalla, nunca crecería hasta
convertirse en todo lo podría haber sido.
Y la culpa yacía directamente a los pies de Hyto.
Metí la mano en la jaula, puse mis manos sobre el cuerpo fresco.
Mordiéndome el labio, respiré larga y lentamente, tratando de ignorar mi propio
dolor. Y luego, descendiendo en un trance, busqué a la Madre Luna, busqué su
presencia. Ella se apoderó de mí, por un momento se llevó mi malestar mientras
yo recitaba en voz baja la oración para los muertos.
—Lo que era vida se ha desmoronado. Lo que era forma, ahora desaparece.
Las cadenas mortales se desatan y el alma se eleva libre. Que encuentres tu
camino hacia los ancestros. Que encuentres tu camino hacia los dioses. Que tu
valentía y coraje sean recordados en la canción y la historia. Que tus padres estén
orgullosos y que tus hijos lleven tu derecho de nacimiento. Duerme y no vagues
más.
Haciendo la señal que significaba el Sendero de los Muertos, dejé escapar
otro largo suspiro y me di la vuelta. Hanna estaba llorando en silencio, pero se las
arregló para esbozar una sonrisa de dolor mientras me llevaba hasta la mesa,
donde ambas nos lavamos las manos.
Empujó una corteza sólida de pan en mis manos, untado con queso. Un
grueso trozo de carne seca estaba situado junto al plato y un tazón de caldo.
Comí rápidamente y sorbí la sopa mientras ella me untaba de nuevo con los
ungüentos.
—Gracias —dije en voz baja, sintiéndome entumecida por dentro.
—Lo necesitarás. El clima afuera es brutal.
—Lo sé. He estado antes allí. También sé que la vida alrededor de Hyto es
mucho peor. Prefiero morir en la nieve. Yo no confío en que me mantendrá con
vida hasta que su hijo llegue. Él se enfureció conmigo, pero podría haber sido
mucho peor. Y la próxima vez…
—Aquí… ponte estos. —Ella sacudió la ropa interior, los pantalones, la
camisa y la túnica que antes había puesto en mis manos. Me deslicé en la ropa,
haciendo una mueca cuando el material rústico rozó todas las contusiones y
abrasiones que cubrían mi cuerpo.
Mientras me vestía, Hanna tomó un par de morrales que había llenado de
163
comida y agua, y otras cosas que no podía ver. Terminé de vestirme y busqué a
mi alrededor cualquier cosa útil que pudiera servir como arma. Tenía mi magia,
pero sería bueno tener algo afilado y puntiagudo en mis manos. Ella notó lo que
estaba haciendo.
—No encontrarás ningún tipo de armas. —Negó con la cabeza—. No aquí,
a excepción de los cuchillos de carne. Tomaremos esos. Supongo que Hyto no
los consideraba una amenaza en mis manos. —Me entrego un cuchillo simple
con la hoja gruesa, filosa y pesada. Lo deslicé a través del cinturón que me
sostenía el chaleco de piel por el frente.
—Tenemos que irnos. ¿Cuánto tiempo suele permanecer afuera para
alimentarse?
—A veces todo el día; otras veces vuelve más rápido. Creo que tenemos
todo lo que podemos agarrar. Aquí, ponte ésta a tu alrededor. —Envolvió una
capa pesada de piel blanca sobre mis hombros, una piel de animal con hendiduras
en las sisas. El calor me ayudaría a mantenerme viva. Hanna estaba vestida de
manera similar.
—¿Y el collar? ¿Me puede rastrear a través de eso?
—Probablemente, pero no puedo quitártelo. Su magia es muy fuerte. —
Agarró un bastón y me lo entregó, luego encontró otra madera resistente y larga
para sí misma—. Creo que estamos listas. Vamos a salir de aquí.
Con una última mirada a la guarida secreta de Hyto, la seguí al laberinto de
túneles. Nunca regresaría con vida, incluso si tuviera que matarme yo misma para
evitarlo.
Serpenteamos a través de los pasajes de piedra hasta que llegamos a una
salida, que me sorprendió ver que no era la entrada principal. La abertura de la
cueva daba a un camino empinado que se dirigía directamente hacia abajo de la
montaña. Miré a mi alrededor y vi la señal de lo que ahora estaba segura eran las
Faldas de Hel, las capas glaciales cerca del escondite de Howl.
—Tenemos que llegar allí. Soy amiga de…
—Sí, me dijiste, del Señor Howl. Si estás diciendo la verdad, entonces
realmente podemos tener una oportunidad, pero tenemos que mantenernos en
las sombras tanto como nos sea posible. El Amo… Hyto… —Su lengua dio
vuelta al nombre como una cavidad poco familiar, recientemente descubierta y
desagradable— …Hyto regresará desde el aire, volando, y si nos viera en la nieve,
nos freirá como patatas fritas. 164
—¿Esa es la razón de las pieles blancas? ¿Un camuflaje?
—Sí, facilitan el ocultarnos en la nieve. Así que mantén la capucha sobre tu
cabello, es oscuro y se ve fácilmente contra el blanco. Los ojos del dragón son
agudos. La vista del dragón es clara. Incluso cuando el dragón está loco. Y hay
otros peligros…
—Trolls, arañas de hielo… lo sé.
—Tantas criaturas suben aquí y hay tan poca comida. —Hanna asintió y
salió a la nieve, hundiéndose hasta los tobillos—. La nieve se ha compactado
durante el invierno, pero sin embargo la nieve nueva que cayó está fresca en la
cima y por lo tanto no va a ser fácil atravesarla.
La seguí, mis músculos protestaban ante cada movimiento que hacía. Pero
cualquier cosa era mejor que esperar en esa caverna maloliente por el regreso de
Hyto. Las botas de piel que ella había confeccionado para mí eran en realidad
bastante calientes, y pensé que si salía de esto y alguna vez tuviera que volver a las
Tierras del Norte —algo que no estaba planeando— usaría mi equipo de nativa.
Luchamos al bajar por el camino lo más rápido que pudimos, resbalándonos
y deslizándonos salimos disparadas por el camino de la cueva, dejando un velo de
polvo fino en nuestra estela. La nieve había caído de nuevo durante la noche y
bajo los pocos centímetros de la capa nueva la corteza estaba endurecida, por lo
que sólo nos hundimos hasta los tobillos.
Manteniéndonos bajo la cobertura de las copas de los árboles —pinos de
gran altura y abetos llevados por el viento que los hacía crecer en forma
inclinada— Hanna y yo disminuimos la velocidad. La pendiente se ponía más
pronunciada mientras nos habríamos paso por la ladera de la montaña y el aire
nos sacudía los huesos. Cada bocanada de aire que tomaba lastimaba mis
pulmones y hacia que mis moretones me dolieran, pero ahora que estábamos
fuera de la cueva, sabía que no podía volver.
Una hora más tarde, le hice una seña a Hanna para que nos detuviéramos. A
medida que avanzábamos, me di cuenta de que los pinos de montaña en las
Tierras del Norte tenían agujas afiladas y eran fuertemente perfumadas, me
recordaban la pícea azul. El olor fuerte era bueno, ayudaría a ocultar nuestro
propio aroma. Siendo un dragón, Hyto tenía una hipersensibilidad hacia las
fragancias y cualquier cosa que pudiéramos hacer para confundirlo era mucho
mejor. Arranqué un puñado de agujas espinosas, las rompí, luego las froté sobre 165
mi cara y mis manos, haciendo una mueca cuando pincharon mi piel. Hanna
asintió, captando la idea, e hizo lo mismo. El follaje se pegó a mis mejillas, pero
no me importaba. Haría cualquier cosa para mantener al Sr. Dragón Grande y
Malo alejado.
Una racha de viento helado llegó en ráfagas por la pendiente, lanzando
nieve por todas partes. Jadeé cuando la ráfaga atrapó mi aliento y lo sacó de mis
pulmones.
Apoyándome contra el tronco del pino, me obligué a respirar profunda y
lentamente, hasta que me sentí capaz de continuar.
Hanna me llevó fuera de la ruta principal, lo cual parecía peligroso, pero no
nos atrevíamos a caminar por allí a plena vista. Incluso camufladas podíamos ser
vistas fácilmente desde el aire. Estaba asombrada por haber logrado llegar hasta
aquí sin ser capturadas o desfallecer por las temperaturas de congelamiento.
Luchamos otra media hora por la nieve y ella hizo un gesto para que me
arrastrara bajo uno de los árboles junto con ella, donde había una cierta
protección contra el viento. Mientras me metía bajo las ramas bajas de la
arboleda, se me ocurrió mirar hacia la montaña. La entrada de la cueva todavía
era visible pero sólo era un pequeño punto contra el vasto mar blanco.
Hanna y yo nos acurrucamos para darnos calor mientras ella buscaba entre
los pliegues de su capa y sacaba un pedazo grueso de pan envolviendo un trozo
de queso. Partió el emparedado por la mitad y me entregó mi parte.
—Gracias —le susurré, mi garganta estaba en carne viva por el aire. El pan
estaba seco y duro, pero de todos modos lo forcé a bajar tomando sorbos de mi
cantimplora. Seguí su ejemplo. Después de beber libremente, metí nieve en el
odre de cuero para que se derritiera y tener agua nueva.
—No te preocupes, Camille. Vamos a necesitar una gran cantidad de
alimentos. Tenemos un largo camino por recorrer para llegar a cualquier tipo de
sitio seguro y yo realmente no sé si lo lograremos, pero puede que logremos
alcanzar las Faldas de Hel por la mañana. Quizás tengamos que refugiarnos
cuando caiga la noche. Me quedaría bajo los árboles, pero hay un peligro en eso.
—Ella me miró largamente como si evaluara divulgar malas noticias.
Pero yo tenía demasiada buena imaginación.
—Déjame adivinar: Hyto llega a casa, descubre que desaparecimos y decide
que estamos escondidas en los árboles, por lo que decide quemar todo lo que
destaque desde la cima de la montaña hasta abajo.
166
Ella parpadeó.
—Sí, ese era mi miedo. Aunque no quiero que te preocupes.
Me mordí el labio, sin querer decir demasiado.
—Allá en Earthside, donde estoy viviendo, enfrentamos un peligro mucho
peor que Hyto. Confía en mí, si es grande, malo y posible, me lo imagino. —Me
quedé mirando la vasta franja del campo de nieve que se extendía en la pendiente
por debajo nuestro—. Si él se decide a quemar el bosque, seguramente sabremos
lo que está pasando antes de que nos golpee. En el peor de los casos, nos
atrapará de nuevo. Y, francamente, teniendo en cuenta lo que podría hacernos
por eso, creo que prefiero morir en un incendio forestal.
Hanna se mordió el labio.
—Sí, tienes razón en eso. Si él nos captura, a mí simplemente me matará,
pero a ti…
—Lo sé —le susurré—. Lo sé. —El dolor que ya me había infligido había
sido malo, pero incluso yo sabía que podría ser mucho peor.
—Vamos, termina tu comida y salgamos de nuevo. Cuanto antes lleguemos
a los campos del glaciar, más pronto podremos atravesar el camino hacia tu
amigo el Señor Lobo. —Ella me tendió la mano y me jaló de un tirón hacia
arriba. Las contusiones en la espalda y los muslos gritaron en señal de protesta,
pero me mordí el labio. Hanna había dado todo para ayudarme a escapar. Yo no
iba a quejarme por mi estado.
Durante el resto del día, nos las arreglamos para eludir cualquier señal de
Hyto, y el clima estuvo de nuestro lado. Para el anochecer, llegamos a la parte
inferior del campo de nieve donde la superficie se nivelaba antes de dirigirse a las
Faldas de Hel, y lo único que quería hacer era seguir avanzando, pero un giro
equivocado en las rocas y tendríamos una pierna rota, o algo peor. Encontramos
un afloramiento de rocas y nos acurrucamos detrás de ellas, tratando de afrontar
los vientos lo mejor que pudimos.
Hanna sugirió construir una pared de nieve a cada lado para bloquear el
viento, así que logramos encontrar dos rocas con suficiente espacio entre ellas en
donde pudiéramos tendernos. Compactamos nieve alrededor de toda la fortaleza,
alisando los costados para que parecieran pendientes. No podíamos hacer mucho
para evitar ser vistas desde el cielo, pero con nuestras capas y la oscuridad, había
una oportunidad de que Hyto no fuera capaz de detectarnos. 167
Tomamos turnos para cuidarnos la una a la otra cuando nos alejábamos del
fuerte de nieve para hacer nuestras necesidades, y luego nos quitamos nuestras
capas y nos acurrucamos debajo de ellas para generar tanto calor como pudimos.
No nos atrevimos a encender un fuego, pero la nieve acumulada alrededor de los
costados nos guarecía de lo peor del viento, y si nos acostábamos frente a frente,
podíamos calentarnos con el aliento de la otra.
Dormir no fue fácil y ninguna de nosotras se sentía con ganas de hablar, así
que dormitamos, escuchando el aullido de los lobos a la distancia. Poco después
de la salida de la luna, me desperté, sintiendo que algo estaba pasando. Me asomé
lentamente por encima de los bordes de la fortaleza y miré hacia la parte superior
de la ladera, hacia la cueva de Hyto.
Fuego. El fuego ardía cerca de la cima de la montaña. Podía distinguir
vagamente de dónde provenía, las chispas iluminaban el cielo cerca de la cueva.
Hyto había regresado y descubrió que habíamos desaparecido.
Desperté rápidamente a Hanna y nos deslizamos bajo la sombra de las rocas
tanto como nos fue posible. Mi estómago dio un vuelco mientras veíamos la
pirotecnia. Traté de mantener mis pensamientos apartados de lo que podría
suceder si nos encontraba. Hubo un ruido sordo y pudimos oír el sonido de una
pequeña avalancha corriendo por la pendiente, pero me extendí hacia fuera, y
pude sentir que no se dirigía hacia nosotras, así que me quedé donde estaba. Hyto
debió de hacerla estallar en su ira.
Otra llamarada y los bosques superiores comenzaron a arder. Un fuerte
rugido llenó el aire, esta vez, en lugar de la nieve, fue el grito de Hyto lo que
cayó. Resonó por todo el camino de la montaña hasta donde estábamos y nos
tomó todo lo que teníamos para no gritar. Me puse a llorar en silencio, las
lágrimas congelaban mi rostro. A medida que mis hombros se estremecían,
Hanna abrazó y escondí mi rostro contra su hombro.
Nos aferramos la una a la otra mientras la noche transcurría, sin que
pudiéramos dormir, y el espectáculo continuaba. Hacia la madrugada, antes de
que irrumpiera el amanecer, ella se inclinó y susurró:
—Tenemos que irnos. Ahora, antes de la primera luz. Es posible que
tengamos oportunidad de cruzar el glaciar en la niebla, si esperamos hasta que
aclare, él nos verá.
Asentí, mirando a través de los anchos campos de hielo. La niebla era
espesa; sería peligroso, pero no teníamos otra opción. Mi estómago dio un vuelco
cuando ella empujó otro pedazo de pan y un poco de carne seca en mis manos, 168
pero yo sabía que íbamos a necesitar el combustible, así que los comí, masticando
sin pensar, obligándome a pasarlos por mi garganta.
—¿Crees que puede encontrarme por este collar? —Tiré de la puta correa
alrededor de mi cuello.
—No lo sé —dijo Hanna—. Sólo sé que no quiero correr el riesgo de
quitártelo y causar que algún hechizo u otra cosa te mate.
Cuando terminamos, empacamos nuestros morrales y nos pusimos en
marcha, arrastrándonos cautelosamente por los costados de nuestra fortaleza,
tratando de mantenernos pegadas a la tierra.
Dimos un rodeo a través de los campos, de piedra a piedra, mientras
pasábamos en cuclillas.
Las rocas de los depósitos aluviales eran filosas y peligrosas, y más de una
vez, mi tobillo comenzó a torcerse antes de que pudiera sostenerme. La niebla se
levantaba en remolinos, como centinelas fantasmales, y de vez en cuando,
escuchaba respiraciones ruidosas y movimientos en la neblina, pero no podía
parar, no podía arriesgarme para averiguar lo que eran. Teníamos que llegar a la
cueva de Howl antes de que Hyto decidiera volar más abajo.
El nivel superior del bosque ardía brillantemente, incluso bajo la nieve que
nuevamente había empezado a caer, y me mordí el labio, sintiendo una tristeza
vacía ante la pérdida de los bosques. Hyto no daba una mierda por la tierra, por
las criaturas que podrían estar haciendo sus hogares en el bosque. Lo único que le
importaba era su rabia.
Una hora más e hicimos una pausa para un breve descanso. La niebla estaba
empezando a levantarse, inclusive mientras la caída de nieve aumentaba
profusamente. Con un pantalón andrajoso para protegerme del frío, traté de
calcular cuánto tiempo nos faltaba hasta que estuviéramos cerca de la cueva de
Howl. No podía estar tan lejos. Y entonces miré hacia arriba y vi la abertura de la
Puerta de Hel. Allí Iris se había enfrentado con Vikkommin y lo había destruido
para siempre. Estábamos cerca.
—Date prisa —le susurré—. Ya casi llegamos. Tenemos que darnos prisa.
Nos deslizamos por la pendiente de hielo, cruzando tan rápido como nos
atrevimos. Y luego un rugido inundó de nuevo el aire y volví la vista hacia la
montaña.
—¡Hyto! Salió y está buscándonos. ¡Rápido!
169
Hanna no dijo nada, sólo continuó avanzando mientras nos apresurábamos,
tratando de mantener el equilibrio en el glaciar resbaladizo. Me caí una vez, pero
ella me levantó de un tirón y el dolor desgarrador en mi muñeca me dijo que me
había roto el dedo meñique, pero lo ignoré, reprimiendo el dolor. Mi frente se
había golpeado contra una piedra afilada, pero sólo me había rasguñado y unas
gotas de sangre fueron surcando mi mejilla.
Luego Hanna tropezó y a pesar del dolor en el dedo, le ayudé a subir
mientras escarbábamos en el hielo buscando un punto de apoyo. Estábamos casi
fuera del campo del glaciar cuando un ruido delante de nosotras nos tomó por
sorpresa.
Saliendo de las brumas, una voz suave dijo:
—Señora Camille. ¿Qué estás haciendo aquí?
Reconocí la voz, y casi llorando, me dejé caer de rodillas.
—Señor Howl, por favor, por favor ayúdanos. Hay un dragón tras nosotras
y no podemos correr más lejos. Por favor, danos refugio.
En cuestión de segundos, sonó un silbido y estuvimos rodeados de lobos.
Howl, el Gran Espíritu Lobo de Invierno, salió de la niebla, delgado y
musculoso, con pieles gruesas de color blanco y un tocado de huesos y plata
adornando su cabeza. Era moreno y su cabello largo caía por su espalda, y un
brillo furioso y salvaje inundó sus ojos.
—Estás herida. —Era una declaración, no una pregunta—. Vamos, te
llevaremos a un lugar seguro. Y entonces podrás explicarme por qué estás aquí,
en los confines del mundo.
