Chinchilla - Jesuitas y Oratorianos

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Jesuitas y oratorianos*

Jesuits and Oratorians

Perla Chinchilla Pawling


Departamento de Historia-Universidad Iberoamericana
México

Antonio Rubial García


Facultad de Filosofía y Letras-unam
México

Abstract
This article aims to contribute to a comparative reflection between Jesuits
and Oratorians in New Spain. The intention is to propose – through this
case-study – a research agenda that goes beyond isolated visions that hinder
the observation of a complete spectrum of the religious-cultural labor of the
clergy in order to distinguish between the specificities and the generalities of
each religious aggrupation in varied moments.
Keywords: comparative reflection, organizations, New Spain, research
agenda.

Resumen
Con este artículo queremos contribuir a una reflexión comparativa entre
jesuitas y oratorianos en la Nueva España. Se pretende –con este estu-
dio de caso– proponer una agenda de investigación para remontar las
visiones aisladas que impiden observar el espectro completo de la labor
religioso-cultural del clero y así poder distinguir entre lo específico y lo
general de cada agrupación religiosa en diversos momentos.
Palabras clave: reflexión comparada, organizaciones, Nueva España,
agenda de investigación.

* Agradecemos su colaboración en la búsqueda de información a Alexandra


Hernández, y a Paulina León en su apoyo editorial.

Historia y Grafía, Universidad Iberoamericana, año 26, núm. 51, julio-diciembre 2018, pp. 181-213
Artículo recibido: 16-10-2017
Artículo aceptado: 22-2-2018

Una congregación frente a una orden religiosa

D espués de la ruptura provocada por la reforma protestante


surgió un abanico de órdenes y congregaciones religiosas
en el mundo católico, cuya finalidad era hacer frente a los re-
tos pastorales de los nuevos tiempos. Algunas de estas órdenes se
constituyeron como ramas reformadas de las viejas instituciones
mendicantes (capuchinos, franciscanos y carmelitas descalzos),
otras surgieron bajo la denominación de “clérigos regulares” pues,
aunque no tenían vida comunitaria, hacían votos solemnes (teati-
nos, barnabitas, somascos, camilos, escolapios y jesuitas). Estaban,
por último, las congregaciones, más cercanas a la estructura del
clero secular, formadas por sacerdotes o “hermanos seglares”,
quienes sólo hacían votos simples, o sea temporales (lazaristas,
oblatos de san Ambrosio, sacerdotes de san Sulpicio y los orato-
rianos de san Felipe).1 En adelante nos ocuparemos de presentar
algunas similitudes y diferencias entre la orden de los jesuitas y la
congregación de los oratorianos.
Felipe Neri (1515-1595), un sacerdote romano preocupado
por la escasa preparación y la relajada moral del clero en la capital
del catolicismo, consiguió en 1575 que el papa Gregorio XIII au-
torizara la erección del “oratorio de Roma” y le concediera como
sede la iglesia de Santa María Vallicella. En el nuevo instituto,

1
Cabe señalar que el término “congregación” tiene otras acepciones en el marco
institucional de la Iglesia, además de aquella en la que está incluida el orato-
rio filipino. También se le da este nombre a los comités permanentes formados
por cardenales y funcionarios para despachar los asuntos de la curia romana
(del Santo Oficio, de Ritos, para la Propagación de la Fe, etc.). Igualmente, se
denominan “congregaciones”, en las causas de los santos, a las reuniones ante-
preparatorias, preparatorias y generales. Cfr. Donald Attwater (dir.), Diccionario
enciclopédico de la fe católica.

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sacerdotes seculares y hombres seglares se dedicarían principal-
mente a la elevación moral del clero a través del estudio y la
oración, pero pronto se ocuparon también de la edificación de los
fieles, a partir de la instrucción de la juventud y la predicación. El
fundador no dejó una regla propiamente, sólo estipuló que quie-
nes entrasen en la congregación no quedaran ligados por ningún
voto y no aceptó que las casas de varias ciudades se uniesen para
formar un solo cuerpo (como en el caso de las órdenes regulares),
sino que todas habían de gobernarse separadamente con total in-
dependencia unas de otras. Después de muerto Neri, y a partir de
sus propuestas, Paulo V aprobó en 1612 las Constituciones de la
Congregación bajo el nombre de Christi fidelium quorumlibet, en
las cuales se organizaban las actividades de los congregantes. El
instituto ya se había extendido para entonces por Italia, Francia y
España, gracias al apoyo de cardenales y obispos. En las constitu-
ciones se insistía en un carisma en el que la oración, la predicación
y los ejercicios de piedad (como la visita a los hospitales) eran el
centro rector de la vida de los congregantes; en ellas también se
organizaba la vida comunitaria dentro de cada casa, el noviciado,
la elección de oficios y las prácticas cotidianas. A pesar de todo
ello, en los propios documentos de la congregación se insistía
en su diferencia con una orden religiosa: “La Congregación del
Oratorio, fundada por S. Felipe Neri, mas con sus esclarecidas
costumbres, que con leyes que la obligasen, no tuvo alguna pro-
pia regla para el uso de sus religiosos hijos a donde dirigiesen las
consultas de sus acciones”.2
En cambio, Ignacio de Loyola (1491-1556) fue el inspirador
de su instituto, que se constituyó como una orden religiosa, la
Compañía de Jesús, cuyos miembros hacían votos solemnes, o
sea permanentes. Los jesuitas se caracterizaban, además, por su
voto especial de obediencia al papa, que se conoce como cuarto

2
Constituciones vulgares de la Congregación del Oratorio de Roma fundada por el
glorioso S. Felipe Neri, p. 3.

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voto. Aprobada por Paulo III en 1540 como orden religiosa, su
organización cuenta con una serie de documentos que regulan
los diversos aspectos de su acción: unas constituciones –el más
importante de estos textos– en las que se legisla desde la admi-
sión de sus miembros, pasando por toda su formación, hasta lo
relativo a sus misiones y el carisma de la orden; las reglas (regu-
lae), o sea “las prescripciones que, formando parte de su cuerpo
jurídico llamado desde los comienzos del siglo xvii ‘Instituto’
(Institutum Societatis), lo completan en lo que se refiere a la vida
de una comunidad jesuita, a una determinada categoría de reli-
giosos, o a varios encargos que ellos tenían”;3 la Ratio studiorum,
que organiza todos los aspectos educativos de sus colegios; entre
otros documentos. La Compañía se estructuró alrededor de un
generalato, cuya residencia estaba en Roma, del cual dependían
las provincias distribuidas por todo el mundo, cada una, a su vez,
bajo las órdenes de un provincial. Además, desde sus inicios se
estableció una estricta comunicación por cartas –anuas, de ge-
neral, de misión, etc.– en las que se informaba a las autoridades
regionales y locales el funcionamiento cotidiano de la orden.

Dos personalidades, dos institutos

Ya hemos mencionado la diferencia en lo general entre una con-


gregación y una orden, y con ello la necesaria distinción entre la
congregación del Oratorio y la orden religiosa de la Compañía
de Jesús. Ahora nos interesa observar esta misma diferencia en
el espacio de su concreta fundación, pero, a la vez, establecer las
analogías de dos instituciones propias de la Reforma católica y
posteriormente de la Iglesia postridentina.
Sus fundadores son metáforas vivas de la cercanía y la dis-
tancia. Ambos no sólo vivieron en la Roma de la primera mitad

