JujuyenlaHistoria delaColoniaalSXX PDF
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TERUEL
MARCELO LAGOS
(DIRECTORES)
JUJUY EN LA
HISTORIA
DE LA COLONIA AL
SIGLO XX
Ana A. Teruel
Marcelo Lagos
(Directores)
Autores y colaboradores
INTRODUCCION:
LA MEMORIA RECOBRADA……………………………………………….….p. 5
Miguel Espejo
ANEXOS
MAPAS………………………………………………………………………….. p. 431
ABREVIATURAS UTILIZADAS………………………………………………..p.435
La destrucción del pasado, o más bien de los mecanismos sociales que vinculan
la experiencia contemporánea del individuo con la de generaciones anteriores,
es uno de los fenómenos más característicos y extraños de las postrimerías del
siglo XX.1
En esta perspectiva, combinar el examen del pasado con los “ideogramas” que
disponemos del presente, con nuestras representaciones de la realidad, se
convierte en una tarea de muy difícil resolución. Las imágenes que, a diario,
nos bombardean con las noticias actuales, vuelve la posibilidad de tomar
distancia del objeto examinado como algo sumamente improbable. Las leyes
de la microfísica, en especial el principio de incertidumbre formulado por
Heisenberg, ya en 1930, según el cual resulta imposible que la partícula
atómica observada quede exenta de la presencia del observador, han
incorporado también, en las llamadas ciencias humanas, la precaución de
formular leyes válidas para todo tiempo y lugar. Sartre ha visualizado bien, en
la Crítica de la razón dialéctica, que un hecho histórico atraviesa por distintos
niveles de significación, según sea la correspondencia que se establezca: “los
hechos no son nunca apariciones aisladas, si se producen juntos siempre lo
son dentro de la unidad superior de un todo, están unidos entre sí por lazos
internos, y la presencia de uno modifica al otro en su naturaleza profunda”.2 Por
ejemplo, el éxodo jujeño puede vinculárselo con los acontecimientos
inmediatos, con las Guerras de la Independencia, con las estructuras socio-
económicas del lugar donde se ha producido, con la situación de las Provincias
del Río de la Plata, con el quiebre de la hegemonía española, tras las guerras
napoleónicas, etc. La necesidad de poner un límite a estas correspondencias
surge por la manera que tenemos de aproximarnos al espacio y al tiempo y por
obvias razones metodológicas. Se vuelve imposible relacionar todo con todo.
Si aceptamos como ciertas estas premisas, es decir, la anulación de la
temporalidad como la imposibilidad de una mirada completamente “objetiva”,
imposibilidad también de reconstruir por entero el pasado, podemos aceptar
igualmente que la elaboración de una Historia de Jujuy ha ofrecido múltiples
inconvenientes y numerosos desafíos, que los autores y los directores de la
1
Hobsbawm, Eric, Historia del Siglo XX, Crítica, Barcelona, 1995.
2
Sastre, J.P., Crítica de la Razón Dialéctica, Losada, Buenos Aires, 1963, Tomo I, p. 31.
6
A estos títulos se agregan los de carácter regional o temático, entre los cuales
merece destacarse la Historia del Noroeste argentino de Armando R. Bazán,
publicada en 1986, así como el otro volumen, La cultura del noroeste argentino
(2000), dirigido por el mismo autor. Sin duda, como podrá observarse en la
bibliografía de este volumen, muchos otros trabajos se han realizado en estos
casi ciento treinta años que median desde la publicación del libro de Carrillo.
En lo que respecta a esta Historia de Jujuy, el examen de los documentos en
los archivos y de muchas otras fuentes se refleja desde el primer capítulo,
consagrado a la Colonia, al igual que en los otros restantes. Con los muchos
autores que han participado en la elaboración de esta obra, se podrá disentir
sobre diferentes cuestiones, pero nadie podrá poner en cuestión su idoneidad,
en lo que hace a los aspectos metodológicos de un trabajo de esta naturaleza,
y todos los aportes que de ella se derivan.
Obviamente, el entramado de las relaciones sociales y humanas es de tal
complejidad que sus vínculos se establecen con lo que está más próximo, pero
igualmente con lo más lejano. Entre un punto y otro media todo el mundo que
conocemos y que imaginamos conocer, de tal forma que una Historia de Jujuy
es un deliberado recorte del objeto de estudio, que no ignora que esta historia
está atravesada por hechos que provienen de lugares muy lejanos y de
tiempos muy prolongados.
Tal vez el ejemplo por excelencia, en lo que a nuestra provincia se refiere, sea
su temprana asociación a la explotación de los metales preciosos (al circuito
minero de Potosí principalmente), a su aporte con la producción ganadera y la
venta de mulas, es decir, participación en una actividad decidida, en aquella
lejana época, en los principales centros europeos, y no sólo por la Corona
española. El mundo global, con su permanente flujo de información; con su
energía basada en los hidrocarburos, donde la red eléctrica sirve de soporte
para lo fundamental de los puestos de comando de la cibernética; con sus
transacciones financieras, que parecen realizarse en una simultaneidad que
rompe con el tiempo real; ese mundo global, que hoy está en casi todas partes,
se insinuaba ya desde los primeros años de la Colonia, en lo que Carlos Marx
denominara, hace un siglo y medio, “la acumulación primitiva del capitalismo”.
Fernand Braudel, uno de los mayores historiadores que diera el siglo XX, en
una obra ejemplar, Civilización material, economía y capitalismo, siglos XV-
XVIII, en el volumen que titulara “Las estructuras de lo cotidiano”, describía:
En el amplio reino del Perú, en 1776, se emplean 500.000 mulas en los tráficos
de la costa o de los Andes, o para los tiros de carrozas en Lima. El inmenso
reino importa quizás 50.000 mulas al año, del sur, de la pampa argentina. Allí,
vigiladas desde lejos, crecen en estado salvaje, para más tarde ser empujadas
hacia el norte por peones a caballo, en enormes rebaños de varios millares de
cabezas, hasta Tucumán y Salta, donde se empieza a adiestrarlas con
ferocidad; finalmente, son trasladadas a Perú, o a Brasil, y sobre todo a la
enorme feria de Sorocaba. Esta producción y este comercio evocan, para
Marcel Bataillon, la actual industria automovilística “y su mercado interior en un
continente abierto a la motorización”.3
3
Braudel, Fernand, Civilización material, economía y capitalismo, siglos XV-XVIII, Madrid,
Alianza Editorial, 1984, T. I, p. 294.
8
soviético, que casi nadie preveía, entre 1989 y 1991, el mundo pasó de una
bipolaridad relativa a una situación donde Estados Unidos quedó como el
árbitro por excelencia de un mundo unipolar. El “fin de la historia” proclamado
por Francis Fukujama, que usó una frase de Hegel para describir la nueva
realidad, se basaba en la premisa del triunfo indiscutible e imperecedero de las
democracias neoliberales. Las cosas han sido mucho más complejas que esa
enunciación y las políticas tendientes a reparar los profundos desequilibrios e
injusticias, en nuestro país, en América Latina y en otros lugares, mucho más
activas de lo que podía suponerse después del fracaso de la Rusia soviética y
de la conversión de la China comunista a la economía de mercado.
En la actualidad, Estados Unidos tiene un presupuesto militar equivalente a los
catorce países que le siguen, donde, por supuesto, están incluidos la
Federación Rusa, China, India, Alemania, Japón, Francia y otros ocho países.
La sofisticación de este enorme complejo técnico va de la mano con ese
presupuesto sideral. Mientras tanto, a nivel planetario, las desigualdades se
han acrecentado de tal forma que las principales cincuenta fortunas del mundo
poseen ingresos equivalentes a los que tienen los mil millones más pobres del
planeta; las mayores doscientas fortunas equivalen a los ingresos de dos mil
millones. La contrapartida fue que, durante la década del ’90 y la mitad de la
siguiente, la mitad de la población del mundo aumentaba, en China, India y
otros países asiáticos, significativamente sus ingresos per capita, mientras en
América Latina, en Africa y otros lugares de Asia, se agravaba el
estancamiento y la desigualdad. Argentina, a pesar suyo, forma parte de este
complejo entramado y, a fortiori, nuestra pequeña provincia, que ha
experimentado en carne propia el crecimiento de sus conflictos, sobre todo en
el último medio siglo, tema que es tratado en uno de los capítulos de esta
historia a menudo inaprensible, por la velocidad de los acontecimientos.
Encontrar un equilibrio, entre la óptica que tenemos del pasado y las vivencias
del presente, ha sido uno de los objetivos fundamentales de este volumen,
donde el acontecimiento no hiciera perder de vista la larga duración, y donde
las revueltas, las intrigas políticas, los cambios de gobernadores, las luchas y la
violencia de prácticamente la vida cotidiana, no hicieran olvidar tampoco las
tendencias demográficas, las estructuras socio-económicas, que se van
haciendo a lo largo de generaciones.
La faz planetaria, en oportunidades, se encuentra al alcance de la mano. En un
caso, puede ser descubierta por el videojuego en una oscura habitación de la
localidad de El Carmen; en otro, por el precio fijado para el tabaco Virginia, en
el otro extremo del mundo, o por los numerosos objetos, fabricados en China,
que se comercian en la frontera, en La Quiaca o Villazón. Me permitiré
mencionar mi propio descubrimiento del mundo global. Cuando era niño, a
fines de la década del ’50, mi padre me mostró orgulloso el funcionamiento del
primer télex que existía en el Noroeste y que ponía a ese lugar, a ese
establecimiento, en contacto con cualquier lugar del mundo. Advertí entonces
que mi conocimiento del verdulero “hindú”, como se le decía, o de los
comerciantes sirio-libaneses que habitaban en la zona, o del ingeniero danés
que trabajaba en la fábrica, nacidos en muy distantes lugares, poco tenía que
ver con la red técnica que envolvía y envuelve al planeta. Hubo un momento en
que los hombres concretos comenzaron a desdibujarse para ceder el paso a
una comunicación abstracta y lejana, de la que la web constituye, por ahora, su
culminación.
10
Desde finales del siglo XVIII corren en la pampa los más sorprendentes jinetes
del mundo, los gauchos. ¿Qué vale entonces un caballo? Dos reales; todo el
mundo puede tener caballo, es muy fácil de conseguir. Un buey ni siquiera tiene
precio de mercado, pertenece a quien se apodera de él, con lazo o con bolas.
Sin embargo, una mula llega a costar 9 pesos en Salta. Como un esclavo negro
vale frecuentemente en Buenos Aires 200 pesos, el Nuevo Mundo, con estas
tarifas, valoriza al hombre, a disposición del cual pone, además, todo un mundo
de animales.4
Para tener una idea más clara de lo que esto significa habría que hacer
algunas cuentas. Una mula equivalía hasta 36 caballos. Un esclavo en Buenos
Aires costaba cerca de 800 caballos. Por la misma fecha, entre la última
década de 1790 y la de 1800, en Sudán se pagaba un caballo con cinco
esclavos, aunque a comienzos del siglo XVI un caballo costaba doce esclavos.
En Goa, un caballo se intercambiaba hasta por veinte esclavos, lo cual revela
que el costo del hombre en el Río de la Plata era, en una lógica difícil de
sostener hasta sus últimas consecuencias, el de 16 mil esclavos en Goa. El
valor del ser humano se encarece notablemente en los espacios desiertos.
Sarmiento advertía en el Facundo, en 1845, en ese ensayo liminar del género
en estas tierras, cuyo título completo es Civilización y barbarie. Vida de Juan
Facundo Quiroga, aspecto físico, costumbres y hábitos de la República
Argentina, que el habitante de nuestro país se llevaba mal con los otros
4
Ibid. p.294.
11
menos tenaz apatía. Salvo los episodios de 1971, conocidos luego como el
“jujeñazo”, muy modestos comparados con otras convulsiones, Jujuy vivía una
época de relativa tranquilidad. Gozaba por aquellos años de una pujante
actividad industrial, que convertía a la provincia, junto a Tucumán, en la
poseedora del porcentaje más bajo de empleados públicos en la región del
NOA. Cuarto de siglo más tarde, los trabajadores estatales jujeños recurrieron
al reclamo y la protesta, pero sin poder concretar ninguna propuesta alternativa
y viable para aquella época de los ajustes desenfrenados. Ciertos periodistas,
supuestamente especializados en economía, con un toque de superficialidad y
miopía, habían comenzado a hablar de la inviabilidad de algunos estados
provinciales, como si se pudieran borrar mágicamente los aspectos
geográficos, las historias particulares y las organizaciones sociales que los
vertebran.
Como debería ser conocido por todos los argentinos, Jujuy es una provincia
que limita con Salta, con Chile y con Bolivia. Su situación geopolítica la hubiera
hecho acreedora a una serie de obras -si el país tuviera una política efectiva de
integración regional, de fronteras que unen y no que separan, y de
comunicaciones- que en lugar de volverla asimilable a los sitios pobres y
excluidos de América Latina, la hubieran preservado de esta situación. No hay
en el precedente comentario el menor atisbo de un nacionalismo impropio, sino
la constatación de una ausencia de políticas que dura, salvo algunos pocos
períodos, más de un siglo. El Paso de Jama, que une a la provincia con Chile,
ha sido un objetivo geopolítico y económico largamente deseado y que recién
ahora, vencida la precariedad de los caminos, terminó de afianzarse. Sin
embargo, el impacto del tránsito de camiones sobre este frágil eco-sistema fue
advertido por uno de los miembros que declarara a la Quebrada de
Humahuaca Patrimonio de la Humanidad, como si fuera una ley paradojal e
irreversible el hecho de que ninguna actividad del hombre, por positiva que sea,
puede dejar de tener su faz sombría. Un buen ejemplo, a nivel planetario, lo
constituye el actual sistema sanitario, la elevación de la expectativa de vida y el
enorme crecimiento demográfico que amenaza las estructuras sociales de casi
todos los países de la tierra.
El histórico flujo de poblaciones bolivianas en Jujuy, que han contribuido a
generar gran parte de las riquezas en nuestros principales centros productivos
(minería, azúcar, tabaco), ha traído también como consecuencia que los
recursos provinciales fueran insuficientes para solucionar las demandas en
educación, vivienda y salud. Este ha sido un problema que la administración
nacional dejó librado a la provincia, es decir, no hubo recursos ni políticas para
tratar las cuestiones específicas de una provincia de fronteras. Ha sido
justamente esta manera de gobernar casi tres millones de Kms2, desde una
ciudad puerto, la que motivó distorsiones, asimetrías y abismos que
perfectamente podrían no haber existido o, al menos, haberse corregido y
atenuado.
La persistente crisis política de fines de los ’80 y de casi toda la década
siguiente, llevó a varios gobernadores de Jujuy a presentar su renuncia ante la
incapacidad para afrontarla, y terminó por configurar un panorama sombrío.
Sociedades convulsionadas nunca son atractivas para capitales que deben
invertirse a mediano y largo plazo, como es el caso de la explotación minera.
Lamentablemente, los relevos de Ricardo De Aparici, Domínguez, Ficoseco,
Perassi se parecieron más a intrigas palaciegas de poca monta, que a líneas
16
Un tiempo de recuperación.
una situación poco frecuente, ya que fueron muchos artistas y escritores los
que buscaron en la provincia su lugar de adopción, aunque más no fuera
temporariamente; adopción elegida por el magnetismo de sus paisajes, pero
también por esas formas culturales, sumamente particulares, que reúne
elementos prehispánicos, coloniales y contemporáneos, que en el caso de la
Quebrada se asemeja a esos fósiles vivientes, donde la estratificación absorbe
los cambios de una manera muy lenta.
que todos los mencionados anteriormente (salvo Lola Mora) poseen sus
respectivos museos, que por un lado realizan un aporte inestimable al
patrimonio de Jujuy, pero que por el otro han tendido a dispersar una rica
producción que podría ser apreciada con mayor vigor en un Museo Provincial
de Bellas Artes, que contuviera al menos una parte de este material.
Otros pintores que se radicaron en la provincia, desarrollando desde aquí un
segmento considerable de su producción, fueron Luis Pellegrini (Buenos Aires,
1911 – Jujuy, 1995, Gran Premio Nacional de Dibujo y Primer Premio del
poema ilustrado, en este caso de Manuel Castilla) y el santafesino Luis Acosta
Serra (1913-1978), donde también ejercieron la docencia y contribuyeron a la
diversificación de las expresiones plásticas, el primero con una larga serie de
“Cardones” y el segundo con una pintura afín al espíritu surrealista. Quienes
también se afincaron en Tilcara y Jujuy, respectivamente, fueron Hugo Irureta
(Buenos Aires, 1927) y Juan Carlos Entrocassi (Rosario, 1934), junto a su
mujer, la escultora Martha Fassinato. El primero de ellos fundó en Tilcara un
museo que lleva su apellido (su hermano Arturo también recibió el Gran Premio
Nacional de Pintura), destinado no a su obra, sino a la de sus colegas
nacionales. En ellos se observa una transmutación de la temática: el Noroeste,
la Quebrada o los Valles Subtropicales, son encarados con una visión muy
diferente. Los elementos neofigurativos son desplazados por una pintura
abstracta, en el último periodo de Irureta, donde se combinan formas
geométricas, textiles y cósmicas para plasmar la visión andina del Noroeste, y
en el caso de Entrocassi poderosos trazos, en alguno de sus periodos, que
rozan el expresionismo abstracto.
Entre todos ellos se destaca Pastor Monzón Titicala (Oruro, Bolivia, 1940 --
San Salvador de Jujuy, 2003), cuya originalidad radica en haber logrado que
sus cuadros expresen un clima de alta religiosidad, lindante con el misticismo,
a través de una resolución de gran fineza cromática, ya que desde los tonos
oscuros se desprende, en ocasiones, una intensa luminosidad. Es un pintor
excepcional por combinar expresiones populares con una maestría estética
indiscutible. También nacido en Oruro es Gustavo Lara Tórrez (1932), quien
permaneció en Jujuy desde comienzos de la década del ’50 hasta la última
dictadura (un hermano suyo fue secuestrado en 1976), quien realizó generosos
aportes a través de la docencia y que junto a su hermano Raúl realizaron y
realizan valiosas obras neofigurativas. A quien tampoco se puede dejar de
mencionar es a Guadalupe “Michi” Aparicio (Tilcara, 1934), egresado en Artes
Plásticas en Tucumán, bajo el influjo de Spilimbergo y de otros maestros,
donde al igual que Monzón Titicala aúna el estrato más profundo de las
poblaciones pobres de la zona, con una representación simbólica de la
espiritualidad, que por momentos, con sus figuras incrustadas en las rocas, con
sus piedras viajeras, con sus urnas funerarias, se tiene la tentación de
calificarlo con las palabras que utilizara Paul Claudel para designar a Rimbaud:
“un místico en estado salvaje”.
Por cierto, la mención de estos pocos nombres no significa ignorar la nutrida
actividad pictórica que se ha realizado a la par de ellos, ni tampoco la de
nuevas generaciones, que ha crecido en las últimas tres décadas en
direcciones diferentes. Entre los más recientes hay que señalar a Víctor
Montoya, nacido en Córdoba, aunque desde niño reside en Jujuy, quien ha
proporcionado además una pintura suya para la tapa del presente volumen.
Naturalmente, por las múltiples afluencias, se puede hablar de una pintura en
20
Jujuy, pero no de una pintura de Jujuy. La creación artística, al igual que las
enfermedades, corre a mayor velocidad que cualquier otra actividad del
hombre, salvo el lenguaje.
Con respecto a la literatura, Jujuy no posee el ilustre antecedente del siglo XIX
que constituye Juana Manuela Gorriti para Salta, pero desde Daniel Ovejero
(Jujuy, 1894 --Tucumán, 1965) en adelante esta producción ha sido rica y
constante. Casi de la misma generación de Ovejero es el santiagueño José
Armanini (1903-1980), quien se instaló en la provincia desde muy joven y
desde aquellos años cultivó un variado abanico de expresiones regionalistas en
narrativa, teatro y pintura. Raúl Galán (Ledesma, 1913 -- Baradero, Pvcia. de
Buenos Aires, 1963) fue uno de los fundadores de la revista La Carpa, en
Tucumán, que prometió a sus lectores, a mediados de la década del ’40, dejar
atrás “esa floración de poetas folcloristas que ensucian las expresiones del arte
y del saber popular”. Tanto esta revista como la que se realizó en Jujuy, en la
década siguiente, Tarja, mantuvieron una actitud ambivalente respecto al
regionalismo, ya que lo condenaban como tendencia artística, pero al mismo
tiempo intentaron expresar la región con nuevos medios estéticos. Fue
justamente el pintor Medardo Pantoja quien se unió a la experiencia de Tarja,
animada y dirigida por Jorge Calvetti (1916-2002), Mario Busignani (1908-
1989), Néstor Groppa (1927) y Andrés Fidalgo (1919). Los dos últimos fueron
jujeños por elección, repitiéndose acá el fenómeno que se dio en artes
plásticas. Todos ellos elaboraron obras que recibieron la consideración de sus
colegas argentinos y también, en algunos casos, el reconocimiento de
escritores de otras lenguas. Los libros de Andrés Fidalgo, Panorama de la
literatura jujeña (1975) y El teatro en Jujuy (1995) han sido objeto de asiduas
consultas y referencias ineludibles para quienes estudian el tema.
En este sentido, sobresale Héctor Tizón, colaborador de Tarja, nacido
circunstancialmente en Salta, en 1929, criado en Yala, abogado recibido en la
Universidad de La Plata, y poseedor de una amplia obra narrativa que lo ha
llevado a las máximas distinciones de nuestro país, a muchas del extranjero,
así también como a ser traducido a varios idiomas. Su obra se desplaza, casi
por entero, a través de la región, por los recovecos de las tierras altas, de la
Puna, de Yala, y excepcionalmente se sitúa en otros ámbitos geográficos.
Nacido en La Quiaca, pero residente desde joven en Salta es el notable
cuentista Hugo Aparicio (1937), que supo plasmar en su única novela el
ambiente fronterizo vivido en su niñez. En estos dos autores se percibe ya la
presencia de algunos de los grandes narradores latinoamericanos, como Juan
Rulfo.
Tal vez sea injusto este breve resumen de una actividad que ha abarcado un
vasto espectro y muchos nombres, que acá no están mencionados, pero el
propio carácter de esta Introducción impiden mayores precisiones sobre este
punto. Faltan autores nacidos en las décadas del ’40 y ’50 especialmente,
algunos de los cuales poseen ya una obra digna de consideración. También
falta la mención detallada de aquellos que han realizado sus escritos fuera de
la provincia, pues han sido varios los escritores jujeños que han publicado sus
libros muy lejos del ámbito local; es el caso de Raúl Dorra (San Pedro, 1937),
pues, salvo uno, todos sus libros se publicaron en México, donde reside desde
1976 o de Ana María Pelegrín (1938), autora de literatura infantil, aunque sobre
todo brillante investigadora de los márgenes de la literatura (en su relación con
21
el juego, por ejemplo), residente en Madrid, que obtuvo por sus trabajos
muchas distinciones. El excelente poeta, en su registro, Domingo Zerpa (Abra
Pampa, 1909-1998) ha vivido casi siempre en Buenos Aires, donde en la
década del ’40 supo cultivar la amistad de Julio Cortázar. Lo mismo hizo la
narradora Libertad Demitrópulos (Ledesma, 1923-Buenos Aires, 1998), pero
ambos supieron conservar incólumes sus lazos con “lo íntimo” de “la tierra
natal”.
La existencia de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la
Universidad Nacional de Jujuy, a través de la carrera de Letras, de sus
cátedras y publicaciones, ha permitido efectuar un conocimiento mucho más
sistemático de la producción local en sus variados géneros. Además, gran
parte de los escritores nacidos en la década del ’50, de una forma o de otra,
realizan algunos de sus trabajos vinculados con la institución. Jorge Accame
(1956), profesor de la misma, porteño radicado en la provincia, ha escrito varias
piezas con temática local, una de las cuales, Venecia, ha logrado una clara
repercusión internacional. Accame trabajó, en un primer tiempo, incluso con la
obra citada, en estrecha colaboración con el ya fallecido Tito Guerra (1945-
1999), que le dio al teatro de Jujuy una talentosa y refrescante bocanada de
aire fresco. El Instituto de Teatro de la provincia, con justicia, lleva su nombre.
Con respecto a las revistas y publicaciones periódicas de la segunda mitad del
siglo XX, además de la memorable Tarja, podemos recordar que durante un
corto periodo, entre 1966 y 1968, aparecieron algunos pocos números de la
revista Piedra, animada por Alberto Espejo (1945) y codirigida por Raúl Noro,
Salma Haidar y Luis Wayar, que fue importante para combinar los elementos
proporcionados por las vanguardias literarias, junto a preocupaciones
existencialistas, sin rasgos en común con los postulados regionalistas. También
aquí se notó la revolución cultural de los ’60. Más efímera aún resultó la
aparición del Suplemento cultural del diario Extra, dirigido durante un par de
meses de 1970 por Héctor Tizón, es decir, el mismo tiempo que duró el diario.
Mucho más constante en el tiempo fue la publicación de la revista El duende,
dirigida por el poeta Alejandro Carrizo, que logró una permanencia, aunque a
veces intermitente, de más de diez años, a partir de comienzos de la década de
los ’90 y que contó en su Consejo editorial a autores como Pablo Baca (1957),
que ha publicado varios libros en poesía y narrativa. En esta revista se
advierten colaboraciones de un espectro regional, nacional como internacional.
Sin una estética definida, la revista posibilitó la difusión local de importantes
autores en los niveles ya mencionados. Durante los años 2000-2002 se editó el
suplemento Arte y Cultura de El Tribuno de Jujuy, a cargo de Armando Espejo
(1943) y Juan Carlos Entrocassi, que obtuvo un Premio de ADEPA (Asociación
de Entidades Periodísticas de Argentina), como reconocimiento al amplio
espectro de sus colaboraciones y a la calidad plástica de su diseño.
Actualmente, un nutrido grupo de jóvenes está intentando encontrar sus vías
expresivas, por medio de revistas impresas o digitales, como así también las
voces propias que les permitan ser identificados.
1
Lorandi, Ana María, Ni ley, ni rey, ni hombre virtuoso. Guerra y sociedad en el virreinato del
Perú. Siglo XVI y XVII. Barcelona, España, Editorial Gedisa, 2002, pp. 45-51; Palomeque,
Silvia, “El mundo indígena (siglos XVI-XVIII)”, en: Tandeter, Enrique (comp.), Nueva Historia
Argentina. La sociedad colonial, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2000, p. 102.
2
La Merced era un otorgamiento real, las más comunes era las mercedes de tierras que
podían tener distintas extensiones, mientras que las mercedes de encomienda entregaban a un
particular la posibilidad de cobrar los tributos a un grupo indígena determinado (este tributo
podía ser pagado en dinero, trabajo o especies dependiendo de la región y la época). La
encomienda de indios no implicaba legalmente el otorgamiento a los encomenderos de los
territorios de los grupos encomendados (aunque a veces esto sucediera en la práctica).
25
3
Lorandi, Ana María, Ni ley, ni rey, ni hombre virtuoso... op. cit., p. 104.
4
Presta, Ana María, Encomienda, familia y negocios en Charcas colonial (Bolivia). Los
encomenderos de La Plata 1550-1600, Lima, IEP/BCRP, 2000, p. 57; Zanolli, Carlos, Tierra,
encomienda e identidad: Omaguaca (1540-1638), Buenos Aires, Sociedad Argentina de
Antropología, 2005, pp.80-81.
26
5
Palomeque, Silvia, “El mundo indígena...” op.cit., p. 107.
6
Ibíd, p.108; También Palomeque, Silvia, “Historia de los señores étnicos de Casabindo”.
Ponencia presentado al Congreso de Americanistas, Santiago de Chile, 2003, p. 13; Zanolli,
Carlos, Tierra, encomienda e identidad... op. cit, pp. 109-110.
7
Ibíd, p. 109.
8
Palomeque, Silvia, Historia... op. cit, p. 17.
27
9
Ibíd, p. 18.
10
Esto significaba en términos de la época que los tributos no se entregaban a un
encomendero, sino que debían ser cobrados por los funcionarios reales.
11
[...] quando los vecinos de esta ciudad tenian entendido que habian de ser merecido [f 2]
algun Premio de sus trabajos pasados [...] van saliendo encomiendas de los vecinos de salta
los quales piden se les den y enseñen los mas de los indios que con tanto trabajo conquistado
se manda que abiendo se les de dar no queda nada en que poder aser merced a los vecinos
de la ciudad [...]. ATJ, Pedidos del Procurador de la ciudad de Jujuy, 1595, Legajo n° 23, f. 1v –
2.
28
Una de los grandes cambios que ocasionó la conquista española fue un nuevo
proceso de urbanización. El dominio colonial se basaba en la ocupación y
colonización de los distintos territorios a partir de núcleos urbanos. Ellos fueron
el centro político que extendía su jurisdicción sobre una importante área rural.
Pero también eran espacios económicos en donde se trocaba y vendía parte
de la producción de sus zonas rurales, puntos de articulación en el tráfico
regional, centro de las autoridades políticas y judiciales, sede religiosa que
albergaba las principales iglesias y conventos y el espacio de interrelación
política y social de los procesos de formación de la nueva sociedad colonial.
[...] por la parte hacia Salta por el camino que viene de el para hasta la quebrada
que llaman de los alisos y por el camino antiguo viniendo del Valle de Jujuy,
hasta las puntas del rio que llaman siancas con el dicho rio de Jujuy; por la parte
hacia Humahuaca hasta la estancia que llaman de Don Diego Espeloca casique
de Talina y por la parte que corre hacia la banda de Tarija cuarenta leguas de
tierras las cuales dichas distancias son y han de ser limites y jurisdiccion de la
ciudad [...]12
12
Rojas, Ricardo, (recop.), Archivo Capitular de Jujuy. Documentos para la Historia Argentina,
Buenos Aires, Editorial Coni, 1913, Tomo I, p. 14.
29
Al igual que en el resto de los territorios que los españoles habían logrado
ocupar y organizar, la sede política de Jujuy estaba centrada e
institucionalizada en el cabildo, que era el órgano principal de gobierno y de
administración de justicia, no sólo en el espacio urbano sino también en el
rural, y por lo tanto institución decisiva en la vida política, económica y social de
la jurisdicción. Sus funciones fueron de distinto carácter: administraba los
bienes de la ciudad, velaba por la construcción y mantenimiento de las obras
públicas (construcción de las iglesias, edificios, caminos, puentes, acequias,
etc.), determinaba precios y aranceles, cobraba derechos, etc.; pero también,
conformaba las milicias de la ciudad y administraba justicia en primera
instancia.
La comuna estaba formada por los vecinos que eran los ciudadanos que tenían
plenos derechos, es decir, los que vivían en la ciudad y poseían bienes raíces.
Los cabildos se componían de funcionarios judiciales (alcaldes) y regidores que
eran los responsables del aprovisionamiento y mantenimiento de la ciudad y
representaban al cabildo en aquellas funciones ceremoniales que formaban
parte importante de la vida cotidiana, como las procesiones y fiestas. La
autoridad principal dentro del cabildo de Jujuy era el Teniente de Gobernador y
Justicia Mayor, designado por el gobernador de Tucumán, cuya función era la
de gobernar la jurisdicción. Además de este funcionario, integraban el cabildo
dos alcaldes, seis regidores y otros funcionarios, como el procurador general
de la ciudad (representaba a la ciudad ante los tribunales o también podía
exponer los deseos de los vecinos), el alférez real (portaba el estandarte de la
ciudad), el alguacil mayor (tenía que velar por la seguridad de la ciudad), el
alcalde de la santa hermandad (actuaba como policía en las áreas rurales), el
fiel ejecutor (que hacia las veces de ecónomo) y el escribano. Ellos eran
elegidos anualmente por todos los miembros del cabildo que tenían voz y voto,
aunque en la práctica y con el correr del tiempo algunos de estos cargos se
subastaban.
La institución del cabildo también se repetía en los pueblos de indios de la
jurisdicción. Los pueblos de indios habían sido fundados por iniciativa de los
encomenderos, con el fin de asentar a la población entregada en encomienda.
La creación de estos pueblos obedeció a diferentes motivos: articulación
económica, catequización, mantener la separación estamental entre indios y
blancos y extender el control fiscal y de la mano de obra. Su fundación
profundizó, entre la población indígena, las alteraciones ya introducidas por la
conquista y la encomienda.
Estos pueblos copiaban el diseño, la distribución espacial y las instituciones de
las ciudades. Sus edificios principales (como el cabildo o la iglesia) se ubicaban
en una plaza, desde donde partían las diferentes calles. Las ordenanzas de
Alfaro de 1612,13 decretaban que en los pueblos de indios se debía crear un
cabildo indígena con alcaldes y regidores, que tenían la función de acompañar
al cacique en el gobierno del pueblo y podían intervenir en la resolución de
conflictos locales: riñas, prevenir borracheras, etc. Si el delito era de una
13
Las Ordenanzas de Alfaro, fueron el producto de la visita al Tucumán, Paraguay y Río de La
Plata del Oidor de la Audiencia de Charcas: Francisco de Alfaro. La misma se realizó a partir de
las denuncias sobre el maltrato que padecían los indios de estas regiones. Como consecuencia
de la visita fueron promulgadas las Ordenanzas. En ellas se prohibía el servicio personal de los
indios, se ordenaba reducirlos a pueblos con cabildos y prohibía la extracción de hombres a
otras regiones, entre diversas medidas.
30
14
Vergara, Miguel Ángel, Orígenes de Jujuy, San Salvador de Jujuy, Gobierno de la Provincia
de Jujuy, 1966, p. 20; ATJ, Reunión de Cabildo sobre el proceso entre Francisco de Argañaraz
y Juan Ochoa de Zárate, 13 de Abril de 1598, Legajo n° 9, f 17 v.- 19; ATJ, Reunión de Cabildo
sobre el pleito entre Francisco de Argañaraz y Juan Ochoa de Zárate, legajo n° 12, 1598, f 1-9.
31
15
AHJ, Acta Capitular, 1624, caja XXI, legajo 1, f. 194.
16
Palermo, Miguel Ángel, “Reflexiones sobre el llamado complejo ecuestre en la Argentina”
Runa Vol. XVI, Buenos Aires, Argentina, UBA, 1986, pp. 157-176.
32
La iglesia
20
Barnadas, Josep, “La iglesia católica en Hispanoamérica colonial”, en Bethell, Leslie, Historia
de América Latina, Barcelona, Editorial Crítica, 1990, tomo 2, p. 190.
21
Sánchez, Sandra, Fragmentos de un tiempo largo. Tilcara entre los siglos XV-XIX, Tesis de
licenciatura inédita. Universidad Nacional de Jujuy, 1996, p. 20.
22
Sánchez Matamoros, Alonso, "San Antonio de Omaguaca en los siglos XVII y XVIII
34
En el virreinato de Perú, desde fines del siglo XVI, un fuerte mercado interno
colonial se fue estructurando por la especialización productiva de las diferentes
regiones que lo componían. Las zonas mineras eran los polos de desarrollo
que demandaban el consumo de diversos productos, generados por otras
regiones, que se fueron articulando alrededor de ellos, conformándose así, el
“espacio económico peruano”, que bordeaba los Andes desde Quito y se
introducía en la pampa húmeda.24
Desde su nacimiento, la jurisdicción de Jujuy estuvo fuertemente vinculada en
su economía al espacio peruano, ya que nuestra ciudad era el paso obligado
entre la Gobernación de Tucumán y las regiones mineras del norte (Potosí,
Porco, Oruro, Chichas, Lípez y la propia puna de Jujuy). El movimiento de esta
ruta comercial sustentaba el crecimiento económico de la región de Tucumán.
Dentro de las rutas de intercambio a larga distancia, Jujuy era el punto en el
que comenzaba el ascenso hacia las tierras altas. Aquí se abandonaba el
transporte de las carretas por los animales de carga. Desde el valle de Jujuy, el
camino real ascendía por la quebrada de Humahuaca y, a partir de allí, cruzaba
la Puna.
La ciudad de Jujuy era la más cercana al área minera dentro del conjunto de
ciudades del Tucumán. Dentro de su jurisdicción también existían
explotaciones metalíferas en la Puna: el centro de ella estaba en el cerro del
Espíritu Santo de Cochinoca, donde desde 1600 se extraía plata, y para el
procesamiento de este mineral se crearon algunos ingenios mineros en la
Puna. Pero también existían otras vetas y explotaciones menores, como la
extracción de oro de origen aluvional en la zona de Rinconada. Si bien estas
explotaciones eran modestas, en comparación con otras zonas mineras,
atrajeron una cantidad de población apreciable que se dedicaba al cateo de
minas, a la construcción de los ingenios o trabajaban en los lavaderos de oro.
Algunos encomenderos de Jujuy intentaron probar suerte con el negocio
minero, tal fue el caso del propio fundador de la ciudad Francisco de
Argañaraz, que con unos socios construyó un ingenio cerca de Cochinoca o del
encomendero de los pueblos de la Puna, Cristóbal de Sanabria que, en la
primera mitad del siglo XVII, constituyó una compañía para obtener plata, en la
cual él aportaba la mano de obra de su encomienda.25 Sin embargo, esta
actividad no duró mucho para el grupo de los encomenderos; desde 1640, en
varias oportunidades, entraron en conflicto con los empresarios mineros de
Chichas por la mano de obra.
Desde el establecimiento de la jurisdicción, los habitantes de la ciudad
buscaron adaptar la producción local a las demandas de los mercados mineros
y por ello, quedaron sujetos a los cambios y fluctuaciones que en dichos
mercados se originaban.
23
Sánchez, Sandra, Fragmentos de un tiempo... op. cit, 51.
24
Assadouriam, Carlos Sempat, El sistema de la economía colonial. Mercado interno, regiones
y espacio económico, Lima, IEP, 1982.
25
Sica, Gabriela, Del pukara al pueblo de indios. El proceso de construcción de la sociedad
indígena colonial en Jujuy, Argentina, siglo XVII, Tesis Doctoral inédita, 2005, pp. 89-92.
35
26
Escobari de Querejazu, Laura, Producción y comercio en el espacio surandino en el siglo
XVII, La Paz, Bolivia, Embajada de España, 1985, p. 56.
27
Assaduriam, Carlos Sempat, El sistema... op.cit., pp. 46-49
36
regulados por los cabildos.28 Los granos, las harinas y sus derivados, entre los
que se cuentan bizcochos, al igual que otros productos (vino de la zona),
tenían como mercado principal la Puna y las minas de Chichas y Lípez, que por
sus condiciones ecológicas y su cercanía podían compensar el precio del
transporte. Un indicio de la importancia que podía alcanzar la exportación de
cereales y sus derivados, lo constituyeron la abundancia de molinos harineros.
En los primeros años coloniales los molinos instalados en las márgenes de la
ciudad cubrían las necesidades locales, pero después de 1600, comenzó a
crecer la construcción de molinos dentro de las haciendas de la Quebrada y las
chacras de Palpalá. Hacia 1630, existían más de 15 molinos harineros para
abastecer a una ciudad que tenía algo más de 30 casas.29
Otro de los rubros era el comercio de la madera, en tanto insumo de la industria
minera, en su carácter de combustible o como partes de los ingenios que
molían el metal. De ellas, la más importante eran los ejes. Esta pieza era una
viga de unos 5,5 mts a 7 mts de largo, que debía construirse a partir de un
tronco único y sin resquebrajamiento. Los ejes podían ser de una o dos
cabezas y por la importancia de su factura alcanzaron un alto precio en la
ribera de Potosí o en los ingenios de Chichas y Lípez. A partir de la década de
1630, los ejes de ingenios se fabricaban en el sur de la ciudad, y se hacían por
encargo o se los llevaba a vender directamente a la ribera de Potosí, en donde
se entregaban a un consignatario para su venta. En este comercio participaban
algunos de los vecinos y encomenderos, en especial aquellos que tenían sus
explotaciones económicas en el valle de Jujuy y propiedades con acceso a
zona de yungas, de donde se obtenía la materia prima. Aparte de los ejes
también se fabricaban otras piezas como duelas, tablas, tablones, cadenas y
mazos. Si bien es difícil establecer el volumen de esta producción, porque sólo
quedaron registros de cuando se entregaban a consignatario y los encargos
que se pagaban a plazos, los testamentos permiten inferir que su fabricación y
comercialización era mayor al sugerido en las actas notariales.30
En las últimas décadas del siglo XVII, una nueva coyuntura complica la
actividad económica de todos los vecinos de la ciudad. Es notorio en las
fuentes consultadas la disminución del volumen y valor de los negocios, como
de las fortunas y las pérdidas de patrimonio de algunas encumbradas familias.
Una de las causas fue el declive de Potosí, que pareció afectar negocios
principales, a lo que se sumó la pérdida de zonas productivas y haciendas
debido a los ataques de los pueblos chaqueños.
28
Fradkin, Raúl, “El mundo rural colonial”, en Tandeter, Enrique, Nueva Historia Argentina. La
sociedad colonial. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2000, pp. 241-285
29
Sica, Gabriela, “Del pukara al pueblo... op.cit., p. 78.
30
Ibid, pp 124-129.
37
La sociedad colonial
31
Ibid, pp. 56.
38
33
Sánchez, Sandra, Fragmentos de un tiempo... op. cit., pp. 79-82; Sica, Gabriela, Del
Pukara... op. cit. pp. 304-312.
34
Sánchez, Sandra y Sica, Gabriela, “Por ser gente de otra ley... Tobas, mocovies y ojotaes
reducidos en el valle de Jujuy. Prácticas y discursos. Siglo XVII y XVIII”, Journal de la Societe
des Americanistes. n° 83, París, pp. 59-82.
41
35
Sica, Gabriela, Del pukara... op. cit., pp.95-101.
36
Ruibal, Beatriz,”Cultura y política en una sociedad de Antiguo Régimen”, en Tandeter,
Enrique (comp.), Nueva Historia Argentina... op. cit., pp. 423-426.
42
las Intendencias; éstas tenían el fin de lograr un control más efectivo sobre las
colonias y acrecentar los beneficios de la metrópoli. Esta medida provocó una
reorganización territorial y de espacios, que permitieron encumbrar a algunas
regiones por sobre otras. La política borbónica incrementó la presión fiscal a
través del aumento de impuestos vigentes y la creación de otros nuevos,
mejoras en el sistema de recaudación, gravando la circulación interior e
intentando que ellos alcanzaran una mayor cantidad de población.
El gobierno de los Austrias en América se había basado en el equilibrio de los
diversos grupos de poder e intereses contrapuestos. Esta política había
favorecido la creciente participación de los criollos (hijo de españoles que
habían nacido en América) en la burocracia colonial. A partir de 1750, el nuevo
proyecto colonial, que abarcaba todos los aspectos de las relaciones entre
España y América, priorizó la reducción de la participación de los criollos en el
gobierno de América. Aparecieron entonces los burócratas y funcionarios de
carrera, formados en España, que arribaban a América a retomar el control de
la administración.37 Junto a ellos, llegaron militares de carreras y comerciantes
que se asentarán en diferentes regiones, ligados a la política de búsqueda de
riquezas, centrada ya no tanto en la extracción de metales preciosos, sino
también en el comercio y la agricultura. Es por eso que, durante este siglo, hay
una expansión de las fronteras agrícolas, en muchos casos tierras ganadas a
expensas de territorios indígenas no incorporados todavía al sistema colonial.
A pesar de esto, en el caso del Virreinato del Perú, la minería de Potosí
comenzó su lenta recuperación, desde las primeras décadas del siglo XVIII
hasta 1800, sobre todo por el aumento de la productividad del trabajo forzado a
través de la mita. Esto implicaba, según Tandeter, que el papel dinamizador de
este mercado fue restringido. Durante el siglo XVII, con la baja de la minería de
Potosí se habría producido una creciente autonomización de zonas productoras
y circuitos mercantiles, respectos a los mercados mineros, junto a la aparición
de nuevos mercados. Algunos de estos estuvieron estimulados por la política
económica de los Borbones, a partir de 1750, por ejemplo, la presión fiscal
sobre las comunidades indígenas y especialmente la legalización de la práctica
del reparto forzoso de mercancías.38 Todo ello contribuyó a ensanchar los
mercados consumidores para productos de haciendas y obrajes, junto con los
productos de ultramar.39
Durante el siglo XVIII, se produce un crecimiento de la población americana,
coincidentemente con el creciente desarrollo de grupos que desafiaban la
división original de la “republica de Indios”, frente a la “república de los
españoles”. Estos grupos eran producto de los procesos de mezclas y
mestizaje, a los que se incorporaban los esclavos traídos de África y que se
habían extendido a lo largo de la América colonial. Estos conjuntos de
“mezclas” se denominaban “castas” y predominaban especialmente en las
ciudades, dando lugar –especialmente en México- inclusive a una escuela de
pintura (la pintura de castas) que intentaban clasificar lo inclasificable. En los
37
Ibíd. , 426
38
En la década de 1750 se legalizó el reparto forzoso de mercancía, esta práctica consistía
que los corregidores (funcionario reales que tenían a su cargo el cobro de tributo y control de la
población indígena) entregaban a las comunidades indígenas distintos bienes que
forzosamente debían comprar a los precios que estipulaba el corregidor (siempre mucho más
altos que los precios del mercado).
39
Tandeter, Enrique, “Población y economía en los Andes (siglo XVIII), Revista Andina, año 13,
nº 1, Cusco, Perú, Centro Bartolomé de Las Casas, 1995, pp.17-20.
43
40
Véase: Vergara, Miguel A., Compendio de la Historia de Jujuy, Jujuy, 1968; Gullon Abao, La
Frontera del Chaco en la Gobernación del Tucumán (1750-1810), Cádiz, 1993.
41
Se registraron 80 casos en los Libros de Bautismos 4,5 y 6 (1718-1763) Libros 2,3 y 4 de
Defunciones (1724-1788) AOJ.
44
Población y sociedad
La ciudad de Jujuy a mediados del siglo XVIII: hogares coloniales
46
Conti, Viviana, “Salta, Intendencia de” , en: Barnadas, Joseph (director), Diccionario Histórico
de Bolivia, Sucre, Bolivia, Grupo de Estudios Históricos, 2002,Tomo II, pp. 828-829.
46
Grande. En las primeras cuadras eran todas casas con algunos ranchos
intercalados, y luego al final todos ranchos.47
Con relación a la composición de los hogares,48 si bien la mayoría estaba
habitada por unidades nucleares, eran igualmente numerosas las familias
ampliadas. Dentro de este tipo, hijos casados que seguían conviviendo junto
con su cónyuge, en la casa paterna, o madres que vivían en hogares de hijos
habidos de un matrimonio anterior. Junto a ellos se encontraban un conjunto
heterogéneo de personas, sin relaciones familiares, o de servidumbre, que
convivían bajo el mismo techo, Un buen número de ellos eran residentes
ocasionales o semipermanentes (visitantes, huéspedes o inquilinos), que
integraban una masa de población móvil y transitoria, entre los que se
encontraban partícipes del comercio de la región, que transitaban
constantemente y que le daban a la ciudad rasgos de una gran movilidad, en
continuo cambio y renovación, situación que respondía a la realidad económica
regional y a su posición geográfica intermedia.
Con respecto a la distribución de los jefes de hogar, la preponderancia la tiene
el sector español, que a su vez son los únicos que registran criados. Tal es el
caso del encomendero de Yala José Antonio de Goyechea que registra 32
criados y el del Tesorero Juan Antonio Ramón Herrera, con el llamativo número
de 43, de los cuales doce eran negros esclavos. Estos últimos conformaban las
familias más poderosas de Jujuy a comienzos del Siglo XVIII, y a pesar de ser
encomenderos no provenían de las antiguas familias fundadoras de Jujuy.
Por ultimo, el alto porcentaje femenino como jefes de hogares, nos revela una
nueva estimación del papel de la mujer y su participación en el desarrollo
histórico en el Jujuy Colonial.
47
Estas estimaciones están basadas en el análisis de tres Matriculas de Confesión (1755, 1756
y 1757), registros promovidos anualmente por la Iglesia para empadronar a todos sus feligreses
exceptuando a los niños que aún no habían recibido el sacramento de la confesión,
organizados por calles y por casas. Ulloa, Mónica,”Población y unidades domesticas en una
ciudad colonial: San Salvador de Jujuy 1755-57”, en Teruel, Ana, (comp.), Población y trabajo
en el Noroeste Argentino. Siglos XVIII y XIX, San Salvador de Jujuy, UNIHR, 1995.
48
Se entiende por “hogar”, al grupo de personas que viven en común, bajo un mismo techo,
que comparten ciertas actividades y que pueden estar o no interrelacionadas por parentesco.
49
Seguramente esta población era mayor, pues no esta incluido el curato de Humahuaca y el
de Río Negro que ya en esta época se consignaban para Jujuy.
47
50
Unas situadas en el valle del Tojo (ricas por sus viñedos), actual Bolivia, dedicadas
principalmente a la agricultura. En el Tucumán, la hacienda de Yavi dedicada a la agricultura y
ganadería, mientras que en Casabindo y Cochinoca, tierras de sus indios de encomienda, la
principal actividad era la ganadería. Véase Madrazo, Guillermo, Hacienda y encomienda en los
Andes, Buenos Aires, Fondo Editorial, 1982.
51
Esta diferenciación no se encuentra en el Censo de 1779,si en Revisitas y Padrones tardo
coloniales, estudiados por Palomeque, Silvia, “ Acceso a los recursos y participación mercantil
en una zona rural surandina (Puna de Jujuy, siglos XVIII y XIX)”, en: Silva y Escobar (coord.),
Mercados indígenas en México y los Andes. Siglos XVIII y XIX, México, Instituto Mora y
CIESAS, 2000, pp.177-210.
52
En el caso particular de la ciudad de Jujuy ha sido trabajado por: Gil Montero, R., La
población de Jujuy entre 1779 y 1869, Tesis de Licenciatura inédita, Facultad de Filosofía y
Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba, 1993.
48
a los Andes del Sur. Migraciones, Comercio y Elites”, Andes, Antropología e Historia. nº 8,
Salta CEPHIA, Universidad Nacional de Salta, 1997; Conti, Viviana, “Estrategias mercantiles,
redes y migraciones de comerciantes durante el periodo rosista”, Cuadernos 21, San Salvador
de Jujuy, Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, UNJu, 2003.
54
Entre los pulperos podemos nombrar a Vargas Machuca, Felipe Ruiz Cabrera, Domingo
Pérez, Miguel Fernández, Antonio Bado, Bernardo Gomes.
55
Ejemplos como Gaspar Lozano que ocupó en 1761 el cargo de Contador Juez Oficial Real
Interino de las Reales Cajas de la Provincia del Tucumán; Gabriel Güemes Montero que
primero fue Tesorero Juez Oficial Real de las Cajas de la ciudad de Jujuy en 1777, y luego fue
en Salta ministro principal tesorero de las Reales Cajas.
56
Juan Antonio Mora Díaz Coronel de los Reales Ejércitos y fundador de la ciudad de Orán,
recibió una estancia en Oran; Gregorio Zegada las tierras de Río Negro, Sora y El Palmar.
57
Son las ciudades de Santiago del Estero, Tucumán, Catamarca, Córdoba y Salta. Guzmán,
Florencia, Los mulatos- mestizos en la jurisdicción riojana a fines del Siglo XVIII, Bs. As, p.107
58
Se utiliza esta denominación donde se incluye a negros, zambos, pardos y morenos.
59
Los de color el 36 % (Mulatos 21 %, Negros 15 %), Mestizos 25 %, Españoles 24 %, Indios
14 %, Indeterminados 1 %. Gil Montero, Raquel, La población... op. cit., p. 79.
50
60
Crisis que afectó al “espacio peruano” desde 1660 hasta 1740-50. Assadourian, Carlos
Sempat, El sistema de la economía..., op. cit., p.15.
61
Gracias a los trabajos de Nicolás Sánchez Albornoz sobre el comercio de mulas en Salta y
Jujuy, se nos permite apreciar la importancia que tuvo esta actividad en la región. Sánchez
Albornoz, Nicolás, “La saca de mulas de Salta al Perú, 1778-1808”, Anuario Nº 8, Rosario,
1969; Sánchez Albornoz, Nicolás,” La extracción de mulas de Jujuy al Perú. Fuentes, volumen
y negociantes”, Estudios de Historia Social.1, Bs. As. , 1965.
62
Paz, Gustavo,”A la sombra del Perú: mulas, repartos y negocios en el norte argentino a fines
de la colonia”, Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”, Bs.
As, 2º semestre 1999, Tercera serie, Nº XX, p. 51.
51
Jujuy fue una plaza menor dentro de este comercio, nunca llegó a traficar los
volúmenes manejados por la ciudad de Salta.63 El prototipo del negociante
jujeño en mulas no fue el gran tratante, aunque hubo excepciones, como
Bárcena y Sánchez de Bustamante, quienes favorecidos por la primera gran
expansión del comercio mular en las décadas de 1760 y 1770, volcaron parte
de su capital en la compra de tierras, con la expectativa de aumentar sus
beneficios; dedicándolas a la crianza de ganado y el engorde de mulas
provenientes de las provincias del Sur y entrando en los circuitos mercantiles
regionales como proveedores de ganado a los mercados andinos.
