Tema 17. - La Dictadura Franquista
Tema 17. - La Dictadura Franquista
Tema 17. - La Dictadura Franquista
- LA DICTADURA FRANQUISTA
1.- FUNDAMENTOS IDEOLÓGICOS Y EVOLUCIÓN POLÍTICA
Hablar del régimen político implica hacer una referencia a las bases sociales y
políticas del Franquismo, pues bajo una apariencia de monolitismo encontramos en ellas una
diversidad que sólo tenían en común la aceptación de la figura del dictador. Así, apoyaban a
Franco, el Ejército, la Falange, la Iglesia Católica, los monárquicos divididos en carlistas y
donjuanistas, los denominados tecnócratas, que hicieron su aparición en la década de los
sesenta, y por último estarían los franquistas puros o integrales, cuya seña de identidad más
clara era la "adhesión incondicional" a la figura del Caudillo. El representante más claro de este
grupo fue el almirante Carrero Blanco.
Sin embargo, a partir de 1943 el sistema político español inició una serie de
transformaciones que le llevarían a prescindir de muchos de sus signos de tono fascista
(saludo, uniformes, himnos, declaraciones en tono “totalitario” y “antiliberal”...) y empezó a
adoptar formas que resultaran menos chocantes dentro del modelo político de democracia
liberal que se iba imponiendo en la Europa Occidental. Lo más importante de este cambio de
imagen fue la incorporación al gobierno y a la Administración, de destacados católicos, con el
objetivo de obtener del apoyo del Vaticano, y romper el aislamiento exterior. La Iglesia
consiguió, además, controlar sectores básicos de la sociedad como la enseñanza y la censura.
La moral tradicional católica se impuso como forma de vida social. Las leyes que permitieron
esta transformación fueron:
a) La Ley de Cortes (1942), que reinstauró este organismo, aunque sólo dotado de poderes
de deliberación y asesoramiento.
b) El Fuero de los Españoles (1943), una Declaración de Principios que aceptaba una serie
de derechos individuales característicos de los sistemas políticos liberales.
c) La Ley de Referéndum (1945), que establecía un método de votación directa de todos los
españoles para aprobar algún texto de ley considerado de excepcional importancia.
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d) La Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado (1947). En ella se define la forma que deberá
revestir el Estado español después de la muerte de Franco, que será la monarquía.
1.2.2.- La evolución política del Régimen en la segunda etapa del Franquismo (1959 –
1975)
Este hecho marca el comienzo de la etapa final y del declive de la Dictadura. Franco,
que padecía la enfermedad de Parkinson, sufrió un rápido envejecimiento a partir de 1965, lo
que agravó el divorcio creciente entre su régimen y la sociedad española. Los mismos
franquistas se dividieron entre los defensores del inmovilismo (ultras o bunker) y los que
preconizaban algunas aperturas para adecuarse a la nueva situación española. Acabó
imponiéndose el sector más conservador, por el que se inclinó Franco. Remarcando esta
postura, pensó incluso que debía asegurar que permaneciera lo esencial de sus ideas después
de su desaparición.
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La situación económica era cada vez más grave, así como el malestar laboral, a lo que
se unía la actitud terrorista, que provocaría la última reacción del régimen con la condena a
muerte de dos miembros de ETA en medio de una ola de protestas mundiales. Hassan II
aprovechaba la coyuntura para lanzar la "Marcha Verde" contra el territorio del Sahara
español. Franco moría el 20 de noviembre de 1975 y con él el Franquismo.
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Se entiende por autarquía aquella situación en que una economía es, o pretende ser,
autosuficiente respecto al exterior. Esto supone la orientación de toda la producción interior al
aprovechamiento de los recursos propios, con objeto de reducir al máximo el volumen de
importaciones. En el caso de España se observa fácilmente su inviabilidad dada la
insuficiencia, o carencia absoluta, en aquella época, de productos como el petróleo, caucho,
algodón, pasta de papel y abonos, entre otros.
Esta situación llevó a una carencia alarmante de productos básicos para el buen
funcionamiento de la economía. Gran parte de las existencias fueron rigurosamente
controladas por el Estado mediante la política de intervención directa. En 1941 se crea el INI
(Instituto Nacional de Industria) en 1941, cuya actuación fue bastante limitada debido
fundamentalmente a la escasez de recursos.
Por otra parte, la mayoría de la industria privada encontraba grandes dificultades para
su desarrollo porque el deseo del Estado de controlar directamente la economía dirigió todo el
esfuerzo inversor hacia aquellas industrias consideradas de “interés nacional” por parte del
gobierno. Además, la falta de capitales y de tecnologías hizo que la industria no progresara ni
en cantidad ni en calidad. La autarquía facilitó la ausencia de calidad al tener los empresarios
asegurados el mercado sin competencia externa, lo que, unido a los bajos salarios, les
proporcionó pingües beneficios.