3
Robert Danieluk, “Regla”, p. 260.

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del xvi, en la que echaron a andar sus respectivas organizaciones,
sino que se conocieron e intercambiaron experiencias, aunque su
diferencia de edad era notoria. Cuando Ignacio llegó a la Ciudad
Eterna en 1538 tenía 47 años; Felipe era entonces un joven de
23. Su relación fue tan cercana que incluso algunos biógrafos de
Felipe Neri señalan que éste pudo haber entrado en la Compañía,
pero que al final él mismo rechazó esta oportunidad pues decidió
dedicarse por su cuenta a hacer apostolado en las calles de Roma.4
El hecho es que ambos tenían conocimiento de sus mutuos pro-
yectos, los cuales algunos autores relacionan con la personalidad
de estos iniciadores.
Hijos de la Devotio moderna, ambos pretendían lo mismo en
un inicio –la elevación moral del clero, la reevangelización de la
grey y la defensa de la fe ante las herejías–, pero lo fueron con-
siguiendo de un modo casi opuesto. Felipe Neri era un místico
cuyo ideario –señala Hugo Rahner– recuerda, por un lado, “as-
pectos de las vidas de los padres del desierto, como aquel ideal de
la locura por el amor de Cristo”, en tanto que, por otro, estaba
imbuido de la gran alegría del “místico moderno”, la cual describe
este autor como “la suma perfección en vestido de arlequín por el
amor de Dios”.5 Su estilo era sencillo, doméstico y satírico; él era
un “conquistador de ánimas” en las calles romanas, en las que se le
conocía como “Pippo Buono”. Ignacio, en cambio, abandonó el
ascetismo de su etapa de conversión en Manresa, “peregrino con
traje de tela burda”, para volverse un devoto del vestido ordinario
que en sus años de madurez definió como “característica de la ver-
dadera espiritualización”.6 Siguiendo esta línea, persiguió toda su
vida el anonimato como camino de perfección, muy de acuerdo
con su personalidad intimista. Sin embargo, asienta Rahner:

4
Hugo Rahner, “Ignazio di Loyola e Filippo Neri”, pp. 1-13. Traducción nuestra.
5
Ibidem, p. 6.
6
Ibidem, p. 16.

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hay aquí también un vigor en su actuación, que se diferencia cla-
ramente desde los inicios de la Compañía de Jesús de aquellos de
la congregación del Oratorio: Íñigo no es solamente el corazón,
sino (al contrario de Felipe) también la voluntad de la nueva co-
munidad. Íñigo es el hombre cuya presencia está a la vista, para
quien ya en los Ejercicios espirituales está siempre la palabra como
“regla de vida”; un hombre del orden, de la “planificación”, del
infalible instinto por la jerarquía, por la subordinación, por el
poder de mando.7

Neri era de un talante muy libre, no deseaba fundar una or-


ganización centralizada y dependiente de una autoridad, en tanto
que Loyola creía en una organización vertical y en la disciplina
comunitaria, así como en las reglas escritas. Mientras el primero
sostenía que para hacerse obedecer “había que no mandar”, el
segundo basó su organización en “la obediencia”. Así, mientras
los oratorianos formaban un grupo pequeño cuyo ideario salió
de las fronteras romanas para quedarse dentro de las de la Europa
católica en sus primeras décadas, los jesuitas se convirtieron muy
pronto en un “ejército” que abarcaría con sus misiones todo el
mundo conocido.
Es interesante observar que, sin embargo, ambos fundadores
pertenecen a la cultura postridentina, lo cual los acerca nece-
sariamente, como puede observarse a partir de sus respectivas
canonizaciones: Ignacio de Loyola y Francisco Javier fueron cano-
nizados con Teresa de Ávila, Isidro Labrador y Felipe Neri el día
12 de marzo de 1622 por el papa Gregorio XV. Esta exaltación
colectiva fue la más numerosa realizada hasta el momento. Pero a
la vez, la cercanía es también motivo de rivalidad, y ha generado
casi siempre pugnas políticas dentro de la Iglesia, lo cual no fue
una excepción en este caso. De hecho, la proximidad de los prin-
cipios de ambos fundadores quedó enturbiada por la competencia
entre Italia y España por poseer al santo más egregio.

7
Ibidem, p. 11.

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Una religiosidad postridentina común

Hasta ahora hemos visto que hay diferencias en términos or-


ganizacionales entre jesuitas y oratorianos, pero es indiscutible
que ambas instituciones se encontraban inmersas en el ideario
postridentino. Hay dos puntos de convergencia que hacen a ora-
torianos y jesuitas hijos de su tiempo, y los cuales pueden seguirse
a lo largo de los siglos xvii y xviii: la exterioridad de las prácticas,
por una parte, y la línea mística expresada en los “ejercicios es-
pirituales”, por otra; en suma, la “piedad barroca”, la cual, como
es de sobra sabido, conforma una paradójica religiosidad. Ésta se
encontraba presente en las dos organizaciones, y ello puede ob-
servarse en buena parte de su producción escrita. Esto es así por
lo menos en el caso novohispano que nos ocupa.
Entre la fundación de la Compañía en 1540 y la del Oratorio
en 1575 se dio en el mundo católico un movimiento reformador
que tuvo como su centro el Concilio de Trento (1545-1563). Por
un lado, después de la Reforma protestante y de la exaltación de
“una santidad obligatoria” para todos los fieles, la Iglesia católica
hizo una revisión de sus políticas sobre el papel de los laicos den-
tro de la institución. Así, aunque la Contrarreforma insistió en la
sujeción de los seglares a los clérigos, el avance de la seculariza-
ción la obligó a poner mayor atención en reforzar la formación
de una espiritualidad propia para aquellos miembros de la Iglesia
militante que vivían inmersos en el mundo. Por medio de la ca-
tequesis y la recepción de los sacramentos se pretendía mejorar el
comportamiento moral de los fieles, a quienes se les conminó a
inscribirse en congregaciones y órdenes terceras. Algunas activi-
dades, como el rezo del via crucis, la visita a los enfermos en los
hospitales y los ejercicios espirituales, fueron pensadas como me-
dios fundamentales que permitirían a los seglares interiorizar los
dogmas y encauzar su comportamiento cotidiano a la salvación
personal. Otras, como las flagelaciones, ayunos y demás prácticas
ascéticas, fueron privilegiadas frente a los arrebatos místicos, cuya

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subjetividad era considerada peligrosa a causa del poco control
que podían ejercer sobre ella las instituciones eclesiásticas.
A la par que se daban estos movimientos, encaminados sobre
todo a las elites, la Iglesia postridentina buscaba también atraer
a la grey cristiana por medio de una ritualidad desbordante cen-
trada en el culto externo a reliquias e imágenes y en la veneración
a las ánimas del purgatorio. La religiosidad propuesta al “vulgo”
se redujo así a una serie de prácticas con las que la piedad exterior
era mensurable –tanto por los practicantes como por las autorida-
des eclesiásticas– en cuanto a su frecuencia y ortodoxia: encender
veladoras a los santos, hacer oraciones y novenas, rezar el rosario,
acudir a las celebraciones eucarísticas, a las procesiones y a las fiestas
religiosas, pertenecer a cofradías de retribución, obtener las bulas
de santa Cruzada y otras indulgencias, ir en peregrinación a los
santuarios y venerar las imágenes y las reliquias, esperando con ello
conseguir la salud, la fertilidad y, sobre todo, el tránsito expedito por
el purgatorio y la salvación eterna. Cabe aclarar que en gran medida
las mismas elites participaron vívidamente de esta piedad barroca.

Jesuitas y oratorianos en la Nueva España

Desde su llegada a estas tierras en 1572, los miembros de la Com-


pañía de Jesús se insertaron en diferentes ámbitos para conseguir
sus objetivos básicos: consolidar la fe entre los fieles por medio de
la labor pastoral y la educación de la juventud, así como llevar el
mensaje de Cristo a los paganos por medio de la actividad misio-
nera. El confesionario, el púlpito y la cátedra fueron los espacios
desde los cuales la Compañía se dirigió a los “cristianos viejos”,
entre los cuales consiguió ganarse el prestigio, las donaciones y
las haciendas, recursos necesarios para su funcionamiento. El pri-
mero de los medios, por ejemplo, fue un importante instrumento
para acercar a la causa jesuítica a las elites y a sus hijas profesas
como religiosas, quienes a menudo tuvieron a los miembros de la
Compañía como sus directores de conciencia.