El negocio de la invernada estimuló la compra de tierras o la búsqueda en la
obtención de mercedes, en las zonas recientemente incorporadas de la frontera
del Chaco; un ejemplo de este proceso es el caso de Gregorio Zegada, quien a
las extensiones de tierras en los valles subtropicales le sumó propiedades en la
Puna, Quebrada y Valles Centrales. Las primeras fueron mercedes ganadas
por su participación en la guerra de frontera, mientras que a las demás las fue
adquiriendo por compra. Estas tierras, ubicadas en distintos pisos ecológicos,
le permitieron a Zegada, según sus propias palabras, “invernar mas de diez mil
mulas”.64
En 1780, circunstancias externas como las rebeliones indígenas de los Andes,
provocaron un descalabro de los mercados peruanos, iniciándose una fase de
declinación en el comercio de mulas. Este se recuperará recién en 1795, etapa
expansiva que durará hasta las Guerras de la Independencia, aunque no
tendrán el mismo destino que en tiempos pasados -el Alto Perú y Potosí- sino
el Perú. Esta demanda estará más en relación con el comercio interregional -
que tenía como fin abastecer a todo el espacio andino y en especial a los
centros mineros- que con la actividad minera propiamente dicha.65
El comercio de mulas en Jujuy, en esta nueva fase, seguirá siendo de escasa
dimensión con respecto a Salta. Por el contrario, más importante fue la
exportación de vacunos. Ésta era controlada por los comerciantes de Chichas,
quienes reducían a las vacas a charqui, para proveer a los centros mineros
cercanos a Potosí.66
63
Entre 1774 y 1784 Jujuy interna 7500 y Salta 28.000 mulas. En 1771 la diferencia es mayor:
Jujuy 3400, Salta 39.000.Sánchez Albornoz, Nicolás,”La extracción de mulas de Jujuy...”,
op.cit., pp.108-109.
64
Zegada era propietario de las estancias y potreros de Rodero, Siansa, el Pongo, Río Negro,
Sora y El Palmar. ATJ. Caj.54, leg.1773, año 1801.
65
Véase: Mata, Sara, “Comercio Regional. Salta a comienzos del Siglo XIX”, en: Andes. Nº4,
Salta, CEPIHA, Universidad Nacional de Salta, 1991, p. 148.
66
Véase: Palomeque, Silvia, “La circulación mercantil en las provincias del Interior.1800-1810”,
en Anuario IHES Nº4, Tandil, 1989, p.166.
67
Los efectos de Castilla comprendían diferentes productos de manufactura europea, como
diversos tipos de telas, encajes, cintas, herramientas, etc. Los productos de la tierra
involucraban a mercancías de producción americana o indígena como la coca o los tejidos
realizados en los obrajes textiles de distintas zonas.
52
68
Paz, Gustavo, “Familia, linaje y red de parientes: la elite de Jujuy en el Siglo XVIII”, Andes.
Antropología e Historia, nº 8, Salta, CEPHIA, Universidad Nacional de Salta, 1997.
69
Además de azúcar se producían derivados como la chancaca (masa preparada con azúcar o
miel), aguardiente y mistela (bebida que se hacia con aguardiente, azúcar, agua y otros
ingredientes).
70
Palomeque, Silvia,”La circulación mercantil en...”, op. cit., pp.175.
53
71
Mata de López, Sara,”Los comerciantes de Salta a fines del Siglo XVIII”, Anuario, Escuela de
Historia, Facultad de Humanidades y Artes, UNR, 1993-94, Nº XVI, p.191.
72
Palomeque, S.,”La circulación mercantil en...”, op.cit., pp.172.
73
En 1801 el Subdelegado de la Puna José Calixto de Sanzenea remitió desde el pueblo de
Rinconada por mano de Juan Nadal y Guarda 842 libras de lana de vicuñas, las cuales le han
abonado en cuenta de tributos, al precio de 5 reales la libra, lo que hace un total de 553 $.
AHS. Fondo de Gob. Carpeta Nº 18. Años 1800-1801.
54
[...] maxime quando es publico y notorio el infatigable trabajo que con que
durante nuestro matrimonio me porte tanto en el despacho de la pulperia como
en el repartimiento diario del pan, que por mis manos amasaban, sin omitir las
faenas de favor y demas anexas a nuestro comercio [...]. 75
operarios, o fomento para que las trabajen, siempre subsisten en este Ministerio
algunos Españoles, y tales quales Indios de los Pueblos de Kasavindo y cochinoca
de la Encomienda del único Titulo de Castilla que tiene esta provincia, que es el
Marques de Valdetojo [del Valle de Tojo] en que logran adquirir algun oro, para
pagar sus tasas, o tributos [...] 78
Las minas otorgadas a Pedro Alonso de Celis, habían pasado unos años a
propiedad de la compañía conformada por Ángel Antonio de la Bárcena y
Manuel Fernández Valdivieso, quienes en 1789 asentaron una compañía para
trabajar las minas de plata en Pan de Azúcar, junto a otras que se ubicaban en
la jurisdicción de Atacama. En cambio, la veta de El Aguilar fue comprada por
Gregorio de Zegada, en su intento por incursionar en el negocio minero. Sin
embargo, estas explotaciones parecen fracasar, ya que estas minas aparecen
abandonadas a fines del siglo XVIII.79
Otro metal muy importante fue el oro. La existencia de vetas de este mineral
fue el motivo por el cuál muchos españoles se radicaron en la Puna. Desde
épocas prehispánicas, su existencia era conocida, y el oro se obtenía,
fundamentalmente, de las arenas auríferas de los ríos llamados venéreos y
aventaderos.80 En su explotación participaban tanto indígenas como españoles.
Si bien este tipo de actividad tuvo un escaso atractivo para la inversión en gran
escala, como puede verse en la descripción de Mena y otras fuentes
contemporáneas, era un recurso utilizado por los indígenas para el pago de
tributos, y también para la compra de algunos productos. Para el trabajo de
estos lavaderos de oro, como vimos, no se requería de grandes
construcciones, ya que sólo se utilizaban simples instrumentos para remover la
tierra y separarla del agua. Sin embargo, a lo largo de la etapa colonial, fue
importante para la atracción de una población española e indígena difícil de
cuantificar, pero con la suficiente importancia como para que la región contara,
desde el siglo XVII, con un Teniente de Gobernador, varias poblaciones con
sus iglesias (que revestían la calidad de parroquias o viceparroquias) y un
número de pulperías que superaba a muchas de las ciudades cabeceras de
jurisdicción.
78
Mena, Filiberto,"Fundación de Salta. Descripción... 1772", citado por Palomeque, Silvia,
“Acceso a los recursos... op.cit, p. 205.
79
Informe de Rafael Luz de las minas de plata y oro que había en la Intendencia de Salta.
Citado por Acevedo, Edberto, La Intendencia de Salta del Tucumán en el Virreinato del Río de
la Plata, Mendoza, Universidad Nacional de Cuyo, 1965, p. 235.
80
El oro de lavaderos se recoge separando tierra aurífera de los “veneros” que son lechos de
arroyos cubiertos de aluviones, que implican cavar de 2 a 4 metro; o de los “aventaderos”, o
antiguos lechos de ríos, en superficie. La tierra recogida se lava, siempre y cuando llueva.
56
de 1780 hasta mayo de 1781, y la segunda, desde esta época hasta dos años
más, cuando continuó en manos de los parientes y seguidores de
Condorcanqui hasta articularse con el movimiento de Julián Apaza o Tupac
Catari en la zona aymara. En la segunda etapa, el foco entonces se desplazó al
altiplano de la actual Bolivia y tuvo su epicentro en La Paz, ciudad que fue
sitiada durante un tiempo por los seguidores de Tupac Catari. Hacia 1783, la
“Gran Rebelión” había sido sofocada con la ejecución de Diego Cristóbal Tupac
Amaru y sus parientes en Cuzco.
En 1781, el gobernador de Tucumán Mestre comunicaba a sus superiores que
se había visto obligado a atender varios focos de la rebelión en Jujuy. El
primero se desarrolló entre abril y mayo de ese año (cuando en la sierra
peruana se estaba sofocando al ejercito de Tupac Amaru II) y tuvo lugar en el
frente oriental, cuyo núcleo era la reducción de San Ignacio de los Tobas. A la
cabeza de este movimiento se encontraba José Quiroga, mestizo e intérprete
de dicha reducción, en la que servía de soldado. Quiroga había convocado a
los tobas reducidos y logró sumar a otros indios chaqueños “salvajes”,
rebelándolos y atacando también los fuertes que protegían a San Ignacio. Esta
incursión tuvo relativo éxito, ya que fueron rechazados en el de Río Negro, y la
contuvieron en el fuerte de Ledesma.
La defensa de la ciudad de Jujuy estuvo a cargo del gobernador de armas
Gregorio Zegada, quién alertado sobre un posible avance de guerreros tobas y
matacos por el paraje de Zapla (inmediato a la capital), a fines de marzo se
adelantó y atacó sorpresivamente a los rebeldes. Como resultado de este
ataque apresó varios prisioneros, mientras los demás huyeron hacia los
montes. La sorpresa y la superioridad de armamentos favorecieron las victorias
del gobernador de armas y sus hombres. La represión que se desató con esta
victoria llegó a extremos durísimos: a modo de ejemplo, la cabeza cortada de
los dirigentes fue exhibida en la picota o en los cubos de los fuertes y
reducciones.
Posteriormente, en un segundo momento, la ola de rebeliones se desplazó
entre mayo y junio de 1781 hacia la Puna. No sólo influenciados por el
alzamiento de Tupac Amaru II (quién acababa de ser ejecutado), sino
especialmente por las acciones del rebelde altoperuano Tupac Catari, que
mantenía un prolongado sitio a la ciudad de La Paz, y había remitido
convocatoria a los pueblos de Rinconada, Casabindo, Cochinoca y Santa
Catalina para que se plegaran a su causa. El 18 de marzo, una carta informaba
al virrey de la presencia de Dámaso Catari en la Puna y la posibilidad de la
extensión del movimiento en la región:
[...] Durante la marcha desde Jujuy encontré al Marques del Valle de Tojo con
toda su familia, que iba fugitivo de su casa y hacienda temeroso de los presentes
alborotos. A poca distancia me hizo avisar el cura de Cochinoca y Casabindo,
lugares pertenecientes al citado Marques, que ambas poblaciones estaban
sublevadas.
El 14 encontré al cura de Santa Catalina, huido y á poco rato supe que aquel
lugar estaba sublevado y que se publicaban en él bando y edictos en nombre de
José Tupac Amaru [...] toda esta fermentación y el haber adquirido noticias de
59
La Ciudad y su entorno.
1
Acevedo, Edberto Oscar, La Intendencia de Salta del Tucumán en el Virreinato del Río de La
Plata, Mendoza, Universidad Nacional de Cuyo, 1965. Rojas, Ricardo, Archivo Capitular de Jujuy,
Buenos Aires, Imprenta Coni, 1944. Tomo IV, pág. XXIV.
2
Bass, Z. W., “Tarija, cuestión internacional”, en Joseph M. Barnadas (director), Diccionario
Histórico de Bolivia, Sucre, Grupo de Estudios Históricos, 2002. Tomo II, pp. 977 a 978
60
Era una ciudad chica pero con mucho movimiento de personas: viajeros,
arrieros y transeúntes que hacían el camino entre las “provincia de arriba”
(Bolivia y Perú) y las “provincias de abajo” (provincias rioplatenses). Como era
la última o primera ciudad del camino carretero, según el destino y procedencia
de los viajeros, éstos debían cambiar de medio de transporte, reemplazar la
mula por la carreta o viceversa, lo cual obligaba a la permanencia en la ciudad
el tiempo necesario para realizar estos preparativos y abastecerse de lo
necesario para el viaje. En las pulperías y almacenes se podían comprar todos
los artículos imprescindibles; también había talleres artesanales, una carnicería
y un molino, ubicados en los suburbios que daban sobre el río Xibi-Xibi. El
cruce del río hacia la banda (Cuyaya) se realizaba por dos sendas ubicadas a
la altura de las actuales calles Lamadrid y Senador Pérez.
Al ser Jujuy la última ciudad en el camino carretero entre el Río de La Plata y
Potosí, hasta aquí llegaban las carretas cargadas con mercancías, con destino
a los mercados del Alto y Bajo Perú; en adelante sólo se podía continuar el
viaje en mula, por lo que las cargas debían enfardarse para ubicarlas en tercios
de mula o burro.3
De ahí que la ciudad sea un depósito general de artículos para viajes a través de
las sierras. La dificultad en pasar las cordilleras, hace necesaria la previsión. Es
también por esto que después de Buenos Aires ninguna otra ciudad presenta
tanto movimiento comercial como Jujuy.4
Distintos y variados caminos conectaban a Jujuy con Salta, con Buenos Aires y
las otras provincias del Río de la Plata; con Bolivia, Perú y la costa del océano
Pacífico. Los caminos “carreteros” eran aquellos en los cuales podían circular
las carretas, que generalmente eran las vías que iban hacia el Sur; los caminos
de “herradura” eran los que habilitaban sólo el paso de cabalgaduras (caballos
o mulas), por lo tanto eran los más numerosos y comunicaban a Jujuy en todas
las direcciones posibles; las vías de comunicación que conectaban con el
Norte, el Este y el Oeste, eran caminos de herradura.
Entre las ciudades de Jujuy y Salta había 18 leguas 5 de camino carretero, que
pasaba por el poblado de San Antonio, a orillas del río Perico, en cuya orilla
norte estaba la Receptoría Aduanera de Jujuy, “La Cabaña”; luego el camino
bajaba por la quebrada de Los Sauces hasta el abra de la Sierra, donde
tomaba el río la Caldera hasta Vaqueros y entraba al valle de Lerma. 6 Desde
3
Temple, Edmundo, Córdoba, Tucumán, Salta y Jujuy en 1826, (Capítulos extraídos del libro
inglés “Travels in various parts of Perú”, Londres, 1830, Traducido por Jaime Noguera con
prólogo del Dr. Juan B. Terán), reimpresión de la Universidad Nacional de Jujuy, 1989.
4
Andrews, Joseph, Las provincias del Norte en 1825, Tucumán, Universidad Nacional de
Tucumán, 1957, p. 104.
5
Una legua = 5000 varas = 4,3300 Kilómetros: Tabla de equivalencia de las pesas y medidas del
sistema metrico-decimal con los antiguos y vice-versa, Jujuy, Imprenta de J. Petruzzelli, 1889.
6
Esa ruta fue recorrida por Concolorcorvo cuando inspeccionó las postas entre ambas
ciudades; véase: Carrió de la Vandera, Alonso (Concolorcorvo), El lazarillo de ciegos
caminantes, Barcelona, Biblioteca Ayacucho, 1985, cit., pp. 85 y 87. Según Nicolás Sánchez
Albornoz, en el siglo XVIII existía una receptoría aduanera en la quebrada de los Sauces,
encargada de controlar los “excesos”; véase Sánchez Albornoz, Nicolás, “La saca de mulas de
Salta al Perú”, en Anuario de Investigaciones Históricas 8, Rosario, 1965. En el siglo XIX la
61
10
Albeck, María Ester, “El amiente como generador de hipótesis sobre la dinámica sociocultural
prehispánica de la Quebrada de Humahuaca”, en Cuadernos nº 3, Facultad de Humanidades y
Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Jujuy, 1992.
11
Conti, Viviana, “Articulación económica en los Andes centromeridionales (siglo XIX)”, en
Anuario de Estudios Americanos XLVI, Sevilla, Escuela de Estudios Hispano- Americanos,
1989, p. 443.
12
Brackebusch, Luis, Por los caminos del Norte, Universidad Nacional de Jujuy, 1990 [1881].
13
Carrió de la Vandera, Alonso (Concoloncorvo), El lazarillo de ciegos caminantes, op.cit.
14
Registro Oficial de Jujuy (ROJ), Compilación de leyes i decretos de la Provincia de Jujuy
desde 1835 hasta el de 1884. Formada i editada por orden del Gobernador de la Provincia, Don
Eugenio Tello. Jujuy, Tipografía Libertad de José Petruzzelli, 1885, Tres volúmenes, Tomo I,
Decreto del 30 de enero de 1844.
15
Véase Boman, Eric: “Carte Archéologique du Nord-Ouet de la République Argentine, 1905”,
en: Antigüedades de la región andina de la República Argentina y del desierto de Atacama,
Universidad Nacional de Jujuy, versión al español, 1992, tomo II.
63
16
ROJ, Tomo I, Decreto del 30 de enero de 1844.
17
Archivo y Biblioteca Nacional de Bolivia (ABNB), Colección Gabriel René Moreno:
“Disposiciones Comerciales vigentes en la República Boliviana”, Sucre, Imprenta La Libertad,
1840 y “Disposiciones Comerciales vigentes en la Aduanas de Bolivia”, Sucre, Imprenta Beeche
y Cia., 1845. El Decreto del 27 de noviembre de 1829, firmado por el presidente Andrés de
Santa Cruz, especifica que el único camino autorizado para la introducción de efectos y
producciones desde la frontera sur, era la ruta que pasaba por la villa de Tupiza; además
establecía que quienes fuesen por caminos diferentes serán objeto de decomiso de sus
artículos, recuas y aparejos. El Decreto del 5 de octubre de 1844, firmado por el presidente
José Ballivián, ratificaba el anterior y agregaba mayores penas al “tráfico clandestino”.
18
El ascenso por las Tres Cruces, a pesar de ser muy abrupto, parece haber sido bastante
transitado, porque la Aduana de Jujuy estableció una receptoría aduanera en Puesto del
Marqués (ROJ, op. cit.)
19
Conti, Viviana E., “La ruta de los arrieros y el salitre”, en Las rutas del Capricornio Andino,
Santiago de Chile, Consejo de Monumentos Nacionales de Chile, 2000.
20
Acevedo, Edberto Oscar, La Intendencia de Salta del Tucumán.., op. cit. Gil Montero, Raquel,
La población de Jujuy entre 1779 y 1869, Córdoba, Universidad Nacional de Córdoba, Tesis de
Licenciatura, 1993, inédito.
64
21
Véase más adelante “ocupaciones realista y éxodos”.
22
Teruel, Ana, “Población y trabajo rural en Jujuy. Siglo XIX”, en Ana Teruel (compiladora),
Población y trabajo en el Noroeste Argentino. Siglos XVIII y XIX, Jujuy, Universidad Nacional de
Jujuy, 1995, pp. 95 a 123.
23
Paz, Gustavo L., Province and Nation in Northern Argentina. Peasants, Elite and the State,
Jujuy 1780-1880, Emory University, Department of History. UMI Dissertation Service, 1999.
24
Gil Montero, Raquel, “La ciudad de Jujuy y su campaña circundante: algunos aspectos de su
población entre fines del siglo XVIII y mediados del XIX”, en Jujuy en la Historia, Avances de
investigación II, Jujuy, Universidad Nacional de Jujuy, 1995, p. 64.
65
pero las fuentes que tenemos no nos permiten cuantificar más allá de la
década de 1820”.25
Finalmente, completan el panorama las estimaciones de población realizadas
por el científico francés Alfred Du Graty en 1859 26, según las cuales la
provincia de Jujuy contaba con 33.139 habitantes, de los que 6.881
pertenecían a la ciudad de San Salvador. Todas las cifras de las que hemos
estado dando cuenta, las volcamos en el siguiente cuadro:
Cuadro 1
Evolución demográfica de Jujuy entre los Censos de 1779 y 1869
Jurisdicción 1779 1810 1826 1851 1859 1869
(1) (2) (3) (4) (5) (6)
Jujuy ciudad 1.707 1.667 2.274 6.881 3.072
Jujuy campaña 11.912 26.633 27.335 26.318 37.307
Totales Jujuy 13.619 12.278 28.300 29.609 33.199 40.379
Fuentes:
1) Datos del Censo de 1779
2) Datos aportados por: Comadrán Ruiz, Evolución demográfica argentina durante el
período hispánico (1535-1810). Buenos Aires, EUDEBA, 1969, citado por Cuccorese y
Panettieri, Argentina, Manual de Historia Económica y Social, Buenos Aires, Ediciones
Macchi, 1971 pp. 60 y 61.
3) Datos aportados por Raquel Gil Montero, La población de Jujuy entre 1779 y 1869,
Córdoba, Universidad nacional de Córdoba, Tesis de Licenciatura, 1993, inédito y Ana
Teruel, “Población y trabajo rural en Jujuy. Siglo XIX”, en: Ana Teruel (compiladora),
Población y trabajo en el Noroeste Argentino. Siglos XVIII y XIX, Universidad Nacional
de Jujuy, 1995, pp. 95 a 123.
4) Datos aportados por Gustavo L. Paz, Province and Nation in Northern Argentina.
Peasants, Elite and the State, Jujuy 1780-1880, Emory University, Department of
History. UMI Dissertation Service, 1999, Tablas 4.1 y 5.1 en p. 419
5) Estimaciones realizadas por Alfred Du Graty, La Confédération Argentine, Paris,
Guillaumin et Cie. Editeurs, 1858 [1855], p. 99.
6) Censo Nacional de 1869.
25
Ibíd., p. 77.
26
Du Graty, Alfred, La Confédération Argentine, op. cit.
66
27
Cf. Raspi, Emma, “Sobre tenderos y Pulperos: Minoristas Urbanos de Salta y Jujuy (Siglo
XIX)”, en: Revista Cuadernos N° 21, Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales,
Universidad Nacional de Jujuy, Julio, 2003.
28
Cf. Raspi, Emma, “Sobre tenderos y Pulperos...”, op. cit..
67
29
Sobre las características de cada rubro véase Raspi, Emma, “El mundo artesanal de dos
ciudades del norte argentino” Anuario de Estudios Americanos, Sevilla, Escuela de Estudios
Hispanoamericanos, LVIII-1, 2001, pp. 163-168.
30
Tal el caso de talabarteros y lomilleros quienes aprovechaban el material procesado en las
curtiembres.
68
En el contexto de las guerras del siglo XIX, las pobres ganancias que el
trabajo artesanal ofrecía, los llevó a buscar ingresos alternativos, como el
alquiler de habitaciones en sus casas-taller.31 Por otra parte, la inestabilidad
del período y la búsqueda de nuevas oportunidades fueron factores que
incidieron para debilitar los vínculos corporativos, pues la necesidad de
ingresos hacía que el trabajador cambiara de oficio en variadas
oportunidades. La tendencia a reorientar la mano de obra familiar fue el medio
mas frecuente para ampliar el espectro ocupacional, así algunas familias
artesanales empleaban a sus hijos en oficios complementarios o mejor
considerados. Dentro de la esfera artesanal también se buscó establecer
vínculos de diversos tipos (profesional, de amistad, parentesco o clientelar) y
con distintos grupos sociales como estrategia económica.32 Sin embargo, en
la sociedad jujeña de entonces, el ejercicio de las artes mecánicas no era
considerado tan prestigioso como otros, por lo que ningún artesano guardó
relación directa con las elites.
Es muy común en el imaginario social, pintar el pasado de la ciudad de San
Salvador como un espacio donde el transcurrir de la vida urbana era lento y
relativamente solitario; sin embargo tanto en las calles principales como en la
plaza o la recova del cabildo, pululaban vendedores ambulantes que dotaban
a la ciudad de una dinámica fisonomía. Entre los numerosos leñeros, placeras,
empanaderas y chicheras, se destacaban los proveedores de agua, que juntos
conformaron el grupo de mayor marginalidad de los trabajadores urbanos.
Los aguateros ocupaban las calles ofreciendo su mercancía al son del pregón,
en carretillas que les servían de instrumentos de transporte y mostrador
indistintamente. A pesar de la facilidad de su provisión, la venta implicaba
frecuentar las fuentes públicas, espacios considerados “poco decentes” para
quienes gozaban de cierto status social.
El abastecimiento de la carne y el pan implicaba formas distintas de
organización: el trigo proveniente de puntos cercanos era procesado en el
molino ubicado en los suburbios de la ciudad. Las diferentes clases de pan se
elaboraban según dos modalidades: las panaderías autorizadas empleaban a
esclavos libertos y realizaban el “pan de hombre”, de acuerdo a antiguas
pautas gremiales, sujetas a las contratas de la corporación y bajo estricto
control del Cabildo33; por tanto constituían un negocio costoso, acentuado por
las fuertes cargas fiscales que debían abonar diariamente. Por otra parte, y
protegidas por la legislación local, las amasanderas elaboraban en el ámbito
doméstico el “pan de Mujer”; se trataba de cuentapropistas que competían
con los panaderos en precio y tipo de pan.
Desde los tiempos coloniales, los abastecedores de carne de la ciudad eran,
simultáneamente, proveedores de cueros para las curtiembres; compraban
ganado vacuno a los hacendados para abastecer de carnes a la ciudad y
firmaban contratos con los curtidores, a quienes repartían el corambre para
confeccionar suelas. Los carniceros estaban obligados a faenar determinado
31
Por ejemplo, el carpintero Vicente Chávez alquilaba habitaciones de su morada a un criador,
una chichera y un sombrerero. AHJ, CG.1851.
32
Algunas familias de artesanos, con sus redes de parentesco y su ética específica, fueron
capaces de producir la confianza y la eficacia en los modos de operar de los talleres; a ello
contribuyó la convivencia entre maestros y oficiales, éstos últimos generalmente eran familiares
directos del propietario del taller.
33 .
ROJ, op. cit, Tomo I, Decreto de 25 de noviembre de 1836 y Tomo II, 9 de agosto de 1859
69
34
AHJ, Sección Ricardo Rojas (SRR), Caja IV, Libro Capitular 1800-1812, Acta del Cabildo del
15 de junio de 1810.
70
La vanguardia del Ejército Auxiliar del Norte, al mando del coronel Antonio
González Balcarce, llegó a Jujuy a fines de septiembre de 1810; de un día para
otro, la calma provinciana de Jujuy dio paso al cuartel de campaña; la
población jujeña debió proveer al abastecimiento y equipamiento del ejército,
para lo cual se dispusieron empréstitos voluntarios, en los que los vecinos
contribuían de acuerdo a sus posibilidades.
Desde el Cuzco avanzaba el brigadier Juan Manuel de Goyeneche, con un
ejército de 4.000 hombres, para sofocar la revuelta del Río de La Plata. La
vanguardia de las tropas realistas se acantonó en la ciudad de Tupiza, en
octubre de 1810. Desde las primeras operaciones militares quedaron
delimitadas las posibilidades de control territorial que tendrían ambos ejércitos.
González Balcarce avanzó con una parte del ejército hasta Yavi, donde se le
unieron los milicianos procedentes de Tarija. Después de algunas
escaramuzas entre ambos ejércitos, en Cotagaita, las tropas independentistas
se replegaron a Nazareno, donde recibieron auxilios desde Jujuy. El 7 de
noviembre de 1810 se produjo la primera gran batalla en los campos de
Suipacha, con el triunfo de los revolucionarios, que siguieron avanzando hasta
Tupiza y Potosí. La entrada en Potosí revestía de un alto valor simbólico para
los hombres de Buenos Aires; sin embargo, en la Villa Imperial, el
comportamiento de los porteños los enemistó con la elite potosina.35
Al comenzar el año 1811 la vanguardia se adelantó hasta Oruro y siguió a La
Paz; en su avanzada por el río Desaguadero, las tropas independientes fueron
derrotadas en Huaqui en junio de 1811 36, lo que provocó su regreso por Potosí
hasta Jujuy.
Mientras tanto, una sublevación en Cochabamba 37, obligó a los ejércitos del
rey a dividir sus fuerzas en dos frentes: Cochabamba y Jujuy. A esta última, en
persecución de las tropas en retirada después del desastre de Huaqui, se
dirigió una parte del ejército realista comandado por el Brigadier Pío Tristán,
que alcanzó y enfrentó a la retaguardia en Sansana, el 16 de diciembre de
1811, donde las dispersas tropas independentistas se reagruparon y lo
vencieron, asegurándose así el repliegue hasta Jujuy.
El Primer Triunvirato había encomendado a Juan Martín de Pueyrredón38 para
que se encargara de recibir y organizar al ejército revolucionario disperso que
llegaba a Jujuy. Pueyrredón reorganizó las fuerzas que pudo reunir y las
entregó a Manuel Belgrano, en la posta de Yatasto en marzo de 1812. La tropa
estaba moral y materialmente destruida, sin alimentos, ropas ni armamentos
suficientes.
En mayo, Belgrano trasladó el cuartel general a la ciudad de Jujuy y la
vanguardia al poblado de Humahuaca. En Jujuy, el 25 de mayo de 1812, el
Ejército Auxiliar del Alto Perú juró la bandera, bendecida por el cura párroco de
Jujuy y ex representante del pueblo ante la Junta de Buenos Aires, el canónigo
Juan Ignacio Gorriti.
35
La historiografía ha resaltado en especial el comportamiento de Castelli “escandalizando por
doquier al pueblo con su irreligiosidad”, Cutolo, V.O., “Castelli”, en Barnadas, Josep (director):
Diccionario Histórico de Bolivia, Sucre, Grupo de Estudios Históricos, 2002, Tomo I, p. 470.
36
Bidondo, Emilio, La Guerra de la Independencia en el Norte Argentino, Buenos Aires,
EUDEBA, 1976, pp. 43 a 54.
37
Era la segunda insurrección; la anterior de 1810 había sido sofocada por los ejércitos
realistas.
38
Hermano del Gobernador Diego de Pueyrredón (véase más adelante en Autoridades)
71
39
AHJ, SRR, Caja II, Legajo 2, Libro Capitular de 1812 y 1813, folios 24-25.
40
Bidondo, Emilio, op. cit.
41
El río Pasaje, desde entonces, también se llamó río Juramento.
42
AHJ, SRR, Ibíd., folio 25v.
72
43
Barnadas, Joseph, Diccionario..., op. cit., Tomo I, p. 280
44
Bidondo, Emilio, op. cit., pp. 92 a 96.
45
Barnadas, Joseph, Diccionario..., op. cit., Tomo II, pp. 711-712
46
Bidondo, Emilio, op. cit., p. 103.
73
operaciones: la defensa del río Pasaje, a cargo del Teniente Coronel Martín
Güemes; la defensa del camino de postas, a cargo del Coronel Gorriti y el
camino de los valles Calchaquíes, a cargo de Pedro José Saravia. Desde
Tucumán mandó armas y municiones a Álvarez de Arenales y los jefes de las
republiquetas, alentándolos a mantener las guerrillas en el Alto Perú; la
guerrilla dirigida por Álvarez de Arenales logró incluso cercar a los realistas en
Charcas.
En tanto, el ejército realista de Pezuela se encontraba cercado en Salta; por el
sur, el Ejército Auxiliar le impedía avanzar y, en el Norte, estaba perdiendo
contacto con su vanguardia en el Alto Perú; además, era constantemente
hostigado por los gauchos, de manera que no podía salir de la ciudad para
conseguir alimentos; aun cuando entre sus hombres había lugareños,
quedaron encerrados en las ciudades de Salta y Jujuy y en el fuerte de
Cobos.47
Ante la situación apremiante, Pezuela optó por evacuar Salta y Jujuy y regresar
al Perú con todos sus hombres48; las derrotas de los monárquicos en el Alto
Perú, la caída de Montevideo en manos de Buenos Aires y la organización del
Ejército de los Andes por San Martín, marcó un punto de inflexión en el
pretendido avance realista hacia el Río de La Plata. Ni siquiera las incursiones
de Guillermo Marquiegui por el Chaco y Orán, a fin de conseguir cabalgaduras
y alimentos, mitigaban la situación de confinamiento en la que se encontraban,
acorralados por las partidas de gauchos.
Ante la ausencia de San Martín, el mando del Ejército del Norte recayó en el
general Rondeau, quien estableció su cuartel general en Huacalera, mientras
la vanguardia se ubicó en Humahuaca. Desde Cotagaita, Pezuela marchaba
por la Puna; el encuentro de ambos ejércitos se produjo en Puesto de Marquez
(17 de abril de 1815), con la desbandada realista hacia Oruro, donde se
reagruparon, incorporando los regimientos dispersos por todo el Alto Perú. Al
mismo tiempo, Rondeau siguió avanzando por Tupiza, Cotagaita y Potosí,
donde se reunió con Álvarez de Arenales. El avance de Rondeau dio lugar a la
Tercera Expedición al Alto Perú, que terminó en el desastre de Sipe-Sipe y
nuevamente se produjo el repliegue hacia el Sur, hasta Jujuy, donde logró
llegar en enero de 1816.
Rondeau, acatando las órdenes del Director Supremo, llevó el ejército a
Tucumán, donde llegó a fines de junio de 1816. Salta y Jujuy quedaron sin un
ejército que las resguardara; sólo las milicias gauchas quedaban para enfrentar
una nueva invasión realista.
En 1816 llegaron al Perú los ejércitos españoles, que habían comenzado la
reconquista de la América Hispana, al mando del general Morillo; se trataba de
las primeras tropas profesionales en llegar al continente americano, que ya
habían sofocado las revoluciones en Colombia y Ecuador.
Pezuela, nombrado Virrey del Perú, encargó la dirección de los ejércitos al
general La Serna; su plan consistía en apoderarse de Jujuy, Salta y Tucumán,
47
Ibíd., pp. 110 y 111.
48
El 31 de julio de 1814, abandonaba Salta, que era ocupada por Güemes y el 2 de agosto los
realistas desocupaban Jujuy que fue ocupada por los comandantes de gauchos Bartolomé de la
Corte y Fermín de la Quintana. Pezuela se estableció en Cotagaita y Olañeta en Yavi; desde allí
avanzaron en reiteradas oportunidades sobre la Puna y la Quebrada, donde siempre fueron
interceptados por los gauchos, ocasionando casi 40 encuentros en menos de un año. Para más
información sobre el tema véase Bidondo, Emilio, op. cit. y Solá, Guillermo, El gran Bastión de
la Patria, Salta, Maktub, 2005.
74
donde se harían fuertes, para luego avanzar hacia Mendoza (para hacer
regresar al ejército de los Andes) y Buenos Aires.
La vanguardia realista, a las órdenes de Olañeta, estaba en Yavi. Las milicias
independentistas estaban divididas en escuadrones: uno en Casabindo al
mando del Marqués de Yavi, Juan José Fernández Campero, quien debía
vigilar la Puna; en Tarija estaban las fuerzas comandadas por el coronel
Francisco Pérez de Uriondo; en Humahuaca, el coronel Manuel Eduardo Arias
vigilaba la entrada a la Quebrada y a los valles orientales; en Tilcara el coronel
Manuel Álvarez Prado, controlaba la Quebrada; en Jujuy, los comandantes
Bartolomé de La Corte y José Gabino Quintana protegían la ciudad; en los
valles centrales, los coroneles Domingo Arenas y Domingo Iriarte; en Salta las
milicias de Güemes y en Tucumán los restos del Ejército del Norte.
Después de algunas escaramuzas, los realistas tomaron prisionero a Campero
y avanzaron sobre la Puna. El pueblo de Humahuaca fue abandonado y sus
habitantes, escoltados por los gauchos de Arias, se refugiaron en Jujuy; esto le
permitió a Olañeta avanzar por la Quebrada sin dar batalla y establecer su
cuartel en Humahuaca, desde donde mandó un destacamento a las órdenes
de Marquiegui a los valles orientales, a fin de cortar las comunicaciones entre
Orán y Tarija y atacar a Jujuy desde el Este; aunque Marquiegui fue hostigado
constantemente por los gauchos de Arias, no pudieron evitar que Olañeta
ocupara la ciudad de Jujuy, cuya población había sido evacuada en un nuevo
éxodo jujeño.
Mientras Olañeta ocupaba Jujuy, el grueso del ejército realista, al mando de La
Serna, llegaba a Humahuaca, fortificaba el pueblo para usarlo de retaguardia y
marchaba hacia Jujuy. A pesar de la superioridad numérica y profesional de
sus tropas, La Serna no pudo avanzar hacia Salta pues, cada vez que salían
de Jujuy, los realistas eran abatidos por los gauchos,49 mientras esperaba los
refuerzos que deberían llegarle desde el Alto Perú.
Belgrano, desde Tucumán, envió a Gregorio Aráoz de Lamadrid a cortarles el
paso por el camino del “despoblado”, en la Puna, y mandó refuerzos a Güemes
para la defensa de los valles. En un rápido movimiento, el coronel Arias, con
150 gauchos, se apoderaron de Humahuaca el 1 de marzo. La Serna mandó
tropas a Humahuaca y a Orán en persecución de Arias pero, al igual que las
partidas que enviaba en busca de ganado y alimentos, fueron continuamente
hostigadas y diezmadas por los gauchos.
La Serna quedó encerrado en Jujuy, sin comunicación con el Alto Perú, sin
alimentos, con la tropa hambrienta y enferma. A pesar de todo decidió avanzar
sobre Salta, dejando en Jujuy a Olañeta con algunos soldados; en los tres días
de marcha, sus tropas fueron constantemente atacadas por los gauchos, no
obstante lograron entrar en Salta el 15 de abril de 1817, mientras que Güemes
y sus milicias ponían sitio a la ciudad. En Salta, La Serna quedó aislado como
lo había estado en Jujuy.
Después de veinte días sin poder conseguir alimentos o cabalgaduras, en los
cuales fueron embestidos cada vez que salían de la ciudad, y enterado de la
victoria de San Martín en Chile, La Serna optó por abandonar Salta y Jujuy en
mayo. Sus tropas fueron perseguidas por los gauchos de Pachi Gorriti, de La
49
La salida de las tropas realistas de Jujuy, provocó numerosas escaramuzas con los gauchos
jujeños, de las que se destacan las batallas de Chijra, León y San Pedrito. Para más
información sobre estas batallas véase Bidondo, Emilio, op. cit. y Solá, Guillermo, op. cit.
75
Corte, de Gavino de la Quintana y del coronel Arias, de tal forma que el ejército
realista se retiró hasta Yavi.
La población jujeña pudo retornar a sus casas, después de cuatro meses de
éxodo, encontrando en estado desastroso a la ciudad y la campaña.
De regreso al Ato Perú, Olañeta junto con su cuñado Marquiegui organizaron
una nueva expedición para apoderarse de Jujuy; en agosto llegaron hasta
Humahuaca y después de derrotar a los gauchos de Arias, avanzaron hasta
Tilcara; desde allí obtuvieron los animales necesarios para montura y para
alimentación de las propiedades de Marquiegui; sin embargo, el constante
hostigamiento de los gauchos jujeños, los obligó a regresar a Yavi.
De regreso en el Alto Perú, Olañeta recibió refuerzos de La Serna, para
reconquistar Jujuy. Nuevamente avanzó por la Quebrada en enero de 1818 y,
auque era constantemente asediado y atacado por los gauchos, logró llegar a
Jujuy el 14 de enero; desde entonces y durante tres días, sometió a la ciudad
al saqueo. La caída de Jujuy provocó la reacción de las milicias gauchas
jujeñas, que encerraron nuevamente a Olañeta en la ciudad, impidiéndole su
abastecimiento desde la campaña y todo contacto con el Alto Perú, obligándolo
a regresar a Humahuaca y de allí a Yavi.
Mientras tanto, llegaba al Alto Perú el nuevo Jefe del Estado mayor, designado
por el rey, coronel Canterac, quien propuso a La Serna pacificar Tarija, para
luego lanzarse sobre Jujuy y Salta. Enterado Belgrano, en Tucumán, movilizó
el Ejército del Norte y, en medio de los conflictos políticos de 1818, Güemes
exortaba a los cabildos de Salta, Jujuy y Orán para que apoyasen este
esfuerzo con nuevos empréstitos a la población.50 Para entonces, la
vanguardia realista a las órdenes de Olañeta llegaba a Humahuaca y Tilcara y,
a pesar de los combates de los gauchos de Arias, se apoderó de Jujuy el 26 de
marzo de 1819, entregándola al saqueo y pillaje, después de lo cual regresó a
Tupiza.
En febrero de 1819, el Ejército del Norte al mando de Belgrano, siguiendo las
órdenes del Director Supremo, abandonó Tucumán rumbo a Buenos Aires,
dejando sin ejército y desprotegida a la frontera Norte; quedando sólo las
milicias de gauchos protegiendo la región.
Al mismo tiempo que San Martín se aprestaba a invadir Perú desde Chile, en el
Alto Perú se estaba organizando la séptima invasión realista a Jujuy: 4.000
soldados profesionales, a las órdenes de Ramírez de Orozco, Canterac y
Olañeta invadieron el territorio y ocuparon las ciudades de Jujuy y Salta a fines
de mayo de 1819. La avanzada realista llegó hasta el río Pasaje; los esfuerzos
realizados por las milicias gauchas, que sitiaban las ciudades, les cortaron el
abastecimiento y los hostigaron constantemente, obligando al ejército
profesional monárquico a retroceder hasta Tupiza.
En abril de 1821, aprovechando las disidencias políticas internas en Jujuy y
Salta, Olañeta y Marquiegui, invadieron el territorio de Jujuy, llegando hasta
Volcán y León; a pesar del hostigamiento de los gauchos, Marquiegui logró
tomar Jujuy el 15 de abril, pero debió retroceder hasta León donde se
encontraba el grueso del ejército. El Gobernador Gorriti, organizó las milicias y
avanzó con ellas hasta León, donde sorprendió a las tropas realistas. El triunfo
en la batalla del 27 de abril de 1821 se conoce como el Día Grande de Jujuy,
50
AHJ, SRR, Caja II, Legajo 2, Libro Capitular de 1814 en adelante, folios 94v y 95, Acta
Capitular del 20 de marzo de 1819. Para la situación política véase más adelante.
76
porque los jujeños solos, sin un ejército regular que los protegiera, salvaron a la
ciudad de ser nuevamente saqueada.
No obstante su derrota, el tenaz Olañeta hizo avanzar un escuadrón
acantonado en Mojo por el camino del despoblado, a fin de caer por sorpresa
en Jujuy. Este escuadrón, a las órdenes de José María Valdez, siguió hasta
Salta, bajando por la quebrada del Toro; entró a la ciudad de Salta por la
noche y después de atacar la casa de Güemes 51, se apoderó de la ciudad, y
tomó prisioneros y armas. Olañeta llegó a Salta el 22 de junio; sin embargo, al
quedar recluido en la ciudad, se vio forzado a firmar un armisticio con el
Cabildo. Por este armisticio, Olañeta debía abandonar Salta y retirarse a la
campaña Norte de Jujuy, hasta tanto se firmase un Tratado entre los gobiernos
de Salta y Jujuy y el Jefe del Ejército Real: el límite entre las fuerzas
revolucionarias y las realistas, quedó establecido en la quebrada de
Purmamarca.52
En agosto, se reunieron los diputados de ambos bandos y concertaron un
Tratado de Paz que suspendía todas las hostilidades por el término de cuatro
meses; extendía el territorio ocupado por las fuerzas revolucionarias hasta el
pueblo de Humahuaca y el de las fuerzas realistas hasta La Quiaca, quedando
como neutral el territorio comprendido entre ambas líneas. El Tratado prohibía
explícitamente el comercio y el tránsito mercantil entre ambas zonas.53
No obstante, la paz no llegó hasta la muerte de Olañeta en Tumusla, en abril
de 1824, y la entrada del ejército Libertador en Chuquisaca, en agosto de
1825.
51
Güemes fue herido en el ataque del 8 de junio; sacado de la ciudad por sus hombres, murió
poco después.
52
Sanmartino de Dromi, Ma. Laura, Documentos Constitucionales Argentinos, Buenos Aires,
Ciudad Argentina, 1994, pp. 1450-1453: “Armisticio entre los jefes de Salta y el ejército realista,
14 de julio de 1821”.
53
Sanmartino de Dromi, Ma. Laura, Documentos Constitucionales Argentinos, op. cit., pp. 1453-
1455. El Tratado fue firmado por los diputados por Salta y Jujuy Facundo Zuviría y Mariano
Gordaliza, por el ejército realista el coronel Manuel Mansanedo y el teniente coronel José María
Valdez; fue ratificado por el gobernador intendente de Salta José Antonio Fernández Cornejo,
en Salta el 20 de agosto y por el comandante general de vanguardia Pedro Antonio Olañeta, en
Tupiza el 30 de agosto.
54
Era el hermano de Juan Martín de Pueyrredón, quien sería Director Supremo de la Provincias
Unidas del Río de La Plata. Diego José de Pueyrredón se casó en Jujuy con Juana Francisca
Zegada; fue Comandante de Armas de las Fronteras de Jujuy e intervino en distintas “entradas”
al Chaco y en la Fundación de San Ramón de la Nueva Orán en 1794.
77
Liniers, en fuga hacia Lima.55 Ante los rumores de una eventual invasión
realista a Jujuy, el Teniente de Gobernador Pueyrredón tomó las primeras
medidas preventivas, al enviar al teniente Martín Miguel de Güemes, en calidad
de observador, al pueblo de Humahuaca.
La Junta de Buenos Aires solicitó, a los cabildos de las provincias, que
eligieran representantes para que se unieran a los de Buenos Aires. El Cabildo
de Jujuy eligió al Dr. Juan Ignacio Gorriti56, a quien le entregó, días después,
las “instrucciones” de su misión como representante del pueblo de Jujuy ante la
Junta de Buenos Aires.57
Durante el conflictivo año de 1810, cuando debieron tomarse importantes
resoluciones, las autoridades de Jujuy eran las siguientes:
Teniente de Gobernador: coronel Diego José de Pueyrredón; Comandante de
Armas: Manuel de la Quintana; Ministro Teniente de Tesorero (a cargo de las
finanzas): José Ignacio Guerrico; Subdelegado de la Real Hacienda: Alberto
Puch; Escribano Actuario: Francisco Antonio Llanos; Diputado de Comercio:
Félix de Echavarría¸ Administrador de Correos: Pedro Antonio Aguirre; Cura
Vicario de la ciudad: Manuel José de Leanis; Reverendo P. Guardián: Fray
José Figueiras; Reverendo P. Comendador: Fray Antonio María de Enseniat.
El Cabildo estaba compuesto por los siguientes vecinos de Jujuy: Alcalde de
Primer Voto: Francisco Calderón; Alcalde de Segundo Voto: Mariano
Gordaliza; Regidor Alguacil Mayor: Lorenzo Ignacio de Goyechea; Regidor Fiel
Ejecutor: Pedro de la Torre y Barela; Regidor Alférez: Juan Antonio Rodrigo y
Aldea; Síndico Procurador: Alejandro Torrens; Regidores: José Olivera (de
Propios y Obras Públicas) y Juan Antonio Rodrigo; Regidor Defensor de
Pobres y Menores: Pedro del Portal; Alcaldes de la Santa Hermandad:
Torcuato Sarverri y José Baigorri; Alcaldes de Barrio: Manuel Salas y Fernando
Bueno Moro; Mayordomo de Fiestas: Tomás Gómez.58
El canónigo Gorriti se incorporó a la Junta de Buenos Aires (convertida en
Junta Grande) el 19 de diciembre de 1810; desde entonces, y hasta noviembre
de 1811, desplegó su labor tendiente a garantizar la independencia política y
financiera de Jujuy.59 Es conocido su discurso acerca de la igualdad de los
pueblos y los consecuentes derechos de Jujuy a gobernarse a sí misma “como
una pequeña república”; sin embargo, son menos conocidas sus luchas para
dotar al Cabildo de los recursos financieros necesarios para el funcionamiento
autónomo de la provincia. En ese tenor bregó por la devolución de los fondos
del Ramo de Sisa al Ayuntamiento, realizó la defensa de la frontera oriental y
pidió el aumento de los derechos de Propios y Arbitrios de Jujuy.60
En 1811, la Junta Grande dictó el Reglamento de creación de las Juntas
Principales y Subordinadas; a Jujuy le correspondía esta segunda instancia,
55
AHJ, SRR, Caja IV, Libro Capitular 1800-1812, Actas Capitulares del 16 y 16 de junio de
1810.
56
AHJ, SRR, Caja IV, op. cit. Acta Capitular del 3 de septiembre de 1810 y Cabildo Abierto del
4 de septiembre de 1810.
57
Ibíd. Acta Capitular del 22 de septiembre de 1810.
58
Ibíd. Acta Capitular del Cabildo Abierto del 4 de septiembre de 1810.
59
Para mayor información sobre la labor de Gorriti en Buenos Aires, véase AHPJ, SRR, Caja III,
Diputación de Gorriti, pubblicado en Rojas, Ricardo, Archivo Capitular de Jujuy, Buenos Aires,
Coni, 1913, Tomo III; reproducidos en: Conti, Viviana (selección), Jujuy en sus Documentos.
Recopilación del Archivo Capitular de Ricardo Rojas, Universidad Nacional de Jujuy, 1992.
60
Ibíd. Correspondencia de Gorriti al Cabildo, en especial la fechada el 10 de enero, 26 de
febrero, 27 de marzo, 9 de abril, 26 de mayo, 20 de junio y 26 de julio de 1811.
78
razón por la que Gorriti, en Buenos Aires, reiteró sus reclamos sobre la
independencia de Jujuy de la provincia de Salta. Si bien la Junta Subalterna de
Jujuy entró en funcionamiento en enero de 1812 61, quedaron planteados los
conflictos entre el Cabildo de Jujuy y las autoridades provinciales en Salta.
Después del desastre de Huaqui, cuando los restos del Ejército Auxiliar del
Norte estaban llegando a Jujuy, el Primer Triunvirato designó a Martín de
Pueyrredón como el encargado de reorganizarlo, y a Celedonio Gorriti como
Teniente de Gobernador. En adelante, el cargo de Teniente Gobernador
tendría importancia política y estratégica para la defensa del territorio y la
continuación de la guerra; por tanto, el general Manuel Belgrano en 1812,
cumplió en Jujuy con las funciones del Teniente de Gobernador.
A pesar de la orden terminante de Belgrano de abandonar Jujuy, en agosto de
1812, no todos los vecinos la acataron. Algunos por convicción realista y otros
por preservar los patrimonios familiares de posibles saqueos, permanecieron
en la ciudad y formaron parte del “Cabildo Realista”. Durante la ocupación de
Jujuy por el ejército del rey dirigido por Pío Tristán, estuvo a cargo de la ciudad
como comandante de armas, el general Juan Ramírez Orozco y el Cabildo se
constituyó con el Alcalde de Primer Voto: José Miguel de la Bárcena; Alcalde
de Segundo Voto: Juan Antonio Rodrigo; Regidor Alférez Real: Saturnino
Eguía; Regidor Defensor de Menores y Pobres: Francisco Gabriel del Portal;
Regidor de Obras Públicas y Diputado de Propios: Francisco Calderón; Síndico
Procurador: Bentura Marquiegui; Alcaldes de la Santa Hermandad: José Diego
Ramos y Rafael Eguren.62
Estando la mayoría del pueblo jujeño en Tucumán, el Triunvirato solicitó a los
cabildos la elección de diputados para integrar la Asamblea del Año XIII; a
Jujuy, como ciudad subalterna de Salta, le correspondía la elección de un
diputado. Los vecinos en el exilio eligieron a ocho electores, quienes a su vez,
reunidos en la Sala Consistorial del Ayuntamiento de Tucumán, designaron al
presbítero Pedro Pablo Vidal, quien recibió sus instrucciones del Cabildo
reunido a su regreso al territorio jujeño.63
Después de la batalla de Salta y la retirada de las tropas de Pío Tristán los
jujeños regresaron a Jujuy, donde dieron comienzo al lento y penoso trabajo de
reconstrucción de la ciudad. El flamante Teniente de Gobernador fue el coronel
Josef de Bolaños; el Cabildo se reunió en su sala consistorial con sus antiguas
autoridades64, y en la sesión del 22 de marzo, juró obediencia a la Asamblea
del Año XIII; en los días siguientes, los vecinos pudieron elegir los concejiles
de 1813, que prestaron juramento a la Asamblea y recibieron las noticias de la
65
creación del Segundo Triunvirato.
En abril el grueso del ejército ya estaba en Jujuy, reponiéndose para la nueva
empresa; la urgente necesidad de alimentos, ropas y armas imprescindibles
para que las tropas revolucionarias continuaran su avanzada, fue solventada
con un nuevo empréstito a la población de $ 53.000.
61
AHJ, SRR, op. cit., Acta Capitular del 21 de enero de 1812; la Junta quedó formada por
Mariano Ramón de Saravia, Manuel Francisco de Basterra y presidida por el Cabildo.
62
Ibíd., Caja II, Legajo 2, Libro Capitular de 1812, folios 2 a 25, actas capitulares del 9 de
septiembre de 1812 al 4 de marzo de 1813.
63
En Tucumán, 9 de diciembre de 1812. Rojas, Ricardo, op. Cit., Tomo III, pp. 410-412 y pp.
415-416.
64
AHJ, SRR, Caja II, Libro Capitular de 1813: Acta Capitular del 21 de marzo de 1813
65
Idíd., Actas Capitulares del 22, 24 y 25 de marzo de 1813.
79
66
Ibíd., Caja II, Legjo 3, Actas Capitulares que van del 3 de febrero al 23 de julio de 1814.
67
Ibíd.
80
Si bien este episodio terminó solucionándose en los meses siguientes 68, fue el
origen de una serie de conflictos entre el Gobernador Intendente Martín
Güemes y el Cabildo jujeño, que quedaron enmarcadas en las desavenencias
entre Güemes y el general del Ejército del Norte, Rondeau, que concluyeron
por dividir a los revolucionarios y favorecer una nueva invasión realista.