En los años 50, la situación económica siguió siendo difícil, aunque se superó la
miseria de los años 40 y el racionamiento de alimentos. La necesidad de hacer crecer la
demanda para favorecer la producción y el empleo provocó la paulatina eliminación de las
principales medidas autárquicas. Su concreción final fue el decreto ley de 1959, conocido con
el nombre de Plan de Estabilización, que pretendía transformar las bases económicas a
través de la apertura al exterior y la modernización. Las medidas más importantes que contenía
el Plan eran las siguientes:
a) Establecimiento de una nueva paridad para la peseta, de acuerdo con su cotización real en
el exterior.
b) Levantamiento progresivo de los impedimentos arancelarios establecidos para el comercio
con el extranjero.
c) Aceptación de inversiones realizadas por capital extranjero.
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El crecimiento económico español en este período, a pesar de todas sus
imperfecciones, fue el mayor de todos los países de la OCDE, a excepción del Japón. Sin
embargo, el fenómeno conocido como “milagro” español, no puede considerarse, como el
resultado de una correcta planificación económica, sino más bien como la repercusión en
nuestro país del auge sostenido de las economías europeas, absorbidas favorablemente a
través del turismo y de las remesas de divisas de los emigrantes, y como la lógica evolución
interna de nuestra economía una vez librada de las trabas, algunas de ellas inevitables, de la
posguerra.
La sociedad española de los años cuarenta y cincuenta estuvo marcada por el atraso y
la pobreza. Las bajas causadas por la guerra y el exilio, y el hundimiento de la industria y los
servicios trajeron consigo la ruralización del país, además de un retroceso técnico, científico y
cultural absoluto. También se empobrecieron las clases medias, afectadas por las
depuraciones, la crisis económica y el hundimiento del comercio y los servicios urbanos.
La moral pública seguía dominada por los valores integristas que la Iglesia defendía,
en su empeño por cristianizar el país después de la experiencia secularizadora de la II
República. La práctica religiosa estaba muy extendida, imperaba la familia patriarcal en la que
la mujer tenía un papel muy subordinado, no existían el divorcio ni la coeducación, etc... La
Iglesia había logrado con la victoria de Franco en la Guerra Civil que el poder del Estado
estuviera al servicio de su monopolio religioso (nacional-catolicismo, que quedó consolidado
con el Concordato de 1953). Se recogía la confesionalidad del Estado, se reconocía el
matrimonio canónico, se establecía como obligatoria la implantación de la enseñanza religiosa,
se dejaba a la Iglesia libertad para actuar, se aseguraba su presencia en los medios de
comunicación y se preveía su financiación con fondos públicos. Pero también la Iglesia
adquiría así numerosas servidumbres para con el Estado.
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2.2.2.- El cambio social a partir de los años sesenta. La sociedad de consumo.
Entre las novedades más importantes, está el lento pero continuo incremento de la
población activa femenina. El acceso de la mujer al trabajo y a la cultura y la educación
superior (paulatino…), suponía un cambio de mentalidad, sobre todo entre las clases medias.
Por otra parte,el crecimiento económico provocó el llamado “Baby boom” impulsado en
parte por la política pronatalista del régimen. Este crecimiento y la necesidad de formación
profesional que exigía el desarrollo económico obligaron a multiplicar el número de escuelas e
institutos. Como la iglesia no podía cubrir las necesidades, la expansión se centró en la
enseñanza pública. Desde 1963, se fueron ampliando las prestaciones sociales y
sanitarias, consolidándose, hasta el final del franquismo, la Seguridad Social.
Fueron muy numerosos los presos hasta los años 50, muchos de ellos víctimas de
venganzas y delaciones. Se habilitaron cárceles especiales, con condiciones humillantes y
miserables. Torturas y muertes fueron frecuentes, aunque los fusilamientos descendieron tras
los primeros años. Iguales padecimientos sufrieron los que aceptaron la redención de penas
por trabajo, los llamados “esclavos de Franco”.
Otros damnificados fueron los depurados por sus ideas o por su pasado, a veces
simplemente por sospechas. Funcionarios, intelectuales…todo el que hubiera tenido relación
con la república era sospechoso y se le apartaba de las funciones. El cambio de régimen
supuso el arribismo de muchos vencedores, que escalan en la sociedad sin más mérito que el
de haber estado en el bando franquista, defenestrando a los “republicanos” o simplemente a los
“tibios y neutrales”. El profesorado en general (de primaria a la Universidad) fue depurado de
modo sistemático; los nuevos maestros de la juventud debían ser, ante todo, fieles franquistas.
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acto simbólico, la destrucción de lo anti-español para sustituirlo por la España eterna basada en
los valores del catolicismo más conservador. Se prohíben, igualmente, las peculiaridades
regionales, sobre todo las lenguas.