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El púlpito fue también un medio importante para ganarse adep-
tos, y los jesuitas lo utilizaron a menudo cuando eran llamados a
predicar tanto en los grandes festejos como en las honras fúnebres
o en las misiones cuaresmales, las cuales los llevaron a participar
activamente en los espacios rurales cercanos a las ciudades. Pero,
sin duda, los más efectivos agentes de su propaganda fueron los
colegios, desde cuyas aulas la Compañía formó a generaciones de
criollos y promovió entre ellos no sólo sus devociones y sus santos,
sino también la asistencia a los ejercicios espirituales realizados en
sus casas de ejercicios, así como la activa participación en sus con-
gregaciones. De esta forma, su dedicación a la educación y a las
diversas prácticas devocionales fueron sin duda las actividades en
las que estuvieron implicados la mayor parte de los miembros crio-
llos de la Compañía en Nueva España, tal como se puede observar
en las biografías seleccionadas en el apéndice de este artículo.
El otro campo de actuación de los jesuitas: las misiones entre
infieles, no sólo les dio un gran prestigio, sino además fue el sello
de identidad de las provincias fuera de Europa. Esta labor permi-
tió también, en buena medida, que a esas provincias misioneras se
incorporaran miembros procedentes de distintos países europeos:
italianos, alemanes, checos, franceses, polacos, flamencos, irlan-
deses, etc. Su arribo se hizo más constante a partir de la segunda
mitad del siglo xvii, cuando la Corona permitió abiertamente el
paso de jesuitas no españoles, siempre que aprendieran castellano
y tuvieran la autorización del Consejo de Indias para hacerlo.8
Los apoyos de la Compañía provenían de muy diferentes sec-
tores. Uno de sus principales promotores fueron los cabildos de
las ciudades, los cuales les concedieron solares para fundar sus
colegios; otros fueron los poderosos “empresarios”, quienes les
otorgaron tierras y bienes. Pero, sin duda, uno de los espacios
donde tuvieron una influencia excepcional y en el cual obtuvieron
su más valioso apoyo, fue en la corte virreinal. A veces los mismos

8
Jeffrey Klaiber, Los jesuitas en América Latina. 1545-2000, p. 85.

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virreyes traían en su séquito un confesor de esa orden, en otras
ocasiones se solicitaba la presencia de sus miembros como consul-
tores o representantes de la máxima autoridad ante la universidad
o los cabildos catedralicios o como censores de las obras que se
entregaban a la imprenta y que debían ir avaladas por el virrey.
Llegados a México más tardíamente, a mediados del siglo xvii,
los oratorianos estuvieron, en cambio, más vinculados con el epis-
copado, los cabildos catedralicios y la universidad que con la corte
virreinal. Como se puede observar en la selección de biografías en
el apéndice, varios de ellos fueron consultores y colaboradores de
arzobispos, como Francisco de Aguiar y Seijas, Manuel Rubio y
Salinas o Antonio de Vizarrón; otros fueron examinadores sino-
dales y estuvieron muy cercanos al claustro universitario, uno de
los bastiones del cabildo metropolitano.
Como se ha mencionado en los dos primeros artículos de este
expediente, la congregación del Oratorio tuvo su primera funda-
ción en Puebla en 1651, la cual nació como una asociación de
sacerdotes seculares que se propuso vivir bajo la advocación de san
Felipe Neri con el nombre de “Concordia de Caridad Eclesiás-
tica”. No fue, sin embargo, hasta 1659, cuando el bachiller criollo
Antonio Calderón Benavides inició con otros 33 sacerdotes la
verdadera fundación oratoriana de Nueva España bajo el nombre
de “Pía Unión de San Felipe Neri” en la ciudad de México. Con
el tiempo se fundaron congregaciones de este tipo en varias de las
principales ciudades del virreinato: Oaxaca (1661), Guadalajara
(1679), San Miguel el Grande (1712), Orizaba (1725) y Que-
rétaro (1763). En todas ellas sus grandes promotores fueron los
obispos: Francisco de Aguiar y Seijas en el arzobispado, Manuel
Fernández de Santa Cruz y Pantaleón Álvarez Abreu en Puebla,
Felipe Ignacio Trujillo, José de Escalona y Calatayud y Pedro An-
selmo Sánchez de Tagle en Michoacán, fray Ángel Maldonado en
Oaxaca, y Juan de Santiago León Garabito en Guadalajara.9

9
Ernesto de la Torre Villar, “El colegio de estudios de San Francisco de Sales en

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Si bien los oratorianos se diferenciaban de los otros institutos
religiosos pues no formaban provincia ni hacían votos perpetuos,
su actividad pastoral se parecía bastante a la de los jesuitas: se
dedicaban a la predicación, a la dirección de conciencias y a la
escritura devocional. Esto no debe extrañar pues la mayoría se
había educado con aquéllos y varios de ellos (como se puede apre-
ciar en el apéndice de las biografías) habían sido colegiales en San
Ildefonso.
Aunque en este tiempo no participaban en las misiones ni en
la educación formal (salvo el colegio de San Francisco de Sales
de San Miguel, fundado en 1734), en todo lo demás constituían
una verdadera corporación, con sus fiestas, templos y emblemas y
hasta con sus propias crónicas. En efecto, en 1736 salió a la luz en
la ciudad de México el libro Memorias históricas de la congregación
del Oratorio, bajo los auspicios del arzobispo y virrey Juan Anto-
nio de Vizarrón, a quien la obra estaba dedicada. Su autor, Julián
Gutiérrez Dávila, quiso reunir en ésta una miscelánea biográfica
de cuantos sacerdotes tuvieron que ver con los orígenes de la con-
gregación de san Felipe Neri en la capital, sea como miembros
activos, sea como mecenas.10
De hecho, otro oratoriano, Juan José de Eguiara, conside-
raba que su institución poseía “el espíritu de enseñanza de San
Francisco, el trabajo de Loyola contra los herejes, las redencio-
nes de Nolasco y los escritos de San Agustín”. Insistía en que sus
miembros, los oratorianos, a pesar de ser todos clérigos seculares,
conformaban su vida a la de los religiosos y a pesar de no tener
votos se debían comportar como si los tuvieran. Aprovechaban así
lo mejor de las órdenes pero sin sus inconvenientes, y constituían,
por tanto, una versión mejorada del modelo mendicante.11
Desde el siglo xvii los oratorianos de la capital se hicieron cargo

la congregación de San Miguel el Grande y la mitra michoacana”, pp. 161-198.


10
Míriam Bazet, “Crónica filipense. Julián Gutiérrez Dávila”, pp. 1419-1432.
11
Juan José de Eguiara y Eguren, El ladrón más diestro del espíritu religioso, el gran
patriarca san Felipe Neri, pp. 107-109.

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de dos importantes actividades: la organización de la archicofra-
día de la Doctrina Cristiana y la administración del recogimiento
de Belem. La primera fue fundada en 1677 bajo los auspicios del
prefecto del oratorio, Alonso Alberto de Velasco, y se hacía cargo
de la predicación de la doctrina en el templo de San Felipe. El
recogimiento de Belem, establecido por Domingo Pérez Barcia en
1683, era una casa para prostitutas arrepentidas y mujeres pobres,
bajo el nombre de San Miguel de Belem, cuya autorización oficial
no se hizo sino hasta 1686. Aunque el ingreso era voluntario, el
recogimiento funcionaba como un lugar de rígida clausura y el tra-
to con el exterior era similar al de un convento, con torno y reja,
aunque existía la prohibición explícita de que el establecimiento
se volviera beaterio o monasterio.
Desde la fundación del recogimiento, los oratorianos utiliza-
ron los ejercicios espirituales de san Ignacio para la dirección de
las recogidas, impusieron la comunión los primeros domingos del
mes y penitencias, ayunos y devociones propias de las religiosas.
El arzobispo Aguiar y Seijas le dio al recogimiento una estructura
jesuítica. A la directora se la llamó “prepósita” y el sitio se puso bajo
la protección de san Ignacio de Loyola. Además de cuadros de san-
tas distinguidas por su austeridad de vida, colgaban de sus muros
imágenes devocionales y lienzos que rememoraban el via crucis.12
Para mediados del siglo xviii, esta organización ya había con-
seguido imponer su presencia en varias ciudades del virreinato
donde, al igual que los jesuitas, se encargaban del ministerio de
la predicación tanto en sus templos como en las calles, palenques
de gallos, teatros y pulquerías; además de visitar cárceles, hospi-
tales y obrajes para administrar sacramentos y consuelo, como
miembros de la archicofradía de la Doctrina Cristiana enseñaban
el catecismo a niños y jóvenes en sus templos. Una de las regiones
donde tuvieron una mayor presencia fue el Bajío, sobre todo a

12
Josefina Muriel, Los recogimientos de mujeres. Respuesta a una problemática so-
cial novohispana, pp. 94 y ss.

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partir de la fundación de San Miguel el Grande, desde donde
ejercieron una fuerte influencia.
Como puede observarse, la cercanía de ambos institutos fue
constante a lo largo de una centuria de convivencia en Nueva Es-
paña. Sin embargo, al contrario del lugar común que considera que
los oratorianos se quedaron como custodios de las instituciones je-
suitas a partir de la expulsión de éstos en 1767, no fue del todo así,
pues de sus misiones y colegios se hicieron cargo los franciscanos
y el Estado borbónico. Es posible que esta suposición provenga
de dos famosos casos de excepción: en 1770 la junta de tempora-
lidades les ofreció a los primeros el templo y la casa Profesa de los
jesuitas de la capital virreinal, al cual se anexó una casa de ejercicios
espirituales que construyó Manuel Tolsá y que se dedicó a nuestra
señora de los Dolores.13 Años más tarde, en 1793, se les adjudicó la
iglesia y el colegio de la extinta Compañía en Guanajuato.
A pesar de no haber heredado la mayor parte de sus templos,
el espacio en el que sí podemos confirmar un lugar común de
ambos, es en el ámbito de las devociones, del cual los oratorianos
fueron custodios y continuadores. En la propia casa Profesa man-
tuvieron muchas de las devociones e imágenes que sus anteriores
ocupantes habían dejado, para recordar con ello su presencia.