En noviembre de 1815, el Cabildo en el exilio tucumano, debió elegir a su
representante ante el Congreso Nacional que estaba por reunirse en Tucumán,
recayendo la responsabilidad en Teodoro Sánchez de Bustamante, quien
recibió las expresas instrucciones de promover la independencia de España,
propender a la formación de un gobierno general bajo la unidad territorial y
propiciar la igualdad de derechos, libertad, soberanía e independencia de cada
Provincia.69
A fines de 1815 y comienzos de 1816, comenzaron a llegar a Jujuy las tropas
dispersas por la derrota de Sipe Sipe. Se temía un nuevo avance del ejército
realista, por lo que se levantaron nuevos empréstitos sobre la población, que
causaron malestar general debido a la escasez de recursos existentes; en
Jujuy, el Cabildo Abierto del 6 de abril desconoció la autoridad del Gobernador
Intendente, al que llamó déspota y autoritario, mientras Güemes acusaba a los
cabildantes jujeños de pro realistas.70 Por esa época también se reanudaron
las desavenencias entre Güemes y Rondeau, que sólo beneficiaban a las
tropas realistas. Mientras tanto, un ejército profesional, veterano de la guerra
con Napoleón, avanzaba hacia Jujuy al mando del general La Serna.
La inminente situación de guerra y la elección de Juan Martín de Pueyrredón
como Director Supremo del Río de La Plata, así como su visita a Jujuy en
junio, calmaron los ánimos y convencieron al Cabildo de dejar de lado,
momentáneamente, sus reclamos de autonomía, tema que debería ser tratado
en el Congreso reunido en Tucumán.
En agosto comenzó la evacuación de la población civil, despoblando la ciudad
y sus alrededores, en lo que sería el tercer éxodo jujeño.71 En enero de 1817,
los realistas ocuparon la ciudad de Jujuy, donde permanecieron durante seis
meses; la ciudad fue saqueada y la campaña circundante devastada por los
ejércitos reales a las órdenes del coronel Francisco Javier de Olarria y el
brigadier Pedro Antonio de Olañeta.
Los jujeños pudieron regresar recién en el mes de agosto; en la reunión de la
primera sesión del Cabildo estaba presente el Gobernador Güemes, que exigió
la destitución de dos cabildantes (Juan Josep González Ahumada y Joaquín
68
Los conflictos entre el Cabildo jujeño y Güemes pueden seguirse en la documentación
contenida en AHPJ, SRR, Caja III; publicada en Rojas, Ricardo, Archivo Capitular de Jujuy, op.
cit., volumen 3, pp. 469-506; reproducido en Conti, Viviana, Jujuy en sus documentos, op. cit. El
gobernador Güemes envió a Jujuy al Pedro Antonio Arias para que llegara a un acuerdo con el
Cabildo; en septiembre, Güemes se presentó ante el Cabildo jujeño y llegaron a un acuerdo de
reconocimiento mutuo de las autoridades.
69
Gamboni, Olga Dina, “Las instrucciones jujeñas de 1816”, en Trabajo y Comunicaciones 17,
Universidad Nacional de La Plata, 1967.
70
AHJ, SRR, Caja II, Legajo 2, Libro Capitular de 1812, folios 154-156, Acta Capitular del 6 de
abril de 1816. Llama la atención, entre los vecinos presentes en el Cabildo abierto, la presencia
de dos diputados al Congreso de Tucumán por otras jurisdicciones: Tomás Manuel de
Anchorena, diputado por Buenos Aires y José Miguel de Zegada, diputado por Tarija.
71
Entre agosto y diciembre, la población se retiró a Tucumán, donde se encontraban los restos
del Ejército del Norte. Ibíd., Caja II, Libro 3, folios 21 y ss.
81
sido electo Alcalde de Primer Voto Patricio Baigorri, no fue nombrado Teniente
de Gobernador, como era costumbre, sino que Güemes reeligió a de la Corte.
En 1820, con la disolución del poder central (Directorio), las provincias
retomaron su autonomía, dictaron sus constituciones y organizaron su gobierno
y sus finanzas. Sin embargo, Jujuy continuaba subordinada a Salta.
Mientras Jujuy defendía su territorio de los posibles saqueos, en Salta una
revolución destituía a Güemes y los ejércitos realistas entraban en la capital de
la Provincia, tomando prisioneros e hiriendo mortalmente al gobernador. Sólo
después que las tropas de Olañeta se retiraron hasta la Puna, Jujuy recobró la
calma. El Cabildo retomó el mando político y entregó el militar al comandante
de la Quebrada José Gabino de la Quintana.
La Provincia de Salta comenzó el proceso de organización institucional, acorde
al resto de las provincias rioplatenses. En julio de 1821, el Cabildo de Jujuy
eligió a los congresales constituyentes que elaborarían el Estatuto Provisorio
para Salta y Jujuy de 1821. El Gobernador Fernández Cornejo solicitó al
ayuntamiento ocho nombres para elegir entre ellos al Teniente Gobernador de
Jujuy, de donde salió electo Agustín Dávila. También le correspondió al
Cabildo elegir a los cuatro representantes por Jujuy a la Junta Permanente de
Salta: Juan Ignacio Gorriti, Ramón Alvarado, Manuel Ignacio del Portal y
Manuel de Tezanos Pinto.77
Sin embargo, los conflictos políticos de Salta también llegaron a Jujuy; en
enero de 1822, un grupo perteneciente a la Patria Vieja, atacó a Pablo Soria,
hirió gravemente a Agustín Dávila y asesinó a Manuel Eduardo Arias. La
imposición de Bartolomé de la Corte como nuevo Teniente Gobernador terminó
de enfrentar al Cabildo con el gobernador Gorriti. Este sustituyó a de la Corte
por Quiroz, pero el Cabildo jujeño seguía reclamando por Dávila.
Quiroz no era popular, porque fue impuesto por las armas y porque era
considerado impostor; pero además se hizo más impopular cuando impuso
sobre la población un nuevo empréstito obligatorio, a pesar de las reiteradas
protestas del cabildo y de los comerciantes por la pobreza reinante.78
La situación económica en la que se encontraba la población, después de los
éxodos, los saqueos a los que fue sometida y el corte del comercio con el Alto
Perú, era desesperante; los morosos a los ramos de Propios y Arbitrios eran
tantos, que el Cabildo discutía sobre la necesidad de subastar el Ramo.
Quiroz, a fin de recaudar fondos en la Aduana, terminó por abrir el comercio
con el Alto y Bajo Perú.
En 1824, con motivo de la reunión del Congreso General Constituyente en
Buenos Aires, el Cabildo jujeño eligió como su representante a José Miguel de
Zegada. Finalmente, en 1825, durante el gobierno de Juan Antonio Álvarez de
Arenales, fue repuesto Agustín Dávila en el cargo de Teniente de Gobernador.
77
Ibíd., Acta Capitular de 1 de diciembre de 1821, en folios 56-57.
78
Ibíd., Acta Capitular de 6 de febrero de 1823, en folios 108-109.
83
79
Tándeter, Enrique, Coacción y Mercado. La minería de la plata en el Potosí colonial, 1692-
1826, Buenos Aires, Sudamericana, 1992.
80
Assadourian habla de esporádicos cargamentos se cereales de Jujuy a Lípez y Chichas.
Assadourian, Carlos Sempat, “Sobre un elemento de la economía colonial: producción y
circulación de mercancías en el interior de un conjunto regional”, en El sistema de la economía
colonial. El mercado interior, regiones y espacio económico. México, Nueva Imagen, 1983, p.
171.
81
Silvia Palomeque, “La circulación mercantil en las provincias del Interior”, en Anuario del IEHS
IV, Tandil, 1989, pp. 163 a 169.
82
Nicolás Sánchez Albornoz, “La extracción de mulas de Jujuy al Perú. Fuentes, volumen y
negociantes”, en: Estudios de Historia Social, 1, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras,
Universidad de Buenos Aires, 1965. Para los años 1774 y 1784, que considera excepcionales,
salieron de Jujuy alrededor de 7.500 mulas, mientras que desde Salta, en esos mismo años,
salieron 26.000 y 28.000 mulas; en 1771, desde Jujuy salieron 3.400 y desde Salta 39.000 (pp.
108 y 109).
84
Organización Institucional.
83
AHJ, SRR, Caja V, Libro Capitular de Jujuy 1800-1812: Acta Capitular del 13 de julio de 1812.
84
Archivo Histórico de Salta (AHS), Sección Legislativa 388: reproducida por San Martino de
Dromi, Ma. Laura, Documentos constitucionales argentinos, op. cit., pp. 1099 - 1105.Para su
análisis, véase: Longhi, Luis R., Génesis del Derecho Constitucional e Historia Constitucional
Argentina, Buenos Aires, Editorial Bibliográfica Argentina, 1945, pp. 373 y 374.
85
AHJ, SRR, Caja III, Legajo 1, Libro Capitular de 1820, Acta del 27 de julio de 1821, folios 39-
40.
85
El Estatuto Provisorio para Salta y Jujuy, de 1821, nada dice con respecto a los
cabildos; sin embargo, el Cabildo de Salta fue suprimido en 1825, mientras que
el Cabildo de Jujuy continuó funcionando hasta la organización de la Provincia
en 1835. En Jujuy, el Poder ejecutivo continuaba en manos de un Teniente de
Gobernador elegido por el gobernador de la provincia de Salta; además, Jujuy
enviaba cuatro representantes a la Junta Permanente Provincial.
86
Consideraba como causas del cese del gobernador provincial, la traición, violación de la
Constitución, malversación de fondos públicos u otros delitos contemplados en las leyes
(artículo 3).
87
Artículo 8. Los estudiosos constitucionalistas ven en este artículo un peligroso avance del
precedente de las prácticas de la Provincia de Buenos Aires con respecto a la concesión de las
facultades extraordinarias. Cfr. Longhi, Luis R., op. cit., p. 374.
88
Artículo 15.
86
Para que estas disposiciones no queden sin efecto, y tenga esta Ciud y
Prov. medios de proveerse de armas, y municiones; el ramo municipal de
Sisa, queda de echo separado del manejo y administracion de el
Teniente Ministro de Hazda. del Estado, y el M. Ile. Ayuntamto. le hará
saber qe. desde el dia de la fecha cese de cobrar, é interbenir en los
96
productos de ese ramo.
93
AHJ, SRR, Caja XXVII.
94
AHJ, SRR, Caja IV, Libro Capitular 1800-1812, folios 277 a 283.
95
AHJ, SRR, Caja IV, Ibíd.., folios 310 a 312, 20 de agosto de 1811.
96
AHJ, SRR, Caja II, Legajo 2, Libro Capitular que comienza en 1812, folios 84 a 90, Acta del
26 de agosto de 1815; en ella se reproduce completa la sección del estatuto Provisional por
acuerdo del Cabildo.
97
Ibíd.
88
98
La Puna fue anexada a Salta durante el gobierno de Güemes; el control jurisdiccional de esta
zona era estratégico para la recaudación del impuesto de Sisa.
99
Las denuncias que hizo Jujuy sobre malversación de los fondos públicos por parte del
Ministro de Hacienda de Salta pueden seguirse a través de la lectura de las Actas Capitulares
hasta 1835 y en las quejas llevadas por los diputados de Jujuy ante la Junta de Representantes
de la Provincia de Salta.
100
AHS, Libro Copiador de Legislatura 370: Disposiciones de la H. Representación Provincial de
Salta del 5 de diciembre de 1822.
101
Su abolición data de 1825, pero desde la sanción del estatuto Provisional de la Provincia de
Salta de 1821 fue cayendo bajo la órbita del Ministerio de Hacienda, que se fue apoderado de
sus arbitrios.
102
AHJ, SRR, Caja IV: Libro Capitular 1800-1812, folios 252 a 254. Para solventar la dieta del
diputado por Jujuy Juan Ignacio Gorriti.
89
103
AHJ, SRR, Caja II, legajo 2: Libro Capitular de 1812, folios 152 a 154. El objetivo era reunir
los fondos necesarios para pagar la dieta del diputado por Jujuy Teodoro Sánchez de
Bustamante. Aprobado por el Congreso General reunido en Tucumán el 6 de agosto de 1816.
104
AHJ, SRR, Caja II, Libro III, folios 34-35.
105
Ibíd., folios 121-122, sesión del 12 de enero de 1820.
106
AHJ, SRR, Caja III, Legajo I: Libro Capitular que comienza en 1820, folios 40-41.
107
AHS Libro Copiador de Legislatura 370: Resolución de la HH. Junta Provincial del 15 de
octubre de 1823, le otorgaba a Jujuy el cobro del 1% sobre el capital a los comerciantes que
abriesen tienda en la ciudad de Jujuy y la percepción del ½ % del Ramo de alcabalas sobre la
internación de los efectos que se consumían en su territorio.
108
Cornejo, Atilio, “Salta desde 1821 a 1862 (síntesis histórica)”, en Boletín del Instituto San
Felipe y Santiago de Estudios Históricos de Salta 9, Salta, 1942.
90
La reactivación económica.
112
Véase Frías, Bernardo, Historia del General Martín Güemes y de la Provincia de Salta,
Buenos Aires, Depalma, 1973, tomo VI, páginas 650 a 652.
113
AHJ, Cuaderno de Toma de Razón de Guías 1823-1833.
114
AHJ, CG. 1830: 1, Legajo 22: Lista de las pulperías y tendafones qe. se hallan abiertos en
esta Ciudad y deben satisfacer el derecho del 5% sobre su capital”.
92
Rebelión y autonomía.
En la ciudad de San Salvador de Jujuy a los diez y ocho días del mes de
Noviembre de mil ochocientos treinta y cuatro, reunidos los señores del ilustre
Cuerpo Municipal, invitado por el teniente coronel don José María Fascio [...]
reunidos los ciudadanos del pueblo todo a toque de campana y por citación
expresa de los jueces de barrio [...] se pronunciaron por la absoluta
independencia política de esta ciudad y su territorio de la antigua capital de
Salta, declarándose desligados de los vínculos que le unieran a ella y al jefe
que la preside y desde hoy era su voluntad decidir por sí de su suerte y
120
arreglar los destinos de esta nueva provincia [...].
118
Barba, Enrique M., “Los jefes federales ante la separación de Jujuy, 1834”, op. cit., Vergara,
Miguel Ángel: “Jujuy (1834-1862)”, en Ricardo Levene (director): Historia de la Nación
Argentina, Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia, Editorial El Ateneo, 1947. Tomo X,
pp. 505 y 506, Aramburu, Julio, op. cit., pp. 501 a 503.
119
Como parte de sus pretensiones hegemónicas en el Noroeste, Alejandro Heredia acusaba
reiteradamente a las administraciones de Salta y Jujuy de pretender segregar parte de sus
territorios para entregarlos a Bolivia. Véase Barba, Enrique M., op. cit., y Pavoni, Norma, El
Noroeste Argentino en la Época de Alejandro Heredia, Tucumán, Ediciones Fundación Banco
Comercial del Norte, 1981, Volumen I.
120
AHJ, SRR, Caja XVIII, Legajo 3: Acta del Cabildo de Jujuy del 18 de noviembre de 1834.
94
121
Los habitantes de la Puna, envueltos entre los ejércitos tucumanos y bolivianos, parecen
haberse decidido a apoyar a los últimos, con quienes mantenían lazos sociales, étnicos y
familiares. Vergara, Miguel Angel, La guerra contra el Mariscal Santa Cruz (1834-1839), Jujuy,
Imprenta del Estado, 1937. Basile, Clemente, Una guerra poco conocida, Universidad Nacional de
Jujuy, 1993.
95
(del Carmen y de San Antonio), Tumbaya, Humahuaca, Río Negro, Yavi, Santa
Catalina, Cochinoca y Rinconada.122
Después de la Revolución del 18 de noviembre de 1834, Jujuy se organizó
como provincia independiente y reunió a sus representantes, que promulgaron
el Estatuto Provisorio para la Dirección y Administración de la Provincia de
Jujuy de 1835; el Estatuto, conocido como Primera Constitución de Jujuy, está
formado por 59 capítulos, divididos en 8 secciones, que tratan del Culto, la
Ciudadanía, la forma de Gobierno, Poder Legislativo, Poder Ejecutivo, Poder
Judicial, la Administración de Justicia en los Departamentos y Disposiciones
Generales.123 Durante la reunión de la primera y segunda Legislatura (1835 y
1837124), se reglamentaron las leyes tendientes a su implementación.
La Provincia de Jujuy adoptaba un gobierno representativo republicano,
delegando el ejercicio de su soberanía en los tres poderes: legislativo, ejecutivo y
judicial. La Junta de Representantes, o Junta general, estaba formada por 12
miembros elegidos entre la ciudad y la campaña, en proporción de uno por dos
mil habitantes. Se podían suspender los derechos de ciudadanía en caso de ser
deudor fraudulento, peón a sueldo o jornalero simple, soldado de línea,
notoriamente vago o legalmente procesado en causa criminal.125 Enunciaba las
libertades individuales, la igualdad ante la ley, la inviolabilidad de la propiedad
privada y la libertad de pensamiento e imprenta, a lo que agregaba que “... el
abuso de esa libertad es un crimen.”126
La autonomía política le permitió finalmente a la nueva provincia organizar su
propio sistema rentístico, que quedó plasmado en el Reglamento Provisorio de
Impuestos del Ramo de Hacienda,127 elaborado por la Comisión de Hacienda de
la Legislatura.128
Un decreto del 18 de diciembre de 1837 disolvió el Cabildo, que desde 1835
cumplía sólo con sus funciones judiciales; éstas, desde el 1 de enero de 1838,
fueron asumidas por un “cuerpo de jueces” de primera y segunda nominación
con jurisdicción ordinaria, civil y criminal, unidos a un Procurador General que
velaría por la defensa de menores y pobres. Fue el fin del Cabildo jujeño,
considerado, por la nueva legislación, como una corporación perteneciente a la
colonia, con escasa representatividad frente las instituciones modernas, tales
como la Junta de Representantes. El artículo 1° expresa:
122
Archivo de la Legislatura de Jujuy (ALJ), Libro de Actas 3.
123
Se encuentra en el ALJ. Reproducida por San Martino de Dromi, Ma. Laura, op. cit., pp. 963 a
976.
124
En 1836, la legislatura no se reunió, debido a la insurrección de Puch y tampoco lo hizo
durante 1838 motivada por otro movimiento político que depuso al gobernador Aleman y puso
en su lugar a Iturbe; en ambos años, sólo se observan decretos del Poder Ejecutivo. Corte,
María Eugenia y Conti, Viviana, 160 años de labor legislativa. Legislatura de la Provincia de Jujuy,
1834-1994, Jujuy, 1994, Inédito.
125
Sección 2, capítulo 5.
126
Sección 8, artículo 67.
127
ROJ, op. cit., Tomo I, pp. 18 a 21. Si bien recién en 1836 se finalizó con la reglamentación de
algunos rubros, ya en junio de 1835 la nueva provincia había implementado su sistema impositivo.
128
ALJ, Carpeta de Documentos 01, Legajo Proyectos y Despachos de Comisión 183
129
ROJ, op. cit., Tomo I, pp. 87-88.
96
130
Ibíd., pp. 100-109. Estatuto Provincial, conocido como “Segunda Constitución de Jujuy”.
131
Ibíd. El artículo 4 establece "dos años de residencia en la Provincia” para ser ciudadano de
ella.
132
Ibíd., artículo 6.
133
Estas potestades estaban contempladas en el Estatuto de 1835: artículo 37, inciso 1 y 2. Cf.
Corte, María Eugenia y Conti, Viviana, op. cit.
134
ROJ, op. cit., artículos 24 y 25.
135
Estatuto Provisorio para la Dirección i Administración de la Provincia de Jujuy, también
llamado “Constitución de 1851”. ROJ, Volumen I, pp. 288- 300.
136
Ibíd., artículo 10.
137
Ibíd., artículo 12 se fijaba para el 1 a 25 de diciembre de cada año.
138
Ibíd., artículo 17: “Los Representantes podrán ser reelegidos a voluntad de sus comitentes”.
139
Ibíd, artículo 26, inciso 4 y artículo 28. Cf. Corte, María Eugenia y Conti, Viviana, op. cit.
140
ROJ, Tomo II, pp. 51 y ss.
97
141
Liga del Norte entre Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca y La Rioja del 24 de septiembre de
1840. Reproducido en: San Martino de DromI, Ma. Laura, op. cit., páginas 1609 a 1613.
142
Cornejo, Atilio, op. cit. Vergara, Miguel Angel, Jujuy bajo el signo federal, Jujuy, Imprenta del
Estado, 1938.
143
AHJ, Carpetas de Gobierno: correspondencia del Poder Ejecutivo.
144
Vergara, Miguel Ángel, op. cit.
98
La “guerra aduanera”.
145
Aunque no pudo llegar a tiempo para la firma del Acuerdo, porque las lluvias habían
entorpecido el tránsito; dejó como delegado suyo en Jujuy a Alejo Belaúnde.
146
ROJ, op. cit. Tomo I, pp.18 y ss.
147
Ibíd.
99
148
El Decreto establecía que los azúcares extranjeros pagarían el 25 % sobre el aforo de $4 la
arroba. ROJ: páginas 57-58, Decreto del 28 de octubre.
149
El 4% era el correspondiente al derecho de “alcabala” cobrado durante la Colonia y primeras
décadas independientes.
150
Ibíd., p. 154.
151
Para más información sobre el tema véase Conti, Viviana, “Circuitos mercantiles, medios de
pago y estrategias en Salta y Jujuy (1820-1852)”, op. cit. y Conti, Viviana, “Salta entre el
Atlántico y el Pacífico. Vinculaciones mercantiles y producciones en el siglo XIX”, en Bandieri,
Susana (coordinadora), Cruzando la Cordillera... La frontera argentino-chilena como espacio
social, Neuquen, Universidad Nacional del Comahue, 2001
152
En 1842 ya no ingresan a las arcas fiscales los derechos alcabalatorios por efectos de ultramar;
la situación es similar hasta 1852. En el mensaje a la Legislatura de 1843, el gobernador de Jujuy
expresa que cuando dictó el decreto se pensó que todas las provincias vecinas harían lo mismo,
"Pero no habiendo tenido lugar en algunos pueblos vecinos, naturalmente las introducciones han
100
corrido allí, y en nuestra Provincia no hemos tenido ninguna" (ALJ: Carpeta de Documentos 04:
Mensaje del PE, folio 6).
153
AHJ, CG.1850: 1: “Razón de las patentes qe. se han expedido en el presente cuatrimestre
de Marzo a Junio de 1850, de las tiendas de efectos de ultramar y pulperías de abasto público
de esta ciudad”
57
que uno de los Cataris quería invadir esta provincia con un cuerpo considerable
de indios [...]81
81
De Angelis, Pedro citado por Sánchez, Sandra, “Se hace camino al andar”.Tupac Amaru en
Jujuy: una reinterpretación, Tesis de Magister en Historia con mención en Etnohistoria, Inédita,
Santiago de Chile, Universidad de Chile, 2002, pp. 93-4.
82
Acevedo, Edberto, La intendencia de Salta... op.cit, p.44.
83
Sánchez, Sandra, “Se hace camino al andar”... op. cit.
102
Introducción
1
Carrillo, Joaquín, Jujui, provincia federal argentina. Apuntes de su historia civil (con muchos
documentos), Buenos Aires, 1877 (2a edición, Jujuy, 1980).
2
Ibid., p. 16.
103
3
Ibid, pp. 20-21.
4
La bibliografía sobre el tema es muy vasta. Algunos estudios clásicos son los de Brading,
David, Mineros y comerciantes en el México borbónico (1763-1810), México, FCE, 1975; Ladd,
Doris, La nobleza mexicana en la época de la independencia (1780-1826), México, FCE, 1984;
Kicza, John E., Empresarios coloniales. Familias y negocios en la ciudad de México durante los
Borbones, México, FCE, 1986; Lindley, Richard, Las haciendas y el desarrollo económico.
Guadalajara, México, en la época de la independencia, México, FCE, 1983; Ferry, Robert, The
104
8
Sobre la conformación de la red de familias centrada en los Sánchez de Bustamante véase el
documento citado en la nota anterior. También utilicé los datos recogidos en Sánchez de
Bustamante, Teófilo, Biografías históricas de Jujuy, Tucumán, Universidad Nacional de
Tucumán, 1957, Sánchez de Bustamante, Juan, Genealogía de las familias Bustamante,
Quintana, Tezanos Pinto, Alvarado, etc., Jujuy, Petruzzelli, 1888. y Calvo, Carlos, Nobiliario del
Río de la Plata, Buenos Aires, 1936-1943. En la tercera generación los matrimonios
intrafamilares fueron menos frecuentes. Por ejemplo, los primos Mariano y Pedro de Tezanos
Pinto se casaron con las hermanas Elisa y Carmen Alvarado Portal.
9 El más importante de estos clanes era la familia Bárcena, con quien los Sánchez de
Bustamante establecieron una alianza política desde 1853. La red familiar centrada en los
Bárcena incluía a las familias Carrillo, Padilla, Graz (miembro supérstite del casi extinto clan
Gorriti) y Álvarez Prado. Estudio la conformación del clan Bárcena en Paz, Province and Nation
in Northern Argentina. Peasnts, Elite, and the State: Jujuy 1780-1880, Tesis Doctoral, Emory
University, Atlanta, 1999, pp. 298-301 y 438-440.
10
Ver Paz, Gustavo L., “Gran propiedad y grandes propietarios en Jujuy a mediados del siglo
XIX‟, Cuadernos 21, Jujuy, Facultad de Humanidades, UNJU, 2003, 11-22.
11
Estudié este asunto en un reciente artículo, Paz, Gustavo L., “Las bases agrarias de la
dominación de la élite: tenencia de tierras y sociedad en Jujuy a mediados del siglo XIX”,
Anuario IEHS 19, Tandil, UNCPBA, 2004, 419-442.
107
que la riqueza y el poder iban de la mano, en Jujuy se observa que los políticos
más importantes del período 1853-1880 no se contaban entre los individuos
más ricos de la provincia, de acuerdo con sus propiedades inmuebles. Ninguno
de los tres mayores terratenientes, que poseían propiedades valuadas en más
de 50 mil pesos bolivianos cada uno, participaba de la vida institucional
provincial. Fernando Campero y María Antonia Zerda eran foráneos (y la
segunda era mujer) y José López Villar, que había sido gobernador y varias
veces representante a la Legislatura durante la etapa rosista, estaba alejado de
la actividad política provincial. Con la excepción de Daniel Aráoz (hijo de Miguel
Aráoz y dueño del ingenio San Pedro), ningún gobernador, ministro, diputado o
senador nacional era propietario de tierras valuadas en 10 mil pesos bolivianos,
es decir de sólo una quinta parte de los bienes de los tres individuos
terratenientes más ricos de la provincia. De los trece gobernadores
constitucionales de Jujuy, entre 1853 y 1880, sólo tres figuran en el grupo de
los treinta más grandes terratenientes: Daniel Aráoz, Pedro José Portal y
Mariano Iriarte.12 Otros dos gobernadores constitucionales del período, José
María Álvarez Prado y Cástulo Aparicio, poseían tierras en la Quebrada de
Humahuaca y eran ricos para los estándares locales; sin embargo, ninguno de
ellos aparecía entre los más ricos terratenientes de la provincia (Cuadro 2). De
los trece diputados y senadores nacionales por Jujuy, sólo Macedonio Graz,
Manuel Padilla, el ya mencionado Aráoz y José Benito Bárcena se ubicaban
entre los más ricos propietarios (Cuadro 3).
En suma, entre 1853 y 1875 la elite política de Jujuy se reclutaba
mayoritariamente entre las familias extensas de la elite del periodo colonial
tardío, que volvieron a la provincia después de la caída del rosismo. La red de
familias organizadas en torno a los Sánchez de Bustamante ocupó el centro de
la escena política. Su poder se basaba limitadamente en la acumulación de
riqueza, ya que sólo algunos de sus integrantes aparecían en la lista de los
más grandes terratenientes de la provincia. La clave para entender la posición
dominante de los Sánchez de Bustamante en la política de Jujuy, tras la caída
de Rosas, reside en sus vastas conexiones familiares y en su preeminencia
social de antigua familia colonial. Su activa militancia antifederal y su status de
exiliados políticos agregaban un plus de prestigio a los miembros de esta
familia. Además, el hecho de haber ocupado los más altos cargos provinciales
y nacionales, desde la independencia hasta su exilio, les brindaba una
experiencia en el manejo político, que pocas familias locales podían igualar. A
este respecto, los Sánchez de Bustamante son un buen ejemplo de lo que Tulio
Halperín Donghi llamó “la elite letrada”, es decir, políticos con educación y
experiencia que los hacía relativamente independientes de las clases
propietarias y populares. En el momento del proceso de formación del Estado
nacional, posterior a la crisis del rosismo, los Sánchez de Bustamante podían
ofrecer a la elite provincial su habilidad, conexiones y experiencia política para
mediar entre los poderes provinciales y nacionales.13
La segunda mitad de la década de 1870 fue un periodo muy conflictivo, en el
cual se quebraron viejas alianzas y surgieron nuevos actores dentro de la elite,
que no habían participado tan prominentemente en la política provincial hasta
12
Gran propietario era también José Benito Bárcena, quien desempeñó la gobernación en dos
oportunidades, pero solo de manera interina.
13
Halperín Donghi, Tulio, “Una nación para el desierto argentino”, en Proyecto y construcción
de una nación (Argentina 1846-1880), Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1980, p. XVII.
108
de 1890, cuando hizo las paces con el roquismo y su líder local, el senador
Pérez, quien había sido su ministro de Gobierno en la década de 1870.
Designado Juez Federal de Jujuy (Aparicio era abogado graduado en Sucre),
ocupó el cargo hasta que fue elegido senador nacional en 1895, de la mano de
Pérez, en reemplazo de Eugenio Tello. Ocupó la banca hasta 1904. En 1908
retornó al cargo de Juez Federal de Jujuy hasta su fallecimiento en 1917.
Las luchas políticas de la segunda mitad de la década de 1870 abrieron el
camino a hombres nuevos, que hicieron sus primeras armas en la política en
los fragores de ese conflictivo momento. Estos personajes son nuevos, en tanto
sus familias no pertenecían ni a la elite tradicional de la colonia, ni a los
notables locales de los departamentos. Su extracción social se reconocía en
comerciantes medianamente prósperos y funcionarios menores, en el Jujuy de
la primera mitad del siglo XIX. Dos de los hombres más reconocidos,
poderosos y prestigiosos de la política provincial post-1880 pertenecen a este
grupo: Eugenio Tello y Domingo Teófilo Pérez. Ambos iniciaron sus carreras
en las filas de la oposición a los Sánchez de Bustamante, en 1874, pero las
luchas de fines de la década los encontró en bandos contrarios, a Tello entre
los autonomistas, opositores a la intervención del ejército y del Estado en la
política local, y a Pérez entre los que rápidamente se alinearon con el nuevo
orden y la candidatura de Roca en 1879.
Eugenio Tello (1849-1924), hijo de un comerciante español de fortuna
moderada, era Jefe de Telégrafos cuando lo reclutaron para la milicia provincial
en 1874 y participó del derrocamiento del gobernador Teófilo Sánchez de
Bustamante. Ocupó una banca en la Legislatura provincial desde 1875 hasta
1882 (con las interrupción de 1878-1879) y desde 1886 hasta 1894
representando a varios departamentos. Accedió a la gobernación de la
provincia en 1883 por un acuerdo con el hombre fuerte del autonomismo
provincial, Domingo T. Pérez. Durante 1885 y 1886 se desempeñó como
ministro de Gobierno en el segundo periodo gubernativo de José María Álvarez
Prado. En 1886 fue elegido senador nacional donde permaneció hasta 1895
cuando lo reemplazó un antiguo enemigo político y aliado de Pérez, Cástulo
Aparicio. Desde entonces Tello se desvinculó de la política provincial y se
convirtió en agente del Estado nacional, sirviendo como gobernador del
Territorio Nacional de Río Negro hasta comienzos del siglo XX.
De orígenes sociales similares a Tello, la familia de Domingo T. Pérez (1853-
1910) participó más activamente en las luchas políticas de la primera mitad del
siglo. Su abuelo había sido estanquero de Jujuy a fines de la colonia y
posteriormente comerciante de moderada fortuna. Su padre, José Gabino
Pérez, quien continuó con el comercio familiar, debió emigrar a Bolivia dada su
participación en la Coalición del Norte. A la caída del régimen rosista fue
legislador, miembro de las Convenciones Constituyentes de 1856 y 1866 y
ministro de Gobierno. Su hijo Domingo inició su carrera al amparo del
gobernador Cástulo Aparicio de quien fue ministro entre 1877 y 1878, y
posteriormente diputado a la Legislatura. Uno de los líderes del autonomismo
en Jujuy, Pérez se dedicó entre 1878 y 1879 a la ampliación de la esfera del
poder del Presidente Nicolás Avellaneda en la provincia y la promoción de la
candidatura de Julio A. Roca. Derrotado en los combates políticos de 1879,
Pérez volvió a la política activa en 1882 como diputado provincial que conservó
(por diferentes Departamentos) hasta 1904. En 1883, de acuerdo con Eugenio
Tello, fue su ministro de Gobierno. Diputado Nacional entre 1884 y 1886, fue
111
elegido senador nacional en 1886, banca que ocupó por tres periodos
consecutivos hasta su muerte en 1910. Su relación personal con Roca y su
prolongada permanencia en el Senado lo convirtieron en el árbitro indiscutido
de la política jujeña sobre todo desde el alejamiento de Tello en 1895.
A fines del periodo se incorporaron a la política provincial otros hombres
nuevos (en el mismo sentido que los anteriores), más jóvenes, introducidos
directamente en la estructura del roquismo local de la mano de políticos ya
encumbrados. Son, por ejemplo, los hermanos Armando y Ernesto Claros, y
Manuel y Pedro J. Bertrés. Los Claros, iniciaron su derrotero político en la
Legislatura en 1894 y 1890 respectivamente. Armando, médico, fue ministro de
Gobierno de Manuel Bertrés (1895) y diputado nacional entre 1898 y 1902, e
inmediatamente después de terminar su periodo fue subsecretario del
Ministerio del Interior de la Nación. Ernesto, abogado, tuvo una carrera política
más larga que se lanzó como ministro de Gobierno de Sergio Alvarado (1891-
1892), diputado nacional (1896-1902) y Juez Federal de Jujuy (1904-1908), y
en Buenos Aires (1910-1913). De regreso a Jujuy participó en la fundación de
un partido anti-roquista incorporándose finalmente al radicalismo. En la década
de 1920 ocuparía nuevamente una banca de diputado nacional por ese partido.
Manuel y Pedro J. Bertrés no eran del todo ajenos a las familias de la elite
provincial; por vía materna se emparentaban con los Aráoz y Tezanos Pinto.
Los hermanos se incorporaron a la Legislatura a fines de la década de 1880 y
continuaron ocupando bancas intermitentemente a lo largo de la década de
1890. Pedro llegó a ser electo vice-gobernador de la provincia entre 1901 y
1904 (administración de Mariano Valle). Entre 1895 y 1907 Manuel tuvo una
destacada carrera: gobernador (1895-1898), ministro de gobierno (1899),
diputado nacional (1900-1904), y nuevamente gobernador (1904-1907).
Finalmente ocupó el puesto de Intendente de Jujuy entre 1910 y 1913, cuando
se retiró de la política activa.
¿Qué revelan todas estas carreras políticas de miembros la elite política
provincial a partir de 1880? En primer lugar, es evidente que el reclutamiento
era más variado en cuanto a sus orígenes sociales que el acostumbrado en el
periodo anterior. No sólo las familias tardocoloniales perdieron su centralidad
en la política jujeña (aunque no desaparecen por completo de la escena) sino
que la red de parentesco no cumple ya las funciones de articulación entre los
diversos segmentos de la elite. Pasado 1880 los clivajes políticos respondían a
alineamientos que tenían más que ver con el ordenamiento político nacional
que con los conflictos locales. Porque la característica más notable de la elite
política de este periodo es su total alineamiento con el roquismo a partir de
mediados de la década de 1880 y hasta mediados de la primera del siglo XX.
Esta solidez en las opciones políticas colabora a la consolidación de un fuerte
liderazgo que a la vez media en los posibles conflictos intra-elite y se constituye
en el único referente de la provincia ante los poderes nacionales, no sólo para
representar las demandas de la provincia sino también para canalizar los frutos
de ellas entre sus amigos políticos. La presencia prolongada en Buenos Aires
de hombres fuertes del régimen con buenos contactos con la administración
central permitió que muchas de las decisiones políticas fuesen tomadas por
ellos allí y no en la provincia, sobre todo desde 1895 por el senador Pérez. En
segundo lugar, la existencia de un Estado nacional más sólido y próspero
promueve y ampara opciones de carrera para esta elite que trascienden al
ámbito provincial. Algunos de estos hombres ocupan lugares en las diversas
112
15
Alvarado, Soriano, Consideraciones sobre el gobierno de Jujui. Su pasado y su presente e
influencia directa en la suerte de aquella provincia. Dedicados al Exmo. Gobernador de la
misma Sr. D. Pedro J. Portal, por un proscrito, El Comercio, Salta, 1872, p. 12.
113
16
Paz, Province and Nation in Northern Argentina…op.cit., Apéndice B: “Miembros de la
Legislatura de Jujuy, 1835-1880”. Este apéndice se basa en datos recolectados en las Actas de
la Legislatura de Jujuy ubicadas en el Archivo de la Legislatura de Jujuy, libros A-2 a A-12.
Véase también el reciente libro del profesor Jorge A. Bidondo, Notas…; Legislatura…op.cit.,
1835-1985, Jujuy, Cuadernos del Duende, 2005.
17
Registro Oficial de la Provincia de Jujuy, Butazzoni, Jujuy, 1885, “Constitución de la Provincia
de Jujui (22 de marzo de 1856)”, II, pp. 51-67; “Constitución de la Provincia de Jujui (10 de
marzo de 1866)”, II, pp. 453-467. Ambas constituciones prohibían la reelección del gobernador
que duraba en su cargo dos años.
18
Alvarado, Consideraciones sobre el gobierno de Jujuy… op.cit. p. 5.
114
19
Los pormenores de los sucesos de 1870 en Jujuy se encuentran en Sommariva, Luis H.,
Historia de las intervenciones federales en las provincias, tomo I, Buenos Aires, El Ateneo,
1929, pp. 438-443.
20
Alvarado, Consideraciones sobre el gobierno de Jujui, p. 29. De acuerdo con las
constituciones provinciales de 1856 y 1866 la Legislatura proponía una terna de candidatos
115
para llenar las vacantes de jueces del Superior Tribunal entre los cuales el gobernador
designaba uno; los jueces de primera instancia y de alzadas eran designados por el
gobernador con acuerdo del Superior Tribunal, y los jueces de paz (instancia judicial en zonas
rurales) eran nombrados directamente por el gobernador, Registro Oficial de la Provincia de
Jujuy, II, pp. 64 y 465.
21
Botana, Natalio, El orden conservador. La política argentina entre 1880 y 1916, Buenos
Aires, Sudamericana, 1977, p. 114.
116
22
Sobre estos personajes y su inserción en la sociedad local y provincial véase Paz, Province
and Nation…op.cit., pp. 258-268.
23
Las prácticas electorales en la capital son similares a las descritas para Buenos Aires por
Sabato, Hilda en “Elecciones y prácticas electorales en Buenos Aires, 1860-1880. ¿Sufragio sin
ciudadanía política?”, en Annino, Historia de las elecciones…op.cit., pp. 107-142.
118
Los nativos están alucinados con las promesas hechas por los viejos
explotadores de su credulidad e ignorancia [Bustamante y sus
seguidores] de que del levantamiento general del 13 de Octubre surgirá
la Presidencia del General Mitre, quien les dará la posesión de las
tierras que denunciaron como fiscales.27
29
Lo que sigue se basa sobre todo en Paz, Gustavo L., “Encomienda, hacienda y orden rural
en el norte argentino: Jujuy, 1850-1900”, Anuario de Estudios Americanos 61 (2), Sevilla, 2004,
551-570.
30
Sánchez de Bustamante, José, Fallo de la Suprema Corte Federal en el litis de la Provincia
de Jujuy con el Sr. D. Fernando Campero, sobre las tierras de Cochinoca y Casabindo. A mis
comprovincianos, Buenos Aires, La Nación, 1877, n/p.
122
31
Lo que sigue se basa en Sánchez de Bustamante, Biografías históricas…op.cit., 328-333,
Sánchez de Bustamante, “Provincia de Jujuy (1862-1930)”, en Academia Nacional de la
Historia, Historia de la Argentina Contemporánea. 1862-1930, Buenos Aires, El Ateneo, 1967,
Vol. 4, 137-139 y Sommariva, Historia de las intervenciones…op.cit., II, 7-12 y 48-51.
123
33
Alonso, Paula, “La política nacional entre 1880 y 1886 a través del partido Autonomista
Nacional”, Universidad de San Andrés, Departamento de Humanidades, 2002. (Documento de
Trabajo 26)
34
El estudio en detalle de la política provincial entre 1880 y 1916 todavía está por hacerse. Lo que
sigue se basa fundamentalmente en los trabajos pioneros de Teófilo Sánchez de Bustamante,
Biografías históricas…op.cit., 357-381 y “Provincia de Jujuy (1862-1930)”, 145-162 y los de
126
Bidondo, Notas gobernadores y Notas Legislatura, ya citados. El periodo merece sin duda una
investigación más profunda que todavía no ha sido encarada. Los trabajos preliminares de la Prof.
María Teresa Bovi sobre el pensamiento y acción política del Senador Domingo T. Pérez prometen
ser esclarecedores.
35
Botana, El orden conservador…op.cit., pp. 87-91 y 95-96.
36
Ibid., pp. 106-107.
127
banca de senador había sido alternada por ex-gobernadores, como Daniel Araoz
o prominentes hombres políticos aliados a los “conspicuos”, como José Benito
Bárcena. Pero el senador Bustamante era, realmente, el árbitro de la política
provincial, a quien sus enemigos le atribuían, junto con su familia, el mote “de
profesión senadores”.
El senador Pérez, como se lo conoce en la historia provincial más que por su
nombre de pila, tuvo un record de pervivencia en el Senado, aún más
extraordinario que su antecesor, al ocupar la banca de senador por Jujuy durante
24 años, entre su elección en 1886 y su fallecimiento en 1910. Su cercanía al
roquismo lo convirtió, desde mediados de la década de 1890, en el árbitro
indiscutido de la política jujeña. La otra banca de senador fue ocupada
alternativamente por tres ex-gobernadores hasta 1910: Eugenio Tello (1886-
1895), Cástulo Aparicio (1895-1904) y Sergio Alvarado (1904-1910). Tello y
Alvarado habían sido gobernadores recientes, mientras que Aparicio había
ocupado la gobernación a mediados de la turbulenta década de 1870 y no había
tenido una destacada carrera política en la siguiente.
Como el periodo de gobierno era en Jujuy muy corto (dos años hasta 1894, y tres
luego de la reforma constitucional de 1893) y la reelección inmediata no estaba
permitida, las bancas de diputados nacionales eran un destino codiciado por los
ex-gobernadores. José María Álvarez Prado, gobernador de 1885 a 1887, ocupó
una banca de diputado nacional al finalizar su periodo (1888-1892); del mismo
modo, Sergio Alvarado (gobernador entre 1891-1893) la ocupó entre 1894 y
1898, y Manuel Bertrés, gobernador entre 1895 y 1898, fue electo diputado en
1900.
Por supuesto, los diputados nacionales no se reclutaban exclusivamente entre los
ex-gobernadores. En algunos casos, el ministro general de gobierno saliente era
electo para una banca. Domingo T. Pérez accedió a su primer cargo electivo
nacional, en 1884, luego de haber desempeñado el ministerio durante la primera
parte de la gobernación de Tello. De la misma forma, Manuel Padilla, segundo
ministro de Tello, fue elegido diputado en 1886, cargo al que renunció en 1889,
cuando fue designado ministro de gobierno de Jorge Zenarruza. Luego de un
año, retornó a la Cámara de Diputados por un periodo más (1890-1894). Es
también el caso de Ernesto Claros, ministro del gobernador Alvarado (1891-
1893), quien fue elegido diputado nacional para el periodo 1892-1896. Otros
diputados nacionales fueron elegidos luego de una corta iniciación política y fruto
de transacciones entre partidos: por ejemplo, Jorge Zenarruza (1884-1888) y
Daniel Ovejero (1896-1900). En ambos casos, y en un patrón invertido al de los
anteriores, fueron elegidos gobernadores de la provincia después de haberse
desempeñado como diputados nacionales (Zenarruza entre 1889 y 1891 y
Ovejero entre 1907 y 1910).
El patrón de reclutamiento de los diputados nacionales era variado y, como
resultado, no todos los gobernadores llegaron a ocupar un cargo de diputado
nacional: son los casos de Pedro Álvarez Prado, Julián Aguirre y Mariano Valle.
La carrera política podía culminar entonces, en el plano provincial, con el cargo
de gobernador.
Sin duda, la carrera pública más completa e intensa, como ya se ha advertido, fue
la de Sergio Alvarado. Entre 1891 y 1913 ocupó sucesivamente los siguientes
cargos: gobernador (1891-1893), diputado nacional (1894-1898), nuevamente
gobernador (1898-1901), senador nacional (1904-1910) y gobernador por tercera
vez (1910-1913). De acuerdo con Natalio Botana, Alvarado es uno de los dos
128
gobernadores, entre 1880 y 1916, que lograron ser re-electos dos veces, de un
total de 195 que gobernaron las provincias argentinas en ese periodo.37
Una característica notable en la política provincial era la ocupación de cargos
legislativos provinciales y nacionales al mismo tiempo. Esto no era una novedad
en el periodo 1880-1916, sino una continuación de una práctica política instalada
desde 1853, como vimos más arriba. Para limitarnos a los casos más conocidos
e importantes, el senador Domingo Pérez ocupó una banca de representante por
el Departamento de Perico de San Antonio, entre 1884 (cuando ya era diputado
nacional) y 1904, y Eugenio Tello bancas por los Departamentos de Cochinoca
entre 1887 y 1891, y por Valle Grande entre 1891 y 1894, durante su periodo
como senador nacional. Los casos son numerosos, sobre todo en los
departamentos rurales; en la Capital, la competencia electoral y la alternancia
de bancas hizo variar el elenco de representantes, mucho más que en interior
de la provincia. Esta práctica corriente entre los políticos más prominentes
apuntaba a la conveniencia de preservar una base política en la Legislatura
provincial, desde donde poder seguir de cerca los avatares locales e influir en
las elecciones de gobernadores, senadores y electores presidenciales.38
Si la Legislatura constituía la base del sistema político provincial, en su vértice se
ubicaba el senador nacional. Entre 1886 y 1895, como hemos anotado antes,
dos personalidades fuertes ocuparon las bancas de senadores nacionales por
Jujuy: Eugenio Tello y Domingo T. Pérez. Jefes de las facciones políticas en
acuerdo desde 1883, ambos mantuvieron su decisiva influencia en la política
jujeña mediante el control de la sucesión gubernamental. Sólo a fines de la
década de 1880 comenzó a manifestarse una ruptura en la coalición gobernante,
fruto más que nada de los enfrentamientos personales entre ambos senadores.
El acuerdo llegó a su fin, en 1890, cuando el senador Tello y los diputados
nacionales José María Álvarez Prado y Manuel Padilla rompieron con el
autonomismo roquista de Pérez y establecieron el “partido provincial”. La tensión
entre ambas facciones alcanzó su pico máximo en la ocasión de la renovación de
la Legislatura en 1892. El partido provincial decidió dar batalla y, como en
oportunidades anteriores de competencia electoral, ésta también estuvo cargada
de violencia. El 7 de agosto se enfrentaron en las calles de la Capital miembros
de ambas facciones, provincial y autonomista, lo que provocó la intervención de la
policía. Ante el clima de violencia electoral, los legisladores de la facción
“provincial” decidieron solicitar la intervención federal al gobierno nacional,
avalados por el senador Tello. El gobierno no actuó y, finalmente, los provinciales
decidieron abstenerse de participar en las elecciones, con la excepción de
Tilcara, base política de los Álvarez Prado, donde triunfó el ex-gobernador Pedro
Álvarez Prado. A comienzos del año siguiente, legisladores simpatizantes del
“partido provincial” desconocieron la legalidad de la Legislatura y dejaron de
concurrir a las sesiones; el resto de la sala los destituyó y en nuevas elecciones
fueron reemplazados por simpatizantes políticos del autonomismo de Pérez. Al
año siguiente, el mismo senador Tello sería destituido de su banca de legislador
provincial por “reiteradas inasistencias”, aunque en verdad por desconocer
abiertamente la legalidad de la Legislatura, controlada por sus enemigos políticos.
Entre 1892 y 1894, lo que quedaba de la disidencia “provincial” fue barrido del
mapa. En las renovaciones de diputados nacionales de 1892 y 1894, los elegidos
fueron dos fieles seguidores del senador Pérez, el ex-ministro general de la
37
Ibid., pp. 107-108.
38
Véase Bidondo, Notas Legislatura…op. cit., pp. 145-234.
129
39
“Política jujeña”, El País, Buenos Aires, 9 de enero de 1907, p. 5. Agradezco esta referencia
al Dr. Fernando Rocchi.
40
Debo estas referencias, extraídas de correspondencia privada, a la gentileza de la Prof.
María Teresa Bovi.
41
Carta de Manuel Bertrés a Teófilo Sánchez de Bustamante, Jujuy, 3 de febrero de 1896, y
carta de Armando Claros a Bustamante, Jujuy, 2 de febrero de 1896, ambas en Archivo de la
130
1
Con la crítica generalizada, además, hacia la falta de programa partidario: “Que el partido
radical no ha tenido jamás, ni tiene, ni podrá tener –mientras siga siendo lo que es-, un
programa de principios, de propósitos concretos de gobierno, es un axioma aceptado por todo
el mundo cuando habla de política argentina”. El Provincial, Jujuy, Lunes 9 de junio de 1913,
Año IV, Nº 686. Y números de enero y mayo de 1913.
139
Claros, Ceballos y Carrizo [...] no pueden ser más de lo que han sido toda su
vida: elementos subalternos del radicalismo [...] son los tránsfugas y los traidores
de épocas no lejanas, los que engañaron al pueblo mismo que los hiciera surgir
de la nada, que los llevara a ocupar posiciones públicas más o menos elevadas,
2
confiando en sus promesas, en sus halagos a la muchedumbre [...].
2
La Opinión, Jujuy, lunes 12 de enero de 1920, Año I, Nº 242. (Subrayado nuestro).
3
La Opinión, Jujuy, jueves 17 de marzo de 1921, Año II, Nº 342.
140
4
“El triunfo democrático que en Jujuy ha apasionado hasta el último habitante, se ha debido
que sus hijos más capacitados, han descendido hasta el elector con entusiasmo para hacerlo
comprender donde estaba la verdad y la mentira [...] Y el resultado de tal brega ha sido el
triunfo de los mejores [...] resultado de esa lucha de los mejores [...] es esta asamblea que
traduce el verdadero significado de la palabra democracia, que es la aristocracia de la
inteligencia, del saber y del carácter”. Discurso del Gobernador Benjamín Villafañe, Apertura
de Sesiones de la Legislatura, año 1924.
5
El Día, Jujuy, martes 19 de febrero de 1924, Año XIV, Nº 4914.
6
El Día, Jujuy, viernes 28 de marzo de 1924, Año XIV, Nº 4945.
141
La asistencia al voto rondaba el 60% (unos puntos más o menos), excepto para
las elecciones del '28, en las cuales Jujuy eligió electores a Presidente y Vice,
pero no renovó diputados nacionales, donde el porcentaje subió a 80; aquí la
UCR obtuvo 8.773 votos, la UCR Antipersonalista 4.847, los Socialistas 49 y se
computaron 480 votos en blanco.
Los radicales, “rojos”, “azules”, “negros”, “tanquistas”, “claristas” o de cualquier
otra denominación, pusieron en práctica tácticas y procedimientos variados
para aumentar su respaldo electoral; algunos directamente vinculados a
capturar el voto, otros a lograr adeptos a través de la atención de ciertas
necesidades y reclamos sociales. Para ello, viejas fórmulas clientelísticas se
reactualizaron, aunque también apareció un nuevo estilo de hacer política
7
El Día, Jujuy, sábado 15 de enero de 1921, Año XI, Nº 4286; La Opinión, Jujuy, jueves 19 de
abril de 1928, Año X, Nº 3232.; La Opinión, Jujuy, sábado 12 de abril de 1924, Año VI, Nº
1280; El Día, Jujuy, miércoles 2 de octubre de 1929, Año XX, Nº 6815.
8
La Unión, Jujuy, jueves 3 de octubre de 1929, Año II, Nº 344. Con el advenimiento del
peronismo hubo un aumento doble de ciudadanos inscriptos y casi del 20% en los votantes,
votó el 78,4 % del padrón electoral de la provincia. Cfr. Kindgard, Adriana, Alianzas y
enfrentamientos en los orígenes del peronismo jujeño, UNIHR, FHyCS (UNJu), 2001, p. 149.
142
9
Volante del Club “La Unión”, 1923.
10
Volante del Comité “La Unión” convocando a inauguración de nuevo Comité en Ledesma.
11
Discurso del Gobernador Horacio Carrillo, Apertura de Sesiones de la Legislatura, año 1920.
12
Sánchez de Bustamante, Teófilo, “Provincia de Jujuy (1862-1930)”, en Historia Argentina
Contemporánea. 1862-1930, de la Academia Nacional de la Historia, Vol. IV, Historia de las
143
Provincias y sus Pueblos, Cap. XV, Buenos Aires, El Ateneo, 1967, p. 165. Cfr. También
Aparicio, Plácido, Por la verdad histórica. Las obras públicas en Jujuy. Quiénes las hicieron.
Comprende de 1890 a 1927, Buenos Aires, 1945, p.p. 25-41.
13
Es importante recordar que las primeras leyes protectoras de los trabajadores tenían
validez sólo en Capital Federal y Territorios Nacionales.