Entonces varios de los lobos se transformaron en guerreros oscuros que
nos cargaron a las dos en sus brazos, y rápidos como el viento, corrieron de
regreso a la guarida de Howl, y a la seguridad.
170
Capítulo 14
La guarida de Howl estaba prácticamente como la recordaba de hacía unos
pocos días atrás. Un laberinto acogedor de cavernas cálidas con piscinas de baño
y el olor de la carne asada inundando los pasillos. Mi estómago gruñó, pero por
debajo del hambre me sentía agotada, más allá de cualquier movimiento o
voluntad para continuar. Había usado toda la estamina y resistencia que había
poseído alguna vez.
Presenté a Hanna con Howl, quien se había quitado su capa de pieles. Con
los pantalones de ante y su pecho desnudo, estaba casi igualmente vestido que
cuando le vi por última vez, excepto que el tocado era diferente. Tenía su largo
cabello oscuro recogido en una cola de caballo, sus ojos estaban igual de oscuros.
—Howl, por favor, conoce a Hanna. Ella me salvó la vida. —Incluso
cuando hablé, algo se abrió paso en mi interior y me deslicé hasta el suelo,
incapaz de estar de pie.
Uno de los lobos blancos más grandes se adelantó para presionar su hocico
contra mi costado. Sabía quién era. En el transcurso del parpadeo de un ojo, ella
171
se transformó. Era bajita, de alrededor de un metro con sesenta y cinco, y
robusta, con ojos azul hielo brillantes, Kitää tenía el cabello tan plateado como
Ahumado. Vestida con un par de pantalones de cuero blanco suave y túnica a
juego, se arrodilló a mi lado y apartó mi cabello.
—Estás herida —dijo ella, y exploté en lágrimas cuando Kitää, la esposa de
Howl, la Reina y Madre de la Gente Lobo Kataba, me tomó entre sus brazos y
me acunó gentilmente.
Me incliné contra su cuerpo suave, sin querer hacer otra cosa más que
dormir, pero uno de los guerreros corrió, arrodillándose a los pies de Howl.
Howl le hizo un gesto para que se pusiera de pie.
—¿Qué notificas traes, Taj?
—Señor Howl, el dragón en la cima de la montaña ha salido para arrasar
todo. El fuego está corriendo en lo más alto de los bosques. —Taj, que por el
colorido de su cabello adivinaba que era un lobo gris, estaba de pie y alerta. El
resto de la manada captó el olor de su preocupación y comenzó a deambular a su
alrededor, tanto en forma de lobo como humana.
Solté un pequeño gemido.
—Hyto. Es Hyto. Ha hecho su dreyerie allí arriba. Ha estado allí durante
cinco años, por lo que entendí.
Howl se giró hacia mí, me miró lentamente de arriba abajo.
—Está bien. Howl no me hará daño. —Me quité la ropa, ahora mojada por
el sudor y el olor del miedo. Cuando hice una mueca al quitarme las capas de
ropa más ligeras que se habían pegado a algunas de mis heridas abiertas, Kitää
soltó un gemido agudo y Howl gritó.
—Pobre niña… —Kitää se apuró a examinar mi espalda. Cuando me
rodeó, su mirada cayó sobre el moratón oscuro y la piel en carne viva entre mis
muslos y ella levantó sus ojos para encontrar los míos—. Él te ha herido
gravemente. —Se dio vuelta hacia Howl—. La ha violado, también la ha
mordido.
Howl profirió un gruñido bajo.
173
Me quedé allí de pie, mirándolos a los tres, desnuda excepto por el collar de
Hyto. No me importó estar desnuda… había estado tan expuesta en los últimos
días que estaba comenzando a sentirse normal.
Y entonces vi la expresión en sus rostros cuando vieron los moratones y los
verdugones en mi cuerpo. Vanzir soltó un chillido agudo mientras Shade
comenzó a moverse. Roz corrió hacia mí y colocó gentilmente su larga gabardina
a mi alrededor, pero los bolsillos interiores estaban llenos de armas y gemí
cuando algo afilado y puntiagudo rozó una zona dolorida. Él lo apartó
rápidamente de mis hombros, pero para ese entonces Kitää había encontrado una
hermosa capa de piel y la deslizó a mi alrededor.
Toda la adrenalina que me había estado sosteniendo desapareció de repente
y una vez más perdí mi equilibrio y tropecé cayendo hacia delante, en los brazos
de Roz. Él me levantó y Kitää lo guió hacia un suave camastro de pieles. Mientras
yo intentaba recupera la respiración, ella le hizo un gesto a una joven sirvienta y
pronto estuve sujetando una taza de caldo caliente, sostenida por Roz, que estaba
sentado detrás de mí, mientras yo estaba apoyada contra su pecho. Vanzir y
Shade se arrodillaron cerca.
—Ahora estás a salvo, Camille. —Shade tomó mi mano, pero la aparté.
Demasiada atención me estaba haciendo sentir débil—. ¿Qué es esto? —Él
toqueteó el collar, luego soltó un siseo agudo—. ¡Es maligno!¿Qué maldad estas
llevando?
—El collar de Hyto. —Le hice un gesto a Hanna para que se sentara a mi
lado—. Esta mujer salvó mi vida. A ella le debo mi escape.
—Te llevaremos a casa tan pronto como estés lista para viajar. Y te
quitaremos ese collar. —Roz apartó el cabello de mi cara. Apreté mis labios.
—¿Dónde está Ahumado? —Lo miré, temiendo pero necesitando saber la
respuesta.
—Buscándote. Está enfurecido. Fue a los Confines del Dragón para poder
averiguar algo sobre Hyto…
Me di vuelta hacia Vanzir.
—No te atrevas a irte ahora. Hyto te estará buscando y te matará por esto.
¿Quieres tener la oportunidad de que tus hijas sobrevivan a él? Al menos ven
conmigo hasta que hayamos encontrado una manera de lidiar con él.
Ella sonrió suavemente, luego se arrodilló a mi lado.
—Eres una mujer cariñosa. Espero que pueda llamarte amiga. —Entonces,
después de una pausa, ella añadió—. Sí, iré contigo. Avísame de las cosas de las
que deba estar atenta. He oído que Earthside tiene maravillas nunca oídas en las
Tierras del Norte y en el Otro Mundo, pero aún así echaré de menos mi hogar.
Presioné su mano contra mis labios y la besé gentilmente. 175
—Las tiene, amiga. Y también problemas terribles. —Forzándome a
ponerme de pie, me giré hacia Shade—. Tenemos que irnos. No pondré a la
gente de Howl y a Kitää en más peligro. ¿Cómo vamos a manejar esto? ¿Puedes
llevarnos a las dos?
Él miró a Rozurial.
—No lo sé…
Kitää dio un paso adelante.
—Yo iré contigo y llevaré a una de las mujeres. También puedo viajar a
través de los Mares Ionic. Saltaré con ustedes en el portal hasta Elqaneve, desde
donde todos podrán viajar a través del portal de regreso a la Tierra. Mi marido,
¿te importa? —Ella se giró hacia Howl, que asintió bruscamente.
—Sí, mujer, ve, pero no tardes en volver a casa y sé precavida. Los dragones
son astutos y peligrosos, y demasiado inteligentes para su propio bien. Mientras
tanto, yo enviaré a un mensajero a los Confines del Dragones para buscar a
Iampaatar y decirle que regrese a casa con su mujer.
Ellos encontraron algunas ropas limpias para Hanna y para mí, y con la
ayuda de Kitää y de Hanna, me vestí. Luego, después de que Hanna se hubiera
puesta un traje limpio, nos reunimos en la cámara principal del consejo.
Shade deslizó su brazo alrededor de Vanzir, Rozurial me tomó a mí y Kitää
tomó a Hanna. Sin decir otra palabra, nos deslizamos en los Mares Ionic.
Estaba volviendo a casa.
La Abuela Coyote nos estaba esperando. Era una de las Brujas del Destino
que observaba por sobre los mundos, tan inmortal como los Señores
Elementales y los Segadores. Comencé a arrodillarme ante ella, pero mis
articulaciones doloridas no me lo permitieron, así que opté por inclinarme
lentamente.
—Camille, estás viva. Creí que podrías lograrlo cuando tus hilos
comenzaron a desenredarse de los del dragón blanco. —Ella me miró largo y
tendido desde los pliegues desde su encapuchada capa gris. La cara de la Abuela
Coyote estaba surcada con más ríos y valles que un mapa topográfico, y sus ojos
eran un flujo continuo de nubes arremolinadas y estrellas. Cuando sonrió, sus
dientes brillaron como el acero afilado. Ella realmente era una de los antiguos.
Pensé en pedirle ayuda, siempre había que pagarle un precio elevado, pero
se inclinó hacia delante y tomó mi mano, volteándola en su palma. Ella sacó
lentamente un hueso de dedo de la bolsa con su otra mano, para dejarlo caer en 177
mi palma.
—Consejo gratis, así que escucha bien. —Ella miró el hueso en mi mano—.
No te quedes en tu casa. En vez de eso vete a la morada de tu marido, al túmulo.
Será más seguro. El fuego del dragón te está buscando. No ha terminado contigo
aún, pero puedes sobrevivir a esto si eres inteligente. En tanto lleves su marca, él
te encontrará, y no puedes deshacerlo hasta su muerte.
Ella quitó el hueso de mi mano y lo dejó caer en la bolsa.
—Tenemos que matar al dragón… ¿cómo podemos hacer eso? Sólo
Ahumado tiene una oportunidad. —Sintiéndome desesperada, miré a la vieja
arpía, deseando más nunca que por una vez pudiera intervenir. Pero las Brujas
del Destino raramente escogían lados en el camino del mundo, dejando que los
eventos fluyeran a su alrededor mientras observaban y escuchaban.
—Hay otra… hay ayuda dónde menos lo esperas. —Y entonces giró hacia
Vanzir—. Joven demonio, no te inquietes. No estás en el centro de esto. Y los
dioses pueden volver a obsequiarte lo que han tomado, guarda esperanza en tu
corazón.
Me giré para mirar a Vanzir. Él cambió su mirada, pero no antes de que
captara la angustia en sus ojos, que giraban como un vórtice. De repente
comprendí. Él se culpaba por mi condición. Cualquier enfado persistente que
tuviera hacia él desapareció y di un paso al frente, las lágrimas anegaban mis ojos.
—Esto no fue culpa tuya. No fue culpa de Ahumado. O mía. El único
culpable aquí es Hyto. Él es quien me hizo daño.
—Pero si yo no hubiera… si… Ahumado no te hubiera corrido de la casa,
tú no habrías sido capturada. —Las palabras salieron en riadas de su boca, y por
una vez oí su voz agrietada por la emoción.
—No… no… algunas veces en la vida sólo ocurre. Algunas veces el
universo nos juega bromas horribles. Y algunas veces, el mundo sólo apesta.
Como las glaciaciones…mierda, suceden Vanzir. No te culpo. —E incluso
mientras pronunciaba las palabras, sentí que algo dentro de mí se aligeraba y se
alejaba volando, un resentimiento secreto que había estado cargando desde esa
noche en los túneles.
Vanzir respiró profundamente y encontró mi mirada.
—¿No lo haces? 178
—No, no lo hago.
Rozurial miró alrededor nerviosamente.
—Me alegro que los dos sean amigotes, pero será mejor que salgamos hacia
el túmulo de Ahumado. Te llevaré allí a través de los Mares Ionic, luego volveré
por Hanna.
—No. —La voz de Vanzir fue tan alta que sonó como un trueno—. No
osaremos dejar a Camille sola allí. Yo llevaré a Hanna en el auto. Tú y Shade
diríjanse allí con ella. Yo pararé en la casa y les contaré… Delilah y Menolly
probablemente están en casa.
—Menolly tendría que estarlo, ahora es de mañana. —Me estremecí. La
nieve que cubría el bosque estaba comenzando a molestarme y me estaba
debilitando rápidamente. La siguiente vez que flaqueara, probablemente me
desmayaría.
Roz y Shade estuvieron de acuerdo, y así, protegida una vez más entre los
brazos de Roz, saltamos a los Mares Ionic, y al torbellino del viaje entre los
mundos rabió a mi alrededor cuando me apoyé en su hombro.
Abrí mis ojos para encontrarme en una enorme cámara de roca, Hyto se
acercaba a mí con un látigo de acero en su mano, sujetándome alrededor de la
cintura con ese maldito cabello suyo. Comencé a gritar cuando levantó el látigo
en alto.
—¿Cómo me has encontrado? Sólo mátame ahora… por favor, sólo
mátame. —No podía pasar por nada más. No era una roca, no era tan fuerte
como todos pensaban—. Estoy débil, estoy muy débil. Ya no puedo ser la
antorcha. No puedo soportar las cargas de todos, sólo déjame deslizarme en la
oscuridad. Por favor.
—Oh, la oscuridad te tragará profundamente y nunca te dejará ir, chica.
Cuando haya terminado contigo. Pero acabamos de comenzar, Camille. Tú y yo
tenemos un largo y oscuro camino que caminar juntos.
Él se rió y los golpes comenzaron a caer, uno tras otro, tras otro, dentro de
mi carne, incandescentes y abrasadores. Cuando la piel comenzó a despellejarse
hasta el músculo y el hueso, clamé a gritos por Ahumado, por Trillian, por
Morio, por mis hermanas, no queriendo morir en soledad a manos de un hombre 179
enloquecido.
—Me alegro que Ahumado hiciera una tregua contigo. No quería decírselo,
pero…
—Pero estás casada con él, y con Morio y Trillian, y ellos se merecen
saberlo. Y tú los amas y no les causaría daño dejando que lo averigüen
accidentalmente. Lo sé. Lo comprendo. Créeme. Vamos, te conseguiré comida.
Tiré del collar.
180
—Odio esto. Odio esto con pasión. Y puede rastrearme a través de él.
Quiero quitármelo; se siente como si me estrangulara.
—Así era como se sentía el vínculo del alma, pero lo hice voluntariamente.
Eso… nunca deberías haber tenido que llevar eso. Lo siento mucho. —Y una
vez más, su voz se quebró. Él sacudió su cabeza, su cabello rubio en punta
apenas se movió.
—Vanzir… lo que ocurrió, ocurrió. Te perdono. Y me perdono a mí
misma. Y esto es lo que todos tendrán que saber. No dejaré que Ahumado te
haga daño. —Cuando salí de la cama, Hanna se removió—. ¿Por qué no está en
su propia cama? Ella no puede dormir en la silla.
—Insistió en dormir cerca tuyo, para seguir vigilando. Añadí a su bebida
algo de ayuda para que duerma. La mujer estaba agotada. —Él la miró—. Es
bastante atractiva, pero parece dura…
—Pasó cinco años encerrada con Hyto, cumpliendo sus órdenes,
observando a su hijo descender a la locura por el dragón. Ella tiene derecho a ser
un poco dura. —Le hice un gesto a Vanzir para que la sacara de la mecedora y la
pusiera en la cama. Él así lo hizo, cubriéndola gentilmente con las mantas.
Entonces, mientras me ponía el albornoz alrededor de mi cuerpo dolorido, nos
dirigimos a la cámara del comedor principal.
El olor de mi amor estaba por todas partes —almizcle de dragón, pero este
era un almizcle suave, un olor gentil y adorable. Ahumado podía arrasar una
ciudad si lo quería, pero era mi amor y mi corazón. Hyto era un loco. Mientras
procuraba desenredar a los dos en mi mente —Ahumado se parecía a su padre en
apariencia— miré alrededor del túmulo buscando el reloj de cuerda. Aquí, el
tiempo era más lento y los aparatos electrónicos dejaban de funcionar.
El túmulo de Ahumado estaba situado cerca del Monte Rainier, un
montículo fae, un túmulo que había adoptado Titania como suyo. Hacia la parte
de atrás del área que usaba de comedor, una pendiente guiaba a un enorme túnel
bajo el suelo, a través del cual podía volar en forma de dragón. A la derecha
estaba el dormitorio y el cuarto de baño, y a la izquierda, un área de cocina.
El mobiliario era de madera antigua y pesada, eran antigüedades caras y el
olor del humo de cigarro llenaba el aire —a Ahumado le gustaba el brandy y los
cigarros en su propia casa, aunque se abstenía de fumar a mi alrededor porque el
humo nos molestaba mucho tanto a Delilah como a mí.
El olor de los cigarros fue interrumpido por el olor de la salchicha 181
crepitando y mi estómago se sacudió. Me di cuenta de que estaba famélica. Cómo
podía estar tan hambrienta después de lo que había pasado para escapar, pero el
hecho era, que mi cuerpo ansiaba comida. Cuando caminé dolorida hacia la
puerta de la cocina, ésta se abrió y salieron Delilah y Trillian.
—¡Camille! —Trillian soltó los platos que estaba llevando y se estrellaron en
el suelo cuando corrió para agarrarme y hacerme dar vueltas. Cuando solté un
chillido de dolor, él inmediatamente me bajó—. Oh, mierda, lo siento. Lo siento
mucho. Mi amor, me olvidé. —La mirada en su rostro era una que nunca había
visto antes, una mezcla de terror y alegría.
Sujetando mis costillas doloridas, lo dejé guiarme hacia el sofá y él me
colocó gentilmente sobre su regazo.
—No… es sólo que… me duele por todas partes. —Y entonces, aún
cuando Delilah venía apresuradamente con la comida en la mano, caí en sus
brazos y lo besé intensamente, intentando lavar el recuerdo del toque de Hyto de
mi mente con el abrazo entusiasta y adorable de Trillian.
Cuando finalmente me separé para tomar aire, él me deslizó fuera de su
regazo y puso una almohada detrás de mi espalda.
—Morio estaría aquí si pudiera. Shade ahora está en casa, cuidándolo, junto
con Rozurial.
Asentí, mordiéndome el labio.
—¿Ahumado ya ha regresado?
—No, pero pronto estará aquí, confía en mí, amor. Ahora come.
Delilah volvió a la cocina y trajo platos nuevos, luego me preparó un
desayuno con salchichas, huevos, galletas y un vaso de zumo de naranja, mientras
Vanzir barría la porcelana rota. La boca de ella estaba fruncida y parecía como si
hubiera estado llorando, pero podía ver que estaba intentando mantener su
compostura.
Mientras clavaba la comida en el tenedor y la llevaba a mi boca, no estaba
segura de qué decir. ¿Qué podía decir? Hyto me había violado, mordido, humillado
y aún llevaba su collar, proclamando que era su posesión. Oh, quizás sólo podía
salir y decir: estoy jodida… no puedo conseguir que su imagen salga de mi mente. Porque
era cierto, sin importar cuánto quisiera hacerlo, cuando cerraba mis ojos él estaba
allí, cerniéndose sobre mí, con su rostro furioso y sus ojos brillando con la
oscuridad de la locura. Pero eso no causaría ningún bien, excepto hacerles sentir 182
peor.