Un caso de devocionalismo jesuítico


en Felipe Neri de Alfaro

Esto se puede ver especialmente en la obra de Luis Felipe Neri de


Alfaro, ilustre oratoriano criollo, visionario, literato, poeta, mís-
tico y disciplinante, con un desbocado culto por el dolor físico y
la muerte. Entre 1740 y 1776 este sacerdote se dio a la tarea de
construir un singular santuario en Atotonilco dedicado a Jesús

Cfr. Sitio web de la Congregación del Oratorio de México: <http://oratorio.


13

modx.mx/historia.html>.

Jesuitas y oratorianos / 193


Nazareno, sin parangón alguno en la historia de la cristiandad. En
la arquitectura, pinturas y retablos del lugar, este asceta –nacido
en la ciudad de México en 1709– mandó plasmar su personal
visión de la Pasión de Cristo, la muerte, los pecados y el amor
divino representado por el Sagrado Corazón, temas fuertemente
influidos por la espiritualidad jesuítica. De hecho, desde 1765, el
recinto ofrecía tandas de los ejercicios espirituales de san Ignacio
todos los años, y se hizo famoso por la práctica del via crucis,
devoción muy fomentada por los ignacianos. Los ejercitantes de
Atotonilco eran también quienes formaban parte de la herman-
dad denominada Santa Escuela de Cristo que el mismo Alfaro
fundó en varias ciudades del Bajío, y en las que se enfatizaba la au-
todisciplina colectiva. La creación de las santas escuelas de Cristo
en San Miguel, León, San Luis de Paz, Dolores, San Luís Potosí,
Aguascalientes y Zacatecas, que tenían como funciones ayudar
a los pobres, socorrer a los moribundos, visitar a los enfermos y
practicar penitencias en las procesiones, fueron inspiradas por las
congregaciones marianas jesuíticas.14
Muchas de las imágenes que aún se pueden contemplar hoy
día en Atotonilco muestran la fuerte presencia de la Compañía
después de la expulsión. Las representaciones del via crucis, de la
mano de Miguel Antonio Martínez de Pocasangre, se basaron en
la obra Evangeliae historiae imagines, del jesuita Jerónimo Nadal,
que son ilustraciones de los ejercicios espirituales de san Ignacio.
En el camarín de la capilla de la virgen del Rosario (terminada en
1766), se puede contemplar a varios santos jesuitas ofreciendo su
corazón a los cinco corazones de los cinco señores.15 De hecho, el
padre Alfaro publicó en 1778 un librito con el título Sendero del
cielo por donde lleva al corazón humano el Divino Sagrado Corazón
de Jesús Nazareno.16 Por otro lado, están las aterradoras escenas

14
Jorge Hernández, La soledad del silencio. Microhistoria del santuario de Atoto-
nilco, pp. 50 y ss.
15
Ibidem, pp. 101 y ss.
16
Ana Isabel Pérez Gavilán, Corazón sagrado y profano. Historia e imagen, p. 184.

194 / Perla Chinchilla Pawling, Antonio Rubial García


del infierno claramente inspiradas en la compositio loci ignaciana.
La iglesia del santuario tiene una capilla dedicada a la virgen de
Loreto por el patronato de José Mariano Loreto de la Canal, hijo
espiritual de Alfaro. En la nave del templo de Jesús Nazareno hay
un altar en honor de otra devoción jesuítica, la virgen del Refugio,
obra de José de Ibarra.17 Podríamos considerar que el santuario
de Atotonilco, sumamente visitado por peregrinos y ejercitantes
desde su fundación, fue un espacio donde la memoria jesuítica
siguió viva y actuante después de la expulsión.

La piedad barroca y los impresos novohispanos


de jesuitas y oratorianos

La mística meditativa y la piedad externa propias de la religiosi-


dad postridentina en la que nacieron jesuitas y oratorianos, fue
trasplantada en el caso de las dos instituciones novohispanas.
Como es bien sabido, Loyola centró su fundación en los ejer-
cicios espirituales y los convirtió en el sello del “ser jesuita”. En
tanto que Neri, más que ser autor de unos ejercicios propios, uti-
lizó los ignacianos. De hecho, Carlos Rosignioli escribía en sus
Noticias memorables de los Exercicios espirituales de san Ignacio de
1694,18 sobre el “aprecio a ellos y al modo de oración ignaciano”
que tenía Felipe Neri. Así, tanto oratorianos como jesuitas con-
dujeron su mística hacia la práctica de los ejercicios espirituales.
Es interesante destacar que dos oratorianos novohispanos –Julián
Gutiérrez Dávila y Cayetano Cabrera Quintero– son autores de
sendas publicaciones de Ejercicios espirituales. En el caso de los
del primer autor, podemos observar que están más volcados hacia
la práctica externa de la reflexión y la oración, que a enfatizar

17
Hernández, La soledad, op. cit., pp. 83 y ss.
18
Carlos Rosignoli, Notizie memorabili degli Esercizi Spirituali di S. Ignazio, fon-
datore della Compagnia di Giesú.

Jesuitas y oratorianos / 195


el aspecto meditativo y la interioridad característicos de los ig-
nacianos. Pero la diferencia más notoria es que la “composición
de lugar”,19 tan importante para los segundos, no existe práctica-
mente en el primero. Véase, por ejemplo, cómo indica Gutiérrez
Dávila que ha de proceder “el alma devota” en dos de los puntos
de sus ejercicios:

Lo tercero, procure todos los dias desembarazarse una hora, ô á


lo menos media (si fuere por la mañana, y de madrugada, será
mejor, que es el mas oportuno tiempo) en que meditará el punto
que va asignado para cada dia; y despues inmediatamente aca-
bada la meditacion, dirá la Oracion que comienza: Adorete Jesus
mio, &c. menos el ultimo dia, en que se dirán sus especiales
Oraciones, que allí mesmo se pondrán.
Lo quarto procure entre dia andar interiormente recogida,
para lo qual, aprovechará repetir interior, y afectuosamente algu-
nas jaculatorias.20

En cuanto a las prácticas piadosas, también hay una per-


sistente cercanía entre jesuitas y oratorianos, quienes además
compartieron el ser hijos del mundo de la imprenta. Para el
caso novohispano que aquí estudiamos, la promoción de dichas
prácticas puede constatarse en las abundantes publicaciones de
los miembros de ambos grupos. Con el fin de observar esto ana-
lizamos en primer lugar la obra tanto de los jesuitas como de
los oratorianos que registra José Toribio Medina.21 En ésta se re-
gistran 416 obras de jesuitas, frente a 128 de oratorianos, y en
ambos casos, como puede observarse en el Cuadro 1, hay una
mayoría de obras de tipo “piadoso y pastoral”.

19
Cfr. Perla Chinchilla Pawling, De la “compositio loci” a la República de las letras:
predicación jesuita en el siglo xvii novohispano, pp. 131 y ss.
20
Julián Gutiérrez Dávila, Exercicios espirituales, para que el alma devota se prepare
en el tiempo del Adviento para celebrar con espiritual aprovechamiento la alegre festi-
vidad del Nacimiento del Hijo de Dios, hecho hombre para remedio del mundo, s. p.
21
José Toribio Medina, La imprenta en México: 1539-1821.