14
Jujuy, Talleres Gráficos del Estado, mayo 23 de 1923.
144
15
“A empresas de tanta importancia que costean las dos terceras partes de los gastos de la
Provincia, que nos han ayudado en forma tan eficaz, que sin su cooperación yo no hubiera
podido ser Gobernador, ni usted Senador –le escribía Villafañe a Teófilo Sánchez de
Bustamente- lo menos que se les puede ofrecer en compensación, son autoridades que
signifiquen una garantía de orden y respeto a todos los derechos”. Villafañe, Benjamín, El
irigoyenismo, Jujuy, Talleres Gráficos del Estado, 1927, p. 86.
16
Cfr. Fleitas, María Silvia, “Política y conflictividad social durante las gobernaciones radicales.
Jujuy, 1918-1930”, en Santamaría, Daniel (Comp.): Jujuy: Arqueología, Historia, Economía y
Sociedad, CEIC, Ediciones Cuadernos del Duende, 2005.
145
17
Lagos, Marcelo, “Conformación del mercado laboral en la etapa de despegue de los
ingenios azucareros jujeños (1880-1920), en Campi, Daniel (Comp.): Estudios sobre la Historia
de la Industria Azucarera Argentina, Jujuy, UNJu-UNT, TII, 1992, p. 76.
18
El Día, Jujuy, jueves 22 de agosto de 1918, Año IX, Nº 2273.
19
El Día, Jujuy, viernes 6 de septiembre de 1918, Año IX, Nº 2285.
20
El Día, Jujuy, martes 10 de septiembre de 1918, Año IX, Nº 2288.
21
Para un análisis más detallado ver Teruel, Ana y Fleitas, María Silvia, “Historiando las
develaciones de Bialet Massé en torno a los trabajadores y conflictos sociales en los ingenios
de Jujuy”, en Lagos, Marcelo, Fleitas, María Silvia y Bovi, María Teresa: A Cien Años del
Informe de Bialet Massé. El trabajo en la Argentina del siglo XX y albores del XXI, UNIHR,
EdiUnju, 2004.
146
22
No tenemos cifras oficiales del número de obreros que participaron en este movimiento
huelguístico, en las declaraciones indagatorias de los detenidos aparecen cifras estimativas
entre 300 y 500 personas involucradas, mientras que un periódico hablaba de 1000 los
adheridos al paro. Si esto fuera así, la participación tuvo alcance reducido, considerando que el
personal permanente debía estar superando los 3000 o 4000 hombres.
23
Teruel, Ana y Fleitas, María Silvia, “Historiando las develaciones de Bialet Massé en torno a
los trabajadores y conflictos sociales en los ingenios de Jujuy”, op.cit., p.p. 152-153.
147
una posición hegemónica dentro del nuevo partido, pese a las reticencias de
los antipersonalistas, nucleados en torno al liderazgo de los hermanos Pedro y
Rudesindo Campos. El llamado “campismo” sería a la sazón la fracción interna
del Partido Popular llamada a representar a quienes se oponían a la cada vez
más fuerte influencia del industrial azucarero en las estructuras partidarias.24
El conflicto entre las corrientes en pugna, en el seno del partido oficialista,
estallaría finalmente en 1934, con motivo de las pretensiones de Arrieta -al
cabo concretadas- de presentar su candidatura a diputado nacional por la
provincia de Jujuy. En marzo de 1937 la Convención del Partido Popular
nombraba presidente de la agrupación a Herminio Arrieta. Dos años antes de
llegar a término su representación parlamentaria, éste se planteaba la meta de
obtener una banca en el Senado de la Nación, para lo cual dirigiría sus
influencias, con el fin de asegurarse el apoyo de la Legislatura provincial,
logrando la senaduría en 1938.
Si, como señala Halperín Donghi, el radicalismo del país terminaría
participando de la experiencia restauradora transformándose, en última
instancia, en cómplice de la situación;25 en Jujuy, el Comité Provincial de la
UCR, presidido por Tanco, permaneció intransigente en su postura
abstencionista, decidiendo prolongarla más allá de la resolución de Alvear de
concurrir, a partir de 1935, a comicios nacionales y provinciales. Dueños los
conservadores de la situación, y apuntalados por la activa participación política
del hábil propietario del ingenio Ledesma, el asedio a los militantes yrigoyenistas
sería implacable.
Los radicales jujeños no participaron, entonces, de las elecciones de principios
de 1936, que llevaron al conservador Pedro Buitrago a la gobernación de la
provincia. Un año más tarde, en medio de la agitación suscitada por los
próximos comicios presidenciales, el Partido Radical Antipersonalista, liderado
por los hermanos Campos, seguía siendo la única agrupación dispuesta a
enfrentarse al oficialismo local. Efectivamente, ya para entonces Rudesindo
Campos, quien finalizaba su período como senador el 30 de abril de 1938,
aparecía en abierto conflicto con sus ex aliados políticos.
En febrero de 1937, Raúl Bertrés, otro avezado dirigente del yrigoyenismo
jujeño, residente por entonces en la Capital Federal, escribía desde ésta a
Miguel Tanco, haciéndole saber la resolución del Comité Nacional de concertar
una entrevista política entre Alvear y Justo, a fin de definir la situación del
partido. La Convención Provincial de la UCR decidía apoyar electoralmente la
fórmula Alvear-Mosca, si bien continuaba con la abstención en el plano local.
Obtenido el compromiso político del jefe radical de Jujuy, los candidatos se
aprestarían a extender su gira proselitista hasta la ciudad norteña. Sin
embargo, el 3 de setiembre -a dos días de la fecha fijada para las elecciones
de electores a presidente y vice de la Nación- Miguel Tanco decidía
nuevamente la abstención del partido en los comicios “[…] después de
considerar las graves persecuciones contra nuestros afiliados que han llegado
24
Ya en 1932, diecisiete de los dieciocho diputados que integraban la Legislatura respondían al
oficialismo estando vinculados, la mayoría de ellos, a las compañías azucareras a través de
una variada gama de funciones: médicos, abogados, contratistas de peones, etc.
25
Halperín Donghi, Tulio, La democracia de masas, Buenos Aires, Paidós, 1991.
148
26
Del telegrama enviado por Miguel Tanco a Marcelo T. de Alvear el 4 de setiembre de 1937,
comunicando la resolución de la Convención del partido en Jujuy, AGN, Fondo Justo (Jujuy),
doc. 78, 4 de setiembre de 1937.
27
AGN, Fondo Justo (Jujuy), doc. 73, 4 de setiembre de 1937.
28
Crítica, Buenos Aires, 9 de setiembre de 1937.
29
AHJ, Exp. 533, Jujuy, 24 de marzo de 1943.
149
30
AHJ, Exp. 37, Jujuy, 11 de enero de 1943.
150
31
AHJ., Exp. 315, Jujuy, 6 de Febrero de 1943.
32
En Argentina, tras el derrocamiento de Yrigoyen, se hizo manifiesto -en toda su crudeza- el
agotamiento del modelo agroexportador. Los precios de los productos agrícolas en el mercado
internacional cayeron fuertemente a la vez que se interrumpía el flujo de capitales, provocando
una grave reducción de los ingresos fiscales. A partir de allí, la intervención directa del Estado
en los asuntos económicos con fines regulatorios derivaría en una verdadera reestructuración
institucional.
151
Mediando gestiones del Comité Nacional de la UCR, en las que no dejó de influir
el mismo Alvear, Miguel Tanco interrumpiría una década de postura
abstencionista. Las fracciones radicales jujeñas se fusionaron sobre la base de
acordar a los tanquistas el primer término de la fórmula gubernamental y ocho de
las diez bancas legislativas en juego. El radicalismo triunfó ruidosamente en trece
de los catorce departamentos de la provincia, llevando a Raúl Bertrés a la primera
magistratura. Su breve gobierno dio muestras de una marcada orientación
popular, en oposición permanente a las pretensiones de poder de los "oligarcas
azucareros". En una nota periodística que se le hiciera a meses de asumir el
mando, expresaba:
33
Educación común en la Capital, Provincias y Territorios Nacionales, Ministerio de Justicia e
Instrucción Pública, Consejo Nacional de Educación, Buenos Aires, Talleres Gráficos del
Consejo de Educación, 1939.
34
Ibid.
35
Ibid.
152
[...] una oligarquía más adicta al reclamo de las voces amigas que dispuesta a
satisfacer las necesidades populares hizo de las provincias del Norte estas pobres
imágenes macilentas que ruegan al rutilante poder público nacional la ayuda que
los ricos otorgan a sus parientes desheredados. Jujuy se ha rebelado contra esa
tradición. 36
36
Noticias Gráficas, Buenos Aires, 8 de octubre de 1940.
153
37
AGN, Manifiesto del Partido Radical de Jujuy, Ministerio del Interior exp. 21566-J, mayo de
1942.
38
Véase Kindgard, Adriana, Alianzas y enfrentamientos en los Orígenes del Peronismo Jujeño,
op.cit.
154
39
Proclama, Jujuy, 15 de febrero de 1946.
156
40
AHJ, exp. 564, Jujuy, 8 de marzo de 1946.
41
La Opinión, Jujuy, 12 de febrero de 1946.
158
42
AHJ, exp. 173, Jujuy, 7 de octubre de 1946.
43
Diario de Sesiones de la H. Cámara de Senadores de la Nación, Buenos Aires, T. 1, 7 de
agosto de 1947.
159
44
AHL, Diario de Sesiones de la Legislatura Provincial, Jujuy, 3 de Junio de 1947.
45
Como tales se entendía, según lo estipulaba el art. 4, viviendas que poseyeran "[...]
comodidades suficientes para el reposo, las comidas, la higiene personal y la vida de relación.
Deberán satisfacer condiciones mínimas de abrigo, aireación, luz natural y espacio suficiente
para el número de personas que deben ocuparlas [y] estarán dotadas de agua potable y
servicios sanitarios en general". AHL, Diario de Sesiones de la Legislatura Provincial, Jujuy, 20
de Diciembre de 1947.
46
Era el caso de Plinio Zabala en El Carmen o de Carlos Bárcena en Tumbaya.
47
La Provincia, Jujuy, 6 de abril de 1946.
160
48
Los radicales participarían en la Capital, San Pedro y Yavi. Los otros tres departamentos en
cuestión eran Ledesma, El Carmen y Humahuaca.
49
Gregorio Horacio Guzmán había nacido en Jujuy en 1913. A fines de la década de 1930, tras
graduarse de abogado en Córdoba, regresaba a su ciudad natal donde pronto logró destacarse
en las filas de la UCR local. En 1940 –durante el gobierno de Bertrés- ocupó una banca en la
Legislatura provincial, representando al departamento Capital.
50
Véanse Araya, Florencio, Reflexiones del ser radical, Buenos Aires, Gráfica Alte. Brown,
1999; y Teruel, Ana y Kindgard, Adriana, “Provincia de Jujuy: de 1930 a la actualidad”, en
Academia Nacional de la Historia, Historia de las Provincias Argentinas, t. I, Buenos Aires,
Planeta, en prensa.
161
51
Se trataba de 6 diputados de la UCRP, 4 del Laborismo y 2 de cada una de las fuerzas
conservadoras (Partido Demócrata y Partido Conservador Popular).
52
AHL, Diario de Sesiones de la Honorable Legislatura de la Provincia, Jujuy, 22 de noviembre
de 1961, p. 1444. La reforma a la Ley Electoral de la provincia, que había sido propiciada por
Guzmán en 1959, daba lugar a que la disidencia al interior de los bloques legislativos –
mayoritario o minoritarios- terminara en la conformación de un nuevo partido político. A nadie
se escapó en ese entonces la intención subyacente de facilitar con ello la mencionada división
del laborismo jujeño.
53
Ibid., p. 1450. Armando Martínez había sido el único de los diputados oficialistas en negar su
voto para la sanción del proyecto del Ejecutivo de reforma a la Constitución de la Provincia –la
de 1935 en vigencia- en el cual se incluía una cláusula permitiendo la reelección del
gobernador, intento al cabo fallido por no contar, justamente, con el suficiente apoyo.
162
54
Véase AHL, Diario de Sesiones de la Honorable Legislatura de la Provincia, Jujuy, 10 de
noviembre de 1961.
55
Además de esta importante obra, terminada en abril de 1962, Guzmán había dispuesto la
realización de monumentos en la plaza principal de La Paz y mandado construir una escuela
en la localidad de Suipacha –a unos 60 km. al norte de Villazón- con recursos provinciales.
56
Del discurso del diputado Rafael Jáuregui, Diario de Sesiones de la Honorable Legislatura de
la Provincia, Jujuy, 10 de noviembre de 1961, p. 1403.
57
En 1959, el senador por Jujuy, Juan A. Mansilla –de la UCRI- logró que se aprobara en el
Congreso su proyecto de ley para que el gobierno de Frondizi, a través del Consejo Agrario
Nacional, hiciera entrega a la provincia de las tierras expropiadas en 1949. Las tierras
traspasadas a la provincia totalizaban 1.846.752 has. en los departamentos de Tumbaya,
Tilcara, Valle Grande, Humahuaca, Cochinoca, Rinconada, Santa Catalina y Yavi,
163
entregándose sólo a los pobladores “con legítimo derecho”, en las zonas en que las
circunstancias de dominio permitían legalizar la adjudicación. Véase AHL, Diario de Sesiones
de la Honorable Legislatura de la Provincia, Jujuy, 8 de noviembre de 1961.
58
El Hospital Pablo Soria había empezado a construirse a instancias del gobierno peronista
casi una década atrás. Abarcando quince cuerpos, con tres plantas y subsuelos, sería el más
moderno centro asistencial del Norte.
59
Testimonio del Director del Hospital “Dr. Jorge Uro”, Tierra Adentro, Jujuy, marzo 1962, Nº 5.
60
Tanto el gobierno provincial como el municipal –este último en manos del hermano del
gobernador, Alberto Guzmán- se habían propuesto implementar un plan de urbanización
tendiente a dotar a la ciudad capital de rasgos modernos. Los monobloques –algunos con
centros comerciales en sus plantas bajas- se levantaron también en zonas estratégicas de la
ciudad, bordeando las principales avenidas.
164
61
Se trataba ciertamente de un “clima de época”. Eran esos los años de auge de la teoría de la
modernización en los medios intelectuales, especialmente de América Latina. La problemática
del desarrollo –indefectiblemente ligada a aquélla- resonaba a la vez en gabinetes oficiales y
en aulas universitarias. Véase Teruel, Ana y Kindgard, Adriana, “Provincia de Jujuy…”, op. cit.
62
AHL, Diario de Sesiones de la Honorable Legislatura de la Provincia, 1º de mayo de 1959.
165
63
Rapoport, Mario y colaboradores, Historia económica, política y social de la Argentina (1880-
2000), Buenos Aires, Macchi, 2000, p. 510.
64
Crónica, Jujuy, Miércoles, 18 de enero de 1956, Año XXV, Nº 8342. En Buenos Aires había
surgido la Comisión Pro-Recuperación de los Sindicatos Libres, hegemonizada por los
socialistas, aunque con la participación de anarquistas, radicales e independientes, que
presionaba al gobierno para que devolviese los sindicatos a la dirigencia “democrática” no
peronista.
65
“Con la constitución de las 62 Organizaciones se quiebra el intento del gobierno cívico-
militar de reducir al sindicalismo peronista a pura acción gremial […] las 62 muestran que el
sindicalismo peronista recupera su capacidad de hacer política. […] Las 62 Organizaciones
restablecen la unidad entre la identidad sindical y la identidad partidista de los trabajadores
peronistas”. Godio, Julio, Historia del movimiento obrero argentino, T.2, Buenos Aires,
Corregidor, 2000, p. 978.
166
66
Pregón, martes 24 de septiembre de 1957, Año II, Nº 473.
67
Pregón, martes 15 de octubre de 1957, Año II, Nº 481.
68
Pregón, San Salvador de Jujuy, 24 de febrero de 1959, Año IV, Nº 890.
69
“[Hipólito Irigoyen] ya es símbolo de la nacionalidad y […] nos recuerda las obligaciones del
presente histórico para no apartarnos de las mismas. […] Yo quiero decir […] que no
defeccionaremos en el deber argentino de proteger las instituciones democráticas […]
Tampoco declinaré de ninguna manera de mis obligaciones a favor de los trabajadores. Por
eso mismo seguiré como hasta hoy respetando a todos, protegiendo el decoro y la dignidad de
los jujeños, edificando ideales y ensueños de paz, de prosperidad y de grandeza […]”. Pregón,
sábado 9 de julio de 1959, Año IV, Nº 1004.
70
Lobato, Mirta y Suriano, Juan, La protesta social en la Argentina, Buenos Aires, FCE, 2003,
p. 94.
167
71
En conferencia de prensa el Secretario Adjunto del Sindicato, Carlos A. Pinto y el Asesor
Legal del Gremio Dr. Guillermo Snopek, hacían responsable a la Compañía del clima de
“descontento y agitación que existe en el establecimiento que puede llevar a adoptar medidas
de acción directa”, enalteciendo su misión de “defender los justos derechos de sus afiliados”.
Pregón, San Salvador de Jujuy, 23 de febrero de 1964, Año IX, Nº 2539.
72
Pregón, San Salvador de Jujuy, Domingo 1 de agosto de 1965, Año X, Nº 3048.
168
73
“[…] ésta fue una preocupación [la del salario] común del conjunto de los trabajadores que
marcaría en buena medida el ritmo de la protesta obrera. Hasta la presidencia de Arturo Illia,
los salarios tuvieron un comportamiento inestable pero con clara tendencia a la baja,
especialmente durante el gobierno de Aramburu y a partir de la gestión económica de Álvaro
Alsogaray en 1959. Hacia fines de 1962, el porcentual del salario en el PBI había caído de un
47% a un 38%. Luego del mejoramiento producido entre 1963 y 1966, volvió a descender
notablemente durante el régimen del general Onganía. Este proceso desembocó en un fuerte
deterioro de los asalariados, agravado por la espiral inflacionaria y el desempleo, que serían
causales importantes de las protestas de fines de los años sesenta.” Lobato, Mirta y Suriano,
Juan, La protesta social en la Argentina, op. cit., p. 87
74
Los gremialistas azucareros trasladaron la gravedad de la situación a los bloques
parlamentarios que los recibieron en el mes de marzo y, aunque se retiraron satisfechos, La
Esperanza exigió abandonar las viviendas a los 131 trabajadores despedidos, de los cuales
sólo 26 serían reincorporados después de entrevistas con el Gobernador Martiarena; en
Calilegua, la tensión creció cuando, en medio del paro, los directivos de la empresa fueron
detenidos -“secuestrados” según el diario Pregón- por los huelguistas. En agosto la posibilidad
de terminar antes la zafra, por la cuestión de los cupos, puso en estado de alerta a más de 14
mil obreros de Ledesma; el caso de El Piquete adquirió cada vez más notoriedad a medida
que transcurría el año, en diciembre los dirigentes de la CGT expresaban: “Hace 50 días
funciona la olla popular y el gobierno nos pregunta qué hacemos […] lo que la empresa hace
es terrorismo social”. Pregón 28 de febrero, 5 de marzo, 12 de marzo, 28 de marzo, 17 y 18
de mayo, 22 de julio, 28 de agosto, 6 de septiembre, 19 al 28 de octubre, 2 y 4 de noviembre,
10 de diciembre de 1966.
169
75
Pregón, Jujuy, 12 de diciembre de 1961.
76
Halperin Donghi, Tulio, Argentina en el callejón, Buenos Aires, Ariel, 1994.
170
Fuimos todos a las elecciones del 8 de julio. Los que ganaron las elecciones de
legisladores Nacionales y Provinciales, no podían triunfar en los comicios de
Presidente y Vicepresidente, de Gobernador y Vicegobernador, porque una
legislación proscriptiva así lo determinaba. Ellos aceptaron ir a esas elecciones,
inclusive, en contra de lo sostenido por su propio partido [se refiere al mandato
de Perón] aceptando, desde luego, que no conquistarían el Gobierno Provincial
[…] Si aquello se aceptó entonces hay que aceptarlo ahora.77
77
Del discurso del diputado Rolando Corte, AHL, Diario de Sesiones de la Honorable
Legislatura de la Provincia, Jujuy, 1º de mayo de 1964, p. 94.
78
El diputado Mario D‟Amico fue designado “gobernador interino”, instalando su despacho en el
propio palacio de la Legislatura y nombrando secretarios y ministros. Entre estos últimos, al
ingeniero Carlos Snopek en la Cartera de Gobierno y a Raúl O. Noceti en la de Hacienda.
79
Véase AHL, Diario de Sesiones de la Honorable Legislatura de la Provincia, Jujuy, sesión
del 5 de junio de 1964.
171
80
Cabana fundaba la impugnación a los diplomas de Rivas y Chagra en el artículo 61 de la
Constitución provincial que declaraba incompatible el cargo de diputado con el de empleado a
sueldo en la administración provincial, salvo en el ámbito de la instrucción pública. Los
legisladores impugnados habían venido ejerciendo la docencia en la Escuela de Policía de la
provincia.
81
AHL, Diario de Sesiones de la Honorable Legislatura de la Provincia, Jujuy, 22 de mayo de
1964, p. 496.
82
La ruptura se producía en el contexto del conflicto suscitado en el seno del Radicalismo
Intransigente entre los seguidores de Oscar Alende y Arturo Frondizi, que terminó con el
alejamiento de este último del partido que lo había llevado a la presidencia y la fundación del
Movimiento de Integración y Desarrollo (MID).
172
parte de aquel Poder Legislativo.83 Por cierto, las relaciones entre los diversos
sectores que lo integraban no estuvieron exentas de tensiones, si bien las más
de las veces el conflicto se iniciaba por exabruptos verbales entre los
representantes del Partido Blanco y el principal vocero del Partido Justicialista
en el Cuerpo, Antonio Paleari, quien no perdía ocasión de endilgar a aquéllos
su deslealtad a Perón. Así, en ocasión de la elección de un senador nacional
para reemplazar la vacante dejada por G. Snopek, el militar devenido en
legislador entregaba su voto “[…] al General de la Nación, don Juan Domingo
Perón”,84 como medio de expresar “[…] la inconstitucionalidad de esta
convocatoria, de este gobierno y de esta Cámara”.85
A decir verdad, ni el gobierno ni los bloques minoritarios hallarían grandes
obstáculos a la hora de conseguir apoyo a sus iniciativas legislativas, que
pusieron el eje en la consecución de créditos para activar la obra pública, la
protección y ayuda financiera a los sectores tabacaleros y ganaderos de la
provincia y en mejoras salariales para los trabajadores del Estado, entre otras
medidas de carácter social. De nuevo, el ambiente y el ánimo se endurecían
toda vez que el recinto era surcado con loas y homenajes a los integrantes del
panteón peronista, quedando radicales, conservadores y guzmanistas
convertidos en incómodos espectadores de la disputa simbólica entre las otras
dos fracciones políticas. Pero esta reeditada experiencia peronista en la
provincia tenía sus días contados. El 28 de junio de 1966, a sólo cuatro meses
del triunfo de Martiarena, las Fuerzas Armadas desplazaron a Arturo Illia de la
presidencia sobreviniendo, en todo el país, un largo y oscuro período de
autoritarismo, persecución ideológica y represión política y sindical.
83
Varios de los integrantes de aquella díscola Legislatura del ‟64, se hacían nuevamente
presentes en sus bancas (Fernando Cabana, Mario D‟Amico, Rosalino Condorí, Gladys Del
Azar, Raúl Beguier, Dardo Domínguez Ferreira y Roberto Stephen) compartiendo el recinto
con figuras de otros partidos destinadas luego a adquirir gravitación en la escena política
jujeña, como era el caso de Próspero Nieva, perteneciente a la UCR del Pueblo.
84
AHL, Versiones Taquigráficas de Sesiones Legislativas, 18 de Abril de 1966.
85
Ibid.
173
86
James, Daniel, “Sindicatos, burócratas y movilización”, en: James, Daniel (Director de Tomo),
Historia Argentina, Violencia, Proscripción y Autoritarismo (1955-1976), T. IX, Buenos Aires,
Sudamericana, 2003, p. 154.
87
Ongaro visitó Jujuy para los actos de repudio al golpe del 66 y por el regreso a la
democracia, desde el 21 de junio llevó a cabo una apretada agenda que incluyó una gira por el
Ramal, entrevista con el Obispo Medina y el propio acto del 28 de junio, que tuvo un violento
final: “[…] el fuerte piquete policial secundado por la moderna motobomba del Cuerpo de
Bomberos”, enfrentado a la multitud desencadenó disturbios en el radio céntrico jujeño y al fin
disolvió la manifestación. Pregón, S.S. de Jujuy, sábado 29 de junio de 1968, Año XII, Nº 4077.
88
Tcach, César, “Golpes, proscripciones y partidos políticos”, en: James, Daniel (Director de
Tomo), Historia Argentina, op. cit., p. 53.
174
[…] 200 trabajadores de los almacenes del Ingenio Ledesma y de Calilegua han
sido despedidos. […] Qué hace el gobierno de la provincia frente a los despidos?
Nada. Calla. […] El obrero nuestro, en numerosísimas fincas ya no cobra en
moneda nacional, sí en vales que le sirven para comprar el pan, el remedio o
para ir alguna vez al cine. […] Este es el “Tiempo Social” jujeño? Nosotros no
queremos definirlo pero sí afirmamos que nunca Jujuy tuvo un gobierno al
servicio de la explotación del hombre que éste […].91
89
Rapoport, Mario y Colaboradores, Historia económica, política y social de la Argentina, op.
cit., p. 657.
90
De la CGT “Belgrano”: “[…] no permitiremos un solo ataque más […] y tampoco la
impunidad amparada en los uniformes […] El gobierno desató la ola de violencias y desde ya
lo responsabilizamos de lo que pueda suceder”. De la CGT “Independencia”: “[…] No es por
medio de la violencia que el gobierno logrará acallar las rebeldías del pueblo […] Muy por el
contrario, los hechos registrados son una prueba elocuente de las tensiones existentes como
consecuencia de la política de hambre y desocupación planificada por el equipo económico
que está llevando al caos y la desesperación de millares de argentinos”. Pregón, S.S. de Jujuy,
sábado 24 de mayo de 1969, Año XIII, Nº 4390.
91
Pregón, S.S. de Jujuy, miércoles 10 de septiembre de 1969, Año XIII, Nº 4492.
175
concluían el ayuno el día 26 de mayo, tras las gestiones del Obispo Medina
que actuó de mediador.
1971 fue también, como el anterior, un año de insistente protesta docente
reclamando la suba de los salarios; desde febrero a abril maestros y
profesores concretaron paros de dos y tres días, en junio la huelga se declaró
por tiempo indeterminado. Los empleados públicos compartieron la misma
modalidad y llevaron a cabo paros progresivos, AJEOP reiteró la práctica límite
de la huelga de hambre, iniciada por la maestra sampedreña Elva Gómez. Los
dirigentes acordaron un plan conjunto para negociar en bloque con el
Gobierno, por lo que a principios de abril la Asociación de Trabajadores de la
Salud (ATSA), la de Educadores Provinciales (ADEP), de trabajadores
estatales (ATE), AJEOP y el Sindicato de Empleados y Obreros Municipales
(SEOM) constituyeron el Frente Unido de Gremios Estatales.
El mes anterior, AJEOP ya había intentado promover también otra vía de
expresión conjunta de protesta de la sociedad civil, por el aumento del costo
del boleto de transporte urbano: había convocado a una asamblea a la que
concurrieron “numerosos representantes, centros vecinales y las fuerzas vivas”
de Jujuy con el propósito de “formar una Comisión para organizar la resistencia
popular contra la carestía”. La misma se constituyó, luego de 3 horas de
deliberación, con 14 miembros. Uno de sus voceros expresaba:
Es triste saber que ha llegado la hora de luchar contra el gobierno, pero ellos se
lo buscaron, por cuanto nada hicieron para que el pueblo quiera luchar junto a
ellos para salvar al país y llevarlo hacia su grandeza. Al contrario, lo entregan
atado al voraz capital extranjero.92
92
Pregón, S.S. de Jujuy, viernes 12 de marzo de 1971, Año XV, Nº 5043.
93
Entre los detenidos hubo dirigentes políticos, como Antonio Paleari y gremiales, tales como
Acosta, Morales y Maraz, de AJEOP, cuya sede fue allanada el 23de abril; ese mismo día
llegaron a la provincia 50 efectivos de la Policía Federal, un grupo especializado en disolver
manifestaciones callejeras. Pregón, S.S. de Jujuy, del jueves 22 al 25 de abril de 1971.
176
94
Pérez venía a sustituir a Julio Aranguren -militar retirado llegado al gobierno de la provincia
tras la caída de Onganía- cuya continuidad en el cargo se había hecho insostenible tras los
sucesos del “Jujeñazo”.
95
En noviembre de 1972, tras 17 años de exilio, Perón retornaba al país. Imposibilitado
legalmente de postularse él mismo a la presidencia, terminaría aquí de dar forma al Frente
Justicialista de Liberación Nacional (FREJULI) que, encabezado por la fórmula Héctor
Cámpora-Vicente Solano Lima, contaría con la adhesión de la totalidad de los políticos
neoperonistas de las provincias.
96
AHL, Mensaje de S. E. el Sr. Gobernador de la Provincia de Jujuy ante la H. Asamblea
Legislativa, Jujuy 1º de mayo de 1974.
177
alegramos que haya otro gobierno popular que pretende continuar con esa
apertura de tranqueras que pareciera que después de siete años de gobierno
de intervención, se cerraron de nuevo”.97
A partir de 1975, las relaciones entre las fuerzas políticas en el seno de la
Legislatura empezaron a tensionarse. El MPJ cuestionaba el aumento habido
en la burocracia estatal, sobre todo a través de organismos dependientes del
Ministerio de Bienestar Social de la Provincia. Especial suspicacia despertaba
la conducción de la Dirección de Tierras Fiscales -pasada a la órbita de dicho
Ministerio- en el sentido de utilizar sus estructuras para desplegar acciones
proselitistas a favor del partido en el gobierno. En la sesión preparatoria del 25
de abril de ese año, el diputado Pedro Figueroa había insinuado, asimismo, la
parcialidad del gobierno en la distribución de becas estudiantiles, atendiendo
también a objetivos proselitistas.98 Los términos del debate se irían
endureciendo, terminando con la amenaza del diputado Paleari de
Políticas públicas y cuestión social: tras las huellas del primer peronismo
97
Del discurso del diputado Simeón Moreno, AHL, Versiones Taquigráficas de Sesiones
Legislativas, 13 de marzo 1974.
98
AHL, Versiones Taquigráficas de Sesiones Legislativas, 25 de abril de 1975. Concretamente,
se denunciaba la entrega de becas a través de ciertas unidades básicas y también por parte de
diputados del bloque justicialista.
99
Ibid.
178
100
Jujuy, como el resto de las provincias, debía proponer al gobierno central su propio Plan
Trienal, lo que se hizo con la colaboración de la CGT y la Confederación General Económica.
101
En Jujuy, la política fiscal se consideró “instrumento de gobierno para la justicia social”. Se
estableció un criterio progresivo en el impuesto inmobiliario quedando, además, alrededor de
un 30% de propietarios exentos de pagarlo, debido al resguardo introducido al bien de familia.
102
Actas de Concertación del Plan Trienal para la Reconstrucción y la Liberación Nacional con
la Provincia de Jujuy, Poder Ejecutivo Nacional, Buenos Aires, abril de 1974.
103
AHL, Mensaje de S. E. el Sr. Gobernador de la Provincia de Jujuy ante la H. Asamblea
Legislativa, Jujuy 1º de mayo de 1974.
179
104
Se creó, además, el Comercial Nocturno –anexo a la Escuela Provincial de Comercio Nº 1-
y la Nación habilitó la Escuela Nacional de Comercio Nº 2, y nuevas divisiones en casi todos
los establecimientos secundarios: la Escuela Normal, la ENET Nº 1 “Escolástico Zegada”, etc.
105
El proyecto, remitido al Congreso con las firmas de Perón y el ministro Taiana, era
sancionado en 1974 como ley Nº 20.579.
106
Asimismo, se había puesto nuevamente en vigencia la ley 1655 de prestación de asistencia
médica adecuada a los trabajadores de las empresas privadas, vigilando su cumplimiento a
través de la Dirección Provincial de Sanidad, que realizó inspecciones a los establecimientos.
107
Se hacía en consonancia con la ley 3076, por la cual el gobierno aportaba a los empleados
públicos un monto equivalente al 12,5% del salario mínimo para pago de la vivienda propia.
108
AHL, Mensaje de S. E. el Sr. Gobernador de la Provincia de Jujuy ante la H. Asamblea
Legislativa, Jujuy 1º de mayo de 1975. Para entonces, estaban en ejecución algo más de 8 mil
viviendas en lotes de ingenio, barrios de San Pedro y Libertador Gral. San Martín, Calilegua, La
Mendieta, El Aguilar, entre otros distritos. Se estudiaba, además, la implementación de una
180
Introducción
No hay duda que los tres nacimientos dejaron un país diferente, pero
lamentable y notoriamente peor que el anterior, donde se profundizaron la
inequidad, la injusticia y la miseria.
Cada etapa aportó lo suyo al quiebre de la Argentina previa, al tiempo que
generó virtudes y deformaciones. La violencia del terrorismo de Estado de la
dictadura incorporó y desarrolló en la sociedad el tema de los derechos
humanos, como en pocos países de América Latina. La voluntariosa
democracia creó sus propias deformidades con la corrupción, el clientelismo y
el descrédito de las clases dirigentes. El modelo de los años 1990 de
concentración, individualismo y exclusión, hizo nacer nuevos actores sociales,
formas de acción y solidaridad.
1
Declaraciones de Díaz Bessone a “La Nación”, 24 de noviembre de 1976.
2
Alfonsín, Raúl, Memoria política, Buenos Aires, F.C.E., 2004, pp.26-31.
3
Menem, Carlos, Universos de mi tiempo, Buenos Aires, Sudamericana, 1999, p.32.
183
Como el resto del país, Jujuy recibió el preanunciado golpe de Estado con
alivio, conformismo o indiferencia. Las palabras del interventor coronel Carlos
Bulacios: “no queremos revanchas ni odios, queremos amor y la mano fraterna
tendida”, marcaban desde el inicio el estilo inconfundible de la dictadura, donde
las palabras iban en un sentido y la realidad en otro.
Cada período histórico ha tenido su estética y lenguaje político propio, ha
creado sus slogans y ha conformado una autoimagen. Seguramente por el
verticalismo de la institución, era notable en los tiempos del Proceso de
Reorganización Nacional la reiteración automática de conceptos y
lineamientos. El primer discurso del general Fernando Urdapilleta (gobernador
entre abril de 1976 y marzo de 1981) constituye una pequeña guía del
imaginario verbal de la dictadura: “verdad”, “honestidad”, “sacrificio personal”,
“firmeza”, “esfuerzo mancomunado”, “aspirar a grandes empresas”, “hacer
grande la Patria siguiendo el orden natural”, “austeridad”, “laboriosidad”,
184
[...] cuando no se puede alcanzar el bien en todo y para todos, deben arbitrarse
los medios para conseguir el mal menor. No confundamos la violación de los
derechos humanos con su limitación. Estos no pueden extenderse a todos y
cada uno de los hombres. Sería un error no aceptar, en aras del bien común, el
sacrificio de aquella cuota de libertad que ciertas coyunturas puedan exigir. Una
de esas coyunturas es la guerra [...] o las nuevas formas solapadas que prefiere
el terrorismo.
Ningún derecho humano es totalmente absoluto, ni inalienable, ni ilimitado;
todos, aún el de la vida, son relativos y están subordinados a derechos
superiores [...] Podemos devenir a situaciones tales que los medios para
alcanzar el bien común no deban ser los ordinarios; por eso, nuestro Venerable
Episcopado sostuvo que en la Argentina de 1976 no se podía razonablemente
esperar un ejercicio de los derechos humanos como en tiempos de paz.
[Hay] moralidad en los castigos, moralidad en las detenciones, tanto la de los
criminales, como la de los fundadamente sospechosos [...] aún la pena de
muerte no siempre es inmoral. La moralidad de las limitaciones de los derechos
humanos es enseñada por el derecho natural, ratificada por la Iglesia Católica y
sostenida por Santo Tomás de Aquino.
En conclusión: la limitación de los derechos humanos puede ser moral, aún
obligatoria.9
7
“Exposición de las Bases Políticas en La Quiaca”, San Salvador de Jujuy, Pregón, julio, 1980.
8
Poder Ejecutivo Nacional, El terrorismo en la Argentina, 1979, p. 376
9
Revista Acción Económica, nº 54, Jujuy, noviembre 1978, p.10.
10
Informe CONADEP, pp. 262-263.
187
11
Citado en Novaro, M.; Palermo, V., La dictadura militar 1976/1983, Buenos Aires, Paidós,
2003, p. 121.
12
Ver: Castro, Reynaldo, Con vida los llevaron, Buenos Aires, La Rosa Blindada, 2004.
13
Ver Anguita, Eduardo y Caparrós, Martín, La voluntad. Una historia de la militancia
revolucionaria en la Argentina 1976-1978. Buenos Aires, Norma, 1998. Tomo III. Vezzetti,
188
reponer sus bajas y que sólo apelaba a golpes espectaculares, más con la
finalidad de no perder presencia en los medios públicos, que con la real
intención de hacerse con el poder.
Sin embargo, algunos dirigentes guerrilleros eran de la opinión que el golpe
“aceleraría las contradicciones”, haría totalmente impopular a los militares y les
daría el anhelado apoyo masivo. La lectura de la realidad, impregnada de una
visión romántica y heroica, redentora y mesiánica del pueblo, se asentaba en
interpretaciones falaces; nunca habían contado con el imprescindible apoyo
popular para su propagación y lo habían ido reduciendo a medida que habían
convertido el asesinato en una práctica política, de gran eficacia según su
óptica.
La guerrilla siempre había tenido un escaso número de efectivos. Los que han
profundizado sobre el tema14, opinan que Montoneros nunca superó los dos mil
efectivos, entre armados y simpatizantes comprometidos; el ERP (Ejército
Revolucionario del Pueblo) no habría sobrepasado los quinientos. Los militares
calcularon que, en principio, el total no representaba más del 0,05% de la
población, aunque hacia el final de la dictadura, y con el propósito de justificar
que había tenido lugar una verdadera guerra, llegaron a hablar de 30 mil.
A pesar de lo antes dicho respecto de la guerrilla, estando en el poder y
manejando el Estado (entendido como el que debe poseer la exclusividad en el
ejercicio de la violencia) los militares, en lugar de optar por la vía legal (captura-
juicio legal-prisión) para aquellos que atentaban contra el orden estatal en
vigencia; eligieron el terrorismo de Estado (secuestro-tortura-eliminación física).
La pena de muerte, en vigencia por Ley 21.388 de junio de 1976, nunca fue
aplicada legalmente, pero sí hubo miles de ejecuciones ilegales. Se procedió
de esta forma pensando en la posible reacción de la ciudadanía argentina, que
tuvo una tradicional actitud de rechazo hacia esta medida, y en los reclamos
internacionales, si las ejecuciones eran masivas.
Al poco tiempo se gestó el trágico término “desaparecido”. Como afirmaba
Amnistía Internacional en 1983, “si no hay preso, ni cadáver, ni víctima,
entonces presumiblemente nadie es acusado de nada”. Comenzaba la agónica
lucha de los familiares por la aparición con vida, una lucha tremendamente
desigual y desgastante, pero que tuvo el mérito de haber instalado para
siempre en la sociedad argentina la conciencia de los derechos humanos.
Es decir que los militares eligieron el peor de los métodos posibles para
reprimir en nombre del orden legal; todo acompañado con declaraciones y
propaganda de gran hipocresía, donde se afirmaba que los argentinos “somos
derechos y humanos”, o publicidad gráfica simplista, tangible, casi infantil, pero
producto de un profundo análisis de su impacto, donde se dulcificaba la figura
del soldado como protector de la sociedad.
Los militares construyeron la hipótesis de la guerra, cuyos argumentos también
eran simples. En el país se había desatado una guerra contra un enemigo no
convencional, que se hallaba infiltrado en todos los ámbitos de la vida nacional.
Como el enemigo hacía una guerra sin reglas, no se podía utilizar contra ellos
formas de pelea tradicional. Quien ostenta el poder de la inmensa maquinaria
Hugo, Pasado y presente. Guerra, dictadura y sociedad en la Argentina, Buenos Aires, Siglo
XXI, 2002.
14
Ver entre otros Guillespie, Richard, Los montoneros. Soldados de Perón, Buenos Aires
Grijalbo, 1987. García, Prudencio, El drama de la autonomía militar: Argentina bajo las juntas
militares, Madrid, Alianza, 1995
189
represiva del Estado está obligado a aferrarse a la Ley, más aún si invoca en
forma permanente razones éticas y de moralidad cristiana. La ilegalidad, como
forma sistemática y planificada en la lucha contra el enemigo, sumada a la
ineficiencia en la Guerra de Malvinas, provocó un profundo deterioro de la
institución armada ante los ojos de la sociedad civil.
Un tema polémico, por cierto lejos aún de cerrarse, es la responsabilidad o
complicidad de un sector de la ciudadanía, respecto de lo sucedido durante la
dictadura. En un reciente reportaje15, el historiador Halperin Donghi afirmó que
los argentinos (y creemos que pensaba sobre todo en las clases medias)
siempre se ponen a salvo de las calamidades del país como si nunca tuvieran
algo que ver. No es raro que las sociedades tiendan a exculparse, un caso
paradigmático es el de la sociedad civil alemana ante el genocidio nazi, pero
nos resulta injusto para el caso que nos ocupa meter a todos en un mismo
saco. Hubo quienes por convencimiento o conveniencia fueron
colaboracionistas, como veremos más adelante, quienes apoyaron en un
principio y luego fueron haciéndose más reticentes, los que tuvieron una
permanente actitud de desconfianza pero acallada por temor y los que,
involucrados por la violencia proveniente del Estado, protestaron y reclamaron,
dando origen a los organismos de defensa de los derechos humanos.
Cuando nos referimos a la sociedad civil también pensamos en las instituciones
que la nuclean y representan, desde la Iglesia hasta los partidos políticos, de
las entidades empresariales a las organizaciones sindicales. Las posturas se
fueron reacomodando a medida que se producía el desgaste del poder y
entraba en crisis la legitimidad que había sostenido los primeros momentos del
régimen, y además, por diferentes vías, a pesar de una prensa sujetada y
autocensurada, comenzaban a hacerse públicos los excesos, los ilícitos, y las
prácticas del accionar antisubversivo. Los giros de opinión de nuestra sociedad
respecto de la imagen del pasado reciente parecen parte de nuestra conducta,
a veces una representación formada desde la falta de información, se
transforma posteriormente por el exceso de información. Los propietarios de los
medios y sus colaboradores directos, como forjadores de opinión pública, salvo
escasas excepciones, fueron también transformando su rol complaciente en
denuncia, especialmente cuando el derrumbe se hizo inminente.
¿Hubo guerrilla en el territorio de la provincia? La prensa local nos informa que
ya en la década de los años 1960 se encuentran, “cubanos”, “castro-
comunistas”; que se secuestran armas rusas; instrucciones para sublevar
campesinos y crearles odio contra terratenientes y empresarios. Que en el Abra
de Santa Laura (Departamento El Carmen) se entrenan “barbudos”, cuyo
origen social y cultural denota “que no ha sido el hambre o las necesidades lo
que los impulsaron a la toma de las armas”. También se nos informa de
operativos rastrillo en San Salvador y Palpalá en busca de arsenales, panfletos
y otro material subversivo. Era el tiempo del “foquismo”, la idea de repetir lo
conseguido por la Revolución Cubana, partiendo de ámbitos rurales marginales
con espacios naturales que permitieran golpear y esconderse hasta conseguir
el imprescindible apoyo popular. Era la época donde se propagó fuerte entre
las fuerzas de seguridad la idea de conspiración comunista internacional y el
financiamiento exterior de la guerrilla. Era la época en que se echaron las
15
Ñ Revista cultural, Nº 87, Bs. As., 2005.
190
16
Revista Policial, Nº 5, Jujuy, 1975, p.13.
17
Martínez de Hoz, José, Bases para una Argentina moderna, Buenos Aires, Hyspamérica,
1981, p.22.
191
[…] mientras subsista la hipertrofia patológica del sector público, que participa
aproximadamente del 40% del Producto Bruto Interno (PBI), será prácticamente
imposible tener un sector privado de bajos costos por lo que debemos
preguntarnos sí, en razón de las dificultades insalvables con que tropezó la
actual conducción económica para reducir el sector estatal, hemos de condenar
a muerte a varios sectores privados de la producción y la industria nacional.18
18
Revista Acción Económica, Nº 71, Jujuy, 1980, p.34.
193
El hombre fuerte de Videla hubiera avanzado con ganas sobre el asunto, pero
las “dificultades insalvables” que constituían los opositores dentro de las
Fuerzas Armadas hicieron que el proyectado desguace del Estado no pudiera
realizarse acorde con sus propósitos. Uno de los sectores más alertas contra
las reformas fue el de los militares vinculados a Fabricaciones Militares, y
dentro de ellos Altos Hornos Zapla, que se agruparon en cuanto corrieron
versiones de reducción de personal o incluso privatización.
Las asociaciones empresariales de todo el país sumaron sus críticas a la
política del ministro. A través de un extenso documento, que elevaron al
Interventor de la Unión Industrial Argentina (UIA), los representantes del
Movimiento de Empresarios del Interior (MEDI), que agrupaba a los
empresarios del Noroeste; del Movimiento de Unidad Industrial (MUI); del
Movimiento Industrial Argentino (MIA) y de sectores independientes, fijaron su
posición. En éste expresaban la grave situación que atravesaban las industrias
como resultado de las políticas cambiarias y arancelarias aplicadas bajo su
gestión, a la vez que demandaban la reducción del gasto público y la definición
de un modelo de industrialización19.
Según la hipótesis del economista italiano Stumpo, los límites del crecimiento
de
la provincia estaban dados por la capacidad de absorción de personal por parte
del Estado, dado que la principal empleadora, la agroindustria, se había
convertido en expulsora de mano de obra. Buena parte de esos desocupados
los empleaba el Estado, destinándolos generalmente a tareas sin vinculación
productiva. Si se agotaban las posibilidades presupuestarias, si se reducía el
apoyo financiero proveniente de la Nación, el modelo de crecimiento quedaba
exhausto y lo endeble de los pilares económicos quedaría al descubierto. Se
entraba así en la contradicción de que, por una parte, la teoría económica que
intentaba imponerse recetaba acotar el gigantismo estatal, y por otro, la
realidad, que indicaba que si el Estado dejaba de ser empleador, el
desbarajuste social, producto de la falta de trabajo, podría tener
consecuencias impredecibles.
El desfinanciamiento que acusaba la provincia al inicio de la década de 1980
tenderá a acentuarse con los años. Su economía dependía, en grado extremo,
de los fondos de Coparticipación de Impuestos, que el gobierno nacional fue
reduciendo progresivamente a través de modificaciones impuestas por ley a
partir de 1976. Lo que agravó, aún más, la alicaída economía provincial fue la
situación del Banco de la Provincia de Jujuy, cuyo coeficiente reflejaba una
ineficiencia financiera. Para paliarla se aplicó un plan de capitalización, que
consistía en un crédito que otorgaba el Banco Central a la provincia de hasta
30 mil millones, a pagar en 6 años.20 Esto comprometía los fondos de
coparticipación, que se convirtieron en garantes del cumplimiento. Por ende, la
entidad bancaria estaba lejos de financiar créditos a largo plazo, destinados a
las ya endeudadas pequeñas y medianas empresas jujeñas.
Jujuy durante todo el período no dejó de ser una de las provincias más pobres
del país, sólo superada por Santiago del Estero y Formosa. La pobreza
endémica en las zonas rurales de la Puna, con casi el 54% de la población con
Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), se mantuvo inalterada. En el Ramal,
19
“Un documento de los industriales”, La Nación, octubre, 1979.
20
ATJ, Boletín Oficial, Tomo II, Ley Nº 3787, 1981.
194
21
Vocabulario de la revista oficialista Acción Económica, Año 1981, Nro. 75.
195
Hoy vuelvo a esta casa como hombre del PRN, con la misma fe, el mismo
entusiasmo, el mismo fervor. Vengo sin enconos con nadie y con la mano
tendida para todos porque la Argentina ganadora que propone el PRN y que
nosotros siempre alentamos, tiene que ser de todos y para todos [...] Estamos en
las vísperas del esfuerzo final, el del Proceso asumiéndose a sí mismo, en el
destino de grandeza nacional, transita ahora la etapa de la comunicación
política.
Que nadie intente entonces reeditar viejas y falsas antinomias, que nadie venga
a sabotear el último tramo que aún nos resta transitar, con antiguas dialécticas,
ni con confusiones ideológicas: el PRN sintetiza dos grandes corrientes del
pensamiento histórico argentino. Para decirlo claramente, es liberal y nacional al
mismo tiempo. Y se asume plenamente, sin complejos.23
22
Revista Acción Económica, año XI, Nº 75, Jujuy, abril 1981, pp.4 y 23.
23
Revista Acción Económica, año XII, Nº 85, Jujuy, febrero 1982, p.18.
196
El interregno (1983-1989)
La restauración de las instituciones republicanas
24
Ver: Fidalgo, Andrés, Jujuy, 1966/1983, Violaciones a Derechos Humanos cometidos en el
territorio de la Provincia o contra personas a ella vinculadas, Buenos Aires, La Rosa Blindada,
2001, p. 11.
198
25
AHJ, Mensaje del Sr. Gobernador Ing. Carlos Snopek, Jujuy, 1984.
201
26
Ver: Belli, Elena y Slavutsky, Ricardo, La Modernidad agrietada. Los procesos políticos en
Jujuy, Instituto Interdisciplinario Tilcara, UBA, 1996, p.49.
203
27
AHJ, Mensaje del Sr. Gobernador Dr. Ricardo José M. De Aparici, 1989.
28
AHJ, Mensaje del Sr. Gobernador Ing. Carlos Snopek, Jujuy,1984, p.30
29
Ibíd., p.31.
30
Puigrós, Adriana, Qué pasó en la Educación Argentina. Desde la Conquista hasta el
Menemismo, Bs. As., Kapelusz, 1996, p.136.
204
este objetivo, las obras puestas en marcha estaban sujetas al envío de los
fondos nacionales, a riesgo siempre de paralizarse por el incumplimiento del
gobierno central. Por otro lado, la provincia recibía del régimen de
Coparticipación Vial Federal cada vez menos, lo que condicionaba al gobierno
para realizar obras viales.
No obstante, el importante número de obras públicas que se realizaron bajo el
gobierno de Snopek, no hubieran sido posibles sin la emisión de bonos
provinciales para su financiación. Se reconstruyeron rutas, viviendas, puentes
que habían sido barridos por las inundaciones. En el año 1986, se realizó la
mayor cantidad de obras de infraestructura, en especial en materia de defensa
de los ríos y puentes en toda la provincia.
Sin duda, una de las obras de infraestructura de mayor envergadura, fue el
Complejo Las Maderas, que a la sazón se denominó “Aprovechamiento Integral
de los ríos Grande y Perico”, en pos de aumentar la superficie de cultivo de
toda la zona, y proveer de agua a la zona industrial. También se construyó otro
tramo del Paso de Jama, visto desde las anteriores gestiones como una salida
económica para la situación periférica de la provincia, con la expectativa de
contar con los puertos del Pacífico.
Los programas de viviendas financiados por el FO.NA.VI., cuya inversión
alcanzó más de 15 millones de australes, resultaron insuficientes para pagar la
deudas contraídas con las empresas contratistas. A pesar de esto, se inició una
obra muy importante con la construcción del Barrio Alto Comedero, ubicado en
el acceso Sur de nuestra capital, dentro del Plan de urbanización que lanzaba
el gobierno.
Por otra parte, la transferencia de los hospitales de Ledesma, Calilegua y El
Talar a la provincia, y el arancelamiento impuesto a los hospitales por la
administración de facto, pusieron en situación de riesgo a los sectores más
carenciados e imposibilitaron el acceso a una digna salud pública. Para atender
a este sector, el gobierno derogó el arancelamiento y creó el Fondo Provincial
de Salud, al tiempo que ponía en marcha una serie de programas de atención
primaria, para mitigar la desnutrición y la mortalidad infantil. Esto nos permite
afirmar que el Estado provincial no se apartaba de su función social y retomaba
políticas de viejo cuño, aumentando los gastos sociales.
La política de salud, definida en diversos programas, hizo posible la
recuperación de los hospitales estatales como eje central de estas medidas,
destinando recursos para su refacción y reequipamiento, en especial los del
Interior; y renovando el parque automotor con la mayor cantidad de
ambulancias para cubrir actividades asistenciales y preventivas. Uno de ellos
fue el hospital San Roque, en el que se habilitaron 18 consultorios externos. Se
ampliaron los servicios asistenciales, entre 1984 y 1987, habilitándose más de
60 puestos de salud en toda la provincia, con el equipamiento y la dotación de
recursos humanos. El programa de Atención Primaria de la Salud contemplaba
que los agentes sanitarios debían ejercer un mayor número de rondas para un
mejor control y detección de enfermedades transmisibles; control de
embarazadas y saneamiento de viviendas.