—¿Qué… qué necesitas? —Delilah finalmente retuvo su respiración y sus
palabras salieron, sonando débiles y huecas. Ella agachó la cabeza—. Lo siento…
no sé qué decir, qué preguntar. Menolly estuvo aquí toda la noche, pero tuvo que
irse a casa esta mañana.
—¿Cuánto tiempo he estado inconsciente? —Levanté mi cabeza de un
tirón.
—Cerca de veinticuatro horas. —Ella levantó la mirada cuando la puerta
delantera se abrió y Shamas se asomó. Sus ojos se iluminaron cuando me vio y
abrió su boca, luego se detuvo. Después de un momento, soltó un largo suspiro y
sostuvo mi mirada, ofreciéndome fortaleza sin pena y asentí en señal de
agradecimiento.
—Delilah, tu teléfono está sonando. Respondí… es Sharah.
Ella me miró.
—Creo que necesita una bebida. Brandy, por favor. Para ambos.
Cuando Delilah volvió a entrar, ella estaba sonriendo, aunque sus labios aún
estaban fruncidos.
184
Capítulo 15
—¡Ahumado, oh, mi Ahumado! —Y así, me deslicé hasta el suelo,
apretándome contra él, cubriendo su rostro con besos mientras su pelo se
enrollaba suavemente en torno a mí. Por un momento, me encogí, los recuerdos
de las hebras crueles de Hyto surgieron repentinamente. Pero luego, me obligué a
relajarme cuando Ahumado me abrazó suavemente, atrayéndome contra su
cuerpo. Cubrió mi frente de besos, apretó sus labios contra los verdugones
recorriendo mis mejillas, susurró mi nombre contra mi boca. Las lágrimas corrían
por su rostro desde aquellos ojos glaciales, mientras me sostenía por los hombros
y me apartaba, memorizándome.
—Camille, mi amor, mi único amor. ¿Qué es lo que te hizo mi padre? Yo
no estaba allí para protegerte; ¿cómo podrás perdonarme alguna vez? ¿Cómo
puedo siquiera pedirte que me perdones? —Y entonces se detuvo lentamente,
fijando su mirada en el collar—. No… no… él no… —Saltando, se tambaleó
hacia atrás—. Lo destruiré. Lo voy a cortar en pedazos. Le voy a arrancar las alas
hasta que grite por misericordia, ¡y luego voy a hacerlo sufrir más! Hyto morirá,
dolorosamente, en agonía. —Se quedó allí, jadeando, y un almizclado olor 185
posesivo se elevó desde él como un aura de hielo. Estaba temblando y yo podía
sentir la energía que utilizaba para reprimir su rabia.
El dolor de su retirada fue peor que cualquier cosa que Hyto me hubiera
infligido. Poco a poco me obligué a ponerme sobre mis pies y me paré,
mirándolo fijamente.
—Amor, ¿te apartarás de mí a causa de lo que tu padre me hizo?
Ahumado se detuvo, frunció el ceño, y luego la comprensión cruzó su
rostro.
—Oh, mi dulce. Oh, mi amor. No me estoy alejando de ti; no, nunca
pienses eso. —Y él abrió sus brazos—. Es sólo que estoy tan enojado.
Llena de dolor, fui hacia él, me mordí el labio cuando me rodeó con sus
brazos, presionándose contra mis contusiones. No tenía ni idea de lo que sentía
la sociedad dragón acerca de las mujeres maltratadas, pero estaba a punto de
averiguarlo.
—Tienes que saberlo… tengo que decirte… y a Trillian… lo que me hizo.
Y tengo que lograr quitarme este collar. —Tiré de él—. Lo odio; odio la
sensación de esto. Odio saber que todavía me tiene en su poder.
Ahumado lo examinó.
—Maldito sea. Él usó un hechizo ingenioso. No puedo romper esto, pero…
quizás… conozca a alguien que podría ser capaz de hacerlo. —Y entonces echó
un vistazo hacia abajo cuando mi bata se deslizó por mis hombros—. Camille,
¿qué te hizo?
Di un paso atrás y me subí de nuevo las mangas hasta los hombros.
—Te lo diré, pero necesito que me prometas que vas a mantener la calma.
No puedo soportar más estrés en estos momentos. Realmente no puedo. Así
como estoy, me siento como si estuviera caminando sobre una cuerda floja.
Puedo manejar lo que me sucedió, pero sólo con tu apoyo.
Trillian le hizo un gesto a Ahumado, palmeando el asiento a su lado.
—Amigo, siéntate.
Trillian lo comprendería; durante la guerra civil en mi ciudad natal, él había 186
sido capturado y violado por soldados del otro lado. Había logrado escapar y
destriparlos. Pero sus atacantes habían sido Faes; el mío, un dragón.
Cuando Ahumado se dirigía hacia el sofá, la puerta de la habitación se abrió
y Hanna se asomó. Ella echó un vistazo hacia él y gritó, cayendo al suelo y
cubriéndose su cabeza.
Corrí hacia adelante, maldiciendo cada paso doloroso del camino.
—Está bien, está bien, no es Hyto. —Cayendo de rodillas a su lado, la tomé
entre mis brazos—. Ahumado… es Ahumado; el hijo de Hyto. Mi marido. Él no te
lastimará.
Mientras nos mecíamos juntas en el suelo, Ahumado dejó escapar un
gemido desapasionado, su expresión lucía atormentada por la culpa.
—Mi padre… mi padre ha causado tal terror.
—Hyto capturó a Hanna y a su hijo. Él mató a su marido y encerró a su hijo
en una jaula durante cinco años. —Lo miré—. Durante ese tiempo, Hyto mató a
por lo menos dos docenas de mujeres. Hanna tenía que limpiar después… la
obligó a bañarlas para él y luego llevarlas a la muerte bajo la amenaza de torturar
a su hijo.
Ahumado hizo señas para que me pusiera de pie.
—Cuéntanos ahora. Dime lo que te hizo. Muéstrame lo que mi padre te
hizo. —Su mirada estaba muy seria.
Delilah se movió para ayudar a Hanna a ir hacia una silla mientras yo
lentamente me ponía de pie. Tragándome mi vergüenza, dejé caer la bata en el
centro del piso, luego deslicé el camisón fuera de mis hombros.
Mientras éste caía al suelo, Ahumado y Trillian me miraron fijamente. Yo
sabía que estaban viendo las marcas en mi estómago, entre mis muslos; los
moretones brillantes y negros, profundos, la piel en carne viva y abrasada. Poco a
poco, me di la vuelta, moviendo mi cabello para exponer los largos verdugones
incrustados profundamente a través de mi piel y las huellas de las botas que se
habían estrellado contra mi costado cuando me pateó.
Mientras estaba de espaldas, mientras yo miraba hacia la pared fijamente,
dije:
—Hyto me violó… tan dolorosamente como pudo, donde quiera que
encontró un hueco. Su intención era que doliera. Me golpeó, me usó como mueble,
me obligó a hacerle una mamada… me tuvo en el suelo como un gusano, 187
arrastrándome, llamándolo Amo. Y me puso un collar como a un perro.
Destapé sus pecados como si fuera una lista de compras. Mantenerme al
margen de lo que había pasado me ayudaba a enfrentar los recuerdos que
pasaban por mi mente como una puerta giratoria. Cuando me di la vuelta para
enfrentarme a ellos, agregué:
—Hyto me enseñó lo que significa temer. Lo quiero muerto.
Encontré sus miradas y me obligué a permanecer firme, incluso cuando un
torrente de emociones se precipitaba en mi interior. Delilah me miraba mientras
las lágrimas caían por su cara, pero me di cuenta de que yo ya no podía llorar
más. Ya me había desahogado en llanto. Ahora sentía un nudo de rabia al rojo
vivo que comenzaba a crecer.
—Yo lo quiero muerto. Y quiero que le duela. Lo quiero tan lastimado como
me lastimó a mí. Como lastimó a Hanna. Como hirió a sus otras víctimas.
Trillian se ubicó a mi izquierda, Ahumado a mi derecha. No me tocaron,
pero se arrodillaron a mi lado, cada uno tomó una de mis manos.
—Oh, amor, nos ocuparemos de llevarlo a cabo —susurró Trillian—. Te lo
juro, no voy a descansar hasta que tu atacante esté muerto.
Ahumado simplemente asintió.
—Trillian tiene razón —dijo abruptamente—. Te doy mi palabra, mi amor.
Mi padre va a pagar por sus pecados con su vida, y no va a ser una muerte
tranquila para él.
—Será mejor que nos pongamos a planificar entonces, porque también
tenemos que rescatar a Chase. No voy a permitir que él vague solo en lo astral,
mientras yo pueda ayudarle. Me niego a permitir que Hyto me impida hacer lo
que tengo que hacer. Y si lo que dices es cierto, Hyto estará rastreándome por
este collar. Quiero esto fuera. Si para ello se requiere desgarra su corazón
palpitante con mis manos para conseguir eso, entonces eso es lo que voy a hacer.
Y mis esposos, benditos sean, se inclinaron y besaron las palmas de mis
manos con delicadeza. Y yo sabía que iban a hacer todo lo posible para ver a
nuestro enemigo destruido.
Sharah me llevó al dormitorio, junto con Hanna, para examinarnos y
atender nuestras heridas. Mientras examinaba mi espalda, ella dijo:
—¿Sabes la única cosa interesante acerca de esto?
—No creo que nada de esto sea interesante. —No me sentía particularmente
188
habladora.
—Querrás saber esto. ¿Tus tatuajes? Estaban justo en la línea de varios de
los golpes, pero ningún tatuaje fue tocado. Es obvio que la cadena cayó a lo largo
de ellos, pero donde están tus tatuajes, no hay ninguna marca; ninguna herida.
Levanté la cabeza.
—¿En serio?
—Que Dios me ayude, sí. —Recorrió las líneas que cruzaban mi espalda—.
Éstas se curarán. Tendrás cicatrices, pero creo que puedo minimizar la mayoría
de ellas. Aunque tendrás que descansar…
—Voy a descansar cuando Hyto está muerto y pudriéndose. Tenemos que
matar un dragón y encontrar a Chase. —Luego le dije todo lo que podía recordar
de cuando vi a Chase en el astral. A pesar de que ella trató de seguir siendo
profesional, pude ver el alivio inundando sus ojos.
—Yo lo extraño mucho. Pero Camille; tienes que descansar. Puedo vendar
éstas, pero si te mueves demasiado, pueden abrirse y una cicatriz…
—Entonces colorea mis marcas. Menolly vive con sus cicatrices, así que yo
también puedo hacerlo. Y si tengo cicatrices, que sean un recordatorio de que
ningún hombre me va a tocar de esta manera otra vez. Ya sea dragón, demonio o
diablo. Tengo que salir de nuevo. Yo tengo que ver morir a Hyto. No puedo
ocultarme en casa o nunca lograré salir de nuevo. ¿Entiendes? —Me volví hacia
ella, agarrando su muñeca e inclinándome hacia adelante—. Hyto me enseñó a
temer de una forma en la que yo nunca, jamás experimenté. Si no conquisto esto,
no me quedará nada. Yo no tengo la fuerza de Menolly o la capacidad atlética de
Delilah. Todo lo que tengo es un puñado de hechizos, algunos de los cuales
funcionan cuando se les da el capricho. No puedo dejar que esto me derrote. Si
me quedo en casa, encogiéndome en mi habitación, Hyto habrá ganado. Tengo
que exorcizarlo de mi mente. Tengo que sacarlo de mi cabeza.
Hanna se puso de pie.
—Deja que haga su voluntad. Camille es una joven valiente y creí estar
segura de que Hyto la mataría la primera noche. Pero ella resistió su maltrato e
incluso logró provocarle una rabia como ninguna otra que haya visto. Si ella pudo
bajar de esa montaña con las heridas que tiene, entonces puede soportar otra
batalla. —Ella se volvió hacia mí—. Enorgullecerías a los Hombres del Norte si
fueras uno de nosotros. Eres una mujer guerrera en espíritu, si no en cuerpo. Y el 189
espíritu es a menudo mucho más fuerte que el músculo y el hueso.
Sharah dejó escapar un largo suspiro.
—Vas a hacer lo que desees, por supuesto. Ustedes tres siempre lo hacen.
Muy bien, pero al menos voy a darte un analgésico. He desarrollado uno que tu
sistema pueda soportar.
—¿Va a afectarme? —La miré fijamente a los ojos, desafiándola.
Flanqueada por mi familia, por Trillian y Ahumado, descubrí que mi valor
regresaba, y yo quería hacer que se sintieran orgullosos. Quería sentirme
orgullosa de mí misma. Quería demostrar que ningún pervertido podría
acobardarme. El recuerdo de arrastrarme a los pies de Hyto me aguijoneaba
mucho más que los golpes en la espalda o cualquier otra cosa que me hubiera
hecho—. Tengo que estar alerta.
Sharah asintió, y algo me dijo que sabía lo que estaba pensando y que
comprendía.
—No vas a perder velocidad con esto. Pero te ayudará a moverte sin tanto
dolor y también lo harán los ungüentos que tengo para tus heridas.
—Entonces voy a aceptarlos con gratitud. —Entonces le sonreí y ella se
inclinó y me abrazó como lo haría una hermana—. ¿Crees que Hyto podría
haberme pasado alguna enfermedad cuando… cuando…?
Sharah se mordió el labio.
—Estás bastante magullada allí abajo. Te puedo dar una poción para disipar
cualquier enfermedad que él pudiera tener. Nunca he tenido la oportunidad de
tratar a un dragón herido, y mucho menos por una enfermedad de transmisión
sexual. Así que no lo sé muy bien.
—Detestaría tener que preguntarle a Ahumado al respecto; sólo sería otro
recordatorio de lo que Hyto me hizo. A nosotros. Pero será mejor que tome la
poción, por si acaso. Di una patada contra el suelo, haciendo una mueca cuando
el golpe rebotó a través de los músculos de las piernas. —Maldito ser maligno.
—Todos tenemos nuestros demonios… el tuyo es apenas más grande que
el de la mayoría —susurró mientras yo me bebía la botella de líquido rosado que
me puso en la mano—. Toma, bebe esto para el dolor. Y si necesitas hablar,
estoy aquí. Ya lo sabes, ¿verdad?
—Sí —dije en voz baja—. Si Hyto es mi demonio, entonces él va a 190
encontrarse a sí mismo del lado equivocado de la horca.
Después de que ella me tratara, Sharah volvió su atención a Hanna y yo
regresé con los demás en la sala de estar. Delilah me hizo un gesto para que fuera
hacia la cocina y logrando convencer a Ahumado y Trillian de que estaría bien sin
ellos unidos a mi cadera, la seguí a la habitación cálida y acogedora.
Cuando me deslizaba en una de las viejas sillas de la cocina, haciendo una
mueca, ella colocó un sándwich delante de mí.
—Tienes que recuperar tus fuerzas. Come más.
—Sí, señora. —Acerqué el sándwich… ¿de mantequilla de maní y jalea?
¿Desde cuándo Ahumado come mantequilla de maní?
Mientras ella se sentaba, observándome, sentí que mi reserva se disipaba.
—Camille… ¿qué necesitas? Siempre has estado aquí para nosotras y ahora
es nuestro turno. Lo que necesites, sólo tienes que pedirlo.
Se inclinó hacia delante y recogió una patata frita del plato, levantándola
hasta mis labios. Yo abrí obedientemente mi boca y acepté la patata, masticando
lentamente mientras pensaba sobre su pregunta. ¿Qué necesito? Mis emociones
estaban jugando una carrera entre un corazón destrozado y la furia.
Dejé escapar un suspiro y bajé el sándwich mientras ella se levantaba y me
servía un vaso de leche.
—¿Qué necesito? Lo que necesito es que nada de esto haya sucedido. Pero
sucedió y ahora tengo que encontrar la manera de enfrentarlo. Mis emociones
están descontroladas. No he tenido tiempo para procesar lo que ha sucedido.
Hyto… él me humilló, Delilah. Puedo soportar muchas cosas, pero eso, no. Él
me despojó de mi dignidad y me hizo daño.
—¿Cómo… cómo vas a manejar lo que él… él…?
Me encogí de hombros.
—La violación no se trata de sexo, es sobre esgrimir poder. Lo sé muy bien
y me niego a dejar que él destruya mi pasión. No voy a dejar que me arrebate eso.
Pero el dolor, las palizas… nunca he experimentado un dolor así anteriormente.
Y tú sabes que he sido lastimada muchas veces desde que llegamos a Earthside.
No soy tan rápida o físicamente tan fuerte como tú y Menolly. El dolor me
asustó. 191
Delilah se mordió el labio y se inclinó hacia adelante.
—Vas a salir de esto. Es tu naturaleza, Camille. Pero cada vez que necesites
desahogarte, dímelo a mí o a Menolly; y vamos a estar allí para ti. Si necesitas
gritar en el bosque, o golpear a algunos estúpidos trolls, vamos a encontrar lo que
necesites y te dejaremos volverte una patea-culos.
Inspiré larga y profundamente y exhalé el aire con un estremecimiento.
—Pensé que había conocido el mal antes, pero él es malvado como… como
lo era Karvanak, sólo que menos razonable y mucho más peligroso. Él es un
sádico. Bebe profundamente del dolor de los demás. Y está celoso; está tan
celoso de Ahumado.
—Es triste cuando un padre no puede regocijarse en la alegría de sus hijos.
—Delilah frunció el ceño—. Por lo menos Ahumado no mató a Vanzir.
Pensábamos que iba a hacerlo, pero cuando nos enteramos de que te habían
capturado, se volvió loco. Se culpa por completo por ello; si no te hubiera gritado
y dicho que te fueras de su vista, no habrías ido a caminar por el bosque y sido
capturada.
—Ya tuve una charla con Vanzir sobre eso. Ahumado va a tener que
superarlo. Yo no tengo la energía para calmar sus temores. Y todo lo que pasó,
no hay nada que podamos hacer al respecto ahora. Lo importante es que nos
unamos. Me doy cuenta de que están allí en la misma habitación y que no ha
habido derramamiento de sangre. Por ahora, eso es una cosa buena.
Terminé mi sándwich y flexioné mis manos, a excepción de mi dedo que
estaba rígido, inmovilizado por una férula. Eran casi la única parte de mí que no
me dolía, aparte del hueso fracturado. Pero el ungüento de Sharah había
funcionado de maravilla y el dolor fue silenciado. Al igual que el mareo y mi
fatiga. Lo que sea que hubiera en esa pequeña ampolla era una maravilla de
drogas en lo que a mí respectaba.
— Tenemos que cruzar al astral y encontrar a Chase. Él parece ser capaz de
enfocarse en mi campo de energía; tenemos chispas similares en nuestras auras y
creo que va a terminar manejando algo de magia interesante en el futuro.
—¿Estás segura de que puedes hacerlo? —Delilah ladeó la cabeza y me
miró escéptica.