196 / Perla Chinchilla Pawling, Antonio Rubial García


Cuadro 1
Comparativo de publicaciones

Ahora bien, si éste es el espectro general para los siglos xvii y xviii,
hay que tener en cuenta que ello varía cuando nos referimos en
forma individual a las figuras famosas de ambos institutos, sobre
todo porque se les identifica con su aproximación hacia la deno-
minada “Ilustración católica”. En este caso, si observamos la obra
de tres prominentes jesuitas y de tres oratorianos desarrollada du-
rante el xviii, podemos también distinguir una coincidencia de
intereses hacia la emergente Modernidad.

Jesuitas y oratorianos / 197


Cuadro 2
Comparativo de obras jesuitas y oratorianas

En el apéndice se pueden consultar los títulos completos de


cada autor.

198 / Perla Chinchilla Pawling, Antonio Rubial García


Coda

Después de realizar este ejercicio comparativo queremos cerrar


este texto reiterando la idea inicial respecto a la importancia de
continuar con una agenda de investigación de esta índole. Nos ha
parecido muy interesante observar desde este ángulo comparativo
la labor de esos dos institutos religiosos, ya que la tendencia a la
especialización enfocada a mostrar de forma aislada su acción,
no permite ver el espectro completo de la labor religioso-cultural
del clero para poder distinguir lo específico y lo general de cada
agrupación religiosa en diversos momentos. Con escasas excep-
ciones –entre las que está la reciente obra de Karen Melvin–22 se
cuenta con pocos ejemplos de esta índole, al menos para el caso
novohispano.

Apéndice

Biobibliografía de algunos oratorianos destacados

Julián Gutiérrez Dávila, 1689-1750


Nació en la Ciudad de México. Fue colegial del seminario de San
Ildefonso, se matriculó en el segundo curso de artes el 19 de oc-
tubre de 1700. En 1717 fue bachiller en filosofía y teología por la
Real y Pontificia Universidad. Fue presbítero de la congregación
de San Felipe Neri de México y su prepósito entre 1725 y 1728,
en 1737, 1740 y 1749 hasta su muerte. Participó en justas litera-
rias, fue confesor, teólogo de cámara y consulta del arzobispo de
México, Manuel Rubio y Salinas.

22
Building Colonial Cities of God. Mendicant Orders and Urban Culture in New
Spain

Jesuitas y oratorianos / 199


• Obras
Vida y virtudes de el siervo de Dios, el venerable padre d. Domingo
Pérez de barcia, presbítero secular, fundador de la casa, y voluntario
recogimiento de mujeres, nombrado san Miguel de Bethlen, en la ciu-
dad de México. En Madrid/ 1722, Pucherrima Panormi Rosa, Quae
inter regales orta delicias, mundi, fugiens illecebras, aulam reliquit,
ut in antro floresceret cirtutum odore facionorumsque suffimine. Vita
inquams. Rosaliae virgins panormitanae: Cuius heroinae tantae sa-
cra trophea. Superiorem permissu. Mexici: apud heredes Michaelis
de Ribera anno domini/ 1725, El vice-dios de la tierra debido a el
vice-dios del cielo/ 1727, El sabio con el corazón en la diestra/ 1733,
Ejercicios espirituales para que el alma devota se prepare en el tiempo
de adviento para celebrar con espiritual aprovechamiento la alegre fes-
tividad del nacimiento del Hijo de Dios hecho hombre para remedio
del mundo/ 1735 Novena de Nuestra Señora de la Natividad/ 1736,
Memorias históricas de la Congregación de el Oratorio/ 1738, Vuelos
amantes de la Sagrada Flor de Palermo/ 1740, Sermón Panegírico/
1741, Novena al glorioso s. Jacinto del Sagrado Orden de Predica-
dores/ 1744, Novena al glorioso mártir S. Primitivo/ 1748, Novena
al maravilloso medico mártir san Pantaleón/ “Romance lyrico” En
Salamanca/ Historia mitológica en que sucinta y numerosamente da
razón de los falsos dioses a quienes tributo torpes y sacrílegos cultos la
ciega y supersticiosa vana gentilidad.23

Juan José de Eguiara y Eguren, 1696-1763


Nació en la capital de la Nueva España, fue colegial real de opo-
sición en el Seminario de San Ildefonso y cursó filosofía en el

23
Fuentes consultadas: José Toribio Medina, La imprenta en México, Ámster-
dam, N. Israel, 1965; Olga Valdés García, “Julián Gutiérrez Dávila (1689-
1750). Teólogo, filósofo, historiador y poeta castellano y latino”, en Anuario
Saber novohispano, México, unam, 1994, pp. 201-216; José Mariano Beristáin
de Souza, 1756-1817, Biblioteca hispanoamericana septentrional, México, D. F.,
unam-Instituto de Estudios y Documentos Históricos, 1980.

200 / Perla Chinchilla Pawling, Antonio Rubial García


Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo de la Compañía de
Jesús. Obtuvo el título de clérigo de menores; en la Real y Ponti-
ficia Universidad siguió los estudios de Artes, Filosofía y Teología.
Fue tesorero de la Catedral de México, examinador sinodal del
Arzobispado, conciliario y diputado de la Hacienda Real de la
Universidad Pontificia, calificador del Santo Oficio de la Inqui-
sición, capellán de las monjas capuchinas, teólogo de cámara y
consultor ordinario del arzobispo Rubio y Salinas, miembro de
la congregación de San Pedro Juárez y diputado del seminario
conciliar, juez conservador de la provincia del santísimo nombre
de Jesús de San Agustín de México.
Desde 1709 mantuvo una academia que comenzó su actividad
en el oratorio de San Felipe Neri y se trasladó después a la Real
Universidad bajo su presidencia en 1712. En sus sermones se da-
ban noticias en torno de las ciencias: astronomía, meteorología,
minería, náutica, conforme al tema, para difundir esos conoci-
mientos entre el pueblo.

• Obras
1748, La quintaescencia de la Perfección Christiana en el Instituto
de la Hospitalidad Bethlemitica/ El Santísimo Sacramento, con-
ductor de nuestra flota/ 1731, El mejor piloto sin arte/ El Salvador
Mexicano/ 1749, Christus el rey admirable, porque hace Reyes/ 1748,
Flota y armada en el Santísimo Sacramento/ 1749, El remedio de la
bienaventura en la tierra/ 1727, La verdad de la Resurrección en
la tierra/ 1748, La paciencia de Cristo cuando agoniza enseñando
la doctrina Christiana/ 1737, La invención de la Doctrina Chris-
tiana por la Santa Cruz en el cielo/ 1733, El anteojo de larga vista/
1736, La llave maestra. La Santa Cruz/ 1750, La santidad inquieta
y juntamente sosegada/ Año desconocido, La amada de Dios por
antonomasia/ 1722, La locura del amor divino/1728, La Santa a
la medida del corazón de Dios/ 1750, La llave del cielo en la mano
del Príncipe de los Angeles San Miguel/ 1735, El sacrificio de San
Pablo en su conversión/ 1745, El martirio de San Francisco Javier.