Como consecuencia del desequilibrio económico y social hubo rebrotes de
enfermedades. Para erradicarlas surgieron los programas de Lucha contra el
Mal de Chagas; Antipalúdico y Antituberculosis. Como otros, que tendieron a la
prevención a través de la aplicación de vacunas, y sanitarios mediante
servicios asistenciales cubriendo 60 mil viviendas. Con lo cual se atendió a casi
206
200 mil habitantes, entre los cuales a 10 mil niños menores de dos años y a
1.139 niños desnutridos. Este programa de desnutrición infantil llegaba hasta
las zonas rurales.
El Programa de Maternidad e Infancia pasaba a controlar el estado nutricional
de niños y embarazadas, acompañado de la entrega de leche hasta los 5 años
de edad. Todo esto había permitido el descenso tanto de la mortalidad infantil,
que pasó de 43,7 por mil en 1983 a 33,8 por mil en 1986, como de la
mortalidad en general, que pasó de 7,3 por mil, en 1983, a 5,9 por mil en
1986.31
El Programa de Atención Primaria, como vimos, abarcaba un amplio espectro
en torno a la Salud Pública y constituyó uno de los más importantes a nivel
nacional, pues no sólo la provincia fue pionera en implementarlo sino que sus
resultados fueron altamente positivos.
El P.A.P.E.S.A. (Programa de Asistencia a Pirquitas en Emergencia Social), se
llevó a cabo a través del Hospital homónimo, que prestó servicios asistenciales
a sus pobladores. Se otorgaron becas estudiantiles a los hijos de los mineros y
a éstos les concedieron préstamos a través del Banco de Acción Social, que
había sido reactivado, afectando un mayor capital al circuito del crédito.
El Programa Social, destinado a la dotación de energía eléctrica a pobladores
de Quebrada y Puna, se fue ampliando, a pesar de la crítica situación de Agua
Potable y Saneamiento, ya que se habían agotado los créditos del BID (Banco
Interamericano de Desarrollo). Para hacer más efectivo el cobro de los
servicios públicos, la Legislatura sancionaba la Ley que unificaba los servicios
de agua y energía bajo una misma boleta, que le permitía asegurarse al
gobierno la recaudación de ambos servicios.
El que todavía tenía una marcada función social, era el Instituto Provincial de
Previsión Social, pues el gobierno local había aumentado la percepción de las
pensiones otorgadas a jubilados y ancianos, que arrojaba un incremento de un
58%. A la vez, se reimplantaba el sistema de contribuciones y aportes, con el
objetivo de consolidar su autonomía económica.
Con respecto al Instituto de Seguros de Jujuy, el número de beneficiarios
registró un importante crecimiento. El Estado provincial auxilió a esta institución
por su situación deficitaria, causada por el desequilibrio entre la relación de los
ingresos (que dependía del nivel del salario) y los egresos por las prestaciones,
las que se incrementaron por el aumento de los precios de los productos
fármacos, que no estuvieron sujetos al congelamiento dispuesto por el gobierno
central.
En síntesis, el conjunto de estas políticas públicas se ajustaban, aún, a la
función del modelo de Estado Benefactor, que debía proveer asistencia a los
sectores sociales en riesgo, promover el pleno empleo y garantizar la
seguridad social. Lo que no era poco, en un contexto totalmente adverso que le
tocó encarar a Snopek, quien a la sazón, había demostrado coherencia con los
principios justicialistas, que por cierto, era propia de los jefes políticos de su
generación.
El viejo caudillo peronista, fue el único de una larga lista de gobernadores, en el
período que abordamos, que terminó su mandato. Su muerte, junto a la de
otros líderes, dejaba a la ciudadanía jujeña huérfana de dirigentes.
31
AHJ, Mensaje del Sr. Gobernador Ing. Carlos Snopek, Jujuy, 1986.
207
32
Citado en Belli, Elena y Slavutsky, Ricardo, La Modernidad..., op. cit., p.49.
33
AHJ, Mensaje del Sr. Gobernador Dr. Ricardo José M. De Aparici, 1989.
208
34
AHJ, Mensaje del Sr. Gobernador Dr. Ricardo José M. De Aparici, 1989.
209
“Reformas del Estado”, antes sólo concebibles en un régimen autoritario por los
efectos negativos que tiene sobre la población en general, se hicieron con
consentimiento popular; sólo unos pocos reaccionaron y advirtieron de las
consecuencias futuras, pero no tenían peso para proponer políticas
alternativas, a una sociedad encandilada con la estabilidad y el “primer mundo”.
Menem instaló una “democracia de la pobreza”, no sólo por el aumento del
fenómeno derivado de sus planes económicos, sino por sus carencias
institucionales.
En primer lugar, su pretensión de hegemonismo, que en política obviamente no
es una originalidad suya, lo llevó a someter a su partido; al Parlamento que
pasó a desempeñar el papel de “acompañante”, que no tomaba
determinaciones importantes; a la mayoría automática en la Justicia, con una
Corte Suprema a la que adrede aumentaron su composición para asegurar
adhesión. El presidencialismo se acrecentó y el gobierno pasó a ser el del
“decreto de necesidad y urgencia”, herramienta que se utilizó en forma
arbitraria y desmedida. En su mandato de casi diez años, se emitieron casi
500, mientras que en la historia argentina, desde Roca hasta Alfonsín, apenas
alcanzaban una veintena.35
El tradicional personalismo de la conducción del Ejecutivo en nuestro país, esta
vez se vió acompañado por un estilo sensiblemente alejado de la ideal
austeridad republicana.
Esto fue acompañado por el discurso de la “eficiencia”, donde los resultados
económicos estaban sobre cualquier valor ético o institucional. Por eso la
democracia se empobreció, se vació de contenidos, con una oposición abatida
o sujetada, apenas si hubo debate o crítica a las transformaciones estructurales
que se aplicaban.
Por otro lado, esto trajo como consecuencia lo que podría denominarse como
proceso de desciudadanización, consistente en un alto grado de
desmovilización, inducida desde el propio gobierno, sumado a la pérdida del
sentido de la militancia y de la solidaridad, por lo menos, como se la había
concebido en décadas anteriores por el mismo partido gobernante. A esto
debemos agregar la expansión de la idea del voto delegativo, es decir que la
ciudadanía cumplido el acto electoral se desentiende de los manejos del
Estado. Sólo una pocas organizaciones civiles y algunas de origen gremial
alertaron sobre el peligro de una ciudadanía debilitada, admirada (sobre buena
parte de las clases medias) por los logros precarios de contención anti-
inflacionaria.
El empobrecimiento social contribuyó, como se deduce con facilidad, al
empobrecimiento de la democracia, los planes asistencialistas ampliaron el
clientelismo político, forma compleja que combina paternalismo, compadrazgo
y una variante de subsistencia para los sectores marginados en plena
expansión.
Por último, el debilitamiento de los partidos políticos y de buena porción de la
dirigencia sindical, ambos bajo la permanente sospecha de actos de corrupción
y la falta de representación de los intereses concretos de la gente.
Especialmente, de aquellos con menores recursos que advirtieron que la
democracia no era un sistema que pudiera servir para solucionar sus
problemas concretos de subsistencia.
35
Cfr. Massun, Ignacio, Menem. Cirugía sin anestesia. Buenos Aires, Ed. Métodos, 1999.
211
La inestabilidad política
La historia de Jujuy, en los años 1990, estuvo signada por la crisis económica y
la inestabilidad institucional y social, impacto de las políticas del fuerte ajuste
neoliberal. Se forjó un círculo vicioso que tenía su arranque en la Nación, que
exigía reforma y reestructuración de la administración provincial y que ahogaba
financieramente si sus mandatos no eran cumplidos. Continuaba con la
reducción salarial, o el atraso de los pagos, despidos de los más desprotegidos
como contratados o jornaleros, a lo que inmediatamente se le sumaba la
protesta gremial y social, lo que derivaba a su vez en un profundo
debilitamiento del gobierno que terminaba derrumbándose. Fue lo que sucedió
con cuatro de los ocho gobernadores que tuvo la provincia en la década.
A este circuito se le agregaba el colapso de los antiguos pilares que sostenían
la economía. En mayor o menor medida, según el grado de adaptación y
concentración, azúcar, tabaco, minería y siderurgia enfrentaron muy serias
dificultades, producto de la contracción del mercado interno o externo, de la
desregulación, la baja de precios o la competencia por la apertura comercial.
Así, se convirtieron en expulsoras de mano de obra, que pasó a engrosar el
fenómeno de la desocupación o subocupación, siendo este otro motivo de
reclamo a un Estado al que ya no querían habilitar para que absorbiera a los
sin trabajo, como lo había hecho tradicionalmente y que le permitiera ser el
gran factor de contención social.
Vamos a analizar con algo más de profundidad los puntos antes indicados para
ampliar, porque la realidad histórica es compleja y obviamente contiene
matices. Pero veremos que este círculo, ajuste – inestabilidad – crisis, se repite
inexorablemente, en un perpetuo eterno retorno.
Como ya dijimos, nuestra provincia siempre ha sido una de las más pobres del
país. Las medidas aplicadas durante la década de 1990, no hicieron más que
consolidar y, en algunos casos, empeorar esta situación. Distintos indicadores
analizados por el CFI (Consejo Federal de Inversiones) la ubican siempre en
los últimos puestos de los 24 distritos del país. Su posición general hacia fin de
siglo era 22, en desarrollo social su lugar era el anteúltimo, al igual que en
solvencia fiscal, algo mejor, en el puesto 18 si se consideraba la infraestructura.
Mediciones de la EPH (Encuesta Permanente de Hogares), donde se
combinaban LP (Línea de Pobreza) y NBI (Necesidades Básicas
212
Ser justicialista significa comprensión del tiempo que se vive y adaptación a los
cambios que impone la realidad. Evolucionan los Estados, las empresas, las
formas de explotación, los capitales [...] ¿Cómo entonces no vamos a replantear
nosotros? Negarse sería lo peor. Quedar al costado en una carrera histórica que
no tiene regreso. Los argentinos tenemos que recuperar un tiempo precioso
perdido en dubitaciones.37
36
Estas son escalas de medición que se han popularizado a medida que el país se fue
haciendo más pobre. Sintéticamente, en la primera se establece que una familia tipo es pobre
si no cubre dos canastas básicas alimentarias, fijadas por el gobierno en base al precio de
productos esenciales; la segunda contempla aspectos más variados como tipo de vivienda,
acceso a la educación, sanidad, etc.
37
ALJ, Mensaje del Sr. Gobernador Ricardo José M. De Aparici, Jujuy, 1990.
38
ALJ, Mensaje del Sr. Gobernador Roberto Domínguez, Jujuy, 1993.
39
ALJ, Mensaje del Sr. Gobernador José Ficoseco, Jujuy, 1994.
213
40
ALJ, Mensaje del Sr. Gobernador Huáscar Alderete, Jujuy, 1991.
41
Si se quiere tener un panorama más completo de su pensamiento político, ver: Crecimiento
económico y justicia social para Jujuy. En rumbo de la Nueva Argentina, Jujuy, Ed. del autor,
1992.
42
ALJ, Mensaje del Sr. Gobernador Carlos Ferraro, Jujuy, 1996.
214
negativo la reforma del Estado. Encuentra caos por doquier, imprevisión en las
finanzas, apatía y parsimonia en el funcionamiento administrativo,
irregularidades en el Ministerio de Bienestar Social, en el Banco de Acción
Social, en la Policía, en el Instituto de Seguros. Pide corregir las
deformaciones, volver a debatir sobre la provincia y las instituciones que se
desean...comenzar una vez más con la reestructuración estatal.
Entonces, ¿qué Reforma de Estado hubo en Jujuy? La respuesta, analizando
área por área, gestión por gestión, amerita un libro y no una simple parte de
capítulo como la tratamos aquí. Sin embargo, arriesgaremos una hipótesis. No
cabe duda que el intento fue más una imposición del poder central que un
producto de la férrea convicción de la dirigencia local, que adhirió con mayor o
menor entusiasmo y elocuencia al discurso de la época, porque preveía las
consecuencias políticas de esas acciones. Los intentos reformistas fueron
hechos a los saltos y con desprolijidades, producto de la inestabilidad
institucional que generaban en lo social las mismas reformas que querían
realizar. Inconclusas, por las disputas internas dentro del partido gobernante y
por la casi permanente confrontación entre poderes, pero esencialmente por la
fuerte resistencia que se opuso desde el terreno popular, sin lugar a dudas la
víctima central de los ajustes, que tuvo en perpetuo jaque a los pretendidos
ejecutores.
Ligado a este tema aparece el de las privatizaciones, que en Jujuy van a ser
posteriores a las de la Nación, pero tendrán idéntico objetivo, transferir
servicios y empresas productivas.
Ya en 1990 De Aparici decía que era fundamental un programa de
privatizaciones para pasar de una economía de monopolio estatal a otra de
libre mercado. Domínguez, para quien privatizaciones era sinónimo de Reforma
del Estado, anunciaba que la visita de Menem en 1992 permitiría dar el puntazo
final en la privatización de Altos Hornos Zapla. Por otro lado veía en la venta
del subsuelo una posibilidad de generar recursos y trabajo, atrayendo
inversionistas a los que se les ofrecerían seguridad, estabilidad y “posibilidades
de repatriación de ganancias” (se habían realizado gestiones con empresas
chilenas, norteamericanas y sudafricanas). En 1996 se había constituido Agua
de los Andes S.A. Ferraro afirmaba que se había dado “la baja sin
traumatismos a 540 agentes públicos de la ex Dirección de Agua Potable.”
Justamente allí se encontraba el drama social del proceso privatizador, en la
expulsión de trabajadores que, en la mayoría de los casos, no tenía posibilidad
alguna de reinserción laboral.
El caso emblemático fue lo sucedido con la siderurgia y la ciudad de Palpalá,
porque la acería representaba la vieja Argentina, donde la soberanía era
simbólicamente representada en la posesión del subsuelo, los medios de
comunicación y transporte y la industria pesada. Por su parte, el pueblo surgido
en torno estaba esencialmente compuesto por los obreros industriales, icono
de la cultura del trabajo. Después de la privatización, a pesar de compromisos
y acuerdos, su planta de personal quedó con el tiempo reducida a menos de un
quinto (había llegado a ocupar en las décadas del 1970 y 1980 a unos 4.500
trabajadores, contando ingenieros, técnicos y administrativos), y la ciudad en
un pulular de remiseros o quiosqueros, actividades en las que los despedidos
invertían sus indemnizaciones para intentar sobrevivir. Era la nueva imagen de
la Argentina, la de los excluidos.
215
La cuestión social
Jujuy tuvo el extraño privilegio de ser pionero en las protestas que luego se
extenderían por el país. Le siguieron Santiago, Neuquen, Salta para confluir en
el Gran Buenos Aires y la Capital.
En tiempos que buena parte de la ciudadanía disfrutaba de la convertibilidad, la
detención de la inflación; empresarios, colegios de profesionales, pero sobre
todo gremialistas y trabajadores, percibían con claridad los efectos
catastróficos que las políticas nacionales causaban en el ámbito local y las
proyecciones nefastas que sobre los aspectos económico y sociales
provocarían.
Mientras el gobernador De Aparici declaraba al periódico Ambito Financiero
que “el ajuste se hará sí o sí”, y el senador Carlos Snopek, de compañía con
Menem por la URSS, decía a Página 12: “Gorbachov hace ajuste, Wallesa lo
217
43
Entrevista a Nando Acosta, Norte Andino Nº 6, Jujuy, 1991, p.92.
44
Página 12, 20 de abril de 1993.
218
menos de 35 horas semanales, había subido del 12,7% en 1991 a 14,4%, para
trepar al 16,0% en 1999.45
Resulta paradigmático que el único trabajo que aumentó porcentualmente para
el período haya sido el servicio doméstico, desempeñado casi exclusivamente
por mujeres, de las cuales buena parte la constituían migrantes bolivianas
indocumentadas, atraídas por el cambio que les permitía sobrevivir y enviar un
excedente a su país. Cuando decimos que es paradigmático, nos referimos a
que constituye una síntesis de la “flexibilización laboral” de los años 1990, esto
es, en buena medida trabajo en negro, sin ningún tipo de aportes ni convenios,
despidos arbitrarios y sin compensación y la más absoluta desprotección legal.
Otro tanto comenzó a suceder con los jóvenes que pujaban por ingresar al
mercado laboral, aparecieron y proliferaron las pasantías, los trabajos a
prueba, por ejemplo en supermercados como cajeros, repositores o personal
de limpieza, donde la mayoría era reemplazada luego de seis meses para
ocupar una nueva camada. De la misma forma sucedió con otras ocupaciones
transitorias como servicios de mensajería, peones de remises, cadetes, etc.,
donde se pagaba por tanto sin tener la más mínima cobertura legal o de
seguridad.
Es suficientemente conocido el retroceso en materia laboral como para
abundar en él, sólo a forma de comparación histórica permítasenos indicar que
en algunos rubros se regresó a formas de explotación previas a la Revolución
Industrial del siglo XVIII.
Otras de las formas que tomó expansión fue el cuentapropismo, o como
algunos designan más elegantemente microemprendimiento. Este no es un
fenómeno nuevo, viene en incremento en el país desde la década de 1960,
pero en el lapso estudiado su aumento fue paralelo al ritmo de la reducción de
la cantidad de trabajadores asalariados permanentes. La mayoría de los que
conforman este sector ingresó en la denominada “economía informal”, es decir
de aquella que no existe registro, y cuyo arquetipo es el vendedor callejero o de
ferias, que en instalaciones precarias vende desde comida o flores hasta
pequeños electrodomésticos o ropa, sin realizar facturas, balances, ni aportes
al sistema de seguridad social.
También aparecieron cada vez en mayor cantidad los denominados
trabajadores secundarios, esto es niños o ancianos, que se ven obligados a
realizar “changas” para colaborar con el sostén de la economía familiar. Para
los pequeños viene acompañado con las secuelas previsibles del abandono de
la escolaridad y la permanencia prolongada en la calle.
La Argentina pasó a ser “el país rico con muchos pobres”, y como hemos visto,
Jujuy siempre hizo su aporte en este último aspecto. El mismo concepto de
pobreza cambió. Tiempo atrás, hasta la época del peronismo histórico y el
desarrollismo, la pobreza era considerada como fenómeno marginal y residual,
circunscripta a provincias atrasadas, villas miseria o producto de migrantes del
campo a la ciudad o de países limítrofes. Durante la presidencia de Alfonsín fue
la primera vez que se realizaron estudios serios sobre el problema y se
repartieron las cajas PAN (Programa Alimentario Nacional), con lo que el
Estado inauguraba el reparto masivo de alimentos. Siempre se habían
distribuido bienes entre los pobres, pero nunca comida en forma extendida
45
Golovanevsky, Laura, El problema del empleo en Jujuy 1991-1999, en Marcoleri, María
(comp.), Transformaciones socio-laborales en tiempos de convertibilidad, Jujuy, Fac. de Cs.
Económicas-UNJu, 2001
219
era posible en países africanos. Sin embrago, estaba allí presente, con un
significativo número de casos, en Jujuy, dejando al descubierto las falencias del
sistema sanitario, abandonado por el Estado a su propia suerte. O cuando,
faltando sólo dos años para el siglo XXI, se hablaba de la necesidad de
erradicar las escuelas-rancho, en el país que había ingresado al primer mundo
por decreto.
El asistencialismo ha tendido a degenerar en clientelismo político, aunque esto
encuentre algunas dificultades de demostrar a la hora de la investigación
social. El clientelismo es una práctica que está reñida con los principios
democráticos, que fue utilizada por las viejas oligarquías y luego se perpetuó
en los partidos políticos. Su imagen tradicional es la del intercambio de favores
(servicios, alimentos, puestos) por votos. La figura del puntero o referente es la
de un intermediario entre la necesidad y el abastecimiento. Lo original y
dramático de esta década es que para muchos indigentes, que tienen asumida
su condición y no albergan la más mínima esperanza de salir de ella, el
clientelismo se ha transformado en una “forma de vida”. No se sienten
utilizados, sino que ven en la relación una manera de satisfacer necesidades
de alimentación, salud, etc., que de otra forma no podrían cubrir. Saben cuando
es el “tiempo político”, generalmente las campañas preelectorales y lo
consideran momentos de bonanza. Concurrir a los actos es un “trabajo”.
Ideologías, personajes le resultan indiferentes, su compromiso está con los
punteros, a los que les devuelven los favores que reciben cotidianamente.
Obviamente que las dádivas que estos reparten provienen de los programas
para pobres a los que hemos estado aludiendo o de fondos de entes
provinciales o municipales, desviados a tales fines. Ya lo hemos sugerido, la
propagación de la pobreza ha empobrecido a la democracia, y esto,
lamentablemente, no es un mero juego de palabras.
La protesta social
como en abril de 1994 (caída de Ficoseco), cuando hubo más de quince civiles
heridos de bala de goma y otro tanto de policías contusos.
Otra metodología utilizada fue la huelga de hambre. La de las enfermeras del
Hospital de Niños, que alcanzó 23 días, fue uno de los desencadenantes de la
renuncia de De Aparici. Años después, en 1995, una treintena de gremialistas
del FGE ayunó en el atrio de la iglesia San Francisco y terminó haciendo caer
un paquete de decretos de necesidad y urgencia enviados por Perassi (abril de
1994-diciembre de 1995) a la Legislatura, conteniendo fuertes medidas de
ajuste. Quizás por su dramatismo han quedado grabadas las imágenes de
obreros despedidos de San Pedro que se cosieron públicamente los labios,
para impedir cualquier ingesta sólida o líquida. La falta de trabajo, que denigra
la condición humana, ha llevado a actos desesperados como este.
Lo que expuso en primer plano nacional al movimiento gremial jujeño fueron las
marchas. Hubo un antecedente en 1991 con trabajadores municipales de toda
la provincia, en la cual comenzó a destacarse la figura de Carlos “Perro”
Santillán, que había sido elegido Secretario General del SEOM Capital en
1990. Pero fue la Marcha Federal de julio de1994, la que terminó de
nacionalizar la protesta con un definido discurso contra el modelo Menem-
Cavallo. Santillán se posicionó como el referente de la lucha del Interior del
país, el periodismo nacional fue forjando su imagen de dirigente no vendible y
trasgresor, como excepción en el marco nacional. Por su parte, desde el
gobierno provincial y central se intentó representar a Santillán y a los estatales
como unos violentos, agitadores y trasnochados de la década de 1970.
La Marcha con el lema “a favor de la democracia y en contra de toda política de
hambre y miseria”, tuvo columnas que arrancaron de distintos puntos del país.
Su impacto mediático fue muy fuerte y puso por primera vez en
cuestionamiento las reales consecuencias que podían producir las medidas
neoliberales sobre las economías y sociedades regionales. Diría un tiempo
después su principal protagonista: “Nosotros rompimos el Plan Convertibilidad
de Cavallo, y esto lo digo con mucho orgullo porque es una de las conquistas
fundamentales que han tenido los trabajadores estatales.”46
Como hemos dicho anteriormente, debería pasar mucho más tiempo antes que
el modelo hiciera definitiva crisis, pero Santillán se había convertido en líder por
su propio carisma, el estilo apasionado y directo de hablar, y en una voz
escuchada que denunciaba los costos de la “fiesta menemista”. El momento
cumbre de su popularidad, él mismo lo interpretaba como un tramo más de su
lucha junto a los estatales:
En la Marcha Federal tuve una gran emoción al hablar en Plaza de Mayo, esa
plaza histórica que es símbolo de resistencia. Me temblaban las rodillas al ver
semejante multitud gritando y ovacionándonos, pidiéndonos que continuáramos
luchando. Lo más fuerte que me quedó de esa Marcha Federal fue: No te rindas
Perro, no te entregues Perro.47
46
Olmedo, Jesús, El Perro Santillán. Diálogo con Jesús Olmedo, Buenos Aires, Eds.
Populares, 1998, p.95.
47
ibid., p. 103.
222
48
Wayruro, Nº 6, 1995, documento de APUAP-Jujuy.
224
Colofón
Ana Teruel
Introducción
1
Campi, Daniel y Richard Jorba, Rodolfo, “Las producciones regionales extrapampeanas”, en
Bonaudo, Marta, (dir.), Nueva Historia Argentina. Liberalismo, Estado y orden burgués (1852-
1880), Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1999, t. 4
2
Conti, Viviana, “El Norte Argentino y Atacama: Producción y Mercados”, en Siglo XIX, Revista
de Historia, N°14, México, Julio-Diciembre de 1993.
3
Temple, Edmundo, Córdoba, Tucumán, Salta y Jujuy en 1826, [capítulos extraídos del libro
inglés “Travels in Various Parts of Peru”, Londres 1830], Universidad Nacional de Jujuy, 1989,
p.203.
4
Mira, Guillermo y Gil Lázaro, Alicia, “Minería, comercio y moneda en un período de transición”,
en Irigoin, María Alejandra y Schmit, Roberto (comp.), La desintegración de la economía
colonial, Buenos Aires, Editorial Biblos, 1993.
229
5
Conti, Viviana, “Una periferia del espacio mercantil andino: El norte argentino en el siglo XIX”,
en Avances de Investigación. Antropología e Historia, Facultad de Humanidades, Universidad
Nacional de Salta, 1989.
6
Para mayor detalle puede verse la orientación bibliográfica.
7
Esta moneda feble fue emitida en parte para solucionar los problemas de la falta de circulante
y siguió emitiéndose cada vez en mayor cantidad para solucionar el déficit fiscal durante
cuarenta años (1830-1870), contribuyó a revitalizar el comercio interno y al circular por su valor
nominal, protegió las industrias artesanales debido a los altos precios que los productos
ultramarinos habían adquirido, ya que el comercio exterior sólo la aceptó por su valor real,
provocando una depreciación de entre el 10 y el 30% según su calidad. Cf. Langer, Erick y
Conti, Viviana, “Circuitos comerciales tradicionales y cambio económico en los Andes
centromeridionales (1830-1930”), en Desarrollo Económico, v.31, n°121, Buenos Aires, abril-
junio 1991.
8
Conti, Viviana, “Circuitos mercantiles, medios de pago y estrategias en Salta y Jujuy (1820-
1852”), en Irigoin, María Alejandra y Schmit, Roberto (comp.), La desintegración… op.cit.
230
9
Conti, Viviana, “Una periferia del espacio mercantil …” op. cit.
10
Delgado, Fanny, “Ingresos fiscales de la provincia de Jujuy (1834-1852)”, en Data, Revista
del Instituto de Estudios Andinos y Amazónicos, Universidad Andina Simón Bolivar, Sucre, n°2,
1992.
11
Boto de Calderari, Salomé, “La política de recursos jujeña durante el proceso de
conformación del Estado nacional”, en Campi, Daniel (coord.), Jujuy en la Historia. Avances de
Investigación, I, UNJu, 1993.
231
12
Bravo, María Celia, Campi, Daniel, Sánchez Román, José Antonio, “El proteccionismo
azucarero cuestionado: estrategias empresariales en la argentina, 1895-1914”, II Encuentro
Internacional de Historia: el siglo XX. Bolivia y América Latina, Coordinadora de Historia-
Centro Cultural Simón Patiño, Cochabamba, 27-31 de julio de 1998
13
La cifra del siglo XVIII corresponde al censo de 1778-1779 publicado por Ricardo Rojas. Para
la mitad del siglo XIX sólo hay datos parciales y estimaciones; Joaquín Carrillo en su
Descripción brevísima de la provincia de Jujuy, 1888, estima un total de 28 mil habitantes para
el año 1840. Los padrones de población levantados en la provincia no están completos para
toda su jurisdicción, sin embargo, para mediados de siglo, tomando como referencia el de 1851
(que contempla a los cuatro departamentos de la Puna, los dos de la Quebrada de Humahuaca
y el departamento Capital), a los que sumamos los departamentos de Río Negro y de Valle
Grande del padrón del año 1855, eran casi 23 mil habitantes, a los que habría que agregar los
residentes en la zona de Perico, que ninguno de los documentos registra. El primer censo
nacional, en sus cálculos retrospectivos, da una cifra de 27 mil para el año 1849. AHJ. Padrón
general de habitantes de los departamentos de la provincia de Jujuy, 1851 y 1855.
232
14
Entre los indios tributarios de la Quebrada de Humahuaca, encontramos “originarios con
tierras” sólo en el pueblo de Santa Rosa de Purmamarca, Tilcara, Humahuaca y San Francisco
de Paula de Uquía, en el resto son sólo “forasteros sin tierras agregados”, categoría que
también existe en los primeros mencionados.
15
El número de tributarios contempla sólo a los varones adultos (entre 18 y 50 años); los niños
y ancianos, al igual que las mujeres, no tributaban.
233
16
Por un breve período, en el año 1853 se reestableció con el nombre de “contribución
indigenal”.
17
Teruel, A. y Gil Montero, R., “Trabajo familiar y producción de textiles en las tierras altas de la
provincia de Jujuy. Mediados del siglo XIX”, en Revista Andina, año 14, nº 1, Cuzco, 1996.
18
AHJ. Padrón de población de la hacienda de Ledesma, Viceparroquia de la Candelaria,
Hacienda de San Lorenzo y desde el río de la Reducción hasta el Lavayén. Caja 1839, nº 3.
234
19
Además de una diversidad de oficios como carpinteros, albañiles, herreros, zapateros,
sastres, artesanos, costureras, lavanderas, teleras y chicheras, especialmente en la haciendas
mayores, como San Lorenzo, Ledesma y San Pedro. AHJ. Ibid.
20
El padrón de población del año 1851 no registra a los residentes en la zona de Perico, por lo
que no poseemos cifras completas homogéneas para los Valles Centrales. AHJ. Padrón
general de habitantes de los departamentos de la provincia de Jujuy, 1851
21
Gil Montero, Raquel, “Los forasteros de Jujuy: historia de transeúntes y emigrados”, en
Teruel, Ana (comp.). Población y trabajo en el Noroeste argentino Siglos XVIII y XIX, Jujuy,
UNJu, 1995.
235
Desde fines del siglo XVIII, una rudimentaria producción de azúcares, mieles,
aguardientes y chancacas, había caracterizado a las tierras bajas de frontera
con el Chaco. Inicialmente reducida al consumo local y del sur boliviano, el
azúcar salto jujeña difícilmente podía competir, en el mercado nacional, con la
calidad y precio del producto importado, sin que mediaran renovación
tecnológica, reducción de los costos de fletes (a través de la mejora en el
transporte) y una política arancelaria protectora, que llegaron de la mano de las
negociaciones de las elites tucumanas en el gobierno nacional.
Este fue el comienzo de la modernización azucarera en Jujuy. La extensión del
ferrocarril hasta Tucumán, permitió el traslado de maquinaria importada de
Inglaterra y la transformación de dos haciendas en modernos ingenios-
plantación, proceso que comenzó en Ledesma, en 1876, y en San Pedro, en
1878, con la instalación de trapiches de hierro, centrífugas a vapor y la
formación de sociedades anónimas que inicialmente contenían a los
propietarios de las haciendas, pero paulatinamente irían cambiando de dueños
o quedando en manos de capitales extranjeros. Así se formaron Leach´s
Argentine Estates Limited (1912) y Ledesma Sugar Estates and Refining
Company Limited (1914).
Las otras haciendas no llegaron a participar del proceso de modernización y,
finalmente, buena parte de sus tierras terminaron absorbidas por los ingenios.
En 1892 se formó una tercera empresa azucarera, el ingenio El Porvenir, en la
localidad de La Mendieta, más pequeño que los otros dos y de suerte errática.
La paulatina ampliación de las áreas sembradas con caña de azúcar, ilustra las
consecuencias de la modernización en la fábrica y las posibilidades abiertas
por los nuevos mercados. En 1872, inmediatamente antes de que este proceso
se iniciara, en la provincia se destinaban 338 has. a este cultivo; en 1906, luego
de la llegada del ferrocarril, ya eran 2.868 has; y en 1914 la caña de azúcar
22
Madrazo, Guillermo, “Cambio y permanencia en el Noroeste Argentino. El caso de Jujuy a
mediados del siglo XIX”, en Andes, nº 4, Salta, CEPIHA, 1991.
23
Estimación de Martín de Moussy, citada por Paz, Gustavo, “Las bases agrarias de la
dominación de la élite: tenencia de tierras y sociedad en Jujuy a mediados del siglo XIX”, en
Anuario IEHS, nº 19, Tandil, 2004.
236
24
Schleh, Emilio, Noticias históricas sobre el azúcar en Argentina, Centro Azucarero Argentino,
Buenos Aires, 1945.
25
Censo Agropecuario Nacional. La Agricultura y La Ganadería en 1908. Tomo II. Agricultura.
Buenos Aires, Talleres de Publicaciones de la Oficina Meteorológica Argentina, 1909.
26
La escasez de cifras disponibles para el ingenio La Mendieta, se debe a que durante unos
diez años la fábrica se mantuvo cerrada por la quiebra de la empresa, su posterior remate por
el Banco Hipotecario Nacional y el cambio de propietarios.
27
Lahitte, Emilio, “Consideraciones…” op. cit.
237
35000
30000
25000
20000
15000
10000
5000
0
1869 1895 1914
Puna Quebrada V. Centrales V. Subtropicales
33
Madrazo, Guillermo, Hacienda y encomienda en los Andes. La puna argentina bajo el
marquesado de Tojo. Siglos XVII a XIX, Buenos Aires, Fondo Editorial, 1982; Rutledge, Ian,
Cambio…. op. cit.; Fidalgo, Andrés, ¿De quién es la Puna?, Jujuy, 1988; Paz, Gustavo,
“Resistencia y rebelión campesina en la Puna de Jujuy, 1850-1875”, en Boletín del Instituto
de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani, III, Buenos Aires, 1991, entre
muchos otros artículos más del autor.
241
vendieron sus fincas; Cieneguillas, Tafna y Toquero fue adquirida en 1904 por
ocho arrendatarios, encabezados por el mismo J.M. Maidana.34
La otra región caracterizada por el latifundio, aún antes del desarrollo de los
ingenios, era la de los Valles Subtropicales. Allí, tres enormes haciendas
dominaban tierras y pobladores: Ledesma, de Ovejero; San Lorenzo y Campo
Colorado, de la sucesión de Zegada; y San Pedro, de Aráoz. Había además, en
la zona de Santa Bárbara, otras propiedades menos importantes y extensas y
gran cantidad de terrenos fiscales o en litigio. El departamento de Valle Grande
estaba dominado por la propiedad de la familia Valle (Caspalá, Santa Ana y
Valle Grande). Durante el mandato de Tello se intentó regularizar la situación
de Santa Bárbara y, lo más significativo, en 1887, se subdividió las tierras de
Valle Grande, posibilitando a los campesinos que las arrendaban, el acceso a
la propiedad de sus parcelas.
Pero la tendencia a la concentración se acentuó, con la modernización
azucarera, en los departamentos de enclave. Entre 1893 y 1904 comenzó un
proceso de adquisición de tierras, fundamentalmente en San Pedro y Ledesma,
aunque también en Capital, El Carmen y San Antonio, por parte de los dueños
del ingenio La Esperanza. En el caso del ingenio Ledesma, la gran expansión
territorial fue una década posterior. Aún así, a comienzos del siglo XX, los
ingenios concentraban altísimos porcentajes del valor de la propiedad en los
departamentos azucareros.
34
El proceso de compra y subdivisión de estas fincas es descrito por Paz, Gustavo, “Tierra y
resistencia campesina en el Noroeste Argentino. La Puna de Jujuy, 1875-1910”, en Barragán
Rosana et al, Bolivia y América Latina en el siglo XIX, La Paz, Institute Francais de Etudes
Andines, Coordinadora de Historia, 1997; y por Cardoso, Esteban, Historia Jujeña. Batalla de
Quera, edición del autor, Jujuy, 2000.
242
obra familiar era netamente preponderante, con porcentajes del 59% en Puna,
66% en los Valles Centrales y 76% en Quebrada.35
Esto pone en evidencia que, a comienzos de siglo, en las regiones azucareras
y, en una escala muchísimo más reducida, en los valles centrales, se estaba
conformando un mercado de trabajo que, paulatinamente, irá imponiendo
relaciones laborales asalariadas; aunque fuera de esos núcleos predominaran
formas de trabajo vinculadas a la obligación del servicio laboral por parte de los
arrendatarios (en la que participa toda la familia) y una gran cantidad de
explotaciones campesinas con mano de obra doméstica.
El Censo Nacional Agropecuario de 1937 revelaba que, de las 6.688
explotaciones agropecuarias de la provincia, 4.153 estaban a cargo de
arrendatarios, un porcentaje considerablemente alto (62%) comparado con el
nacional de 44%.36 Pero la proporción de arrendatarios era mucho mayor en los
departamentos de la Puna, con proporciones que superaban el 80%. Si a ello
agregamos los ocupantes de hecho de tierras fiscales y los puesteros,
comprendidos en la categoría censal “otras formas”, las cifras de explotaciones
que no estaban a cargo de sus propietarios se incrementan todavía más. La
“hacienda de arrenderos”, ocupantes originarios en tierras privadas y fiscales,
seguía siendo representativa en la Puna, aún después de los conflictos en
torno a la tierra, y los cambios ocurridos en las tres últimas décadas del siglo
XIX.
El acceso masivo a la propiedad de la tierra, por parte de quienes la trabajaban
directamente, se daba sólo en algunos casos puntuales en el Jujuy de fines de
1930. Era notorio en el departamento de Valle Grande, donde el 58% de las
explotaciones estaban a cargo de sus propietarios, descendientes de
campesinos ex arrendatarios de la gran finca homónima, fraccionada en 1887.
Un caso similar era el de Tilcara, donde coexistían campesinos propietarios de
pequeñas parcelas, algunas fincas y haciendas, junto a arrendatarios, en una
proporción equivalente. Este proceso involucró, aunque en menor medida,
también a los otros dos departamentos de la Quebrada de Humahuaca.
Los casos descriptos fueron producto de políticas en torno a la propiedad del
siglo XIX. En cambio, en El Carmen, el proceso de fraccionamiento de las
grandes fincas y las posibilidades de acceso a la propiedad de extensiones
más pequeñas, estuvo vinculado a la valorización de la tierra por las obras
hidráulicas del dique la Ciénaga y a la necesidad de asumir el pago del canon
de riego de grandes extensiones que podían no resultar rentables para la
agricultura.37 En 1937, el 44% de las unidades registradas por el censo
agropecuario estaba explotado por sus propietarios, entre los cuales se
contaban inmigrantes italianos y sanmarinenses.
Establecidos estos matices y diferencias, en la provincia, como totalidad, las
unidades agropecuarias explotadas por sus propietarios eran pocas: 1.623
sobre un total de 6.688. En términos porcentuales representaban un 24%,
frente al 38% del país. Es importante destacar que el censo referido brinda esta
información en cuanto a la cantidad de explotaciones, aunque no respecto a la
superficie ocupada por las mismas. Un análisis de este tipo seguramente no
35
Tercer Censo Nacional. 1 de junio de 1914, Explotaciones Agropecuarias, t. 5
36
Censo Nacional Agropecuario 1937, Buenos Aires, Edit. Kraft, 1940, 2 tomos
37
López Rita, Nora, Transformaciones agrarias en el valle de Jujuy, el Departamento de El
Carmen (1890 -1940), Tesis de Licenciatura, Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales,
Universidad Nacional de Jujuy, 1995.
243
38
Fleitas, María Silvia, “Política y conflicto social durante las gobernaciones radicales (1918-
1930)” en Santamaría, Daniel (Compilador), Jujuy. Arqueología, Historia, Economía, Sociedad,
Ediciones El Duende, 2005
244
39
Teruel, Ana, "Regulación legal del trabajo…” op. cit
40
López Rita, Nora., Transformaciones agrarias en el valle de Jujuy … op.cit
41
Quintana, Leopoldo, El subdesarrollo económico de Jujuy. Reflexiones desde la filosofía de
la ciencia, Tesis de Maestría en Teoría y Metodología de las Ciencias Sociales, Jujuy, 2005.
42
López Rita, N., Transformaciones agrarias en el valle de Jujuy … op.cit
245
Sin embargo el tabaco, para esa época, había comenzado su desarrollo en una
estructura agraria caracterizada por obras de riego y subdivisión de una
propiedad valorizada, que había sido preparada por la experiencia viñatera.
Estas transformaciones llevaron a un crecimiento demográfico de los valles
centrales, que con el aporte ascendente del departamento de El Carmen y,
fundamentalmente, con el enorme crecimiento del departamento Capital,
alcanzaron, en 1947, una población absoluta que casi equiparaba a la de los
valles subtropicales.
La década de 1930 también introdujo cambios en la Puna, con la aparición de
la gran minería. Hasta entonces, la explotación más importante estaba en
manos de la empresa norteamericana National Lead Company, productora de
plomo en los yacimientos de Pumahuasi, Sol de Mayo, La Bélgica, La Pulpera y
Cangrejillos. En 1933, Alberto Picchetti, Andrés Galinsky, Arturo Pérez Alisedo y
los hermanos Walter y Stephen Leach, constituyeron la firma Pirquitas, Picchetti y
Cía. para explotar un rico yacimiento de plomo y plata, en el departamento de
Rinconada. Dos de los socios de la compañía minera, Walter y Stephen Leach,
eran -junto a sus otros cuatro hermanos- los propietarios del ingenio La
Esperanza y principales accionistas de Leach Argentine Estates. Por su parte,
Alberto Picchetti y Andrés Galinsky extenderían sus intereses a la industria
azucarera, instalando el nuevo ingenio San Andrés, de breve existencia, en la
localidad de El Piquete, departamento de Santa Bárbara.43
Otro nuevo yacimiento, de plomo, cinc y plata, El Aguilar, ubicado en el
departamento de Humahuaca –casi al límite con Cochinoca- comenzó a ser
explotado, en 1936, por la National Lead's. Con la incorporación de moderna
tecnología, se instaló por primera vez en la provincia la técnica de flotación para
separar los minerales de cinc y plomo, obteniendo concentrados de alto
rendimiento. Así, la Puna, que venia sufriendo un gradual proceso de pérdida
demográfica, en términos relativos al total provincial, protagonizó, entre 1914 y
1947, el aumento demográfico más notorio del siglo, en particular por el
importante crecimiento de Rinconada y Yavi, que multiplicaron su población por
dos y tres respectivamente. Mientras que en el primer departamento
mencionado el incremento demográfico estuvo en íntima relación con la
minería, en el segundo, se debió al desarrollo de la ciudad de La Quiaca,
importante centro comercial y terminal del ferrocarril en la frontera con Bolivia.
Situaciones similares se produjeron en los departamentos Humahuaca y
Tilcara, en la región de la Quebrada.
Finalmente, si bien la crisis de 1929 impactó al principio sobre la industria
azucarera, pronto la caída inicial de la producción se detuvo gracias a una
medida proteccionista adoptada en 1931 por el gobierno nacional: el aumento
de la tarifa sobre el azúcar importado. Medidas similares fueron auspiciadas a
nivel local el año siguiente, cuando la Legislatura provincial sancionó una ley
que eximía de impuestos al excedente de 44 mil toneladas de azúcar que
elaborasen los ingenios de la provincia y que fuera destinado a la exportación.
Así, en una época donde la mayor parte del mundo capitalista sufría los efectos
de la crisis, la producción azucarera argentina experimentó un aumento de
producción, entre 1930 y 1940, más pronunciado en Jujuy y Salta que en
Tucumán.
43
Teruel, Ana y Kindgard, Adriana, “Provincia de Jujuy: de 1930 a la actualidad”, en Academia
Nacional de la Historia, Historia de las Provincias Argentinas, T. I, Buenos Aires, Planeta, en
prensa
246
44
Kindgard, Adriana, Alianzas y enfrentamientos en los orígenes del Peronismo Jujeño, Jujuy,
UNJu, 2001.
45
Torrado, Susana, Estructura Social de la Argentina: 1945-1983, Buenos Aires, Ediciones. de
la Flor, 1992
46
República Argentina. Ministerio de Hacienda. Censo Industrial de 1935. Buenos Aires,
1938. Presidencia de la Nación. IV Censo General de la Nación. Censo Industrial de 1946.
Publicación de la Dirección Nacional de Servicios Técnicos del Estado. Buenos Aires, t. III
247
La cuestión agraria
El problema agrario fue otro de los aspectos centrales en este período, más por
las expectativas que el nuevo gobierno creó en torno a sus manifestaciones de
reforma, que por los efectivos resultados. El tema de los latifundios en la Puna
había quedado pendiente desde 1930 cuando, durante la gestión de Tanco, la ley
880 había facultado al Poder Ejecutivo a adquirir, por compra o expropiación,
tierras en toda la provincia a fin de ser cedidas, en condición de arriendo, a los
pobladores que las trabajaban. Pero la interrupción institucional de setiembre la
dejó sin efecto.
Más de una década después, la política de reivindicación social del peronismo
había despertado expectativas entre los campesinos arrendatarios de las tierras
altas jujeñas, dispuestos a reclamar la propiedad de las tierras que ocupaban. En
mayo de 1946, los indígenas decidieron precipitar la solución iniciando una
marcha, llamada “Malón de la Paz”, hacia la Capital Federal. Sin embargo,
retornaron al altiplano con las manos vacías.
Recién en 1949, el decreto 18.341 de Perón, declaró sujetas a expropiación
cincuenta y ocho haciendas de la Puna y Quebrada de Humahuaca.49 Las tierras
expropiadas quedaron en manos del Banco de la Nación y fueron transferidas a
la jurisdicción de la provincia en 1959, pero, salvo San José de la Rinconada, que
fue subdividida y entregada a sus arrendatarios, durante el gobierno de
Guzmán,50 las demás mantuvieron su condición de fiscales. Sin embargo, la
medida logró terminar con el pago de renta en trabajo por parte de los
arrendatarios, sistema, bien descrito por Rutledge,51 predominante durante la
década de 1930.
El Censo Agropecuario Nacional de 1960, refleja de alguna forma las
modificaciones producidas en el régimen de tenencia de la tierra. Las unidades
agropecuarias asentadas en tierras fiscales ocupaban elevados porcentajes de
las explotadas en la Puna, particularmente en Rinconada (aún no se había
producido la entrega de títulos de propiedad), Yavi y Cochinoca, mientras que
en Susques, departamento recientemente creado, constituían la totalidad. En
Tumbaya, casi las tres cuartas partes de la tierra explotada era fiscal (se
trataba de 91 mil has), porcentaje y cantidad absoluta sólo superada por
Susques. En el resto de la provincia, a excepción de los casos puntuales de
Humahuaca, Santa Catalina y Santa Bárbara, que pueden verse en el cuadro
5, las explotaciones en tierras fiscales eran casi inexistentes. A la vez, el
porcentaje de las trabajadas por arrendatarios era en general pequeño,
predominando en la mayoría de los departamentos la tierra explotada por sus
propietarios.
49
Poder Ejecutivo Nacional, Decreto 18.341 del 1 de agosto de 1949 sobre expropiación de
latifundios en Quebrada y Puna de Jujuy.
50
Cardoso, Esteban, Historia Jujeña… op. cit
51
Rutledge, Ian, Cambio agrario…. op. cit
249
52
INDEC. Censo de Población y Vivienda, 2001.
250
53
Para mayor información sobre la cuestión de las tierras de los aborígenes puede verse,
Gómez, Elizabeth et al, “El último malón. La Lucha por la tierra”, en Norte Andino, nº 2, Salta
1989; Carrasco Morita, Los derechos de los pueblos indígenas en Argentina, Asociación de
Comunidades Aborígenes Lahaka Honhat, IWGIA, Buenos Aires, 2000; y Toro, Adelina, Del
Arete al pin pin, Tesis de licenciatura, Facultad de Humanidades y Cs. Soc., Universidad
Nacional de Jujuy, 2000.
54
Ministerio de Economía, Obras y Servicios Públicos. Informe Económico de Jujuy. Año 2003.
55
Torrado, Susana, Estructura… op.cit.
56
CF. Stumpo, Giovanni, “Un modelo de crecimiento para pocos. El proceso de desarrollo de
Jujuy entre 1960 y 1985”, en Isla, Alejandro (comp.), Sociedad y articulación en las tierras altas
jujeñas. Crisis terminal de un modelo de desarrollo, Buenos Aires, ECIRA, 1992
57
Quintana, Leopoldo, El subdesarrollo… op. cit
251
entre 1957 y 1974, los ingenios de Jujuy redujeron su mano de obra en un 30%
aproximadamente, con lo que también disminuyeron los costos laborales.58 Las
empresas industriales más fuertes de la provincia comenzaban a expulsar
trabajadores, lo que se tradujo en una desaceleración del ritmo de crecimiento
en la provincia y el punto de inflexión a partir del cual el incremento
demográfico de los valles subtropicales comenzó a mermar.
El desarrollo tabacalero
58
Provincia de Jujuy. Dirección de Estadísticas. Anuario Estadístico de la Provincia de Jujuy.
Años 1965, 1966, 1967. Estadísticas 1971-1974.
253
59
Aparicio, Susana y Gras, Carla, “Una burguesía dinámica en el NOA: los tabacaleros
jujeños”, en Giarracca, Norma et al, Agroindustrias del Noroeste, el papel de los actores
sociales, Buenos Aires, La Colmena, 1995.
60
Anuario Estadístico… op.cit
61
Aparicio, Susana y Gras, Carla, “Una burguesía dinámica…” op.cit
62
Torrado, Susana, Estructura… op.cit.
254
a créditos de largo plazo, con los cuales afrontar la onerosa deuda que
arrastraban. Las empresas comenzaron a sufrir las consecuencias
produciéndose quiebras y paralización de actividades, con la consiguiente
desocupación.
En medio de esta crisis, la Justicia local disponía finalmente la venta del
ingenio La Esperanza, que había quebrado años atrás. El gobernador Jáuregui
apoyaba a los cañeros independientes, que se oponían a que Ledesma
comprara el ingenio quebrado, para evitar mayor concentración económica.
Planteaban transformarse en propietarios de la empresa, junto con el Estado
provincial, que debía aportar capital. El episodio concluyó con el reemplazo de
Jáuregui por Horacio Guzmán, en el marco del recambio a nivel nacional de
Viola por Galtieri, y la venta de La Esperanza a empresarios de Santiago del
Estero, en una cuestionada operación. Como cabía esperar, los tempranos
embates del neoliberalismo en Jujuy dejarían honda impronta en la estructura
productiva local, marcando, en perspectiva, sólo el inicio de un largo y más
abarcativo proceso de crisis de las economías regionales.
La minería
65
Bergesio, Liliana, Golovanevsky, Laura y Marcoleri de Olguín, María Elena, “Desempleo y
pobreza en el conurbano jujeño. Los casos de Palpalá y Alto Comedero” ponencia en
Seminario Trayectos y Territorios del Desempleo. Sus efectos sobre los espacios regionales y
locales, Mar del Plata, 2005.
66
Para un análisis en mayor profundidad ver: Golovanevsky, Laura, Informalidad, pobreza y
exclusión social en Jujuy en los noventa. Empleo informal y precariedad laboral en el
Aglomerado San Salvador de Jujuy – Palpalá, Tesis para acceder al título de Magíster en
Teoría y Metodología de las Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Jujuy, Año 2002
67
INDEC. Censos Nacionales de Población y Vivienda, 1980, 1991 y 2001.
257
El azúcar
Las privatizaciones
70
Ministerio de Economía, Informe… 1997, op. cit
71
El producto bruto geográfico representa los bienes producidos y los servicios prestados en el
período de un año, dentro de una jurisdicción determinada. Este se puede dividir en los aportes
de cada sector de la economía. El sector primario incluye a la actividad agropecuaria y a la faz
extractiva de la minería; el secundario a la industria y la construcción; y el terciario al comercio,
transporte, sector financiero, gobierno, energía y otros servicios.
259
72
Stumpo, Giovanni, “Un modelo de crecimiento…” op. cit, p.56.
73
Ibid, p.p. 62-63
74
Golovanevsky, Laura, “Jujuy y el país en los noventa”, en Marcoleri, María Elena (comp.),
Transformaciones socio-laborales en tiempos de convertibilidad. Empleo, desempleo, pobreza
y migraciones en Jujuy, UNJu., 2001; Quintana, Leopoldo, El subdesarrollo… op. cit
260
75
Massé, Gladis, “La población”, en Academia Nacional de la Historia, Nueva Historia de la
Nación Argentina, Vol. VII, Buenos Aires, Planeta, 2001.
76
La tasa de crecimiento anual medio expresa el ritmo de crecimiento de una población, es
decir, cuanto aumenta o disminuye en promedio anualmente cada mil habitantes, durante un
período determinado. Ibid.
261
El aporte inmigratorio
El crecimiento natural
80
Ortiz D`Arterio, Julia y Paolasso, Pablo, “Una aproximación al estudio del crecimiento de la
población del NOA (1980-2001)”, Jornadas AEPA, Tafí del Valle, 2003
81
El crecimiento natural o vegetativo surge del balance entre nacimiento y defunciones. La tasa
es el coeficiente entre el crecimiento vegetativo y la población media de un período
determinado expresado por mil habitantes.
82
La esperanza de vida al nacer es el número de años que en promedio se espera viva una
persona desde su nacimiento, de no variar la tendencia observada en los niveles de mortalidad.
Massé, Gladis, “La población”… op. cit
83
Ibid.
265
84
Ortiz D´Arterio, Patricia y Caillou, Martha, “Una primera aproximación al estudio del
crecimiento natural, 1910-1992”, en Bolsi, Alfredo (dir.), Problemas poblacionales del Noroeste
Argentino, Instituto de Estudios Geográficos, UNT. 1997
266
85
INDEC, Estructura demográfica y envejecimiento poblacional en la Argentina, Serie Análisis
Demográfico, 14. Buenos Aires, 1998.