—Mantenerme ocupada es lo único que va a salvar mi cordura en estos
momentos. No puedo sentarme aquí para siempre, preocupándome de que Hyto 192
vaya a venir lanzado hacia mí. Vamos, veamos si Ahumado puede llevarnos allá
con él. —Me aparté de mi silla, y luego miré hacia abajo, a mi camisón y bata—.
Supongo que será mejor que me vista primero, ¿eh?
Ella se echó a reír y su risa se sintió bien a medida que resonaba a través del
aire.
—Sí, de alguna manera no creo que esa sea ropa de lucha.
—Tú lo has dicho, no yo. —Forcé una sonrisa en mis labios y nos dirigimos
a la otra habitación—. Guardo ropa aquí para cuando venimos a quedarnos.
Espérame que salgo enseguida.
Cuando entré en la habitación, vi que Hanna estaba durmiendo en la cama
de nuevo. Sharah me hizo una seña para que fuera a su lado.
—Ella está desnutrida, agotada y tiene un desagradable caso de asma. La
tengo medicada y por lo menos necesita descansar por un par de semanas.
Asentí, saqueé silenciosamente el armario en busca de una falda, un corpiño
y una chaqueta. Anhelaba mi cuerno de unicornio; hasta que matáramos a Hyto,
esa era la única cosa que podría interponerse entre el dragón y yo.
Al regresar a la sala de estar, los demás estaban reunidos, discutiendo el
mejor lugar para aproximarse a Hyto. Le hice señas a Delilah para que me
ajustara el corsé.
—¿Estás segura de que eso es prudente? Ese corsé es apretado. —Ella tiró
de los cordones y solté un gemido de dolor.
—Va a ayudarme. Lo comprobé con Sharah. El sostén aliviará mis costillas
magulladas a pesar de que hace que las laceraciones en mi espalda me duelan. —
Levanté mi mano—. Aunque no va a ser de mucha ayuda con este pequeño
polluelo, a excepción del tiempo.
Al estar de vuelta en mi propia ropa, entre mi familia, empecé a relajarme un
poco. Haría falta tiempo para sanar, pero al mirar a mi alrededor, de rostro en
rostro, sabía que con su ayuda estaría nuevamente en control más temprano que
tarde.
—Chase estaba más fuerte de lo que jamás lo había visto. No tenía ni idea
de cómo había llegado allá al astral, pero el hecho es que lo logró.
Delilah dejó escapar un largo suspiro.
—Ahumado es el único aquí que puede alcanzar el astral. Él no puede
193
llevarnos a todos. Si Roz estuviera aquí, pero no lo está…
—Puedo llevar a tres —dijo Ahumado—, lo que significa Delilah, Camille y
Trillian. Vanzir… —se detuvo, mirando fríamente al demonio otra vez.
Vanzir lo miró a los ojos, pero no lo desafió.
—¿La tregua se mantiene?
Basta de esta mierda. Me puse de pie.
—Ustedes dos, escúchenme. Yo no quiero tener que decir esto de nuevo.
Ya he tenido suficiente de sentirme responsable por la hostilidad entre los dos.
Así que ahora mismo, eso se termina. Ya no más. No más peleas. Lo qué sucedió
entre Vanzir y yo pasó. No debería haber sucedido, pero lo hizo. Ambos fuimos
heridos por los efectos posteriores. Se ha acabado. Hecho. Él ha sido despojado
de sus poderes, y yo terminé como el juguete de Hyto. Los dos hemos sido
lastimados. Así que, Ahumado, tienes que parar. Tienes que parar esto.
Ahumado farfulló, pero negué con la cabeza.
—No. Simplemente… no. Quiero que ustedes se den la mano y se pidan
disculpas mutuamente.
Vanzir dejó escapar un largo suspiro.
—No doy disculpas fácilmente, pero lamento todo esto. Por quien más lo
lamento es por Camille; fue a ella a quien lastimé. Pero Ahumado, mis disculpas
para ti, también. Lo que sea necesario para estar en el mismo lado de nuevo.
Me giré hacia Ahumado.
—Estoy esperando —le dije, golpeando el suelo con mi bota. Ya había
tenido suficiente de combates insignificantes.
Mi dragón hizo rodar sus ojos.
—Lo que tú quieras, mi amor. Vanzir, me retracto de mis amenazas de
desmembrarte. Pero recuerda esto: una vez fue un accidente. Dos veces…
—Sí, sí, el gran malvado dragón me hará trizas. —Vanzir le restó
importancia con un gesto, pero luego su mirada cayó sobre mí y se puso serio—.
Lo siento. Me acabo de dar cuenta…
Me mordí el labio. Tenía que hacer una elección. O podía dejar que esto me
arrastrara hacia abajo o podía permanecer firme al pie del cañón. Y a pesar de sus
sentimientos hacia mí ahora, había nacido y crecido como la hija de un soldado y 194
todavía tenía ese sentido de honor. No teníamos tiempo para que yo me
autocompadeciera. Tendría que esperar hasta el tiempo de descanso para volver a
visitar el infierno.
—Entonces, vamos a movernos. Hasta que sepamos lo que haremos con
respecto a Hyto, seguimos como siempre, salvo que yo viviré aquí, ya que con
este collar, una vez que el padre de Ahumado se decida a acabar conmigo, voy a
ser un objetivo en movimiento y no pondré en peligro nuestra casa.
—Podemos simplemente transferir todas las operaciones aquí por el
momento. Menolly puede dormir en el túmulo durante el día; no hay ninguna
posibilidad de que la luz del sol alcance algunas de las cavernas de aquí. —Delilah
se reclinó en su silla—. Podemos dejar un grupo mínimo de guardias de Asteria
en la casa. Pero traemos a todos los demás aquí por si acaso Hyto decide destruir
nuestra casa por despecho.
Fruncí el ceño.
—Si piensas eso…
Ahumado asintió.
—Hay laberintos en las cámaras más bajas; Menolly y Maggie se pueden
esconder ahí abajo. De hecho, tengo una sala de estar bien iluminada allá abajo,
donde la luz del día nunca llega. No se puede ver desde aquí.
—Entonces, sal y llama por teléfono a Iris. Haz que empiecen a mudar las
cosas. —Una preocupación menos en mi lista—. Mientras tanto Ahumado, tú,
Trillian, Delilah y yo vamos a cazar a Chase en el astral. Vanzir y Roz, llévense a
Shamas y vuelvan a casa. Hagan lo que puedan para ayudar a Iris a prepararse. —
Cuando me puse de pie, me volví hacia Sharah—. ¿Puedes quedarte con Hanna?
No quiero que se despierte y enloquezca porque nos hemos ido.
—No hay problema —dijo—. Los deberes en la sede están bastante ligeros
en estos momentos. —Ella hizo una pausa, y luego susurró—: Cuando
encuentres a Chase… dile que estoy… esperándolo.
Delilah dejó escapar un suave suspiro.
—Yo se lo diré, Sharah. Yo sé que él estará feliz de escucharlo.
Y eso fue todo. Estábamos de nuevo en movimiento; yo con un dedo roto y
un cuerpo magullado y maltratado. Pero se sentía bien estar de nuevo en acción.
Había tenido mi ración de estar en el otro extremo de la paliza. 195
Capítulo 16
A medida que nos apresuramos a ir hacia el Parque Tangleroot se me
ocurrió que sería mejor decirle a Aeval que estaba de regreso, si es que incluso
ella sabía que había sido capturada. Pero en este momento, yo estaba decidida a
salvar a Chase antes de que él se metiera en problemas. No podía soportar la idea
de él vagando solo por siempre, tratando de encontrar su camino a casa. Yo sabía
lo que se sentía estar completamente solo.
Estacionamos a las afueras del parque y nos dirigimos hacia el lugar por
donde antes habíamos entrado por el portal. Recordé lo que me había enseñado
Aeval y estaba preparada para abrirlo por mí misma. Pero para mi sorpresa,
llegamos para encontrar que el portal había regresado otra vez… y estaba sin
vigilancia. O bien había surgido en este punto por sí solo en las últimas horas, o
nadie había estado por aquí para notarlo por un tiempo. Dada la época del año, la
nieve y la oscuridad del parque, yo apostaba por lo último.
Cuando nos acercábamos al vórtice, me detuve, olfateando el aire.
196
—Mierda.
—¿Qué pasa? —Delilah corrió a mi lado.
—Huelo al Devorador del Pantano… en este lado del portal. Maldita sea…
él lo atravesó. Anda suelto en alguna parte, pero el rastro termina aquí y no
puedo seguirlo.
Una cosa más en nuestra lista de preocupaciones. Otro de los Faes Antiguos
—y uno devorador de hombres—, estaba suelto de nuevo en el mundo. Y él no
estaba terriblemente dispuesto a entrar en razón.
—¿Deberíamos ir tras él ahora? ¿Tratar de averiguar adónde fue?
Pensé en ello, luego negué con la cabeza.
—Nosotros no vamos a encontrarlo hoy. Él ha pasado por este camino,
pero ahora se ha ido. Y quiero encontrar a Chase. Sólo vayamos, pero vamos a
mantener los ojos abiertos. Muy pronto el Devorador del Pantano va a causar
estragos y estaremos aquí para seguirle la pista.
Ahumado me llevó a un costado.
—Tenemos que hablar. Tenemos que discutir lo que pasó. —Puso sus
brazos a mí alrededor, sosteniéndome suavemente contra su pecho—. No puedo
soportar la idea de que podrías culparme por las acciones de mi padre, aunque
entiendo el porqué podrías hacerlo.
No habíamos tenido la oportunidad de hablar en privado. En realidad, eso
no era del todo cierto. El hecho fue, que yo había evitado estar a solas con él y
Trillian. Había visto suficiente dolor y preocupación en mi vida para entender
que tendría problemas para ajustarme, pero también sabía que ninguno de mis
maridos podría haber evitado lo que había pasado, y que ninguno de ellos era
culpable. Cuando llegaba el momento, todos estábamos solos. No había tal cosa
como la seguridad perfecta. No existe tal cosa como la invulnerabilidad. Un
movimiento en falso, un resbalón equivocado y cualquiera de nosotros podría
estar a merced del destino… o de un dragón psicótico.
Pero una vez que estuviéramos a solas, tendría que dejarlo ir. Tendría que
tener mi ataque de nervios y exorcizar el fantasma de Hyto de mi cuerpo y
mente. Cualquiera siendo demasiado amable conmigo ahora amenazaba mi
capacidad para empujar la rabia y el miedo. Y los brazos de Ahumado a mi
alrededor eran demasiado gentiles, demasiado comprensivos, muy amorosos para
hacer acopio de mi valor. 197
Lo empujé hacia atrás con mi mano contra su corazón mientras miraba
fijamente esos preocupados ojos glaciales. Lucía tan similar a su padre… y sin
embargo él no era Hyto, y su naturaleza se llevó lejos la semejanza que podría
haberse interpuesto entre nosotros.
—Te amo. —Las lágrimas brotaron de mis ojos—. Pero no podemos
hablar de esto aquí. Te necesitaré, te necesitaré a ti y a Trillian y a Morio, y a mis
hermanas, para pasar a través de esto. Pero en este momento, quiero salvar a
Chase. Si podemos salvar a Chase, no me sentiré tan indefensa.
—Estoy preocupado por ti… tus lesiones no son leves, mi amor. —Una
mirada de dolor cruzó su rostro—. No puedo soportar pensar que mi propia
carne y sangre te hicieron esto. Que le permití alejarte.
—Tú no se lo permitiste. No es tu culpa y nunca te culparé por lo que pasó.
Hyto es quien me hizo daño. Él es el único responsable de sus acciones y vamos
a hacerle pagar. Pero en este momento, tengo que mantenerme ocupada. Tengo
que dejar de insistir en los últimos días. ¿Entiendes? —Me incliné y lo besé
suavemente en la mejilla—. Lo que está en tu corazón, eso es lo que amo. No
cuan invulnerable puedes hacer mi vida.
Él cubrió mi mano con la suya por un momento, luego asintió.
—Como quieras. Vamos a hablar de ello cuando estés lista. Y yo haré todo
en mi poder para asegurarme de que nunca seas herida de nuevo.
Uh-oh. Eso sonaba un poco demasiado como a una torre-de-marfil4 para
mí, pero yo sabía que él tenía que decir eso, lo necesitaba para sentir que podía
mantener cierto control de la situación. Asintiendo, hice señas a Trillian y a
Delilah, que esperaban más adelante.
—Vamos por Chase. —Respiré hondo, preguntándome cuando la vida
volvería alguna vez a la normalidad. Si eso fuera posible. Nos acercamos al portal
y me volví hacia ellos. —Tengo que ir primero, pero formaremos una cadena.
Una vez que estemos adentro, vamos a dirigimos hacia el anillo de setas. Ahora
que Ahumado está con nosotros, podemos pasar por allí y salir en donde sea que
terminemos. Y una vez que pasemos, creo que a partir de ahí, nos dirigiremos al
astral. Ahí es a dónde Chase logró saltar.
Ellos asintieron. Delilah me lanzó una bolsa y la abrí.
—¡Mi hierro! ¡Me has traído mis esposas y mi mayal5! —Por primera vez
desde que Hyto me había atrapado, sentí una sonrisa verdadera irrumpir en mi 198
cara.
Ella me dio un par de guantes.
4
La torre de marfil: es un término originado en el bíblico Cantar de los Cantares. Desde el
siglo 19 se ha utilizado para designar a un mundo o ambiente en el que los intelectuales se
dedican a actividades que están desconectadas de los intereses prácticos de la vida cotidiana
5
Mayal: arma ofensiva usada en la Edad Media, compuesta de unas cadenillas de hierro
terminadas por un extremo con bolas del mismo metal, y sujetas por el otro a un anillo fijo en
un mango de madera como de medio metro de longitud.
Pasamos a través del portal, y una vez más, estábamos de pie en la selva de
follaje helado. Ahumado y Trillian estaban en alerta, Trillian instantáneamente
desenvainó su espada dentada. Delilah y yo miramos alrededor. Ni Tra ni Herne
estaban en algún lugar a la vista y lentamente dejé escapar el aliento.
Ahora bien, si podíamos mantener a Yannie Fin Diver a raya, podríamos
pasar sin demasiada batalla. Pero yo no tenía mi cuerno de unicornio conmigo,
así que eso debería resolver esto último. Él había estado tras el cuerno, no tanto
tras de mí. Con un poco de suerte, si nos apurábamos a pasar más allá del
pantano, tal vez no notaría que estábamos aquí.
Tiré de mi capa acomodándola en torno a mis hombros y avancé, apartando
a los chicos para pasar. Con Ahumado a mi lado, me dirigí hacia adelante, hacia el
otro lado de la pradera helada, en dirección al frente del barranco que conducía a
la cañada. Trillian se ubicó junto a Delilah.
Nada se movía, salvo por un par de cuervos observándonos desde las ramas
de los robles que sobresalían. En silencio, pasamos a través del reino mágico, y
con cada paso, la sensación de la magia pesada y vieja me rodeaba. Algo había
pasado por aquí hacía poco tiempo.
Cuando entramos en el barranco, pude sentir el llamado de las rocas. Había 199
cuarzo en la cara del acantilado; apostaría mi magia en ello. Los cristales de
cuarzo cantaban para mí, y desde que estaba en Earthside, había empezado a
notarlo más y más. Por alguna razón, mi conexión con el mineral era más
prominente aquí, y lo usé para las protecciones alrededor de la tierra.
A mi lado, Ahumado estaba manteniendo una estrecha vigilancia sobre los
lados del barranco, su mirada saltando de un lado a otro. Pasamos en silencio a
través del pasaje corto y llegamos al espeso follaje que separa el barranco del
pantano.
—Ten cuidado. Yannie Fin Diver está en este pantano. Al menos sabemos
que el Devorador del Pantano no está por ahí. Aunque el hecho de que esté
merodeando el Parque Tangleroot tampoco es ningún consuelo. Pero Yannie es
peligroso y ahora me guarda rencor porque no pudo obtener el cuerno del
unicornio.
Me abrí paso entre la franja de tierra abierta que divide el bosque de la
turbera. El olor amargo llegó a mi nariz y cuando pasamos por allí, mantuve una
estrecha vigilancia en busca de cualquier signo de actividad en la superficie. Yo
no quería tener que entrar en combate contra uno de los Fae Antiguos, pero con
Ahumado, sería muchísimo más fácil que sólo con Delilah y conmigo.
Avanzamos muy lentamente y casi habíamos llegado a la zona donde podíamos
internarnos entre los arbustos cuando una onda en la superficie del pantano
llamó mi atención.
Infiernos. Yannie Fin Diver se levantó del agua. Él nos vio y, con un brillo
salvaje en sus ojos, se levantó con un grito triunfante.
—¡Es él! ¡Cuidado! —Me dirigí en una carrera mortal hacia el bosque,
Delilah iba justo detrás de mí.
Apenas un segundo más tarde, Ahumado se transformó en dragón.
Mientras se transformaba, su largo cuerpo con forma de serpiente brillaba a la
vista y Ahumado se irguió sobre el Fae Antiguo. Se levantó en el aire con sus
garras delanteras largas y peligrosamente afiladas y sus alas azotando una
tormenta. Las ondas en el agua del pantano causadas por la aparición de Yannie
se convirtieron en una ráfaga de ondas, coronando su camino.
—Oh, mierda —dijo Delilah, volviéndose hacia mí. Y entonces ella se
tambaleó y su talón se deslizó hacia atrás. Mientras yo aún trataba de averiguar lo
que estaba pasando, ella se cayó de espaldas en una masa temblorosa de arena y
agua y comenzó a hundirse. Su cabeza desapareció y grité, pero luego su cabeza
reapareció. 200
—No luches, trata de flotar en la superficie lo más que puedas. Luchando
sólo te hundirás más rápido. —Giré para buscar a Trillian que estaba observando
la confrontación entre Ahumado y Yannie, le grité—: Ayúdame.
La mirada de Trillian se enfocó en mí y cuando se dio cuenta de lo que
estaba pasando, él corrió.
Yannie Fin Diver miró al dragón opalescente y comenzó a retroceder.
Interesante; así que incluso los Fae Antiguos podían ser intimidados por los
dragones. Me había estado preguntando si todo se reducía a eso, quién pateaba el
culo de quién. Pero a pesar de que aquél estaba retrocediendo, Ahumado no se
detuvo, sino que se dirigió directamente hacia él.
Aparté mi atención de ellos y miré el suelo, mi bastón estaba frente de mí.
Traté de empujarlo a través del sumidero que estaba tragándose a Delilah, para
que así ella tuviera algo de lo que agarrarse.
Trillian saltó por encima del lodazal movedizo en el que Delilah estaba
atrapada, aterrizando apenas en tierra firme. Vaciló, agitando los brazos por un
segundo, luego recuperó el equilibrio y se agachó inmediatamente al igual que
yo, apoyando el otro extremo de mi bastón. Lo sostuvimos manteniéndolo
estable delante de Delilah, que ya estaba hundida en el cieno hasta el pecho.