Jesuitas y oratorianos / 201


Panegírico/ 1748, La campana sonoramente multiplicada/ 1750, El
camino para llegar al cielo con descanso/1747, El Serafin entre los
hombre y Cherubin entre los serafines San Luis Gonzaga/ 1750, San-
tiago apóstol del Nuevo Mundo antes de su descubrimiento/ 1748, El
hombre convertido en hombre/ La congregación de todos los ángeles
y hombres santos excedida por San Joseph/ 1727, La estatua de si
mismo. Panegírico/ 1745, El camino del cielo en la Congregación
de San Rafael. Panegírico/ 1730, Los ápices de las virtudes com-
pendiadas en los de las letras. Panegírico/ 1749, Sermón viernes de
enemigos/ 1731, Lázaro, predicador de la muerte. Sermón/ 1726,
Un Santo en la tierra semejante a los Santos del Cielo y en las mismas
semejanzas sin semejanza. Panegírico/ El ladrón mas dichoso de el
espíritu religioso, el Gran Patriarca San Phelipe Neri. Panegírico/
Sermón en la fiesta de San Felipe Neri/ El apóstol del Mundo sin
salir de Roma. Sermón/ 1724, El año Santo. Panegírico/ 1721, La
muerte de los justos preciosa; la muerte de los pecadores pésima. Ser-
món/ 1724, El tesoro más rico en una piedra. Panegírico/ Sermón
en la fiesta de la Inmaculada Concepción/ 1721, La flor de los tor-
mentos y flor de las coronas. Sermón/ 1724, Los reverberos luminosos
de la sombra. Panegírico/ 1720, Triunfante y cautivo a un tiempo.
Sermón/ 1723, Los príncipes de la Sangre. Sermón/ 1722, El siervo
de la sangre real. Panegírico/ 1722, El heroico poder y querer de
Santiago Apóstol/ 1721, La santidad heroicamente animada por la
sabiduria. Panegírico/ 1718, El capitán ambidiestro/ 1723, El hom-
bre de los hombres y el hombre de Dios, el grande San Antonio de
Padua. Sermón/ 1721, El infierno alambicado/ 1725, Christo pri-
sionero de amor en la cárcel del Augustísimo Sacramento de el altar/
1759, La medida de los pecados/ 1756, María Santísima pintándose
milagrosamente en su bellísima imagen de Guadalupe de Mexico,
saluda a la Nueva España y se constituye su Patrona. Panegírico/
1758, Sermón de la Asunción de nuestra Señora/ La mujer fuerte.
Sermón/ La muralla de México. Sermón/ 1759, La madre de todos
los santos. Sermón/ 1727, El triunfo de la omnipotencia. Sermón/
1758, El llanto de Jesus entrando en Jerusalem. Sermón/ 1759, Ad-

202 / Perla Chinchilla Pawling, Antonio Rubial García


miracion de que Christo Señor Nuestro, no halle hospicio entrando
triunfante en Jerusalem. Sermón/ 1760, La palma ingerta en Oliva.
Sermón/ 1760, El beneficio de la fe. Sermón/ 1760, La redención del
mundo anticipada y repetida en el Eucarístico Sacramento. Panegí-
rico/ 1760, La idea del que comulga. Sermón/ 1761, Jesus a quien
buscan los Reyes Magos, nacido para salvar a todos los hombres. Ser-
món/ 1761, La entrada de Christo triunfante en Jerusalem. Sermón/
1761, La gloria de la tierra. Conocer por la fe la Santísima Trinidad.
Sermón/ Conversion de San Pablo en su dia. Sermón/ Sermón de San
Miguel/ Sermón de San Lorenzo/ Sermón del Sr. Santiago/ Sermón
en la Pascua del Espiritu Santo/ Sermón en la fiesta del Santísimo/
1761, La bienaventurada de la tierra. Sermón/ 1727-1761, Vein-
ticinco Sermones breves de la Institucion del Santísimo Sacramento/
1752, Arte para vivir muchos años. Sermon de la Circuncicion de
Christo Señor Nuestro. Sermón/ 1755, El arte de vivir muchos si-
glos. Sermón/ 1757, La redentora del Redentor. Sermón/ 1754, El
sol y la luna, parados y moviéndose. Sermón/ 1754, El telescopio.
Sermón/ 1751, El Nuevo Mundo de la Bienaventuranza. Sermón/
1753, Las glorias de los gloriosos señores san Joaquin y Santa Anna
por ser fundadores de la Congregación más santa. Panegírico/ 1753,
La quintaescencia. Sermón/ Sermón de la fiesta celebrada día de
Nuestra Señora de las Nieves /1755, El hombre convertido en do-
minación. Sermón/1754, El hombre convertido en trono. Sermón/
1752, El hombre convertido en arcángel. Sermón/ 1753, La hidro-
pesía saludable. Sermón/ 1753, La revelación al parecer increíble.
Sermón/ 1752, La santidad académica. Sermón/ 1758, Cristo Señor
Nuestro coronado en el martirio de su nacimiento. Sermón/ 1748,
El libro de la generación de la Iglesia del Nuevo Mundo del Imperio
Mexicano. Panegírico/ 1749, La Cristianidad del Imperio Mexi-
cano confirmado por María Santísima en su prodigiosa Imagen de
Guadalupe de México. Panegírico/ 1739, María Santísima desde su
concepción, templo fabricado por el Espíritu Santo para enseñar a los
hombres a cantar el Rosario de la misma Santísima Señora. Panegí-
rico./ 1749, Los progresos de la Santidad de María en el instante de

Jesuitas y oratorianos / 203


su Concepción. Panegírico/ 1729, La Purísima cifrada en la letra O.
Panegírico/1732, Todos los remedios en uno/1736, El nacimiento de
todos los santos en el de María Santísima/ 1723, Sermón de Nuestra
Señora de las Nieves/ 1749, Las reliquias de los buenos pensamien-
tos/1750, Frutos de la lección espiritual/1743, Cristo Nuestro Señor
convirtiendo a Magdalena y en la Magdalena convertida, enseña el
modo de convertir gran número de pecadores de la ciudad de México,
de todo el reyno y Nuevo Mundo. Sermón.24

Benito Díaz de Gamarra, 1745-1783


Nació en Zamora. Fue colegial de San Ildefonso en México y se
graduó de bachiller en Cánones. En 1764 ingresó al oratorio de
San Miguel el Grande, del cual fue procurador de 1767 a 1770.
Obtuvo el título de doctor en Cánones por la Universidad de Pisa,
fue socio de la Academia de Ciencias de Bolonia y protonotario
apostólico de honor de su Santidad, doctor profesor de Filosofía
y rector del Colegio de San Francisco de Sales, del oratorio de San
Miguel el Grande. En 1778 se le concedieron en propiedad los
títulos y empleos de Calificador y Comisario del Santo Oficio.

• Obras
1774, Elementa recentioris philosophiae, Mexico/ 1776, El sacer-
dote fiel y según el corazón de Dios. Elogio fúnebre que en las exequias
celebradas el 22 de abril de 1776 en el Santuario de Jesus Nazareno
de Atotonilco a su patrón y fundador el padre don Luis Felipe Neri de
Alfaro dijo el padre doctor/ 1779, Camino del cielo facilitado a los
que viven en el siglo por la vida y nuevo Instituto de San Felipe

24
Fuentes consultadas: Agustin Millares Carlo, Don Juan José de Eguiara y Eu-
gren y su Biblioteca Mexicana, México, Imprenta Universitaria, 1957; Juan José
de Eguiara y Eguren, Biblioteca mexicana, pról. y versión española de Benja-
mín Fernández Valenzuela; est. prel., notas, apéndices, índices y coord. gral.
de Ernesto de la Torre Villar, con la colaboración de Ramiro Navarro de Anda,
México, unam, 1986.

204 / Perla Chinchilla Pawling, Antonio Rubial García


Neri/ 1780, [Carlos Rolin], Selectae e Veteri Testamento Histo-
riae. Reflexiones cristianas sobre ellas de Gamarra/ 1783, Santos
deseos de una cristiana muerte o preparación para ella en un retiro
de ocho días o en un dia de cada mes/ 1790, Memorial ajustado/
1809, Modo fácil y breve y provechoso para visitar a el Santisimo
Sacramento/ Año desconocido, Maximas de educación en la pie-
dad cristiana y en la política, para instrucción de los alumnos del
Colegio de San Fco. de Sales del Oratorio de esta villa de San Mi-
guel/ Año desconocido, Ejemplar de religiosos. Vida de la M. R.
M Sor María Josefa Lino de la Santísima Trinidad, Fundadora del
RI. Conento de la Purisima Concepción en la villa e San Miguel el
Grande/ Año desconocido, Estevan de Orellana, Instrucción de
la lengua latina o arte deaquirirla por la traducción de los autores,
Introducción de Gamarra/ Año desconocido, [Diego Jose Abad.],
Musa Americana xxix primeros cantos del poema. Prólogo latino de
Gamarra/ Año desconocido, Coloquios con Jesús desde el Huerto
hasta el sepulcro/ 1781, Errores del entendimiento humano /1782,
Academias de Geometría/ 1782, Vida de Sor Maria Josefa Luis de
la Trinidad.25

Cayetano Cabrera Quintero, finales siglo xvii o principios


del xviii-ca. 1774
Nació en la Ciudad de México alrededor de 1700, estudió en
el seminario tridentino de la misma ciudad y asistió a la facul-
tad de teología en la universidad donde se graduó de bachiller en
1723. Desde entonces fue miembro de la academia teológica de
San Felipe Neri, de la cual fue secretario. Entre 1732 y 1746 fue
preceptor y capellán de pajes del arzobispo-virrey Antonio de Vi-
zarrón y Eguiarreta. Calificador del Santo Oficio en 1747, rector

25
Fuentes consultadas: Juan Benito Díaz de Gamarra y Dávalos, Tratados, Mé-
xico, unam, 2008; Diccionario Porrúa de historia, biografía y geografía de México,
México, Porrúa, 1995.