Como consideración general, todos los grupos opositores suponen en estos años
escaso peligro para el régimen, ante el formidable aparato represor a partir de la aplicación de
la Ley de Responsabilidades Políticas (1939). La guerra ha sido larga y dura, una guerra de
exterminio, y los derrotados no tienen apenas fuerzas. La inmensa mayoría de la población
asume la nueva situación y no se implicará en las actividades de la oposición.
● Grupos republicanos en el exilio: estaban muy desunidos, y sobre todo aislados de los
comunistas (por la guerra fría). No aprovecharon el aislamiento al franquismo de los años
40. Los anarquistas (la CNT) decaen. Aun así, se mantuvo, en América, un gobierno
republicano en el exilio, hasta la muerte de Franco.
● Los monárquicos: muerto Alfonso XIII (1941), le sucede su hijo Juan, Conde de
Barcelona, que pide la vuelta a una monarquía constitucional (Manifiesto de Lausanne,
1946), enemistándose de modo irreparable con Franco. Con la Ley de Sucesión (1947) se
resignó a que su hijo Juan Carlos fuera educado en España bajo los principios del
Movimiento, para, en un futuro, ser “elegido” sucesor por Franco.
Ya en los años 40, ante las condiciones de trabajo y de vida, se organizaban huelgas
como protesta social espontánea (huelga del 51, en Barcelona, Bilbao…), mezclando a veces
objetivos políticos y económicos; hacia 1958, surgen comisiones espontáneas de obreros
(dentro del Sindicato Vertical del régimen), para negociar cuestiones laborales concretas (no
reivindicaciones políticas), consiguiendo el derecho a la negociación colectiva de los
trabajadores (1958),
Otros protagonistas no son exiliados ni guerrilleros, sino “hijos del régimen”, educados
por el franquismo, que impulsan las protestas universitarias en la Universidad (1956). Supuso
una pugna entre falangistas (SEU, el sindicato falangista de estudiantes) y no falangistas, y dio
lugar a una purga general y a la destitución de Ruiz Jiménez (ministro de Educación). Desde
entonces, el mundo universitario se le irá de las manos al régimen, convirtiéndose en un
quebradero de cabeza.
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Obrera (USO). La UGT (el sindicato socialista) no va a recuperar influencia hasta 1976, y
la otrora poderosa central anarquista (CNT) no tuvo apenas actividad.
● La protesta estudiantil universitaria: volvió desde 1965, y será permanente en los años
70, ligándose el movimiento estudiantil a las organizaciones de izquierda (PCE) y a
numerosos grupúsculos de extrema izquierda que surgen al final del franquismo (ORT,
LCR...). De aquí saldrán muchos líderes tras 1975.
● La oposición política tradicional: liderada por el PCE dirigido por Santiago Carrillo
(desde París), promovían los movimientos de masas, estudiantiles, vecinales y sindicales,
la estrategia “eurocomunista” del PCE (rompiendo con el comunismo soviético) busca la
unidad democrática contra el franquismo (“política de reconciliación” con toda fuerza
antifranquista, de derechas o de izquierda). El PSOE se renovó 1972, cuando trasladaron
la dirección a España y eligieron como líder a Felipe González (1974), en contra de los
líderes del exilio. Los partidos nacionalistas también reviven en el tardo-franquismo. El
PNV había mantenido sus instituciones en el exilio, aunque se vio superado por la
repercusión de la actividad de ETA. En Cataluña nace a fines de los 60 Convergencia
Democrática de Cataluña (CDC), de creciente actividad en los años 70. PCE y PSOE
formaron coaliciones políticas: La Junta Democrática (1974) formada por el PCE CCOO y
algunos seguidores de Juan de Borbón, y la Plataforma de Convergencia Democrática
formada por el PSOE, UGT, PNV y catalanes(1975).Ambas tuvieron desacuerdos hasta la
muerte de Franco.
● El terrorismo antifranquista: Surge ETA (Euskadi y Libertad) creada en 1959 por jóvenes
nacionalistas vascos descontentos con la pasividad de PNV, llevó a cabo asesinatos (el 1º
en 1968), secuestros y chantajes a empresarios; derivó hacia una postura comunista e
independentista vasca. La torpe respuesta del régimen en el Consejo de Guerra de
Burgos. Otras organizaciones terroristas: serían el FRAP, o el Grupo Revolucionario
Antifascista Primero de Octubre (GRAPO), de extrema izquierda. Ante la oposición la única
respuesta fue la represión por lo cual se creó en 1963 el Tribunal de Orden Público
(TOP). Los consejos de guerra y las ejecuciones, o los macrojuicios a sindicalistas de
CC.OO. (1973) se convirtieron en escándalos en el ámbito internacional y sirvieron a la
propaganda antifranquista.