Ella agarró el salvavidas, arrastrándose fuera de la arena que la succionaba.
Cuando se aferró al bastón, Trillian y yo lo llevamos lentamente hacia el costado
del borde y ella luchó para salir. Deslicé una mano bajo su brazo izquierdo,
mientras Trillian se estiraba y ponía su mano por debajo de su brazo derecho y la
sacamos mientras ella se revolcaba por el suelo, mojada y cubierta de arena
fangosa. Ella apoyó la cabeza en sus rodillas, su corte de cabello en picos estaba
enmarañado por la mugre.
—Maldita sea, eso es más un pantano que arenas movedizas. Odio esas
cosas. Es aterradoramente difícil salir —jadeó, escupiendo trozos de arena que se
habían metido en su boca.
Un enorme rugido llenó el aire y todos nos volvimos bruscamente para ver
a Ahumado enfrentar a Yannie. El Fae Antiguo había aumentado terriblemente
su tamaño, lo suficientemente grande como para defenderse. Mierda. Tal vez no
era tan vulnerable después de todo. Levantó sus enormes brazos y las boas de
algas que fluían alrededor de sus hombros se elevaron como serpientes punzantes
y se lanzaron hacia Ahumado, atrapándolo por el cuello. 201
Ahumado dejó escapar un fuerte estruendo, lanzando una explosión de
llamas y humo. Jadeé, pero el Fae consiguió saltar a un costado y sólo estaba
chamuscado. Ahumado giró en el aire, ametrallando a Yannie con su fuego de
dragón, mientras el Fae Antiguo continuó creciendo hasta llegar a una altura de
cinco metros.
Él esquivó a Ahumado, golpeando a mi dragón en el trasero y haciéndole
perder el equilibrio. Ahumado recuperó el equilibrio y se lanzó en picada hacia
Yannie, casi rozándole con sus garras la parte superior de su cabeza. Sus alas le
dieron un gran empujón y lograron batir la suficiente turbulencia para que
Yannie saliera despedido dando volteretas hacia el pantano.
Como un halcón buceando tras un pez, con las alas hacia atrás y las garras
listas, Ahumado salió disparado hacia abajo, hacia el Fae Antiguo, quien le dio
una última mirada a su oponente que se acercaba y se zambulló en las aguas,
produciendo una estela por detrás suyo mientras se dirigía hacia los desechos
pantanosos. Ahumado ascendió, rozando la superficie del agua, lo persiguió
durante un rato y luego se dirigió a la orilla.
Se transformó mientras aún se posaba en el suelo, su cabello se agitaba a su
alrededor presa de un frenesí. Me quedé inmóvil, mirándolo, recordando lo que
Hyto me había hecho con sus largos mechones, luego lentamente dejé escapar el
aliento, recordándome a mí misma que —al menos por el momento— yo estaba
a salvo del monstruo.
Ahumado ni siquiera jadeaba. Y, como de costumbre, estaba limpio como
un relámpago. Realmente tenía que averiguar cómo lo hacía, pero hasta ahora, él
no se lo decía a nadie.
—Él desapareció antes de que pudiera matarlo, pero dudo que ahora se
meta con nosotros. —Se volvió hacia Delilah—. ¿Estás bien? —Sonó abrupto,
pero yo sabía que él se preocupaba por mis hermanas, incluso cuando pretendía
no hacerlo.
—Sí —dijo ella, poniéndose de pie y limpiándose lo que podía de la
suciedad que se aferraba a su ropa—. Tengo frío y estoy húmeda, pero voy a
estar bien. —Ella tembló y Trillian le ofreció su gabardina, pero ella negó con la
cabeza—. Me muevo mejor sin un abrigo largo. Voy a estar bien por un rato.
Consideré tratar de secarla con un hechizo, pero mi parte más sabia
prevaleció y me abstuve.
—No puedes viajar mientras estés fría. Quítate la ropa y ponla en el suelo. 202
—Ante su mirada, él negó con la cabeza—. Sólo hazlo.
Delilah obedecido mientras Ahumado se acercó al borde del pantano y, sin
decir nada más, estaba de nuevo en su forma de dragón. Giró su largo cuello
hacia su ropa y dejó escapar un gran eructo. En lugar de fuego, dejó salir humo y
hollín. Incluso desde donde estaba parada pude sentir el calor intenso detrás de la
ráfaga de aire, y después de dos o tres soplidos, se giró hacia ella y sopló una
ráfaga suave sobre ella.
—Gracias, Ahumado. —Ella le sonrió y se dirigió a su ropa, que estaba
seca, pero todavía sucia. Mientras se ponía el material rígido, ella captó mi mirada
y sacudió la cabeza, tratando de no reírse. Reprimí una sonrisa mientras
Ahumado cambió de nuevo y, luciendo satisfecho de sí mismo, hizo un gesto
para que siguiéramos adelante.
A medida que nos dirigíamos hacia el interior, hacia el anillo de setas, lo
único que yo lamentaba era que Ahumado no había conseguido matar a Yannie
Fin Diver. En este momento, no me sentía muy misericordiosa con mis
enemigos.
Llegamos al anillo de setas en poco tiempo, y una vez más una oleada de
energía embaucadora soplaba hacia el exterior. Trillian parpadeó, sacudiendo la
cabeza.
—Maldita sea, cualquier tipo de puerta de acceso que sea, es fuerte. Y
astuta.
—Astucia es correcto. Recuerda que Chase fue capturado por lo que suena
a un Fae relacionado con las arañas. La astucia y los tejedores de redes van de la
mano. Las criaturas araña son inteligentes. —Señalé hacia el borde del anillo—.
Puse mi brazo por allí y se sentía un poco raro. De acuerdo, ¿estamos listos para
esto?
Ahumado gruñó y comenzó a tomar la delantera, pero Trillian le hizo señas
para que retrocediera.
—Este es territorio Fae, amigo. Esto es más mi velocidad que la tuya. Tú
quédate cerca de Camille y Delila. —Dio un paso adelante y, de mala gana,
Ahumado retrocedió de nuevo, tenía una mirada escéptica en su rostro.
Nos atamos, los portales como éste no eran seguros para viajar sin tener
alguna atadura el uno con el otro. De lo contrario, ¿quién sabría si terminaríamos 203
en el mismo lugar? Luego, sin decir una palabra, Trillian entró, yo lo seguí,
después iban Ahumado y Delilah. La mayoría de los portales desorientan; este era
un espectáculo extraño. En el momento en que lo atravesamos un remolino de
colores comenzó a correr a mí alrededor como si la realidad se fundiera en un
remolino de color y sonido. Yo todavía estaba atada a Trillian, pero lo único que
podía ver eran azules y verdes brillantes, girando sobre sí mismos, como el espiral
en el viejo programa Rumbo a lo Desconocido.
Mi cuerpo se sentía como si se estuviera derritiendo, estaba tan caliente. El
sudor corría por mi frente, formando lentamente riachuelos a lo largo de mis
mejillas. Las gotas resbalaban por mi nariz y en mi lengua, cuando la extendí para
atrapar una. Salado. Dulce. Quería arrancarme la ropa, el calor era sofocante.
Cuando consideré desatarme mi capa, algo en mi mente susurró: no, es el portal.
Pasará. No caigas en la trampa.
Mantuve mi abrigo en su sitio y me moví por debajo, el dolor desapareció
de mis muslos, de mi corazón, de mi espalda y huesos. Todo lo que podía sentir
era el calor, mi mente estaba adormecida por el calor, el calor subía en mi cuerpo,
extendiéndose a través de mi estómago, haciéndome anhelar a alguien fuerte que
llegara por ahí, para empujarme contra el suelo y llenarme por completo. Luché
para no desnudarme ante la idea de que Trillian podría estar lo suficientemente
cerca como para tocarlo.
La música se arrastraba, flautas y tambores, una pandereta, un laúd, la danza
me pedía que entrara a bailar, a girar, a dar vueltas bajo las estrellas, para saltar en
el gran orgasmo cósmico del universo y jamás dejar de bailar —la oleada de
deseo se levantó dentro de mi corazón y comencé a deambular lejos de la ruta,
pero la cuerda alrededor de mi cintura me detuvo.
Confundida, me quedé mirando la bobina de nylon envuelta a mí alrededor
preguntándome cómo deshacerme de ella, cuando alguien en el otro extremo tiró
fuerte. No estaba preparada, fui navegando hacia adelante, tropezando a través de
los remolinos de color hasta que el calor disminuyó repentinamente, tropecé y
me encontré tumbada boca abajo en una pradera cubierta de nieve donde Trillian
me esperaba ansiosamente. Curiosamente, la nieve no se sentía tan fría.
Él se arrodilló a mi lado y me tomó por los hombros.
—Tienes razón… no hay ningún olor en estos arbustos. ¿Te diste cuenta?
Fruncí el ceño, mirando alrededor. Cerrando los ojos, levanté mi nariz y
respiré lentamente. Ella tenía razón, no había el aroma característico de la tierra,
no había el olor amaderado de los árboles, no había olor a ozono que indicara
que había estado nevando. No es que las corrientes estuvieran libres de fragancia,
pero no podía identificar qué eran.
—Eso es raro. Me estoy poniendo un poco nerviosa ahora. ¿Qué piensas
que es?
—No lo sé. —Ella miró nerviosamente alrededor—. Estoy empezando a
preguntarme si esto es un reino natural o no. No es el astral, ¿verdad?
205
Sacudí lentamente la cabeza.
—Ahumado, Trillian, ¿qué piensan?
Ahumado dio unos pasos hacia adelante, luego se detuvo. Señaló más allá
de un pequeño grupo de pequeños árboles de hojas perennes.
—Espera. Deténganse aquí. Miren más de cerca… veo lo que está causando
el movimiento de la casa. —Derrapé hasta detenerme, mirando más
detenidamente—. Oh, mierda.
—¿Qué? —Delilah miró de nuevo, tratando de ver lo que era—. No lo
distingo.
—Estoy viendo el aura de la casa. El movimiento no es a nivel energético,
es a nivel físico. La casa está cubierta con arañas e insectos, están pululando por
todas partes. Toda la casa es como un hormiguero gigante, sin hormigas.
Y luego, cuando dije eso, todo entró en perspectiva. La masa giratoria se
convirtió en arañas y escarabajos individuales, correteando en enjambres por toda
la casa. En las rendijas estrechas entre la capa de insectos, podía ver lo que
206
parecía ser hebras blancas, ¡un capullo! La casa era un capullo gigante.
—¡Oh, Gran Bast!, ¿crees que Chase está allí? —La voz de Delilah se elevó,
un poco histérica.
Sacudiendo la cabeza, comencé a retroceder, mis dientes castañeteaban. Yo
podría soportar muchas cosas, pero los enjambres… no tanto.
—No… él estaba en cuerpo en el astral. Y si somos inteligentes, vamos a
saltar hacia allí, ¡ahora!
—Pero tenemos que saber si él está ahí. Tenemos que estar seguros. Lo
siento, no puedo confiar sólo en los sueños que tuviste mientras ese dragón
monstruoso te mantuvo cautiva. Pudo haber sido una fiebre.
Quería darle una bofetada, pero yo sabía que ella tenía razón. Había sido
precisa respecto de de Vanzir, pero eso no quería decir que tuviera razón sobre
Chase.
Ahumado miró de Delilah a mí, esperando por alguna clase de dirección.
—Podría simplemente quemar la casa…
—¡No! ¿Qué pasa si Chase está allí? —Delilah dejó escapar un pequeño
maullido, como solía hacer cuando ella se iba a transformar en un gato atigrado,
pero me di cuenta de que la pantera estaba justo debajo de la superficie. Ella
apretó sus uñas en sus puños—. No puedo permitirme transformarme, no
todavía. Pero tenemos que hacer algo.
—Creo que la decisión se ha tomada por nosotros —dijo Trillian, señalando
hacia la casa.
Fuera de la casa apareció una figura que se movía sobre su vientre,
moviéndose de un lado a otro al principio, y luego dirigiéndose hacia nosotros.
Ella parecía una anciana envuelta en un manto rojo y negro, casi como una de las
brujas del Destino, pero tenía seis brazos y de ninguna manera tenía algo humano
en su apariencia. Su cabello estaba anudado en un pequeño moño apretado en la
parte superior de su cabeza, y sus ojillos sostenían una expresión avariciosa.
Capté un destello de hambre dando vueltas en el aire. Ella estaba hambrienta. Ya
sea por sangre o carne, no estaba segura, pero ella lo quería ahora.
—Si ella está tan hambrienta, entonces no se ha alimentado durante un
tiempo. Chase no está en la casa —lo dije en voz baja, pero los otros captaron
mis palabras y asentí. Antes de que pudiera llegar a nosotros, extendí la mano y
convoqué el poder de la Madre Luna. Esta era uno de los Fae Antiguos y
207
nosotros íbamos a necesitar toda la ayuda que pudiéramos conseguir.
—Madre Luna, no me falles ahora —susurré, enviando un rayo de energía
hacia la criatura. El rayo se envolvió alrededor de ella, bifurcándose en una red.
Pero en lugar de detenerla, ella simplemente sonrió con una sonrisa impía y la
energía comenzó a absorberse en su cuerpo.
—Oh, mierda, ella es la criatura que come energía mágica, por eso apresó a
Chase y es por eso que el portal estaba cantando para mí. —Retrocedí un paso
mientras Ahumado, Delilah y Trillian se movían hacia adelante. No podía usar mi
magia; no sólo sería inútil, sino que la alimentaría.
Mientras agarraba torpemente mi látigo de hierro, ella repentinamente
estaba delante de Ahumado y luego desapareció. Miré a mi alrededor, frenética y
lo siguiente que supe era que la criatura estaba de pie a mi lado con sus brazos
extendidos, lista para envolverme en su agarre mortal.
Capítulo 17
—¡Por los dioses! —Salté mientras ella ponía sus manos puntiagudas sobre
mí y con una fuerza mucho mayor que la mía, me jaló hacia su pecho. Mientras
luchaba por liberarme, ella empezó a envolverme en algo, un hilo de seda. Estaba
envolviéndome en un capullo—. ¡Jodido infierno, sáquenme de aquí!
Ahumado la agarró por uno de sus brazos y comenzó a tirar, pero su cabeza
giró, sus mandíbulas se abrieron y un par de colmillos de aspecto desagradable
cayeron sobre su mano. Él gritó sacando su mano y pude ver la sangre en la piel.
Dejó escapar un rugido furioso y su cabello salió disparado dividiéndose en seis
secciones, cada una se envolvió alrededor de uno de sus brazos.
La Fae Antigua lanzó un chillido prolongado y se retorció de nuevo en mi
dirección, decidida en envolverme en su hilado. Yo no podía ver de dónde
provenía el hilo, pero conociendo la forma de las arañas, realmente no estaba
segura de querer hacerlo.
Trillian se lanzó hacia ella e intentó clavarle su cuchillo aserrado por debajo
de uno de sus brazos. La hoja resplandeció y él la miró, confundido.
208
—Exoesqueleto —le grité—. ¡Su apariencia debe ser una ilusión! Ella tiene
un exoesqueleto.
Él asintió, retrocediendo de un salto cuando ella agitó hacia él uno de sus
brazos. A pesar de que el cabello de Ahumado la tenía bien agarrada, ella parecía
ser lo suficientemente fuerte como para resistir su intento de quitármela de
encima.
Delilah corrió por detrás de mí y un pinchazo repentino en mi espalda me
envió a un mundo de dolor —fue sólo por un segundo, pero grité.
—¿Qué demonios estás haciendo?
—Lo siento, estoy tratando de cortar estas telarañas y todo lo que tengo
conmigo es el cuchillo de hierro. Debo haber atravesado tu capa. —Continuó
cortando los hilos y yo tragué saliva, esperando evitar otra confrontación con su
espada.
Las garras de Ahumado salieron, incluso a pesar de que la herida en su
mano parecía estar supurando un poco, pasó sus uñas en torno a ella para rasgar
su costado. Éstas resbalaron una vez más, gracias a la cáscara exterior que tenía.
Sea como fuera que luciera bajo esa chaqueta de piel, ella debía ser lustrosa y
dura.
—Basta ya —dijo él, lanzándose sobre ella mientras su cabello se esforzaba
por apartar sus brazos. Uno finalmente me soltó, y, con el sonido de un
chasquido, él lo jaló de su cuerpo, de la cavidad de su brazo y lo arrojó al otro
lado de la pradera, a unos veinte metros.
La Fae Antigua chilló mientras un feo brebaje de líquidos y sangre salió
disparada de la cavidad. Luché para apartarme de su camino, ella podría tener
sangre venenosa o ácido o un montón de cosas desagradables en el guiso que
componía sus fluidos corporales.
El ataque cambió su atención. Mientras seguía sosteniéndome fuertemente,
también estaba tratando de atender su herida y uno de sus brazos derechos me
soltó, utilizándolo para extenderse hacia el otro costado a fin de revisar su
herida.
Mientras lo hacía, Trillian llevó el cuchillo hacia abajo atravesando la
articulación del codo y lo seccionó rápidamente. El antebrazo cayó, una vez más,
el torrente de lo que yo sólo podía pensar que era jugo de bicho se derramó en el
suelo. 209
Cerré los ojos, cansada de todo el asunto. Centrándome en una luz interior
parpadeante, la alimenté hasta tornarla más brillante y me di cuenta que estaba
tocando el núcleo de la magia de muerte que utilizábamos con Morio. Luchando
para recordar su parte y la mía, formé torpemente un globo púrpura,
acariciándolo con mi mente. La energía se hinchó hasta que el globo se inflamó,
ardiendo con la llama de retribución kármica. Convoqué al poder del Inframundo
para alimentarme, para canalizarlo a través de mi cuerpo. Un hilo sinuoso
comenzó a brillar en forma intermitente, girando a mi alrededor, enredándome
con eso.
Oh, extrañaba practicar esto —y extrañaba mi conexión con Morio. Nos
habíamos alejado de nuestra magia sólo por casi tres semanas, pero era
demasiado tiempo. Él era mi sacerdote, era mi mago, y yo era su bruja.
A medida que trabajaba en el poder, percibí su presencia en el exterior. Él
estaba durmiendo, pero había encontrado su camino hasta mí, de una forma lenta
y envolvente.
—No extiendas tu energía, mi amor.
—Yo puedo ayudarte sin hacerme daño —fue su réplica.
—Todavía estás herido. Los fantasmas drenaron gran parte de tu energía. Debes
reponerte antes de enfrentar batallas, incluso en el estado de sueño.
—Cierra la boca, mi bella moza, y deja que te ayude. Yo estoy sanando más rápido de lo
que piensas.
Y me tranquilicé, incluso a pesar de mi preocupación, y lo dejé trabajar
conmigo para ajustar la llama.
—Ya estás lista. Apunta a su tercer ojo. Apunta a su centro psíquico, sobre todo porque
ella es una de los Faes Antiguos. Ella no va poder alimentarse de este hechizo. —Y luego
Morio se retiró.