86
Pucci, Roberto, “Composición y envejecimiento de la población”, en Bolsi, Alfredo (dir.),
Problemas poblacionales del Noroeste Argentino, Instituto de Estudios Geográficos, UNT. 1997
87
INDEC, Proyecciones de la población por provincia según sexo y grupos de edad, 1990-
2010, Serie Análisis Demográfico, 2. Buenos Aires, 1995.
267
“La Quebrada de
Humahuaca me parece la
más interesante comarca de
la tierra Argentina. Ningún
otro pedazo de nuestro
suelo contiene tanto
carácter, tanta profunda
poesía y ningún otro como
la Quebrada de las cosas
eternas, de los grandes
problemas espirituales”
Manuel Gálvez
“El Espíritu de la Quebrada”, en Revista Riel y Fomentos n° 24, Buenos Aires, 1924.
272
1
Decimos ampliando porque algunos grandes conglomerados y pukaras de la Quebrada son
anteriores a esta época (por ejemplo Volcán, Hornillos, Campo Morado, Yacoraite, Los
Amarillos, Calete, Peñas Blancas), pero aunque ocupados con anterioridad crecen
masivamente en esta época. Nielsen, Axel, Tiempo y cultura material en la Quebrada de
Humahuaca, Tilcara, Instituto Interdisciplinario de Tilcara, Facultad de Filosofía y Letras, UBA,
1997, p.112.
2
Nielsen, Axel, “Evolución social en la Quebrada de Humahuaca (AD 700-1536)”, en Berberian,
Eduardo y Nielsen, Axel, Historia Argentina prehispánica, Córdoba, Editorial Brujas, t.1, pp.
171-264.
273
La época colonial
Más allá de las modificaciones provocadas por la presencia incaica, otros
cambios comenzaron a gestarse en los Andes centrales a partir de 1532. Para
las poblaciones de la Quebrada, la caída del Tawantinsuyo no fue repentina.
La mayor parte de los poblados continuaron en pie y su cultura material y
costumbres características se prolongaron después de las primeras incursiones
europeas al territorio. Durante largo tiempo, los habitantes de los pukaras
siguieron con su vida cotidiana, aunque con la presencia de invasores que
transitaban por su espacio, con una nueva cultura que incluía desde animales y
utensilios desconocidos, hasta una lengua y un Dios extraño. Desde 1536
hasta comienzos del siglo XVII, las sociedades de la región vivieron en
nacientes tiempos de guerra y de paz, que fueron parte de las dramáticas
transformaciones que provocaría el definitivo dominio colonial.
Durante casi 50 años, las poblaciones de la Quebrada de Humahuaca sufrieron
las diferentes alternativas de los intentos de dominación que venían desde las
jurisdicciones cercanas. De hecho, parte de su población fue repartida en
encomienda, primero, a vecinos de Tarija y, luego, a pobladores de la ciudad
de Salta y San Salvador de Jujuy. En esta época alternaban los períodos de
paz y de guerra, y aún cuando no hubiese población española asentada
definitivamente, la Quebrada era una zona de paso constante de los viajeros y
conquistadores, que iban entre la Gobernación de Tucumán y la zona de
Charcas. Éstos solían –en las etapas de mayor hostilidad- circular en
274
3
Salas, Alberto Mario, El antigal de Ciénega Grande (Quebrada de Purmamarca, Pcia. de
Jujuy), Buenos Aires, Publicaciones del Museo Etnográfico, 1945.
4
Sica, Gabriela, “Trigo y maíz, molinos y conanas, mulas y llamas. Tierras, cambio agrario y
participación mercantil indígena en los inicios del sistema colonial”, en Santamaría, Daniel
(comp.), Jujuy, Arqueología, Historia, Economía, Sociedad, San Salvador de Jujuy, CEIC, 2005,
pp. 110.
5
Lizarraga, Reginaldo, Descripción colonial, Buenos Aires, 1928, p. 210.
275
[...] estas son tierras de comunidad y que ninguna persona ni indio originario
puede tener derecho de propiedad en ellas para vender y arrendar que la
distribucion para entre los indios de tierras es peculiar al cacique y que da pa
6
Sica, Gabriela, “Del pukara al pueblo de indios. ...op.cit., pp. 145-156.
7
Salas, Alberto, El antigal de Cienega... op.cit.; Sánchez, Sandra, “Fragmentos de un
tiempo...op. cit., pp. 79-82.
276
que ciembre a un indio este año para el venidero se las puede dar a otro y al
que poseyo el terreno le puede dar en otra parte de modo que un indio puede
alegar derecho de propiedad en ningun pedazo de tierras [...].8
8
ATJ, Pleito por un alfalfar, 1805, legajo 2240, f.4. Agradezco el conocimiento de este
documento al Dr. Gustavo Paz.
9
Sánchez, Sandra, Fragmentos de un tiempo...op.cit, 109; Sica, Gabriela, “Maíz y trigo... op.
cit.; Acta de constitución de la cofradía de Nuestra Señora de Copacabana, 1634, en el Archivo
Histórico de la Prelatura de Humahuaca, trascripción publicada en Un tesoro en vasijas de
Barro, San Salvador de Jujuy, Prelatura de Humahuaca, CD multimedia, 2004.
10
Sica, Gabriela y Sánchez, Sandra, “Testimonio de una sociedad en transición: el testamento
de un curaca de Humahuaca”, Revista Cuadernos n° 3, Jujuy, Facultad de Humanidades y
Ciencias Sociales, 1992, pp. 53-62.
11
Como la venta de parte de las tierras de Tilcara que pasaron a formar parte de la hacienda
de San José proceso que derivó en un juicio posterior, en 1778. O en 1775, los intentos de
apropiación de Gregorio Zegada sobre tierras de las comunidades de Humahuaca y Uquía.
Madrazo, Guillermo, “Historia de un despojo: el indigenado del Noroeste argentino y su
transformación campesina”, Salta, Revista Andes n° 6, 1994, p.136; Sánchez, Sandra,
Fragmento de un tiempo... op.cit., pp. 139-141.
277
12
En este contexto debe entenderse que en la década de 1580, Viltipoco intentara negociar
con la Audiencia de Charcas la posibilidad de poner n funcionamiento a los tambos incaicos
que existían hasta Talina, a cambio que los encomenderos no se instalaran en la región.
Lizárraga, Reginaldo, Descripción colonial, Buenos Aires, 1928, p.210.
13
Sica, Gabriela, Del pukara al pueblo... op. cit., pp. 121-123..
14
Sica, Gabriela, “Y los mas de ellos son arrieros. Encomienda, tributo y participación mercantil
indígena en Jujuy. Siglo XVII”, ponencia presentada en las IX Jornadas
Interescuela/Departamentos de Historia, Universidad Nacional de Córdoba 2003.
15
Sánchez, Sandra, Fragmentos... op. cit., pp. 130-140.
278
Etapa republicana
Durante las Guerras de Independencia, la Quebrada mantiene su importante rol
de vía de comunicación y es uno de los escenarios principales de batallas y
escaramuzas, junto con las continuas invasiones de los distintos ejércitos.
Durante unos 15 años, los habitantes de la Quebrada soportan ocupaciones,
batallas, el establecimiento de centros de operaciones tanto del ejército del
Norte como del realista. Por su ubicación geográfica y su importancia en la
circulación, la Quebrada de Humahuaca sufrió fuertemente el impacto de la
guerra, en comparación a otras regiones como el litoral, Buenos Aires o
Córdoba.16
Para la población esto implicaba no sólo las bajas personales y la pérdida y
destrucción de bienes y propiedades, sino también ser objeto de cotidianos
saqueos y pillajes, quedar sujetos a levas forzosas, o a la confiscación de
ganados, cosechas y diferentes enseres. Aunque también ver la quiebra de las
actividades económicas que sustentaban vidas y patrimonios desde los
tiempos coloniales.
La economía de toda la jurisdicción fue profundamente afectada por la estrecha
vinculación que mantenía la región con los mercados del Altiplano. Los
hacendados se vieron forzados a dedicarse a la explotación de sus
propiedades, e intentaron presionar a sus arrendatarios para obtener de ellos
rentas y servicios. Sin embargo, esto tuvo sus dificultades, dado que los
ejércitos que se movilizaban por la zona, por un lado requisaban comida para
las tropas y alimentos y mulas y caballos para el transporte, pero también
comenzaron a reclutar soldados entre la población rural. Durante 1814 -1815,
Güemes, como jefe de la milicia, dio un paso más allá al extender todos los
derechos del fuero militar a las milicias (que provenían de las zonas rurales),
poniéndolos así fuera de la jurisdicción y justicia del cabildo de Jujuy.
Posteriormente procedió a exceptuarlos del pago de arriendos y las
obligaciones que les exigían los hacendados. Según Paz, muchos de ellos
vivían dentro de las haciendas (varias de las principales quebradeñas), algunos
eran nacidos en otras regiones o provenían de Perú, Bolivia o la Puna. Esto
supuso la pérdida de mano de obra y rentas para los dueños de haciendas, que
se sumaban a las dificultades que provocaba la guerra.17
Otras familias asentadas en la Quebrada de Humahuaca, en muchos casos,
migraron hacia zonas menos expuestas al conflicto. Según algunos de sus
protagonistas:
[...] bino la rebolucion, la Quebrada toda se despoblo [...] los quebradeños todos
hemos estado en una continua vanguardia, hasiendo la guerra de recursos al
enemigo, y hemos visto arder Humaguaca, Huquia, Guacalera y Tilcara [...] las
familias de Tilcara y Humaguaca se retiraron a grandes distancias a Guachipas,
Clachaqui, Pastos Grandes, Pastos Chicos y no han buelto a sus hogares hasta
el 25 [1825]...”.18
16
Ver Capítulo II. Guerras de Independencia y Civiles. 1810-1853 del presente volumen.
17
Paz, Gustavo, Province and Nation in Northern Argentina. Peasants, Elite and the State,
Jujuy 1780-1880, Emory University, Department of History. UMI Dissertation Service, 1999, pp.
166-170.
18
Declaración del Cacique de Tilcara en 1830 citadas por Sánchez, Sandra, Fragmentos de un
tiempo... op.cit., p. 135.
279
19
Madrazo, Guillermo, “El proceso enfitéutico y las tierras de indios en la Quebrada de
Humahuaca (Pcia. De Jujuy, República Argentina). Período Nacional”, Revista Andes Nº 1,
Salta, CEPIHA, Universidad Nacional de Salta, 1991, p. 95.
20
Ibíd., p. 101.
21
Paz, Gustavo, Province and Nation in Northern... op. cit, pp. 264-266.
22
La hacienda de Yala fue en el siglo XVII de Alejandro de Urrutia quien la vendió a Juan de
Amusátegui. Este la terminó perdiendo por un mal negocio, pasó a manos de los Rodríguez de
Viera, quienes se la vendieron a Martín de Goyechea (su cuñado) a fines del siglo XVII. ATJ,
Testamento de Juan de Amusátegui Ydiaquez,, 1682, legajo 567, f. 7; ATJ, venta de la estancia
de Nuestra Señora de Yala de Monte Carmelo, 1694, legajo 683, f.4. La mitad de la estancia de
280
Aguilar fue propiedad de Don Andrés Tucunas cacique Gobernador de Humahuaca en el siglo
XVII, ATJ, carta de venta de la estancia de Aguilar, 1652, legajo 314, f. 38-39.
23
Paz, Gustavo, Province and Nation in Northern... op. cit, pp. 264-265.
24
La haciendas de Tumbaya y Guajra habían pertenecido a Juan Ochoa de Zárate
(encomendero de Omaguaca y Ocloyas) y sus herederos durante el siglo XVII, durante el siglo
XVIII estuvo en manos de la familia Goyechea y a fines del período colonial habían pasado a
manos de las familias Barcena y Sánchez de Bustamante. La hacienda de Volcán, fue una de
las primeras mercedes sobre tierras de la Quebrada, luego fue adquirida por Pedro Sánchez
Olguín y por último por Pedro Ovando y Zárate, quien la legó sus herederos. A mediados del
siglo XIX pertenecía a la familia Barcena.
25
Paz, Gustavo, Province and Nation in Northern... op. cit, pp. 267-269.
281
Ninguna parte de la provincia se halla más perjudicada con este estado de cosas
que la Quebrada; pues es sabido que la principal ocupación y negocios de sus
habitantes es la de los pastos. Todo el mundo allí, prescindía ocuparse de otras
sementeras por dar preferencia al cultivo de los pastos, que vendían en grandes
cantidades á los comerciantes que hacían el tráfico por estos lugares. Ahora las
cosas han cambiado, la despoblación se nota á medida que el tiempo pasa. La
vida es más precaria, no hay transacciones comerciales de importancia y nada
de lo que allí se cultiva, tiene una fácil salida como en otros tiempos.27
26
Madrazo, Guillermo, El proceso enfitéutico y... op. cit, pp. 106-107.
27
El Norte, Jujuy 25 de agosto de 1897, en Hemeroteca de la Biblioteca Popular de Jujuy (en
adelante: HBPJ).
28
Conti, Viviana, La feria de la tablada como elemento de articulación comercial en los Andes
Centro-meridonales 1850-1930, Universidad Nacional de Jujuy, Facultad de Humanidades y
Ciencias Sociales, Tesis de Licenciatura en Historia, MS, 1989. Los aranceles del ferrocarril
Central Norte a partir de Tucumán, eran tan elevados que resultaba imposible transportar
ganado en sus vagones, por esta razón el ganado se arriaba al costado de las vías.
29
Ferrocarril a Bolivia. La Acción del Senador Nacional Don Domingo T. Pérez para la
realización de esta obra y el trazado de la vía por Humahuaca. Antecedentes Legislativos y de
otro Orden, Buenos Aires, Compañía Sud Americana de Billetes de Banco, 1908, p. 58.
282
30
Borrador de un discurso del Senador Pérez, en Archivo privado de Domingo T. Pérez.
Agradezco a Inés y Ana Bárcena quienes gentilmente me permitieron acceso a la
documentación.
31
Conti, Viviana, La feria de la tablada…op. cit.
32
Conti, Viviana, “Entre la plata y el salitre. Los mercados de Pacífico para las producciones del
Norte argentino (1830-1930)”, en Conti, Viviana y Lagos, Marcelo, Una tierra y tres naciones. El
litoral salitrero entre 1830 y 1930, San Salvador de Jujuy, UNHIR, Universidad Nacional de
Jujuy, 2002, p.136.
33
Reboratti, C., García Cordón, J. C., Albeck, M., Castro, H. y Arzeno, M. “Una visión general
de la Quebrada”, en Reboratti, Carlos (coord.), La Quebrada, Buenos Aires, La Colmena, 2003,
p. 41.
283
34
Seca, Mirta Ana, Introducción a la geografía histórica de la Quebrada de Humahuaca - Con
especial referencia al pueblo de Tilcara, Cuadernos de Investigación Nº 1 Instituto
Interdisciplinario Tilcara, Facultad de Filosofía y Letras, UBA, 1989, p. 55.
35
Ibíd., p. 61.
36
La ubicación del Aguilar y su altura por encima de los 4000 mts hace que algunos autores,
consideren esta explotación minera como parte de la Puna. Así, Reboratti et alt. afirman que la
actividad minera no se practicaba en la región, aunque esta recibía el impacto de las
explotaciones que se desarrollaban en la Puna y sur de Bolivia. Véase, Reboratti, C., García
Cordón, J. C., Albeck, M., Castro, H. y Arzeno, M. “Una visión general...” op. cit., p 42. Aunque
para comienzos del siglo XX, hemos encontrado referencia sobre la existencia de explotaciones
dentro de la propia quebrada, que posiblemente debían tener un carácter restringido. En 1908,
el senador Domingo Pérez hace mención de la existencia de la extracción de cobre en
Huichairas y La Esperanza. Ferrocarril a Bolivia. La Acción del Senador Nacional Don Domingo
T. Pérez... op. cit, p.58.
37
Reboratti, C., García Cordón, J. C., Albeck, M., Castro, H. y Arzeno, M., “Una visión
general…op. cit., p. 42-44.
38
Ibíd., p. 41.
39
Janoschka, Michael, “El turismo en la Quebrada”, en Reboratti, Carlos (coord.), La
Quebrada… op. cit., p. 215.
284
El turismo, las excursiones, los viajes de placer y de estudio por la Quebrada han
alcanzado un importante desarrollo y se realizan casi exclusivamente, por el
ferrocarril. Por la Quebrada de Humahuaca no es posible el tránsito, en forma
permanente, de automóviles, por falta de camino carretero.40
Así como sucedió con Yavi, el impacto que produjo la retirada del ferrocarril en
la Quebrada, también afectó a la población de esa región, puesto que muchas
personas que vivían de la venta diaria de productos comestibles, artesanales,
etc. que se realizaban en las estaciones ferroviarias de las diferentes
localidades de la Quebrada, con el cierre de las mismas, muchas familias
dejaron de percibir lo que para muchos de ellos era su único o principal
ingreso. Por otra parte, “…el río y los volcanes devoraron rápidamente las vías
y poblaciones como Volcán e Iturbe perdieron la vitalidad que habían tenido en
la era del ferrocarril.”43
A pesar que, en un primer momento, se había previsto el mantenimiento del
transporte de carga hacia Bolivia, esta intención tuvo una duración muy breve.
Las indefiniciones de la política nacional y provincial en cuanto a la
transferencia de los ferrocarriles, provocó la pérdida total de la infraestructura y
la posibilidad de reapertura de la línea férrea, ya que las maquinas y vagones
que se necesitaban para reactivar o concesionar el servicio fueron destinadas a
otros lugares.
En la década de 1980 se incrementó el turismo, principalmente de jóvenes
provenientes de otras provincias y ciudades argentinas, como: Buenos Aires,
Rosario, Córdoba. Algunos se radicaron en la región viviendo del mismo
turismo y la artesanía; por otro lado, se percibe el desplazamiento de jóvenes
quebraderos, desde su lugar de origen con destino a la ciudad, en busca de
40
Sánchez de Bustamante, Teodoro, El Camino a Bolivia por la Quebrada de Humahuaca.
Contribución a su estudio, Buenos Aires, 1937, p. 43.
41
Sánchez de Bustamante, Teodoro, Jujuy a fines de Siglo XIX y principios del Siglo XX.
(Recuerdos Personales), Córdoba, Establecimientos Gráficos Biffignandi, 1965, p. 12.
42
El Tribuno de Jujuy, Jujuy 10 de marzo de 1993, p. 18 (HBPJ).
43
Nielsen, Axel, Quebrada de Humahuaca. Provincia de Jujuy / Argentina. Un Itinerario cultural
con 10.000 años de historia, Gobierno de Jujuy-Consejo Federal de Inversiones, Argentina,
2004.
285
44
Ibíd.
45
Véase Karasik, Gabriela, “Plaza grande y Plaza chica: etnicidad y poder en la Quebrada de
Humahuaca”, en Karasik, Gabriela (comp.), Cultura e identidad en el Noroeste Argentino,
Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1994, pp. 35-78.
46
Arzeno, Mariana, “Cambio y permanencia en el campesinado”, en Reboratti, Carlos (coord.),
La Quebrada… op. cit., pp. 126-127.
47
Reboratti, Carlos, “Estructura y crisis del mundo campesino del Noroeste Argentino”, en
Mutsuo, Y., Ciudad y campo en América Latina, Osaka, Internacional Area Studies Conference
II, Japan Center for Area Stdies Simposium Series 2, 1997, citado por Janoschka, Michael,
“Procesos migratorios en la Quebrada de Humahuaca”, en Estudios sociales del NOA, Instituto
Interdisciplinario Tilcara, Año 4 Nº 3, 2001, pp. 199 y 207
286
48
Janoschka, Michael, “Procesos migratorios en la Quebrada…op. cit., p. 211.
49
Nielsen, Axel, Quebrada de Humahuaca. Provincia de Jujuy/Argentina…op. cit.
50
CFI - Consejo Federal de Inversiones, en http://www.argentinaxplora.com/destinos/jujuy.htm
51
Guzmán, Flora y Sica, Gabriela, “De duendes y sirenas. Texto, memoria y semíosis en
Purmamarca”, Manuscrito, 2000, pp. 6-7.
288
Introducción
La historia de la Puna de Jujuy refiere, principalmente, al conjunto de indígenas
sometido más numeroso de la actual Argentina, conjunto que hacia el final del
siglo XIX no sólo había "desaparecido" como tal -para entonces todos eran
ciudadanos-, sino que había comenzado a transitar un período que, en la
historiografía local, se conoce como el inicio de una crisis que dio lugar a la
situación de pobreza y marginalidad que viven hoy sus habitantes. El objetivo
de este capítulo es relatar parte de su historia, a partir de dos núcleos
problemáticos que son particularmente significativos: el desarrollo de su
población y el de la tenencia de las tierras.
Actualmente esta región comprende cinco departamentos, ubicados al norte y
oeste de la Provincia, que se caracterizan por encontrarse por encima de los
3000 metros de altitud sobre el nivel del mar. En el pasado colonial, sin
embargo, la llamada "Puna de Jujuy" comprendía gran parte de los actuales
departamentos de Rinconada, Santa Catalina, Cochinoca y Yavi,
pertenecientes al ambiente conocido como Puna Seca, cuyas condiciones
ecológicas son más benignas que las de la Puna Salada o Puna de Atacama,
ubicada hacia el sur. Las precipitaciones son un poco más abundantes, hay
algunos ríos con aguas permanentes y pequeños oasis que permiten la
agricultura. Hacia el sur nos encontramos con grandes salares, precipitaciones
menores y un ambiente mucho más riguroso. A esta última región pertenece el
actual departamento de Susques, que estuvo incluido hasta comienzos del
siglo XX en la jurisdicción de Atacama, por razones que exceden lo
administrativo y que hunden sus raíces en lo étnico e histórico prehispánico.
Esta pertenencia repercutió tanto en cuestiones políticas como en otras menos
obvias, más profundas y de larga duración. Resulta difícil reunir en un solo
capítulo a las "dos Punas", porque no siempre siguieron caminos semejantes.
En algunos puntos y priorizando la idea de sintetizar los procesos principales,
haremos hincapié en lo ocurrido en la Puna Seca, que concentraba y concentra
la mayor cantidad de población.
1
Reboratti, Carlos, La naturaleza y el hombre en la Puna. Salta, Proyecto GTZ, 1994.
289
espacios muy acotados de planicie, que han sido importantes para las
comunicaciones a partir del siglo XX.
En la Puna Seca las lluvias se concentran en el verano y son bastante escasas.
Una parte de ellas, que se infiltra al caer, reaparece en las montañas en el
invierno en forma de manantiales, lo que hace que los arroyos tengan agua en
invierno y en primavera, que es el período seco. En los valles o cuencas bajas,
cubiertas de sedimento, tanto la lluvia como el agua que llega con los ríos se
infiltra. Es por ello que la mayor parte de las poblaciones coloniales y
prehispánicas de la Puna se asentaron junto a las serranías, donde el suelo es
relativamente bueno, donde hay agua casi permanente y, además, donde se
puede encontrar refugio contra los vientos fuertes. Los caminos actuales, en
cambio, recorren la planicie central que fue mucho más adecuada para la
construcción del ferrocarril y de las rutas pensadas para los automóviles. Las
ciudades modernas siguieron estos cambios en el paisaje humano y se fueron
asentando o consolidando a la vera de los rieles y de los caminos principales.
La Puna de Atacama comparte en gran medida estas características, aunque
en condiciones más extremas: es una de las áreas más desérticas de las
tierras altoandinas.2 En los informes realizados hacia comienzos del siglo XX,
cuando se habla de ella como "El Despoblado", se destacan su aridez, la
monotonía del paisaje, la práctica inexistencia de vegetación (su desnudez) y
su posición periférica.3 Son justamente estas características las que influyen
para que gran parte de los viajeros actuales identifique a la Puna con un
páramo, un territorio hostil, inhabitable y solitario. La región, sin embargo, ha
tenido una larga ocupación humana, que da cuenta de la capacidad del hombre
de adaptarse a las condiciones difíciles que presenta. Basta con alejarnos un
poco de la ruta principal para confirmar que esta adaptación continúa aún en la
actualidad y que su territorio es muy heterogéneo y diferente al de la planicie
por donde circula la mayoría de los vehículos.
La actividad económica principal de la Puna, y la más difundida hacia
comienzos del siglo XIX y en gran parte del siglo XX, era la ganadería. El tipo y
la cantidad de ganado que tenían las unidades domésticas campesinas
dependían de las condiciones ecológicas de cada lugar, pero en toda la región
la gente tenía animales. El ganado doméstico se empleaba básicamente para
el consumo de carne (fresca o como charqui) y su venta, la extracción de lana
(oveja y llama), el transporte de productos, el aprovechamiento de su guano
como combustible (takia de llama) y de los cueros de oveja para acostarse.
Estos productos servían para el autoconsumo, tanto como para abastecerse
mediante trueque o venta de aquellos otros que no se podían producir en la
región, sobre todo coca, ají, maderas, maíz, algunos tipos específicos de telas,
frutas, pescado.
El cuidado del ganado exigía, en determinadas épocas del año, una
trashumancia estacional y vertical a regiones ecológicamente semejantes y no
complementarias. Parte de la unidad doméstica se trasladaba con el ganado a
sus puestos, ubicados a unas pocas jornadas de la estancia donde tenían su
2
Fanny Delgado, "'En virtud de ignorar si pertenecíamos…' Estrategias de resistencia de los
moradores de la Puna de Atacama ante su incorporación al Estado Argentino (1900-1904)", en
prensa en Revista Chungara.
3
Benedetti, Alejandro, "Territorio Nacional de los Andes: entre el éxito diplomático y el fracaso
económico", en Benedetti, Alejandro (comp.), Puna de Atacama. Sociedad, economía y
frontera. Córdoba, Alción Editora, 2003.
290
4
Boman, Eric, Antigüedades de la región andina de la República Argentina y del desierto de
Atacama. Jujuy, UNJu, 1992 [1903] Tomo II.
5
Teruel, Ana y Gil Montero, Raquel: “Trabajo familiar y producción de textiles en las tierras
altas de la provincia de Jujuy. Mediados del siglo XIX” En: Revista Andina, Año 14, No. 1,
Cusco, Julio de 1996, p.p. 197-222.
6
Goebel, Barbara, "'La plata no aumenta, la hacienda si': continuidades y cambios en la
economía pastoril de Susques (Puna de Atacama)", en Benedetti, op. cit. pp. 199-242.
292
7
Teruel, Ana y Kindgard, Adriana, “Historia de la Provincia de Jujuy”, en Academia Nacional de
la Historia, Historia de las Provincias Argentinas. Tomo I Buenos Aires, Editorial Planeta, en
prensa.
8
Fuente: INDEC, Censos Nacionales de Población de 1991 y 2001.
293
Los antecedentes
Como anticipamos en la introducción, a lo largo de los últimos siglos la
importancia demográfica y económica que tuvieron los indígenas de la Puna
para la provincia fue disminuyendo en forma notoria, y su historia -para las
explicaciones tradicionales- comenzó a depender de los centros dinámicos
regionales, ubicados en las tierras calientes, en los Valles Subtropicales.
La crisis de la Puna, sin embargo, había comenzado antes de la instalación de
los ingenios azucareros, ya que el cambio demográfico más importante se
produjo a lo largo de todo el siglo XIX y no obedeció tanto a los ritmos de las
tierras bajas, como a muchos acontecimientos regionales, e incluso locales,
que tuvieron un alto impacto en la población. Se dio, en rigor, una cadena de
transformaciones que llevó a sus habitantes del apogeo a la precariedad y
luego a la crisis, en un proceso que se originó con la irrupción de los
españoles.
El período colonial
Muchos libros de Historia Argentina comienzan hablando del momento de la
conquista como el del "poblamiento del país". En rigor lo que ocurrió fue
exactamente lo opuesto: un despoblamiento dramático, que nos resulta todavía
desconocido salvo en sus trazos más gruesos. Las descripciones
arqueológicas de los espacios habitados antes de la conquista en la Puna nos
hablan de sitios importantes por su envergadura, que evidencian haber tenido
una concentración relativa de la población, con andenes de cultivo y complejos
sistemas de regadíos. Un siglo después del ingreso de las huestes hispanas, el
panorama que podemos observar a partir de las fuentes coloniales es
completamente diferente: un territorio donde la población estaba muy dispersa
y dedicada en lo fundamental a la ganadería. La bibliografía referida a estos
dos cortes en el tiempo sugiere que los españoles interrumpieron un período de
apogeo demográfico y económico, y que influyeron en las características
básicas de su economía. Los primeros conquistadores llegaron guiados por la
información que les brindaron los khipucamayos (funcionarios del incario),
quienes distinguían claramente dentro de la Puna a los casabindos y
cochinocas, de quienes se decía que eran "gente de „más razón‟ y „para mucho‟
que sabían vivir al igual que en Perú y que vivían en respeto a sus caciques".11
Junto a ellos habitaban grupos chichas, atacamas, urus y apatamas. 12 Sobre la
base de la información incaica, gran parte de la población indígena fue
11
Palomeque, Silvia, "La sociedad indígena (siglos XVI-XVIII)" en Tandeter, Enrique
(compilador): Nueva Historia Argentina. La sociedad colonial, Editorial Sudamericana, Buenos
Aires, 2000 (Vol. II).
12
Albeck, María Ester, "La puna argentina en los períodos medio y tardío", en Berberián, E. y
Nielsen, Axel (Eds.) Historia Argentina Prehispánica Tomo I. Córdoba. Editorial Brujas, 2001,
pp. 347-388.
295
La población
Si observamos el desarrollo de la población de la Puna de Jujuy, a lo largo de
los tres últimos siglos, podemos destacar cinco momentos diferentes, o
tendencias, que describiremos brevemente a continuación. A lo largo de todo el
siglo XVIII, la población de la Puna creció hasta llegar a los nueve mil
habitantes. El siglo XIX comenzó con dos crisis diferentes que impactaron
fuertemente en la población. La primera fue motivada por una sequía regional
13
Delgado Fanny y Göbel Bárbara, "Departamento de Susques: la historia olvidada de la Puna
de Atacama". En Jujuy en la Historia. Avances de investigación. II. Jujuy, UNIHR, UNJu, 1995.
14
Gil Montero, Raquel, Caravaneros y trashumantes en los Andes Meridionales. Población y
familia indígena en la puna de Jujuy 1770-1870. Lima, Perú, Instituto de Estudios Peruanos,
2004.
296
a) El siglo XIX
Podría caracterizarse a este siglo como el de las siete plagas de la Puna.
Comenzó con una terrible sequía regional que paralizó la producción del
Potosí, cuando apenas se apagaban los ecos del período conocido como "el
gran terror" o la sublevación de Tupac Amaru, los hermanos Katari y Tupac
Katari. Todo el territorio se sumió luego en una larga y agotadora guerra de
independencia, que tuvo como consecuencia tardía la separación de dos
espacios históricamente muy vinculados: el de Tucumán y Charcas. La Puna
fue campo de batalla de otra guerra, la que hubo contra la Confederación Perú-
Boliviana en la década de 1830. Fue objeto de interés fiscal por parte de un
Estado ávido de ingresos, que recién se estaba formando, el de la provincia de
Jujuy. La segunda mitad del siglo llegó acompañada por nuevas sequías, por
una sangrienta represión a sublevaciones campesinas y por numerosas
epidemias. Una parte de estos eventos tuvieron consecuencias que podemos
medir a través de la evolución de la población. Otra parte resulta difícil evaluar
en términos de impacto, pero sin duda fue el contexto necesario para que el
resultado final fuera la situación actual de la Puna. Comenzaremos con la
descripción del nacimiento de la frontera internacional, que pertenece al
segundo de este grupo de factores.
A comienzos del siglo XIX, la actual Bolivia tenía 978.926 habitantes (en 1825),
y Argentina, 527.000 (hacia 1818) es decir poco mas de la mitad. Esta
diferencia demográfica, más su capacidad económica, hicieron que durante el
período colonial la actual Bolivia fuera uno de los mercados más importantes
de Sud América.15 Como mercado tenía características muy favorables para el
intercambio con nuestra región, ya que había un claro predominio de lo que se
podría caracterizar como "economías étnicas", con circuitos regionales.16 La
frontera separó a la Puna de Bolivia (aunque hay que destacar que no fue muy
15
Langer, Erick, “Espacios coloniales y economías nacionales: Bolivia y el Norte Argentino
(1810-1930)”, en Siglo XIX, año II, No. 4, 1987.
16
Langer, Erick, "Indian Trade and Ethnic Economies in the Andes, 1780-1880", en: Estudios
interdisciplinarios de América Latina y el Caribe, Vol. 15, No. 1, 2004.
297
efectiva hasta períodos más tardíos), sobre todo a partir del cobro de
impuestos a la introducción de alimentos que tradicionalmente se
intercambiaban en los valles de Tarija y de Sud Chichas. Con la conformación
de la frontera, la Puna quedó en el borde de un país (Argentina) que miraba
hacia el Atlántico.
Como ya señalamos, Susques permaneció del otro lado de la frontera
internacional, integrada, de manera parcial, con la costa del Pacífico. La
conformación de los Estados Nacionales fue especialmente importante para
Susques, cuya historia política-administrativa es la más compleja de la región y
de alguna manera tiñe fuertemente su historia reciente.17 El borde oriental de la
Puna de Atacama cambió de pertenencia estatal tres veces a lo largo del siglo
XIX: hasta los años 1880 perteneció a Bolivia; como consecuencia de la guerra
del Pacífico, toda la región atacameña pasó, en 1884, al dominio chileno;
finalmente, por un tratado de límites que firmó Chile en 1898 con Argentina, su
sector oriental se incorporó, con el nombre de Gobernación de los Andes, a
nuestro país. Recién en 1943 se estableció que el Departamento de Susques
(uno de los cuatro de la Gobernación) pasara a depender de la provincia de
Jujuy, como lo conocemos en la actualidad. La población total de este
departamento era poca en relación al resto de la Puna, aunque sigue grosso
modo las mismas tendencias.
Desde el punto de vista demográfico, lo que caracterizó a la Puna a lo largo del
siglo XIX fue que su población se mantuvo en un mismo nivel, con pocas y
puntuales excepciones. Sin embargo, esta aparente estabilidad esconde una
tendencia muy clara, que se fue consolidando en aquel período, y que se
destaca en la actualidad como uno de los aspectos sobresalientes de su
población: el predominio de mujeres. Dentro de este "estancamiento" las
guerras de Independencia marcan un momento de inflexión, ya que muestran
una retracción en la cantidad de habitantes, a la vez que el inicio de una
emigración masculina, que al comienzo fue sutil y luego se fue acentuando.
Antes de las guerras hubo siempre más hombres que mujeres; después de
ellas, el predominio femenino sólo se alteró eventual, puntualmente y por poco
tiempo con la instalación de las minas modernas del siglo XX, que atrajeron
una gran cantidad de hombres. Si bien la lenta sangría de habitantes de la
Puna ha sido siempre mayoritariamente masculina, en las últimas décadas ha
comenzado a tener también un importante componente de mujeres.
Durante las dos guerras que se desarrollaron a comienzos del siglo XIX, los
ejércitos arrasaron con las pocas pasturas y con el ganado que encontraban, y
reclutaron a los hombres que pudieron. El mayor impacto debió ser económico:
en una región en la que la relación entre los recursos y la población es tan
inestable, es muy difícil recuperarse de las pérdidas, ya sea volver a juntar un
número de cabezas de ganado suficiente para la subsistencia, o recobrar un
pastizal desvastado por el sobrepastoreo.
En 1834, Jujuy se separó de la Provincia de Salta y comenzó a diseñar su
aparato fiscal. Sobre la población y los principales productos de la Puna
recayeron algunos de los primeros impuestos: a la extracción de la sal (1840),
la capitación indígena que sólo pagaban los habitantes de la Puna (abolida en
1851), y el impuesto a los multiplicos del ganado (1863). Esta última
contribución se exigió apenas terminada una terrible epidemia que asoló la
17
Delgado y Göbel, "Departamento de Susques..." op.cit
298
región y que se difundió pocos meses después de una de las dos peores
sequías de las que se tiene registro. La sequía diezmó el ganado y obligó a sus
habitantes a migrar en forma diferente a lo habitual, en busca de las pocas
fuentes de agua que quedaron, aumentando la probabilidad de contagio. En
1873, comenzó un período de veinte años de precipitaciones inferiores a la
media. Dos años más tarde, en enero de 1875, culminó una fase del ciclo de
luchas campesinas por la tierra con una sangrienta batalla que perdieron los
indígenas y que tuvo como consecuencia el exilio o la muerte de sus dirigentes.
A comienzos de la década de 1880, se difundió por toda la región una terrible
epidemia de difteria que mató a una proporción muy significativa de la
población. Los médicos de Jujuy sólo atinaron a poner un retén en
Purmamarca prohibiendo el paso de las personas que vinieran "de arriba", y a
enviar cajas con medicamentos e instrucciones. La Puna se convirtió así en un
gigantesco lazareto, donde la enfermedad reinó todo el tiempo necesario hasta
terminar por causas naturales, hacia fines de la década de 1880.
El impacto de las crisis se vio agravado fundamentalmente por dos factores. El
primero fue el inestable equilibrio de población y recursos que hay en la Puna,
como consecuencia de su ambiente y ecología. Una sequía muy severa, en un
territorio donde la enorme mayoría de la población vive de las actividades
rurales, debió haber tenido con seguridad consecuencias de larga duración. No
hay datos de las pérdidas ocurridas en el siglo XIX, pero para tener una idea de
sus implicancias nos parece ilustrativo considerar lo que ocurrió recientemente,
en una época en la que las comunicaciones son fluidas, que se pueden prever
los desastres y donde el apoyo del Estado es mucho mayor. En el verano de
1998, asistimos a la peor sequía en la región de los últimos 200 años: mientras
que la media de precipitaciones ronda los 450 mm anuales, aquel año no logró
superar los 120 mm. Entre las consecuencias estimadas podemos mencionar
la pérdida de, aproximadamente, un 60% del ganado, en especial una alta
proporción de llamas; las disputas y el cercado de las pocas aguadas que aún
subsisten, con el riesgo consiguiente para los animales silvestres, como las
vicuñas y para el ganado de aquellos pastores de menores recursos; la
propagación de enfermedades, entre animales y hombres, por la utilización
conjunta de las mismas vertientes. Si suponemos que una sequía severa del
pasado, como la de 1861, pudo haber tenido un impacto semejante o peor que
la de 1998, recuperar pérdidas de animales de ese tenor les debió llevar varios
años, incluso décadas.
El segundo factor que influyó en el impacto de las crisis fue la omisión del
Estado Provincial. En la década de 1880, mientras la difteria (que había sido
identificada y reconocida por los médicos a través de los testimonios que
llegaban a la ciudad) diezmaba la población indígena de la Puna, en San
Salvador se desarrollaba una epidemia de sarampión que prácticamente no
tuvo consecuencias mortales. Al detectarse los primeros casos, la Comisión de
Higiene resolvió cerrar las escuelas y alertar a la población a la vez que se la
instruía. A la Puna, en cambio, no solamente no fue ni uno de los médicos, sino
que mandaron algunos remedios acompañados por indicaciones que nadie
podía seguir: en pocas palabras, permitieron que la enfermedad se expandiese
sin ninguna limitación, más que el retén de Purmamarca. Las notas enviadas
por las autoridades locales a los médicos y al gobernador son dramáticas, pero
no fueron atendidas. ¿Cuál fue el motivo de este accionar? La causa no fue ni
demográfica (poca población), ni económica (escasez de recursos), ni por
299
b) El siglo XX
El siglo XX comenzó con algunos cambios que repercutieron en la población
modificando la tendencia del siglo anterior. En términos generales, su principal
característica fue el crecimiento y la concentración, aunque con diferencias
espaciales y temporales.
En torno a los años 1930 tuvo lugar un incremento de la población, abrupto y
muy significativo, cuyo principal motivo fue la llegada de dos grandes empresas
mineras y el inicio de la urbanización que ya hemos descrito. El impacto
demográfico de la instalación de las empresas mineras se observa en el
importante crecimiento que tuvo Rinconada, cuya población se duplicó en esos
años. También se puede observar en el cambio de su composición, ya que las
minas atraían sobre todo a hombres: después de más de cien años de
predominio femenino, en Rinconada hubo para ese entonces más hombres que
mujeres. El otro departamento que creció notablemente fue Yavi, por influencia
de la ciudad de La Quiaca.
El momento en el que se evidencia este incremento de la población de la Puna
coincide con el de otras regiones de la provincia, es decir que, en líneas
generales, todo Jujuy creció en este período, aunque cada región lo hizo a
18
AHJ, Caja 1883-1, Jujuy abril 21 de 1883.
19
Gil Montero, Raquel, " Despoblamiento diferencial en los Andes meridionales: Sud Chichas y
la Puna de Jujuy en el siglo XIX", en prensa en Bulletin de l'Institut Français d'Etudes Andines.
300
20
Bolsi, Alfredo, "Ruralia, tradicionalismo y población en la puna de Jujuy durante el siglo XX",
en Mundo Agrario. Revista de Estudios Rurales, UNLP, en prensa.
21
Los Censos Nacionales fueron realizados en diferentes meses, principalmente en mayo,
junio, septiembre y octubre, lo que seguramente influye en la relación de masculinidad por las
migraciones estacionales. Sin embargo, el predominio de mujeres se observa en todos los
censos independientemente de la fecha de realización, con excepción de Rinconada en 1947 y
en 1980. El Censo Nacional de 1970, que fue procesado por muestreo, es tan diferente a todos
los demás que pensamos que más que mostrar cambios en la población, tiene severos
problemas de datos.
301
El problema de la tierra
En la década de 1970 Ian Rudledge llamó la atención acerca de una batalla
que pasó a ser emblemática en la historia de la Puna de Jujuy, la batalla de
Quera.22 Para este autor, los sucesos ocurridos en la década de 1870, dejaban
al descubierto una relación entre las "tierras altas" y las "tierras bajas" de Jujuy,
que él planteó como funcional al desarrollo del capitalismo en la provincia. Esta
relación fue el marco interpretativo de numerosos trabajos vinculados al
desarrollo del mercado capitalista y se basa, sobre todo, en dos características
principales. La primera, que el grave problema de la región es su estructura
latifundista, herencia de un pasado colonial que se profundizó durante las
primeras décadas del gobierno independiente y que condenó a los puneños a
la precariedad. La segunda, que la dinámica demográfica, en general de Jujuy
y en particular de la Puna, está estrechamente ligada a la instalación del
capitalismo regional y al mercado de trabajo que generó.
Estudios más recientes sobre la provincia han permitido complejizar esta
afirmación a partir del conocimiento más detallado de lo que ocurrió en la Puna.
En primer lugar, ya hemos visto que la precarización de los puneños comenzó
claramente en el siglo XIX y por ello no estuvo de manera directa relacionada
22
Rutledge, Ian, "The Indian Peasant Rebellion in the Highlands of Northern Argentina, 1872-
1875", en: The Journal of Peasant Studies, IV, 2, 1977, 227-237. Ver también Rutdledge, Ian,
Cambio agrario e integración. El desarrollo del capitalismo en Jujuy. 1550-1960, Tucumán,
ECIRA-CICSO, 1987.
302
23
Madrazo, Guillermo, Hacienda y Encomienda en los Andes. La Puna Argentina bajo el
marquesado de Tojo. Siglos XVII a XIX. Buenos Aires, Fondo Editorial, 1982; Gil Montero,
Caravaneros y trashumantes... op. cit.
303
recategorizados como "originarios con tierras", al igual que gran parte de los
indígenas de la jurisdicción.24
El período que se inaugura con las Guerras de Independencia puso en
discusión numerosos aspectos de la relación del Estado con los indígenas. En
primer lugar, lentamente desaparecieron las categorías étnicas bajo un único
denominador: los ciudadanos. Desde el comienzo se discutió la desaparición
del tributo indígena, de las tierras de comunidad y la de la encomienda. En la
actual Argentina no hubo una política de alcance general orientada a resolver
esta herencia colonial, sino que le correspondió a cada gobierno provincial
resolver su extinción en los respectivos territorios.25 El caso de la Puna es
particularmente excepcional en el marco de estos cambios, ya que sus
habitantes continuaron pagando una suerte de tributo en la década de 1840
que, sin embargo, no estaba vinculado a las tierras de comunidad (como lo
estuvo en el resto de los Andes) sino con el reclutamiento militar. Para
entender la situación de la población de la Puna necesitamos introducir el
análisis de una coyuntura clave para la región: las guerras.
La Puna fue un escenario de batallas ocupado, alternativamente, por uno y otro
ejército, tanto durante las guerras de Independencia (que duraron quince años)
como la que tuvo lugar contra la Confederación Perú-Boliviana (tres años). Su
población fue afectada no tanto por las muertes efectivas, causadas por las
batallas, como por sus consecuencias indirectas, ya que la presencia del
ejército implicó su manutención, las levas masivas de hombres, la suspensión
de las actividades productivas locales y muchas veces, directamente, la
destrucción de los pequeños patrimonios. No es de extrañar, entonces, que
cuando se formalizó el tratado de amistad con la Confederación Perú-Boliviana,
en 1840, los indígenas "pactaron" con el gobierno provincial una contribución
anual per capita a cambio de no ser enrolados en las milicias. El monto que
implicó esta contribución para el Estado Provincial osciló entre el 20 y el 25%
de sus ingresos totales, aunque decayó en los años anteriores a 1851. Este
"tributo", entonces, tuvo relación con el enrolamiento, tema que fue altamente
conflictivo en las dos grandes guerras que tuvieron lugar en la región, y no
hacía referencia al tema de la tierra ni reconocía derecho alguno, lo cual sí
ocurría parcialmente en el territorio de la actual Bolivia.
Desde que terminó la guerra contra la Confederación hasta la batalla de Quera
(1875), la situación de los campesinos de la puna se fue agravando, en parte
por las secuelas de las guerras, en parte también por una creciente presión
fiscal que se dio en el marco de una situación ambiental que empeoró hacia el
último cuarto del siglo. Una imagen de Boman, hacia fines del siglo XIX, nos
muestra el resultado del recorrido desde la colonia tardía hasta aquel momento:
24
Delgado y Göbel, "Departamento de Susques..." op.cit. A partir de 1851, sin embargo, no hay
más revisitas de tributarios de Susques, lo que sugiere que el control boliviano sobre el
territorio era escaso. Delgado, "En virtud de ignorar..." op.cit.
25
Doucet, Gastón Gabriel, "La abolición del tributo indígena en las provincias del Río de la
Plata: indagaciones en torno a un tema mal conocido", en: Revista Historia del Derecho, 21,
Buenos Aires, 1993.
304
26
Boman, Eric, Antigüedades... op.cit, p.p. 468-469
27
El problema de la tierra ha sido abordado desde diferentes perspectivas por otros autores.
En particular quienes más se dedicaron a este tema han sido Gustavo Paz y Ian Rutledge (ver
orientación bibliográfica). También se han referido al tema Andrés Fidalgo (¿De quién es la
Puna?, Jujuy, 1988), Guillermo Madrazo (libro citado), Ana Teruel (ver orientación bibliográfica)
y recientemente Esteban Cardoso (Historia jujeña. Batalla de Quera. Jujuy, edición del autor,
2000).
28
Fallo de la Suprema Corte, Buenos Aires 19-4-1877, Causa XLIV.
29
Paz, Gustavo, Indígenas y terratenientes. Control de tierras y conflicto en la Puna de Jujuy a
fines del siglo XIX. Tilcara, Cuadernos de ECIRA, Serie Historia Andina No. 2, 1988.
305
30
Teruel, Ana, "Estructuras agrarias en los Andes. La Puna argentino-boliviana a comienzos
del siglo XX", Ponencia presentada en las X Jornadas Interescuela/Departamentos de Historia,
Rosario, 2005.
31
AGN y ABNB, Revisitas de tributarios de Chichas, años 1786, 1804, 1817, 1835, 1841, 1847,
1854, 1860, 1867, 1871 y 1877.
32
El caso de Susques es mucho más complejo que lo presentado en esta síntesis. En un
comienzo el Estado Argentino garantizó el usufructo de la tierra a sus habitantes, para luego
reconocer la existencia de una propiedad privada y con ello el derecho al propietario a
cobrarles arriendo. Tras numerosas manifestaciones de resistencia, los habitantes de Susques
se encontraron habitando tierras fiscales. Para un mayor detalle cf. Delgado, "En virtud de
ignorar..." op.cit.
33
Los latifundios de la Puna. Informe de la comisión encargada de estudiar dicho problema.
Jujuy, imprenta del Estado, 1925.
306
- El mayor latifundio de la Puna era la Finca Yavi, una parte de lo que había
sido el marquesado del Valle de Tojo, dividido en dos a la muerte de Fernando
Campero, hijo del marqués. Fernando dejó en herencia sus posesiones
bolivianas a los descendientes de su primer matrimonio con Tomasa Peña, y
sus posesiones argentinas a su esposa Corina Aráoz y a sus tres hijos.
- En Santa Catalina había una sola finca que podía ser considerada, en la
opinión de la comisión, como latifundio. Los propietarios/accionistas de la Finca
eran treinta y gran parte de ellos vivía en Bolivia.
El dictamen final de la comisión fue que a pesar de que los pobladores
manifestaron su deseo de que el Estado compre las propiedades para pasar a
ser sus arrendatarios, esa no sería una solución real al problema. Se
recomendaba la compra por parte del Estado y la posterior venta a los
pobladores con la expresa prohibición de venderla a quien no resida en el
lugar.
La finca Yavi, mencionada en el informe, fue la que dio origen a un modelo de
coacción que tuvo importante repercusión en la región y en la historiografía: La
hija de Corina Araoz, Hortensia, arrendó la finca a los dueños del ingenio San
Martín del Tabacal, así como otras tierras que tenía en Santa Victoria y en
Iruya. El ingenio la subarrendaba a su vez a los campesinos, para forzarlos a
pagar una parte del arriendo con trabajo en el ingenio. Durante la inspección de
la Comisión no se denunció esta situación. Curiosamente, muchos
arrendatarios manifestaron su deseo de no adquirir la propiedad por temor a los
conflictos que tenían con las autoridades locales o con algunas personas en
particular, residentes en Yavi, que abusaban de ellos (los "enemigos"
identificados eran claramente el comisario, el sargento, el vigilante y el juez de
campaña). La propiedad, por otra parte, atentaba contra su sistema económico
basado en la utilización de parcelas que, a veces, estaban alejadas entre sí,
para diferentes actividades (pastoreo, cultivo, recoger leña, etc.).
Los años pasaron y la situación se mantuvo con pocos cambios. Durante la
campaña proselitista en 1945, Perón lanzó la consigna de "la tierra al que la
trabaje", y en su gira por el norte anunció su voluntad de expropiar los
latifundios que aún estaban en manos de sus antiguos dueños. 35 En mayo de
1946, los indígenas de la Puna iniciaron el "Malón de la Paz", una marcha
hacia la Capital Federal, que tenía como objetivo precipitar la situación. El
"malón" llegó a destino a fines de agosto y muy poco después fue deportado
con las manos vacías. Las expropiaciones, finalmente, se hicieron, al menos en
parte. Hacia 1960 un censo agropecuario nos permite comprobar que un
34
Los latifundios... op.cit, p. 9.
35
Teruel y Kindgard, "Historia de la provincia..." op.cit.
307
La Puna hoy
La Reforma Constitucional de 1994 introdujo un cambio muy trascendente para
las poblaciones indígenas: el reconocimiento de su preexistencia y de sus
derechos sobre la tierra, a la educación bilingüe y a la participación directa en
los asuntos de su incumbencia. Sin dejar de elogiar el avance que este cambio
ha significado, lo cierto es que para muchos pueblos ya es demasiado tarde. El
Estado Nacional, que se fue formando a lo largo del siglo XIX, tuvo un marcado
carácter anti-indígena que movió a muchos de ellos a negar su identidad, a
olvidar su lengua y sus costumbres. La repercusión de esta reforma, sin
embargo, no deja de ser importante, como se desprende del resultado del
último Censo Nacional de 2001. En este censo se intentó averiguar cuántos de
los habitantes de la actual Argentina descienden de quienes vivían en estas
tierras, antes de la llegada de los españoles. La Puna de Jujuy es la región que
tiene mayor proporción de hogares con indígenas de todo el país (entre el 50 y
el 75%). Sólo volvemos a encontrar esta proporción en algunos departamentos
aislados del Chaco o de la Patagonia. El único departamento que se diferencia
dentro de la Puna es Yavi, probablemente por la influencia de la ciudad de La
Quiaca.
El reconocimiento de los pueblos indígenas fue, quizás, una de las pocas
buenas nuevas de la década de 1990, caracterizada más bien por sus crisis. La
irrupción de una gran cantidad de reclamos, que en la Puna tempranamente
tomaron la modalidad de los cortes de ruta, volvió a instalar en la discusión
pública su situación de pobreza. Cincuenta años después del "Malón de la Paz"
salió desde La Quiaca la "Marcha de la Dignidad" (Junio de 1996), organizada
por la Multisectorial de la ciudad y contando con el apoyo de la Prelatura de
Humahuaca y la Diócesis jujeña. En términos territoriales, la distribución de la
308
36
La preocupación por la pobreza alcanza a todo el mundo: Según datos del Banco Mundial en
el 2001 casi mil cien millones de personas vivían con menos de un dólar diario, es decir uno de
cada seis habitantes del planeta se encuentra en situación de pobreza aguda.
http://www.worldbank.org/data/wdi2005/pdfs/Table2_5.pdf.
37
Bolsi, "Ruralia..." op. cit.
38
Comunicación personal de Pascal Absi.
