La Agresividad Humana y La Pulsión de Muerte en La Teoría Social de Sigmund Freud. - Critica - CL
La Agresividad Humana y La Pulsión de Muerte en La Teoría Social de Sigmund Freud. - Critica - CL
La Agresividad Humana y La Pulsión de Muerte en La Teoría Social de Sigmund Freud. - Critica - CL
cl
E N E L M U N D O D E L A PA L A B R A , L A S I D E A S Y L O S I D E A L E S
R E V I S TA L AT I N O A M E R I C A N A D E E N S AY O F U N D A D A E N S A N T I A G O D E C H I L E E N 1 9 9 7 | A Ñ O X X I I I
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Abstract: In his book Civilization and its Discontents (1930) Freud says
human aggression is the most important obstacle in the development of
culture. What is the aggressiveness?, What are its manifestations ?, Is
naturally aggressive and cruel the Man?, How eludes culture danger of
aggression and destruction? This article can be considered an introduction to
these problems and their derivatives in Freud’s social theory.
La agresividad humana
El problema de la agresividad como elemento social había sido presentado en
El porvenir de una ilusión (1927). En esa ocasión Freud sostuvo que la
agresividad humana constituía una reacción en forma de rechazo a
condiciones específicas del principio de la realidad dominante
(específicamente, la sociedad del capitalismo industrial, cima de la
enajenación; con la imposición coercitiva del trabajo y represión pulsional).
En su obra de 1930, El malestar en la cultura Freud señala que la tendencia
agresiva no representa necesariamente una respuesta a la coerción. (1)
Generando un giro en su teoría, Freud afirma que la agresividad es una
disposición pulsional, una tendencia intrínseca de la naturaleza humana, (2)
a la par de la sexualidad, y como tal exige satisfacción.
La pulsión de Muerte
En las últimas páginas del El malestar en la cultura se da un giro en la teoría
de Freud, se pasa de una doctrina pulsional monista (8) a una dual. Esto
sucede cuando interfiere «la existencia de un pulsión agresiva particular e
independiente». Desde 1920 Freud señalo que “[desde] ciertas
especulaciones sobre el origen de la vida y sobre determinados paralelismos
biológicos, deduje que, además del instinto que tiende a conservar la
sustancia viva y a condensarla en unidades cada vez mayores, debía existir
otro, antagónico de aquel, que tendiese a disolver estas unidades y a
retornarlas al estado más primitivo, inorgánico. De modo que además del
Eros habría un pulsión de Muerte; (9) los fenómenos vitales podrían ser
explicados por la interacción y el antagonismo entre ambos.”(10)
No hay que desconocer que todo esto había sido expuesto “en medio del
rápido crecimiento del fascismo europeo”. (23) Bastaron solo tres años para
que las sombrías predicciones de esta obra resulten plenamente -
históricamente- justificadas con el advenimiento del régimen nazi. En 1933
Adolf Hitler era elegido canciller de Alemania.
Citas
(1) La tendencia agresiva tampoco es consecuencia de la propiedad privada
de los bienes como sostienen los planteamientos e hipótesis psicológicas del
comunismo. Véase: Freud, S. El malestar en la cultura y otros ensayos.
Alianza Editorial, Madrid, 1992., p. 54.
(2) Freud, S. El malestar en la cultura…, op. cit., p. 55.
(3) Idem.
(4) Ibidem., p. 56. Hemos averiguado que son dos cosas las que mantienen
cohesionada a una comunidad: la compulsión de la violencia y las ligazones de
sentimiento —técnicamente se las llama identificaciones— entre sus
miembros. Véase las ideas de sobre la Identificación y el instinto gregario en
Freud, S. Psicología de las masas. Alianza Editorial, Madrid, 2007., p. 42.
(5) Freud, S. El malestar en la cultura…, op. cit., p. 55.
(6) Ibidem., p. 54.
(7) En la familia primitiva solo el jefe gozaba de semejante libertad de los
instintos, mientras que los demás vivían oprimidos como esclavos. Véase:
Freud, S. Tótem y tabú y otras obras (Obras completas Vol. XIII). Amorrortu
Editores. Buenos Aires, 1992.; también en Psicología de las masas (epígrafe La
masa y la Horda primitiva).
(8) La doctrina de las pulsiones constaba inicialmente de dos elementos: los
instintos del yo (que tienden a conservar al individuo) y los instintos libidinales
dirigidos a los objetos (su función primordial, reside en la conservación de la
especie) en la dinámica o el juego de estos elementos pulsionales surge la
neurosis , que “viene a ser la solución de una lucha entre los intereses de
autoconservación y las exigencias de la libido, una lucha en la que el yo, si
bien triunfante, había pagado el precio de graves sufrimientos y renuncias”. En
el desarrollo de la teoría de los instintos, pronto interviene la introducción del
concepto del narcisismo, es decir el reconocimiento de que también el yo está
impregnado de libido; “[…] esta libido narcisista se orienta hacia los objetos,
convirtiéndose así en libido objetal; pero puede volver a transformarse en
libido narcisista.” Como los instintos del yo resultaban ser libidinales, parecía
que la teoría de los instintos se inclinaba por un monismo, es decir, parecía ser
que todos los instintos eran de la misma especie. Freud, S. El malestar en la
cultura…, op. cit., p. 59.
(9) Fundada “sobre la base de consideraciones teóricas apoyadas por la
biología”, la pulsión o instinto de muerte, es aquella silenciosa exigencia
encargada de reconducir al ser vivo orgánico a su estado anterior –estado
inerte, inorgánico-. Freud exhibió por primera vez esta hipótesis en su obra
Más allá del principio de placer (1920), ahí la relacionó con la compulsión a la
repetición de eventos traumáticos. Esta compulsión se presentaba en los
sueños de soldados afectados por neurosis de guerra. Freud logro identificar
en el juego infantil una situación similar, en la cual, el recuerdo penoso era
revivido una y otra vez hasta construir posteriormente una defensa suficiente
(elaboración de la angustia). La compulsión a la repetición exacerbada puede
volverse contra el propio sujeto. Estos fenómenos dejaban entrever una
pulsión independiente de la pulsión sexual. Véase: Freud, S. El yo y el ello y
otras obras (Obras completas. Vol. XIX). Amorrortu Editores, Buenos Aires,
1991., p. 41.
(10) Ibidem., p. 60. “[…] La especulación teórica permite conjeturar la
existencia de dos pulsiones básicas que se ocultan tras las pulsiones yoicas y
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