Respiré profundamente mientras todavía trataba de evitar los chasquidos de
sus colmillos y luego, empujé la llama fuera de mí, apuntando directamente a su
tercer ojo.
Hubo un enorme destello y ella gritó. Un instante después, aflojó su agarre y
Ahumado me apartó de ella, todos retrocedimos cuando empezó a sacudirse
rodeada de un relámpago violeta, y luego —con un fuerte crujido que partió el
aire— cayó al suelo.
Jadeando, me quedé mirando el cuerpo inmóvil, pero la advertencia de
210
Delilah me sacó de mis pensamientos.
—¡Rápido! La casa… ¡están viniendo tras nosotros!
Un vistazo a la casa mostró que una masa arremolinada de arañas y
escarabajos estaba arrastrándose desde la casa a través del suelo como una
mortaja móvil, dirigiéndose hacia nosotros. Dejé escapar un chillido.
—¡Esa es la señal para que nos movamos! Es hora de que pasemos al astral.
Ahumado abrió su larga gabardina blanca y me acurruqué en uno de sus
costados, Trillian se aferró a mí y Delilah se acurrucó del otro lado. A medida que
él nos envolvía con el abrigo voluminoso, el sacudón familiar se movió bajo
nuestros pies mientras lanzábamos destellos… y luego fuimos hacia el plano
astral.
—Te traigo una carta de tu tía Rythwar. Ella me pidió que te la entregara, de
hecho, ella insistió. También te hago una última súplica: todavía no te has unido a
la corte de Aeval. Recházala y serás recibida nuevamente en la presencia de
Tanaquar. Y… en la mía.
Así que era lo último. Tomé lentamente tomé la carta y la miré, y luego la
puse de nuevo sobre la mesa. Miré largamente a Padre, me acerqué a la ventana y 220
miré hacia fuera, a la nieve que se acumulaba.
—¿Sabes donde pasé los últimos días? —Cuando él no respondió, me
encogí de hombros—. No, por supuesto que no lo sabrías. Y no te importaría.
—Me di vuelta, toqué el collar cerrado alrededor de mi garganta—. ¿Ves esto?
Un dragón me capturó. Él me violó, me golpeó hasta dejarme inconsciente. Mi
cuerpo está cubierto de magulladuras y de la sensación de sus manos. Su collar
está cerrado hasta que podamos matarlo. Ahora está por ahí afuera, buscándome.
Sephreh dejó escapar un pequeño grito, pero lo ignoré. Continué con mi
voz tan dura y fría como podía hacerlo.
—Pero escapé. Bajé por una montaña cubierta de nieve, aterrorizada y
exhausta. Mi familia estaba buscándome. Mantuve la esperanza… porque, como
ves, ellos me aman. Ellos me respaldan. Mantuve la esperanza, porque sé que hay
una guerra demoníaca desarrollándose y estamos esperando por el siguiente
movimiento de Shadow Wing.
—Por favor, detente…
—¡No! Tendré mi oportunidad y tú escucharas. Esta es mi casa, no la tuya.
Mantuve la esperanza porque mi diosa me ofreció fortaleza cuando la oscuridad
amenazó con engullirme. Cuando yo estaba sangrando por las palizas. Cuando
Hyto sostenía mi cabeza, obligándome a chuparle el pene. Cuando mi suegro me
pateó haciéndome cruzar por el piso de roca como un perro maltratado… escapé
porque sabía lo que tenía que hacer. Porque la gente que me ama me estaba
buscando. Porque me educaron para ser la hija de un soldado, para nunca darme por vencida.
—Camille… —Mi padre dejó escapar un grito ahogado con expresión
herida—. Por favor entiende…
—No, nunca más. No más. Me hice cargo, reemplazando a Madre cuando
ella murió. Mantuve a mis hermanas en pie. Pusiste esa responsabilidad sobre mis
hombros y la acepté de buen grado. Pero ya no soy tu sierva obediente. —Sacudí
la cabeza en dirección a él—. Yo no existo para ti, ¿verdad? Yo ya no soy tu hija.
Estoy muerta para ti. ¿Por qué debería haber esperado que te importara un carajo?
¿Por qué esperé que te importara?
—¡No lo entiendes! Mi deber para la Corte y la Corona…
—Elegiste la Corte y la Corona sobre tu familia. Espero que Tanaquar te
mantenga caliente en el invierno, que ella no te lance afuera si pierdes tu utilidad.
Porque tú lo has dejado claro, ya no nos necesitas.
221
—Camille. —La voz de mi padre se quebró. Se veía tanto enojado como
también con el corazón roto.
Recogiendo la carta de mi tía, me dirigí hacia el recibidor.
—Gracias por esto… pero tengo mucho que hacer antes de mi iniciación en
la corte del Aeval. Tengo un dragón del que estoy sedienta de venganza. Y yo soy
una sacerdotisa de la Madre Luna, y mi Señora está antes que nada y que nadie.
Ella estaba allí para mí. Tú no estabas. Tanaquar no estaba. Vete a casa, Sephreh. A
menos que quieras ser mi padre de nuevo, en mis términos, vete a casa.
Cuando salí de la habitación, le oí susurrar detrás de mí.
—Estoy muy agradecida de que estés a salvo. Estoy tan contenta de que
hayas regresado a nosotros.
Cuando nos acomodamos en las sillas alrededor de la mesa, ella puso una
bandeja de sándwiches frente a nosotras.
—Coman. También voy a calentar un poco de sopa, eso no me tomará más
que un momento.
Hambrienta y adolorida como el infierno —hoy mis contusiones habían 223
cobrado su cuota— mordí un sándwich de carne asada y mastiqué
pensativamente. El corsé rozaba mi espalda y miré por encima de mi hombro.
—Mientras esperamos, ¿puedes ponerme algo en mi espalda que me ayude
a detener el dolor? Sharah lo hizo antes, pero el efecto ha pasado.
Mientras yo iba abriendo los ganchos en la parte delantera del corsé, Delilah
se colocó detrás de mí para ayudarme a quitármelo. Hice una mueca cuando se
despegó de las heridas que surcaban mi espalda. Eso alivió mis costillas, pero
lidiar con los latigazos era un dolor en el culo. Delilah dejó escapar un sonido
ahogado mientras Iris regresaba con una botella de ungüento y luego me giré
para encontrar que ambas estaban en lágrimas.
Justo entonces, la puerta secreta detrás del estante se abrió…actualmente,
esa era nuestra mayor broma en casa, ya que casi todo el mundo se había dado
cuenta dónde estaba la puerta de la guarida de Menolly… y allí estaba ella. Ella
empezó a decir algo, luego enmudeció. Adelantándose, apartó Delilah fuera de su
camino y me hizo levantar.
—¿Qué te hizo…? —Su voz era suave, pero yo había aprendido hacía mucho
tiempo que una Menolly hablando suave era una Menolly peligrosa. Después de
un momento me senté de nuevo y ella se arrodilló junto a mí, tomando mi
mano—. ¿Él lo hizo… o tengo que preguntar?
—Sí, lo hizo. —La miré—. Fuiste mi fortaleza. Fuiste mi inspiración.
Recordé lo que Dredge te hizo y me sostuve pensando: si ella pudo resistir eso… yo
puedo resistir esto. Si Menolly pudo soportar la tortura a la que fue sometida, yo puedo manejar
una golpiza o unas patadas. O ser violada.
Menolly soltó un gruñido mientras recorría con sus dedos los latigazos en
mi espalda y los moretones en mis costillas.
—Él va a morir. Hyto morirá. Ninguno de nosotros va a descansar hasta
que él sea derribado. Tú me ayudaste con la venganza de Dredge. Yo estaré a tu
lado hasta que Hyto caiga.
Delilah se arrodilló a mi otro lado.
—Eso va por mí. Nada puede resistir nuestro vínculo. Nada es más fuerte
que nuestra conexión.
Iris nos observaba de cerca, luego hizo un gesto para que se movieran.
—Déjenme atender sus heridas. Sharah es buena, pero he tenido mucha 224
más experiencia. —A medida que me untaba lentamente las magulladuras con el
bálsamo, el dolor empezó a calmarse de nuevo—. El collar…
—No se abrirá hasta que él esté muerto —dije rotundamente—. Ahora
entiendo cómo se sintió Vanzir, hasta cierto punto. Su yugo fue voluntario. El
mío no lo fue. Pero el resultado es el mismo. Hyto puede encontrarme, Hyto
puede rastrearme, Hyto tendrá su reclamo sobre mí hasta que quitemos esta
maldita cosa.
Recogimos nuestras cosas y salimos de la casa hacia donde los chicos
estaban esperándonos. Trillian, Ahumado y Chase estaban allí. Miré al detective.
Yo pensaba que se iría de nuevo a la estación, pero él negó con la cabeza.
—Le dije a Yugi que hasta que nosotros nos encarguemos de Hyto, estoy de
baja. Oficialmente, estoy de baja por enfermedad. —A medida que subimos en
los autos para regresar al túmulo me di cuenta de lo agradecida que estaba por mi
familia y amigos. Ellos eran todo para mí.
El viaje de regreso hacia el Monte Rainier y el Valle Puyallup estaba llena de
automóviles girando en el hielo. La autopista 167 era una locura, pero finalmente
logramos alejarnos del revoltijo de la hora pico del tránsito —y las horas pico
duraban cerca de tres horas por aquí— y condujimos a través de las carreteras
secundarias hasta el desvío que conduce a la tierra de Ahumado.
Estábamos casi en el túmulo cuando Ahumado me pidió que girara y
tomara un camino ascendente. En los últimos meses, él había hecho un camino
rudimentario que llevaba más cerca del túmulo, así que no teníamos que
estacionar en la casa.
Pero ahora nos detuvimos frente a la casa donde Tom Lane —Tam Lin—
solía vivir mientras Titania había pasado el tiempo en la región, molestando a
Ahumado, absorta en sus borracheras. Las cosas habían cambiado mucho en
poco más de un año…tanto es así que era difícil recordar cómo había sido la vida
antes de haber eliminado a Bad-Ass Lucas y nos encontramos por primera vez
siendo empujadas en una guerra demoníaca.
Cuando bajamos, Ahumado hizo un gesto sólo a Delilah y a mí para
fuéramos con él. Nos dirigimos por las escaleras hacia las luces brillantes que
emanaban desde el interior de la casa. Ahumado golpeó ligeramente, y en
cuestión de segundos, la puerta se abrió.
225
Estelle Dugan estaba allí de pie, mirándonos con una media sonrisa.
—Él está practicando su habilidad con la espada hoy.
Ahumado asintió.
—¿Alguna mejoría?
Ella negó con la cabeza.
—Lo sé. Es por eso que compruebo cómo están cada pocos días. Si ves a
alguien extraño merodeando, especialmente alguien que se parece a mí, asegúrate
de llamar a los guardias de la forma en que te dije. Diles que vayan a buscarme de
inmediato. Si mando a buscarte, ven inmediatamente al túmulo.
226
Y entonces nos dimos vuelta y, sin decir nada más, bajamos por las
escaleras. Eché un vistazo a la luna, necesitando su fuerza. Necesitando su
consuelo.
—Tengo que estar afuera cuando volvamos al túmulo. Tengo que meditar
bajo la Madre Luna.
Ahumado me tomó entre sus brazos.
—Entonces voy a estar a tu lado y vigilaré. Nunca te dejaré sola otra
vez…no hasta que Hyto esté muerto. No voy a dejar que te toque otra vez, así
tenga que volar contigo a las alturas más lejanas de los Confines del Dragón. No
voy a fallarte otra vez.
Su frente tocó la mía de nuevo, me estiré y besé sus labios. Al principio
suavemente, luego, mientras él me sujetaba, envolví mis brazos alrededor de su
cuello y lo besé profundamente, ansiando su toque. Los necesitaba a todos —a
mis hombres, para borrar el recuerdo de los dedos de Hyto sobre mí, para borrar
el recuerdo de su sabor, de él dentro de mí.
—Te necesito esta noche. A Trillian también… y a Morio. Si es posible
quiero que se una a nosotros. Los necesito a todos. Los necesito para reafirmar
que soy suya. Que ustedes son míos. Que estamos unidos y que nada puede
romper esos lazos.
Ahumado se mordió el labio, luciendo incierto.
Cuando entré en el túmulo la primera cosa que hice fue salir corriendo para
la habitación donde estaba Morio en una cama que Shade y Roz habían colocado
especialmente para él. Corrí por el costado de la cama y salté sobre el colchón a
su lado.
Morio dio un grito.
243
Capítulo 20
—Camille, ¿estás bien?
Estaba un poco cansada de esa pregunta.
—Sí, estoy bien. Acabo de tener un ataque de pánico y luego una
experiencia extracorpórea y con toda franqueza, por favor, sólo denme un
descanso. Necesito más comida. Necesito azúcar. Cafeína.
Mientras reflexionaba sobre lo que había pasado, me di cuenta de que el
pánico había desaparecido. Todavía estaba aterrorizada por Hyto, pero ahora el
temor se basaba en la batalla que estábamos enfrentando, no lo que él me había
hecho.
—No hay nada que hacer… Ahumado, tenemos que enfrentarlo. No
podemos dejar que arrase la zona. —Aparté las manos que querían que
permaneciera en la cama y me levanté, el dolor en mi cuerpo era sustancialmente
menor de lo que había sido hacía unos minutos—. Estoy cansada de esconderme.
Estoy cansada de tener miedo. Estoy cansada de sentir que mi vida está fuera de 244
control. Voy a enfrentarlo y voy llevar el cuerno de la Bestia Negra cuando lo
haga. Tu padre no sabe que yo lo poseo. —La capa hecha de la piel de la Bestia
Negra también me protegería. Enderecé mis hombros—. Es hora de terminar
con esto.
Delilah estaba a mi lado.
—Voy a estar allí.
Ahumado frunció el ceño.
—No quiero que mi esposa esté más en peligro de…
—Eres un idiota. ¿Todavía sigues insistiendo con eso? —Le pegué
cariñosamente en el brazo—. Estoy en peligro mientras Hyto esté vivo. Estoy
mucho más en peligro si te matan y sigo viva. Estamos juntos. Somos marido y
mujer.
—Y marido. —Trillian dio un paso adelante.
Morio intentó decir algo y yo lo miré fijamente.
—Tú no, cállate. Tienes todas la razones para quedarte en la cama y te
quedas allí, lo harás.
—Yo puedo ser de utilidad…
—Sí, y serás de utilidad. Voy a estar tan preocupada por ti que no voy a ser
capaz de concentrarme. Quédate aquí, vigila a Maggie y a Iris.
—Oh no, nena. —Iris se abrió paso entre el grupo—. Voy a estar allí con
ustedes. Mis poderes son mucho más fuertes de lo que eran antes de regresar a
las Tierras del Norte. Me has ayudado y protegido mucho. Te debo una Camille.
Les debo mucho a todos ustedes. Voy a estar allí.
Yo levanté la mano ya que todos comenzaron a hablar.
—Lo tengo, lo tengo. Todos para uno y uno para todos. Pero alguien tiene
que quedarse atrás para proteger a Menolly mientras ella está durmiendo, y a
Maggie, Morio y Hanna. Y a Georgio y Estelle. —Los miré a los dos y ambos
sonrieron tímidamente.
—Doncella justa, ¿qué clase de traición podría preocupar tu hermosa
cabeza? —dijo Georgio, haciendo una profunda reverencia—. Yo estaría
encantado de apartar tus preocupaciones.
245
Me acerqué a él silenciosamente.
—San Jorge, mi fornido héroe. No te preocupes por este asunto. Tú te
quedas aquí y ayuda a proteger a aquéllos que deben permanecer atrás y aplacarás
mis preocupaciones. ¿Harás eso por mí?
Sonrió y entonces su cara se iluminó.
—Voy a hacer eso y más por ti. —Le dio un vistazo a Ahumado y sacudió
su cabeza—. Todavía me parece extraño que te unieras al dragón, tú sabes que
debo matarlo, pero hasta ese día, tendremos una tregua entre nosotros si hay un
enemigo en común que está llegando.
Sintiendo mi corazón calentarse, me incliné y besé a Georgio en la cabeza.
—Caballero valiente. Ponte de pie. —En cuanto a los otros, me encogí de
hombros—. Bueno, entonces, Trillian, Vanzir, Roz… mañana ustedes se quedan
aquí. Shade, Delilah, Iris, Ahumado y yo saldremos a encontrarnos con… —
Hice una pausa, mi mirada vaciló sobre Georgio. Era mejor que no supiera que
había otro dragón en la mezcla. Todavía no había descubierto a Shade, lo que era
algo bueno—… a encontrarnos con Hyto.
Ahumado dejó escapar un largo suspiro.
—Quisiera… tengo que hacer un viaje rápido. Permanezcan adentro, todos
ustedes. Volveré tan pronto como pueda. No dejen que Camille salga de su vista.
Les imploro. —Él se puso su sobretodo largo hasta los tobillos y se fue por la
puerta.
—¿Adónde va? —preguntó Vanzir.
—No tengo idea —le dije—. No tengo ni idea.
256
Capítulo 21
Cuando se enderezó sin soltarme las manos, lancé un lento suspiro de alivio.
Luego su mirada se posó en mi cuello y ella extendió sus dedos para tocar mi
collar. Yo tragué saliva. ¿Qué demonios iba a pensar de mí, al llevar el símbolo de
Hyto? ¿Le molestaría? ¿Me despreciaría por ser débil?
Pero mientras ella buscaba mi rostro, sentí que me abría ante ella. Todavía
había algo regio en ella pero sólo en su energía, y me incliné más de cerca,
rogando en silencio para que ella entienda que yo no había elegido que Hyto
entre en mi vida.
—Siento mucho que mi ex marido encontrara el modo de llegar a ti. —Ella
leyó mi expresión a fondo, y cuando terminó, se volvió hacia Ahumado y sus
palabras salieron con una pausa—. Debería haberlo negado antes. Esto no habría
ocurrido si yo hubiera prestado atención cuando empecé a notar su
comportamiento. Poco después de que tú y tus hermanos nacieron, yo debería
haberlo expulsado. Pero no estaba segura… pensé que tal vez todavía era joven y
temerario.
257
Ahumado negó con la cabeza.
—Ha traspasado el borde. Hyto está perdido.
Encontrando mi valor, tomé la palabra.
—Él está furioso con Ahumado y conmigo. Tiene la intención de
destruirnos. Me secuestró y me iba a usar como cebo para atraer a Ahumado,
pero con un poco de ayuda, me escapé.
Vishana escuchó y luego se cruzó de brazos.
—Sobrevivir a las perversiones de Hyto requiere un espíritu fuerte.
Tenemos que ser cautelosos. Él es astuto y no dará cuartel. —Miró más allá de
nosotros y señaló hacia Iris, Shade y Delilah—. Presentaciones, mi Iampaatar. Tú
no has sido criado en una sociedad burda. Tú serás cortés.
Mientras trataba de contener la risa, Vishana me dedicó una sonrisa
socarrona.