309
expulsa a los jóvenes.39 Pobre es, también, el que no tiene relaciones sociales,
familia o descendencia.
Probablemente estemos haciendo hincapié en algunos indicadores que a
nuestros ojos pueden parecer claros indicios de una situación de pobreza, por
ejemplo, la sobrenatalidad, mientras que para los habitantes de la Puna esta
característica puede ser parte un modelo demográfico diferente, en el cual
tener hijos sea considerado un beneficio. Sin dejar de utilizar los indicadores
tradicionales, que además nos permiten comparar, habría que pensar que
pueden existir otros conceptos de la riqueza, del desarrollo, de la familia, de la
economía, que son importantes considerar, sobre todo si pensamos en
prioridades. En este marco recordemos que el viejo problema de la tierra,
reclamado por los indígenas desde las revueltas de la década de 1850, no se
ha solucionado todavía en toda la Puna.
Epílogo
Este capítulo tenía como objetivo reconstruir la trama de la historia que llevó a
una población dinámica, de grandes rebaños y guerreros, a ser de las más
pobres dentro del país. Si uno se pone a mirar alrededor, ésta ha sido la
historia de todos los pueblos indígenas de América Latina. ¿Por qué? Hace
algunos años, Nelson Manrique escribió un ensayo sobre el racismo en el
Perú,40 que bien podría aplicarse para la sociedad puneña, así como para los
wichís, los diaguitas del Valle Calchaquí, o los mapuches de la Patagonia.
Manrique sostiene que el racismo anti-indígena fue uno de los principales
componentes de la dominación social instaurada con las repúblicas
oligárquicas. El racismo, señala,
39
Mariana Quiroga: "Pobreza y sueños: relato de lo inaccesible y lo posible en las
comunidades andinas de los valles intermontanos de Salta." Inédito.
40
Manrique, Nelson, La piel y la pluma. Escritos sobre literatura, etnicidad y racismo. Lima,
Perú, SUR, 1999.
41
Ibid. p.11.
311
El ámbito rural
[…] a medida que avanza el siglo, aparecen otras familias poderosas que no
poseen encomiendas pero que van adquiriendo considerable influencia, muchas
veces en contra de los antiguos linajes […] serán los Rodríguez de Armas y
Rodríguez de Vieyra quienes dominen especialmente en lo económico y
1
Sánchez de Bustamante, Teófilo Del pasado jujeño, Jujuy, UNJu, 1988, p.48.
2
Sica, Gabriela Del pukara al pueblo de indios, Tesis doctoral, Universidad de Sevilla, 2005, p.
63.
3
Lo escrito sobre el período que abarca desde fines del siglo XVII hasta mediados del siglo XIX
es una apretada síntesis de Delgado, Fanny Propiedad rural, hombres y poder. Las tierras y
sus dueños en el sur de los Valles Templados de Jujuy entre 1700 y 1850, Tesis de Magíster,
Universidad Internacional de Andalucía. Sede Iberoamericana de La Rábida, Huelva, 1997.
Inédita.
313
4
Sica, Gabriela Del pukara… p.68.
5
Sanchez de Bustamente, T., Del pasado…, op. cit., p. 47.
6
Una fanega equivale aproximadamente a 55 Kg. Diccionario Enciclopédico Salvat, t. 5,
Barcelona, Editorial Salvat, 1967.
7
Un quintal equivale a 46 kg. . Diccionario Enciclopédico Salvat, t. 10, Barcelona, Editorial
Salvat, 1967.
8
ATJ Carpeta 45, legajo 1490, año 1724, s/n.
314
9
ATJ Carpeta 45. legajo 1490, año 1768, s/n.
10
Delgado, Fanny “Análisis sobre los estudios de población africana y afroandina en el
noroeste argentino. El caso de la jurisdicción de Jujuy. Un estado de la cuestión y líneas
temáticas que se perfilan”, Los afroandinos de los siglos XVI al XX, UNESCO, Perú, 2004, pp.
160-175.
11
ATJ Carpeta 47, legajo 1542, año 1772, s/n.
12
AZ Siglo XVIII, documento 4, p. 19, 19v.
13
AHJ Colección Ricardo Rojas, caja XXXVIII, legajo 4, p. 7v.
315
Pero antes de continuar debemos explicar qué era una capellanía. Levaggi las
define como
Fundar una capellanía era un contrato entre dos partes; por un lado, el fundador
y, por el otro, un beneficiario que podía ser un sacerdote o un convento, como por
ejemplo el franciscano. El fundador imponía una suma de dinero y, para
garantizarlo, hipotecaba un bien raíz productivo que generaba un interés del 5%
anual. En el caso de que la capellanía fuera a favor de un Convento, era éste el
adjudicatario del 5% y el fundador recibía como contraparte, el perdón de sus
pecados, misas, etc. En el caso de que fuera a favor de un sacerdote, éste
recibía el 5% del monto impuesto que permitía su sostén económico. Este monto
impuesto, lo podía devolver el fundador o sus sucesores en metálico al capellán o
convento y la hipoteca se levantaba.
[…] se save que el parage de los Hornillos mensionado a estado y esta despoblado
por temor del enemigo veinte y tantos años […] que por temor a los Indios infieles
quedando dhas tierras desiertas y que desde entonces no ha conocido ni menos
oydo de que el Mtro Don Pedro de Armas las aya ocupado con ganados y
sementeras, ni las haya arrendado a persona alguna. 17
14
Levaggi, Abelardo Las capellanías en la Argentina, Buenos Aires, Instituto de Investigaciones
Jurídicas y Sociales “Ambrosio L. Rioja”, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Universidad
Nacional de Buenos Aires, 1992, pp. 21,22.
15
Gullón Abao, Alberto La frontera del Chaco en la Gobernación del Tucumán. Universidad de
Cadiz, 1993.
16
AZ Siglo XVIII, documento 4, p. 1.
17
AZ Siglo XVIII, documento 4, pp 7, 7v.
316
18
Sanchez, Sandra Se hace camino al andar. Tupac Amaru en Jujuy: una reinterpretación,
Tesis de Magíster Universidad de Chile, Facultad de Filosofía, Santiago de Chile, 2002, inédita.
También Marchena Fernández “Al otro lado del Mundo. Josef Reseguín y su “generación
ilustrada”. En la tempestad de los Andes. 1781-1788”. Revista Tiempos de América Nº 12,
Universidad Jaume I, Castellón, 2005, pp. 43-113.
19
ATJ Carpeta 36, legajo 1507, s/n.
20
El padrón tenía seis hojas de las cuales solo tres eran legibles por lo cual podríamos duplicar la
cifra llevándola a 1.400 habitantes. Elaboración propia realizada en torno a la lectura de Rassini,
Beatriz “Estructura demográfica de Jujuy. Siglo XVIII”. En Anuario del Instituto de
Investigaciones Históricas Nº 8. Universidad Nacional de Rosario, 1983, p.123.
21
Gil Montero, Raquel La población de Jujuy entre 1779 y 1869, Tesis de Licenciatura,
Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba, 1993.
317
22
AHJ Colección Ricardo Rojas, caja IV, libro capitular 1800 -1812.
23
Ibid.
24
Carrillo, Joaquín Jujuy. Apuntes de su historia civil, Buenos Aires, 1877, segunda edición
1980, pp. 171, 172.
318
Las tierras del sureste de los Valles centrales después de las guerras
Aquí observamos una vez más la aparición de foráneos con un gran capital
mercantil. José López Villar era un español que poseía vinculaciones con las
casas comerciales de Buenos Aires y de Tarija.29 Entre 1830 y 1848 fue
propietario de importantes casas en Jujuy y del establecimiento de San Lorenzo,
comercia con Tarija, sin pasar por la aduana de la ciudad, azúcar y jabón,
indudablemente producidos en su plantación.30 El crédito otorgado por López
Villar a los Zegada fue devuelto no solamente con el reintegro del dinero, sino que
por política matrimonial accedió a las tierras de El Pongo y Chanchillos.
¿Cómo pudo López del Villar mantener y acrecentar su capital comercial cuando
el circuito mercantil, desde Buenos Aires pasando por Jujuy y la Quebrada de
Humahuaca hacia el Alto Perú, estaba cortado por las guerras?
25
Delgado, Fanny Propiedad rural… op. cit., p.p. 71-75.
26
AHJ. Caja 2, año 1827.
27
Una hija de Gregorio Zegada contrae matrimonio con un distinguido tarijeño: Julián Pérez,
quien fuere Secretario del Primer Triunvirato y diputado por Tarija en la Asamblea del Año XIII .
28
ATJ Protocolo 142, año 1893, escribano Melitón González, pp. 134,134v.
29
Para el estudio de los circuitos mercantiles ver Conti, Viviana “Circuitos mercantiles, medios
de pago y estrategias. Salta y Jujuy entre 1820 y 1852”, Irigoin, María Alejandra y Schmit
Roberto (editores) La desintegración de la economía colonial. Comercio y Moneda en el interior
del espacio rioplatense (1800-1860), Editorial Biblos, Buenos Aires, 2003.
30
Langer, Eric y Hames, Gina “Comerse and Credit on the Pheriphery: Tarija Merchants, 1830-
1914”, Hispanic American Historical Review 74:2, Duke University Press, 1994, p.289.
319
La respuesta es clara. López del Villar, desde la década de 1830, definió otro
circuito mercantil hacia Tarija, por las tierras subtropicales que pertenecían a su
familia política, evitando de esa manera la región de conflicto bélico por donde
marchaba el rumbo de la guerra. La acumulación de riqueza, tanto del excedente
productivo como comercial, será la que al terminar las guerras civiles, invierta en
la compra de varias estancias de los Valles Centrales, contiguas unas a otras,
hasta armar una propiedad de 13.500 hectáreas según el registro catastral de
1886, reuniendo las antiguas posesiones de Hornillos, Chanchillos, Cabral,
Cascaronal y Pongo bajo el Nombre de San Roque del Pongo.
Las tierras del suroeste de los Valles Centrales después de las guerras.
31
Delgado, Fanny Compraventa de la propiedad inmobiliaria rural (Jujuy 1834-1852), Ponencia
en las XIII Jornadas de Historia Económica, Mendoza 1982.
32
Gil Montero, Raquel La población de Jujuy… op. cit.
320
A modo de conclusión podemos ver que de las tierras de los Martínez de Iriarte,
las zonas más parceladas son las destinadas al pueblo de El Carmen y, a nivel
rural, las de Monterrico, Pelichocos.
33
López Rita, N., Transformaciones agrarias en el valle de Jujuy, el Departamento de El
Carmen (1890 -1940), Tesis de Licenciatura, Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales,
Universidad Nacional de Jujuy, 1995, p. 34.
321
37
Tercer Censo Nacional, 1914, Tomo V, Explotaciones Agropecuarias, Buenos Aires, 1919,
pp. 823- 854.
38
Firpo señala que para la etapa 1895-1899, según los catastros de la contribución territorial
del departamento El Carmen, de las 274 unidades sujetas a contribución, 67 sumaban
$572.999, las que pertenecían a 21 familias representando el 71,5% del valor de las tierras y el
24% del total de las unidades de avalúos registradas. Firpo, D., Transiciones en los Valles
Centrales Templados… op. cit, p. 51. Estos grandes propietarios eran los herederos de las
grandes propiedades de la época colonial, algunos comerciantes y militares y funcionarios
jerárquicos.
39
Holmberg,E., Investigación Agrícola en la provincia de Jujuy, Universidad Nacional de Jujuy,
Jujuy, 1988, p. 67.
40
Firpo, D., Transiciones en los Valles Centrales Templados… op. cit, p. 123.
41
Censo Nacional Agropecuario de 1960, Jujuy, en Anuario Estadístico de la Provincia de
Jujuy, Año 1965, San Salvador de Jujuy, Dirección de Estadística, p. 69.
42
López Rita, N., Transformaciones agrarias…, op- cit, p. 43.
323
43
López Rita, N., Transformaciones agrarias… op- cit, p. 55.
324
100000
50000
0 Columnas 3D 1
1940- 1945- 1950- 1955- 1960- 1965- 1970- 1975- 1980- 1985-
44 49 54 59 64 69 74 1979 84 90
Etapas por quinquenios
Fuentes: Elaboración propia en base a datos de Cámara del Tabaco de Jujuy: El Fondo
Especial del Tabaco y la Evolución de la Economía Tabacalera en la última década. Jujuy,
1972, y Departamento de Tabaco, Departamento de Estimaciones Agrícolas, SAGyP,
citado por Giarraca; Aparicio; Gras y Bertoni en Agroindustrias del Noroeste, el Papel de
los Actores Sociales, Buenos Aires, La Colmena, 1995.
44
Giarraca, N; Bertoni, L y Gras, C., “El Complejo Agroindustrial Tabacalero en el Noroeste”,
en Agroindustrias…, op. cit, p. 28
45
Ibid, p. 38.
46
Bertoni, L., “El Complejo Tabacalero y la Intervención Estatal”, En Agroindustrias… op. cit,
pp. 48-49.
47
Aparicio, S y Gras, C., Una burguesía dinámica en el NOA: Los Tabacaleros Jujeños. En
Agroindustrias… op, cit. p. 82
326
48
Ibid, p. 82.
327
49
Datos extraídos de Censo Nacional Agropecuario de 1960, Jujuy, en Anuario Estadístico de
la Provincia de Jujuy, Año 1965, San Salvador de Jujuy, Dirección de Estadística.
328
región de los Valles Centrales concentró más del 50% del parque de tractores,
de cosechadoras, de sembradoras existentes en Jujuy.
Pero otro recurso natural, combinado a una decisiva acción política, incrementó
las potencialidades de desarrollo en la región de los Valles Centrales entre las
décadas de 1940 y 1980: se trata del mineral de hierro existente en las
serranías de Zapla. El mismo permitió la configuración de Altos Hornos Zapla,
un complejo siderúrgico integrado de extracción, fusión y elaboración de
productos siderúrgicos, que proveyó de insumos a la producción nacional de la
industria armamentista, aeronáutica, automotriz, petrolera, naviera, etc.
El ámbito urbano
330
San Salvador de Jujuy desde su fundación hasta mediados del siglo XIX.
50
Santamaría, Daniel Memorias del Jujuy colonial y del Marquesado de Tojo, Universidad
Internacional de Andalucía, Sede Iberoamericana de La Rábida, Huelva, 2001, p.133.
51
Tommasini, Gabriel El convento de San Francisco de Jujuy. Imprenta de la Universidad
Nacional de Córdoba, Córdoba, 1934, p. 35.
52
Gil Montero, Raquel La población de Jujuy… op. cit., pp. 64-85.
331
53
Delgado, Fanny “Algunas anécdotas sobre las peripecias de los archivos de Jujuy.
Reflexiones sobre la legislación y valoraciones sobre su importancia como patrimonio cultural”
Cuadernos UNJu, nº 18, Universidad Nacional de Jujuy, 2002, pp. 159-180.
54
Delgado, Fanny “Trascripción del Primer Mensaje del Poder Ejecutivo a la Honorable
Legislatura de la Provincia de Jujuy”, en Comunicaciones Científicas, Año 1 nº 1, Jujuy, 1989.
pp. 51- 56.
55
Delgado, Fanny Las capellanías como fuentes de Ingresos fiscales. Jujuy 1834 1852,
ponencia en la VI Jornadas Interescuelas /Departamentos de Historia, La Pampa, 1997.
332
59
Ibid, p. 50
334
60
Dirección de Planeamiento, Estadística y Censos. Censo Nacional de Población, Hogares y
viviendas 2001.
61
Implosión: explosión desde fuera hacia adentro.
62
Bergesio, L, Golovanesky, L y Marcoleri de Olguín, M., “Desempleo y Pobreza… op. cit, p.
15
63
Bergesio, L., Ganarse la vida. Trabajadores cuneta propia del sector familiar en la estructura
socioeconómica de San Salvador de Jujuy, Universidad Nacional de Jujuy, Argentina, 2000, p.
49
336
2
Tamajuncosa, Fray Antonio, “Descripción de las misiones al cargo del Colegio de Nuestra
Señora de los Angeles de la Villa de Tarija”, en De Angelis, Pedro, Colección de Obras y
Documentos [1836], Buenos Aires, Plus Ultra, 1971, T. VII, p.146.
338
Los fuertes
3 Melia, Bartolomeu, Ñande Reco. Nuestro modo de ser. Los Guaraní-Chiriguano, Centro de
Investigaciones y Promoción del Campesinado, La Paz, 1988.
4
Saignes, Thierry, Ava y Karaí. Ensayos sobre la frontera chiriguano (siglos XVI-XX), La Paz,
HISBOL, 1990.
5
Cf. De Fe, C y Fernández, A., “Una aproximación al Período Tardío en la Arqueología de Valle
Grande (Jujuy)”, en Teruel, A y Jerez, O. (comp), Pasado y Presente de un mundo postergado.
Estudios de antropología, historia y arqueología del Chaco y Pedemonte Sur Andino, Unidad de
Investigación en Historia Regional, Universidad de Jujuy, 1998
6
Respecto a los indígenas de la zona de transición entre la Quebrada de Humahuaca y el
Chaco, remitimos al Capítulo I, Jujuy en la Colonia, en este mismo volumen. Entre otros
estudios, y con posturas disímiles, ver Sánchez, Sandra y Sica, Gabriela, “La frontera oriental
de Humahuaca y sus relaciones con el Chaco”, en Boletín del Instituto Francés de Estudios
Andinos, 19, Nº 2, Lima, 1990; y a Ferreiro, Juan Pablo, “El Chaco en los Andes. Churumatas,
Paypayas, Yalas y Ocloyas en la etnografía del oriente jujeño”, en Población y Sociedad, Nº2,
Tucumán, Fundación Yocavil, 1994. Agradecemos a Gabriela Sica (comunicación personal), la
sistematización de los debates en torno al tema.
7
Fernández Cornejo, Adrián, “Descubrimiento de un nuevo camino desde el valle de Centa
hasta la villa de Tarija”, en De Angelis, Pedro, Colección de Obras y Documentos... op. cit., t.
VII, p. 82.
339
8
Impuesto sobre ciertos productos que circulaban por la provincia hacia el Perú o Chile y que
estaba destinado a los gastos de guerra.
9
Cf. Vitar, Beatriz, Guerra y misiones en la frontera chaqueña del Tucumán (1700-1767),
Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1997.
340
El nombre del Inca Rey ofreció a los selváticos y a los soldados la oportunidad
de una alianza estratégica y por supuesto momentánea. Los tobas buscaban
venganza, los soldados criollos esperaban destronar un sistema de exclusión, de
pésimas o nulas remuneraciones y de falta de reconocimiento de una vida que
en todo momento rozaba a la muerte.12
10
AGN. Carpeta 30-7-9. Colonia. Interior. Exp. “Fray Juan José Ortiz. Doctrinero de San
Ignacio Tobas. Sobre reducción y auxilios”
11
Vergara, Miguel Angel, Compendio de la historia de Jujuy, San Salvador de Jujuy,
Publicación Oficial, 1968, p.199.
12
Sánchez Bramdam, Sandra, “Se hace camino al andar”. Tupac Amaru en Jujuy: una
reinterpretación, Tesis para optar al grado de Magíster en Historia con mención en Etnohistoria,
Universidad Nacional de Chile, Facultad de Filosofía y Humanidades, Chile, 2002.
341
Las haciendas
primer lugar, debían contar con el suficiente mérito por servicios prestados al
Estado para ser acreedores de una merced. Si se llegaba a ser propietario por
medio de la compra de tierras declaradas realengas o pertenecientes a una
reducción, las vinculaciones políticas y la pertenencia a la elite se convertían en
condiciones indispensables para sortear los juicios y disputas que se
suscitaban alrededor de las mismas.
En segundo lugar, debía tratarse de gente con poder político y militar, para
disponer de soldados y pertrechos que le facilitaran la defensa de sus tierras
ante el peligro indígena. Desde que se organizaron las milicias locales, los
terratenientes se habían incorporado a ellas como un importante signo de
prestigio. Más aún, en las regiones de colonización tardía, este requisito era
fundamental para defender sus propiedades y para disciplinar al aborigen que
trabajaba en ellas. Al ser comandantes de los fuertes, su puesto militar les
permitía controlar de cerca sus haciendas, ubicadas en las inmediaciones de
los presidios, al tiempo que les brindaba los recursos necesarios para
custodiarlas. Las explotaciones agrícolas demandaban el trabajo estacional de
abundante mano de obra aborigen y, por lo tanto, debían ubicarse en las
cercanías de las reducciones, donde la misma se hallaba ya concentrada y
pacificada.
Muchos de estos adelantados en las fronteras virreinales no pudieron
sobrellevar los inconvenientes que les presentaba la región y, al poco tiempo,
se fueron desprendiendo de sus propiedades. Tal fue el caso de Francisco
Javier de Robles, cuyos méritos, acrecentados al haberse encargado de la
expulsión de los jesuitas de la Reducción de San Ignacio y de la estancia de
San Lucas, le habían valido la inmensa merced de Santa Bárbara, que
posteriormente vendió en varias fracciones. Para otros, en cambio, estas tierras
se convirtieron en su pasaporte a la riqueza y al prestigio social. Lejos de los
centros virreinales, los pioneros de la frontera y sus descendientes no se veían
ensombrecidos por las familias de los fundadores y se convirtieron rápidamente
en una elite terrateniente, conjugando sus actividades de comerciantes con la
de productores de azúcares, chancacas, aguardientes y la cría y engorde de
ganado. Entre las haciendas más prósperas que se conformaron a lo largo del
valle del río San Francisco, encontramos las de San Pedro, Río Negro,
Ledesma, San Lorenzo y Sora.
Como hemos visto, los mecanismos de acceso a la tierra fueron diversos.
Además de la mencionada Santa Bárbara, otras propiedades recibidas en
merced fueron las haciendas de San Pedro (otorgada a Francisco de Salcedo
en 1754) y las concedidas en 1779 a Alejandro Gainza (merced San Lorenzo) y
a Gregorio de Zegada (merced Sora). Una sola de las familias beneficiadas con
las primeras mercedes retuvo la propiedad, luego del colapso colonial: los
Zegada-Villar. Las otras haciendas fueron transferidas, por venta, en diversas
oportunidades. San Pedro fue adquirida, en 1790, por Martín Otero, participe
de la entrada al Chaco en 1781 y, posteriormente, Alcalde de Primer Voto de
Jujuy durante el cabildo realista de 1812.
Así, en el Valle del río San Francisco, se fue conformando un modelo de
hacienda, caracterizado por su gran extensión territorial y su diversificación
productiva, con un mecanismo de acceso a la propiedad estrechamente
relacionado con su carácter de frontera. La producción, que giraba en un primer
momento alrededor del eje ganadero, fue evolucionando lentamente, y al
compás del proceso bélico, hacia los cultivos experimentales de clima cálido,
343
Hacia mediados del siglo XIX, las haciendas azucareras, verdaderas empresas
familiares, se fueron convirtiendo en ingenios de creciente complejidad y
tamaño, con una producción que mejoraba su calidad y ganancias. La definitiva
y drástica modernización, en la década de 1870, obligó a varios propietarios a
buscar socios y formas más acordes de organización empresarial, para
adecuarse al modelo capitalista que se consolidaba en ese lapso. Pero sólo
San Pedro y Ledesma pudieron transitar exitosamente ese camino. Las otras
haciendas no llegaron a participar de la modernización.
En un estudio reciente, 16 se investigaron las múltiples causas que impidieron a
San Lorenzo sumarse a la modernización, pese a ser una de las haciendas
más promisorias hacia la década de 1850. Durante la primera mitad del siglo
XIX, las familias terratenientes habían conformado una amplia red de
actividades económicas, administrativas, políticas, militares y sociales que les
permitieron fundar un linaje y transmitirlo gracias a la conservación del
patrimonio. Los Villar-Zegada, dueños por más de una centuria de San
Lorenzo, no siguieron la vía exitosa de otras empresas familiares del valle del
río San Francisco. Al descuidar las tradicionales estrategias de conexiones
parentales, sociales y políticas, no pudieron acomodarse a los poderosos
factores disruptivos constituidos por la consolidación del Estado-nación, la
reorientación de los circuitos económicos y la irrupción de formas más
complejas del capitalismo.
deficientes caminos comarcales hasta Perico, que era la estación más próxima
para acceder al Ferrocarril Central Norte.
El problema de la comunicación y de sus medios era vital para el desarrollo de
la agroindustria. Los hermanos Leach, propietarios de “La Esperanza”, vieron
con claridad el asunto y pensaron en la vía fluvial del Bermejo, a pesar de que
varias experiencias previas habían fracasado. En 1899, realizaron una
expedición desde el Lavayén hasta la ciudad de Corrientes, a fin de estudiar la
posibilidad de comunicación con el Litoral y el río de La Plata, epicentro del
mercado consumidor. Pero esta vía quedó transitoriamente descartada por las
dificultades que presentaba la navegación durante buena parte del año, así
como por la imposibilidad de transportar grandes volúmenes de mercancía. Las
apuestas se volcaron, entonces, hacia la extensión del ferrocarril y, para
concretarlo, los ingenios donaron tierras, maderas, dinero a cuenta de futuros
fletes y proporcionaron mano de obra. En 1905, el “Ramal” llegaba a Ledesma.
El contacto quedaba establecido, los costos y las distancias con el mercado
consumidor se achicaban.
La puesta a punto de la capacidad productiva dependía de la tecnificación y
ésta a su vez de la disponibilidad de capitales. En sus inicios, especialmente en
el período tardío de la hacienda y primeros años de los ingenios, el esfuerzo
económico fue afrontado por sus propietarios (salteños y jujeños), que luego
sumaron el aporte de capitales extranjeros, formando sociedades anónimas
radicadas en Buenos Aires y el exterior.
La primera en modernizarse fue la hacienda de Ledesma, a cargo de la
sociedad “Ovejero y Zerda”, quienes en 1876 habían contratado a Roger Leach
para instalar las maquinarias adquiridas en Gran Bretaña. Éstas fueron
introducidas por el puerto de Buenos Aires, trasladadas en ferrocarril hasta
Tucumán y desde allí en carretas hasta su destino final. La incorporación de
nuevos socios y capitales fue gradual: en 1901 se sumó a la sociedad Felix
Uzandivaras y, siete años después se formó la “Compañía Azucarera
Ledesma”. En 1911 se incorporaron nuevos accionistas, entre ellos los
franceses Henri Wollman y Charles Delcasse, quienes terminaron adquiriendo
la totalidad de las acciones de la empresa, denominada “Nueva Compañía
Azucarera Ledesma”, convertida en 1914 en Ledesma Sugar Estates and
Refining Company Limited.
En el ingenio La Esperanza, fundado sobre la hacienda de San Pedro, la
modernización comenzó con la familia salteña Aráoz, que era su propietaria
desde 1844. Fue Miguel Francisco Aráoz quien encargó maquinaria inglesa:
trapiches de hierro y centrífugas a vapor. Pronto se formó la sociedad: “Aráoz,
Ugarriza, Uriburu y Cia.” (1882), que incorporaba al técnico inglés Roger Leach,
responsable también de la instalación de las nuevas máquinas en San Pedro.
Leach arrendó luego el ingenio, manteniendo con sus socios la explotación
común de algunos campos y, finalmente, en 1888, formó la compañía “Aráoz
and Leach”, integrada por sus cinco hermanos y los descendientes del salteño.
El peso predominante de los ingleses se tradujo en la nueva firma “Leach
Hnos” (1893) que, en 1912, se constituyó, con sede en Londres, en Leach’s
Argentine Estates Limited.17
Hacia finales de siglo, en 1892, la asociación de Faustino Alvarado con los
alemanes Wilhelm y Julius Müller, permitió la formación de un tercer ingenio,
17
ATJ. Testimonio sucesorio de Francisco Leach. Legajo 8, Año 1935.
346
18
Tarja: tablita o libreta en que se anotaba el trabajo y la ración diaria.
347
19
La acción gremial, y la legislación obrera se detallan en los capítulos 4 y 6 de este volumen,
a los que remitimos
20
Rodríguez, Luis, La Argentina en 1908, Buenos Aires, 1908, p.222. Las fincas, base de las
plantaciones y la planta fabril, tenían, ya en 1901, las siguientes superficies: La Esperanza 25
leguas cuadradas, Ledesma 15 y La Mendieta 5.
21
AHJ, Registro de Catastro de la Provincia de Jujuy, Años 1872-1919.
348
del oriente jujeño. En el año 1909, la compañía inglesa Argentine Timber &
Estates Company, obtuvo del gobierno de la provincia una concesión para
explotar varias leguas de quebrachales en Santa Bárbara. Otra sociedad, la
Argentine Hardwooods& Land Company, compró, al año siguiente, las tierras y
el aserradero que, en 1908, había montado Pablo Denti, en Yuto, ampliando su
radio de acción. Ambos establecimientos poseían pequeños ferrocarriles para
el transporte de troncos dentro de sus propiedades, además de aserraderos.
Pero los altos costos de flete hacia los principales mercados de la región
pampeana, desalentaron a los inversionistas, quienes finalmente vendieron sus
propiedades en la década del „20.22 En cambio, los ingenios mantuvieron sus
aserraderos: los Leach en Calilegua y El Quemado; Ledesma anexo al ingenio.
La producción se destinaba, fundamentalmente, a la instalación de vías del
Decauville -tren de trasporte interno de cargas-, así como a la fabricación de
carretas y de todo tipo de mobiliario.
El petróleo fue el recurso natural que más expectativas generó. En 1864,
Martín de Moussy mencionó por primera vez los “afloramientos de betún” en la
provincia de Jujuy. Es el dato más antiguo sobre la existencia de petróleo en el
Norte argentino.23
Al año siguiente, Leonardo Villa, vecino de Jujuy, presentó una solicitud a la
Cámara de Diputados de la Nación, en la que pedía se le concediera la
propiedad de una fracción de tierra en la provincia para la elaboración de
Kerosene o “aceite de Chachapote”. Aunque la petición fue denegada, el tema
demandó un largo debate parlamentario y la cuestión del petróleo se instaló en
la mente de algunos pioneros de la provincia del norte.
En 1865, se formó la “Compañía de Kerosene Jujeño Sociedad Anónima”, con
una concesión por quince años para la explotación del betún en la laguna La
Brea, ubicada en el actual Departamento de Santa Bárbara. Sin embargo, los
diversos inconvenientes que se le plantearon a la empresa, -falta de personal
técnico especializado, escaso conocimiento sobre el tema y dificultades
financieras-, la obligaron, al cabo de un año, a desistir de sus propósitos. Pese
a este inicial fracaso, La Brea se constituyó en uno de los yacimientos más
importantes del Norte argentino durante las primeras décadas del siglo XX.
En 1875, Teodosio López, un empresario salteño, logró un permiso del
gobierno de Jujuy para explotar el petróleo de la laguna mencionada. Desde
1868 venía elaborando kerosene de excelente calidad y había organizado, en
Salta, una compañía por acciones llamada “Sociedad Anónima de kerosene”.
La explotación del yacimiento permitió obtener el combustible suficiente para
abastecer ambas ciudades de alumbrado público y del asfalto necesario para
sus calles. Sin embargo, las dificultades financieras provocaron la disolución de
la empresa en 1887.
En 1881, la empresa Teófilo Sánchez de Bustamante y Cía., constituida en
Buenos Aires para la explotación del petróleo en Jujuy, contrató al geólogo Luis
Brackenbusch para que realizara un estudio científico sobre el tema. El informe
destaca la calidad e importancia del yacimiento La Brea, aunque menciona la
existencia de graves inconvenientes provocados por los caminos intransitables.
Pese a la seriedad con que se emprendió la tarea, y al hecho de utilizar por
22
Zarrilli, Gustavo Adrián, “Historia y economía del bosque chaqueño: la mercantilización de los
recursos forestales 81890-1959)”, en Anuario IEHS, Nº 19, Tandil, UNCPB, 2004.
23
De Moussy, Martín, Description Géografique et Stadistique de la Confederation Argentine,
Paris, Libraire de Firmin Didot, 1860.
350
El boom demográfico
TOTAL PCIA 37.353 3.026 40.379 45.098 4.624 49.713 59.554 17.077 76.631
92.5% 7.5% 100% 90.7% 9.3% 100% 77.7% 22.3% 100%
25
Rutledge, Ian, Cambio agrario e integración. El desarrollo del capitalismo en Jujuy: 1550-
1960, Tucumán, ECIRA_CICSO, 1987.
353
18000
16000
14000
12000
1930 1937 1947 1952 1960
superficie has 13619 14929 14469 16218 15842
Libertador General San Martín. Entre 1970 y 1980 Libertador General San
Martín duplicó su población, activada por la instalación, en 1965, de la planta
elaboradora de papel del ingenio Ledesma.
Fuera de las áreas azucareras, algunas localidades protagonizaron picos de
crecimiento vinculados a otras actividades primarias. Es el caso del
departamento de Santa Bárbara, que a fines del siglo XIX era aún una zona
ganadera escasamente poblada, y que tuvo, durante la centuria siguiente, una
tendencia general a la expansión demográfica. Sin embargo, este crecimiento
se daba por saltos, seguidos de estancamiento y hasta de pérdida de
población. Altísimas tasas de crecimiento intercensal hasta 1947, caída de las
mismas entre 1960 y 1970, un nuevo pico entre 1970 y 1980 (asociado a la
concentración urbana en Santa Clara, fruto de la instalación de explotaciones
frutihortícolas y madereras), para volver a una tasa negativa en la década
siguiente y recomponerse manifiestamente entre 1991 y 2001. Estos vaivenes
demográficos dependieron de las inversiones productivas realizadas en el
departamento: las compañías que se instalaban o retiraban incidían en los
índices demográficos de una población tan pequeña. A pesar de todo, el
departamento llegó al año 2001 con 17.115 habitantes, ocupando el séptimo
lugar entre los más poblados de la provincia.
En cambio, Valle Grande, mantuvo una población estacionaria
predominantemente rural y campesina durante todo el siglo, con un crecimiento
nulo en la práctica, debido a algunos picos negativos en sus tasas (el más
notorio entre 1947 y 1960). Un ritmo más acentuado de crecimiento a partir de
1980 no fue suficiente para dejar de ser, junto con Rinconada, el departamento
menos poblado de Jujuy en el año 2001.
En Ledesma, el descenso demográfico vinculado al azúcar a partir de 1960 fue
mitigado por el crecimiento de pequeñas localidades con otro tipo de cultivos.
En el caso de Fraile Pintado y de Yuto, se experimentó con los cultivos frutales
y la horticultura además de la explotación maderera. El crecimiento de
Caimancito, en cambio, se debió a la explotación de petróleo y gas.
De hecho, las tres últimas décadas del siglo XX fueron conflictivas en lo relativo a
los ingenios, por la concentración de poder, en un caso, y la decadencia, en los
otros dos. En los años de dictadura, inaugurados en 1976, el poderío económico
se aunó al político en Ledesma, allí, tras el llamado “apagón”, fue acallada toda
organización gremial y social que pudiera contener manifestaciones críticas. En
cambio, para La Esperanza, el período significó su quiebra, provocando gran
desempleo. La crisis volvió a hacerse sentir desde 1990, especialmente en el
departamento de San Pedro. Los ingenios La Esperanza y Río Grande (La
Mendieta), no pudieron competir en el nuevo modelo, llevando al primero de ellos
a una nueva quiebra en el año 2000.
En 1994, el 58% del valor de la producción manufacturera de la provincia era
aportado por el azúcar, mientras que la caña continuaba siendo el cultivo
dominante, con unas 52 mil has. Sin embargo, la tendencia a absorber cada
vez menos trabajadores por parte de Ledesma, la debilidad de La Esperanza y
La Mendieta, evidencia la crisis del modelo azucarero e invita a estadistas e
intelectuales a un serio replanteo.
Asociada desde el siglo XIX al azúcar, la región acompañó los vaivenes de la
agroindustria. Hoy, tanto la región como la provincia, se debate en la búsqueda
de alternativas que la liberen del monocultivo y le permita reducir sus
extendidos y convulsivos bolsones de pobreza.
360
Introducción
Las imágenes dominantes sobre la Argentina (dentro y fuera del país) la
conciben como el país más “blanco y europeo” de América Latina, pero esos
rasgos se irían disolviendo – según esta concepción - a medida que nos
alejamos de Buenos Aires y la región pampeana. En un contexto de profundas
desigualdades regionales, las áreas “extra pampeanas” se presentan como el
ámbito de las diferencias y desvíos en relación al modelo “nacional” en lo
económico, lo social y sobre todo lo cultural, marco donde se despliegan
algunas de las tensiones identitarias entre provincianos y porteños. Las
visiones instituidas y dominantes en el país no desconocen solamente a las
realidades regionales sino al mundo popular en general, especialmente cuando
más alejado parece estar de los rasgos de una “argentinidad” donde todavía
resuenan los ecos de la antinomia sarmientina de “civilización y barbarie”.1
En este marco la provincia de Jujuy es considerada como una especie de
frontera socio-cultural de “la Argentina”, demasiado cerca del mundo mestizo e
indígena andino y chaqueño, donde la “civilización” habría llegado de un modo
incompleto. Dentro de la provincia de Jujuy parecen reiterarse este tipo de
tensiones en torno a los procesos identitarios y las formas de la cultura popular.
En este trabajo pondré bajo consideración, algunos de los procesos identitarios
que pueden identificarse en Jujuy, tratando de marcar el hecho de que su
forma y su importancia social es variable históricamente, así como el contenido
social y cultural a que remiten. Más adelante, consideraré la problemática
cultural desde la perspectiva de los procesos identitarios, y la necesidad de
revisar las nociones más comunes de “patrimonio” u otras formas de recorte
selectivo de las formas “auténticas” y “apropiadas” para ciertos conjuntos
sociales.
3
Para un análisis de la trilogía indio-criollo-inmigrante en la formación de diversidad argentina
cf. Lenton, Diana “Los dilemas de la ciudadanía y los indios argentinos: 1880-1950” En:
Publicar, 1999, vol. VII; cf. también Briones, Claudia La alteridad del “cuarto mundo”. Una
deconstrucción antropológica de la diferencia, Buenos Aires, Ediciones del Sol, 1998; y
Quijada, M. “De mitos nacionales...”, op.cit.
4
Según Ana María Lorandi estas regiones fueron las menos afectadas del Tucumán Colonial
por los movimientos temprano-coloniales, y las fragmentaciones, traslados y
desnaturalizaciones posteriores a las Guerras Calchaquíes del siglo XVII (Lorandi, Ana María
“El servicio personal como agente de desestructuración en el Tucumán Colonial”, Revista
Andina, Cusco, 1988, a. 6, vol.1). Sobre las migraciones altoperuanas del período colonial, cf.
Sánchez, Sandra, Fragmentos de un tiempo largo. Tilcara entre fines del siglo XVI y principios
del XIX, Tesis de Licenciatura en Historia, Universidad Nacional de Jujuy, San Salvador de
Jujuy, 1996; y Gil Montero, Raquel, Familia campesina andina. Entre la Colonia y el nuevo
Estado independiente en formación, Tesis de Doctorado, Universidad Nacional de Córdoba,
Córdoba, 1999.
5
El término “criollo” tiene una diversidad de significados en la Argentina. Un uso muy extendido
en la Argentina apunta a marcar que no se es descendiente de inmigrantes, como buena parte
de los pobladores rurales del país, ni “indio”, aunque se tenga algún antecedente indígena y
frecuentemente facciones morenas; implica nociones de mestizaje. Ana Teruel caracterizaba a
los “criollos” de las tierras bajas de fines del XIX y hasta 1920 aproximadamente como “el
grupo que más participa en el mercado de trabajo, así fuera ocasionalmente, también está
sometido a la coacción extraeconómica que consiste fundamentalmente en leyes de conchabo
y de vagancia (...)” Teruel, A., “Población y trabajo rural en Jujuy. Siglo XIX”, en: Teruel, A.
(comp.) Población y trabajo en el Noroeste argentino. Siglos XVIII y XIX, San Salvador de
Jujuy, UNIHR, Universidad Nacional de Jujuy, 1995, p.118. El término está emparentado con
gaucho, que apunta a señalar las actividades ganaderas y las habilidades ecuestres, en
principio de la población criolla. Según los contextos político-económicos, puede ser más o
362
menos importante la marcación de “no ser indio”, como en la distinción actual entre “criollos” e
“indios” en el Chaco salteño. En otros casos, como en las familias aristocráticas de Salta o la
pampa húmeda, la definición como criollo se plantea como referencia de alcurnia que enfatiza
el hecho de no ser inmigrante.
6
En 1869 los bolivianos eran el 98% de los extranjeros; en 1895 el 82%; en 1914 el 90% y un
porcentaje similar en 1947 (el Censo no permite distinguirlos dentro de los sudamericanos); en
1980 eran el 86% de los extranjeros, y en 1991 el 94%. Para 1970 solamente hay datos de
extranjeros sin distinción de origen.
7
Las áreas de destino principales de los inmigrantes entre 1914 y 1947 han sido el Ramal (dos
tercios de todos los extranjeros en el primer censo y casi la mitad en el segundo) y los Valles
Centrales (un quinto en el primero y más de un cuarto en e segundo) mientras que en 1960
ambas zonas casi se igualan en las preferencias, luego de lo cual comienza a crecer la
importancia proporcional de los Valles, que han llegado actualmente a alrededor del 60% de la
población total.
8
Norte es el término nativo que en Jujuy designa a la Puna y la Quebrada y condensa un
conjunto de significaciones ideológicamente densas sobre la población y el territorio, cf.
Karasik, Gabriela A. “Territorio, ancestralidad y estatutos de ciudadanía en la frontera norte de
Argentina”, en: Taller Internacional La experiencia de la movilidad y la construcción de “otras
geografías”, Instituto de Geografía, UBA, Buenos Aires, mayo 2005
363
“chaguancos”. Los Ava Guaraní, cuya presencia en la región del Gran Chaco
está documentada también desde tiempos muy antiguos, fueron integrados a la
economía de plantación desde el siglo XIX. La instalación de los Ava
representó un proceso más activo de desestructuración de las parcialidades y
localidades de origen, de modo que mientras en algunos lotes se concentraban
Ava de una misma localidad no era así en todos, al tiempo que por su inserción
permanente en el trabajo de campo estaban asociados residencialmente con
otros permanentes criollos.10 Las diferencias entre caseños y contratados se
acentuaban por la diferente relación laboral, pero también por la separación y el
carácter diferente del trabajo, y por la práctica y la prédica de capataces y jefes
que promovían la hostilidad entre los trabajadores, brindándoles justificaciones
en las categorizaciones étnicas.11
De un modo sintético, entonces, puede sostenerse que la etnicidad
contemporánea se articuló sobre la imposición de formas específicas de
opresión sobre ciertos segmentos de población, justificadas ideológica y
políticamente en términos de “ancestralidad” (en este caso de su condición
indígena) y sobre formas estructuración del trabajo y la vida cotidiana, que
articulaban las relaciones sociales en los lugares de trabajo como relaciones
étnicas.
Aunque el término “indio” fue gradualmente abandonado al avanzar el siglo XX,
el “Norte” continúa evocando a la población originaria como población
derrotada y subalterna. Desde la perspectiva de las clases subalternas de Jujuy
la imposición de trabajo bajo esta forma específica es una fuente potente de
sedimentación de la experiencia que liga coacción extraeconómica y el maltrato
físico como marca trágica de la etnicidad, en un proceso que es parte de la
memoria histórica viva en el Norte.
La eliminación de las formas de trabajo no libre - especialmente el fin de la
compulsión a trabajar en los ingenios o en las haciendas a través del “arriendo”
y la unificación de la forma salarial (pago en dinero, plazos de percepción,
contratos, etc.) – tuvo un impacto extraordinario en las tierras altas de Jujuy y
otras zonas cuya población era enganchada para las plantaciones. Estas
acciones deberían ser consideradas también como la “política indígena” del
peronismo (dentro de la cual solamente suele mencionarse el “episodio” del
Malón de la Paz y las expropiaciones de los latifundios de la Puna). Valga a
modo de ejemplo el testimonio de 1964 de un viejo Guaraní que trabajaba en el
ingenio San Martín del Tabacal:
Antes nos pagaban mensualmente. Perón hizo que nos pagaran cada 15 días. Cuando
llegó Perón tuvieron que dejar de usar el látigo y de insultarnos. Antes, todos los jefes
10
Cf. Gómez, Elizabeth L. y Kindgard, Federico M., “El desarrollo de las organizaciones
indígenas y la revitalización cultural guaraní en la provincia de Jujuy”, en: III Congreso
Argentino y Latinoamericano de Antropología Rural, Tilcara, marzo de 2004
11
Véase el texto de esta entrevista, que se refiere a San Martín del Tabacal hacia 1985 “[...]
donde había más pica era con los catamarqueños que les llamábamos catuchos, y los
cacheños, de Cachi [...] además los mismos mayordomos, que se llama así al encargado,
dividían, por ejemplo, hacían tres galpones para tal gente, tres galpones para otra gente, así
que estaban ... Entonces no sé, [...] más tratábamos con la gente que estábamos alrededor, y
era gente de acá, ¿ha visto?, de la Puna, de la Quebrada, que somos jujeños y ... los otros
eran catuchos, y eran muy malos [se ríe] ellos eran como queriéndose hacer los más
superiores a nosotros. Y ahí venía el problema de que te llamaban kolla y eso que te contaba
[¿Y para ellos kollas eran todos los de acá?] Claro, todos, todos, todo así con estos rasgos, así
negritos, así morochitos [se ríe], ya era kolla (Cristina).
365
llevaban un revólver en el cinturón; cuando Perón llegó, esto les fue prohibido. Antes,
acostumbraban a mirar cómo habíamos hecho el trabajo, y si no estaba bien, no le
pagaban a uno. Antes, acostumbraban a patearnos, a tirarnos de las orejas, a hacernos
trampa con la caña. Y si alguien era sorprendido comiendo caña porque estaba
12
hambriento, lo encerraban [...]”
Más allá de los nombres: elementos para una reflexión sobre los
procesos identitarios
Los nombres y términos étnicos son una de las objetivaciones de los procesos
de identificación, en la que intervienen factores muy diversos. 13 No son
unívocos porque hacen referencia, explícitamente o no, a relaciones sociales,
pasadas y presentes, que pueden incluir potencialmente tanto la carga de
opresión y desprecio, como la reivindicación de la propia cultura y la identidad
social. El examen del uso social de algunas de las categorías étnicas de mayor
cobertura en Jujuy muestra el carácter históricamente construido de la
etnicidad, aunque ésta puede estar presente, aun cuando no designe a un
grupo o categoría social específico. Por eso la apelación a lo kolla o lo guaraní
puede variar ampliamente, según los contextos de uso y los lugares de
enunciación, además de los momentos históricos.
12
Citado en Rutledge, I. Cambio agrario e integración. El desarrollo del capitalismo en Jujuy
(1550-1960), Tilcara, 1987, ECIRA/CICSO, p.216
13
Gran parte de los procesos de identificación pueden tener lugar sin que se constituya un
grupo social efectivo o sin que exista un nombre para designarlo; la asignación de un nombre
puede de hecho contribuir a la “invención” de un grupo. Cf. Karasik, G. “Introducción. Fronteras
de sentido en el noroeste: identidades, poder y sociedad”, en Karasik, G. (comp.) Cultura e
identidad en el noroeste argentino, Buenos Aires, 1994, Centro Editor de América Latina.
Como se ha señalado tantas veces en relación a la etnohistoria colonial, una parte de los
etnónimos provienen de la circulación de documentación y del modo en que registraban,
correctamente o no, tanto la delimitación de grupos y parcialidades étnicas como sus nombres;
a veces se registraban los que los propios grupos étnicos se daban a sí mismos mientras que
otras confundían el nombre de un cacique con el del grupo y lo generalizaban a una parcialidad
o grupo étnico mayor por ejemplo, que en algunos de esos casos terminaron asumiendo esa
denominación como propia.
366
14
Xavier Albó sintetiza este proceso: “[...] con el sistema colonial la gran multiplicidad de
señoríos y grupos étnicos precoloniales, respetada por la expansión Inka, quedó reducida
desde la perspectiva del conquistador a una masa social amorfa, identificada con una etiqueta
uniforme: “los naturales” o “la indiada”. [...] Al mismo tiempo el sistema colonial fijó mucho más
claramente la ubicación geográfica de cada grupo “indio”, reduciéndolo a un número limitado de
pueblos, fijando qué tierras pertenecían a cada grupo y rompiendo cada vez más el esquema
anterior de asentamientos múltiples. No obstante los flujos y escapes derivados de la marcha
periódica a la mit´a minera de Potosí, este sistema colonial facilitó la identificación grupal de los
que vivían en una determinada región. Como dice el etnohistoriador Thierry Saignes, la
identificación grupal ya no fue por filiación, sino por lugar de residencia”. Albó, Xavier
“Introducción” en su compilación Raíces de América. El mundo Aymara, Alianza, Madrid, 1988,
p.26.
15
Cf. E. Gómez y F. Kindgard “El desarrollo de las organizaciones...”, op.cit.
16
El análisis de expedientes judiciales de los años inmediatamente anteriores y posteriores a la
independencia muestra – como señala Gustavo Paz - “la existencia de tensión étnica entre los
blancos y las castas en el norte de Argentina. Eran comunes las expresiones racialmente
cargadas como “indio”, “indio puro”, “indio de mierda”, “cholo”, “cholo de mierda”, “cholo ladrón”
(y excepcionalmente “mulato”) entre blancos o mestizos para referirse a una persona de color,
especialmente de casta, que había quebrado la ley [...] Del otro lado del espectro social [...] en
Jujuy y Salta los soldados locales, mayoritariamente indios y mestizos, acostumbraban llamar
“blanquillos” a los españoles”. Paz menciona causas criminales de 1826 implicando el insulto
“colla”, Gustavo Paz Province, and Nation in Northern Argentina. Peasants, Elite and the State,
Jujuy 1780-1880, Disertación doctoral, Emory University, 1999 pp.211-212
367
Tras la instalación del imperio, una de sus cuatro partes fue cabalmente el
Qullasuyu, que se expandía en ángulo desde el Cusco hacia el sudeste,
llegando a cubrir todo lo que ahora es el área “kolla” o andina de Bolivia y el
norte de Argentina y Chile.18
En la segunda mitad del siglo XIX y en la primera década del XX, la expresión
“colla” o “coya” se aplica frecuentemente a los bolivianos,20 como gentilicio y
A fines del siglo el “color indio” aparece también como una referencia estandarizada con fines
de identificación policial: “febr 2/878 – Juzgado del Crimen - Rafael Camargo natural de esta
provincia, preso por el delito de sedición en Santa Catalina, a disposición del Juzgado del
Crimen, edad 20 años, regular alto, color indio, lampiño, pelo negro lacio, ojos pardos, nariz
regular, voca chica, señal particular visco del ojo derecho”, en el libro de Movimiento de la
Cárcel 1873-1880, Libro 1, Provincia de Jujuy
17
Censo Nacional de 1869 – edición facsimilar p.p. 569 Historia demográfica argentina 1869-
1914 Versión digital de los tres primeros censos nacionales INDEC, Buenos Aires, 2000
18
Cf. Albó, X. “Introducción”, op.cit., p. 26; y Murra, J. “El Aymara libre de ayer”, en Albó, X.
(comp.) Raíces de América. El mundo Aymara, Alianza, Madrid, 1988, p.51
19
Carrillo, Joaquín, Descripción brevísima de Jujuy Provincia de la República Argentina.
Trabajo encomendado por la Comisión Auxiliar para la Exposición de París (1888), San
Salvador de Jujuy, 1988, Universidad Nacional de Jujuy, edición facsimilar.
20
Un romance de 1860 registrado en a década de 1930 por Carrizo en el Cancionero Popular
de Salta habla de “los collas de Bolivia” (Carrizo, J.A. Cancionero popular de Salta (1933)
Selección, introducción y notas por Bruno Jacovella Buenos Aires, 1987, Relme, pp. 79-81;
Ambrosetti en 1917 se refiere a “los coyas junqueños que bajan con remedios para la venta...”.
368
En realidad los indios viven agrupados por tribus o por afinidades raciales en
viviendas de paja o madera que varían en cada establecimiento. En algunos, las
viviendas, aunque humildes, por comparación son tolerables. Tal sucede con las
viviendas para coyas que hemos visto en el ingenio Ledesma. Estas viviendas
son destinadas al alojamiento de los trabajadores y sus familiares. A la hora de
la comida se ve una larga fila de pequeños grupos graciosos de mujeres coyas
llevando el alimento para los hombres, que comen en un intervalo de sus faenas.
[...] Los coyas procedentes de la Quebrada de Humahuaca o de Tilcara han sido
27
Comenzaron a cobrar fuerza asociaciones de rasgos en torno al carácter “usurpador” por un
lado y “aprovechador” por el otro. La calificación de usurpadores se corresponde en particular
con el período 1850-1880 en torno a algunos sectores de población boliviana con recursos
como para competir con las clases dominantes de Salta o Jujuy (“La peor gente que
tenemos/son los collas de Bolivia/pues son la mayor polilla/que invaden nuestros
terrenos/[...]/Son doctores y escribanos/siendo estos los más villanos/que invaden nuestros
terrenos (Cancionero de Salta, J.A. Carrizo).); por la misma época Alvarez Prado a cargo del
proceso enfitéutico en la Quebrada y luego de la Ley de Ventas decía que “Los bolivianos
avecindados se interesan en terrenos ... Y eso no es justo y debemos evitarlo”. Citado en
Madrazo, G. “El proceso enfitéutico y las tierras de indios en la Quebrada de Humahuaca, pcia.
de Jujuy, República Argentina. Período Nacional”, Andes, I, 1990, p.107. La noción del carácter
“aprovechado” de los bolivianos o de su responsabilidad en la limitación de recursos
disponibles para el conjunto representa la forma característica de la cooptación ideológica de
las clases populares. Una vecina de Villa Gorriti escribió en 1947 al Presidente Perón: “Motiva
la presente poner en su conocimiento que lamentamos y deploramos en el suelo jujeño, el
auge que va tomando en la provincia la prepotencia y el desagradecimiento de la gente
boliviana. [...]”, Carta caratulada “Pide intervención de Su Excelencia contra la influencia
perniciosa de la población boliviana residente en Jujuy” en la Mesa general de Entradas del
Ministerio del Interior, 1947. Agradezco a Adriana Kindgard que me haya facilitado una copia
de esta carta.