Jesuitas y oratorianos / 205


y capellán de las recogidas de Nuestra Señora de la Misericordia
en 1766. Escribió en latín y español, fue autor dramático, traduc-
tor de Horacio y Juvenal y apologista guadalupano. Murió muy
pobre en el hospital de Betlemitas, alrededor de 1774.

• Obras
1723, Himeneo celebrado. Festivos aplausos, con que la imperial ciu-
dad de México celebró los desposorios del Príncipe de Asturias, Luis
Fernando, con la serenísima Princesa de Orleans/ 1725, Sapientiae
sidus, minervalis Hesperi ascensus/ 1724, Descripción del templo y
convento de Corpus Christi, que para Indias religiosas Capuchinas
fundó el Exmo. Marqués de Valero, virrey de la Nueva España/ 1730,
Águila mística exaltada en los ápices del Carmelo/ 1732, Viva co-
pia del sagrado y magnánimo macabeo Juan Hircano/ 1732, Índice
poético de la vida del seráfico padre san Francisco de Asís/ 1734, Heb-
domadario trino o ejercicios devotos en honor a la Beatísima Trinidad/
1741, El patronato disputado o Disertación apologética del voto y
juramento del Patronato de Nuestra Señora de Guadalupe/ 1746,
Escudo de armas de México, dedicado al rey Fernando VI/ 1743, Ju-
lio Maximino Vero: Arco triunfal erigido por la Ciudad de México
a la entrada del virrey conde de Fuenclara/ 1743, El nuevo Ulises:
Arco triunfal erigido al mismo virrey en su solemne entrada, por la
metropolitana iglesia de México/ 1746, Justa gratulatoria al singular
esmero con que celebró México el segundo siglo de la aparición de
Nuestra Señora de Guadalupe/ 1725, Poesías varias sobre la renuncia
que hizo de la corona el señor Felipe V/ 1725, Llanto de Apolo en la
muerte de Jacinto. Aparato fúnebre con que el tribunal de la Inquisi-
ción de la Nueva España celebró las exequias del Señor Luis I/ 1740,
Arcos triunfales que la iglesia catedral de la ciudad de México erigió en
la entrada del virrey duque de la Conquista/ La esperanza malograda/
El iris de Salamanca/ Trescientos epigramas latinos de célebres autores,
traducidos en verso castellano/ Poesías sagradas latinas y castellanas/
Vida de santa Rosa de Lima en verso latino/ Hymni omnis summa et
mesurae ad imitationem Prudentii, Christiani/ Varias sátiras y epís-

206 / Perla Chinchilla Pawling, Antonio Rubial García


tolas de Horacio en español/ Poema de santa Cristina, la admirable/
Seis sátiras de Juvenal en tercetos castellanos.26

Biobibliografía de algunos jesuitas destacados

Xavier Francisco Alegre, 1729-1788


Nació en la ciudad de Veracruz. En 1741 ingresó al colegio de San
Ignacio en Puebla donde estudió filosofía, después fue a la Ciudad
de México a estudiar derecho y teología y posteriormente ingresó
al seminario Palafoxiano a continuar con su preparación en esta
última. En 1747 ingresó al noviciado de Tepotzotlán, en donde
aprendió italiano, griego, hebreo y después inglés y francés. En
1754 fue ordenado como sacerdote, fue nombrado historiador de
la provincia; maestro de Gramática y Humanidades en México,
Retórica y Filosofía en el Colegio de La Habana, Cánones y De-
recho Eclesiástico en Mérida, Letras Humanas en San Ildefonso;
formó una Academia de Bellas Letras y Matemáticas. Murió en
Bolonia por un ataque de apoplejía.

• Obras
1766, Inscripciones latinas y españolas del P. Fr.\ncisco Xavier Ale-
gre en la obra: Relación del Funeral Entierro, y Exequias del limo.
Sr. D. Manuel Rubio y Salinas/ 1766, Parentalia. in obitu Mariae
Elisabcthae Farnesiae Hispaniae Reginae/ 1773, Pontiani Tugno-
nii, Civis Mexicani (pseudónimo del P. Francisco Xavier Alegre)

26
Fuentes consultadas: Diccionario Porrúa de historia, biografía y geografía de
México, México, Porrúa, 1995; José Mariano Beristáin de Souza, Biblioteca hiso-
panoamericana septentrional, México, unam, 1980 (Biblioteca del Claustro, Se-
rie Facsimilar); Cayetano Javier de Cabrera y Quintero, Obra dramática: Teatro
novohispano del siglo xviii, ed. critica, intr. y notas de Claudia Parodi, México,
unam-Instituto de Investigaciones Filológicas, 1976; Francisco Iván Escamilla,
“Cayetano de Cabrera y Quintero y su Escudo de Armas de México”, en Histo-
riografía colonial de tradición española, v. ii, t. 2. de Historiografía mexicana, diri-
gida por Rosa de Lourdes Camelo y Patricia Escandón, México, unam-Instituto
de Investigaciones Históricas, 2012, pp. 583-603.

Jesuitas y oratorianos / 207


Alexandriados, sive de expugnatione Tyri ab. Alexandro Macedone
libri quatuor. Forolivii/ 1776, Americani Veracrucensis Homeri
Ilias latino car- mine expressa/ 1789-1791, Presbyteri Wracrucen-
sis. Institutionum Theologicarum Libri xviii/ Año desconocido, Ars
Rhetorices ex Tulii praeceptis concinnata. Panormi/ Año descono-
cido, Elementorum Geometriae Libri xi\^ Sectionum Conicarum
Libri iv, una cum Tractatu de Gnomonica. Bononiae/Año descono-
cido, El Arte Poética de Boileau, traducida al castellano, Bolonia/
Año desconocido, Compendio de Bion y Stonio sobre instrumentos
matemáticos, Bolonia/ Año desconocido, Alvarus Cienfuegos de
Vita abscondita ad Scholarum usum compendium radactus, Bo-
noniae/ Año desconocido, Rosaliae poenitentis lacrymae versu
elegiaco/ Año desconocido, Lyrica et Geórgica in B Mariae Guada-
lupanae elogium/ 1841, Historia de la Compañía de Jesús en Nueva
España, que estaba escribiendo el P. Francisco Javier Alegre al tiempo
de su expulsión, México/ 1889, Opúsculos inéditos latinos y castella-
nos del P. Francisco Xavier Alegre (Veracruzano) de la Compañía de
Jesús, México/ 1940, Memorias para la Historia de la Provincia que
tuvo la Compañía de Jesús en Nueva España, escritas por el P. Javier
Alegre de la misma Compañía.

• Francisco Javier Clavigero, 1731-1787


Nació en la ciudad de Veracruz. Estudió gramática en el Colegio
de San Jerónimo, filosofía y teología en el Colegio de San Ignacio
y letras en Tepotzotlán, en donde ingresó al noviciado en 1750.
Estudió griego, hebreo y teología en el Colegio de México, donde
fue maestro de retórica; además, maestro de indios en el Colegio
de San Gregorio de México, operario de indios en el Colegio de
San Francisco Javier de Puebla, profesor de Filosofía en el Co-
legio de Guadalajara y en el Colegio de San Francisco Javier de
Valladolid. Después del destierro a Italia vivió en la misma casa
donde moraban Alegre, Dávila, Landívar y otros literatos. Murió
en Bolonia.