—Estoy segura de que has encontrado que tienes la tarea de domesticar a
mi hijo. Tengo entendido que también tienes otros dos maridos.
Asentí, sorprendida de que Ahumado le hubiera dado mucha información.
—Sí… en realidad, espero que no…
Con un gesto apresurado, ella me interrumpió.
—Eso está fuera de discusión. En los Confines del Dragón en ocasiones
permitimos el matrimonio plural y tomar un amante es común. Pero estoy
sorprendida por mi hijo. Él siempre fue el más obstinado. —Entonces, después
de un segundo, añadió—: Para él, el compartirte significa que su amor es más
fuerte que la vida. Recuerda Camille que tú estás bendecida. Pero así es él… pero
el que tú vengas con él en esta expedición de caza me dice que tienes un corazón
valiente y la decisión de permanecer con tu marido es honorable.
Tuve la sensación de que honorable era una palabra importante en la casa de
Vishana. Me di vuelta hacia mi hermana y comencé a presentar al resto de ellos,
pero mi suegra levantó la mano.
—¡Ah, ah, ah! Le pedí a mi hijo que haga los honores. Es su tarea, y no voy
a dejar que se convierta en un patán. Eso sí, mantén el control de tu hogar,
Camille. El hecho de que sea un dragón, no es ninguna razón para que mi hijo
pase por encima de todos. ¿Entiendes? Las reglas de la casa son establecidas por 258
la esposa y deben ser obedecidas.
Ahumado largó humo pero no dijo nada mientras yo soltaba una carcajada.
Su madre me había dado permiso para regañar a mi marido.
—Si tú has terminado de hablar de mí, por favor, permíteme presentarte a
mi cuñada, Delilah Maria te Maria D'Artigo. Y esta es la Señora Iris Kuusi,
sacerdotisa de Undutar Y este es el amante de Delilah, Shade. Él es…
—Medio Dragón Sombra. Puedo sentirlo, hijo mío. Y es… medio
Stradolan. —La madre de Ahumado miró a Shade de arriba a abajo y de un lado
al otro—. Fascinante. Nunca he conocido a un dragón sombra mestizo antes.
Los de tu tipo rara vez se aparean fueran de su clase. —No había nada
inherentemente rudo en el comentario, pero de alguna manera se sentía como
que ella nos había dado un pequeña información valiosa allí.
Shade hizo una reverencia.
—Honorable Señora Vishana, estoy encantado de conocerla. Por favor,
acepte mis servicios.
—Tienes una voz suave y modales educados. Enséñale a mi hijo una lección
o dos, si quieres hacerlo. Me temo que vivir solo durante tantos siglos ha hecho
de él un testarudo. Pero es un buen hombre y estoy orgullosa de él. -Vishana
echó un vistazo a la cima de la pendiente—. Bueno, entonces ¿vamos a buscar a
Hyto y acabar con él? No tengo todo el día para perder el tiempo y no estoy de
humor para prolongar esta batalla.
La miré fijamente.
—¿Entonces vienes con nosotros? —Yo no había estado del todo segura de
la razón por la que ella estaba aquí. Lo había estado deseando, pero la esperanza
no siempre es fructífera.
—Oh, sí, querida. Estoy aquí para una pelea y no voy a dejarla mientras
Hyto siga en pie. Ven entonces, Iampaatar, llévanos a la batalla. Camille,
protégete. No voy a perder a una nuera el mismo día que la conozco.
Y así, con Ahumado al frente cargando a Iris, nos dirigimos por la montaña
hacia la cima de la pendiente mientras la nieve caía en silencio a nuestro
alrededor.
268
Capítulo 22
Hyto continuó sujetándome mientras navegábamos por el cielo. Podía oír a
Delilah y a Shade gritando más abajo, desde el suelo, y bajé la mirada para verlos
contemplándonos horrorizados. El suelo se alejaba a una velocidad vertiginosa y
mi miedo a las alturas comenzó a manifestarse. Todo estaba girando y lo único
entre una muerte en caída libre y yo era alguien a quien odiaba con mi alma.
Encantador.
Cuando intenté pensar en lo que podía hacer desde mi posición, oí otro
alarido resonando desde nuestra izquierda. Hice lo que pude para mirar alrededor
y vi que Ahumado nos estaba mirando directamente. Él sabía que Hyto me tenía
sujeta. Vishana llegó haciendo círculos, sus grandes alas guiaban su posición,
incluso cuando su largo cuerpo parecido a una serpiente se enrollaba para darse
un empujón en el aire.
Hyto planeó, sus alas batían suavemente el aire.
—¿Qué vas hacer ahora? ¿Vas a golpearme con tu fuego? ¿A lanzarme 269
girando hacia el suelo? Ella estará muerta antes de que me toques.
—¿Qué quieres? —resonó la voz de Ahumado a través de la expansión.
Hyto rió, luego dijo:
—Tu vida, hijo mío. Tu vida. Si eliges seguirme, reúnete conmigo en la
Cúspide. —Y entonces, el mundo comenzó a girar, y todo desapareció en una
nube de humo y vapor.
280
Capítulo 23
Para el momento en que terminé de bañarme, esta vez sin interrupciones a
excepción de Ahumado que me lavó la espalda, él me había encontrado un
vestido largo plateado para que vistiera. Era de su madre y se arrastraba por el
suelo, pero su doncella intentó arreglarlo lo suficiente como para que luciera
medianamente presentable. Yo también tenía más busto que Vishana, y al
mirarme en el espejo, no pude evitar sentir que me veía como una diosa lujuriosa
del amor con una toga improvisada.
—¡No puedo usar esto! ¿Qué pasa si Labios Calientes está en el Consejo?
—Me volví hacia Ahumado, frunciendo el ceño. Labios Calientes había sido su
prometida de un matrimonio concertado hasta que él se las había arreglado para
sobornarla.
Él sonrió.
—¿Su opinión es realmente de alguna importancia para ti? No lo es para mí.
Pero como tú desees. —Hizo una seña a la doncella; que yo sospechaba, por el
color de sus ojos, que era una dragón verde—. Encuentra algo que verdaderamente
281
sea de su talla, por favor.
—Sí, Señor. —La doncella desapareció de la habitación.
—Ella no habla mucho, ¿verdad? —La mujer apenas había dicho una
palabra desde que había entrado y nos había encontrado en nuestro segundo
baño del día.
Sus ojos habían brillado con una sonrisa, pero no había dicho nada que no
fuera hacer una reverencia y saludarme cuando Ahumado me presentó.
—Ella es una sirviente con contrato a término. Hace mucho tiempo, su
padre acosó a mi madre. El Consejo condenó a su familia a servir a mi madre
hasta el día en que ella muera. Madre eligió entrenar a un grupo de sirvientes, de
entre los hijos e hijas y dejarlo en eso. Ella podría tener a toda la condenada
familia a su entera disposición, pero no abusa de sus privilegios.
—La vida en los Confines del Dragón no es fácil, ¿verdad?
—No. —Ahumado ya estaba vestido de nuevo para el momento en que la
doncella, yo nunca supe su nombre, tal vez ella no tenía uno público, regresó.
Ella llevaba un vestido similar al que me había probado, pero que era más corto y
con un mejor ajuste. Me deslicé en él, maravillada por el tejido de la tela. Era
cálido, al mismo tiempo que casi parecía flotar como la seda alrededor de mi
cuerpo.
—Esto es adorable. Gracias. —Le sonreí cálidamente y ella me lo retribuyó
antes de huir de la habitación, sólo para regresar con un plato grande lleno de
carnes, queso y pan. Comimos en silencio.
Estábamos terminando lo último de la barra de pan cuando un timbre suave
resonó en la recámara. Ahumado se puso de pie, gesticulando para que me uniera
a él.
—Es hora de irnos. Ese es el sonido que significa que el Consejo se reunirá
en breve.
Mientras nos dirigíamos a la puerta, me preguntaba lo que iba a suceder. Y
cómo. Las imágenes se agolpaban en mi mente, fragmentos rotos de la cara
burlona de Hyto, sus avariciosas manos… pero entonces todo fue insignificante
cuando llegamos a la sala del Consejo y entramos.
Allí, en el centro del suelo, yacía Hyto, en forma de dragón. Sus alas estaban
atadas hacia atrás, en un marco rígido que parecía una combinación de acero, 282
madera y cuerda. El marco las sostenía en lo que tenía que ser una posición
dolorosa. Una bola lo amordazaba, atada sobre su boca, y él no podía hacer nada
más que revolcarse en el suelo. A pesar de todos sus pecados, me horroricé al
darme cuenta de cuánta humillación y dolor proporcionaba esa posición. Pero un
destello de un recuerdo de estar arrastrándome a sus pies… y mi horror se
desvaneció y exhalé un largo suspiro.
En lo alto del podio había un grupo de cinco dragones plateados, el del
centro era el dragón más grande de todo el lugar. Tenía que ser el Señor Alado.
Los otros delataban un aire de nobleza y supuse que debían conformar los
miembros que presidían el Consejo. El Emperador no estaba a la vista.
Al mirar alrededor de la arena, las gradas se estaban llenando con dragones,
la mayoría en su forma natural. Vishana estaba de pie a un costado, en su forma
de dragón, y cuando Ahumado la vio, él también retrocedió un paso, y en
cuestión de segundos, mi marido se había transformado en su forma natural.
Estaba empezando a sentirme llamativa.
Después de unos minutos, el Señor Alado dejó escapar un rugido fuerte y
unas campanadas resonaron en el anfiteatro. Todo el mundo se calló. Luego vino
una serie de palabras en un idioma que no entendía. Poco después de eso, un
destello de reflejos y todo el Consejo, Ahumado y su madre, cambiaron a su
forma humana. El Señor Alado volvió a hablar y Hyto cambió, el artilugio que
prensaba sus alas ahora lo inmovilizaba en el suelo con su peso. Lo que parecía
ser un grupo de guardias se adelantó para quitárselo y mantenerlo bajo control.
Hyto me dirigió una larga mirada, pero no dijo nada, no hizo nada. Simplemente
me desafió con la mirada.
El Señor Alado volvió a hablar.
—Vamos a estar en esta forma hoy porque la nuera de la demandante está
involucrada en el proceso y ella no es de sangre Dragonkin. Ella es, sin embargo,
parte de nuestra sociedad por matrimonio, y por lo tanto tiene el derecho de
asistir a este Consejo.
Quería darle las gracias, pero decidí mantener la boca cerrada. Era
demasiado fácil inmiscuirme y hacer subir la temperatura.
A medida que el Señor Alado comenzó a leer algo que había sido impreso
en un rollo, fui retirándome en mi interior. Sonaba como una lista excesivamente
aburrida de normas y reglamentos, y aunque yo quería prestar atención, no me
quedaba energía. Estaba cansada. Todavía estaba dolorida y estaba preocupada 283
por los demás.
¿Pensarían que estaba muerta? ¿Estarían mis hermanas tratando de
localizarme?
Una hora más tarde, el Señor Alado giró en dirección a mí y volví
abruptamente a prestar atención. En comparación con Hyto, lucía evidentemente
anciano. Yo estaba a punto de caerme; me sentía agotada y apenas podía pensar.
Él sonrió, sus labios se retrajeron en una sonrisa salvaje.
—Soportaste nuestro largo discurso con gracia, Camille, esposa de
Iampaatar. Te agradecemos por eso; sé que debes estar exhausta. Pero las
formalidades han terminado y ahora se leerán los cargos contra Hyto. Si tienes
algo que añadir, por favor, no dudes en hacerlo después de que haya terminado.
—Y luego, él se puso de pie y me obligué a retomar fuerzas y poner atención.
El Señor Alado se movió alrededor de la tarima hasta que estuvo de pie
delante de Hyto, que se encontraba inmovilizado en posición vertical por dos
guardias.
—Hyto, fuiste exiliado de Los Confines del Dragón bajo pena de muerte.
Fuiste enviado para enmendar tu comportamiento. Fuiste atrapado recientemente
intentando asesinar a Vishana, quien te rechazó, pero te dimos una última
oportunidad y te permitimos vivir. Por ese único incumplimiento, deberíamos
haberte dado la muerte. Pero tus pecados son largos y numerosos.
Hyto empezó a hablar, pero el Señor Alado levantó la mano y un rayo
crepitante tocó sus labios. Hyto dejó escapar un grito y cerró la boca.
—Secuestraste a la esposa de Lord Iampaatar. Abusaste de ella, la violaste,
golpeaste y la forzaste a llevar tu collar alrededor de su cuello. Las penas por
estos delitos: la muerte. Atacaste a tu hijo y lo habrías matado si hubieras podido.
La pena por ese delito: la muerte. Has perdido cualquier indulgencia que
podríamos haberte otorgado. Has perdido el derecho a hablar en tu propio
nombre. —Se volvió hacia el Consejo—. Lady Vishana ha dado el primer
derecho de castigo a su nuera. ¿Eso cuenta con su aprobación?
Los otros dragones susurraron entre sí. Uno se puso de pie, empujando la
silla hacia atrás.
—Así es, Su Señoría.
El Señor Alado se volvió hacia mí.
—Lady Camille Sepharial te Maria D'Artigo, esposa de lord Iampaatar,
284
tienes el primer derecho de castigo. Designa el método de muerte de Hyto, o si
deseas dar el golpe definitivo por ti misma, estás en tu derecho.
Tragué saliva. ¿Me estaban dando la opción de elegir cómo moriría Hyto?
¿Incluso me ofrecían la oportunidad de matarlo yo misma?
Sintiéndome incómoda y saliendo a la luz, me acerqué a mi enemigo y lo
miré fijamente a la cara. Había matado antes y había estado encantada de ver
morir a algunos de ellos. Pero este era el padre de Ahumado y yo estaría
ordenando su muerte a sangre fría.
Hyto levantó la mirada hacia mí, con la sonrisa burlona todavía en su rostro.
—¿Tienes el coraje de pedir mi muerte? Será mejor que lo hagas, chica,
porque si no lo haces, voy a regresar. Iré detrás de ti hasta el día en que muera.
Voy a matar a todos los que amas. Voy a destruir todo lo que aprecies. Te voy a
rasgar en pedazos, primero a través de tus emociones y luego por tu cuerpo. Tú
eres mi demonio y no voy a descansar hasta que te haya llevado tan dentro del
olvido que nunca puedas alcanzar la luz del día.
Él quería decir lo que dijo. Si lo encerraban, iba a encontrar una manera de
salir. Su odio lo sustentaría. No había otra opción; Hyto tenía que morir. Y mi
responsabilidad incluía ordenar su muerte. Vishana lo haría, si yo no me atrevía, o
Ahumado, pero esta era mi batalla. Hyto me había lastimado a mí y era mi deber
reclamar su castigo.
Me volví a los dragones que aguardaban; que ahora eran mi pueblo tanto
como los Faes o los seres humanos. Me había casado en un poderoso clan, y no
eran aprensivos. No podía permitirme el lujo de ser débil ante sus ojos —ni ante
los míos.
Giré nuevamente hacia Hyto.
—No voy a levantar mi propia mano contra ti, jamás voy a ensuciarme a mí
misma tocándote otra vez. Pero yo reclamo tu muerte; por lady Vishana, por lord
Iampaatar y por mí misma. Yo reclamo tu muerte a través de un rayo limpio y
rápido. —Yo no me rebajaría a su nivel. Por mucho que quisiera torturarlo,
hacerlo gritar de la forma en que me había hecho gritar a mí, yo no me
convertiría en lo que él se había vuelto; un sádico.
El Señor Alado me indicó que lo mirara.
—¿Esta es tu voluntad? ¿Que Hyto muera por un rayo?
—Lo es. —Eché un vistazo hacia Ahumado y Vishana y ambos me dieron
285
grandes sonrisas, asintiendo con su aprobación. Al parecer, había pasado otra
prueba.
—Entonces pronuncio la sentencia. Hyto, morirás por un rayo. Ahora, aquí,
antes de que otro día transcurra. —Al parecer, los dragones no se hacían esperar
una vez que habían tomado decisiones.
Dos varas fueron llevadas al centro del pabellón y se colocaron en agujeros
en el suelo para mantenerlas en posición vertical. Los brazos y las piernas de
Hyto fueron sujetados con grilletes, extendiéndolos ampliamente. Su pelo se
movía violentamente, pero donde Vishana había cortado un largo mechón
grueso, la sangre había formado una costra. De repente lo comprendí; su cabello
era parte de sus cuerpos. Tenían vida propia porque no era solamente queratina
muerta.
Hyto no dijo nada, ni una palabra más. Él simplemente sonrió con su
sonrisa enfermiza, observándome todo el tiempo mientras lo aferraban a las
varas. Los dragones en las gradas estaban murmurando, pero no tuve ninguna
sensación de que estuvieran disfrutando de esto. No era una arena del circo
romano, o un combate a muerte de duendes. Esto era justicia y eran testigos de
que la misma se llevaba a cabo.
Levanté la mirada para encontrar a Ahumado y a su madre de pie junto a
mí. Ahumado tomó mi mano y de repente me sentí horrible. Acababa de
condenar a su padre a morir. Pero el miró en mi dirección y me apretó los dedos.
—Está bien… —Se inclinó para susurrarme— …esto se veía venir desde
hace mucho y no es tu culpa. Tú simplemente quedaste atrapada en el fuego
cruzado.
—Mi hijo tiene razón. —Vishana se inclinó a mi otro lado—. No te culpes,
Camille. Hyto trajo esto sobre sí mismo. Él me enseñó mucho acerca de lo que
no se debe hacer; a cómo no se debe ser. —Ella sonrió suavemente y extendió la
mano para tomar mi barbilla—. Eres preciosa… admito que al principio habría
preferido que Iampaatar se casara con una dragón, pero eso ya no importa. Tú
eres familia. Vas a traer a tus hermanas aquí para que conozcan a mis hijos.
Tragué saliva. Eso iba a ser una cena infernal.
—Sabes que mi hermana Delilah está enamorada de un dragón mitad
sombra. —Espeté antes de que me diera cuenta de lo que estaba diciendo.
Vishana se rió.
—Sí, ¿no recuerdas?, nos conocimos. Y él parece un caballero refinado. Los
286
próximos años deberían ser interesantes.
Y entonces las campanas sonaron. El Señor Alado nos hizo señas para que
permaneciéramos en silencio. Se volvió hacia Hyto y extendió las manos, con las
palmas hacia arriba. Un silencio descendió sobre la sala.
—Caminar libremente por los salones de los Confines del Dragón significa
acatar sus reglas. Tú has roto tus juramentos. Has deshonrado los salones. Has
deshonrado a tu raza. Has deshonrado tu nombre. Has sido desterrado por tus
acciones. Eres maldecido a vagar por el abismo, a ser excluido de las Estrellas
Brillantes por siempre. Caminarás en el limbo, tu espíritu estará forzado a vagar
eternamente entre los mundos. Tu nombre será borrado de los Salones de
Registros y serás eliminado de la Historia y colocado entre los exiliados. Hyto, tú
ya no eres el hijo de tu padre. Ya no eres el padre de tus hijos e hijas. Eres
negado por todos los lados. Ya no eres de la colmena. Estás solo. Se te
considerará un paria. Ahora eres condenado al olvido.