28
Cf. para esta problemática Karasik, G. “Tras la genealogía del diablo. Discusiones sobre la
nación y el estado en la frontera argentino-boliviana”, en: Alejandro Grimson (comp.),
Fronteras, Naciones e Identidades. La periferia como centro, Buenos Aires, 2000,
Ciccus/LaCrujía; Karasik, G. y Benencia, R. "Apuntes sobre la migración fronteriza:
Trabajadores bolivianos en Jujuy”, en: Estudios Migratorios Latinoamericanos, Buenos Aires,
2000, n.40-41; y Karasik, G. Etnicidad, cultura y clases sociales. Procesos de formación
histórica de la conciencia colectiva en Jujuy, 1970-2003”, Tesis de Doctorado, Universidad
Nacional de Tucumán, Tucumán, 2005, cap. 6
371
“indio” pueden convertirse en los insultos más potentes que se pueden emitir o
recibir hoy en Jujuy.
32
Ver el capítulo sobre trabajo, desempleo y nueva conflictividad social
33
En 1985 se sancionó la ley nacional 23.302 de creación del INAI, que se reglamentó en
1989; Argentina adoptó el Convenio 169 de la OIT en 1992, que fue ratificado en el 2000 y
entró en vigencia el 3 de julio de 2001. En 1995 se aprobó la constitución del Fondo para el
373
Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe (ONU), que había sido
establecido en 1992 por los jefes de estado de la región con la cooperación del Banco
Interamericano de Desarrollo (BID) y otros organismos internacionales. Entre 1984 y 1993 se
promulgaron leyes que tienen como destinatarios a los indígenas, en las provincias de
Formosa, Salta, Chaco, Misiones, Río Negro, Chubut y Santa Fe. Luego de la reforma de la
Constitución nueve de las provincias incorporaron en sus constituciones los derechos de los
pueblos indígenas, entre ellas Jujuy, Chubut y Río Negro. Carrasco, Morita “Una perspectiva
sobre pueblos indígenas en la Argentina” en: Informe Anual del CELS 2001, Buenos Aires,
CELS, 2002
34
Argentina, INDEC, Censo Nacional de Población, Hogares y Vivienda 2001, cuadro 14.1.
www.indec.mecon.gov.ar. Otras provincias tienen un mayor número de HI (hogares con
integrantes indígenas) pero su peso proporcional es menor. Luego de Jujuy, se encuentra
Chubut (9,7% de HI), Neuquén (8,6%), Río Negro (7,9%), Salta (6,4%), Formosa (5,4%), Santa
Cuz (4,9%), La Pampa (3,8%) y Chaco (3,6%).
374
otras formas culturales ni de los procesos sociales. Los procesos que definen a
una cultura como popular o subalterna no pueden separarse de aquellos que
hacen subalternos a los conjuntos sociales.
La consideración de las formas de vida de los Ava Guaraní, que trabajaban en
los lotes de los ingenios como inferiores y salvajes, acompañó otras formas de
maltrato social en el trabajo, la vida cotidiana y las más diversas situaciones de
relación con otros sectores como la escuela, el hospital o con los comerciantes.
Como muestran los trabajos de Gómez y Kindgard varios rasgos culturales
fueron abandonados, como la vestimenta, mientras que otros se convirtieron en
comportamientos privados, como el uso de la lengua guaraní, la medicina
tradicional, la tradición oral. Así, la celebración del Arete Guazú o Pin-Pin se
volvió casi la única práctica abiertamente visible, asumiendo un valor
emblemático para la reproducción étnica. Por eso, cuando se recuperó la
figura de los mburuvichas (autoridades étnicas) en el marco de los procesos de
re-emergencia étnica de fines del siglo XX, las elecciones recayeron en
quienes habían estado comprometidos con la reivindicación y valorización de la
cultura guaraní, siendo criterios fundamentales haber “sacado” el Arete Guazú
y manejar la lengua guaraní.35
Del mismo modo, tanto en el trabajo en los ingenios y los campamentos
mineros, pero también en las haciendas de las tierras altas, los capataces y
administradores daban formas de trato laboral y social diferentes a las que
brindaban a los criollos, basados en consideraciones de inferioridad étnica de
quienes consideraban como kollas. Los sectores dominantes expandieron
rasgos del modelo de relaciones con componentes serviles de la hacienda a los
diferentes ámbitos sociales, a veces desde los mismos pueblos de las tierras
altas. A pesar del aumento de las migraciones, desde mediados de siglo, la
Puna y la Quebrada continuaron siendo zonas caracterizadas por formas de
vida campesinas, aunque la producción doméstica, tanto agrícola como
ganadera, fue desestructurándose como principal medio de vida, mientras en
los núcleos urbanos se iban desarrollando nuevas formas de actividad
económica y la articulación de la región priorizaba las funciones de
reproducción de fuerza de trabajo.
La desvalorización social de las poblaciones oriundas del Norte y la
consideración de la inferioridad de sus formas de vida ha representado un
factor de significación en la reproducción de las formas culturales andinas y
populares, en un doble movimiento, hacia su desaparición y repliegue en el
ámbito familiar y local. Muchas de las prácticas que actualmente son valoradas,
positivamente, como parte del patrimonio cultural han sido estigmatizadas
durante gran parte del siglo XX, como el coqueo, el canto en coplas o el
Carnaval, que han sido consideradas como prácticas “bárbaras”. Debe
considerarse que, más allá de las razones argumentadas, lo que ha primado ha
sido el ejercicio de formas de poder social que apuntaban a limitar la expresión
y la autonomía de los sectores populares.
Por estas razones, en el contexto de democratización posterior a la caída de la
dictadura militar de 1976-1983, parte de sus propuestas culturales fueron las de
revalorización de la cultura popular. En esta nueva situación, surgieron también
iniciativas generadas desde experiencias de base local. La salida a espacios
públicos de formas culturales características de origen kolla fue resignificada,
35
Cf. Gómez, Elizabeth L. y Kindgard, Federico M., “El desarrollo de las organizaciones...”,
op.cit.
375
39
Pardal, Ramón “Informe de una jira...”, op.cit. p. 55
40
En el período hubo mucha actividad de los nuevos sindicatos obreros, reclamos muy
importantes de los arrenderos de la Puna, huelgas en los ingenios, cf. Fleitas 2000
41
El concepto de “campo cultural” refiere a la tendencia a “la concentración de los procesos
culturales en un campo institucional que adquiere progresivamente 'hegemonía sectorial': esto
es, autonomía, una división interna del trabajo cada vez más compleja y profesionalizada, y
377
una capacidad creciente de determinar su propia oferta con relativa independencia, incluso, de
los “consumidores de cultura". Cf. Brunner, J.; Catalan, C.; y Barrios, A. 1989 “Chile:
transformaciones culturales y conflictos de la modernidad (1973-1988)”, en Fernando Calderón
y Mario Dos Santos (coords.), Innovación cultural y actores socio-culturales, Buenos Aires,
1989, CLACSO, pp. 37-38). El concepto permite, operativizar el examen de lo que de un modo
más amplio podría denominarse “aparatos ideológicos” del Estado y la sociedad.
42
Los grupos debieron justificar con reconstrucciones de historia oral su condición aborigen,
donde debieron reafirmar que su origen no era boliviano para obtener la personería jurídica
como comunidad aborigen. Agradezco a Liz Gómez esta observación.
378
Primeros antecedentes
El cuidado de los enfermos ha sido un tema presente en la historia de las
sociedades. En América, la idea del hospital dentro de una comunidad
organizada estaba ya presente en las Leyes de Indias, en las que el Emperador
Carlos V ordenaba: “Encargamos y mandamos [...] se funden hospitales donde
sean curados los pobres enfermos y se ejercite la caridad cristiana”.1 No se
trataba de la institución que hoy conocemos, sino de un lugar donde se recogía
de la calle a los indigentes minusválidos, por un tiempo limitado.
En Jujuy, en 1640, el capitán Alonso de Tovar, fundador de la ermita de San
Roque, dejó expresado en su testamento que la misma debía convertirse en
Hospital, deseo que no se concretó. Doña Eufrasia de Fresnedo, al momento
de morir en 1641, dejó sus bienes a su marido con orden de construir un
Hospital. A pesar de realizarse un edificio con tal motivo, éste pasó a posesión
de los jesuitas que le dieron un uso diferente al dispuesto originalmente.2
Desde entonces, la atención de los enfermos pobres y de los desprotegidos
quedó a merced de la caridad practicada por particulares y las órdenes
religiosas. Los cuidados consistían en una mezcla de visitas médicas, albergue,
alimentos, pócimas y oraciones.
Luego del desastre de Huaqui en 1811, la población San Salvador de Jujuy
decidió acomodar camas en residencias y al aire libre y donar tiempo y
cuidados a los heridos del ejército patriota en retirada.3 Pero fue recién en 1851
cuando se fundó una institución que funcionó en forma continuada: el hospital
San Roque
Durante el año 1892, luego de una epidemia de cólera que movilizó a los
vecinos en las medidas de control, surgió la iniciativa de que el gobierno de
1
Se trata de la Ley Primera, Libro I, Título IV.
2
Jiménez, J., “El Hospital de Jujuy, su fundación por Escolástico Zegada”, Revista Su palabra...
Doctor, San Salvador, Colegio Médico de Jujuy, diciembre 1981, Año 2, N 6.
3
Vergara, M., Historia de la institución hospitalaria de Jujuy, [1949] San Salvador, reimpresión
Ediunju, 1991.
381
4
Fleitas, M., Atención pública de la salud en Jujuy (1930-1940), Tesis de Maestría, Rosario,
Instituto Lazarte-Centro de Estudios Interdisciplinarios, 2003, p. 62.
5
ALJ, Sobre ejercicio de la medicina, farmacias, parteras y dentistas, Ley 209, 14 de
noviembre de 1912.
6
AHJ, Gobernador Quintana F., Discurso a la Legislatura, San Salvador, Imprenta del Estado,
1933.
382
hasta los puntos más apartados de la provincia, en donde jamás se dejó sentir
los beneficios de la ciencia”. 7
Conscientes de no contar con una estructura acorde para responder a la
atención de los problemas a su cargo, los gobernadores conservadores, y
luego los radicales, interesaron a la Nación para colocar una Estación Sanitaria
Nacional en territorio provincial. La misma se instaló en 1923, encargándose de
las endemias: paludismo, peste, tracoma y enfermedades venéreas. Hasta la
década de 1940 sus acciones consistieron en controlar y dominar los focos
epidémicos, que cada tanto se presentaban, y sostener consultorios sobre esas
patologías.
Ya existía desde 1921 la Asistencia Pública en San Salvador. Estaba
destinada, modesto arancel mediante, a los pobres y a los indigentes; estos
últimos debían exhibir acreditación de su condición de pobre de solemnidad
para acceder a la atención gratuita. Un Médico de Pobres atendía en los
domicilios, pero hubo quejas continuas de los vecinos respecto de este
servicio. 8
El hospital San Roque prestaba asistencia a niños y embarazadas, en
consultorios y en salas de internación donde, en forma indistinta, se atendían
niños y adultos con problemas clínicos, quirúrgicos e infecciosos; poseía,
además, un servicio de parteras a domicilio. En 1928 dispuso la instalación de
la Maternidad Modelo y de la Casa Cuna, y en 1931 inauguró el pabellón
Centenario, exclusivo para niños.
No cabían dudas que la alimentación del niño pequeño era un tema
fundamental, que debía ser asegurado por la atención pública. Se vio en la
provisión de leche de vaca una posibilidad de superación de las dificultades en
el amamantamiento, muchas veces provocada por el trabajo de las madres, no
obstante su fácil contaminación y alteración, y la influencia negativa sobre el
hábito de la lactancia materna. Para amortiguarlos, se agregó a la entrega de
leche, la evaluación periódica del desarrollo del infante. En julio de 1926, el
gobierno de Jujuy creó el Dispensario de Lactantes. Este servicio se reforzó
luego de 1930 con el reparto gratuito del alimento a los niños pobres, obra que
se mantuvo toda la década.9 También se reorganizó el servicio de parteras;
hacia 1930, el hospital San Roque contaba con cinco profesionales, pero recién
siete años después, en consonancia con una reestructuración de los recursos
existentes, se instituyó un curso de Enfermería y Partos, dentro de la
programación de la reciente Escuela de Obstetricia.
En 1927, la provincia administraba -no sin dificultades- el hospital San Roque
en la Capital, el de El Carmen, el de Humahuaca y el de San Pedro; además,
existían los que estaban funcionando en los ingenios y minas. En el hospital de
Humahuaca las cosas no marchaban bien. Era un secreto a voces las penurias
por las que atravesaba la institución, en forma casi permanente, porque carecía
7
Ibid.
8
En 1920, durante la intendencia de Mateo Córdoba, se estableció el Médico de Pobres pero,
por incumplimiento de su función, debió renunciar dos años después. En 1923, el intendente
Manuel Tanco nombró nuevo médico. Cf. Infante, F., El libro de los intendentes, San Salvador
de Jujuy, Municipalidad de Jujuy, 1972. En 1928 pasó a depender del Consejo de Higiene.
(ALJ, Creando el puesto de Médico para Pobres, Ley 844, 22 de agosto de 1928).
9
La Vanguardia, San Salvador, 18de agosto de 1930, “Llamado a licitación para la compra de
pasteurizar leche y envases” (todos los periódicos citados se encuentran en la Hemeroteca de
la Biblioteca Popular de Jujuy); AHJ, Leche para el Dispensario de Lactantes, San Salvador, 2
de febrero de 1931, Expte 239.
383
10
El Día, San Salvador, 26 de enero de 1932, “Salud en La Quiaca”.
11
Crónica, San Salvador, 7 junio de 1934, “En La Quiaca. Asistencia social”.
12
ALJ, Proyecto de investigación del Hospital de El Carmen, Ley 1.300, 28 de julio de 1937; El
Día, San Salvador, 11 de agosto de 1937, “Informe de la Comisión del Hospital de El Carmen”.
13
Sierra e Iglesias P., Un tiempo que se fue, San Salvador, Ediunju, 1998, pp. 187-192.
384
14
AHJ, Gobernador Quintana F., Discurso a la Legislatura, San Salvador, Imprenta del
Estado, 1933, pp. 20-21.
15
AHJ, Pérez Alisedo A., Mensaje a la Legislatura, San Salvador, 1934, Imprenta del Estado.
16
AHJ, Dr. Pérez Alisedo, Discurso –programa, Butazzoni, Jujuy, 1934, p.15.
17
“[...] se ha dispuesto que los vacunadores recorran los distritos cumpliendo su misión de
domicilio en domicilio.” AHJ, Gobernador Buitrago Campos P., Mensaje a la Legislatura, San
Salvador, Imprenta del Estado, 1939.
18
AHJ, Buitrago Campos P., Mensaje a la Legislatura, San Salvador, Imprenta del Estado,
Jujuy, 1938.
385
Durante las primeras décadas del siglo XX, la provincia se caracterizó por tener
las más altas tasas de natalidad y de mortalidad infantil y materna, del país y
de la región del Noroeste. La distribución de las mismas variaron según las
zonas de la provincia; las tasas más elevadas se situaron en El Ramal y en los
departamentos de la Puna. Además, desde el punto de vista económico, Jujuy
figuraba entre las de menor capacidad económica por habitante del país. 22
Según algunos autores de la época, “las enfermedades comunes infecciosas
habían adquirido en esta región una virulencia poco corriente” 23 provocando
gran mortandad entre niños y jóvenes. También la proporción de niños nacidos
muertos era una de las más altas del país. Las causas más frecuentes de
fallecimientos en menores de un año, se debían a infecciones
broncopulmonares y gastrointestinales, mientras que las infecciones por tos
convulsa, paludismo, sarampión, gripe, meningitis acompañaban a las dos
afecciones principales. En 1936, la mortalidad de menores de un año
representó el 27,8% del total de las defunciones; a los 15 años ya habían
muerto el 49% de los nacidos vivos. Por otra parte, los inconvenientes de
acceso a los servicios médicos se evidenciaban en las muertes de mujeres en
parto o en puerperio,24 y en los niños fallecidos sin diagnóstico. Todos estos
problemas se resolvían con políticas de seguridad social, medioambientales y
de atención médica.
19
Crónica, San Salvador, 10 de marzo de 1934, “Desprestigio”. Se relata la experiencia de un
tal Manuel Acosta que acompañó a su esposa al hospital para dar a luz, la operaron al
momento del parto, y no se permitió nunca al esposo verla ni entregarle los alimentos que le
llevaba, hasta que 10 días después, el Dr. Alvarado le permitió acceder a la sala donde le
informaron que el cadáver de su mujer estaba en la morgue. Otras denuncias en los diarios El
Dia y El radical
20
Así se llamaba a la gente internada que se costeaba la comida, con asistencia y
medicamentos gratis.
21
Boletín del Departamento Nacional de Higiene, Buenos Aires, 1938, nº 10, Año 2.
22
Roffman, A., Romero L, Sistema socieconómico y estructura regional argentina, Amorrortu,
Buenos Aires, 1973, p.175.
23
La importancia de las infecciones respiratorias en la época han sido estudiadas por Alvarado,
C., Zauchinger A., “Las neumonías, epidemiología y estadística. Su importancia como problema
sanitario”, Boletín del Departamento Nacional de Higiene, Buenos Aires, 1937, nº 10, Año 1.
24
Se llama puerperio a los procesos que suceden en las mujeres en días posteriores al parto.
386
25
Crónica, San Salvador, 4 de agosto de 1938, 11º sesión de Diputados: “Proyecto de
protección a la maternidad a la infancia y los huérfanos”.
26
AHJ, Servicios sanitarios instalados bajo responsabilidad del Consejo de Higiene de Jujuy,
San Salvador, 27 de noviembre de 1942, Expte 583, C.
27
Crónica, San Salvador, 28-3-1938, “Colonias de Vacaciones de los niños del Ingenio Río
Grande”.
28
Jujuy encabezaba las estadísticas del país en lo referente a muertos por tuberculosis desde
antes de 1920. Véanse Zuchinger A., Anales del DNH, Buenos Aires, 1920, Vol. XXVI, n 1, p.
37; Araoz Alfaro G., Zauchinger A.: “Consideraciones demográficas sobre la tuberculosis en la
R. Argentina”, Anales del DNH, Buenos Aires, 1926, Vol. XXXII, n 2.
387
29
ALJ, Declarando obligatoria la vacunación antidiftérico en la provincia, Ley 1.503de 1940 y
Gota de nitrato de plata en conjuntivas de recién nacidos obligatoria, Ley 1.535de 1942.
30
ALJ, Creando la Dirección Provincial de Sanidad, Ley 1.561 de 1942.
31
Kohn Loncarica A. y Ramacciotti, K., “Aproximaciones a las relaciones ideológicas del primer
ministro de Salud de la Argentina (1929-1946)”, Horizontes, Sao Paulo, Bragança Paulista,
enero-diciembre 2003, pp. 69-81.
388
32
Citado por Alzugaray, R.: Ramón Carrillo o la Salud Pública, Todo es Historia, n 117,
febrero 1977, Buenos Aires, pp. 7-18.
33
Fueron las siguientes leyes provinciales: Salario Familiar, Ley 1.665 de 1946; Instituyendo
del Sueldo Anual Complementario, Ley 1.698 de 1946; Seguro de vida colectivo para la
administración pública provincial, Ley 1708 de 1946; Carnet Sanitario obligatorio, Ley 1.719 de
1946; Carnet Sanitario desde los 14 años, Ley 1730 de 1947.
34
ALJ, Estableciendo el servicio médico hospitalario en establecimientos y empresas
particulares, Ley 1.655 de 1946. Durante 1947 abundaron en la Dirección de Sanidad los
informes de las inspecciones realizadas.
389
35
Fleitas, M.: Uso y consumo de alcohol en Rosario, Rosario, investigación inédita, 1995.
36
Fueron las leyes 1.730 y 1.663 respectivamente, dictadas por la Legislatura de Jujuy a
finales de 1946.
37
Para conocer los enfoques y características de estas campañas, véase Kohn Loncarica A.,
Agüero, A.y Sánchez, N., “Nacionalismo e internacionalismo en las ciencias de la salud: el caso
de la lucha antimalárica en la Argentina”, Revista ASCLEPIO, Madrid, Consejo Superior de
Investigaciones Científicas (CSIC), 1997, Vol. XLIX, fasc.2, p.p. 147-163.
390
38
ALJ, Villafañe, J., Mensaje del Sr. Gobernador a la Legislatura, 1955.
39
Treinta años atrás, la misma proporción de habitantes residía en la campaña. Los censos de
1980 y 1991 revelarían mayores proporciones de urbanización. (INDEC: Síntesis Nº 1, Jujuy,
Buenos Aires, 2000)
391
Siguiendo ocho pautas básicas sobre la que se construiría una cobertura total y
efectiva de toda la población de la provincia, el Dr. Carlos Alvarado presentó un
plan que pretendía terminar con las dificultades de atención en las áreas
rurales:“Había que hacer un relevamiento de la gente que vivía en cada casa y
de la cantidad de niños que habían muerto el último año. Había que hablar con
cada una de las madres que había perdido un hijo pequeño contando desde la
fecha hasta un año para atrás. Esos datos había que registrarlos en una
planilla”. 41 Estas tareas de reconocimiento geográfico del área asignada
permitían que se consignase la totalidad de las casas de los distritos sanitarios
y todos los pobladores. Este elemento era un pilar fundamental de la empresa,
según relataba Tanoni:
Lo que queremos saber –nos dice Alvarado– es cuántos son, dónde viven, cómo
viven y cuánto han sufrido el último año [...] No puede ser que tengamos dos
situaciones que nos avergüenzan en Jujuy: primero tener el record nacional de
niños muertos y segundo tener el record nacional de enfermedad y muerte por
tuberculosis. Vamos a buscar a todos los sintomáticos respiratorios sospechosos
de padecer tuberculosis casa por casa [...] Nosotros nos miramos. Eramos
médicos formados en la Academia Argentina donde la tuberculosis se
diagnosticaba con rayos X, donde el país había dispuesto la internación de los
tuberculosos en hospitales especiales. Alvarado captó que empezábamos a
afligirnos [...]: ustedes van a tener ayudantes. Nosotros pensamos en
enfermeras, en asistentes sociales, pero no: Los ayudantes van a ser paisanos
de las mismas aldeas y pueblos y ustedes los van a tener que entrenar. [...] El
criterio de selección de "los ayudantes" era buscar al paisano o a la paisana que,
supiera leer y escribir [...], traten de identificar que sea una persona muy
respetada por los otros paisanos y vecinos, en lo posible que sea joven, porque
físicamente es un trabajo duro (había rondas sanitarias donde el agente de
Tilcara tenía que recorrer a pie o en bicicleta más de 200 kilómetros en dos o
tres meses) y si es posible traten de identificar aquellas personas que son
solidarias, es decir esas personas que [...] ayudan a otras personas.42
40
Alvarado, C., Tanoni, E., “El Plan de Salud Rural de la provincia de Jujuy”, en: Sonis, A.
(Comp.), Medicina y Administración de Salud, Barcelona, El Ateneo, 1982, tII, pp. 385-397.
41
Alvarado C., “Atención de la salud en áreas rurales. Pautas para una cobertura sanitaria de
las poblaciones rurales”, en: Sonis, A. (Comp.), Medicina y Administración de Salud, Barcelona,
El Ateneo, 1982, TII, pp. 371-384.
42
El relato de la experiencia del Plan Rural pertenece a declaraciones del Dr. Enrique Tanoni,
Jefe del Primer Distrito piloto Tilcara-Tumbaya, transcriptas en Jankilevich, A., El cuidado de la
infancia en la Argentina, Buenos Aires, Ed. El Autor, Colección Hospital y Comunidad, Cap. “El
Plan de Salud Rural de Alvarado”, 2003, pp.12-14.
392
43
Ibid.
44
Ibid.
45
Ibid.
393
Yo recuerdo que a los diez días de haber empezado volví al Ministerio porque
me faltaban las varillas de platino para los extendidos de esputo y los
formularios. El doctor Alvarado me mira y me dice: vea doctorcito, si usted tiene
que hacer una mesa y no tiene herramientas, usted no puede llorar, tiene que
ver como hacer las herramientas; sino, usted no es carpintero y me despachó de
vuelta a la Quebrada de Humahuaca; hice una reunión con todos mis ayudantes
y decidimos salir a buscar donaciones de papel de envolver y lo rayamos a mano
con birome, centenares de formularios uno por uno. Como no teníamos varillas
de platino uno de los paisanos descubrió que el junco de los ríos, la Totora,
permitía hacer unos palillos para suplirlas en el extendido del esputo.
Descubrimos también cómo congelando las pencas y los cardones, las vacunas
duraban el doble que con los cubitos de hielo y así podíamos alejarnos 12 o 14
horas de la base para vacunar chicos. [...] Por supuesto nos parecía que
chocábamos contra una especie de pared que era la pobreza y las condiciones
sociales. Alvarado nos decía entonces: no podemos quedarnos de brazos
cruzados esperando a que los economistas y los políticos resuelvan primero los
problemas [...] Y dijo una frase que a mí me quedó grabada para siempre:
Conozco muchos países pobres, más pobres que la Argentina, que se les muere
la mitad de los niños que se nos mueren a nosotros. Con eso nos dejó mudos. 48
46
Ibid.
47
Alvarado, C., Tanoni E., El plan de..., op.cit., p. 391.
48
Jankilevich, A., El cuidado… Cap. “El Plan de Salud Rural de Alvarado”, op. cit.
394
La cobertura se eleva al 99% del total de casas [...] Las acciones preventivas de
inmunización cubren el 96% de la población de 0 a 14 años [...] La movilización
de recursos existentes, la capacitación del personal y la creación de una
infraestructura sumamente eficiente permitieron que la puesta en marcha y el
desarrollo del Plan de Salud se materialice con las condiciones presupuestarias
del Ministerio de Salud.51
49
Pregón, San Salvador, 6 de octubre de 1966, “Un plan de salud es preparado en Jujuy”.
50
Pregón, San Salvador, 14 de noviembre de 1966, “Sobre el Plan de Salud Pública formuló
declaraciones Alvarado”.
51
Pregón, San Salvador, 21de octubre de 1967, “La marcha del Plan de Salud”.
395
52
Alvarado, C., Tanoni, E., El Plan de... op. cit.., p. 386.
53
Estas observaciones fueron apuntadas por el Dr. Alvarado en la evaluación que realizó a diez
años de implantado el Plan.
54
Ortiz D’Arterio J., Caillou, M., “Características de la mortalidad 1910-1992”, en: Bolsi, A
(Coord.), Problemas poblacionales del Noroeste argentino, San Miguel de Tucumán,
Universidad Nacional de Tucumán - Junta de Andalucía, 1997, p. 64.
55
Secretaría de Salud y Acción Social de Jujuy, “Situación de Salud 2002”, Página Web del
Gobierno de Jujuy, 2005.
56 Pucci, R., “El crecimiento de la población: un análisis departamental (1.895-1991)”, en: Bolsi,
A. (Coord.), Problemas poblacionales del … op. cit., p. 56
396
Conclusiones
57
Nicolini, A.y Silva M., Desarrollo urbano y arquitectónico de Jujuy (1561-1961), Universidad
Nacional de Tucumán, s/f.
58
Stumpo, G., “Un modelo de crecimiento para pocos. El proceso de desarrollo de Jujuy entre
1960 y 1985”, en Isla, Alejandro (comp.), Sociedad y articulación en las tierras altas jujeñas.
Crisis terminal de un modelo de desarrollo, Buenos Aires, ECIRA, 1992, pp.73-76.
59
Para realizar estas conclusiones me han sido de gran ayuda los estudios de Belmartino, S.,
Bloch, C., “Evolución histórica del sector salud en la Argentina”, Cuadernos Médico Sociales,
Rosario, Centro de Estudios Sanitarios Sociales, abril 1995, N 70, pp. 5-19, y de la misma
autora, el libro La atención de la salud argentina durante el siglo XX, Buenos Aires, Siglo XXI,
2005.
397
61
Secretaría de Salud y Acción Social de Jujuy, Documento Público, “La situación sanitaria de
la Provincia de Jujuy”, Consejo de Médicos de Jujuy, 1997.
400
Introducción
En la actualidad, la desocupación y las luchas callejeras forman parte de la vida
cotidiana de Jujuy. Si nos remontamos en el tiempo podemos encontrar el
origen de las actuales manifestaciones de protesta y de las organizaciones hoy
actuantes, en las luchas que se produjeron durante la década del ’90 en contra
de la política económica del gobierno de Carlos Menem. Sin embargo,
analizando con mayor detenimiento y profundidad estos hechos, veremos que
no son sino la culminación de un proceso histórico más profundo y cuyo inicio
podemos situar algo arbitrariamente en la década del ’60.
Hasta mediados de los años ’50, la economía Argentina se había caracterizado
por un desarrollo del capitalismo predominantemente en extensión,1 es decir,
un desarrollo caracterizado por el desplazamiento de actividades artesanales y
la difusión del trabajo asalariado a las diversas ramas de la economía, pero con
una base técnica poco desarrollada. Consecuentemente, se produjo un
proceso de atracción de población a la esfera de las relaciones salariales, que
se manifiesta en el crecimiento acelerado de los centros urbano-industriales.
En la provincia de Jujuy, este proceso se vivió a través del desarrollo de la
industria azucarera, desde fines del siglo XIX; la minería, y en particular desde
la década del ’30 con el desarrollo de las grandes explotaciones mineras de El
Aguilar y Mina Pirquitas; y la producción siderúrgica a partir de la década del
’40.
Desde mediados de la década del ’50 se pasa a una etapa de desarrollo del
capitalismo predominantemente en profundidad,2 esto significa que el
desarrollo se da por la inversión en maquinaria, dentro de las ramas ya
desarrolladas, lo que provoca la expulsión de trabajadores, el cierre de
establecimientos y la concentración de la producción de las distintas ramas en
menos establecimientos, con una mayor inversión de capital y una mayor
capacidad productiva, el crecimiento de la desocupación y la pauperización de
una parte importante de la población.
Estos procesos implicaron la acción del Estado ejerciendo una coerción física
directa para imponer las nuevas condiciones a la clase trabajadora. Esta
coerción incluyó la proscripción del partido peronista, que concentraba a la
mayor parte de los trabajadores y articulaba la acción de los sindicatos; la
persecución a dirigentes políticos y sindicales y, en determinados momentos, la
coacción directa para obligar a los trabajadores a aceptar las nuevas
condiciones que se imponían en las relaciones de trabajo.3
Esta etapa se caracterizó por una marcada concentración económica y el
aumento del predominio de capitales extranjeros, centrados en la producción
1 Iñigo Carrera, Nicolás y Podestá, Jorge, Las nuevas condiciones en la disposición de fuerzas
objetiva. La situación del proletariado, en Buenos Aires, PIMSA, 1997.
2 Ibid.
3 Iñigo Carrera, Nicolás, “La violencia como potencia económica”. Serie Estudios 61, CICSO
Buenos Aires, 1988.
401
6 Kindgard, Federico; Gómez, Elizabeth; Agüero, O.; Calvó, E.; Méndez, R. y Surita, J.,
“Estudio del Mercado de Trabajo en la Puna de Jujuy”. Publicación electrónica. OIT.
CINTERFOR, 2001.
7 Iñigo Carrera, N.; Podestá, J. y Cotarelo, M.C.; 1999, op.cit.
8 Balvé, Beba y Balvé, Beatriz; "El '69. Huelga política de masas". Contrapunto. Buenos Aires,
1989.
403
9 Gómez, Elizabeth, “La huelga de los ’93. Octubre-diciembre de 1966” Ponencia presentada
en las VII Jornadas de Investigación en Humanidades y Ciencias Sociales. Facultad de
Humanidades y Cs. Sociales. UNJu., 2002.
10 Iñigo Carrera, Nicolás Y Podestá, Jorge, "Análisis de una relación de fuerzas sociales
objetiva: caracterización de los grupos sociales fundamentales en la Argentina actual".
Cuaderno de CICSO, Serie Estudios, nº 46, 1985
11 Ver, Balvé, B. y Balvé B. op.cit.
404
división en el interior del movimiento obrero, entre los sectores que impulsaban
la colaboración con el régimen, los sectores que mantenían las luchas en el
plano económico, aunque sin colaborar con el régimen, y los sectores que
impulsaban el desarrollo de luchas políticas, reclamando el retorno a la
democracia y la vuelta del general Perón del exilio.
Durante el año 1969, los sectores que impulsaban el desarrollo de una lucha
política, que se autoidentificaban como sectores combativos y clasistas,
lograron pasar a la ofensiva, aglutinando alrededor de ellos no sólo a la clase
obrera, sino a diversos sectores de la población que canalizaron allí su
descontento con la situación vigente. Este proceso de conformación de una
fuerza social, que se propuso la disputa del poder en la Argentina, se desarrolló
a través de las luchas conocidas como los dos Rosariazos y el Cordobazo.
En mayo de 1968, la CGT se dividió entre la CGT Azopardo, orientada por
Vandor, con una postura de oposición moderada al gobierno, y la CGT de los
Argentinos, liderada por Ongaro, que inicia una política de oposición frontal al
régimen. Esta división se suma a las anteriores, entre sindicatos peronistas y
los sindicatos que brindaban su apoyo al régimen por un lado
(“participacionistas”) y los sindicatos de izquierda por otro, como Luz y Fuerza
seccional Córdoba, liderado por Agustín Tosco (clasistas).
El año 1969 se inicia con una serie de luchas por parte de los estudiantes
universitarios, reclamando el ingreso directo (sin examen de ingreso) y otras
reivindicaciones como apertura de comedores universitarios, boleto estudiantil,
etc. También con una creciente actividad huelguística se reclaman aumentos
salariales, cada vez más urgentes, debido a la inflación persistente. En mayo
de 1969, estas luchas confluyeron en Rosario primero y Córdoba después,
sumando a una gran cantidad de sectores que también repudiaban al régimen
vigente. En los dos casos se produjeron rebeliones populares con lucha
callejera, logrando sobrepasar a las fuerzas represivas. Un nuevo
levantamiento popular se da en Rosario, durante septiembre de ese año, en
este caso originado en la lucha de los obreros ferroviarios. Estos
enfrentamientos tuvieron una amplia repercusión, ya que dieron lugar a la
conformación de una alianza de clase liderada por la clase obrera, que inicia la
lucha contra el régimen vigente con un programa algo difuso, pero que
apuntaba a la realización de una revolución socialista, también al fin de la
proscripción del peronismo, el retorno de Perón y la retirada de los militares del
gobierno. Estas dos posturas no eran necesariamente contradictorias, ya que
se veía en el retorno del peronismo al poder la posibilidad de desarrollar una
experiencia de “socialismo nacional”. Por otra parte, dieron lugar a una serie de
rebeliones, que se produjeron en los años subsiguientes en todo el país,
combinando en todos los casos la articulación de reivindicaciones salariales
con el reclamo de la retirada del gobierno, el fin de la proscripción al peronismo
y el retorno de Perón. En Jujuy, en este marco, se produjo el “Jujeñazo”
durante el año 1971.
En 1973, el peronismo se impuso en las elecciones y asumió el poder luego de
18 años de proscripción. En mayo de 1973, el gobierno convocó al Pacto
Social, acuerdo firmado por el gobierno, las cámaras industriales y los gremios
obreros, que apuntaba a contener la inflación. Sin embargo, diversos sectores
obreros cuestionaron el congelamiento de salarios contemplado por el pacto, a
la vez que como resultado del período anterior había una intensa puja al interior
del movimiento obrero, entre la llamada burocracia sindical (que había sido
405
14 Ver Cieza, Daniel; Wallace, Santiago; Symielle, Marta y Driollet, Monica, "Conflictos
laborales en la zona sur del Gran Buenos Aires. Nuevas actitudes y formas de organización."
Buenos Aires. CELSO; Cuadernos de Formación Sindical, s.f.
15 Cotarelo, María Celia, El motín de Santiago del Estero, Argentina, diciembre de 1993, en
PIMSA, Buenos Aires, 1999.
407
22 Un análisis más desarrollado de este conflicto puede verse en Gómez, Elizabeth; 2002: “La
huelga de los 93. Octubre-diciembre de 1966” Este trabajo nos sirvió como base para todo el
desarrollo subsiguiente sobre el tema.
410
23 FOTIA (Federación Obrera Tucumana de la Industria del Azúcar) UCIT (Unión Cañeros
Independientes de Tucumán); FAR (Federación Azucarera Regional).
411
24 Sobre este hecho se puede consultar “El Jujeñazo-1971” de Ariel Ogando, aparecido en la
revista Wayruro, Jujuy.
414
que se extendió por unos 7 días, los maestros iniciaron paros que se
extendieron a toda la provincia y AJEOP paralizó durante más de un mes
diversos sectores de la administración pública. Finalmente, el 18 de junio
Aranguren renunció y fue sucedido por el ingeniero peronista Manuel Pérez. El
nombramiento de Pérez representaba un intento del gobierno de Lanusse por
llegar a un entendimiento con los representantes del proscrito y mayoritario
partido peronista. El jujeñazo se enmarcó, claramente, en el conjunto de luchas
lideradas por el movimiento obrero, que a nivel nacional bregaban por el fin de
la proscripción y la retirada de los militares del gobierno.
25 Sobre este hecho se puede consultar “El Aguilarazo, rebelión en la Puna jujeña” de Ricardo
Neme Scheij, aparecido en la revista Wayruro, Jujuy.
415
out, ante lo cual los obreros se hicieron cargo de la producción de la planta bajo
dirección del personal técnico de la Dirección Provincial de Minería.
Es importante destacar que el ministro de trabajo provincial era Avelino Bazán,
originariamente obrero de la mina y hasta su nombramiento, Secretario General
del sindicato minero AOMA, a nivel provincial, de destacada participación en el
sindicalismo combativo desde 1968.
Otra importante experiencia sindical, durante la década del ’70, fue el desarrollo
de un sindicalismo clasista en el ingenio Ledesma. Este cambio tuvo como
referentes a Jorge Weiss, Melitón Vazquez, Condorí, y Aredes, que iniciando
su actividad política como médico del sindicato llegó a ser intendente de
Libertador General San Martín.
Si bien el desarrollo de esta experiencia no estuvo marcado por episodios de
lucha comparables al Aguilarazo, se trató de una experiencia persistente y
sistemática que logró el cumplimiento de una variedad de objetivos. Entre ellos
cabe consignar el desplazamiento de la dirección tradicional del sindicato, que
habitualmente tenía una actitud de colaboración y sumisión a las imposiciones
de la empresa y el desarrollo de una experiencia de autonomía e
independencia de clase en el manejo del sindicato. Un mejoramiento sustancial
en los servicios de atención médica de los obreros, como en sus condiciones
de vida, fundamentalmente de los temporarios que se alojaban en los lotes;
mejoras en el nivel de los salarios y en el control del cumplimiento de los
contratos y la ley por parte de la empresa, fueron sus logros. Expresión del
desarrollo de esta experiencia fue el acceso de Luis Aredes a la intendencia de
Libertador General San Martín como candidato de la Unión Cívica Radical.26
26 Nelli, Ricardo, La injusticia cojuda : testimonios de los trabajadores del azúcar del Ingenio
Ledesma, Buenos Aires, 1988.
27 Dos trabajos recientes dan cuenta del proceso de la aplicación de las políticas de terrorismo
de Estado en la provincia de Jujuy durante la dictadura del ’76-’83: Fidalgo, Andrés; Jujuy,
1966/1983. Violaciones a Derechos Humanos cometidas en el territorio de la provincia o contra
personas a ella vinculadas, Buenos Aires, La Rosa Blindada, 2001 y Castro, Reynaldo, Con
vida los llevaron, La Rosa Blindada, Buenos Aires, 2004.
416
logísticamente por la empresa que proveyó los vehículos con los que se hizo el
operativo, así como los lugares donde se produjo la primera detención. Los
detenidos fueron torturados y finalmente trasladados a penales y centros
clandestinos de detención en San Salvador de Jujuy. De ellos 30 permanecen
desaparecidos. Obviamente, este episodio estuvo relacionado con la decisión
de desarticular al sindicalismo clasista que se había desarrollado en la
empresa.
En Jujuy, los principales centros clandestinos de detención fueron el de
Guerrero, y la central de Policía de la provincia de Jujuy. En ellos fueron
torturados y muertos la mayoría de los 200 detenidos-desaparecidos de la
provincia de Jujuy. La dictadura marcó el inicio de un período de hegemonía
del capital financiero, que se extiende hasta hoy, y el fin del período de luchas
populares abierto en 1969. Es en este momento que las tendencias que
empiezan a hacerse presentes desde mediados de la década del ’50 se hacen
predominantes en la economía argentina.
Caída la dictadura, el movimiento obrero se encuentra ante una situación
totalmente diferente. Por primera vez, desde 1945, dirigía el país un gobierno
no peronista surgido de elecciones, el nivel de los salarios había tenido la más
fuerte caída desde la llegada del peronismo al poder en el ’45, las experiencias
de lucha habían sido desarticuladas y derrotadas por la dictadura militar a
través del terrorismo de estado; las altas tasas de inflación licuaban los
aumentos y mejoras parciales que se lograran mediante luchas puntuales y la
precaria situación de muchas empresas, el quiebre y cierre de las mismas,
imponían frenos a los reclamos obreros ante la amenaza de la pérdida de la
fuente de trabajo.
En Jujuy, un conflicto emblemático de este período fue el de los obreros de
Mina Pirquitas, conflicto que presenta todas las características señaladas como
tendencias generales del período.28 En enero de 1986, asumió una nueva
conducción sindical de la recientemente formada seccional Jujuy de AOMA
(Asociación Obrera Minera Argentina), cuyo dirigente era Vidal Aguirre, un
obrero de Pirquitas. Subida la nueva conducción gremial, comenzó a ver qué
cursos de acción podían tomar ante la frecuencia del atraso en los pagos por
parte de la empresa y las irregularidades que ésta cometía (entre otras cosas
no pagaba los aportes jubilatorios).
En marzo de 1986, los mineros de Pirquitas realizaron una marcha hasta San
Salvador de Jujuy exigiendo, principalmente, que se regularizaran los pagos y
se les reconociera un plus por zona desfavorable. Se consiguió el
reconocimiento del plus, lo que aumentó significativamente el ingreso salarial,
pero luego del primer mes la empresa entró en cesación de pagos. De esa
forma se desencadenó el conflicto.
Los mineros continuaron trabajando para evitar el cierre de la empresa. En
julio, ante versiones periodísticas que anunciaban el cierre, los mineros
decidieron tomar la mina en defensa de la fuente de trabajo; la toma duró dos
días y luego volvieron al estado anterior. Las medidas mencionadas fueron
tomadas por decisión de las bases obreras y fueron desaprobadas por AOMA,
que privilegió como única medida de acción el proceso judicial, que junto a los
demás acreedores llevaban adelante los trabajadores de Pirquitas. En agosto,
Esta es una tendencia ya observable desde los ’60, que obedece al carácter
que asume el desarrollo en profundidad del capitalismo, llevando a la expulsión
de fracciones sociales de los territorios que tradicionalmente ocupaban, así
como la particular forma de resolución que asume: absorción por parte del
aparato del estado de una parte importante de la población expulsada.
dejaban sin efecto el alcance de estas medidas sobre sus propias dietas,
afectando el congelamiento salarial solamente a la planta de empleados y
obreros del Estado. En 1987, los empleados estatales confluyen con sus
reclamos de recomposición salarial atrás de la bandera de la “ley de enganche”
o “leyes de enganche”. Los trabajadores judiciales reclaman una ley de
enganche que les asegure aumentos automáticos de los sueldos cada vez que
los jueces aumentan sus sueldos, los trabajadores del Poder Legislativo
reclaman lo mismo en relación a la dieta de los legisladores y los trabajadores
municipales, nucleados en el S.E.O.M., reclaman una ley de enganche con el
jefe comunal o con el Ministro de Gobierno y todos reclaman igual
remuneración por igual tarea. U.P.C.N. (Unión del Personal Civil de la Nación)
presenta un proyecto de ley de enganche a la legislatura jujeña, el día 16 de
junio de 1987, proyecto que luego es tomado por el conjunto de gremios
estatales como marco para discutir una ley de enganche general de los sueldos
de los empleados y obreros de las distintas áreas del Estado en la provincia.
Estas medidas son llevadas en forma independiente por los distintos gremios,
que a la vez reclaman frente a distintos interlocutores, pero van confluyendo
con sus reclamos frente al ministro de economía provincial y dan lugar a la
situación en que posteriormente se conformará el Frente.
Luego de una serie de conflictos dispersos, e intentos de conciliación por parte
del gobierno, el 29 de julio se realiza una concentración de más de un millar de
empleados públicos, a raíz de la convocatoria de U.P.C.N. y su dirigente,
Nicolás Toro, anunció que la lucha seguiría hasta sus últimas consecuencias.
En los días subsiguientes, los distintos gremios estatales van adoptando
diversas medidas de fuerza, como resultado, el día 3 de agosto los gremios
estatales en paro son: U.P.C.N., A.T.S.A., O.S., A.T.E., S.O.E.M.E. y S.E.O.M.
El día 4 de agosto, se produjo el “Basurazo”, los obreros del S.E.O.M.,
manifestaron frente a la sede del municipio, luego frente a la casa de gobierno
y finalmente marcharon por las calles céntricas de la ciudad hasta reunirse en
la plaza Belgrano, con las enfermeras de ATSA y los médicos representados
en APUAP. Durante la marcha, recogieron la basura y la desparramaron por las
calles y veredas con lo cual el día 4 la ciudad estaba cubierta de basura,
también en los hospitales el paro del personal se manifestó con un notorio
deterioro de la higiene. Esta medida llevó a una polarización de la sociedad y a
una agudización de los conflictos, poniendo en el centro de las disputas
políticas la acción de los obreros y empleados estatales, y entre estos
empezaba a destacar la figura del dirigente del SEOM, Carlos Santillán, El
Perro.
Esta confluencia de reclamos puntuales, llevó en los meses subsiguientes a la
constitución del Frente de Gremios Estatales, con el que se buscaba coordinar
las medidas de los diversos gremios del sector estatal. Estos gremios
empezaron a protagonizar importantes episodios de lucha que, a la vez,
lograban canalizar el descontento de amplios sectores de la población con las
políticas de los gobiernos provinciales, debilitados por la dependencia
financiera respecto al gobierno nacional y la política de contención del gasto
público implementada desde el estado nacional. Estas luchas llegaron a un
punto culminante con el derrocamiento del gobernador De Aparici en octubre
de 1990.
Hacia octubre de 1990, el gobierno provincial adeudaba diversas sumas a los
trabajadores de la Administración Pública. Como respuesta intentó implementar
421
30 Ver Gómez, Elizabeth y Kindgard, Federico, “Los Cortes de Ruta en la Escala de Luchas de
los Obreros Jujeños" ponencia presentada en las VI Jornadas Regionales de Investigación en
Humanidades y Ciencias Sociales, organizadas por la FHyCS-UNJu, 2000 y Gómez, E. y
Kindgard, F., Los cortes de ruta en la provincia de Jujuy. Mayo-junio de 1997, en PIMSA,
Buenos Aires, 1998.
424
ABREVIATURAS UTILIZADAS
ABNB: Archivo y Biblioteca Nacional de Bolivia
AFTSB. Archivo de la Fundación Teófilo Sánchez de Bustamante
AGI. Archivo General de Indias
AGN: Archivo General de la Nación. Argentina.
AHJ: Archivo Histórico de la Provincia de Jujuy
AHS: Archivo Histórico de la Provincia de Salta
ATJ: Archivo del Superior Tribunal de Justicia de Jujuy
AZ. Archivo Zabala
HBPJ. Hemeroteca de la Biblioteca Popular de Jujuy
ROJ. Registro Oficial de Jujuy
436
Orientación bibliográfica
La producción historiográfica sobre la provincia y, en general, sobre el
Noroeste, se ha incrementado notoriamente en las dos últimas décadas. Sin
embargo, no siempre el público lector tiene conocimiento y acceso a las
publicaciones resultantes de las investigaciones realizadas y en curso. Así,
este apartado tiene por propósito remitir tanto a libros clásicos, como a nuevos
estudios sobre diferentes períodos y aspectos de la historia de Jujuy y de las
áreas más estrechamente vinculadas con la provincia.
Reseñamos, primordialmente, las obras dedicadas específicamente a Jujuy, no
sólo aquellas emprendidas por historiadores, sino también por arqueólogos,
economistas, sociólogos, antropólogos y demógrafos. Aún cuando el criterio de
selección tomó en cuenta la posibilidad de fácil acceso a las mismas, no
quisimos omitir estudios importantes publicados, en algunos casos, fuera del
país o bien en circuitos de menor difusión; como así también mencionar
algunas tesis de grado y de posgrado que, si bien aún inéditas, pueden ser
consultadas en las bibliotecas de las respectivas instituciones donde fueron
defendidas.
El lector encontrará también en esta orientación estudios básicos que, desde
una óptica nacional, abordan diferentes aspectos vinculados con cuestiones
específicas de la provincia, o bien son indispensables para la comprensión de
las problemáticas tratadas. Por último advertimos que, a fin de evitar la
reiteración de títulos, la organización de la bibliografía no responde
exactamente a la de los capítulos de este libro.
De consulta general
Academia Nacional de la Historia, Nueva Historia de la Nación Argentina,
Buenos Aires, Planeta, 1999-2001, 10 tomos.
Bazán, Armando Raúl, Historia del Noroeste Argentino, Buenos Aires, Plus
Ultra, 1986.
Bidondo, Emilio A., Historia de Jujuy, Buenos Aires, Plus Ultra, 1980.
Bidondo, Jorge A., Notas para la historia de los gobernadores de Jujuy, Jujuy,
Dirección Provincial de Cultura, 1971.
Conti, V., Kindgard, A. y Ulloa, M., Jujuy en la Historia: cien años en imágenes,
UNIHR- Universidad Nacional de Jujuy, 1998.
437
Gaite, Julio, Jujuy en imágenes del pasado, Jujuy, Talleres Gráficos Gutenberg,
1967.
Borda, Manuel Lizondo, Breve Historia de Tucumán, del siglo XVI al siglo XIX,
Gobierno de Tucumán, San Miguel de Tucumán, 1965.
Conti, Viviana, “De las montañas de Santander a los Andes del Sur:
Migraciones, comercio y elites”, Andes nº 8, Salta, CEPIHA, UNsa, 1997.
Palomeque, Silvia, “La circulación mercantil en las provincias del interior, 1800-
1810, Anuario, Tandil, IEHS Nº 4, 1989.
Tesis inéditas
Sánchez Brandam, Sandra, “Se hace camino al andar". Tupac Amaru en Jujuy:
una reinterpretación, Tesis para optar al grado de Magíster en Historia con
mención en Etnohistoria, Universidad Nacional de Chile, Facultad de Filosofía y
Humanidades, Chile, 2002.
Paz, Gustavo L., “El gobierno de los „conspicuos‟: familia y poder en Jujuy,
1853-1875”, en Hilda Sabato y Alberto Lettieri (comps.), La vida política en la
Argentina del siglo XIX. Armas, votos y voces, Buenos Aires, FCE, 2003.
Vergara, Miguel Angel, Jujuy bajo el signo federal, Jujuy, Imprenta del Estado,
1938.
Tesis:
Paz, Gustavo L., Province and Nation. Peasants, Elite, and the State in
Northern Argentina, Jujuy 1780-1880, UMI, 1999. (Tesis Doctoral, Emory
University)
Conti, Viviana, "Una Periferia del Espacio Mercantil Andino: el Norte Argentino en
el Siglo XIX", en Avances en Investigación, Antropología e Historia Nº 1, Salta,
Universidad Nacional de Salta, 1989.
Teruel, Ana, "Población y trabajo rural en Jujuy. Siglo XIX", en Teruel, Ana
(comp.), Población y trabajo en el Noroeste Argentino (siglos XVIII y XIX),
Unidad de Investigación en Historia Regional, Universidad Nacional de Jujuy,
1995.
444
Tesis:
Republicano: siglo XX
Castro, Reynaldo, Con vida los llevaron, Buenos Aires, La Rosa Blindada,
2004.
Romero, Luis Alberto, La crisis argentina. Una mirada al siglo XX, Buenos
Aires, Siglo XXI, 2003.
Tesis:
Alvarado, C., “Atención de la salud en áreas rurales. Pautas para una cobertura
sanitaria de las poblaciones rurales”, en Sonis, A. (Comp.), Medicina y
Administración de Salud, Barcelona, El Ateneo, 1982, t. II.
446
Alvarado, C., Tanoni, E., “El Plan de Salud Rural de la provincia de Jujuy”, en
Sonis, A. (Comp.), Medicina y Administración de Salud, Barcelona, El Ateneo,
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459