208 / Perla Chinchilla Pawling, Antonio Rubial García


• Obras
1761, Memorias edificantes del doctor dn. Manuel Clavijero, Sa-
cerdote del Obispado de la Puebla, recogidas por su hermano/ 1762,
Compendio de la vida, muerte y milagros de Sn. Juan Nepomuceno,
escrito en lengua italiana por el P. César Calmo de la Compañía
de Jesús y traducido a la castellana por el P. Javier Clavijero de la
misma Compañía/ 1762, Elogio de Sn. Francisco Javier/ Año des-
conocido, Edidit Mexici Conclusiones 204 ex universa Philosophia,
quas doudecim e suis auditoribus defendendas susceperunt, quaeque
recentiorum Philosophorum doctrinas physicas continent/ 1766,
Elogio de Sn. Ignacio de Loyola, predicado a la Real Academia de
Guadalajara/ 1780, Storia antica del Messico cavata da “Migliori
Storici Spagnuoli, da Manuscritti, e dalle pitture antiche degl” in-
diani: Divisa in diecilibri, e corredata di carte geografiche, e di varié
figure: e dissertazione sulla térra, sugli animali, e sugli abitatori del
Messico. Cesena/ 1782, Breve ragguaglio della prodigiosa e rinornata
Immagine della Madona di Guadalupe del Messico, Gesena/ 1789,
Storia della California, opera postuma del Nob Sig. Abate D. Fran-
cesco Saverio Clavijero, Venezia/ Año desconocido, Diálogo entre
Filaletes y Paleófilo sobre la Física, Ms./ Año desconocido, Certa-
men poético para la noche de Navidad del año 1753, presentando al
Niño Jesús bajo la alegoría de Pan, Ms./ Año desconocido, Diálogo
entre Filaletes y Paleófilo contra el argumento de autoridad en la Fí-
sica, Ms./ Año desconocido. Plan de una academia de ciencias y
Bellas Letras. Ms./ Año desconocido, Ensayo de la Historia de la
Nueva España, Ms./ Año desconocido, De las colonias de los Tlax-
caltecas, Ms./ Año desconocido, De los linajes nobles de la Nueva
España, Ms./ Año desconocido, Physica particularis/ Año desco-
nocido, Manuscrita varia, lingua greca, latina, gállica et etrusca

Juan Antonio de Oviedo, 1670-1757


En 1678 obtuvo el grado de Doctor en Teología. Ingresó al no-
viciado de Tepotzotlán en 1690, y en 1695 fue ordenado como

Jesuitas y oratorianos / 209


sacerdote. Fue profesor de Filosofía en el Colegio Máximo de
México, rector y profesor de Moral en el Colegio de Guatemala,
rector del Seminario de Guatemala, profesor de Sagrada Escritura
en el Colegio de San Ildefonso de Puebla y rector del mismo,
procurador en España y Roma, rector en el Colegio del Espíritu
Santo de Puebla, visitador de la Provincia de Filipinas, rector del
Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo de México, provincial
de la Provincia de Nueva España, prepósito de la casa Profesa en
México, consultor de Provincia y padre espiritual en el Colegio
Máximo, prefecto de la Congregación de la Purísima en México,
prepósito de la casa Profesa de México y rector del Colegio de San
Andrés de México.

• Obras
1702, Vida ejemplar, heroicas virtudes y apostólicos ministerios del
venerable P. Antonio Núñez de Miranda/ 1704, Elogio fúnebre de
don Alonso Cevallcs Villagutiérrez/ 1718, Panegíricos de María
Santísima y de los Santos, Madrid/ 1725, Sermón de San Ignacio
de Loyola/ 1726, Vida de la Virgen María manifestada en sus 15
misterios principales/ 1730, Novena del glorioso mártir San Juan
Nepomuceno/ 1727, Vida y virtudes del P. Pedro Spechiali/ 1727,
Vidas de San Estanislao de Kostka y San Luis Gonzaga/ 1728, Ser-
món en las honras fúnebres de Sor María Inés de los Dolores/ 1731,
Sermón en la publicación de la Bula de la Santa Cruzada/ 1735,
El devoto de la Sma. Trinidad, México/ 1637, Vida de San Juan
Francisco Regle/ 1739, Sermón en las honras fúnebres de la Mar-
quesa de las Torres/ 1747, Menologio de los Varones ilustres/ 1749,
La quinta esencia del amor y compendio maravilloso de las finezas
del Corazón de Jesús en el augustísimo Sacramento del Altar/ 1751,
Declaración del jubileo año Santo/ 1752, Vida del P. Joseph Vidal.
México/ 1753, Vida y afanes apostólicos del venerable Padre Juan de
Ugarte, Misionero de las Californias/ 1754, Succus Theologiae Mo-
ralis/ 1755, Elogio de muchos hermanos Coadjutores/ 1861, Zodíaco
Mariano, historia de la Imagen de Ntra. Sra. de los Dolores que se

210 / Perla Chinchilla Pawling, Antonio Rubial García


venera en una capilla de la Iglesia Parroquial de San Juan Acatzi-
neo/ 1761, Novena de San Joaquín.

Francisco Xavier Lascano, 1702-1762


Nació en la ciudad de Puebla, descendiente de san Ignacio de
Loyola, hermano carnal del padre Ignacio Dávila. En 1717 in-
gresó al noviciado de Tepotzotlán. Fue maestro de gramática en
el Colegio Máximo, al mismo tiempo que estudiaba Teología.
En 1726 fue ordenado como sacerdote por el Ilmo. Fray Joseph
Lancicgo, arzobispo de México. En el Colegio de San Ildefonso
de Puebla impartió clases de Filosofía y fue rector del mismo, en
la Real Universidad, la Academia Real y el Colegio Máximo de
México fue profesor de Teología y Prefecto de la Congregación
de la Purísima.

• Obras
1743, Elogio fúnebre del ilmo. Sr. Don Tomás Montano, Rector de
la Universidad de México y Obispo de Oaxaca, México/ 1760, Día
feliz en obsequio del amoroso Corazón de Cristo Jesús sacramentado,
con unas alabanzas añadidas al fin del dulcísimo nombre de Jesús/
Novena y sábados de la Inmaculada Virgen María, coronada Reina
de Loreto/ Vida y virtudes de los Padres Keller y Mateo Ansaldo/
1750, Índice práctico moral para los sacerdotes que auxilian mo-
ribundos/ 1750, Opusculum Theophilosophicum de principatu seu
antelatione marianae gratiae/ 1755, Doctrina cristiana en verso
castellano/ 1756, Plática moral sobre la limosna, México/ 1756,
Suplemento al catecismo del P. Bartolomé Castaño/ 1757, Ejem-
plo que según la costumbre de los sábados de cuaresma predicó el
P. Francisco Javier Lazcano de la Compañía de Jesús en el Colegio
Máximo de San Pedro y San Pablo/ 1757, Brevis notitia appari-
tionis mirabilis B. Mariae Virginis de Guadalupe, Roma/ 1758,
Sermón edificante sobre la tierna y venerable memoria del Sr. Dr.
Don Francisco Rodríguez Navarijo/ 1759, Sermón panegírico al ín-

Jesuitas y oratorianos / 211


clito patronato de María Sra. Nuestra en su milagrosísima imagen
de Guadalupe/ 1760, Exhortación evangélica para excitar el celo y
piedad de los fieles americanos para el socorro con limosnas de las
misiones de China, India oriental y costas del Maduré/ 1760, Vida
ejemplar y virtudes heroicas del venerable padre Juan Antonio de
Oviedo de la Compañía de Jesús/ 1832, Novena consagrada a la Vir-
gen María de Altagracia/ 1770, Método para comulgar con mucho
fruto/ 1794, Novena a San Francisco de Borja/ 1764, Día Angélico
en honor del arcángel San Miguel/ Opúsculos varios manuscritos.27

Bibliografía

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gran patriarca san Felipe Neri, México, en la imprenta real del superior
govierno, de Doña Maria de Rivera, 1733.

27
Fuente consultada para todas las referencias jesuitas: José Gutiérrez Casillas,
Diccionario bio-bibliografico de la Compañía de Jesús en México, t. xv-xvi, Mé-
xico, Editorial Jus/Buena Prensa/Editorial Tradición, 1961.

212 / Perla Chinchilla Pawling, Antonio Rubial García


Gutiérrez Dávila, Julián. Exercicios espirituales, para que el alma devota se pre-
pare en el tiempo del Adviento para celebrar con espiritual aprovechamiento
la alegre festividad del Nacimiento Del Hijo de Dios, hecho hombre para re-
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Jesuitas y oratorianos / 213

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