Y entonces, con un solo gesto, un rayo salió de su palma, bifurcándose
sobre Hyto como una red, chispeando y brillando mientras ardía sobre su cuerpo.
Hyto comenzó a gritar mientras el humo se elevaba desde su túnica y su cabello
se incendiaba. Aún así, el rayo perduró sobre él, hasta que su piel pálida estuvo
negra y con una corteza. Y entonces, el viento sopló, mientras el rayo se detenía,
y él se desplomó en cenizas, y la brisa salvaje lo alcanzó y lo arrastró fuera de los
Confines del Dragón, hacia la nieve que caía suavemente.
En ese momento, mi collar se aflojó y cayó al suelo. Era libre.
Después de eso, fue una confusión de voces y reuniones, el Señor Alado
declaró que todo los bienes del abuelo de Ahumado pasarían a él. Y luego
Ahumado habló, convenciéndolos de que necesitábamos ir a casa y Vishana me
entregó un regalo envuelto, susurrando que era un regalo de bodas temporario y
que uno mejor le seguiría.
—Una cosa más —dijo el Señor Alado, levantando la mano—. Lady
Camille, tienes el derecho de reclamar daños y perjuicios por lo que te sucedió.
No debimos dejarlo en libertad cuando trató de matar a Vishana y somos
indirectamente responsables de que te atacara. Te debemos una compensación.
¿Qué pedirás? ¿Joyas? ¿Oro? ¿Una casa propia aquí en los Confines del Dragón?
Me quedé mirando al hombre fijamente, a su postura, a los emblemas que
usaba que denotaban su rango. Él acababa de ofrecerme la llave del reino. Luego
miré a mi suegra. Ella creía en el honor. Ella había sido imparcial y justa
conmigo. 287
—Señor, Señora… el oro y las joyas son preciosos, pero no traen alegría
duradera. Tengo una casa allá en Earthside. Y una aquí; la casa de mi marido es
suficiente para mí. Pero, qué pediría… ¿saben de nuestra guerra contra los
demonios? Ahum… lord Iampaatar me dijo eso.
—Lo sabemos.
—Entonces pido un favor. Pido que cuando necesitemos su ayuda para
luchar contra los demonios, si es que la necesitamos, los dragones vengan en nuestra
ayuda. Que estarán de nuestro lado en la guerra demoníaca que estamos
luchando.
El Señor Alado respiró hondo, pero luego sonrió, con sus labios gruesos y
sensuales.
—Lady Camille, una solicitud de ese tipo sobrepasa y es más grande que
nuestras joyas más brillantes. Pero también es una que no podemos rechazar, ni
lo haremos. Considéranos tus aliados.
Y luego fuimos rodeados por dragones de nuevo, por todos los lados, en su
forma humana, deseando conocerme, anhelando felicitarnos por sobrevivir a los
ataques de Hyto.
Después de otra media hora, pudimos de escaparnos.
—Tengo que llegar a casa. Deben estar frenéticos por la preocupación.
—Paciencia, amor. Ahora podemos irnos. Pero en algún momento, vamos a
volver y a explorar, y podrás realmente tener una idea de cuán grande es este
lugar.
Yo ya tenía una idea de ello, pero decidí seguirle la corriente. Ahumado
estaba orgulloso de su hogar, y así debería ser. Envolví mis brazos alrededor de
su cuello, sosteniendo el regalo de bodas entre nosotros, al mismo tiempo que él
me cargaba en sus brazos y nos encaminamos hacia los Mares de Ionyc y de
regreso al túmulo.
Tan pronto como salimos de allí, yo sólo quería dormir. Los Mares de Ionyc
siempre me cansaban, pero no podía permitir que me detuvieran; tenía que entrar
y…
—¡Camille! ¡Son Camille y Ahumado! ¡Están vivos! —Iris estaba de pie
288
fuera de la puerta y ella gritó a los demás en el interior cuando nos vio. Un poco
tambaleante, me dirigí hacia ella y la agarré en mis brazos y ella me envolvió con
los suyos, abrazándonos con fuerza. Un instante después una llorosa Delilah
llegó corriendo, seguida por todos los demás. Nos quedamos parados en la nieve
helada, abrazándonos, hablando todos a la vez.
—Pensamos que estabas muerta. Me estaba preparando para ir a Y'Elestrial
para ver si la estatua de tu alma aún estaba intacta. Nosotros pensábamos…
pensamos… —Delilah estalló en sollozos desgarradores y Shade la estrechó
entre sus brazos.
—¡Suficiente! —La voz de Ahumado tronó sobre el caos—. Todo el
mundo adentro, así podremos contarles lo que pasó.
Cuando entramos en el túmulo, vi que Hanna estaba levantada, con una
mirada encantada en su rostro. Y estaban Georgio y Estelle. Gracias a los dioses
por Shade.
Había salvado a nuestro pobre amigo y yo siempre lo amaría por eso.
Estaba cansada de los daños colaterales. ¿Qué me lastimen a mí? Bien. ¿Qué
lastimen a mis amigos? No tanto.
Todo el mundo se sentó, y me di cuenta de que estábamos cerca de la
puesta del sol.
—Esperen diez minutos hasta que Menolly esté despierta, no quiero tener
que repetir esto.
—Bonito vestido —dijo Trillian mirándome con sus ojos brillantes—. Eres
tan hermosa. Estaba tan preocupado, mi amor.
—Ambos lo estábamos —dijo Morio, obligándose a salir de la silla de
ruedas—. No sé lo que haría sin ti.
Le di un beso, luego lo empujé nuevamente en la silla.
—Sharah dice que necesitas dos semanas más en eso, amigo. Así que
siéntate. Y este vestido… —me volví hacia Trillian— …fue un regalo de mi
suegra. —Entonces, después de besarlo, me di la vuelta para ver a Menolly
parada al borde del abismo detrás de la sala de estar, con una Maggie muy
juguetona.
—¿Qué pasó mientras yo dormía? Algo, obviamente.
Solté una carcajada, y luego, con la ayuda de Ahumado, les conté todo lo 289
que había pasado. Bueno, casi todo. Dejamos fuera nuestra vida sexual. Trillian y
Morio podían saberlo, pero no todo el mundo quería o necesitaba escuchar
tantos detalles. A veces DI —demasiada información— era demasiada información.
—Por lo tanto, está muerta. —Delilah me miró—. ¿Vas a estar bien?
—Sí, lo estaré. Lo estaré. Puede llevarme algún tiempo, pero Hyto ya no
nos podrá hacer daño de nuevo.
—A menos que su fantasma nos haga una visita —murmuró Morio—. Ha
sido maldecido a estar en el limbo. Será mejor que pongamos protecciones. No
quiero ningún otro fantasma enojado más o fantasmas hambrientos que
aparezcan para saludar. Especialmente el espíritu de un dragón.
Eligiendo apartar ese pensamiento de mi mente, respiré profundamente.
—Mañana por la noche es el solsticio. Ingreso en la Corte de Aeval.
Después de lo que pasé con Hyto, creo que estoy preparada. Y estoy lista para
comenzar a cazar a Telazhar. Prefiero tener cualquier día demonios y sellos
espíritu antes que un dragón enojado.
Ahumado me atrajo a su regazo mientras estábamos sentados en la mesa.
—Hablando de dragones, a mi madre le gustas. Abre tu regalo de bodas.
Ella nos enviará algo más, más tarde; esto es sólo para ayudarte a pasar el mal
momento.
Me quedé mirando la caja que sostenía, preguntándome qué era. Cuando
desaté la cinta y desplegué la seda envuelta alrededor de la caja, pensé en lo que
significaba la familia. Los dragones eran ahora nuestros aliados. Y ellos eran parte
de mi familia. Ahumado quería tener un hijo, para consolidar nuestros lazos.
Aunque yo no era del tipo maternal, estaba empezando a ver la sabiduría de eso,
la política de ello, y… eso le haría feliz.
Tal vez cuando la guerra hubiera terminado —cuando las cosas fueran más
seguras—, pero entonces, tendría que tener primero un hijo de Trillian si iba a
tener uno de Ahumado, y luego el de Morio. Esto significaría un montón de
problemas y niñeras, ya que, a pesar de que sabía que emocionalmente sería una
buena madre, yo no era el tipo de madre que se queda en casa. Furgonetas,
prácticas de fútbol y cercas de madera no eran mi rutina diaria.
Pero por el momento la cuestión era discutible. Estábamos muy lejos de
ganar la guerra. Y estábamos muy lejos de saber si incluso podríamos sobrevivir a
la siguiente batalla. 290
Sacudí la cabeza alejando los pensamientos sobre el futuro y abrí la caja.
En el interior, encontré una placa con marco de plata. Era el escudo familiar
de Vishana, e impreso debajo del escudo, escrito en plata, estaba mi nombre. Ella
realmente me había aceptado. Yo era parte de su clan.
Capítulo 24
La noche siguiente, me dirigí hacia Talamh Lonrach Oll y me detuve en el
estacionamiento. Un carruaje tirado por caballos me esperaba y subí al interior,
vestida con la túnica de la Bestia Negra, debajo de la cual llevaba nada más que
los perfumes y lociones con los cuales había aceitado mi piel. El desgastado
cuerno descansaba en el bolsillo de la bata y llevaba el bastón con la empuñadura
de plata que Aeval me había dado.
El carruaje serpenteaba abriéndose paso, no hacia el palacio, sino hacia
fuera, a la misma tierra, atravesando la nieve hacia un arco enrejado que llevaba
a una casa modesta. Di las gracias al conductor y salí, un escalofrío de
anticipación me recorrió el cuerpo.
La luna estaba en un brillante cuarto creciente, mientras sonreía hacia abajo,
sobre la nieve. El manto blanco resplandeciente se extendía a través del bosque,
reflejando las estrellas que brillaban en la noche ennegrecida. En mi corazón, yo
podía oír el latido de la tierra, el pulso de la magia que llenaba la Corte de las
Reinas. El susurro de los elementos giraban en el viento, a mi alrededor, en una 291
cacofonía, tejiendo una danza mientras yo bordeaba la casa y continuaba mi
camino hacia la charca vaporosa en el centro de Faerie.
Todo brillaba aquí, desde el bosque hasta el suelo, hasta el mismo aire. Y mi
magia zumbaba, vital y vibrante. La Madre Luna rodeaba mi corazón y mi alma.
Esta noche, en el Solsticio de Invierno, tomaría mi lugar como su sacerdotisa.
Las lágrimas corrieron por mis mejillas cuando me acordé de mi primera
iniciación, cuando entré en la arboleda de la Madre Luna en Otro Mundo, atada
con cadenas de plata, sin saber si mi Señora me aceptaría en su servicio como una
Bruja de la Luna.
Ahora, yo estaba creciendo, cambiando. Me convertiría en la primera Suma
Sacerdotisa de la Madre Luna en Earthside en miles de años. Entrenaría bajo las
Reinas Faes de Earthside —en la Corte Oscura de Aeval, bajo la atenta mirada de
Morgana.
Las lágrimas salpicaban mis ojos. Yo estaba a punto de asumir un manto tan
pesado como brillante, uno del cual esperaba que fuera digna. Gracias a los
Dioses y a la tecnología de Earthside por la máscara resistente al agua y la laca
para labios. Aparte rápidamente las lágrimas y di un paso adelante, haciendo
crujir la nieve helada, sentía alfileres y agujas pinchándome mis pies descalzos.
Vendría a mi Señora con el cuerpo y los pies descalzos como el día en que nací.
¿Cuántos años habían pasado desde que había caminado este sendero —allá
en casa, en Otro Mundo— hacia mi iniciación como una bruja para la Madre
Luna? Demasiados para contar, pero ahora yo estaba lista para dar el siguiente
paso en mi viaje, a mil kilómetros de donde había empezado, a un mundo de
distancia de donde vengo.
El silencio del bosque reposaba en torno a mí, la nieve amortiguaba todo el
sonido cuando llegué a la orilla de las aguas termales, dejé caer mi capa, y di un
paso al estanque humeante. Aquí, el agua era brillante, de un verde mar
resplandeciente. Cómo se las arreglaron para calentarla, no lo sabía, pero la magia
impregnaba el claro.
A medida que el calor comenzó a filtrarse en mis miembros congelados, un
sentido de purificación y limpieza me recorrió, y cuando el agua golpeó mis
rodillas, arrasó con el dolor persistente de mis moretones por el ataque de Hyto,
del miedo que me había mantenido agarrada a eso. Su abuso se alejó en la magia
de la noche.
Un paso más, y otro. 292
El agua golpeó mi cintura y mi corazón dio un vuelco. Después de esta
noche, siempre sería una paria en mi ciudad-estado natal, pero algunas cosas eran
más importantes que la sangre, algunos juramentos eran más vinculantes que la
familia. Le envié mentalmente un beso a mi padre, deseándole lo mejor, las
lágrimas manaban de mis ojos mientras renunciaba a su derecho de nacimiento,
a su legado y a su amor por una pasión mayor y por la lealtad.
Otro paso, dos más… y extendí mis brazos para mantener el equilibrio, mis
hombros brillaban bajo la superficie reluciente.
El agua salpicó contra mis pechos y las imágenes de Ahumado, Morio y
Trillian llenaron mis pensamientos. Inclinando la cabeza con gratitud por los
amores de mi vida, me estiré hacia ellos, pero incluso un vínculo tan fuerte como
el nuestro no podía penetrar en la magia de las Reinas Faes. Pensé en Delilah y
Menolly, en Iris, y comencé a llorar en serio. No podían estar aquí esta noche —
este era un viaje que tenía que hacer por mi cuenta— pero yo sabía que estaban
conmigo en espíritu.
Un paso más y estaba en el centro del estanque. El agua lamía mi barbilla,
respiré profundamente y me zambullí, dejándola fluir a través de mi cabello.
Cuando surgí sin aliento, las vi de pie en el otro lado del charco, esperándome.
Aeval, mi nueva Señora. Yo pertenecería a la Corte de la Oscuridad y de la
Sombra de aquí en adelante. Estaría bajo su voluntad y caminaría con ella bajo la
Luna Oscura. Y junto a ella, su antítesis. Titania, Reina de la Luz. A su izquierda,
Morgana, mi prima milenaria, medio-Fae, medio-humana, Reina de la Oscuridad
y el Crepúsculo, que ahora era mi maestra.
Y, un poco más alejada del camino, en traje de montar completo y fusta,
estaba parada Derisa, la Suma Sacerdotisa de la Madre Luna de Otro Mundo. Ella
había tomado mi juramento hace muchos años. Y tomaría mi nuevo juramento,
el que me unía como miembro a la Hermandad de las Sacerdotisas.
Las cuatro estaban esperando y mientras me dirigía hacia ellas, el destello de
un rayo de nieve cayó detrás de ellas y allí, en medio de ellas, estaban el
Unicornio Negro y la Madre Cuervo, sólo por un segundo, antes de desaparecer
de la vista.
Las Reinas Faes se echaron a reír, salvajes y libres, y me tragué mi miedo. Ya
no había vuelta atrás. No habría ninguna posibilidad de regresar desde aquí.
Y entonces lo vi a él… oculto en las sombras. Mi corazón dio un vuelco
cuando levantó una mano en señal de saludo, con su cabello platinado en punta
brillando bajo la luna pálida. 293
¿Qué estaba haciendo él aquí? Pero no había tiempo para preguntas. Tenía que
confiar en el ritual. Tenía que confiar en que Aeval sabía lo que estaba haciendo.
Tenía que confiar en Derisa, y más que nada, tenía que confiar en la Madre Luna.
Lancé otro largo suspiro y comencé mi viaje sin pausa para salir de la
charca, en dirección a un ritual tan secreto que nunca sería capaz de decirle a
nadie lo que pasó. Empecé mi travesía hacia los brazos de la oscuridad —a la
sombra de lo desconocido.
6
M·A·C o M·A·C Cosmetics (iniciales de Makeup Art Cosmetics): es una empresa y marca
de productos de maquillaje y cosméticos.
de reojo la botella de Chanel Nº 5, el perfume de nuestra madre, que yo le había
dado y sonrió con timidez.
Ahora estaba curiosa, preguntándome qué era lo que podría requerir la
ayuda de Shade para comprarlo, me deslicé del regazo de Ahumado y me incliné
hacia delante.
—¿Qué es?
Delilah asintió hacia Shade, quien respiró profundamente y extendió las
manos. Una sombra se filtró lentamente de sus dedos para situarse delante de mí,
y de la sombra se acercaba… ¿un gato? Pero lucía diferente, muy ligeramente
fantasmagórico, atrapado entre el reino físico y el astral.
Ante mi mirada de confusión, Shade dijo:
—Hay muchas criaturas vagando por el Reino de los Espíritus que no se
dan cuenta de que están muertas. Ayudamos a algunas de ellas a cruzar, pero
otras, como esta pequeña chica, prefieren simplemente permanecer en el medio.
La gata sombra, una chica de pelo largo y gris, saltó sobre mi regazo. Podía
sentir su energía, casi como si ella realmente tuviera peso, y se apoyó en mí,
ronroneando. Pasé la mano de forma vacilante a lo largo de su costado. Era justo
295
lo suficientemente corpórea para que sintiera una ligera ondulación sedosa bajo
mis manos. Cuando ella frotó su barbilla contra mis senos yo supe que estaba
perdida.
—Es hermosa… y cariñosa.
—Ella no está lista para seguir adelante, pero echa de menos a la gente.
Estaba buscando a una persona, y cuando le conté a Delilah sobre ella, pensó que
podrías ser justo la adecuada. Por un lado, por tu trabajo con la magia de la
muerte, puedes sentir a los espíritus más fácilmente, así que puede manifestarse
para ti. —Shade sonrió cuando yo le respondí con una amplia sonrisa.
—Y por otro lado, ella no activó mis instintos territoriales. Y yo sabía que
tú querías muchísimo un gatito. —Delilah me sonrió y se inclinó hacia adelante.
Tomé sus manos y la besé, con la gata entre nosotras.
—¿Cómo vas a llamarla? Y gracias a los Dioses que no tendré otra caja de
arena de la que ocuparme —dijo Iris.
Todos nos reímos, mientras acariciaba a la gatita sombra, preguntándome
cómo llamarla. Pero por otro lado era obvio.
—Voy a llamarla Neblina. Sólo espero que se quede por ahí… —Ya estaba
enamorada de la pequeña criatura y el hecho de que ella era un espíritu y no
carne, no me incomodaba. El mundo espiritual es tan real como el nuestro.
Todos nos habíamos encontrado con eso en una forma u otra.
Cuando Neblina corrió hacia Morio y saltó sobre su regazo, suspiré. Esto, la
familia y su amor, era la mejor medicina que podía tener para curarme. Recé para
que fuéramos capaces de hacer que durara.
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